ESTOY VIVA!
Ak: desgraciadamente ¬¬U
Lz: AAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHH! Van a matarme UUU
Ak: ojala ¬¬U
Lz: lo se! Un mes y medio sin actualizar! ¡¡Discúlpenme! Pero eh estado muy distraída, además de que tuve un serio bloqueo, además de que me quedé sin computadora por dos semanas, además de que tardaron otra semana mas en instalar Office a la nueva, ¡además de que me traume con un foro que me distrajo de escribir! Además de que…
Ak: ¡LARIZA! Nadie quiere oír tus inútiles excusas ¬¬U, fue tu culpa, punto.
Lz: ToT lo se! ¡Perdónenme!
Ak: ash, al fic ¬¬U….
AULLIDO NOCTURNO
Capitulo 10: Primera Luna Llena
No podía ver nada, sus ojos estaban nublados por extrañas cataratas azules y sus oídos no podían percibir otro sonido más que el incesante chirrido que estaba dejando al ojiazul en la inconciencia. Poderosos calambres en sus rodillas y demás articulaciones hicieron que su cuerpo se doblegara en el suelo, sintiendo como aquel dolor tan insistente subía por el sistema nervioso hasta el cerebro, haciendo que toda su masa encefálica convulsionara. Seto Kaiba perdió el conocimiento.
Sin embargo, seguía despierto, seguía respirando, seguía retorciéndose por el dolor, seguía tomando su cabeza entre sus manos, pero ya no gritaba. Aullaba y rugía mientras sus colmillos crecían y las uñas de sus manos y pies se engrosaban hasta convertirse en garras.
El dolor en su cerebro iba en aumento, causando tanto dolor en su sistema nervioso, que toda su cara comenzó a formar voluptuosos "tumores" que palpitaban al ritmo de las punzadas en su cabeza. El dolor era insoportable, y su cuerpo no tardó en colapsarse.
Cayó de bruces al suelo, arañando el mismo mientras sus talones se separaban del pie, formando un nuevo hueso. Su columna se estiraba mientras la cola se ponía rígida como un fierro. Sus flexibles orejas comenzaron a alargarse de manera sobrenatural, volviéndose duras y puntiagudas. Las proteínas, estimuladas por la alta tasa de hormonas, dispararon los músculos haciéndolos más grandes. Su marcado tórax aumento tres veces su masa, y su cuerpo duplicó prontamente la estatura original, rompiendo así su última prenda.
El vello en su anatomía comenzó a engrosarse y crecer, cubriendo brazos, pies, muslos, cola y parte de la cara. Su miembro cambió abruptamente de posición, colocándose en un ángulo completamente recto, comenzó a sangrar por el rápido aumento de tamaño y, por último, pegándose a su vientre dando así el completo parecido al de los perros. El vello cubrió completamente aquella parte, manchando su nuevo pelaje en sangre, la cual también salía de las manos y boca del castaño. Al mismo tiempo, su cabello comenzó a crecer, hasta llegar por abajo de los hombros.
Con un último aullido de dolor, su cara, descubierta de pelo, comenzó a cambiar. La boca fina y perfecta dio paso a un alargamiento uniforme, mientras el pelaje cubría su mentón, la nariz respingada comenzó a oscurecer y deformarse. Estaba hecho.
Aquel hombre, ahora convertido en un Licántropo de 2.5 metros, se levantó débilmente del suelo apoyado por el barandal. Su destructiva nueva fuerza, deformó el acero del barandal, dejando completamente aplastado parte del mismo. Sus ojos, inyectados en color azul prusiano, parecían mirar a su alrededor.
Se sentía desubicado, y el dolor en su cabeza logró ponerlo de muy mal humor. Un zarpazo de desquite logró destruir la mitad del barandal que lo sostenía, haciendo que aquel Garou café cayera de 5 metros de altura, pero su alto sentido de orientación le hizo caer en cuatro patas.
