Revisado por Ana Maria
24. Los lazos de la sangre
Se hizo el silencio lleno de asombro. Los mortífagos miraban a Harry, como si de repente hubieran visto a otra persona. Sirius respiró con un silbido. Vega levantó la vista y encontró los ojos concentrados de Snape.
Voldemort, en cambio, miraba a Harry como si sospechara que el chico se había vuelto loco.
- ¿De qué hablas, Potter? – preguntó fríamente.
- Lo sabes bien – rió Harry con burla. – Mi tatarabuelo se llamaba Riddle y procedía de la línea de Septimius Slytherin.
Voldemort lo miraba sin decir una palabra, en sus ojos centelleaban rayos raros.
- Entonces sabes de Septimius – dijo. –Soy curioso, de dónde obtienes tus revelaciones. Harry Potter de la línea de Slytherin ... – se rió en voz baja y horrible.
- El profesor Dumbledore leyó la última carta de Septimius – dijo Harry con truinfo. – Así conoció la verdad.
En los ojos de Voldemort brilló el asombro y de repente comenzó a reírse, primero silenciosamente, luego más y más fuerte. Por fin estalló en risa loca.
- ¡La verdad! – llamó. – ¿El viejo Albus, puede ser tan lerdo? Encontró la carta del marqués D'Elixe, pero perdió el hecho de que el hermano de Marvolo Riddle fue adoptado – clavó los ojos en Harry. – Era un maldito Muggle, tu tatarabuelo. ¡En tus venas no hay ni una gota de la sangre santa de Slytherin!
Harry se quedó estupefacto.
- Pero... – balbuceó, tratando de concentrarse. – Pero... querías matarme... justamente a mí...
- ¡No te precies tanto! – rió Voldemort. – No se trataba de ti sino del apellido que llevas. ¡Potter! Un día juré, que no pararía hasta que el último ancestor de Perseus Potter sería estuviera muerto. Por eso su hijo y su nieto tuvieron que morir.
Vega miró rápidamente a Snape, que parecía totalmente sorprendido. Harry movía sus labios, pero no podía emitir la voz. Por fin logró de susurrar:
- ¿Por qué?
La cara de Voldemort se torció de rabia.
- Me preguntas, por qué odiaba a Perseus Potter – silbó. – A este sabidillo, arrogante, presumido señoritingo, que consideraba ser mejor que otros y me despreciaba sólo porque me había criado en un orfanato. Piénsalo bien, Harry. Piénsalo bien.
Harry estaba callado. Voldemort sonrió acremente.
- Ahora tengo otro motivo para matarte – dijo secamente. – No puedo dejar vivir a este de que hablan, que había derrotado a Lord Voldemort.
En el silencio que se sucedió después de estas palabras, alguien comenzó a reírse de modo frío y penetrante. Harry levantó la vista y tembló. Fue Vega, pero el chico nunca la había visto así. Sus ojos eran oscuros, lúgubres y despiadados, la cara se torció en una mueca desagradable.
El Señor Tenebroso se volvió y la miró, sorprendido.
- ¿He dicho algo divertido?- gruñó.
Los ojos de Vega se hicieron estrechos.
- De veras creías por todos los años¿qué un bebe fue capaz de rebotar la Avada?
Se rió y al oír esta risa Harry sintió un escalofría glacial. Ya la había oído... Cuando había estado cerca de los dementores y en su cabeza había sonado el grito de su madre...
Voldemort se estremeció. Se acercó lentamente a Vega, sin quitar sus ojos ardientes se su cara.
- Pero es la verdad – dijo en voz baja. – El maleficio se rebotó de un escudo, que había dejado el sacrificio de su madre.
Vega sonrió con ironía.
- Si nos contamos historias esta noche, escucha otra. Este día, cuando murieron Lili y James... sentía que pasaría algo... algo muy malo. A la medianoche me aparecí cerca de su casa. Me puse la capa de invisibilidad y entré. En el pasillo encontré el cuerpo de James. La casa estaba tranquilla, de abajo llegaba un crujido. Miré allá y te vi a ti, inclinado encima de la cuna. No sabía que hacer... En este momento vi a Lili, pálida y temblorosa. Corrió a la habitación, gritando. Aproveché la confusión, entré y me puse detrás de la cuna. Lili cubrió a Harry, gritaba que no te dejaría matarlo. ¿Pero qué podía hacer? Después de cinco segundos estaba muerta. Levantaste la varita y la apuntaste hacia el niño. Saqué mi varita, pero no tenía idea de como usarla. Mi cabeza estaba llena. Y entonces oí la fórmula de la Avada.
