Revisado por Ana Maria
17. Heredero de Slytherin
(21 marzo 1996)
Nagini se deslizaba sin ruido por los pasillos vacíos, espiras de su cuerpo escamoso brillaban como la plata cuando las alumbraba la pálida luz de la luna. Los ojos de la bestia, amarillos y feroces, miraban fijamente en la oscuridad, preparados para notar cada movimiento. Nagini adoraba la caza nocturna, era su elemento natural. Cazaba sólo por el placer de matar, porque ya no se comería a un ratón o a un murciélago. Ya habían pasado los tiempos, cuando para sobrevivir había tenido que comer carrońa y residuos. Desde el regreso de Voldemort sus gustos se hicieron más refinados. Ahora la cebaban con carne humana.
Algo crujió en un nicho oscuro bajo la ventana. Nagini se quedó inmóvil y lentamente levantó la cabeza estrecha. Su instinto de carnicero le dijo de modo infalible, que había encontrado a una víctima. Sus ollares temblaron, la lengua fina salió de su boca y un silbido glacial cortó el silencio.
El crujido cesó en un santíamen. Alguien o algo se ocultó cerca la pared, petrificado de pavor frente a una enorme serpiente. Nagini silbó de nuevo, esta voz con tono de cruel satisfacción. Conocía ese olor. No era un ratón. Su cuerpo tembló levemente, los ojos amarillos ardieron. Lentamente, hipnotizando a la víctima con el rítmico movimiento de la cabeza, Nagini fue hacia el nicho. En la oscuridad se oyó una respiración acelerada.
– ¡No te aproximes! – susurró alguien con la voz llena de pánico. - ˇNo me toques! Soy yo...Colagusano.
El silbido sonó como una risa burlona. La boca de la serpiente casi tocó la cara del hombre.
– ˇNo!- gritó desesperadamente Colagusano, dió un salto bajo el cuerpo arqueado y se echó a huir. – ˇDéjame!
El pasillo resonó con los pasos. Nagini cayó al suelo y con una rapidez extraordinaria se lanzó en persecución. Uno podría tener la impresión, que por el pasillo corría un arroyo tortuoso de plata.
Colagusano fue adelante a todo correr, arreado por el terror, sin mirar atrás. Detrás de su espalda se oía el crujido silbante de las escamas que frotaban la tierra. Perdió el aliento, el sudor le bańó la cara, pero supo que no podía detenerse. Lo perseguía la muerte.
En fondo del pasillo se dibujó la puerta. Colagusano se forzó al último esfuerzo. En la oscuridad sonó el silbido mortífero y el mago vio en su imaginación como los largos dientes de la serpiente hundían es su nuca y echaban a su sangre el veneno mortal. Aceleró el paso. La puerta de salvamento estaba más y más cerca, tres metros, dos, uno... Sin aliento, casi desmayándose de agotamiento y espanto, Colagusano entró corriendo a una sala oscura.
– ˇSeńor...! – logró de balbucear antes de caer de rodillas.
El hombre cerca la chimenea se movió y la fría luz azul llenó la sala. Agachado Colagusano levantó la cabeza con inseguridad, y tembló. Lo observaban los ojos de la serpiente, crueles y desapiadados. Rojos como la sangre fresca.
– No me acuerdo que te haya llamado ... – gruńó el voz glacial.
Colagusano sintió un hormigueo. Se aplastó contra el suelo en un saludo humilde.
– Perdona, seńor – susurró, – pero ella...
Se le atragantaron las palabras. A sus espaldas oyó un movimiento y el cuerpo gigantesco le pasó sin ruido. La serpiente se arrastró a Voldemort y puso la cabeza a sus pies. El Seńor Tenebroso sonrió de modo feroz.
– Nagini tiene hambre – dijo con un siniestro brillo de los ojos. – Es tu culpa, Colagusano. Es tu obligación suministrarle la carne fresca. Sabes cuanto le gusta...
Colagusano se puso rígido. Sabía que los tonos mortíferos en la voz de Voldemort no auguraban nada bueno, sobre todo para él. Comenzó a sospechar que la serpiente astuta todo lo había planeado. Todavía Nagini no se atrevía a comer a un sirviente de su maestro. Tal vez contara con que se lo daría de regalo.
