Nada de lo que puedan reconocer me pertenece.
Dedicado a Carlos Meza por su ayuda en la corrección de la primera parte de esta historia y a Alicia mi beta.
¿De qué están hechos lo sueños?
II
El material de los Sueños.
La profecía.
Cuando el poder haya desaparecido
Cuando el mal haya regresado
Cuando el emblema haya brillado
Entonces a la cima habrá que viajar
A la caverna oculta de joya y riqueza
Donde yace la más profunda tristeza
Allí se ocultó el poder
Allí fue a dar la esperanza y la fe
Allí encontraran una nueva oportunidad
Pero sólo si pueden sobreponerse a la mayor soledad
Todo depende de la traición
De aquélla que fue encerrada y amada
Y cuando dos joyas lloren por la perdida
Entonces llegará el turno de los heraldos
Pues una nueva misión habrán ellos de enfrentar
El destino y la reencarnación de los elementos los guiarán
Y la victoria alcanzarán
Mayo 14, 1974
Una calle en Londres.
-La profecía acerca del poder de los heraldos, dónde dice como pueden recuperarlos.
Después de aquello se quedaron todos callados. Ale la miró sin entender.
Todos se preguntaban lo mismo: ¿realmente podían volver a poseer el poder?
-No entiendo, se aparece aquí después de abandonarme cuando tenía trece años en una casa, para decirme que hice una profecía que habla de los heraldos. ¡Eso es estúpido!
-¿Por qué?- preguntó la mujer con una sonrisa maternal.
-¡Es imposible recuperar el poder! ¡Me lo habían dicho!
-El poder nunca se pierde, querida Alessandra, ahora déjame pasar que llevó cinco meses viajando por toda Europa, yendo del tingo al tango y estoy cansada.
La chica se hizo a un lado mirando aún de forma huraña a su antigua protectora.
Miss Hallow se sentó en una silla que había conjurado, sonrió a todos y los estudió.
-Veamos.- murmuró- Ustedes deben ser Remus, James, Sirius y Peter. Luego tenemos a las dos pequeñas Alicia y Marina… sí, tú eres Elinor recuerdo a tu aya, tan buena mujer y por su puesto tú, eres Lily.
Se miraron entre sí y Marina se sintió, de nuevo, como una niña de seis años algo ingenua.
-¿Quiere algo de beber?- preguntó Peter rompiendo el silencio de forma educada.
-Oh no, si yo vine a darles unas cosas.
Puso su maleta sobre sus rodillas y la abrió. Estaba más llena de papeles y envolturas que la última vez que la vimos, pero la cajita de madera seguía en el mismo sitio. En cuanto la sacó Ale abrió la boca con sorpresa.
-Veo que la recuerdas, Alessandra. Hiciste la profecía poco después de matar a Oliner, pasaste tan poco a mi cuidado que me sorprende haberla oído. Fue antes de que Hanna Nichelson muriera a manos de Aensley, aún no salíamos de la isla. Antes de aquella guerra por la que escapamos… me diste esta caja y luego entraste en transe.
Con un movimiento metódico abrió la caja. Allí había una rosa negra marchita y vieja, un pergamino roído y una esfera de cristal que todos conocían.
-Fue la que usaron para viajar a la cúpula y esto.- tomó el pergamino.- Es tu profecía.
Le entregó a Ale el pergamino, quien se apropió de él rápidamente y lo leyó con igual rapidez.
-Esto…esto es imposible.- murmuró mientras le daba el pergamino a Lily.- ¿Qué es la cima? ¿Dónde está?
-En las islas. Un buen amigo los guiará…
Marina tomó la profecía y la leyó.
-¿Iremos a las islas?- preguntó Alicia
-Si quieren el poder, deben ir.
Llegó el turno de James para leerla.
-Pero y…- todos miraron a Lily que se mordía el labio inferior.- ¿Y Narcisa? Ella también es un heraldo.
-¡Ahora está del lado de Voldemort!- chilló indignada Elinor. Lily giró la cabeza rápidamente y miró con ira a su amiga. Elinor tembló fuertemente ante aquella mirada furibunda.
-Eso no quita que sea un heraldo, debería venir… ¿podemos hacerlo sin ella?- preguntó con un tono menos fuerte que él que había utilizado para hablarle a Elinor.
-No es necesario, deben ir dos personas, mínimo, y el emblema.
La pelirroja se llevó las manos al cuello y sacó la delgada cadena. Tomó entre sus manos el pequeño símbolo. Objeto tan importante, tan odiado, tan pequeño y tan poderoso. Deliciosa pieza de joyería que brillaba entre las manos de su dueña. Símbolo del dolor y el equilibrio, de guerreros que morían, de la sangre de tantos, de la muerte de miles, signo de un poder infinito y un sacrificio… todo eso era el pequeño emblema de los heraldos. Todo eso era y mucho más. Todos vieron como los ojos de Lily iban quedando vacíos y sin vida mientras los clavaba en el emblema.
-Lo sé, niña.- murmuró Miss Hallow. Lily alzó la vista.- Sé que es difícil, durante mi estancia en las islas, que no fue pequeña, aprendí algunas cosas del poder de los heraldos y sé cuanto duele mirar ese objeto… sé todo lo que quiere decir, jamás pensé que lo tendría tan cerca.
Estiró la mano, iba a tocarlo pero sus dedos se tensaron y luego alejó la mano.
-No…- murmuró.- Es demasiado puro para que yo, simple bruja y humana, lo toque. – negó suavemente.
-¿Queremos el poder de regreso?- preguntó Peter en un murmullo.
-¡Claro que sí!- gritaron Alicia y Ale.
-No es algo que debamos decidir así.- dijo James mientras se levantaba del sillón y caminaba por la habitación.- La última vez no pudimos decidir, sufrimos y vimos sufrir, ahora podemos decidir si lo queremos, si lo necesitamos… si estamos dispuestos a pasar por eso de nuevo.
Sus ojos avellana se calvaron en Lily, que seguía con la vista sobre el emblema, y que al sentir como una mirada la atravesaba alzó los ojos. Lo miró de regreso, por un segundo nadie habló y ellos sintieron que pasaba una eternidad.
