¡Hola! Les recuerdo que Snape y cía. no me pertenecen.
Les dejo con este chap que me gusta mucho :)
Era un bonito 30 de junio. Las clases ya habían terminado y Richard estaba feliz. Aquel día cumplía 11 años. Edad en la que los brujos ingresan ala escuela de magia. No sabía si aquel día iría su padre a visitarlo o no, pero nada, nada le arruinaría ese día, excepto ir a la casa de la abuela.
Últimamente su madre lo mandaba a seguido a pasar días donde su abuela y la verdad, a él no le molestaba tanto ya. Había descubierto una forma de burlarse de ella, después de todo para algo le tenía que servir ser animago. Cuando iba a la casa de la abuela, solía transformarse y la pasaba casi todo el tiempo como lobo. Algunas veces se ganaba unos buenos escobazos por andar comiendo en la cocina de esa manera, su abuela pensaba que era un verdadero lobo, pues ella no sabía que él era animago. Lo malo de esta costumbre era que ahora tenía cierta afición por las ratas de campo y los conejos.
Remus fue a tiempo para el cumpleaños de su hijo. Sería celebrado en la casa de su madre. Él estaba muy orgulloso de Richard, no solo por ser animago, sino por haberse comportado muy bien con los muggles y por ser un buen chico, a su manera. Él, además, iría a la muy prestigiosa escuela de magia: IMA, Instituto de Magia Avanzada, que estaba en Japón. El solo ser aceptado allí ya era un logro.
En Australia.
Leslie tenía últimamente problemas muy graves. No es que nunca los hubiese tenido, pues ella era adicta a meterse en líos y asuntos peligrosos. Pero esta vez ella no lo había provocado.
- ¿Pero como es que llegaste allá?
- No sé. Yo solo me dirigía a casa y me extravié. Yo no lo hice a propósito tía Abi
- Está bien, te creo. Pero, ¿Cómo te vas a extraviar yendo a casa?
- No tengo la menor idea
- Creo que es hora de ir al doctor – Leslie puso cara de terror – se que no te gusta pero no tenemos opción. La semana pasada llegaste hasta el pueblo próximo dirigiéndote al supermercado de la otra cuadra.
- ¡Pero tía Abi!
- Nada de peros Leslie. Iremos a un especialista y punto.
Se supone en con nueve años una niña sea capaz de ir de su casa a la escuela, pero últimamente Leslie parecía perder el sentido de orientación mientras caminaba. El especialista lo confirmó. Para la desgracia de ella, siempre tendría que andar con su primo.
Ella no lo odiaba. Es más, ellos eran los mejores amigos y siempre se habían llevado muy bien. Cuando eran más chicos siempre jugaban juntos igual que cuando cometían las travesuras. En una ocasión estaban jugando a cortarse el cabello y luego a ambos los tuvieran que llevar a arreglar. Al primo lo tuvieron que pelar al rape porque Leslie le había cortado todo el cabello en algunas secciones y a ella la pelaron tipo niño porque su cabello había quedado muy corto. Desde aquel entonces ella siempre tenía un corte varonil, así era mejor para ella, pues no era muy dada a las cosas femeninas.
- Sean – llamó Mary Jane medio ida – te llegó una carta…
- ¡Dámela drogadicta! – le dijo mientras le arrebataba la carta a ella
- ¿De quién es? – le pregunto el pianista
- Es de la escuela de magia Grecorromano – dijo mirando hacia donde estaba su madre
- Vaya, vaya – dijo ella con una sonrisa – Yo pensaba enviarte a Drumstrang
- Y papá quería que yo fuera a Hogwarts – dijo él viendo el sobre
- Oh bueno, les decimos que sí y ya. Creo que es una buena escuela.
Sean se fue hacia sus aposentos con el sobre y la carta. Desde que había aprendido a leer su padre le enviaba libros de magia, algunos de magia muy oscura. Además, le había impuesto un dieta vegetariana, para evitar que el fuera un vampiro completo. De seguro estaría muy feliz de saber que entró en una escuela de magia decente. Le escribió una carta acerca de lo sucedido y que opinaba de ello. Le envió otra a Emely, que estaría por algún lugar lejano sobre el mismo asunto.
Ella nunca había tenido problemas con eso de ser bruja o no. Ella simplemente lo era, y posiblemente lo que más le molestaba a él, era que ella supiera hacer magia tan fácil. No es que a Sean le costase hacer algún hechizo, pues ya sabía varios, pero ella era bastante talentosa y él la consideraba mejor. Pero pronto eso acabaría. Al entrar a la escuela él aprendería más. Tendría su propia varita y podría hacer toda la magia que quisiese. Se acordó que le debía enviar una carta con las noticias a Charles.
Unos días después él fue a comprar sus útiles con Mary Jane, pues su madre no estaba de humor para eso. Lo primero que hizo fue comprar la varita, que tenía el centro de nervios de dragón. Luego compró los libros y el resto del material. Cuando regresó a su casa Severus estaba esperándolo. Le dio un fuerte abrazo. Por fin sus deseos se harían realidad. Su hijo estudiaría magia. Estuvo con él el resto del día.