- Continúa... – susurró Voldemort, mirando a Vega como si estuviera hipnotizado.
- Podía hacer sólo una cosa – dijo la bruja. – Cubrí a Harry y ejecuté el único hechizo que me vino a la cabeza. Fuí yo la que reboté tu maldición – dijo acentuando las palabras. - Harry fue golpeado sólo por un pequeño fragmento.
La impresión era fulminante. Los mortífagos quedaron inmóviles de asombro. Lo que acababan de oír les parecía tan improbable, que no sabían que pensar. Los pequeños ojos de Colagusano se ampliaron de pavor y el mago dio un paso atrás. Sirius miraba a Vega como si hubiera visto a un dementor. Sólo Snape conservaba la calma, pero al fondo de sus ojos negros centelleaban rayos de triunfo.
Harry apretó los párpados. Su corazón latía como loco, en su cabeza sonaban las palabras de la aurora: "Fuí yo la que reboté la Avada". Todos se equivocaban. Él no derrotó al Señor Tenebroso. Habría muerto, si no lo hubiera salvado Vega Starlight, la que hizo lo que había parecido imposible: rebotó la Avada Kedavra.
Voldemort estaba petrificado, sus ojos rojos, clavados en la bruja, ardían como el fuego. Sin embargo, no presentaban ni rabia, ni odio. Más bien asombro, admiración y oscura satisfacción.
- Pues fuiste tú... – susurró. – Ahora entiendo... Ahora, por fin, entiendo todo. Nunca podía comprender como el bebé podría sobrevivir el ataque, hasta protegido por el sacrificio de su madre. Pero, dime – se dirigió a Vega casi suavemente - ¿por qué por quince años lo mantuviste en secreto? Serías una heroína...
- Y daría a la gente una nueva arma – se rió Vega de modo cínico. – Por supuesto, no todos habrían sido capaces de ejecutar el contrahechizo, pero los que lo hubieran logrado, se habrían hecho invencibles. Sabes¿cómo hubiera acabado? – preguntó fríamente, mirando en los ojos del Señor Tenebroso. – Después de algunos años nadie se habría recordado quien era Vodemort. El mundo habría estado bañado de sangre, derramada por nuevos señores tenebrosos...
Voldemort movió la cabeza.
- No creo que otra gente pudiera rebotar la Avada.
Vega se encogió de hombros.
- Yo lo logré, entonces ¿por qué no lo lograrían otros?
Voldemort la miró con una sonrisa misteriosa.
- Porque tú eres excepcional – dijo prolongadamente. – Oí muchas cosas interesantes sobre tí. Desde hace meses sospechaba que eras capaz de rebotar la Avada. Para estar seguro, usé al hijo de Malfoy. Pero tu fuiste más perspicaz... – se rió silenciosamente, sus ojos clavados en la cara de Vega. – Te observaba desde hace años. Nunca dudaba que realizarías hechos grandes – se acercó a la aurora y puso la mano a su hombro. – No me desilusionaste...
Vega tembló y miró estupefacta al Lord.
- ¿No dudabas? – repitió sordamente. - ¿Observabas¿Por qué...?
- Lo curioso es, que diría Annie – susurró Voldemort ensimismado, como si no hubiera oído las palabras de Vega. – Siempre tenía miedo de lo que estaba en ti.
- ¿De qué hablas! – gritó la bruja, mirando al Lord con el horror creciente.
Voldemort sonrió vagamente y tocó de modo delicado la citatriz en la mejilla de la aurora.
- ¿Nunca pensabas, quién era tu padre? - preguntó en voz baja.
A Vega se le flaquearon las rodillas. La traspasó un escalofrío, como una ráfaga de muerte. No... No podía ser verdad...
Los ojos rojos de Voldemort brillaron.
- ¡Sí, eres mi hija, Vega! – dijo solemnemente. – Última heredera de Salazar Slytherin.