– ˇVe y tráele algo bueno! – dijo Voldemort con impaciencia.
Colagusano se puso en pie y salió corriendo de la sala. Nagini silbó con descontento. El Seńor Tenebroso seguía al mago con la mirada llena de desprecio.
– Una criatura lamentable – gruńó. – Dentro de poco no lo necesitaré más. Y entonces... – su voz se convirtió en un silbido, sus ojos rojos miraron directamente en los ojos amarillos de la serpiente. – Podrás jugar con él...
Nagini se rozó con gratitud a sus piernas. En el mismo momento las llamas azules ardieron y de la chimenea salió una alta persona, vestida de un largo abrigo con capucha. Nagini levantó la cabeza y silbó. Se arrastró al Impostor y se enrolló en torno sus pies.
– Le gustas a Nagini – dijo Voldemort con una sonrisa oscura. – Y yo confío en sus juicios. Nunca se equivoca.
Impostor le saludó sin decir una palabra. El Seńor Tenebroso lo observaba reflexivamente.
– Hoy, cuando se decide el destino, la confianza adquiere una importancia particular – dijo en voz baja. – Es un lujo que no puedo permitirme a menudo. Mis aliados más fieles están muertos o vegetan detrás de los muros de Azkaban. żY quién me rodea? – silbó con rabia. - ˇLos sirvientes supuestos! Los mortífagos que renegaron de mí para salvar sus pellejos. Piensan, que les perdoné. No... – odio brillo en sus ojos. – Yo no perdono tan fácilmente...
Nagini silbó espantosamente, como si hubiera sentido la ira de su maestro. Voldemort levantó la mano y enderezó un dedo.
– Macnair – comenzó a contar – está en el ministerio, calladito como un muerto y tiembla de miedo ante los aurores. No tengo ningún provecho de él. Crabb, Goyle: los tontos, pero ellos por lo menos cumplirán cada orden sin reflexionar. Nott – sonrió de modo viperino, – huiría de mí al fin del mundo, si pudiera estar seguro que no le encontraría allá. Malfoy... – la voz de Voldemort se convirtió en el silbido ominoso. – Oh, Lucius me aseguraba muchas veces de su fidelidad y lealtad, pero cuando exigí una prueba, hasta él vaciló. Cuando le ordené traer a su hijo, comenzó a eludirme. ˇSi era un honor para el mocoso! – rió cruelmente. – ˇPodía morir al servicio de Lord Voldemort!
En la pálida luz azul su cara, torcida en una mueca burlona, tenía aspecto de una máscara mortuoria.
– Hmmm... – murmuró – Vega Starlight es un adversario más difícil de lo que sospechaba. Estaba seguro que esta vez revelaría sus capacidades... – movió la cabeza con descontento. – El plano era ideal, pero no sé más que antes. ˇVíbora maliciosa! – silbó. – Me engańó otra vez. Pero más o menos tarde me enteraré, si ella puede rebotar el Avada. Y entonces – sonrió sońador, - cuando sepa su secreto... ˇCon tropas de mortífagos, resistentes al Avada, dominaré todo el mundo!
Las llamas claras ardieron en la chimenea y rodearon a Voldemort con una corona luminosa. Nagini silbó con triunfo.
– Se aproxima el día – declaró solemnemente el Seńor Tenebroso – cuando las filas de mortífagos de nuevo se llenarán con los más dignos de este nombre. Todo ya está preparado. Espero sólo el último acto.
Detrás de la ventana llegó un aullido agudo y centelló una luz verde. Nagini se tensó atentamente, sus ojos amarillos ardieron de modo feroz y la punta de su cola comenzó a golpear rítmicamente el suelo. Voldemort se acercó a la serpiente y le dio palmadita en la cabeza.
– Creo que es tu cena – silbó en voz baja. - Ve, Nagini...
La serpiente salió de la sala como un relámpago de plata y desapareció en las tinieblas. Voldemort se aproximó a la ventana y miró el patio. En sus labios apareció una risa horrible.
– Viejo Albus sospecha, que planeo – continuó, contemplando el banquete de Nagini. –Tomó las medidas de precaución, pero hasta él no preverá todo – los ojos rojos brillaron. – Lo espera una sorpresa desagradable...
