Suu abrió la puerta de su casa y entró rápidamente, suspirando aliviada ante la agradable temperatura que se encontró. Había salido un momento a comprar comida para al menos una semana, las noticias habían dicho que esa semana habría nevadas muy fuertes y era mejor tomar precauciones. Además hoy mismo en el instituto les habían dicho que se suspendían las clases durante una semana por lo menos. El mes de diciembre había llegado y con él, un frío horrible. Suu se alegraba de que nevase tanto, pero sólo por las clases, todo lo demás eran inconvenientes. No le gustaba el frío, ella prefería el buen tiempo y además el invierno era muy deprimente...
Se quitó la chaqueta y la colgó, agradeciendo mentalmente que el apartamento tuviese calefacción. Miró a su alrededor, no tenía que recoger nada, había comido y sólo tenía que colocar las cosas de la compra en su sitio, cuando lo hiciese... tendría toda la tarde libre para hacer lo que quisiera. Aunque todavía no sabía lo que iba a hacer.
Le costó un poco hacer sitio para todo, pero al final terminó. Satisfecha por haber acabado y haber encontrado algo que hacer esa tarde, se sentó en el sofá y se puso a leer el libro que hacía tanto tiempo que quería empezar.
. . . . . . . . . . . . . . . .
Se incorporó, el timbre estaba sonando. Sin darse cuenta se había quedado dormida en el sofá mientras leía, debía ser bastante tarde porque estaba a oscuras, así que con cuidado fue hacia el interruptor para encender la luz y no chocar con nada cuando fuera a abrir la puerta.
Boquiabierta se quedó mirando a quien estaba al otro lado de la puerta, luego frunció el ceño extrañada.
"¿Hiei?"
Él no dijo nada, sólo se la quedó mirando también, un poco irritado.
"¿Qué haces aquí? ¿Cómo es que has llamado al timbre? Creía que tú entrabas por las ventanas..." – dijo Suu, todavía no creyéndose lo que estaba viendo.
Allí estaba el demonio de fuego, de pie delante de ella, con cara de mal humor y un poco de nieve sobre sus hombros y pelo... ¿Nieve?
"¿Ya está nevando?" – preguntó ella sorprendida y mirando hacia la ventana, como se había pasado la tarde durmiendo ni se había enterado.
"Eso parece." – respondió de mal humor Hiei y después dirigiéndole una mirada de impaciencia.
"¡Oh! ¡Perdón! Pasa, pasa." – por fin se dio cuenta de que tenía al demonio de fuego fuera.
Hiei entró, se quitó la capa y los zapatos dejándolos en el suelo y fue hacia la puerta de la terraza.
"Estaba cerrada." – le informó, girando la llave para que la puerta quedase abierta. Suu se lo quedó mirando sin entender. – "Por eso he tenido que llamar a la puerta."
"Oh, vaya... lo siento. Pero lo que menos pensaba es que fueras a venir." – dijo ella, agachándose y cogiendo la capa para después doblarla con cuidado y llevársela hacia dentro.
"¿Qué haces?" – gruñó él.
"Está mojada, te la lavaré y luego la secaré. ¿Te parece bien?"
Hiei no respondió, sólo se dio media vuelta y se fue a la ventana que daba a la calle.
"Lo tomaré como un sí." – murmuró para sí misma y se fue.
Unos instantes después volvió a aparecer en el salón, pero en vez de la capa ahora llevaba unas zapatillas.
"Toma. Póntelas." – le dijo, acercándoselas.
"¿Para qué?"
"Para que no vayas descalzo."
"Hn. Déjalas ahí." – gruñó sin mirarla. Pero Suu no se fue cuando las dejó. – "¿Qué pasa?"
"Bueno, me gustaría saber a qué viene tu visita." – pidió ella.
Hiei no respondió inmediatamente, parecía como si estuviese pensando la respuesta. – "Kurama no estaba en casa y la ventana también estaba cerrada."
"Ah... y eso quiere decir..." – tenía la intención de hacer que Hiei terminase la frase, pero vio que no sería posible. Así que la acabó ella con lo que se imaginaba que había pasado. – "... como no estaba él, has venido aquí. Pero... ¿Kurama no deja siempre la ventana abierta por si acaso?"
Hiei se giró hacia ella y levantó una ceja en señal de sospecha. - "¿Y tú cómo sabes eso?"
"Ehh... pues porque..." – empezó, no sabía qué decir, eso le pasaba por no vigilar, había vuelto a meter la pata. – "Porque me lo dijo Kurama... sí, eso."
"¿Kurama te dijo eso?" – preguntó con incredulidad, Hiei.
"Mmm... bueno, no exactamente..." – estaba en un buen problema, si Hiei se lo decía a Kurama él evidentemente lo negaría, pero no se le ocurría nada qué decirle.
"¿En qué quedamos?"
En ese instante sonó el teléfono y a Suu casi se le escapa un suspiro de alivio. Cogió el teléfono, pero pronto volvió a colgarlo tan sólo habiendo intercambiado un par de frases con la persona al otro lado... se habían equivocado.