Sacudió su cuerpo con vigor, quitándose así el dolor de cabeza. Por fin logró divisarse en un vasto jardín, iluminado por la luna llena, pero su instinto lo incitaba a buscar a un semejante, una jauría. Al no lograr ver ninguna a su alrededor, un poderoso sentimiento de soledad le invadió, haciéndolo aullar con fuerza en un llamado a algún Garou cercano. Fue respondido con un gruñido, y al virarse, descubrió a 15 perros de distintas razas mostrándole los dientes y gruñendo amenazadoramente; optó por ignorarlos, ya que aquellos animales le llegaban apenas a sus talones, literalmente.
A los perros no les gustó aquel comportamiento, así que, animados por el doberman de la jauría, atacaron al Licántropo. Saltando sobre él, los perros intentaron morder cualquier parte del Garou, sintiendo así la dura piel y la fortaleza de músculos de los que estaba hecho ese animal. Kaiba, inconsciente de lo que hacía, rugió con furia a aquellos animales, soltando su primera mordida de la noche, hacia toda la jauría de perros.
Sus fauces lograron atrapar entre ellas a un Pastor Alemán, quien chillaba y aullaba del terror. Kaiba cerró sus mandíbulas, manchando su pelaje de sangre. Los perros ladraron y gruñeron con fiereza, logrando solo aumentar la furia del ojiazul, quien se abalanzó con garras y dientes hacia todos los animales. Su fuerza era descomunal, pues de un zarpazo había abierto el vientre de un Rottwailer, esparciendo sus viseras por todo el jardín, un latigazo de su cola había roto las costillas de otro perro, y sus poderosas fauces dieron muerte al todos los demás. El último guardián, que era un Alaska, mordía la cola de Seto, mientras este daba de golpes a la tierra para quitárselo; lo derribó, abalanzándose sobre el y partiéndolo a la mitad con sus mandíbulas.
El golpe fue tan rápido, que el perro seguía vivo, e intentaba correr lejos, pero le era inútil por la falta de sus patas traseras. Kaiba degustó el sabor salado de la sangre, encontrándola bastante apetitosa. Encajó sus garras en la carne viva del perro, despojándola de todos sus órganos, matando al animal por una mordida en el corazón. No tardó ni cinco minutos en terminar con su bocadillo, el cuerpo del perro no era suficiente para aplacar su hambre.
Así que, dejando atrás su masacre y el rió de viseras caninas, bañado en la sangre de sus víctimas, salió a pasos agigantados, de la mansión.
Centro de la Ciudad Dominó.
En la oscuridad de un parque, iluminado tenuemente por los faros y la luz de la luna, se encontraban una pandilla de amigos que bebían, fumaban y se divertían. Eran 6 amigos, incluyendo a un albino de apariencia bastante hostil y desafiante, que vestía sus típicos jeans azules y una camisa blanca abierta, mostrando su marcado tórax y una cara de completo fastidio. Bakura, era su nombre.
Ya habían hecho bastantes maldades para una sola noche, y ahora solo disfrutaban de las bromas y malas jugadas de cada uno de ellos.
Mientras tanto, no muy lejos de allí, la figura de un lobo de 2.5 metros de alto por 4 de largo, corría galopante en 4 patas por las calles desiertas de dominó. Su sedoso pelaje, recubierto por manchas de sangre que apenas intentaban secar, ondeaba con el frió viento que golpeaba su hocico.
Pronto, escuchó risas al otro lado de un edificio, y al asomarse cauteloso, descubrió a 6 chicos que no se daban cuenta de su presencia. No era lo que estaba buscando, el necesitaba encontrar una jauría, su instinto demandaba compañía y ya se estaba comenzando a desesperar por no encontrar a ninguna. Sin embargo, un muchacho del grupo, aquel albino, le ocasionó un sentimiento de nostalgia.
Se aventuró a acercarse, con pasos lentos y en 4 patas, fue a lento trote para el encuentro con "la manada de humanos". Tan lento como él se acercó, tan rápido como ellos lo notaron.
- ¿Pero que diablos...? ¡Amigos! ¡miren el tamaño de ese perro! --- les decía un muchacho flaco, completamente perdido en cocaína.
- ¡WOW! eso si que es un perro rabioso... ¡Bakura! ven a ver esto... --- un moreno llamó la atención del robatumbas, quien se disponía a irse por el aburrimiento que estaba sintiendo. Al ver el objeto de entretenimiento de sus "amigos", no pudo mas que asombrarse.
