CAPITULO 13: BLANCO

Nunca, nunca se imaginó que todo terminaría así. Podía sentir el filo de las lanzas en su yugular. El miedo le había imposibilitado emitir alguna palabra por más que mantenía sus labios abiertos. Y sobre todo, la insistente pregunta:

"Quién eres tu?"

"A qué has venido?"

Ah de ser un espía.

No… no… todo menos eso. Él… él solo quería venir porque… porque extrañaba mucho a Yuki. Porque, aunque se habían prometido ver al día siguiente, tenía muchas cosas que preguntarle. Y aunque temía la respuesta, era mejor si la escuchaba de sus labios que seguir martirizándose por cosas que aún no han pasado.

"Llévenselo a los calabozos. Luego veremos que hacer con él" resolvió el rubio de largos cabellos recogidos en cola de caballo. "Tenemos cosas más importantes que hacer que ocuparnos de un elfo mudo.

Shuichi sólo podía sentir las lágrimas resbalando de sus ojos y la desesperación carcomiendo su alma. Cuando al fin pudo moverse, se encontraba en un lugar oscuro y frío. El sonido de una gota cayendo y haciendo contacto con el suelo. Este fétido olor a muerto le estaba enloqueciendo. Tomó sus manos y se las llevó a sus oídos, todo con tal de dejar de escuchar los lamentos y gritos de dolor que podía escuchar. Temblaba y no podía evitarlo. Se encogió a si mismo intentando dormir… intentando liberarse de aquella pesadilla. Y sin decir más cerró los ojos musitando aquel nombre que le daba fuerzas: Yuki…

Pronto comenzó a soñar… no, a recordar. Sucesos que habían pasado ese mismo día. La había visto sola. Los elfos improvisaron una especie de trono a para que se sintiera en casa. Después de todo, y gracias a su raza, el mundo de los elfos era lleno de luz y colorido. Algo que la gente de Polaris no podían tener. Ellos eran la luz propia, lo blanco, lo puro… la unión de todos los colores, la perfección total. Se dice que alguna vez un polaris huyó, y cruzó la gran puerta. Se enamoró de una humana, y de allí, nacieron los elfos: tan delicados y hermosos como los polaris, pero defectuosos y cariñosos como los humanos. Es por ello que los polaris adoraban tanto a los elfos: les recordaba que alguna vez, ellos fueron así. Para sentirles, y darles sus dones, para seguir llenando su mundo de colores, olores y sensaciones, ellos debían elegir a aquel con la voz más hermosa, la más melodiosa, la que pudiera seguir manteniendo dormido a Ragnarok (porque quién lo creyera… de que existe, existe xP), para que cantara cada mañana y así, la gente de Polaris, pudiese soñar con lugares coloridos llenos de sol, de alegría y de risas. Esa era la importancia de la voz de la mañana. Un ser único, capaz de conmover hasta las almas más perfectas. Misteriosamente, la primera voz se perdió en el olvido, pero de la nada, una voz comenzó a brillar más y más fuerte en sus corazones, y por unanimidad, el elfo de cabellos rosas fue elegido.

Ayaka soñaba con conocer al dueño de tan amable, gentil y potente voz. Cuánto se sorprendió ante el conocimiento de que su dueño era un pequeño. Un pequeño y adorable elfo, que le había ofrecido su amistad… por lo menos hasta que conoció su rango. Y entonces, entre tanto blanco aburrido, una cabecita rosa se asomaba. Sonrió complacida cuando orbes violetas chocaron contra sus ojos marrones. Si… definitivamente adorable. De no haberse escapado, nunca le hubiera conocido. Ahora, se sentía tan embargada de tantos colores, que no sabía si pudiese soportar el blanco en su vida nuevamente.

"Prin… princesa… yo.. este" –había dicho temeroso cuando se sintió encontrado.

"Cuando me conociste me decías Ayaka… nunca te he corregido, o si?"

