Los personajes no me pertenecen, al menos no la mayoría.
Y les dejo con el chap má largo hasta ahora.
Remus llegó al otro día a buscar Richard. Tocó el timbre y una bandada de aves salió de la casa. Rebeca le abrió la puerta y llamó a Richard.
- ¿Qué son estas? – le preguntó a su hijo viendo las ampollas en sus manos.
- Mamá me llevó a casa de la abuela
- ¡Que! Esa vieja bruja -Richard se rió. - ¡Rebeca! – llamó Remus antes de marcharse
- ¿Qué pasa?
- Me llevaré a Richard por un mes.
- ¿Un mes?
- Si, no tengo trabajo ahora.
- Ahora no tienes que hacer, pero que interesante – dijo ella sarcásticamente
- Rebeca este no es momento
- Bien, bien, te lo puedes llevar, pero ten cuidado con tus zapatos.
Richard estaba feliz. Casi nunca pasaba nada de tiempo con su padre y tenia frente a él todo un mes. Pero las cosas buenas pasan deprisa y al mes Richard no quería volver a su casa. Pero lamentablemente para el padre y el hijo la cosa tuvo que ser así.
Pasó el tiempo. Anne estaba haciendo un estudio sobre las civilizaciones mágicas de Suramérica y como siempre Emely estaba con ella, o algo parecido pues la mayor parte del tiempo la pasaba "perdida". Ya Anne se había resignado. Cierto que ahora la podía localizar mas rápido, pero de igual modo Emely conseguía regresar, por lo Anne supuso que a ella le encantaba andar sola.
La preocupación de que algún animal salvaje la matara o comiera había terminado hacía mucho, al parecer Emely espantaba todo tipo de alimañas venenosas. Por los animales salvajes, suponía que preferirían salir corriendo antes que toparse con su hija. Pero ahora era diferente. La señal del chip que Emely llevaba indicaba que no estaba en el país, inclusive ni siquiera estaba en el continente. Lo peor era que estaba muy nublado y la señal del GPS no llegaba muy bien. No sabía si llamar a Snape o no. Decidió que no, porque cada vez que lo veía le daba nauseas.
Severus estaba tranquilamente terminando de corregir unos exámenes finales de esos diablillos de estudiantes que habitaban Hogwarts, cuando la esfera por la que se comunicaba con su hija brilló indicando que lo llamaba. Tomo el pequeño objeto en sus manos y miró. Emely lo saludaba desde lo que parecía ser, ¿El callejón Diagon?
- ¿Emely donde estas? –le preguntó. Ella giró la esfera a una tienda. El comprendió. Ella estaba en el callejón - ¿Dónde esta Anne? – a esta pregunta ella solo se encogió los hombros. – Bien, no te muevas, te iré a recoger dentro de un rato.
Severus Snape apareció minutos después en un muy atestado callejón Diagon buscando el lugar en donde se encontraba Emely. La encontró. La primera impresión no fue agradable. Emely solo estaba vestida con algunos harapos, estaba sucia, su cabello estaba enmarañado, tenía piojos y sanguijuelas. Por lo que adivinó, viajó en traslador desde América del sur, pues la multitud circundante tenia la características del la zona. Emely le dijo algo en algún idioma que no entendió. La cargó y se desapreció para aparecer en su casa. Ya le escribiría a Dumbledore, pero primero debía quitarle los bichos a su hija de encima.
- No te has arrancado las sanguijuelas. Eso esta bien…- Severus acercó una vela para poder quitarlas. Luego de eso tenía que ver si encontraba algo para los piojos. Emely en todo ese rato no le había hablado. Sólo lo miraba de una extraña manera, como si esperara algo. – Aquí tengo algo para esos parásitos, - dijo mas para sí que a ella – solo no te lo quites, te va a picar – Emely puso cara de berrinche. Snape suspiró – Y bien, te escapaste de nuevo – Emely asintió – De seguro que Anne llama dentro de un rato para que te envíe – a estas palabras la expresión en la cara de Emely fue de total disgusto, pero Severus no lo notó, pues estaba muy distraído para ver la cara de su hija.
- Calvicius – murmuró Emely enojada mientras se bajada de la mesa en que estaba sentada y se tiraba de cabeza al fregadero y se echaba agua
- ¿Qué? – Severus vio como todo su cabello estaba en el suelo, pero no tuvo tiempo de expresar nada, pues puntualmente Anne le estaba llamando por la chimenea. Él fue a ver.