Se volvió de la ventana y miró al Impostor de modo penetrante.
– Dumbledore no me detendrá – declaró. – Dentro de un poco se unirán a mí los mortífagos más fieles y nadie me resistirá. Casi nadie... – dijo prolongadamente. – Sólo uno podría amenazarme: el heredero de Slytherin. Todavía no comprende su importancia. No sabe quien es... Pero dentro de un poco conocerá la verdad... – sus ojos brillaron de modo raro - żQuerrá entonces ponerse de mi parte? - preguntó en voz baja para sí mismo. – En nuestras venas circula la misma sangre santa de Salazar Slytherin. No se puede engańar al destino...
Se acercó a la chimenea y miró las llamas, como si quisiera encontrar allá una respuesta para su incertidumbre.
– Dumbledore se da cuenta de este peligro y hará todo para prevenir la unión de nuestras fuerzas – continuó Voldemort. - żPuedo arriesgar tanto? Si lo lograra... si el heredero de Slytherin se dirigiera contra mí... Es lo que espera nuestro querido Albus – sonrió lúgubremente. – Se imaginó que me vencería de este modo. Por eso quiso asegurarse a todo precio, sí adivinó bien la persona. Recientemente estudiaba la genealogía del linaje de Slytherin. Sospechaba la verdad desde hace muchos ańos, pero ahora, por fin, tiene la certeza. Encontró una carta...
La puerta golpeó la pared con estruendo y, sofocado, Colagusano entró corriendo al cuarto. Se agachó de pavor al encontrar la mirada oscura de Voldemort.
– Seńor... – gimió. – Perdona que te molesto, pero llegó este mago del ministerio y...
– Lo sé – le interrumpió Voldemort. – Que espere. ˇY tú vete! Si hoy te veo aquí otra vez, con mucho gusto te regalaré a Nagini.
En la pálida cara de Colagusano se dibujó el terror. Murmurando ruegos de perdón, todo tembloroso salió de la sala. Voldemort miró al Impostor.
– Te he llamado, porque tengo una nueva misión para ti – dijo de modo siniestro. – A cada uno quien obstaculiza a Lord Voldemort espera el mismo fin. Harry Potter debe morir.
Impostor se estremeció. Bajo la capucha negra brillaron los ojos, oscuros y fríos como la muerta.
– Será como queréis, Seńor - dijo en voz baja.
(1 abril 1996)
Harry esperaba en un despacho de Dumbledore y se rompía la cabeza, por qué el director lo llamó. No hizo nada malo, no se puso a mal con Snape. Gracias a su acción los Gryffinodres ganaron el último partido de Quidditch. Harry se inquietó, tal vez Siruis tuviera problemas, pero Dumbledore no parecía nervioso cuando hace una hora había pedido a Harry una conversación.
El fénix Fawkes levantó la cabeza antes de que se abriera la puerta detrás de Harry. El chico se volvió y vio a Dumbledore entrando. El mago le sonrió a su visitante y se sentó a una gran silla al otro lado del escritorio.
– Perdona que te hiciera esperar, Harry – dijo. – Hagrid acaba de regresar y quise escuchar nuevas noticias. Por fortuna, todo está bien.
– Oh… es bueno – comentó Harry con cortesía, aunque no tenía idea de que se trataba.
Dumbledore sonrió y por un momento miraba al chico en silencio. Harry se sintió un poco incómodo. Comenzó a sospechar, que la conversación no sería fácil. Como para confirmarlo, Dumbledore apoyó las manos en la mesa y miró al alumno con una gravedad extraordinaria.
– Harry – dijo solemnemente, – ya llegó el tiempo para que conozcas la verdad.
Harry estaba sorprendido. Fue algo que no esperaba.
– żLa verdad? – preguntó. – żDe qué?
– De ti – contestó Dumbledore sin quitar los ojos de su cara. – De quien eres. De que familia procedes. Esto te ayudará comprender... muchas cosas.
De un cajón del escritorio sacó un envuelto rollo de pergamino. Lo metió en el tablero y lo enderezó con precaución. Harry se inclinó con curiosidad, pero en seguida en su cara se dibujó el desencanto. El pergamino estaba vacío.
Dumbledore sonrió.