- ¿Que diablos es eso? --- preguntaba Bakura, sin ocultar su cara impresionada, mas por curiosidad que por espanto. Ya había visto cosas peores en el Reino de las Sombras.
- Eso, es el tipo de perros con los que la zoofilia sería algo muy agradable --- decía el mas alto y fornido de todos quien, ahogado en alcohol, se acercó a Kaiba con una botella medio vacía. Tomando un cerillo de su pantalón y prendiéndolo con su barbilla, lo metió al flamable líquido para después aventarle aquella botella en la cara del Licántropo ojiazul.
Los agudos sentidos de Kaiba, ahora como Licántropo, captaron con rapidez el peligro esquivando así el golpe de aquel líquido en llamas. Sus sentidos presintieron fuertemente la hostilidad de aquel grupo para con él, y su instinto le marcó la necesidad de hacerles saber a aquellos seres quien era el que mandaba.
Rugió con furia, haciendo que sus cuerdas vocales imitaran a un león y, mostrando sus dientes envueltos en la sangre de sus perros guardianes, se abalanzó contra el grupo. Ninguno vio venir el ataque, pues se quedaron en completo shock al ver como aquel "perro" se paraba en sus cuartos traseros mostrando sus 2.5 metros de altura, y siguieron sin reaccionar hasta que el grito desgarrador del mas alto los despertó del trance.
Kaiba tenía entre sus fauces el abdomen de aquel hombre, quien le pegaba con su pistola en la cabeza, sin lograr efecto alguno en el Garou castaño. Sin necesidad de usar sus patas, zangoloteaba el cuerpo del hombre como si se tratara de un muñeco de trapo, hasta que el sonido de huesos rompiéndose le avisó que la columna del sujeto había sido destrozada.
Con sus fauces, aventó el cuerpo 3 metros lejos de él, para levantarse nuevamente en dos patas y gruñir amenazadoramente. El grupo, con excepción de Bakura, sacó sus pistolas y rifles y comenzaron a disparar a discreción. Sin importarles siquiera si le daban o no, seguían disparando incesantemente al "lobo gigante".
Seto sintió el ardor de aquellas pequeñas balas incrustándose en su cuerpo, recibió de lleno la mayoría de los disparos, hasta que no pudo aguantar la presión y cayó de espaldas al suelo, aullando de dolor.
Cuando las balas se hubieron terminado, los muchachos tiraron las armas al suelo, para acercarse lentamente al cuerpo humeante del animal.
El marcado tórax y abdomen no daba signos de sangrado alguno, aunque eran bastante visibles los agujeros dejados por las balas. Un integrante del grupo tomó el rifle de uno de sus amigos y tocó al Garou de manera apenas perceptible, para después echarse a correr despavorido y terminar atrás del árbol más cercano.
Uno de ellos, tragando duro, acercó su mano al cuerpo del Licántropo, pero fue detenido por la voz de Bakura, quien tenía una cara de completo espanto. Cuando el joven regresó su vista al animal, este le miraba fijamente, mostrándole sus dientes. No hubo tiempo de retirar la mano, pues en un parpadeo, el Garou ya había soltado la mordida a aquella mano, arrancándola del resto del brazo. El muchacho gritó completamente aterrado, mirando como su brazo tenía el hueso mordido, saliendo de entre la carne roja, salpicando sangre que manchaba su cara y la de sus amigos inmóviles del terror.
Kaiba escupió aquel pedazo de carne, sintiendo rápidamente el sabor a sangre contaminada. Uno de los muchachos, que había logrado reaccionar, tomó una botella de vidrio rota, y la blandió en contra del Licántropo, aumentando su furia. De un "manotazo" molesto, arrancó la botella y el brazo, del cuerpo del chico para después darle una "bofetada", que mandó su cabeza 6 metros lejos del cuerpo.
Los 2 últimos chicos, no hicieron de otra más que tomar su auto.