"No… pero… princesa" – vio como salía de su trono, sólo para sacarlo completamente de su escondite y abrazarle. – "Al fin te conozco… tu voz, me ha cautivado desde hacía mucho tiempo, y ahora que te conozco, siento que mi felicidad es completa" – Shuichi, por supuesto, no sabía que decir, o hacer, o… lo que fuera. – "por eso, y aunque te parezca difícil, te pido seas mi amigo… nada más que eso." Shu sólo correspondió el abrazo para luego separarse de ella y darle un beso en la mejilla. Ahora era Ayaka la sorprendida. "Esta bien… si quieres que te trate como una amiga, una amiga serás" y sin más ni más la tomó de la mano y la llevó a la montaña donde cantaba todas las mañanas. Ahora, al menos sabía a quién le cantaba, y veía que eran personas de carne y hueso, como Hiro, como él, y se sintió muy feliz.

En poco tiempo, habían logrado una amistad que parecía de toda la vida. Pronto, ambos hablaban de sus amigas, de lo cansón que es ser hij del jefe de la aldea/reino, pero de lo gratificante de sus trabajos.

"Y dime prin… err… es decir, Ayaka… cómo conociste a tu prometido?" – La joven de trajes blancos y cabellos marrones sintió como su rostro quemaba. Bajó la mirada – "en… realidad, nunca lo he conocido… por lo menos, no personalmente.

"Eh?" – el pelirrosa no podía entenderlo. Cómo alguien podía estar tan locamente enamorada de alguien que no conoce siquiera?

"Es un príncipe del reino del norte… sabes? Y como es costumbre en la parte arriba del mundo, desde antes de nacer, los imperios hacen acuerdos para… bueno… digamos que la parte de arriba es muy complicada" sonrió.

"Y entonces, cómo es que sigues su esencia?" –insistía el elfo.

"Eso es más fácil aún. Verás, todo ser viviente, cuando nace, tiene mmmm como algo distintivo… algo que te da un lugar en la naturaleza. Nosotros lo vemos claramente y nos fascina. La esencia de mi prometido, es amable y gentil… es romántica a morir y me deleita cada vez que me cobijaba en ella" Ayaka cerró sus ojos complacida, como rememorando el sentimiento de sentirse amada. "Pero algo pasó… algo que no supe, y poco a poco, esa esencia comenzó a volverse agria, cruel y despiadada… aunque en el fondo, podía sentir esa llama de la cual me enamoré"

Shuichi la miraba anonadado. Era, como si estuviera describiendo a Yuki, en apariencia, un témpano de hielo, alguien, que no parecía importarle nada… pero en el fondo, podías derretirse con la claridad y pureza de sus sentimientos.

"Cómo se llama? A lo mejor, he escuchado su nombre, o alguien de mi aldea y podremos ayudarte a agilizar la búsqueda."

"Oh… eso sería, muy bueno de tu parte . Pues verás… su apellido era Uesugui… pero no recuerdo su nombre… lo siento…" confesó la princesa apenada.

"No te preocupes, déjamelo a mi. Yuki está horita con los humanos, humanos muy poderosos, y a lo mejor, él tenga alguna razón al respecto. Pero, solo su apellido no me sirve… tienes algo más que me ayude a encontrarle?"

"Mmmm bueno… no quería separarme de esto… pero ya que no hay remedio.." la joven empezó a buscar algo en su cuello. Era una cadena con una esfera de color dorado. No supo por qué, pero de nuevo Yuki inundaba sus pensamientos. La gema comenzó a brillar y una imagen conocida para él le dejó helado. "Este es el último recuerdo que me envió su reino. Es un guapo caballero, no te parece? Shuichi?" pero el pelirrosa no podía musitar palabra alguna. Hacía sobreesfuerzos para no llorar. Es que… no era posible… ahí estaba, con trajes algo raros, y al parecer muy pomposos, pero era Yuki. Con su mirada cansada y dura, pero era él… no… no podía ser él! Su Yuki, era un guerrero, ese tipo, era un príncipe. Unas urgencias por verle se apoderaron completamente de su corazón que cada vez se sentía más y más pequeño. Sabía las reglas. No podía acercarse al mundo humano, y mucho menos, ingresar a propiedad de reyes humanos! Pero… esto era cuestión de vida o muerte. Su Yuki… nunca le dijo su apellido, no le gustaba hablar de su pasado… maldición! . Uuuuu. Intentó escabullirse, pero algo pasaba en el palacio, y tuvo tan mala fortuna, de tropezarse con aquél que llamaban Karl, y ahora, se encontraba allí, sólo… triste y abandonado. Esperando a que la dama fortuna le sonriera y le sacara de tan cruenta situación.