Se hizo el silencio sepulcral. Nadie se atrevió de moverse. Fue un shock. Hasta Snape, siempre tan dominado, ahora tenía aspecto de un hombre, al que la peor pesadilla se había hecho realidad.
Vega estaba pálida, temblaba. Sus ojos ardían febrilmente.
- No... - gimió y cayó de rodillas.
Voldemort la observaba con calma estoica.
- No lo niegues, hija – dijo con suavidad. – Sabes que es verdad. Tu talento para las Artes Oscuras¿de quién lo pudiste heredar?
- Pero... – susurró Sirius-Impostor en voz un poco temblorosa, - ella era de Gryffindor...
El Señor Tenebroso sonrió misteriosamente, sin quitar la mirada de la bruja. Vega cerró los ojos. Estaba en Hogwarts, comenzaba la Ceremonia de la Selección...
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(1 septiembre 1972)
La profesora McGonagall controló la lista y leyó siguiente apellido.
- Starlight, Vega.
Vega se acercó al trípode. Se puso el Sombrero Seleccionador y su ala ancha le cubrió la cara. De repente, oyó una voz bajita.
- Hmm, intersante, interesante... – murmuró el sombrero. – Veo un gran talento. Hmm... Un raro talento, extraordinario. Desde hace mucho tiempo no encuentro algo así. Realizarás grandes hechos, chica. Sí, hay sólo una casa para ti – calló por un momento y luego gritó con fuerza – Sly...
Se atragantó y interrumpió, cuando Vega agarró la ala con dos manos y lo tiró abajo.
- ¡Cállate! – silbó. - ¡No iré al Slytherin¡Quiero ir al Gryffindor!
- Suéltame... - gimió el sombrero, forcejando con rabia.
Como respuesta, Vega apretó las manos más fuertemente.
- ¡Seleccióname al Gryffindor! – gruñó entre dientes.
- No puedo... – lamentó el sombrero – Perteneces a Slytherin...
- ¡No!
El sombrero se puso rígido. Por un momento estaba inmóvil, después anunció en voz innatural:
- ¡Gryffindor!
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Vega se estremeció y apretó las manos en su frente encendida. La voz de Voldemort llegaba a ella como desde una gran distancia.
- Cuando te miro, veo a Tom Riddle como era durante sus estudios en Hogwarts. Los mismos rasgos, los mismos gestos, la misma manera de hablar. Tu madre te miraba crecer y me veía a mi. Tenía miedo de eso y por fin, eso la mató.
Vega levantó la cabeza. Sus ojos estaban vacíos.
- Es la noche de la verdad, hija – dijo Voldemort con fuerza. - Esperaba este momento desde hace años. Te vigilaba. Te salvé aquella noche, en casa de Lupin, cuando este tonto, Malfoy, con ardor ejecutó la Avada Kedavra contra ti. Sabía, que un día nos encontraríamos y te enterarías, quién eras de verdad. Tu puesto es a mi lado, hija. Es tu destino. Juntos dominaremos todo el mundo. Nadie se nos resistirá.
Los ojos de Vega brillaron. Clavó en Voldemort la mirada dura, llena de desprecio y de ironía.
- Si piensas que traduciré todo por lo que murió Dumbledore... – comenzó con pasión.
- ¡Dumbledore! – Voldemort rió con burla - ¡No seas ingenua! No era ciego. Me conocía bien y veía, a quien se parecía la pequeña Vega Starlight. Siempre sospechó la verdad, pero sólo últimamente se aseguró. Encontró una vieja carta, que Annie escribió a Tom para que se mantuviera lejos de su hija.
Vega apretó los puñales.
- No, no es verdad...- gruñó. – Dumbledore me habría dicho...
Voldemort rió de modo siniestro.
- Te equivocas. Con intención ocultó la verdad. Tenía miedo de que pudieras ponerte de mi lado.
- Pero¿por qué? – susurró Vega. – Me conocía. Sabía que no le traicionaría... – como una flecha glacial, la traspasó una sospecha horrible. - ¡No confiaba en mi!
Voldemort la observaba con verdadera satisfacción.
- No es el único secreto del viejo Albus – dijo venenosamete. – No sólo te ocultaba tu origen. Le ocultó a toda la comunidad la verdad de sí mismo.
- ¿Qué verdad? – silbó Vega.