Emely le envió una invitación a pasar el resto del verano con ella en un país exótico del sureste asiático. El aceptó gustoso, pues a partir del 1ro de septiembre no saldría mucho.
Llegó el 1º de septiembre. Richard se montó el tren que lo llevaría al IMA. Su madre lo despidió de lo mas cursi, llorando y diciendo, mi bebe ya está grande. Llegaron a la institución ya en la noche. El colegio era enorme. Un castillo estilo japonés con vastos terrenos. Tenía dos lagos, uno dentro del castillo y otro fuera. Supo que el campo de Quidditch no estaba muy lejos. El IMA tenía ciertas semejanzas con Hogwarts como el que tuviera cuatro casas, pero eso fue producido por los japoneses amantes de la cultura occidental. Las casas eran Grulla, Lobo, Tigre y Dragón, siendo esta ultima la de los mejores estudiantes, aunque había excepciones.
Como era de esperarse Richard cayó en la casa lobo, no porque sus aptitudes no fueran buenas, sino porque tenía alma de ese animal.
Sean ya había regresado de una no muy gratas vacaciones con Emely y su madre. Anne lo había tratado de dejar botado casi todo el camino y Emely lo tenía que estar buscando todo el tiempo. Pero las perspectivas se arreglaron desde que regresó a su casa. Al día siguiente iría al colegio de magia.
Estaban en el puerto. Un barco los llevaría a la isla en que estaba situado el Grecorromano, colegio de magia desde hacia miles de años. Ubicado en el mar Adriático, en una isla que no se podía ubicar en ningún mapa, era el centro de estudios de los estudiantes de Grecia e Italia. La isla era grande y el castillo imponente. El uniforme consistía en túnicas blancas, tipo antiguo, pero muy cómodas. En la isla había también cuevas, acantilados y ruinas. El clima era estupendo, aunque a veces en verano era algo húmedo.
Había tres "casas", por así decirlo, en el Grecorromano. El olimpo, donde estaban todos los buenos estudiantes, quienes tenían todos los privilegios y habitaciones para ellos solos. Los mortales, quienes eran el resto de alumnado y todo el primer año; y por últimos el inferno, donde estaban los malos estudiantes, ciertos rebuseros y otros casos de delincuencia. Había también en este lado alumnos brillantes, pero con muy mala reputación.
Como Sean pertenecía al primer año fue a una de las habitaciones comunes para chicos. Los baños eran al estilo romano, es decir, eran como una enorme piscina. Los había "públicos", para todo el alumnado y "privados", para prefectos y otros tumba polvos. El profesorado estaba compuesto por descendientes de los "dioses" de la antigüedad pero lo que más caracterizaba a la institución era la logia secreta de los Siete Mares o, también conocida, como La Orden de Poseidón. Por culpa de esta la institución estuvo cerrada durante 500 años, pero aún así había sobrevivido.
A medida que pasó el segundo día Sean se dio cuenta del porque no la querían. Ellos se daban la tarea de torturar libremente a todos los del primer año que se encontrasen mientras estuviesen en actividad y no respetaban a nadie, excepto al director, quien era el único capaz de poner fin a sus brutales fiestas.
- ¿Los Masai son brujos? – le preguntó Emely a su madre
- No, tienen a un brujo como curandero, pero no son un pueblo mágico
- ¿Y por que nos quedamos con ellos?
- Porque son interesantes - le dijo Anne a su insaciable hija. Se quedarían un tiempo con ellos para ver sus costumbres. A pesar de la quejadera de Emely ella ya había entablado amistades con los chicos de la aldea.
Anne acostumbraba a quedarse cierto tiempo para analizar y estudiar ciertas facetas de un pueblo. Con los masai se quedarían unos tres meses, o más.
Los primeros meses de Richard en el IMA fueron muy normales. Gozaba de buena reputación entre los chicos y ciertas chicas, había descubierto lo básico de las extrañas cosas que solían ocurrir en una institución mágica. Terminando el mes de octubre conoció a una persona muy intrigante. Tenia cerca de 13 años y hasta el momento le era desconocida. Habían corrido ciertos rumores sobre una chica muy enfermiza de ese año. Supuso que era ella al verla. Estaba pálida y precia cansada y maltrecha. Por alguna extraña razón esos síntomas se le hacían familiares.
La saludo y siguió de largo. Su sensitivo olfato lo llevó a descubrir olores familiares. Le era obvio. Ella era licántropo. Pensándolo mejor, hacía poco había habido luna llena. Trataría de entablar relación con ella, pues le parecía muy interesante.
Si había algo que llamara la atención en el Grecorromano era que un novato de primer año pudiera evadir por tanto tiempo como dos meses los golpes de la logia. Sean se había librado varias veces de las golpizas generalizadas que la logia solía organizar cuando se aburrían. El no tener ninguna marca de golpes recientes, o haber ido siquiera a la enfermería las dos primeras semanas lo hacían una especie de ídolo para los nuevos. Pero la logia estaba muy contrariada por este hecho. Jamás, ningún chiquillo se les escapaba y se lo habían hecho saber públicamente. Hacía ya una semana cuando las amonestaciones comenzaron. Primero le llegó un black mail, correspondencia "diabólica" para todos quienes veían venir el sobre negro sellado con un escudo azul brillante.