– Es un árbol genealógico de la línea de Slytherin – explicó. – Por supuesto, está protegido de los ojos incompetentes. Como la Mapa del Merodeador... – guińó a Harry significativamente.
Cogió la varita y dijo una palabra en un idioma raro. En la parte de arriba de la hoja se materializó una centelleante inscripción de color verde: SALAZAR SLYTHERIN.
– Un hechizo y acabado – dijo Dumbledore con la satisfacción de un chico. – He aquí el tronco de la familia. Sabes bien su historia. Era uno de los famosos fundadores de Hogwarts. El más poderoso, pero también el más ansioso de fuerza y dominación. Nadie examinó tan profundamente los secretos de las artes oscuras como él. Desgraciadamente... – suspiró.
Harry se estremeció cuando se acordó del enorme basilisco de la Cámara Secreta.
– Salazar tenía un hijo llamado Sixtus – continuó Dumbeldore y tocó delicadamente el pergamino. Apareció la nueva inscripción. - Heredó el talento de su padre y fascinación de la magia oscura. Fue él que creó la Orden de los Caballeros Negros. Un equivalente medieval de los mortífagos – explicó. – Su caudillo se llamaba el Príncipe y siempre procedía de la línea de Slytherin. Esta dignidad era hereditaria, entregada del padre a un hijo. Muy pronto la Orden se cubrió de mala fama, pero perduró siglos, hasta 1764, cuando fue disuelta por el Consejo de los Magos. El último Príncipe de la Orden, Grimus, no quiso resignarse al decaimiento de los Caballeros Oscuros. Se rebeló. Comenzó una larga guerra de sangre, que costó miles de víctimas. Por fin, la Orden fue derrotada y Grimus cayó. Murió también su único hijo, pero la familia de Slytherin perduró. Se salvó una hija menor del Príncipe y aunque los herederos de Grimus perdieron su poder y esplendor antiguo, entregaban las viejas tradiciones de generación en generación. Esperaban el tiempo cuando nacería alguien que vengaría su humillación y restablecería la fama de la familia más poderosa.
Calló, mirando reflexivamente los nombres, que aparecieron en el pergamino.
– Pasaron doscientos ańos – Dumbledore continuó su cuento. – Un día apareció en Hogwarts un chico muy talentoso, Tom Riddle. Su infancia no era fácil. Su madre, una bruja, murió y su padre, un muggle, no quería tener nada que ver con su hijo. Tom se crió en un orfanato y no sabía nada de su origen. Hasta un día, cuando recibió una carta de Hogwarts...
Harry tembló. Conocía bien esta historia, se la contó Voldemort mismo. Y cómo antes, sintió un escalofrío cuando pensó en cuanto le recordaba su suerte.
Dumbledore miró a Harry con una rara tristeza.
– Fui yo que dijo a Tom que procedía de la línea de Slytherin – dijo en voz baja. – Creí que tenía derecho de saberlo. Pensé que actuaba justamente... – suspiró con dificultad. - żCometí un error? żSi hubiera disimulado la verdad, Lord Voldemort no habría nacido? No lo sé... – movió la cabeza. – Tom siempre ocultaba en su corazón rencor a todo el mundo. Por eso se hizo lo que es ahora. Y todo el mundo tembló, cuando el último heredero de Salazar Slytherin descubrió sus planes.
Calló y se entregó a sus pensamientos. Fawkes movió las alas y chifló. Dumbledore se sacudió los recuerdos.
– Piensas, żpor qué te digo todo esto? – se dirigió a Harry y sonrió levemente. – Un poco más paciencia... Algo de este cuento ya lo sabías, el resto son hechos bien conocidos por los historiadores. La historia de la familia Slytherin llena más de diez tomos. Parecía que sabíamos todo sobre este tema...
Sonrió con ironía. Harry se puso derecho y prestó atención. Tuvo la corazonada de que iba a oír algo muy importante.
– Nos equivocamos – dijo Dumbleodre, mirando el pergamio. – Pero por fin, yo conocí la verdad.
Movió la varita y al lado del nombre de Sixtus apareció la nueva inscripción, pero escrita no con la tinta verde sino negra. Dumbledore miró a Harry con gravedad.