Voldemort sonrió maliciosamente.
- Albus Dumbledore, siempre tan noble, tan honesto – burló. – Es interesante, como reaccionaría la gente, si se encontrara, que el director de Hogwarts procede de la línea de Sixtus Slytherin.
Harry se quedó estupefacto. ¿Dumbledore descendiente de Slytherin? Sólo eso le sorprendió, pero al chico le preocupó otra cosa. ¿Por qué el viejo mago había ocultado este hecho? Él mismo le dijo a Harry, que la sangre en las venas no decidía del destino. Dumbledore era estimado y apreciado. ¿Por qué callaba?
Juzgando por las caras asombradas de otra gente, no sólo Harry se hizo esta pregunta. Voldemort sonrió de modo malévolo.
- El viejo Albus tenía una razón para mantenerlo en secreto. Una razón muy interesante... Sabéis¿cómo nació Lord Voldemort? – preguntó de repente.
Movió la varita y en el aire se materialisaron las palabras relucientes, formando la inscripción:
DUMBLEDORE
Movió la varita de nuevo y las letras se arremolinaron y formaron otra palabra:
BOLDEMUDRDE
El Señor Tenebros rió y miró con triunfo a su publico.
- ¿Entendéis? – preguntó. - En nuestras venas corre la misma sangre. La hija de Dumbledore, Felicia, se enamoró en un muggle. ¡Qué vergenza para la familia de Slytherin! Su padre, nuestro noble Albus, renegó de ella. El muggle fue canalla y abandonó a su esposa cuando descubrió que era bruja. Felicia murió durante el parto. Una historia muy conocida. ¿Verdad? – sonrió lúgubremente.
- ¿Felicia Dumbledore era tu madre? – preguntó Vega, conmovida.
- Exactamente – asintió Voldemort. – Pero el querido abuelo nunca se preocupó por mi. Después tenía remordimientos, es el motivo de su afectación para los muggles. Pero era demasiado tarde... – susurró siniestramente. - ¡Su nieto se volvió el más poderoso mago oscuro en la historia!
- Desgraciadamente – dijo alguien con amargura. – Nunca podía perdonarme.
Todos se volvieron y quedaron inmóviles del shock. En el umbral de la sala estaba Albus Dumbledore.
- ¡Tú! – aulló Voldemort, sus ojos rojos ardieron. - ¡Es imposible¡Estás muerto! O tal vez... - su cara se torció de furia, lentamente volvió la cabeza y clavó la mirada mortífera en un pálido Snape. - ¡Maldito traidor! – silbó con odio.
En los labios estrechos de Severus apereció una sonrisa lúgubre. Era libre. Por fin podía quitarse su máscara.
Voldemort tenía un aspecto horrible. De detrás de sus dientes salió un silbido siniestro.
- ¡Traidor! – aulló. - ¿Y Grindelwald¿Y tu herencia, tu venganza?
- Venganza... - repitió Dumbledore con tristeza. – Sí, la venganza es el placer de los dioses. Y de los demonios, como eres tú. No deseas nada más que vengarte de mi. Por eso habías creído a Saverus – en sus ojos azules centelleó ironía. – Desde hace muchos años sabía, quién era Severus. Nunca me acusó por la muerte de Grindelwald.
- ¿Y el veneno? – susurró Vega. – Minerva vio todo. Vio a Snape al lado de su cuerpo...
- Es verdad – dijo Severus con calma, - pero no quise matarlo, sino salvarlo. El Impostor no mencionó, que fue el primero que había agredido a Albus y lo había pinchado con un puñal envenenado. Había robado algunas gotas del elixir de mi despacho, quería estar seguro que la misión sería realizada. Sin embargo, no sabía – sonrió con burla, mirando con odio a Sirius – que el Morsanguis no mataría a Dumbledore. En la mixtura no había la sangre del Señor Tenebroso, por eso fue un veneno muy fuerte, pero curable y yo tenía el antídoto. La verdad es, que no había preparado el Morsanguis para destruir a Dumbledore – sus ojos negros brillaron terriblemente - ¡sino a ti!