- ¡Arranca, Arranca, Arranca! --- gritaba su amigo al conductor, mientras que este intentaba hacer que la moto respondiese, primero lo escuchó trabajar, el auto vibraba, pero no se movía, después, el motor ya no se oía. El conductor estaba desesperado, hasta que sintió la mano de su amigo tocar quedamente su hombro, lo miró para ver como el muchacho no quitaba los ojos de enfrente. Al levantar su vista, observó como Kaiba detenía el auto con su pata trasera derecha, mientras que con su pata delantera izquierda, sostenía el motor del auto.
Los chicos no supieron como reaccionar, pero el Garou si, rugiendo furiosamente y levantando el auto del suelo manteniéndolo sobre su cabeza mientras rugía como león, posando su victoria. Lanzó al auto con todas sus fuerzas, haciendo que se estrellase contra la pared de un callejón, explotando en el acto. Miraba el fuego con cierta satisfacción, respirando rápidamente, hasta que un olor peculiar captó sus sentidos, giró su vista hacia un árbol del pequeño parque, donde Bakura se encontraba recargado, sin apartarle la vista del Garou.
Kaiba avanzó al albino, en 4 patas, gruñendo con ferocidad, con su pelaje del lomo erizado. Bakura no se inmutó, solo siguió viendo como aquel monstruo se acercaba más y más a él, aunque tenía la completa certeza que el Reino de las Sombras no afectaría en absoluto al Garou, solo le quedaba ver si la razón aún estaba del lado del Licántropo.
- alto ahí, no te atrevas a intentar tocarme… sacerdote…--- eran las palabras que Bakura le decía al Hombre Lobo ojiazul, pero este solo gruñó con mas fiereza, irguiéndose en sus patas traseras, mirando muy por debajo suyo al albino. --- ¡alto ahí Seto Kaiba! ¡Aléjate de mí! ¡Kaiba!... soy yo, Bakura! ¿No me reconoces? ¡Kaiba!
Bakura miraba, ahora asustado, como ninguna de sus palabras funcionaba en el cerebro del Garou, y su miedo pasó a espanto cuando vio la temible garra de la bestia erguirse sobre él. No tuvo otra opción más que blandir su Anillo del Milenio que tenía oculto en su cuerpo. Kaiba, inconsciente de lo que hacía, observó aquel objeto brillante, y nuevamente el sentimiento de nostalgia lo invadió… pero al ver como aquel muchacho lo blandía como si fuera un arma, solo hizo enojar mas al lobo, para ahora tensar su brazo y dirigirle su mas poderoso zarpazo…
Un aullido. Un aullido llamó la atención del Licántropo antes de que este pudiera agredir a Bakura.
Levantó sus orejas, mirando para todos lados, hasta que divisó una silueta tosca encima de un edificio, una silueta que volvió a aullarle. Miró por última vez al albino, para separarse de él y volver a mirar hacia el edificio, donde la silueta había desaparecido.
Kaiba aulló con fuerza… su llamado fue respondido por otro. Sin mas, se echó a veloz galope, aullando para no perder la pista del otro Garou, siendo guiado por un aullido mucho mas delante de él, para ahora echarse a correr, en una veloz carrera a mas de 100 km/hr, saltando coches y hasta casas, trepando edificios, sin dejar de aullar para ser guiado e incentivado por un aullido de respuesta.
Llegó hasta la entrada del Bosque Dominó, donde aulló nuevamente… sin ser respondido. Espero un poco, hasta que aulló nuevamente, pero ni un sonido le llamó de vuelta.
Olfateó el suelo, encontrando un rastro de olor, siguiendo aquel camino a cuatro patas, hasta adentrarse en el bosque. Levantó su cabeza al aire, para olfatearlo, y después seguir el rastro. Siguió algunos árboles, donde el olor marcaba que el otro Garou había trepado, siguió al viento, donde le sugería que su acompañante había saltado, aullando de vez en cuando para ver si era respondido. Fue respondido, pero los demás aullidos no eran del mismo Licántropo que había visto en la ciudad, así que solo los ignoró.