-Debemos… debemos hacerlo.- masculló con voz temblante la pelirroja.- Tenemos qué… es nuestra misión… pero no sólo eso, tenemos la oportunidad de salvar a quienes amamos y a miles de vidas… no dejaré morir a nadie más si me es posible evitarlo… yo… yo quiero volver a ser reina del caos, aunque el caos vuelva a introducirse en mí, no importa.
Se miraron por un segundo, Miss Hallow sonreía mientras veía como esos niños (para ella), deliberaban silenciosamente el destino de miles.
-Hagámoslo.- dijo Sirius confiando y sonriendo.
-Sí.- concordó Remus mientras tomaba la revista, que había traído y que se había quedado sobre la mesita, y la tiró en el bote de basura.
-Volveremos a ser un equipo.- dijo Marina.
-¿Cuándo nos vamos?- preguntó James con una media sonrisa.
-Tienen dos semanas para alistar todo.- dijo Miss Hallow y sacó unos sobres de la maleta. Dio uno a cada persona de la habitación.- El braco sale del puerto mágico a las once de la mañana en dos semanas. Las islas los esperan, aún pueden arrepentirse. Ten esto linda.- dijo mientras le daba la esfera llena de vapor plateado a Lily.- Tal vez algún día te sirva de algo.- La pelirroja la tomó- ¿Ale, querida, me acompañas a la puerta?
Alessandra asintió y siguió a su antigua protectora hacia la salida del apartamento. Antes de salir Miss Hallow sacó otra cosa de la vieja maleta, un suéter azul exquisitamente tejido con estambre azul cobalto.
-Para que nunca vuelvas a olvidarme Ale.- dijo mientras se lo daba. La chica lo tomó con manos temblorosas y lo miró con ojos húmedos.
-Yo… yo no sé que decir.
-No digas nada en ese caso.- murmuró afable la anciana.- Cuídate mi niña.
-¿la volveré a ver?- preguntó Ale desde el umbral mientras Miss Hallow se dirigía hacia la escalera.
-Muchas veces los caminos de las personas que se quisieron, como yo te quiero a ti, no se vuelven a cruzarse, pero en nuestro destino está volvernos a ver. Tú deberías saberlo mejor que yo, tú eres la profetiza.- y con una sonrisa amorosa y cálida despareció por la escalera gris.
Ale abrazó el suéter mientras se apoyaba en la pared.
-Querías mucho a esa mujer ¿verdad?- Ale miró a Remus que estaba detrás de ella.
-Sí, pero no recordaba cuanto, hasta ahora que la vi… ella fue la que me salvó de convertirme en aliada de mi padre, ella y sus sobrinas.- y mientras sentía el abrazo de Remus miró hacia la escalera, añorando, como nunca había echo, sus años de niña
Mayo 16, 1974
Park avenue, Londres
Los Bones murieron el 5 de mayo de 1974. Asesinados por el mismo Lord Oscuro, por no unirse a sus filas. Todos los Bones murieron esa noche, todos menos dos. Los menores, Amelia y Thomas Bones, se salvaron, estaban en Hogwarts; pero ahora la pequeña Amelia, de sólo catorce años, estaba sentada en un sillón de satín verde en el piso de su único pariente con vida: Doug Ternis.
Su hermano seguía en Hogwarts, no había podido superar la muerte de toda su familia y no había querido salir del castillo al comprender el peligro que corría. Pero Amelia lo comprendía mejor y sabía que debía arriesgarse, junto a su nuevo tutor había ido al funeral. Muchas personas se habían congregado para llorar y despedirse de los Bones. Ella los miró a todos con los ojos secos y la cara pálida, recibió de todos los invitados un pésame, algunos hipócritas, otro sinceros, y ella supo reconocerlos.
La niña pálida, enfermizamente delgada, ataviada de negro y con la mirada penetrante se veía más muerta que sus parientes en los ataúdes que había a su lado.
Pero ella entendía, entendía porque habían muerto y odiaba a todas las personas que la miraban con lastima. ¡No debían tenerle lastima! ¡No a ella! Y menos ellos que eran hipócritas como todos los seres humanos.
-Yo sé lo que sucede.- dijo a su primo con una sonrisa triste.- Yo sé porque murieron.
Doug la miró intentando descifrar esas palabras que de vez en cuando decía Amelia.
-¿Qué es lo que sucede?- preguntó de forma amable y sin hacerle mucho caso.
-No crees que pueda entender.- contestó, Amelia tenía la vista perdida en la ventana. Llovía y las grises casas de los alrededores se veían difusas entre las gotas. Los ojos almendrados de la niña reflejaban las gotas.
-Sí lo creo. Eres muy inteligente Amelia, pero…
-Soy joven.- terminó ella la frase.- Aún así lo entiendo. Él creé tener el poder para decidir sobre la vida de los demás. Tanta muerte sólo sucede cuando uno creé que puede decidir sobre la vida de otros. Él decidió sobre la vida de mis padres, eligió su fin y los condenó… nadie los ha castigado y mientras no lo castiguen seguirá matando. Por librarnos de los muggles él puede hacer lo que quiera y matar a quien sea, su ideal le da carta blanca… la historia siempre es la misma.
Doug volteó y miró a su prima sorprendido. No había entendido porque Amelia había salido de Hogwarts, pero ahora lo veía claro… ella lo sabía, mejor que todos los brujos del ministerio que no conocían el dolor que ella experimentaba, ella lo entendía.
-Sí lo entiendes Amelia… lo entiendes muy bien.
Se acercó a una caja que tenía sobre la chimenea y sacó de allí un collar.
-Tuyo.- murmuró mientras se lo daba. – Después de unas semanas ya no lo querré.
Amelia tomó el collar entre sus manos y sonrió débilmente. Abrazó a Doug con los ojos llenos de lágrimas, pero no derramó ninguna.
Un silbido agudo hizo que Doug alzará la cabeza y mirara hacia la ventana. Se puso pálido, tenía menos de cinco minutos.
-Amelia.- dijo, la separó de él.- Necesito que salgas por la escalera de incendio y corras.
-¿Qué?- preguntó Amelia.
-Haz lo que te digo. Quieres vivir ¿no? Algún día dictaras las leyes y todos te respetaran, pero debes irte ahora. Corre y busca a una mujer pelirroja en Lake avenue, está cerca de aquí, corre hacia el norte, ella te cuidará. Corre, corre hasta que las piernas te duelan. Y no gires o regreses. ¡Vete!