En un santíamen, como una víbora que ataca, sacó de la manga de su traje una pequeña navaja de corte estrecho y cilíndrico y la tiró con fuerza hacia Voldemort. El Señor Tenebroso no se movió. Miraba la navaja como si estuviera hipnotizado, pero en el último momento uno de los mortífagos se echó hacia adelante y cubrió a su maestro. La navaja se le clavó en la garganta. El mago gimió con voz ronca y cayó al suelo.
En el mismo momento Dumbledore dijo la formula del hechizo y desaparecieron las cuerdas, que habían atado las manos de Vega. La aurora se inclinó en un santíamen y sacó la varita, escondida detrás de la caña de su bota. Los mortífagos estaban petrificados.
- ¡Mátalos! – gritó Voldemort y en el mismo instante tuvo que echarse atras, para escapar el disco del fuego, lanzado por Dumbledore.
Sirius se volvió hacia Snape, sus ojos ardían de odio purisimo.
- ¡Avada Kedavra! – aulló, riendo como loco.
Severus apretó los dientes y levantó la varita, pero en este momento Vega apareció delante de él y gritó: "¡Reflectio!". Destelló la luz deslumbrante, alquien gimió horriblemente. Snape cerró los ojos. Cuando los abrió de nuevo, Sirius Black estaba tumbado al suelo, inmóvil, muerto.
Vega se tambaleó y habría caído, si Snape no la hubiera sostenido.
- ¿Estás bien? – preguntó con recelo, pero antes la aurora pudiera contestar, los atacó la Unda Mortis.
- ¡Protectio! – gritaron al unísono.
El golpe los empujó algunos pasos atrás, pero sus escudos se mantuvieron intactos. Vega y Severus se miraron, sonrieron y atacaron a los mortífagos, como dos ángeles de venganza.
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El Colagusano estaba escondido detrás de un pilar y daba diente con diente del miedo. Soñaba sólo con una cosa: escaparse de este lugar, lo más lejos posible de los mortífagos, de los aurores, del cruel y demóniaco Lord Voldemort.
Atentamente asomó la cabeza. Ahora tenía una única oportunidad. Los magos, absorbidos por el combate, no prestarían atención a una figurita pequeña que escapara de la sala y desapareciera en las tinieblas.
¡Única oportunidad! Colagusano puso todos los músculos en tensión, miró a su alrededor y estaba a punto de saltar hacia la puerta, cuando su mirada cayó en Harry. El chico estaba detrás del trono, donde lo había empujado Snape, con sus ojos clavados en la batalla. Colagusano tembló. Harry no se daba cuenta que de detrás se acercaba a él la gran serpiente, moviéndose sin ruido por el suelo liso. Sus ojos, amarillos y feroces, miraban a su víctima con cruel satisfacción.
Colagusano tembló de nuevo y apretó los dedos en el pilar. Nagini estaba más y más cerca de Harry. Se paró a sus espaldas, lentamente levantó su cabeza, abrió la boca. Brillaron sus colmillos agudos, su lengua se balanceó.
- ¡No¡Déjalo! - aulló el Colagusano y, sin creer en lo que hacía, corrió hacia Harry.
Nagini vaciló por un momento y eso fue suficiente. Colagusano alcanzó el trono y se echó sobre la serpiente.
- ¡No! – gritó con voz fina. - ¡No te dejaré matarlo!
Harry se volvió y se puso rígido del pavor. Nagini movió su enorme rabo y con un golpe rechazó al mago algunos metros. El pobre Peter cayó al suelo, respirando con dificultad y haciendo gestos de dolor. Sin embargo, sabía que tenía que dominarse. Levantó la cabeza y vio, delante de su cara, la boca abierta de Nagini, sintió su caliente respiración. Sonó un crujido y Harry gritó con voz aguda cuando el cuerpo decapitado de Colagusano cayó a la tierra ensangrentada.
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Snape miró fríamente en los ojos muertos de Rodolfus Lestrange. Luego echó una mirada indiferente a los cuerpos de otros muertos y se volvió. Cerca del trono negro vio a Vega, que acababa de cortar la cabeza de Nagini con un movimiento de su varita.
Algo tronó detrás de Severus y la luz roja y amarilla inundó la sala. El mago se volvió y vio, que el hechizo poderoso de Voldemort se reflejó en el escudo de Dumbledore y voló encima de los combatientes. Los magos cruzaron las miradas ardientes y levantaron las varitas.
- ¡Avada Kedavra! – gritaron al unísono.