- ¡Ah! – Exclamó Anne aliviada – Emely se enojó contigo, bien por lo menos esta contigo. No se como fue que llegó allá.
- ¿Enojada conmigo?
- Eh, si bueno ella hace eso cuando esta enojada
- Lo hace, ¿Sin varita?
- Si, no sé de donde lo aprendió, pero hace unos meses lo usa para descargar su ira. ¿Qué le has hecho? – a esta pregunta llegó una respuesta a gritos desde donde se encontraba Emely, como estaba en otro idioma Severus no entendió nada – Ah, que no le has hecho. Bueno parece que no estas bien con ella, y ya que se acabaron las clases en Hogwarts te la puedes quedar el resto de las vacaciones. Te envió la ropa de ella pronto. Adiós- y antes de que Severus dijera una palabra Anne cortó la comunicación.
Severus no sabía como hacer ahora. Primero decidió reponer su cabello, luego fue a la habitación donde estaba Emely. Entró sigilosamente. Ella estaba sentada de nuevo sobre la mesa empapada. Tenía un frasco en la mano con una rana venenosa dentro. En su mirada se percibía cierto disgusto. Él se le acercó.
- ¿Y esa rana?
- La encontré, es tuya - dijo Emely por primera vez en inglés
- ¿Mía? Gracias, yo… - Emely lo estaba viendo otra vez con aquella mirada ansiosa de algo. Él la cargó y la abrazó. Tal vez Anne tenía razón y sería mejor que estuviera con ella en el verano. Nada tenia que perder.
Ya había hablado con Dumbledore y todo estaba arreglado. La ropa de Emely llegó al día siguiente y ella estaba muy feliz corriendo por toda la casa. A él le sorprendía que ella pudiera hacer hechizos sin necesidad de varita y a la edad de 5 añitos solamente. En la intimidad de su casa Severus se sentía tranquilo, pero su paz se vería turbada.
El timbre sonó. Aquello no le gustó a Severus. Fue a abrir la puerta. Su sorpresa fue mayúscula. Parado frente a él estaba su hijo Sean de 7 años junto a un montón de guarda espaldas.
- ¡Hola papá! – dijo Sean en rumano
- Sean, ¿Qué haces aquí?
- Mi mamá me envió a que pasara las vacaciones contigo. Aquí esta su carta – dijo mientras sacaba un sobre de un bolsillo
- ¿Y estos? – dijo viendo despectivamente a los de seguridad
- Mi abuelo no quiere que viaje solo.
- Tu abuelo - dijo Snape – no se pueden quedar
- No lo harán- dijo sonriendo – ¿me dejas pasar? – costumbres de los vampiros preguntar eso
- Eh, claro - Sean entró y Severus cerró inmediatamente la puerta. Lo último que le faltaba era tener vampiros en su casa.
Emely quien estaba comiendo un sándwich salió a la sala a ver si era su "abuelo" Dumbledore, pero se llevó una decepción al ver a un chico.
- ¿Quién es ella? – preguntó Sean al verla
- Soy Emely – le respondió en el mismo idioma - ¿Y tú?
- Yo soy Sean Snape - Severus dejó que ambos hermanos se presentaran mutuamente ,pero no sabía como reaccionarían
- Yo también soy Snape – dijo ella mordiendo el sándwich
- ¿Papá? - dijo buscándolo con la mirada
- Él no es tu papá, es el mío – dijo Emely en un ataque de celos
- Emely, él es mi hijo Sean, o sea tu hermano - Sean lo miro con cara de ¡Qué! – No me mires así. Ella es mi hija también.
- Pero mi mamá no tiene más hijos - dijo Sean razonando
- Es tu media hermana porque ella es hija de otra mujer
- Ah - dijo mirando a Emely despectivamente.
- ¿Por qué no vas y llevas todas tus cosas al cuarto?
- Claro
- ¿Por qué no le acompañas? –le dijo sutilmente a su hija. Emely le siguió pero no precisamente para ayudarle.