Amelia lo miró y asintió. Lo abrazó fuertemente y en menos de un minuto corría ya hacía su cuarto, por donde podría salir hacia la escalera. Doug la vio perderse por el pasillo y oyó la ventana abrirse con esterépido y luego como el viento la golpeaba, al mismo tiempo se escuchó por el pasillo un ruido casi imperceptible pero existente: unos pasos.
La puerta se abrió y dio paso a una sombra. Doug la miró y apretó con fuerza su varita, que había sacado momentos antes.
-Ingrid.- murmuró a lo que la sombra, que ya era una figura, rió. Con un movimiento rápido se quitó la capucha y sonrió de forma cruel. Doug no se fijó en su sonrisa sino en sus ojos, que como todos sabían, la traicionaban. Sus ojos mostraban tristeza y desesperación al verlo solo.
-Veo que me recuerdas. ¿Dónde está Amelia?
-Hogwarts.
-¡Mientes!
-Se ha ido.
Ingrid cerró sus ojos.
-Sé que estás aquí para matarme a mi también, Ingrid. Me matarás como mataste a Jessica y Carina, sin compasión y a sangre fría, sé que mi crimen fue conocer a tus amigos.
-¡No son mis amigos!- chilló.- ¡Nunca lo fueron y nunca los serán!
Doug sonrió.
-Niégalo- murmuró- pero no me engañarás a mí. Mátame de una vez y ve a buscar a Amelia.
-No tienes que morir, únete a mi señor y no deberás morir.
-Después de ver lo que te hizo, nunca me uniría a él, no importa cuanto te ame.
Eso desarmó a Ingrid. ¿La amaba? Después de tanto daño, después de tantas muertes ¿la amaba? Su mirada se suavizó. No podía dejarse vencer, debía matarlo… pero él… él la amaba.
-No puedes amarme. ¡No puedes! ¡¿Entiendes?! ¡Soy una Mortífaga!
-Amó a la Ingrid que conocí, tan hermosa, cálida y feliz como la primavera, tan soñadora y frívola como ninguna otra joven. Sé que esa Ingrid está dentro, muy dentro, de la nueva Ingrid, fría y cruel. ¿Acaso no lo sigues amando tú? ¿Acaso no sigues amando a…?
-¡No digas su nombre!- le cortó con un grito.- ¡No hables de él! ¡No lo menciones!
-¡Lo amas! Tanto como yo a ti, lo sé, no mientas. ¡Mátame Ingrid! Sólo, sólo pido que me cumplas un último deseo.
Ingrid comenzaba sentirse perdida.
-En nombre de nuestra antigua amistad te ruego algo.
Su amistad. Allí estaba uno de sus mejores amigos. Estaba allí de pie, ella iba a matarlo y todo el dolor que había sentido al matar a Jessica y Carina afloraba. ¡Lo iba a matar! ¡A él! ¡Al chico con quien peleaba en los pasillos y con quien jugaba a las orillas del lago! ¡Iba a matarlo! ¡Iba a morir por sus manos! Los gritos de Carina. ¡Asesina! La había llamado asesina, traidora, demente… ninguna de las dos había rogado ni había hablado de amistad, le habían hablado con odio y Doug tenía que hacer lo mismo. ¡No hablar en nombre de una amistad! ¡No hablar del pasado! ¡No quería recordar el pasado!
-Te pido que sonrías, Ingrid. Déjame morir mirando tu sonrisa… no importa que muera en tus manos.
Ingrid comenzó a sentir lágrimas acumularse en sus ojos. Levantó la varita mientras sonreía.
-Sí, así.- dijo Doug que le sonrió a su vez.
Ingrid sonrió suavemente, ya había lágrimas corriendo por sus mejillas. "Debo tener deseos de matar" pensó "Debo matarlo, quiera o no"
-Adiós Doug- el chico asintió y cerró los ojos.- Avada Kedavra- murmuró Ingrid. Y su amigo cayó tieso a sus pies con la sonrisa en su rostro.
Ingrid soltó la varita y cayó de rodillas junto al cuerpo inerte de su amigo. Apoyó su cara en aquél pecho y comenzó a llorar.
-Perdóname Doug, perdóname.- chilló desesperada mientras aferraba sus manos al cuerpo de aquél hombre.
Y fue en ese momento cuando Lily Evans abrió sus ojos. Con un gritó se levantó de su cama, aún no lo había asimilado, pero sabía que debía hacer. Se puso sus zapatillas, tomó un suéter. Bajó las escaleras corriendo y salió del edificio con la misma rapidez.
El destino le había hecho estar en Londres ese día, tenía que buscar a Amelia, tenía que. No la matarían.
La lluvia la empapó al instante, pero eso no la detuvo. Mojada y temblando corrió por las calles buscando a una niña entre la lluvia que nublaba su visión. La vio, en una esquina encogida sobre el asfalto.
-¡Amelia!- gritó.- ¡Amelia!
La niña giró la mirada y se levantó temblando, tratando de huir de aquella figura que la conocía y se acercaba.
-¡No corras!- gritó Lily.- ¡Soy una amiga!
Amelia se paró. Su cabello castaño estaba pegado a su pálida cara al igual que su ropa, temblaba de pies a cabeza.
-¡¿Cómo lo sé?!- preguntó.- ¡¿Cómo sé que eres amiga?!
-Fui amiga de Doug, lo fui hasta esta noche. Soy Lily Evans, me viste en el funeral de tus padres.
Amelia miró a la pelirroja frente a ella y asimiló las palabras.
-¿Entonces es cierto? Él está… está…- soltó un quejido y corrió hacia Lily. La abrazó al instante, necesitaba un abrazo, necesitaba sentir que había alguien junto a ella. Pronto soltó a la mujer y cayó de rodillas.
Lily comenzó a llorar también repitiendo en su cabeza sus palabras. "Fui su amiga, lo fui hasta esta noche". ¡Estaba muerto! A manos de Ingrid había muerto.
-Sí es cierto.- murmuró sin saber de donde había sacado la voz. Luego también se tambaleó y se arrodilló junto a Amelia. La abrazó con fuerza.