– Salazar Slytherin no tenía uno, sino dos hijos – dijo solemnemente. – Un primogénito Sixtus y otro, Septimius. Las crónicas no lo mencionan, por siglos nadie supo de su existencia. żPor qué? La verdad es sorprendente. El hijo menor de Salazar fue squib. Imagínate. El descendiente del mago más poderoso era completamente privado de capacitades magicas. Verguenza, sobre todo para alguien tan orgulloso como Slytherin. No es nada extrańo que hiciera todo para ocultar este hecho humillante. Me extrańó, que no mataste a su hijo... tal vez hasta Slytherin tuvo escrúpulos de hacerlo. Pero lo echó fuera y le prohibió usar el nombre de Slytherin. Cruel e injusto, podrías decir... – suspiró. – Pero del punto de vista de Septimius fue la mejor solución. Siempre sufría mucho en el castillo de su padre, se sentía extranjero en el mundo de magos que no comprendía. Se instaló en Francia y adoptó el apellido d'Elixe. Pronto ganó gran importancia, se hizo uno de los consejeros del rey. Recibió dignidades y honores. Y cuando Septimius murió, no quedó nadie que conociera la verdad del origen de la familia d'Elixe.
Harry escuchaba la historia con la boca abierta, en su mente se arremolinaban docenas de preguntas.
– żDe dónde... de dónde lo sabe? – preguntó por fin. – Es decir... si nadie sabía quien era Septiumius de verdad...
Dumbledore sonrió.
– Una buena pregunta – dijo. – El plan de Salazar fue casi ideal. Usó su poder para vigilar que las crónicas no tuvieran ni una mención de Septiumius. Los que sabían algo del hijo menor de Slytherin, murieron en circunstancias misteriosas. El marqués d'Elixe no quiso más que olvidarse de su padre. Y sin embargo... – movió la cabeza. – Unos días antes de su muerte escribió una carta en que reveló su apellido verdadero. A sus herederos no decía nada y la carta fue olvidada, juntos con otros documentos de Septimius. Harry – dijo Dumbledore, acentuando las palabras – soy el único mago del mundo que leyó esta carta.
Pasaron unos segundos antes que Harry captara todo el sentido. Miró al director asombrado.
– Es decir, żsólo usted y yo sabemos de Septimius? – balbuceó.
Dumbledore asintió. Harry no quitó los ojos de su cara.
– żPor qué yo? – preguntó con seguridad. - żPor qué me lo dice?
El viejo mago se puso serio, en sus ojos azules brilló ansiedad.
– Sabrás todo dentro de poco, Harry – dijo en voz baja. – La historia se acerca a su fin – entrelazó las manos y clavó la vista en algo encima de la cabeza del chico. – La fortuna fue cruel para la familia d'Elixe. Muchos de sus descendientes murieron durante las guerras y las epidemias. Los que sobrevivieron, regresaron a Inglaterra en 1791. Al final del siglo pasado nació el último heredero de Septimius. Se llamó Marvolo Riddle.
Harry no dio crédito a sus propios oídos.
– żMarvolo Riddle procedía de la familia Slytherin? - susurró – Pero eso significa...
– Sí, Harry – dijo lentamente Dumbledore. – Desgraciadamente, por un inconcebible lance de la fortuna, en su nieto unieron dos líneas de los descendientes de Salazar Slytherin. Esto le dio una poder extraordinario.
Harry callaba. Estaba demasiado sorprendido para decir algo. Dumbledore miraba reflexivamente el pergamino, sobre que apareció el nombre del último heredero de Salazar Slytherin: Tom Marvolo Riddle.
– Hay otras sorpresas en esta hoja – dijo. – Marvolo Riddle tenía un hermano mayor. Su hija, Vivian, se casó con un ingeniero que se llamaba – miró a Harry de modo penetrante – Scott Evans.
Un rayo en tiempo sereno no causaría más grande impresión a Harry. Miraba al mago con los ojos abiertos ampliamente, tratando de dominar su lengua rígida.
– żEvans? – repitió en voz temblorosa. – Es... el apellido de soltera de mi mamá...
Dumbledore asintió.
– Vivian y Scott tenían dos nietas. Para asombro de toda la familia, la chica menor resultó una bruja muy talentosa. Fue tu madre, Harry, Lily Evans.