Llegó a la entrada de una cueva, donde había ahí más olores, de humanos y de un Hombre Lobo. Un sonido de ramas rompiéndose llamó su atención a la oscuridad de la cueva, donde su mirada nocturna pudo vislumbrar una silueta, que se transformó en un lobo de 2 metros. Aquel monstruo salió de la oscuridad, hasta que la luna lo iluminó por completo.
Era un Garou rubio, de ojos ambarinos, tenía una masa muscular mucho menor a la de Kaiba, con orejas redondas y casi imperceptiblemente puntiagudas. Aquel Garou se acercó cauteloso hacia Kaiba, a lo que este respondió por ir rápidamente al encuentro con el otro, olfateando hacia él, hasta que quedaron a una mínima distancia.
El Garou rubio pareció reconocer a aquel semejante frente a él, pues comenzó a mover la cola y estrechar su hocico contra el cuello abundante en pelaje del Garou castaño. Este se sintió feliz por haber encontrado a un semejante, así que, en un ademán de juego, posó sus garras en los hombros del Licántropo, que era mas pequeño que él, y tirarlo al suelo para "morder" el cuello de su compañero, en señal de aceptación, marcando así el rango: Kaiba era más dominante que aquel quien lo había llamado.
El Garou rubio aceptó el rango, para después levantarse y salir de la cueva, llamando con un soplido al "nuevo". Este le siguió, sin dejar de jugar con él, mordiendo intempestivamente una de las orejas de su acompañante.
"Soy Nazuna" --- le comunicaba el Garou rubio a Kaiba, por medio de un sonido tan bajo que sería imperceptible para el oído humano, pero no para los Garous. Este no podía hablar, era su primera luna llena, y sus cuerdas vocales aún no funcionaban… y aunque lo hiciesen, no recordaba nada en absoluto. Solo recordaba a la jauría de perros, nada mas allá, nada de su vida, nada de nada. Kaiba le hizo saber su confusión, con una mirada brillante, y dándole un ligerísimo golpe con su hocico, en el hombro de Nazuna.
Este comprendió que Kaiba estuviera un tanto asustado, yendo hacia el y frotando su hocico contra el cuello del Licántropo castaño.
"…Tranquilo… te mostraré el bosque…" --- le decía Nazuna, para comenzar a caminar delante de su compañero. Mientras tanto, Kaiba se sintió mucho mas relajado al oír aquella voz, al oírle decir "tranquilo".
Juntos, caminaron por el bosque. Nazuna le mostraba algunos escondites, veredas, cuevas, incluso lo había adentrado a lo más profundo de sus territorios, donde fluía un pequeño rió y donde jugaron como dos jóvenes lobatos. Nazuna no podía creer que así fuera el verdadero Seto Kaiba, juguetón y muy cariñoso, hasta ya comenzaba a sentirle cariño fraternal. Pero la noche avanzaba, y el hambre ya comenzaba a sentirse en el estomago de ambos.
Nazuna lo invitó a cazar algo, encontrando con rapidez un ciervo. Aprovechando la alta taza de entendimiento que poseía Kaiba, no tardó mucho en enseñarle los secretos para una caza exitosa... y bueno, Nazuna no era del todo experto. A escondidas, se fueron acercando a su presa, hasta que estaban a una distancia apropiada, Kaiba se lanzó al ataque, interceptando.
Pero no logró atrapar al ciervo, pues chocó al mismo tiempo con una enorme masa de músculos, envuelto en pelaje azabache. El choque los mando a caer de espaldas a ambos, y cuando Kaiba se levantó molesto, descubrió ante sus ojos a otro Licántropo, de su misma estatura pero mucho mas fornido.
El otro, se levantó con rapidez del suelo, mirando a aquel Licántropo castaño que nunca había visto en su vida… o eso pensó, pues el olor del Garou era un tanto familiar…
Pero aquello no le interesó, solo le importó aquel golpe que había recibido, insultando a su persona. Rugió furioso, mostrando sus colmillos un tanto torcidos, y mostrando las garras en alto, pero Kaiba permaneció en su sitio, sin bajar la mirada, sin retroceder… el nunca retrocedía. Ante esto, el Garou negro se sintió aún mas agredido, avanzando unos pasos y gruñendo aún con mas fiereza.