Normalmente los black mails se le enviaban en privado a los desafortunados, pero ese era un aviso público de condena. Todos estaban asustados. Nadie quería ser el dueño de la carta. El sobre cayó en manos de Sean, junto con una especie de desgracia. Desde que había llegado al grecorromano había sido bien acogido por todos sus compañeros pero ante una carta formal de la logia, nadie se quería juntar con alguien tan desgraciado.
Había llegado Halloween. Desde que despertó encontró regalos de sus seres queridos. Su padre le había obsequiado una colección de libros oscuros dignos de leerlos Voldemort y también alguna otra cosa. Su madre le había obsequiado una cuenta bancaria con un inicial de 500 galeones netos, a la cual se le añadía su antigua cuenta de la infancia con un monto superior. Mary Jane le obsequió un hermoso libro para torturar a sus amigos y Menino le envió una carta. Emely le envió un frasco con veneno de algún extraño animal y cómo usarlo, además de buenos deseos. Su amigo Charles lo invitó a pasar las vacaciones de navidad con él en un lugar especial para hacer un nuevo tipo de Quidditch llamado Freestyle. Su regalo favorito, como casi siempre, fue el de su abuelo, que le había regalado un auto deportivo último modelo. Le encantaba ser miembro de una familia de vampiros ricos.
Después de pasar un día tomando clases la cena fue algo muy agradable. Pero todos los del segundo año en adelante sabían que ese día la logia solía celebrar masacres, aunque no estaban muy preocupados, pues les había quedado bien claro quién sería la víctima de este año. Ese día en especial nadie, pero absolutamente nadie había hablado con él, ni si quiera en clases, por si las moscas.
Se dirigía por un sinuoso pasillo. Los oía venir. Los estaba esperando. Estaba cansado de que nadie le hablara por su culpa. Se hizo el distraído y pronto estuvo rodeado por los encapuchados. Tenían túnicas de distintos colores y llevaban mascaras que cubrían sus rostros. Estas eran blancas y solían expresar lo que ellos sentían como alegría al ver a una presa fácil o unos ojos muy coléricos.
- Los esperaba – dijo con una calma muy molesta para los encapuchados
- ¡Tú! - dijo una voz tras una mascara - ¿Quién te crees para dirigirte en ese tono a la logia?
- Bah, ustedes son un montón de maricas que se ocultan tras unas mascaras
- ¿Cómo has osado llamarnos mocoso? – le dijeron a coro el grupo que precia de mayor prestigio
- Pues eso, unos farsantes
- Como castigo, tortura hasta que supliques y desde ahí… - todos sacaron sus varitas y algunos también sacaron amas como látigos y bates. Pero Sean seguía ahí, de pie con una ceja arqueada, indiferente a lo que ellos hacían.
Los hechizos volaron, pero como si fuera 10 años mayor los esquivó con gracia y agilidad, después de todo, algún día debía poner en práctica lo aprendido de tantos libros que su padre le había obsequiado y qué mejor momento que ese, para darle su merecido a aquellos bribones. Lo que lo llevaba a actuar de aquella forma era su orgullo, pues aunque tenía una hermana, era el hijo único de su padre, el favorito de su familia y por su puesto, el consentido. No le gustaba como esta supuesta organización le quería arruinar su vida en el colegio, pero él se aseguraría, aunque no de ganarles, de dejarlo humillados al perder la mayoría.
Como se puede esperar Sean recibió sus golpes y conjuros, pero en general casi salió ileso. No puedo decir lo mismo de la mitad de la logia. Muchos de ellos habían sufrido serias cortadas con sus propias armas, otros había sido torturados de varios tipos y muchos habían sido hechizados con tantos conjuros que estaban bastantes desfigurados. Los que parecían ser los jefes llamaron a la retirada dejando a Sean solo a mitad de la noche en un pasillo oscuro de la magnifica escuela. "Solo me hicieron perder mi tiempo" dijo Sean en voz alta mientas se retiraba victorioso del pasillo.
Desde aquel día, los de la logia dejaron de molestarlo. Nadie más sabía la hazaña fuera de los que estaban dentro y no les convenía que lo supieran. Debían hacer algo.
Los tres meses con los masai le habían dado la oportunidad a Emely de conocer bien a los jóvenes de la aldea. En especial se había hecho muy amiga del hijo mayor del jefe, quien le había enseñado a ella como lanzar las lanzas. Se suponía que las mujeres no hacían eso, pero Emely era extranjera y además poseía una excelente puntería. De allí partieron en busca de una antigua aldea de magos. Estaba muy al norte de Europa. Según lo poco que se sabía de ella, pertenecían personas que domaban, en cierto modo, a los dragones.
Y bien, ¿qué les parece? Espero sus reviews.