De dos lados tiraron rayos verdes y corrieron a su encuentro. Se encontraron y una fuerte explosión iluminó la sala de luz clara. La sacudida fue tan violenta, que los cristales de las ventanas hicieron pedazos, los muros temblaron y cayó escombro del techo.
Vega observaba el combate con verdadera fascinación. Nunca había visto algo así. Las varitas de los magos estaban unidas por un el rayo verde que temblaba y vibraba, echando chispas claras. Se veía que los adversarios disponían del mismo poder, ninguno era capaz de romper el hechizo del otro.
Sin embargo, todo les costaba mucho. Dumbledore respiraba con dificultad, en su frente brillaban gotas de sudor. La cara de Voldemort estaba torcida en paroxismo de rabia, sus ojos rojos ardían.
- ¡Mátalo! – aulló, clavando la mirada en la aurora. – ¡Mátalo y todo el mundo será nuestro!
Vega estaba inmóvil, su rostro no expresaba ninguna emoción.
- ¡Mátalo, hija! – gritó el Señor Tenebroso de tono imperativo.
Dumbledore se tambaleó, su varita casi se escapó de su mano. Sin embargo, la sostuvo y apuntaló la muñeca con la otra mano. El rayo se estabilizó.
- Vega, tienes derecho de odiarme – jadeó con esfuerzo. – No te dije la verdad. Fue un error. Además, no fue el único que cometí en mi vida... – su mano comenzó a temblar de nuevo, apretó los dientes.- Durante todos los años – susurró, soplando – cuando el terror de Voldemort reinaba en nuestro mundo, no podía olvidar que yo también fuí responsable de eso... - se tambaleó, hizo un paso atrás. - Constantemente recuerdo los nombres de los asesinados, los magos y los muggles, sé que yo también tengo su sangre sobre mis manos... – miró a Vega y sus ojos brillaron. - ¡Pero Voldemort es el mal! – gritó en la voz fuerte. - ¡Lo sabes¡Hay que destruirlo para salvar el mundo¡Sólo tú puedes hacerlo!
Vega estaba callada, sus ojos eran fríos e impenetrables.
- ¡Sé que no lo haras! – rió Voldemort demoniacamente. – El mal está también en ti. ¡Eres mi hija¡Eres como soy yo!
- ¡Vega, qué diablo¡Haz algo! – gritó Snape, mirándola con recelo.
La bruja sonrió con la amarga ironía. Miró a Voldemort, miró a Dumbledore.
- Sev¡llévate Harry de aquí! – dijo secamente.
Snape se puso pálido y la miró con dolor.
- ¿Qué quieres hacer? – preguntó sordamente, lleno de las peores corazonadas. – No quieres...
- ¡Ve! – gritó Vega. – Voy a terminarlo de una vez para siempre.
Severus la miraba en silencio. Entendió muy bien lo que significaban sus palabras. Sonrió lúgubremente.
- ¿Piensas que te dejaré sola? – preguntó tranquillamente. - Potter, ve, en seguida...
- ¡Stupefy! – gritó Vega.
Snape cayó al suelo.
- Harry, coge la varita de Severus y llévatelo de aquí – ordenó la aurora. – Cuando estéis fuera de los muros, grita.
Harry la miró con desesperación, pero sabía que no había otra solución. Movió la varita y el inconsciente Snape se quedó suspendido en el aire. Vega lo miró por última vez con ansia desesperada, suspiró profundamente y dio la señal a Harry para que se fuera. El chico asintió con la cabeza y salió corriendo de la sala.
La aurora se volvió lentamente hacia los combatientes. Los magos estaban tan agotados que no sabían que pasaba a su alrededor. Vega los observaba pensativamente. De repente, de abajo llegó la voz de Harry, amplificada de modo mágico.
- ¡Ya!
Los ojos de Vega ardieron, su cara se torció en la sonrisa demoniaca.
- ¡Hasta la vista en el inferno! – silbó con odio, levantó la varita y gritó con voz fría y dura:
- ¡ARMAGEDDON!
Harry vio la luz clara, que destelló al primer piso. En el próximo segundo todo se inundó de brillo deslumbrante y un ensordecedor estruendo. La fuerza de la explosión arrancó el castillo de sus fundamentos y lo tiró al cielo en una fuente de fuego y piedras.