Abrió los ojos mirando al cielo. La luna estaba en la parte más alta. Esperaba con todas sus fuerzas, pudiese salir de ahí, antes de que amaneciera o si no… no quería… no debía pensar en qué terminaría todo esto. Se sentó nuevamente, pero ahora estaba tan asustado, que no pudo evitar que las lágrimas saliesen incontablemente sobre su rostro. Gemía y gemía, y con ese dolor creciendo en su pecho. Qué harían con él? Acaso, fue así como desapareció su hermano? Tantas preguntas en su cabeza, todas sin respuesta… momento, unos pasos acercándose. Intentó cobijarse en la sombra, sólo para pasar inadvertido. "Entonces, dices que es un elfo?" "Así es. Lo encontramos cuando intentaba ingresar por la parte alta del castillo." "Pero mira que es un estúpido, intentar ingresar a esta fortaleza… K-san" "por favor, no me llames así. Es Karl, Karl." "No te preocupes, nosotros le sacaremos todo lo que oculte". "Lo dejo en sus manos". Shuichi no podía evitar temblar, aquellas voces, hablaban sobre él? Sólo podía ver las ásperas paredes de ladrillo que alcanzaban a iluminar las lámparas, cuando escuchó nuevamente que los pasos se dirigían hacia su celda. Las lámparas iluminaron su espantado rostro, y de nueva cuenta, lo tomaron a la fuerza. Ahora, sólo escuchaba risas, y un idioma que no conocía… no podía ser… eso sonaba a… lenguaje de elfos negros?

"Mmmm… que tenemos aquí?" – ahora si podía entender… al parecer le hablaban a él. Uno de los guardias, tomó su rostro, mientras sonreía "un elfo blanco… y uno de los mejores sin duda alguna."

"Oye, Aizawa… yo lo conozco. Es el hijo del jefe del clan"

"Ya se me hacía conocido… él fue… fue quien te quitó tu derecho Aizawa!"

"Oh… en serio? Así que tú eres el famoso… Shindo Shuichi? Vaya… que noche si que me ha traído muchas sorpresas… por un lado, podré convertirme en el caballero más poderoso del mundo, y por otro lado, seré la voz de la mañana.

"Yuki… qué vas a hacerle a Yuki!"

"Oh… lo conoces? Interesante… muy interesante. Con razón cayó tan fácil en mi trampa… pero no te preocupes, que a él no le irá mejor… de lo que a ti te irá"

De nueva cuenta, los tres muchachos comenzaron a sonreír maliciosamente, mientras Shu no podía evitar seguir temblando mientras trataba escapar de esas personas. Veía claramente que lo llevaban al cuarto de castigos. Había escuchado cosas aterradoras de aquel lugar… ahora, él mismo lo comprobaría en carne propia.

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Yuki seguía cabalgando, golpeando casi con crueldad al caballo con tal de conseguir mayor velocidad. "Shu… por favor, resiste, ya voy… resiste…" Esa misma mañana, una extraña carta estaba a un lado de la puerta de su alcoba. Normalmente, nunca las leería, pero su instinto… o quizás algo más? Le hizo agacharse a recogerla. No había firma, pero su mensaje era desconcertante: "Ragnarok la tiene encerrada, y está a punto de matarla! Por favor… AYUDALA!" Ragnarok… Ragnarok… momento… esa bestia… no era la misma que habitaba el bosque del silencio? Ella… acaso, era Shuichi! No… esto no es posible… NO!

Y como alma que lleva el diablo, había tomado el primer caballo del establo. Tohma apenas cruzó su camino, pero no alcanzó a saludar ni nada. Algo estaba mal… muy mal. Yuki no es de esas personas que actúa intempestivamente, y definitivamente, algo extraño estaba pasando. No quiso decirle nada a Mika. Con esto del embarazo, cualquier cosa podría afectarla gravemente, pero sabía que hacer… y lo haría, porque debía proteger a Yuki… porque por su culpa… Yuki había tenido que sufrir tanto.

