La D.I.A.

Tiempo después, realmente no tenia idea de cuanto tiempo había pasado, desperté únicamente para ver que me encontraba encarcelado.

El lugar parecía como salido de una película de detectives de los años 60' una mesa en el centro dos sillas y adornando la pared un cristal que refleja la imagen de quien esta adentro, no me preocupe en imaginar quien se encontraba detrás del vidrio, realmente no me importaba.

La puerta se abrió y dejo entrar a un tipo en uniforme militar de los llamados de "gala", llevaba con sigo unos papeles, no logre distinguir cual era el rotulado en la parte frontal de la carpeta, la llevo en las manos todo el tiempo.

-Cual es tu nombre? Hijo-

Pregunto al mismo tiempo que habría los papeles en una hoja la cual note que estaba separada, después de revisarla detenidamente, el tipo me miro nuevamente y cerró la carpeta.

Detesto los tipos como él que tratan de ganarse la confianza de los demás familiarizando la situación con frases como "Hijo" o "Camarada" o basura de esa clase así que me limite a no responder.

-Sabes, me gustaría poder ayudarte pero si no me ayudas creo que no puedo hacer nada por ti. Aunque, de cualquier forma, ya tengo de ti lo que necesitaba y como el tiempo apremia, no tengo porque perderlo aquí con tigo- después salio sin más.

No paso mas de 1 minuto cuando llegan repentinamente 3 guardias, supongo que se trataba exactamente de los mismos tipos de la cabaña, me tomaron de los hombros y me condujeron a un ascensor que subía con rapidez, una ves en el; me pusieron un pasamontañas en la cabeza, creo que no querían que supiera donde me encontraba, al abrir las puertas del ascensor, caminamos unos pasos, alguien abrió una puerta y me hicieron salir por ella, al cruzar; un viento fuerte pero calido golpeo mi cuerpo.

-La azotea-

seguimos nuevamente el proceso de antes; subir al helicóptero y asegurarme bien en el asiento de este, solo que por desgracia no me sedaron en esta ocasión.

Un punto que note de inmediato era la completa confidencialidad que manejaban estos sujetos, se comunicaban por medio de señas supongo y desde la salida de la cabaña solo habían pronunciado unas cuantas palabras, palabras que no me ayudaba mucho en verdad. Nadie decía nada.

Al descender el helicóptero me quitaron el pasamontañas de inmediato, el lugar me sorprendió mucho, me encontraba nada mas y nada menos que en un hangar militar de las costas del país, un hangar donde se encontraba varado el Submarino clase nuclear nombre código "Ohio".

Mucho había oído hablar de él, se trataba de un viejo veterano de guerra, había participado en incontables misiones militares y siempre salio avante y victorioso, transporte, misiones de reconocimiento, rescate, escolta, infiltramiento, soporte, ataque y quizás hasta de guía turístico.

Seguramente después de expirar su tiempo de servicio el Ohio se convertiría claramente en una leyenda, una verdadera obra de arte que seria muy difícil en un futuro poder igualar o superar, probablemente se convertiría en una pieza de museo que exhibirían a excursiones escolares a bases militares.

Pero desde el inicio de todo esto sabia que las cosas andaban mal, y esto; el Ohio, venia a agravar aun mas las cosas, insistieron muy amablemente en que abordara el sub., así que no pude negarme.

De nuevo en un lugar desconocido totalmente, entre preso y me mantuvieron en aislamiento total.

Los guardias me escoltaron hasta un compartimiento algo pequeño, una ves dentro, me quitaron las esposas que llevaba en las manos, (las esposas de los pies me las habían retirado para abordar el sub.) y todo lo demás que llevaba encima, cuando terminaron, no dijeron una sola palabra, como era de esperarse y salieron del lugar.

Pude escuchar como cerraban con seguro y, de los tres que entraron con migo, solo escuche los pasos de uno retirarse del lugar, supuse que los otros dos se quedaron al cuidado de la escotilla.

-Cuanta maldita seguridad, no entiendo de que se trata-me dije a mi mismo en tono de indiferencia.

De pronto, el seguro de la puerta es retirado, la escotilla se abre y aparece Roy Campbell, mi antiguo comandante en jefe.