Harry estaba callado. Apretó las manos en la frente encendida.
– Pero eso significa... – en la vista de Harry dibujó el terror – que yo también soy heredero de Salazar Slytherin. ˇEs verdad! ˇÉl tuvo razón! Entonces, en la Cámara Secreta me dijo que éramos muy parecidos... ˇNo quiero ser como Voldemort! – gritó, poniéndose en pie. Sus ojos ardían de modo febril.
Dumbledore no se movió.
– Sobre todo cálmate, Harry – dijo suavemente, pero resueltamente.- Siéntate y acuérdate, lo que yo te dije. Fue Voldemort que te entregó, inconscientemente, una parte de su poder. Por eso conoces el idioma de las serpientes. Y por eso eres capaz de resistirte a Voldemort. Sí, es verdad – la voz de Dumbledore era imperiosa y seria, – desciendes del linaje de Salazar Slytherin. Pero esto no significa, que debes ser como es el Lord Tenebroso. Harry – miró al chico – nosotros decidimos nuestra suerte, no la sangre en nuestras venas. żSabes cómo murió Grimus, el último Príncipe de los Caballeros Oscuros? – Harry negó. – Lo mató su propio hermano, que despreciaba todo lo que representaba la Orden. No lo olvides.
Se hizo el silencio. Todo era tan sorprendente, que Harry se sintió totalmente perdido. Sabía que sus peores miedos resultaban reales. Era heredero de Slytherin. La tiara no se equivocó. Harry cerró los ojos y apoyó la cabeza en las manos. Necesitaba un poco de tiempo para pensarlo bien.
Dumbledore observaba al chico de encima de las gafas.
– Me preguntaste una vez, żpor qué en el primer momento Voldemort quiso matar a tu madre? – dijo en voz baja. – Murió porque trató de protegerte. Tú fuiste el objetivo de Vodemort, Harry. Sabía, que en el futuro serías muy peligroso para él... – suspiró. – James estuvo en su camino, pero Lily... – en la cara del mago se dibujó el desprecio profundo. – Voldemort tramó un plan diabólico. En ańos pasados experimentaba mucho con necromancia. Llegó a la conclusión, que si ańadía a su cuerpo la sangre de otra persona del linaje de Slytherin, ganaría un poder extraordinario. Por eso necesitaba a tu madre, viva...
Calló y miró lúgubremente el pergamino.
– Pero por fin... la mató – susurró Harry.
Dumbledore asintió.
– Es una cosa que Lord Voldemort no se perdonará nunca – dijo amargamente. – Desobediencia. Quien se resiste a él, tiene que morir. En seguida...
Harry sintió la ira llenando su corazón. Deseó encontrarse con Voldemort en ese mismo momento y lo castigarlo por todo: la muerte de sus padres, los crímenes de los mortífagos, su infancia destruida. Sintió que encontraría el poder para derrotarlo para siempre. ˇEra un heredero de Slytherin!
– ˇHarry!
La voz de Dumbledore le llegó como una ducha glacial. El chico se estremeció y se frotó los ojos. Las visiones fantásticas, que se imaginaba hacía un rato, ahora le parecieron completamente absurdas. Si alguien podía vencer al Seńor Tenebroso, era Dumbledore.
El viejo mago parecía leer en su mente.
– Harry, sospecho que Voldemort atacará pronto – dijo seriamente. – Más poderoso que antes. Lleno de odio y sed de venganza. No sé si alguien será capaz de derrotarlo. No sé, como esto se va a terminar... De todos modos quería que supieras la verdad.
Harry estaba callado. Que podía decir en una situación así. żQué tiene miedo? żQué se siente perplejo? żQué daría todo para que sus padres estuvieran con él? Dumbledore lo entendía bien.
– Tengo que pedirte que no hables con nadie de lo que te he dicho – ańadió el mago.
Harry asintió. Se levantó lentamente de la silla, se despidió al profesor y salió del despacho. Dumbledore suspiró y miró el viejo pergamino. El árbol genealógico de la familia Slytherin ya tenía todas sus hojas. El mago les observaba lúgubremente.
– żDe qué parte te vas a poner, heredero de Slytherin? – preguntó en voz baja.