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- Enervate – susurró Harry y apuntó la varita hacia Snape.
Severus abrió los ojos, miró a su alrededor.
- ¿Potter...? – murmuró asombrado. – Qué diablos...
De repente se acordó de todo. Se puso en pie y clavó la mirada ardiente en Harry.
- ¿Qué pasó! – gritó terriblemente. - ¿Dónde está Vega!
Harry bajó la cabeza, sus ojos se llenaron de lágrimas. Las palabras no podían pasar por su garganta. No podía decirle...
No tuvo que hacerlo. Severus presumió todo. Se volvió lentamente y miró a las ruínas, que hacía un rato habían sido el castillo de Lord Voldemort. De la garaganta de Snape salió un gimido, el mago se cayó de rodillas y puso su cara entre las manos.
Una piedra de deslizó entre lo escombros y golpeó la tierra con ruido. Harry levantó la cabeza y se quedó rígido. Entre el humo espeso se dibujó una silueta humana.
- ¡Profesor! – llamó de advertencia, corrió hacia Snape y lo sacudió fuertemente. - ¡Mire, alguien está allá!
La mirada de Severus expresaba que el mago no comprendía que pasaba a su alrededor y que quería Harry. Sin embargo, en los ojos del chico vio algo que lo forzó a volver la cabeza en la misma dirección...
Se puso en pie, mirando atentamente a la figura que se aproximaba. Sopló el viento y dispersó el humo. Severus respiró con un silbido. No podía creer a sus ojos.
- ¡Vega! – gritó, se acercó corriendo a la bruja y la abrazó fuertemente. - ¡Vives!
Vega sonrió vagamente.
- Por supuesto – murmuró, mirando a Snape – No te liberarás de mi tan fácilmente.
Severus no cabía en sí de felicidad. Apartó de la frente de Vega los mechones pegados y acarició delicadamente su mejilla quemada. No podía quitar la vista de ella.
Harry carraspeó. Vega lo miró de modo interrogativo.
- Cómo... – comenzó. - ¿Cómo ha logrado de hacerlo?
La aurora sonrió con satisfacción.
- He usado en escudo triple – explicó. – Es mi invento, es un hechizo defensivo muy poderoso. El Armageddon es una maldición tan fuerte, que comienza a actuar dos o tres segundos después de decir la fórmula. Eso era suficiente.
- ¡Siempre supe que eras la bruja más poderosa del mundo! – dijo Snape con convicción.
Los ojos grises de Vega brillaron de modo misterioso.
- Tienes razón... – dijo prolongadamente y en su voz sonó un tono desagradable, como de la fría burla. – Ahora en efecto soy la más poderosa...
Harry se estremeció, aunque no sabía por que lo hizo. Severus miraba a Vega con atención concentrada.
- Voldemort está muerto – continuó la aurora, - Dumbledore está muerto. Nadie podrá detenerme.
Rió con agudeza y Harry sintió que su corazón se inmovilizó y lo agarraron las garras glaciales del pavor. Conocía esa risa, cruel y despiadada...
- ¡Viene la nueva era! – gritó Vega con brillo demóniaco en sus ojos. - ¡La era de las Artes Oscuras!
Harry estaba estupefacto.
- De qué... ¿de qué habla? – susurró con voz temblorosa.
La cara de Vega se torció en sonrisa triunfal.
- ¡De mi nuevo Imperio! – dijó autoritariamente.- Tengo Dementores, sobornaré gigantes, recogeré los mortífagos sobrevivientes. Servían al Señor Tenebroso, pues sin vacilar se pondran al lado de la Señora Tenebrosa. ¡Crearé un ejército cómo el que nadie había soñado! – sonrió fríamente. – Antes de que pase un mes¡todo el mundo besará mis pies o lo ahogaré en un océano de sangre!
Snape la miraba con admiración, sus ojos negros expresaban fidelidad y devoción fanáticos.
- Será como deseas, señora - dijo con una sonrisa y bajó la cabeza en un saludo servil.
FIN
Vale, ya es acabado.
Ana Maria, amiga, gracias por tu enorme ayudo con la traducción. Sin ti, el texto no habría sido el mismo.
Gracias por todos los comentarios. Espero que os gusta el final :D