Ya era pasado el medio día, cuando el príncipe llegó a la entrada del bosque del silencio… nada… tan oscuro y misterioso como siempre… entonces, escuchó el aullido de una bestia… o un demonio? No podía estar seguro. Sacó su espada y sujetó con fuerza el amuleto que le regaló su amado elfo mientras ingresaba al lugar. Porque nadie podía tocarle un cabello a su belleza salvaje… nadie…

XX

Las frías cadenas lastimaban sus muñecas. Sus pies incapaces de tocar el suelo, hacían lo imposible por buscar algo en que apoyarse. El aire hacía falta en sus pulmones mientras los tres reían copiosamente mientras decidían algo que no estaba muy seguro. Todo su cuerpo dolía. Aquellos miserables se dieron en la tarea de lastimar cada pedazo de su piel, que ahora empezaba a lucir amoratada. Podía sentir un hilillo de sangre saliendo de sus labios pero no importaba… sino salir de ahí lo antes posible, salvar a Yuki de cualquier trampa que ese estúpido le hubiese tendido y cantar, antes de que amaneciera.

"Qué te preocupa… no poder salir a cantar?" – decía mofándose aizawa, mientras sus manos comenzaba a acariciar el pecho del joven elfo. Shuichi sólo cerraba los ojos mientras giraba su cabeza hacia otro lado. Repulsión, era lo único que podía sentir en ese momento. "Oww… al niño no le gusta como lo toco? Entonces, no conoces nada aún pequeño… es más, te voy a contar un secretito… nosotros, los elfos negros, somos conocidos porque hacemos el mejor sexo en el mundo" Shuichi quedó pálido, mientras los otros dos elfos estallaron en risas detrás de su compañero. "Además, hay algo que tu tienes… y que me pertenece…" shuichi le miró sin entender. "No es obvio? Ese título, era mío… me pertenecía! Y tú, tú con tu estúpida voz, me lo quitaste.

Nuevamente cerró los ojos ante el dolor de un inminente golpe en su estómago.

"Yo… yo no tengo la culpa de que me hayan elegido… y a ti no" – Aizawa, quien en esos momentos se regresaba hacia sus compinches volteaba sus pasos hacia él. "Ah… tenemos agalla después de todo. Sabes? Este es el momento, y apuesto lo que quieras, a que no sabes la importancia de ser la voz del mañana" Shuichi quedó mudo ante esas declaraciones. Era cierto. Una mañana se despertó con una marca en su espalda, y su padre orgulloso, le felicitó por ser el nuevo elegido, y le incentivó a seguir cantando. Nunca entendió realmente, quizás, si se mantenía un poco callado, aprendería algo de historia xP.

"La voz de la mañana, simplemente es aquella capaz de traer el sol… de asustar a la noche, y de mantener dormida a la bestia… si sabias?" Shuichi le miraba sin comprender. "Duré 10 años… 10 años de mi vida aprendiendo a ser el mejor de la voz de la mañana. Ryuichi era excepcional, no puedo negarlo, pero sabía que podía hacerlo mejor… entonces, la oportunidad adorada llegó a mí… Desapareció misteriosamente, y no sólo él… su esencia misma, lo que obligó a los elementales a buscar otra voz… pero no… tuvieron que elegirte a ti… a TI!" Shuichi decidió que estaba cansado de recibir tantas quejas, además, el miedo lo estaba carcomiendo.

"Dijiste… dijiste que hoy matarías a dos pájaros de un solo tiro. Dijiste, que serías considerado el mejor guerrero de todos los tiempos… que piensas hacerle a Yuki?" dijo por fin.

"Entonces, si era cierto… le conoces" – Shuichi mordió su labio. Cero y van dos. Por qué debía ser tan bocón. "Bueno… es lo menos que puedo hacer… después de todo, no vas a quedar vivo… después de esta noche. Conoces al Grifo?" Shuichi volvió a palidecer (si es que más se puede) "Bien… le mandé a pelear contra él… eso es todo"

"Eso… eso es imposible! El grifo ya no existe, los humanos lo destruyeron hace tiempo!"

"Oh, pero si hasta en eso te equivocas, mi querido elfito" –decía mientras acariciaba sus orejas – "Ellos nunca destruyen nada completamente… siempre piensan en un futuro, y como volver en problema… una oportunidad. Ni corto ni perezoso, aquél humilde trovador, que le venció, lo encarceló por mucho tiempo, y otro dato histórico… con esa misma bestia, fue el que venció y mató a casi todos los elfos de la región."