La casa de Severus no era grande ni suntuosa como la de la madre de Sean. Tenía tres habitaciones un baño y varias estancias más. También contaba con buena iluminación que él tapaba con gruesas y oscuras cortinas. Ahora Snape tenía un grave problema. Sus dos hijos estaban juntos en la misma casa y él bien sabía que ninguno tenía un buen temperamento. Lo mejor era que el encuentro había sido a temprana edad y no en la adolescencia donde de seguro hubiese sido una verdadera catástrofe.
- ¿Qué me ves? - le preguntó Sean a la niña que tenia frente a sí.
- Nada
- ¿Qué quieres?
- Nada – dijo ella de nuevo. Sean la miró de reojo. Él siempre había sido el niño mimado de la casa, pues el resto de sus hermanos eran muy mayores para que su madre le prestara atención.
- ¿Te quieres ir de mi habitación?
- No – dijo en tono resuelto Emely. Ella siempre había sido hija única y no estaba dispuesta a compartir a su padre de medio tiempo. Pronto se armó una guerra de almohadas seguida por ciertas explosiones mágicas.
Severus los tuvo que separar. Después de la cena los mandó a ambos a sus respectivas habitaciones. Emely estaba llorando y Sean malhumorado. Amaneció en el medio del caos. Dumbledore llamó a Snape en un muy mal momento para que fuera a resolver algo. Severus tenía la obligación de ir pero le daba miedo dejarlos a los dos solos aunque estuvieran dormidos.
Aquel seria el día más importante en su vida. Por fin se casaba. Estaba radiante. Clarise por fin iba a dejar atrás su apellido de soltera para casarse. Se casaría con B. Piantini, su amigo caza recompensas. Él siempre fue muy bueno con ella y amaba a Charles como si fuese su propio hijo.
Cuando Severus Snape regresó a su casa la encontró en un total caos. Sus hijos habían estado jugando y corriendo por toda la casa y si había algo que no se había roto era pura suerte. Al parecer sus hijos habían arreglado sus diferencias. Los encontró en la cocina, a Emely con un enorme trozo de carne en sus manos y Sean con unas cuantas cáscaras de frutas a sus pies.
- Oye papi, ¿Puedo ser vegetariana?
- Bueno - Severus se sorprendió ante la pregunta pero recordó la nueva dieta de Sean. Para evitar que se volviera vampiro completamente Severus le impuso una dieta vegetariana que su hijo llevaba muy bien. – Eso pregúntaselo a tu madre. Han destruido toda la casa
- Oh no, solo jugábamos – replicó Emely mordiendo la carne
- Si, solo nos divertíamos. ¿Puede Emely ir a vivir a mi casa?
- Pregúntaselo a tu madre, aunque no creo que ella acepte
- A mí me gusta pasear - dijo Emely
- Si, llévanos de paseo - dijo Sean
Las semanas siguientes no fueron muy distintas. En todo el tiempo en que ambos estuvieron con su padre la casa nunca estuvo arreglada y él nunca tuvo paz. Al final de las vacaciones estuvo muy feliz de enviarlos de regreso a ambos con sus respectivas madres. Sean estaba triste porque quería que su hermana se fuera a su casa. Emely le prometió que le escribirá, cuando supiera cómo hacerlo.
Uno año después…
Anne Frank se encontraba ahora buscando una población escondida y escurridiza en los densos bosques de Europa Oriental.
- ¿Emely? ¿Emely? Ah esta niña se esfumó de nuevo - dijo Anne sacando su localizador para rastrearla.
Emely se había escabullido sin querer entre la espesura del bosque y había seguido un extraño sonido que la llamada. En un pequeño claro encontró lo que lo producía. Un pequeño bebe unicornio estaba atrapado con un lazo del diablo y estaba gimiendo por su madre. Emely se acercó cautelosamente. El potrillo era dorado con un pequeño cuerno en la frente y la miraba expectantemente.
- ¿Emely? ¿Dónde te has metido?
- Por aquí – dijo a todo lo que sus pulmones le permitían
Su madre entró en el pequeño claro entre penumbras. Primero vio a Emely y luego a lo que su hija miraba incesantemente. Se sorprendió, pero antes de liberarlo quería tomarle una foto con su hija. Al acercarse noto algo que la dejó aun mas sorprendida.
Los unicornio son criaturas mágicas con un cuerno en su frente y los caballos alados son eso, pero este era un ejemplar híbrido. Una mezcla entre unicornio y caballo alado dando como resultado un unicornio alado. Era simplemente extraño.