-Todos me han abandonado.- murmuró la niña que lloraba.- Todos me han abandonado, él se los ha llevado a todos, sólo me queda Thomas. Thomas que no comprende que estamos en guerra. ¡Me han dejado todos!
Lily oyó los gritos de esa niña en quien no había visto rastro de lágrimas durante el funeral. Ahora ambas tenían la cara empapada, por la lluvia y el llanto, y sus ojos comenzaban a enrojecerse como sus narices.
-¡Él se los llevó! ¡Me dejó sola! ¡Me los arrebató! ¡¿Quién es él para decidir?! ¡Doug, mamá, papá! ¡Ayuda!
Lily lloraba, su propia pena y la de aquella niña. Además de que comenzaba a odiarse. ¡Era su culpa! ¡Doug la conoció y murió! ¡Jessica, Carina! ¡Todos! ¡Miles lloraban sus perdidas y los cementerios se llenaban!
-Ven.- dijo mientras ayudaba a Amelia a levantarse.- Vamos a mi casa.
La niña se dejó llevar mientras lloraba. Lily sintió las gotas de lluvia y entre ellas se prometió algo. Esta vez no fallaría, no volverían a sufrir si podía evitarlo, recuperaría ese poder y cargaría con esa maldición. ¡Cualquier cosa era mejor que ver a esa niña llorar y gritar por sus muertos!
Y en ese momento recordó algo. Ingrid también lloraba… Ingrid… abrió sus ojos con sorpresa… Ingrid seguía siendo humana, en el fondo, seguía siendo humana. Y extrañamente eso reconfortó un poco a la pelirroja.
Mayo 21, 1974
El bar plateado, Londres.
James Potter miraba por la ventana de El Bar Plateado, esperando. Sus ojos se movían ansiosos de la calle a la barra. El bar, tan popular en esa época, era un punto de reunión para miles de magos. Era tan distinto al caldero Chorreante, estaba del otro lado de la ciudad y tenía ventanas que daban hacia el río.
Los meseros ya conocían a James y la hija del dueño se había enamorado de él. La muchacha llamada Jasmine se acercó moviendo las caderas de forma provocadora, llevaba una bandeja llena de bebidas; pasaba entre las mesas con aire galante y con una sonrisa que bien hubiera podido competir con la de Sirius Black. La despampanante joven dejó al último la mesa de James y cuando dejó una cerveza de mantequilla intentó comenzar una conversación con el joven Auror.
-Vi tu foto en El Profeta la semana pasada.- dijo.- Decía que atrapaste quince.
-Exageran.- le contestó él, la miró un momento y luego regresó sus ojos avellana a la ventana.
-Seguro que no. Eres el mejor de los Aurors, si a Moody le sucediera algo, seguro que tu serías el líder de los Alfa.
-No le pasará nada, es el mejor. Fue mi maestro por un semestre, es increíble.
-Tú también lo eres, no hay Auror más valiente.
-Conozco a personas más increíbles.
Jasmine bufó. James solía platicar con ella y sonreírle, pero parecía tan ensimismado ese día, hasta era extraño que se hubiera sentado en una mesa y no en la barra.
-¿esperas a alguien James?
-Sí, pero no estoy seguro que ella venga.
Con aquel "ella" las mejillas de Jasmine enrojecieron, la mayor parte del restaurante miraba la escena. Los clientes eran casi todos clientes habituales. La mayoría conocía la preferencia de Jasmine por el Auror y nadie se lo reprochaba. ¿Quién no querría salir con un héroe? Sirius Black también era un buen partido, pero ya salía con alguien.
-Seguro que ella no te dejaría plantado, estaría loca…
-Bueno, es bastante distinta a todas las mujeres, ya lo ha hecho algunas veces y ahora que está enojada…
¿Enojarse alguien con James Potter? Debía estar loca esa mujer. ¡Cómo desearía ella una cita con su amado James! Abrió la boca para decir algo, pero James se levantó y caminó hacia la puerta con paso rápido. Cuando regresó Jasmine miró con horror que lo acompañaba una mujer. Y con furia creciente la miró de arriba a bajo. Era hermosa, ciertamente, y algo le decía que era muy poderosa. Jasmine la odio desde el primer momento.
-¿Desea algo de tomar?- preguntó con sorna. La mujer negó.- ¿Y tú, James?
-Nada, gracias.
Jasmine se molestó y se alejó moviendo las caderas como siempre.
James y su acompañante se quedaron mirando, de pie aún frente a la mesa.
-¿Para qué me llamaste? ¿Para que viera a esa chica?- preguntó Lily Evans desesperada.- No quiero que Amelia se quede sola.
-No le pasará nada en tu casa, lo sabes. Tú misma la encantaste cuando saliste del colegio para que fuera completamente segura, casi como Hogwarts. Además, ¿quién la buscara en Surrey?
-Mis hechizos no son tan fuertes.
-Eso no te lo crees que ni tú, Lily. Eres la mejor hechicera ¿no estás en el ministerio casi desde que saliste del colegio?
-Oh, cállate.- dijo ella cada vez más desesperada.
-Es por el mismo motivo que estás con tus padres, crees que estás segura y que sino al menos podrás proteger a tus seres queridos. Eres algo egoísta.
-¿Lo dices por lo que te hice Potter?- preguntó ella con cólera creciente.- Pensé que lo entendías.
-¡Pues no lo hago!-
James se dio cuenta en ese momento de que la mayor parte del restaurante los miraba, sacó unas monedas y las dejó sobre la mesa. Luego tomó la mano de Lily.
-Vamos a discutir a otro lugar.
En el momento en que caminaban hacía la puerta, Jasmine pasó y tiró sobre Lily "accidentalmente" una bebida de color azul eléctrico.
-Oh, lo siento tanto.- murmuró con una mueca de dolor muy mal fingida.
-No importa.- Lily le sonrió y después salió del lugar seguida por James y la mirada furibunda de Jasmine. Antes de salir Lily ya se había limpiado con un sencillo hechizo.
Caminaron durante un rato en silencio, hasta que Lily se paró abruptamente.
-¿Qué era lo que quería Potter?- preguntó de forma fría.
-Hablar.- contestó él.- No quería entrar al tema de nosotros Lil.
Estaban en un parque, cuyo nombre no le interesó a ninguno de los dos. Se sentaron bajó un castaño grande y frondoso.