Kaiba siguió sin retroceder, por el contrario, se irguió mostrando su alta estatura, igual a la del otro licántropo. Fue cuando logró ver a otros 4 Licántropos más, comprendiendo de alguna manera que aquel lobo al que le reñía era Alfa de una jauría.
Antes de que ambos Hombres Lobo se enfrascaran en una riña, Nazuna intervino, colocándose entre ambos animales.
"Buba, por favor… es el nuevo… ¿recuerdas que te hablé del nuevo?" --- gemía Nazuna, el Garou rubio, mirando suplicante a su jefe. Este le hizo callar con una mirada de ojos rojos, obligando a Nazuna a agacharse hasta que su pecho tocó el suelo, con el rabo entre las patas.
"… ¿nuevo?... ¿NUEVO?..." --- rugió en la cara del Licántropo rubio --- "¡te dije que no quería otro nuevo!" --- tras un ultimo rugido, levantó su garra, para estrellarla en el costado de Nazuna, lanzándolo contra un árbol.
Como si hubieran accionado un switch, Kaiba dejó a un lado su miedo, para cambiarlo por furia al ver a "su amigo" ser tratado de esa forma. Lanzó un feroz rugido, que resonó como un trueno imponente, para después mostrar su perfecta fila de colmillos. Furioso, empujó al Garou negro, derribándolo.
Toda la jauría lanzó un gemido de sorpresa, para después mantenerse expectantes a lo que pasaría. Nazuna se levantó del suelo, para ver con espanto como su Alfa se levantaba completamente furioso del suelo, alzando su garra, dispuesto a descuartizar a aquel insolente. Nazuna intercedió, deteniendo a su líder, pero este se enojó aún más, dándole un zarpazo y volviéndolo a lanzar.
Kaiba ya no toleró esto y, aprovechando la desprevención de su rival, se lanzó al ataque mordiendo su oreja. El Licántropo negro aulló, sintiendo como su oreja era cortada en tiras por los dientes de su adversario, para después mirar como Kaiba saltaba lejos de él, esperando la respuesta al ataque.
La jauría no sabía que hacer, dos de ellos querían ver quien era el que caería primero, otro ya tenía la respuesta a eso, y el último simplemente observaba, esperando indicaciones.
Buba miró a Kaiba, con sus ojos rojos inyectados en furia. Rugió con tanta fiereza que su garganta se hinchó como un melón. Nazuna intercedió, colocándose entre ambos adversarios, suplicando con gemidos y gruñidos bajos, que no pelearan. El licántropo negro levantó su garra para volver a golpear a Nazuna, pero Kaiba intercedió, tomando ese brazo con su garra, apretándolo con fuerza y obligando al Macho Alfa a arrodillarse por el dolor del agarre.
Kaiba soltó con desdén aquel brazo, para después ayudar a Nazuna a levantarse, quien no podía creer que su Macho Alfa, Buba, había sido doblegado por Kaiba. Mientras tanto, Buba miraba atónito a aquel subordinado que se había atrevido a quitarse su puesto como Macho Alfa, pues así era, la ley de los Garoua marcaba que una vez doblegado, debía cederle el puesto a su contrincante.
La manada no podía creer aquello, sin embargo, no era motivo para molestarse ni mucho menos… hacia tanto tiempo que habían deseado quitarle el puesto a ese Licántropo tan desgraciado. La manada comenzó a aullar en aceptación, pero un rugido los calló por completo, Buba se revelaba contra Kaiba, violando, como siempre, el tratado de los Hombres Lobo.
El Garou negro se abalanzó de nueva cuenta contra Kaiba, quien lo esquivó con asombrosa velocidad. Buba enfureció, colocándose en 4 patas para embestir como un toro al Lobo ojiazul, quien contraataco recibiendo el golpe con sus brazos, tomándolo del cuello y estrellándolo su cabeza en la tierra.
Por un momento todos dieron el encuentro como terminado, y Kaiba mostró una de sus altivas sonrisas, mucho más temeraria ahora en su estado de Licántropo. Todos los Garous presentes agitaban sus colas emocionados, esperando ver como era el nuevo Líder. Nazuna miró todo aquello un tanto atónito, para dedicarse un pensamiento irónico hacia Kaiba, e ir a su encuentro… pero apenas estando a unos metros del garou castaño, se paralizó al ver una sombra negra levantarse del suelo y estrellarse contra el lomo de Kaiba.