- Mami, ¿Crees que se halla extraviado?
- Posiblemente. Pero mira, ese matorral lo tiene atrapado.
- ¿Me puedo quedar con él? – le preguntó Emely a su madre
- No lo creo, los unicornios no son mascotas
- Pero está solo
- Qué te parece si lo liberamos y lo dejamos en una cerca. Si la mama no lo busca entonces lo llevaremos con nosotras
- Bien.
Y así hicieron, pero en toda la noche ningún unicornio se acercó ni lo busco. Al parecer su madre lo había abandonado y Anne consideró que seria buena idea tener ese raro ejemplar como mascota. Aunque en ningún momento ella pensó en domesticarlo. Por primera vez Anne interrumpió una de sus investigaciones para hacer un viaje a su nueva casa.
Ésta estaba ubicada en una isla que también le pertenecía a ella. La había comprado hacia poco y la estaba habilitando. Como la isla poseía una extensión considerable, Anne decidió tener un ambiente libre con sus criaturas preferidas. Ahí fue a donde llevó al pequeño potrillo. Según lo que estuvo investigando Anne, el potrillo no pasaba de un año de edad. Emely lo nombró Pegaso. Ambas se quedaron con él un mes para asegurarse que su alimentación fuera la correcta. Después de eso Emely solía viajar frecuentemente a su casa para verlo, siempre que su madre le consiguiera un traslador claro.
Charles había crecido mucho. Ahora tenía 7 años. Tenía una familia, quería mucho a su padrastro y a su hermanita Francesca. Pero algo le parecía muy insólito. ¿Por qué nunca había visto ni una sola foto suya? De la hermanita había un montón por toda la casa pero de él ninguna. Eso lo tenía muy desconcertado, al igual la ausencia de espejos.
Él siempre había sido un niño sano pero en su ciudad había surgido un brote de sarampión del cual el fue contagiado. Ahora tenía un montón de bolitas por todo el cuerpo que le escocían. Estaba buscando a su madre en su nueva y grande mansión, que tenia un montón de lugares secretos con armas y otros utensilios de oficio.
- Mami - llamó Charles en italiano – ¿Dónde estás? – decía mientras iba abriendo puertas buscándola. Detrás de una de ellas encontró un amplio baño que tenia un magnifico espejo. Él solo quería ver la magnitud de su enfermedad. Se acercó y vio su imagen reflejada. – Uf, que feo estoy - fue lo que pensó Charles mientras se rascaba una pierna - ¿Mami? – siguió llamando mientras cerraba la puerta.
Unas semanas después Charles estaba sano y sin una marca en su piel. Estaban todos de paseo en un parque y Charles se acercó a una fuente para jugar con el agua. Clarise trató de detenerlo pero era muy tarde él se estaba viendo en el agua.
- No quieres jugar mami, ¿Por qué estas tan blanca?
- Eh… - dijo ella sin entender – no, ¿No te has visto en el agua?
- Si
- ¿Y?
- Sólo es mi imagen – dijo pensando que su madre era rara - vamos a jugar
- Claro - pero en sus adentro Clarise estaba muy feliz pues por fin podría tener espejos en su casa.
- ¿Adonde vamos mami? – le preguntó Charles a su madre días después
- Vamos a cazar a alguien
- ¿A una persona?
- No a un vampiro - dijo su padre
- ¿Por qué no me quedé en casa?
- Porque no teníamos con quien dejarte
- ¿Y porque Francesca no esta aquí también?
- A ella la dejamos con la vecina
- ¿Y por…?
- Charles, ya haz silencio – le exigió su padre
- Está bien.
A decir verdad no era un vampiro a quien ellos iban a cazar sino una vampiresa. Su nombre: Juno Zervos, delito: comer demasiados brujos en poco tiempo, precio de la cabeza: viva 2000 galeones. El precio tan elevado era debido a que se había comido a todos los que la habían ido cazar y además a ningún brujo le gustaba meterse can algún descendiente directo de la casa "real".
Llegaron a la hermosa casa en Grecia perteneciente a Juno. Era de día, así que era muy probable que estuviera durmiendo. Según sus investigaciones, actualmente se encontraba sola sin ninguno de sus "hijos". Mediante un hechizo lograron entrar. Se le ordenó a Charles esperar afuera, pero claro que lo dejaron "armado" en caso de emergencias.