-¿entonces que querías?- preguntó ella.
-Hablé con Albus y Alastor sobre tus sueños.
-¿Cuáles sueños?
-Los de Ingrid, la explicación es sencilla al parecer, pero no te gustará.
Lily miró interesada a James.
-Estás unida a ella.- le explicó.- Le salvaste la vida y eso crea un lazo entre los magos. Un lazo muy fuerte y bastante difícil de romper.
Lily se quedó mirando a un perro muy lindo que saltaba para atrapar un disco. James la miraba mientras tanto.
-Lo presentía.- murmuró casi para sí misma.- Tengo miedo de cuando me toque el turno. No quiero pelear contra ella, no podré. Ya haz matado ¿verdad James?
-No he usado el Avada Kedavra si eso preguntas, pero… el ministerio está dando poder para usar maldiciones imperdonables contra Mortífagos y la facultad ha cerrado por completo. Llegan Aurors inexpertos que no entienden que pueden perder la vida y que quiere decir matar a alguien.
-¿Y tú lo entiendes?- preguntó ella con tristeza.- ¿Entiendes que puedes morir y dejarlo todo atrás?
-¿Crees que si no lo hiciera, lucharía? Sirius y yo fuimos promovidos a Aurors Alfa por una razón Lily. Sirius y yo entendíamos que quería decir matar a alguien. ¿No vivimos durante un año entre la muerte y el dolor, no perdimos todo? Es triste Lil, pero los heraldos me dieron la posibilidad de ser el mejor Auror de la fuerza.
-¡Sólo lo eres porque te arriesgas de más! ¡¿Crees que no leo los titulares?! Sé que luchas como si fueran a matarte al próximo segundo, dicen que nada te une a la vida. ¿Es cierto?- la mirada de Lily y la de James se encontraron. La de ella se veía tan triste y era doloroso soportarlo, o lo hubiera sido para cualquiera que no fuera James Potter.
-Sí, me une me amistad con muchas personas, pero ellas están tan al borde de la muerte como yo. Mis abuelos, que no veo desde hace un año porque tuvieron que esconderse. Hay una cosa que evita que muera… aunque ya es sólo un pensamiento.
-¿Qué?- preguntó Lily, aunque estaba segura de conocer la respuesta.
-Tú.-
Se quedaron callados.
-Yo… James…- comenzó
-No tienes porque decir algo.
-No, he estado pensando en esto. Si cuando acabé todo, cuando tengamos el poder de regreso, aún nos queremos… si quieres... yo también te extraño.
James entendió y le sonrió a Lily.
-Nada me gustaría más. Además tu apartamento es más bonito que el mío.
Lily sonrió.
-¿y quién era la chica del bar?
-¿Celosa Evans?
-Eso querrías Potter, eso querrías.
Mayo 24, 1974
Londres, Inglaterra
La muerte de Doug devastó a todos y, al mismo tiempo, renovó sus ánimos para viajar. Elinor Dashwood estaba esa tarde con John, había estado hablándole sobre el colegio. Sentados frente a unas tazas de café la chica terminaba de relatarle su sexto año.
-En el andén vi a James y Lily despedirse, a las seis llegó mi mamá por mí y me separé de mis amigos.
En ese momento se quedó callada recordando el texto que estaba en una caja en su antiguo baúl.
-¿Qué paso después?- preguntó John, Elinor se quedó mirando su taza de café.
-Es difícil seguir, mi mundo se desmoronó ese verano, desde entonces nada volvió a ser igual.
John sintió la tristeza en las palabras de Elinor. Ésta tenía los ojos clavados en la humeante taza.
-No te gusta el cambio ¿verdad Eli?
-No, no me gusta.
-¿Por qué? El cambio es lo único que permanece en este universo.
-Hablas como Marina.
-¿No es tu amiga?
-Sí.
-¿Entonces por qué le tienes rencor?
-No le tengo rencor. Sólo que quería desplazarme.
-A veces eres algo torpe sabes Eli.
La chica miró confusa a John.
-¿Cómo?- preguntó ofendida.
-Oh, vamos no te ofendas.
-No me ofendo, me sorprendo.
-Sí, claro. Eres mala mintiendo. ¿Cuándo te vas?
-El domingo. ¿Haz ido a las islas, John?
-No sabía que existían hasta que me hablaste de ellas.- dijo con una sonrisa.
-Sí, haz ido, sólo que no quieres hablarme de ellas. Guárdate tu secreto.- se levantó y tomó las dos tazas de café. Caminó hasta la cocina y sirvió un poco más del liquido humeante en ellas.
-Bien te diré.- dijo John con tono vencido.- Fui antes de comenzar mi carrera de Mendimago. Mis padres me educaron en casa como sabes y ellos sabían de las islas. Me hablaron de ellas y después de que presenté los EXTASIS fui allí.
-¿Cómo son?
-Fue hace mucho tiempo Eli, al parecer han cambiado mucho. En ese entonces estaban en guerra.
-He oído sobre eso, Ale nos ha contado de la guerra y vi una vez un campo de batalla, un recuerdo de Ale. Pero, ¿Por qué estaban en guerra?
-Los extranjeros comenzamos a llegar y las tribus que habían viajado allí para estar seguras comenzaron a sentir que peligraban. Algunas tribus apoyaron a los extrajeras otras no. Yo llegue casi al final de la guerra, supongo que tu amiga vivió lo peor.
-El recuerdo que vi fue horrible, no sé si algún día podré olvidarlo. Era un campo de batalla a los largo y ancho de éste se alzaban cuerpos y ella estaba allí sentada en medio de esa destrucción. Una mujer llegó a su rescate, más tarde me enteré de que era Hanna Nichelson, conocimos a su padre y hermana… Aensley la mató.
-Bueno, tienes una idea, cuando yo fui se habían comenzando a firmar tratados. Al parecer alguien importante había mediado para que hubiera paz. Pero muchas aldeas y poblados habían sido destruidos. La enfermedad azotaba el lugar, por eso decidí ser mendimago. Para ayudar a las personas como aquellas. Pero no todo en las islas estaba devastado. Son cinco islas y todas están unidas entre sí por grandes puentes que parecen que brillan como ninguna cosa que haya visto. Hay cuatro islas que rodean la mayor que es el centro del país. Cada isla tiene un clima distinto, una flora y fauna que no se encuentra en ningún lugar del planeta. Hay en cada isla la ciudad capital. Todas son hermosas y espectaculares.