"No… no puede ser… entonces, el joven trovador y el Rey Tohma"

"Exacto… son la misma persona…" Shu no pudo seguir hablando. Aquel dulce joven, amigo de su hermano, quien le gustaba pasar tanto tiempo en su aldea, quien le había dado las primera lecciones de canto y a tocar instrumentos… era el malvado y despiadado Tohma? No… eso es… imposible… aunque también fuese cierto, que tan pronto como el trovador desapareció, su hermano también. Cuando levantó su cabeza, había perdido de vista a Aizawa y a su séquito de burlones. Por un momento, pudo respirar un poco… pero sólo por un poco… porque de nueva cuenta, volvería a escuchar esas socarronas sonrisas… y ahora, le erizaban la piel.

. UUuu

Ryuichi seguía mirando la pequeña e improvisada fuente. Miraba hacia todos lados… que raro… Tohma no llegaba como era de costumbre. Quería decirle, que hoy extrañamente, se sentía muy feliz. Es más, sus recuerdos, aunque aún borrosos, los estaba teniendo. Claro, un paso a la vez, le había dicho su amigo… un paso a la vez, pero realmente, extrañaba su visita nocturna. No obstante, algo llamó su atención. Una sombra… al principio, había jurado pequeña… pero de la nada, tomaba forma de hombre… llevó las manos hacia sus ojos, intentando ver mejor. Acaso, habría sido su imaginación? Cuando los abrió nuevamente, la sombra había desaparecido. Pero hoy se sentía extraño. Hoy, como aquel día que vino ese extraño guerrero, quiso salir de la seguridad del bosquecito, e internarse de nueva cuenta en ese castillo. Sus ojos abiertos, a la expectativa de cualquier cosa, cuando de repente, otra vez la misma sombra. Se dio a la tarea de perseguirla. Todo esto era emocionante para él. Casi como en los viejos tiempos. Viejos tiempos? Si… quien sabe. A lo mejor, pronto podría recordarlos todos.

La sombra pasó por el lugar donde guardan las armas, y Ryuichi, tomó una espada… que le había visto a usar a ese caballero que se la pasaba siempre con Tohma. Aunque en la vida había portado una (bueno, quien sabe si antes de perder la memoria, si, pero su cuerpo no recordaba como tomarla), siempre le había visto entrenando, así que la tomó como mejor pudo. Ahora se encontraban en las mazmorras. Unos gritos helaron su corazón. Pedían compasión, pedían que se detuviera. Los reos gritaban basta. Finalmente, un grito desgarrador. Esa voz… esa voz… tomó su sien con fuerza. Esa voz. Hubiese jurado que la recordaba. Pero de donde… de dónde. Ahora, había perdido de nueva cuenta a la sombra, pero los gritos pedían ayuda! Así que comenzó, con paso firme pero despacio a ver de dónde emanaba aquella voz. Y lo que vio, no le gustó.

Un muchacho, atado de unas cadenas, era cruelmente lastimado entre tres muchachos, que reían cada vez más y más alto, ante dignidad que mostraba el pequeño. Al parecer, querían hacerle gritar, y ese grito los llenaba de júbilo. Vio con horror, que alguien insertaba un palo en la entrada del pelirrosa, mientras otro le quemaba con cera de vela. Otro simplemente mordía los pezones ya rosados de tanto maltrato. Eso… eso era inconcebible… eso, inhumano… su cuerpo, su sangre… todo hervía… y cuando uno de los tres, el que poseía cabello negro comenzó a quitarse los pantalones, supo que lo siguiente no sería mejor. Es más, ahora copiosas lágrimas salían de ese pobre rostro, que casi caía en la inconciencia. Estaba a punto de arremeter, cuando la sombra apareció, y comenzó a golpear a todos los que lastimaban a esa pobre criatura con una velocidad sorprendente. Ahora, eran otros los que pedían e imploraban piedad… ahora eran otros los que temblaban y buscaban defenderse, pero el guerrero compartía su misma ira, y ellos, ellos pagarían por haber tocado a alguien tan importante.

"Tu… no es posible que estés vivo! Te envié al mismo bosque del silencio" – gritaba Aizawa, mientras la ira del peleador iba en aumento, y de una patada, le callaba.

Un gemido le hizo distraerse, así que saltó y soltó al pelirrosa, quien sólo tenía fuerzas para emitir pequeños quejidos.

"Yu… Yuki…" Yuki? Ese, ese nombre, lo recordaba… si… el hombre que gritó… Tohma lo llamó por el mismo nombre. Vio como aquel guerrero soltaba su capa y enrollaba con sumo cuidado el cuerpo lastimado mientras lo tomaba entre sus manos. Pero, ese hombre, era bastante diferente al que veía ante sus ojos. Quizás, era otro.