Sus padres estaban dentro. Charles estaba aburrido afuera. Un chico se le acercó con curiosidad.
- ¿Qué haces en mi patio? – le preguntó autoritariamente, pero como hablaba en griego y Charles no sabía ese idioma no le pudo responder. El chico se puso a la ofensiva pero intentó hablarle en ingles.
- ¡Ah! Que qué hago en tu casa, ¿Eso me decías? Yo estoy aquí con mis padres, ¿Tu vives aquí?
- Si
- Entonces, ¿Eres un vampiro?
- No, no lo soy. ¿Acaso me ves colmillos largos? Y si fuera vampiro no estaría caminando en plena luz del día
- Es cierto. Soy Charles Black
- Sean Snape
- Mucho gusto
- Para mí no
- ¿Eh?
- A mí también me da gusto - mintió
- ¡Oh!
- ¿Quieres entrar? – le preguntó Sean
- No sé. Me dijeron que me quedara aquí. - Sean ya estaba abriendo la puerta y Charles, que no quería quedarse solo, lo siguió.
- ¿En que trabajan tus padres?
- Son caza recompensas
- Espero que mamá no los haya mordido – dijo maliciosamente
- ¿Tú mamá?
- Si, es vampiro. Y si se lo dices a alguien te va a comer
- Está bien no se lo diré a nadie. – Charles estaba callado siguiendo a Sean por los pasillos – ¿Vas a la escuela?
- No. Tengo un instructor privado y una gran biblioteca. ¿Tú vas?
- Claro. Aunque no es tan necesario. Yo soy un bru… - pero Charles se acordó que no debía decir eso
- ¿Un brujo? Yo también.
- En serio. ¿Cuántos años tienes?
- 9 ¿y tú?
- 7
- ¿Dónde vives? Porque tienes un acento extraño
- Soy de Italia
- Ah, entonces podemos ir a la misma escuela de magia
- ¿Tú crees?
- Seguro. Ya llegamos. – Sean abrió la puerta y vio a su madre hablando hostilmente con dos personas con varitas – Mamá, ¿podrías no morderlos? – los Piantini se le quedaron viendo. Se suponía que ninguno de sus hijos se encontraba con ella.
- Claro que no los morderé, ¿Por qué tanto interés?
- No quiero que lastimes a los padres de mi nuevo amigo – dijo señalando a Charles que se encontraba tras él
- Ya veré como resuelvo esto, ¿Por qué no lo llevas a jugar contigo a tu cuarto?
- Claro. ¿Vamos?
Llegó la noche y Juno todavía tenía invitados. Hizo algunas llamadas y averiguó la causa del mal entendido. Alguien la había acusado injustamente pues ella sólo se alimentaba de los bancos de sangre. Como la recompensa perdió valor los Piantini decidieron marcharse. Charles no quería irse, pues no tenía muchos amigos por donde vivía. Sean le prometió que le escribiría.
Desde ese día nació una amistad entre Sean y Charles que duraría el resto de sus vidas, cosa que hubiese espantado a ambos padres pues jamás se llevaron bien.
Ya había pasado el verano. Todavía en Inglaterra hacía calor. Con sólo 7 años Nahiony Darcy estaba pasando por una de las enfermedades más complicadas y dolorosas. Ella padecía de cierto tipo de cáncer. Al principio del año comenzó a mostrar lo signos y a mitad de año fue diagnosticada positivamente. Ahora estaba tomando quimioterapia. Había perdido todo su cabello rubio y rizado. Estaba muy delgada y pálida. Sus ojos estaban tristes.
Su hermano estaba descorazonado. Sus padres siempre habían sido sus héroes, pero ellos no podían hacer nada por ella. Al parecer era un nuevo tipo de enfermedad. Nahiony estaba paseando por el parque frente al hospital. Su hermano había ido a comprar unas bebidas. Para que nadie se le quedara viendo llevaba puesto un paño en la cabeza y una gorra, lo que la hacía ver como una niña rebelde.
Caminando cerca se encontraba una niña. Nahiony la vio sentarse frente a una fuente. Parecía estar perdida.