-¿Cuál es la montaña más alta?
-Está en una de las islas de afuera según creo. Casi nadie la ha logrado subir y sus nombres están tatuados al pie de la montaña. La llaman La cima del mundo o La Cima. Se dice que hay una caverna cerca de la cúspide, la cosa más hermosa que cualquier hombre pueda ver. Dicen que parece tallada en oro.
Elinor se imagino aquél lugar a donde debía ir.
-Seguro que las islas te recibirán como una reina.- le dijo John.
-¿Por qué lo crees?
-¿Cuántas personas llevan sobre sí los poderes de los heraldos?
Elinor le sonrió sin darse cuenta que hasta entonces ella no le había hablando nunca bien de los heraldos y que él no podía saber que quería decir ser un heraldo ¿o si?
Mayo 28, 1974
El puerto mágico,
Algún lugar cerca de Durnesso, Escocia.
El cielo gris los saludo esa mañana. El olor a sal impregnaba el aire. Las voces y pasos de muchos magos se oían contra el piso de madera podrida. El barco gris plata se veía pequeño, junto a los demás buques. Se movía lentamente a un lado y otro, al compás de la marea.
Alessandra pasó su mirada de los nubarrones grises a sus compañeros de viaje.
Elinor se despedía de John. Sirius y Sara se paseaba por la cubierta del barco hablando, probablemente también se despedían. Los demás andaban por el lugar como poseídos; al parecer tampoco podían creer lo que estaba pasando.
-¿Estás lista?- preguntó Miss Hallow detrás de ella.
-No, estoy nerviosa, es como si alguien nos observará… ya quiero volver a tener mi poder.
-La prisa no es buena. Tardarán más de dos semanas en llagar.
-Es demasiado. No recordaba que el trayecto fuera tan largo.
-Eras una niña cuando lo recorriste y dormiste la mayor parte del camino.
-¿vendrá con nosotros?
-No. Hay asuntos que me llaman a otro lugar.
-Entonces no la volveré a ver.
-Te lo dije ya, mi niña, tal vez nuestros caminos se crucen. Ten fe. ¿Conociste a la pequeña Nelly?
-Sí.- respondió Ale sin entender.
-Nelly Lupin está unida a tu destino como Amelia Bones o Lily Evans. Todas esas personas influyen en ti de alguna manera y si en el destino está un encuentro es probable que éste suceda. El futuro está tan lleno de vueltas y cada segundo cambia, por eso es muy difícil ver el final de los caminos. Ni la misma dama del tiempo conoce más que hechos, que poco a poco se van ensamblando. Nada está seguro, Ale. Deberías saberlo ya.
-¿cómo pueden existir entonces las profecías?
Miss Hallow sonrió y dijo:
-Las profecías hablan de un futuro, de algo que puede suceder. Las profecías son trozos de ese futuro que algunos mortales pueden ver, como tú. No puedes verlo todo, sólo sabes algo una pequeña cosa de todo el todo. Nadie dijo nunca que ustedes vencerían en la cúpula, pero todos, hasta los sabios estaban confiados. Ellos olvidaron algo muy importante.
-¿Qué?
-El corazón humano. El factor que puede cambiarlo todo. Guíate siempre por tus sueños y no pienses en el futuro, creé siempre en ti misma. No existe el bien y el mal como dos polos opuestos y el mundo no es blanco y negro. Es una convicción de blancos opacos y grises. En una guerra los triunfadores escriben la historia y los vencidos deben enseñarla. Nadie es del todo malo, ni siquiera tu padre.
-¿Entonces fallamos por qué alguien no debió hacer lo que debía?
-No, no. Ingrid siguió a lo que pensó que era lo correcto, Lily hizo lo mismo, y tú también. Todos sienten Ale, todos están en busca de ese algo que los llevará a la felicidad. Pero hay tantos caminos para encontrarlo como personas en este planeta. Todas ellas, todas sus decisiones influyen en nosotros y en el futuro. No confíes plenamente en nada, más que en aquello que ya viviste.
Ale miró a su antigua protectora.
-Usted mencionó a Nelly. ¿Sabe algo sobre ella?
-Sí, que será una niña agraciada y feliz. No es necesario saber más. Confía en ti misma y sigue tus sueños Ale, intenta con todas tus fuerzas hacerlos realidad. Un sueño es distinto a un deseo, el deseo puede ser instantáneo y no durar nada, algo vano y superficial, un sueño no. El sueño perdura en nuestra memoria, tanto que el subconsciente nos los muestra a menudo. Confía en que serás feliz.
La vieja mujer abrazó a la que había sido casi como su hija.
-¡Todos a bordo!- gritó una voz. Ale miró el barco o El Navío Gris y luego a Miss Hallow.
-Adiós.- murmuró mientras tomaba la maleta que había llevado para el viaje.
-No digas adiós.- le recomendó Miss Hallow.- Ten una esperanza de que nos volveremos a ver. Hasta luego Alessandra Ryddle y recuerda bien lo que te dije.
-Lo recordaré.- y después de abrazar a la mujer se dirigió al barco para encontrarse con sus amigos. Ya en él miró el puerto y no pudo reconocer a Miss Hallow entre la gente.
Debía recordar aquella nueva lección con la que le había dado antes de separarse de ella hacía años.
"Quien pierde la esperanza se verá tan perdido como aquél que pierde un sueño y tan solo como él que no tiene en quien apoyarse o como seguir"
Sonrió suavemente mientras apoyaba su cabeza en el hombro de Remus.
-¿Y ahora que te dijo?- preguntó él curioso.
-Me aconsejó no confiar en el destino, sino en mí.
Y Remus le sonrió entendiendo porque la anciana le había recomendado eso a la fría y calculadora Alessandra Marie Ryddle.
Junio 5, 1974
El congreso de los sabios, las islas.
Pasó sus ojos pardos por los presentes con una mirada de ansiedad.
-Los rumores corren muy rápido, como veo.- murmuró la Dama del Tiempo con fuerza.- Pero no logró ver si son sólo eso… rumores.
-¡Tienen que serlo!- gritó un rubio con arrojó.