El Macho Alfa cayó al suelo, mientras Buba insertaba sus garras en el lomo de su adversario, para comenzar a morderlo, buscando el punto débil de su cuello. Kaiba, sintiendo aquellas garras penetrando en su piel, no hizo mayor defensa mas que comenzar a sacudirse frenéticamente, sin lograr quitárselo de encima. Cuando logró mantener el equilibrio, aún con el Licántropo de 2.5 metros sobre él, comenzó a correr directo a una roca, para estrellarse contra ella de espaldas, logrando así dañar a Buba.
Aturdido, intentó levantarse de los escombros, para darse cuenta que estaba lesionado de gravedad, dos de sus costillas estaban rotas. Aulló a su manada en busca de apoyo, pero los 5 Garous retrocedieron, dejándolo a su suerte. Kaiba le miró altivamente, para posicionarse en 4 patas e irse con el resto de la manada.
Buba había sido expulsado del clan, y eso, era algo que en definitiva no estaba dispuesto a aceptar. En un último intento de terca estupidez, lanzó un zarpazo contra una de las piernas de Kaiba, abriendo una fuerte herida en ella.
Kaiba aulló de dolor, saltando intempestivamente de su sitio, y caer 3 metros lejos de su agresor, falseando levemente por la herida en su pata, que lentamente comenzó a sanar. Sus ojos azules se inyectaron en furia, para acercarse a pasos pesados a aquel tonto Licántropo. Levantó su garra, regresándole el zarpazo, y arrancando en el acto casi la mitad del rostro envuelto en pelo azabache. La manada gruño y aulló, esperando la culminación de la batalla.
Sin mas, Kaiba abrió sus fauces, cerrándolas en el cuello de Buba, acabando con su vida. Toda la manada, ahora en conjunto con las notas de Seto Kaiba, aulló, dando bienvenida a la noche, y ofrendándole su primera victima.
La noche era joven, apenas comenzaba….
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En una casa de Ciudad Dominó, el aullido resonó con más fuerza que en ningún otro lugar, despertando súbitamente a un joven moreno.
Limpió el sudor de su frente, dando gracias por la culminación a sus pesadillas, que no lo dejaban dormir tranquilo. Se levantó de la cama, revolviendo su cabello castaño, cortado en una singular forma triangular. Estaba sumamente desvelado, además de cansado por el terrible dolor de cabeza… su herida en el brazo le punzaba con fuerza. Caminó a paso lento hacia la ventana de su habitación, contemplando la luna llena, y las pocas estrellas tapadas por la contaminación.
Había algo diferente en esa noche y, aunque no sabía que era, le hacia sentirse incomodo.
Su cuerpo se estremeció en un escalofrió, al vislumbrar en la penumbra de la noche, un lobo de ojos verdes, que le miraba oculto entre las sombras…
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Lz: Kire chan! Van a matarme!
Ak: ¡no me digas Kire! solo Axis me puede decir así ¬¬U
Lz: ¡lo se! Se que estuvo muy corto, pero me enviaron tantas cartas de muerte por no actualizar que simplemente decidí hacer algo concreto sin tanto churro ToT
Ak: pudo estar mejor, pero nos hubiéramos tardado otro mes xD
Lz: lo lamento… y bueno, creo que ya saben las malas noticias….
Ak: no podemos responder reviews… U.U…
Lz: el fic estará en una etapa de edición para borrar los capis donde les respondimos, lo cual nos duele más que a ustedes
Ak: en fin, lo único que diremos será que AGRADECEMOS DE TODO CORAZÓN SUS ADORABLES REVIEWS
Lz: y esperamos que esta regla (no tan nueva) no los desanime a no dejar review, porque intentaremos responderlos por via Mail n n
Ak: así nos tardemos otro mes xD…
Lz: en fin, hasta el capi 11…
Y YA SABEN, DEJEN REVIEWS!