- Hola – le dijo tímidamente
- Hola – le respondió la otra niña más abiertamente
- ¿Estas perdida?
- Por así decirlo. Soy Emely
- Yo Nahiony
- Linda ropa
- Gracias
- ¿Quiere chocolate?
- No, no puedo
- ¿No eres muy joven para hacer dieta? – la chica de la gorra rió. Desde lejos su hermano observaba escondido. Era la primera vez en muchos meses que su hermana reía de veras. Él no le iba a interrumpir
- No, yo tengo 7
- Gran edad. Yo tengo lo mismo
- ¿De donde eres? – le preguntó Nahiony a Emely pues estaba segura de que en su voz se notaba que era extranjera
- Soy de este país, pero mi madre y yo viajamos mucho y por todas partes
- Eso suena muy bien.
- Tú eres de aquí, ¿no?
- Si, que pena que no vivas en este lugar…
- No te aflijas. Si me das tu dirección te puedo escribir. Yo tengo muchos amigos por correspondencia y te puedo añadir a mi lista – Nahiony sonrió de nuevo.
- Gracias – dijo mientras le anotaba en un papel su dirección. – ¿No tienes un ordenador?
- No - dijo Emely preguntándose que rayos era eso
- ¿Cuánto tiempo te quedaras aquí?
- Solo hasta mañana
- ¿Por qué? – dijo afligida Nahiony
- A mi madre no le gusta este país. Pero yo vengo los veranos a donde mi padre
- ¿Están divorciados? Es una pena.
- Pero ni siquiera se han casado - dijo Emely como si aquello fuera algo normal – es más, tengo un medio hermano mayor que yo que vive en Grecia. Casi debe tener 10 años - dijo pensativamente
- Tu familia es rara. La mía es de sólo doctores.
- ¡En serio! Mi mama estudió medicina también. – Emely se calló por un momento - ¿Qué tal si me quedo en tu casa hoy y así podemos seguir hablando? Como en una pijamada
- Yo… - dijo Nahiony un poco pálida y nerviosa – mis padres…
- Si es por eso le puedo decir a mi mama que les diga a tus padres que soy una amiga de la escuela y…
- Yo… - comenzó otra vez Nahiony esta vez con lágrimas en los ojos – yo no voy ya a la escuela. Yo…
Todo ese momento unos chicos habían estado jugando en el mismo parque. Eran del tipo que les gusta molestar a los demás sin importar quien sea. Habían estado cerca y como no tenían que hacer decidieron robarle la gorra ala niña pálida. Mientras Nahiony trataba de decirle a Emely su condición, antes de decirle una palabra los traviesos mocosos le quitaron la gorra y con esta se fue le pañuelo que le cubría la cabeza.
Karl, que estaba cerca se enojó y les arrebató la gorra y el pañuelo a los chicuelos. Emely miraba desconcertadamente a su nueva amiga. Estaba calva. Nunca había visto a una niña calva. Nahiony se paró. Pensaba que emely la miraba de esa manera reprobatoriamente. Karl fue en su socorro y se la estaba llevando cuando Emely pudo reaccionar.
- ¡Oye! - la llamó - ¿Por qué te vas?
- Yo…
- Deja a mi hermana en paz – dijo Karl ofensivamente
- Pero yo solo quiero hablar - dijo Emely
- Yo… - dijo Nahiony deteniéndose – yo estoy muy enferma. Estoy tomando un tratamiento en el hospital de enfrente y el tratamiento me ha dejado sin cabello – dijo tratando de explicarse. Ahora Emely comprendía. Había oído decir a su madre de algo parecido para tratar una enfermedad que no recordaba.
- Eso no importa
- Es que estoy interna, mis padres me dejan venir al parque porque estoy algo mejor, pero aun no me dan de alta.
- Pero si quieres me puedo quedarme contigo esta noche – dijo Emely a quien le agradaba la chica
- ¿Karl?
- Iré en busca de la silla de ruedas. – Dijo él – ustedes quédense aquí.
- Los padres de Nahiony lograron comunicase con Anne Frank a quien la idea no le disgustó. Emely simplemente sentía por Nahiony un gran afecto proveniente de la nada. Aquel día fue el comienzo de su amistad, a pesar de que no podrían verse muy a menudo.
¿Y bien? A mi me gusta la parte de Nahiony, ¡Por favor reviews!