-No pueden ser.- lo contradijo una mujer de extraña belleza, su piel opaca refulgía en la luz de la velas.
-Isabel no puede reencarnar.- contestó el calvo dándole la razón a aquella mujer.- Está aquí, en cuerpo y alma, no hay forma de que regresará. No hay manera de que tuviera una reencarnación.
-Sin embargo.- contestó la mujer.- Hasta los centauros hablan de la reencarnación de la más grande Reina del Caos y su papel en está guerra. Hablan del destino ya los astros y mencionan a una joven, la cual nombran la reencarnación de Isabel, primera Reina del Caos.
Los presentes bajaron las miradas pensando en aquellos. ¿Cómo tendría alguien vivo una reencarnación? ¡Era imposible!
-Isabel murió hace muchos años y regresó a este mundo sin reencarnar, apareció en él por la fuerza del destino. Y si es cierto que tiene una reencarnación sólo hay dos personas en quienes puedo pensar.
La junta se miró entre sí, leyendo la mente de sus compañeros.
-¿Evans y Ryddle?- preguntó el calvo.
-Falta poco para que lleguen aquí.- dijo con autoridad.- Y las maldiciones y profecías siguen mezclándose entre el destino. Hasta a mí, señora del tiempo, me es difícil saber que sucederá con ellos. Dejemos el tema, pues hoy, de nuevo, después de dos años, Miss Hallow nos acompaña después de haber cumplido su misión. ¡Ella, esa mortal, como la llamó alguien en nuestra última reunión, ha cumplido con existo su destino! Ahora debemos recompensarla. Pase, usted, a quién le debemos todo.
Las puertas que flaqueaban la estancia llena de humo se abrieron y la mujer que había sido llamada entró. Aún aferraba en su mano el maletín que la había acompañado.
La soberana se levantó de su lugar y caminando, al parecer, sin tocar el suelo, llegó hasta aquella mortal que se veía tan frágil al lado del ser que conocía todo y lo sabía todo.
-Miss Jeanne Hallow, mujer piadosa, yo al nombre de todos estos hombres le doy las gracias y pido que nos deje recompensarla.
Con un movimiento rápido se inclinó ante aquella mujer. Desde hacía miles de años, nadie había recibido ese honor y Miss Hallow lo sabía.
-No quiero recompensa, ver a mi querida niña de nuevo fue suficiente, pido solamente que velen por ella.
La soberana volvió a incorporarse.
-Descuide, su deseo será cumplido. Ahora vuelva a Italia y vivía lo que le queda como debe hacerlo un mortal tan agraciado como usted.
Miss Hallow asintió y cerró sus ojos. La mujer movió su mano por la frente de Miss Hallow que comenzó a desaparecer, hasta perderse.
-Es hora de dejar al destino actuar. Hemos formado durante los últimos dos años un lanzo que al parecer ayudará a que se cumpla la misión. No nos queda más que hacer que velar por ellos.
Luego se giró a la junta.
-Joven Olliender, acérquese.- él mismo joven al que le habían encomendado una misión importante años atrás se acercó a la mujer.
-¿Qué desea su Majestad?- preguntó inclinándose.
-Cuando vuelvan a Inglaterra confíensele la verdad.
-¿No afectará eso al destino?
-Él destino es mi asunto, no el suyo Olliender. Suerte y preparé el terreno.
Él joven asintió y salió de la sala.
La soberana volvió a su lugar y se sentó. Con un suspiró miró a aquéllos que quedaban en la sala. Su mirada se posó en un hombre calvo al cual sonrió.
-¿Sabes que hacer?
-Sí, Madame.
-Entonces te confió la misión. Una semana, debe durar una semana, ni un día menos ni uno más. Busca a Armando, él hará que confíen en ti.
-Si esos son sus deseos…- el calvo se levantó y alejó como había hecho el joven.
La mujer miró sus manos escamosas y dibujó con ellas en el aire un círculo que se lleno del vapor que flotaba por la sala. Unas figuras aparecieron en él. Miró con ternura a los jóvenes heraldos que cada día se acercaban un paso más a ella.
Junio 11, 1974
Alta mar, a bordo del "Navío Gris"
El Navío Gris estaba casi vació. Era un barco pequeño, comparado con los grandes buques que iban al continente, con suficientes camarotes para una docena de personas.
Era de madrugada cuando Sirius Black, harto de las dos semanas de viaje. No había otra manera de llegar a las islas, eran inmarcables y estaban cubiertas por un hechizo que hacia imposible aparecerse en ellas.
El viaje no había sido hasta ese momento tan malo, la comida era bastante buena. Además de ellos sólo había otras cinco personas en el barco. El viejo Capitán Smith y su esposa, que eran isleños de nacimiento, su hijo, la esposa de este y el pequeño Michael, el nieto. Eran personas muy agradables. La señora Smith (madre) había podido curarle el mareo a Alicia con mucha facilidad, algo que había parecido imposible hasta entonces.
El bebé y su madre estaban tan acostumbrados a aquel viaje y ella, aunque era inglesa, sabía mucho sobre las islas.
Ale se había enterado por ella lo que sucedía en las islas. Las tribus comenzaban a llevarse mejor con los extranjeros, o eso parecía. Y la guerra que se había desatado cuando ella era pequeña, y por la que había salido de la isla, era ya cosa del pasado.
Sirius miraba el mar azul grisáceo con tristeza. Durante todo el viaje había recordado a Sara en los momentos más extraños, pelando papas con la señora Simita madre o jugando Ve a Pescar con Peter y Remus, que aún recordaban el viejo y modificado juego que nunca dejaban de jugar en Hogwarts, y en el cual Elinor comenzaba a darles una paliza a todos los que no fueran los inventores (léase Peter y Remus).
En la noche se lo había dicho a James, que sólo le había contestado que era normal. Tal vez si pensaba en algún recuerdo en específico dejará de pesarle.
Bien, como la había conocido… no. Como se la había vuelto a encontrar, no… tal vez aquella cita… si eso estaba bien…
Marzo había comenzado y Sirius le había prometido a Sara enseñarle los campos de huele de noche que había cerca de Hogsmade.
Fue en la tarde cuando se vieron en le apartamento de Sirius, en ese entonces Sara aún no vivía con él.