"Yu… yuki, yo, tenía mucho miedo… ellos dijeron… que caerías en una trampa."

"Shhh… Shuichi… tranquilo… yo estoy bien… yo… estoy contigo." Iba a salir precisamente corriendo, cuando encontró con horror, que uno de los tipos se encontraba en pie, portando una espada dispuesto a lastimarlo. Con Shuichi en brazos, era imposible maniobrar. Así que hizo lo único que podía hacer en ese preciso momento. Girar sobre sus pies y proteger con su cuerpo la vida del elfo… y pasó uno… dos… tres segundos… ya un minuto? Y el golpe no llegaba. Finalmente abrió los ojos, cuando a su lado, cayó inconciente el cuerpo del soldado. Se levantó y encaró a la persona que había dado de baja a ese bastardo, y se encontró con alguien que en la vida había jurado volverse a encontrar.

"Tu… vienes conmigo" – apenas atinó a decirle a Ryuichi, quien sin entender muy bien, sólo atinó a soltar la espada (que aún tenía el mango) mientras asentía con la cabeza y corría detrás de él. Shuichi estaba muy mal, realmente mal. Pero si llegaba al tiempo, el anciano de la aldea podría curarle, y con suerte, Shuichi podría cantar para la mañana… sólo esperaba que ese dolor que le infligieron los malditos, no fuera suficiente como para destruir su armoniosa voz. Estaban a punto de alcanzar el puente para salir del castillo. Ya faltaba poco, muy poco para conseguir el caballo y salir de ahí ir a la aldea de los elfos. Pero entonces, Ryuichi se quedó quieto. El guerrero, al sentir que ya no le seguían se volteó, con tan mala fortuna que al voltearse, se tropezó con alguien. Por lo bajo, lanzó mil y una injurias, ya que al perder el equilibrio, había soltado sin querer a su gran tesoro, y ahora estaba a pies de quienes se había acabo de tropezar.

"Tohma". Fue lo único que salieron de los labios del elfo de cabellos ocres y mirada violeta. El joven de cabellos negros se volteó, viendo que efectivamente se había tropezado con el rey llevando a rastras a un sujeto, que llevaba sus ropas rasgadas y de muy mal aspecto. Quedó frío al verlo.

"Qué… qué clase de brujería es esta… Yuki? Pero.. si Yuki" Decía titubeando Tohma, muy confundido al notar que aquella persona que se encontraba delante de ellos, era la copia al carbón de aquél que estaba sujetando. De cabellos negros y mirada oscura, sostenía a un pequeño elfo, y al parecer, estaba raptando a su mejor amigo!. "GUARDIAS! ARRESTEN A ESTOS CRIMINALES!" vociferó lo mejor que pudo, suficiente para que Shuichi despertara. Sus ojos cansados, vieron claramente a su amor, y aunque su cuerpo aullara en dolor, pudo arrodillarse y tomar cariñosamente el rostro de su amado. "Yuki… yuki… estás bien?" Tohma vio insólito la siguiente escena. Después de lo que Yuki tuvo que pasar, y aunque juraba, debían pasar varias noches antes de que el rubio recuperara conciencia, abrió los ojos encontrándose con los de su amante, soltándose del agarre de Tohma, acogió entre sus brazos al pelirrosa mientras no se cansaba de susurrar su nombre y agradecer a todos los dioses por haber protegido al amor de su vida.

Estaban suficientemente confundidos como para decir nada. Pero Tohma era alguien frío y calculador. La escena era ciertamente interesante. Y ambos, no podían esperar por atención médica. En horabuena, los soldados comandados por Karl hacían su aparición. Llévenlos adentro, que los atiendan los mejores doctores. Y pase lo que pase, que no les separen.

Un 'Si señor' unánime se escuchó, mientras se las ingeniaban en llevar adentro a los heridos sin separarlos xP. Cuando la misteriosa copia al carbón planeaba huir, Tohma ni corto ni perezoso sujetó su brazo. Recuperando su siempre sonrisa y compostura, y al ver el carácter tan mejorado de su amigo, dijo: "Tu vienes conmigo… apuesto que tienes muchas cosas interesantes que contar…"

… continuará xP