-Te van a encantar, la abuela de James solía llevarlo cuando era niño. Cuando "me mudé" con ellos a menudo lloraba y un día me trajo a verlos. Ya casi no había plantas pero fue increíble.
Sara sonrió.
-¿Iremos en tren?- preguntó
-¡¿Tren?!- Sirius se veía ofendido.- ¡Usaremos la moto!
Sara abrió los ojos de forma impresionante. Bajaron hasta el sótano dónde Black había guardado su tesoro. Tardaron veinte minutos en llevarla arriba. Sirius se sentó en ella y la encendió Sara se le quedó mirando con desconfianza.
-Te prometo que no te pasará nada. ¿Además que mejor forma para ver la puesta del sol que en los aires?
-¿No me pasará nada?
-Estás con Black, ¿Qué puede pasarte?
Sara suspiró y se sentó detrás del chico. En cuanto se había sentado Sirius arrancó para no darle tiempo de volver a pensar. Sara tomó a Sirius por la espalda. Y sintió como aceleraban cada vez más.
-Cuando pasemos esa curva la haré desaparecer. ¿Preparada?
-No…- pero el no se convirtió en un grito que se quedó en tierra, porque en cuanto desaparecieron Sirius pulsó un botón y se elevaron.
Lo que sintió Sara era difícil de describir. Cerró los ojos con fuerza y abrazó más fuerte a Sirius con la cara pegada a la espalda del chico, sintiendo como si volará en escoba, algo que jamás le había gustado. Aunque tenía que admitir que el asiento era más cómodo.
-Abre los ojos.- le dijo una voz al odio. Sara los abrió poco a poco y no pudo reprimir un gritó de sorpresa. Habían dejado de subir y estaban suspendidos sobre un mar de nueves que se movían. No se había dado cuenta cuando habían abrevado esa cortina y en ese momento no importaba. Una bola naranja estaba frente a ella y coloraba las nubes de todas las tonalidades entre el rosa claro y el rojo sangre.
-Es… es hermoso.- murmuró, había dejado de abrazar a Sirius y sus dedos se aferraban al asiento.
-¿verdad? Me encantan las nubes. Pronto oscurecerá allá abajo ¿Seguimos?
-Tenemos qué.
-No, podemos dejar el huele de noche para otro día. Sara asintió mientras miraba las nubes embelesada.
-Oye Sara.- murmuró Sirius.- Quería hacerte una pregunta.
Sara apartó su mirada del sol y en cambió fijo sus ojos grises en Sirius.
-¿que sucede?
-Bueno, el apartamento donde vivó es muy solitario. No estoy acostumbrado a vivir solo y bueno llevamos saliendo cuatro meses ¿no?
-Algo así.- concordó ella.
-Sé que querías salir de casa de Arthur, ahora que Molly espera a su segundo hijo… bueno te quería proponer si querías vivir conmigo.
Sara miró a Sirius sin saber que decir.
-Sólo si tú quieres.- murmuró con cautela.
-Sí quiero.- dijo ella con una sonrisa.- Me has tomado por sorpresa.
Sirius sonrió feliz ante aquello. Por un momento había creído que ella le diría que no.
-Bien. Hola compañera.
Sirius se acercó después y la besó. Claro que ese beso por poco los mata, porque soltó el freno, pero había valido la pena.
Sirius sonrió y giró su mirada hacia el amanecer. Se veía entre la bruma el alba que comenzaba despuntar. De pronto se dio cuenta que era lo que miraba.
Allí entre la bruma el alba dejaba ver una maza azulosa. Sirius supo de qué se trataban. Las islas estaban allí. Por fin habían llegado. Era hora de cumplir el destino.
Bueno, tardé un poco en actualizar, pero entre mi cumpleaños y los líos que tuve que resolver no me senté en la pc, para acabar de arruinarlo mi pc se descompuso. ¡Un caos!
Hay una cosa que quiero decir de este capitulo y es que aquí se plantea una de las dos preguntas que dirigen este ff. No es si los heraldos triunfaran, porque todos sabemos como comienza HP y como terminó la generación de los merodeadores, no muy bien. Así que una de las preguntas tiene que ver con la reencarnación de Isabel y la otra con el poder de los heraldos. En el siguiente chap les daré más pistas.
El siguiente chap es un EA, se llama Los Mortífagos. Trata de Ingrid, en él sale un personaje que tods deben recordar.
Respondo rrs:
NeLi BlacK: Que bueno que te guste, el carácter de los personajes ha cambiado mucho desde la primera parte.
Blanca: Se pelean mucho entre ellos, cierto, pero es que cada uno quiere que todo quede igual que antes. El cambio de Peter se explica, ya verás, ¿te esperabas la muerte?
Ale: Vamos que las fechas nos son tan complicadas, pero no te preocupes, creo que se entiende, solo hay que prestar atención. ¿y que te parecio la profecía? No, no vuelven a vivir juntos. Que bueno que t este gustando, esto no sería bueno si a mi mejor lectora le disgustara.
Niniel204: Los capítulos en general tienen siempre algo triste. Las peleas son cada vez más comunes. Si ya viene la acción, aquí seguimos en preámbulo pero ya le siguiente es bastante movidito. Sí lo mío es la prosa. Sí, creo que el ff tiene una trama demasiado complicada y los sentimientos de todos no ayudan jajajaja, pero eme canta describir sentimientos.
Trini: ¿Miss Hallow? Ella ya había salido, para ahora debes ya de saber quien es. Sí la historia está tensa, vrdd? Si, aunque ya sabes el final de hp no sabes que va a costar llegar hasta haya, vrdd? Ese es el truco. Elinor aun es demasiado importante para la trama. Si te das cuenta aun ninguno de los ocho principales muere, las cosas cambiaran mucho antes de que Harry llegue y antes de que muera alguno de los ocho.
Florcha: Ya subí, tarde un poco peor como ya dije tenía cosas que resolver… Yo creo que Alicia tenía mucha razón ¿tu no? En este ff los personajes huyen, regresan, sufren, algunas veces me parecen reales…
Kerameika: Que bueno que te guste la historia y que te emocione. Eso es lo importante.
Mary93: no te preocupes por tardar en dejar rr. Que bueno que te guste.
Gracias por todos los rrs. Quieren decir mucho para mí.
Nos vemos y ojala les haya gustado el chap.
Syringen.
ALCS