Disimuladamente, se fue a la cocina, fingiendo que no recordaba la pregunta que le había hecho Hiei y empezó a preparar la cena.
"¿Entonces te quedas a cenar hoy?" – preguntó desde allí.
Hiei se acercó y se quedó apoyado en el marco de la puerta, mirándola inexpresivo. A Suu le puso un poco nerviosa todo aquello, claro que tarde o temprano se lo explicaría todo a todos, pero no era el momento.
"¿Y a dormir te quedas? A mí no me importa."
"Eso dijiste." – comentó él.
"¿Dije eso? ¿Cuándo?"
"Hace un tiempo, en el bosque." – le informó el youkai.
"Oh, cierto..." – ahora lo recordaba, se había olvidado completamente.
Hacía tanto tiempo... por lo menos un par de meses. El tiempo había pasado volando y eso que no habían hecho nada en especial, ninguna misión que llevar a cabo ni nada interesante. Tampoco es que lo echase de menos, pero se aburría un poco.
"Tienes buena memoria." – dijo ella, sonriendo ligeramente. – "En ese caso, cuando acabemos de cenar te prepararé la habitación. Has tenido suerte de que el apartamento tenga más de una habitación, sino te hubiese tocado dormir en el sofá."
Hiei se encogió de hombros como si quisiese decir que no le importaba y salió de la cocina. Ya había encontrado su lugar preferido en esa casa: la ventana del salón que daba a la calle. Allí le encontró Suu cuando se asomó para ver lo que estaba haciendo.
"¿Te irás muy temprano mañana?" – preguntó ella.
Hiei levantó una ceja. – "¿Por qué?"
"Ehh, porque si te vas muy temprano yo todavía no estaré despierta y no podrás sacar la capa de la secadora." – se explicó ella.
"Casi siempre me voy cuando Kur-- ..." – se detuvo, ¿qué hacía él dando explicaciones? – "¿No tienes que ir a clase?"
"Nop, nos dieron vacaciones durante una semana." – dijo muy contenta volviendo a la cocina. – "Pero si nieva mucho, no sé que voy a hacer aquí encerrada todo el día." – Añadió.
"¿Por qué no puedes salir?" – le preguntó él desde su sitio en la ventana.
"Pues porque nevará mucho y porque no me gusta el frío."
"Ningens..." – suspiró él.
"¿Has dicho algo?" – preguntó Suu, asomando la cabeza por la puerta.
"Que sois muy delicados."
"Jeje, quizá sí." – rió ella, desapareciendo.
Hubo un silencio, antes de que Suu volviera a hablar, pero de nuevo lo hizo sin pensar y volvió al tema que no debía tocarse. – "Sabes, encuentro muy raro que Kurama dejase la ventana cerrada..."
"Su madre la cerró."
"Ah, ¿y cómo lo sabes?" – se interesó ella, todavía hablando desde la cocina con él.
"Porque lo ha hecho más veces..." – Hiei volvió a preguntarse por qué narices le daba explicaciones. – "¿Cómo sabes tú lo de la ventana?"
"No hagas tantas preguntas."
"¿Qué? ¡Pero si eres tú!" – exclamó él, irritado.
"Ya lo sé, sólo bromeaba." – rió ella, saliendo de la cocina con una par de platos. – "Puedes irte sentando mientras acabo de llevarlo todo."
Hiei la observó mientras lo hacía, a la vez que reunía el valor para decir lo que tenía que decirle. Kurama ya lo sabía, ya llevaba mucho tiempo quedándose a dormir. Pero claro, con ella ahora era diferente, no lo sabía. Tomó aire.
"No me voy a quedarme sólo hoy." – dijo al final, evitando la mirada de Suu.
"¿Ah no?" – preguntó ella, muy sorprendida.
"Pensaba en quedarme..."
"¿Hasta que deje de nevar?" – dijo ella, ahora asombrada porque el youkai había asentido con la cabeza, fue muy ligeramente, pero era muy claramente un sí. – "¿Te has peleado con Kurama?"
Hiei la miró, sorprendido ante tal pregunta. – "¿Qué tiene que ver eso?"
"Hombre, no sé. Como siempre vas a su casa... pensaba que esta vez también irías." – respondió ella, sentándose en la mesa.
"Sí, pero es que he pensado que-" - ¡Otra vez dando explicaciones! – "¡Eh! ¡¿Y tú cómo sabes eso?!"
"Emm... eso no importa. Ven a cenar o se enfriará." – intentó despistar ella. Hiei debía tener hambre, porque se sentó en seguida y no insistió más en el tema.
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Ya habían pasado un par de días desde que Hiei había ido a su casa, pero Suu sólo le había visto por la noche, cuando venía a la hora de cenar. El resto del día el youkai no aparecía por casa y eso que nevaba con fuerza y el tiempo fuera era horrible.
"No sé cómo puede estar fuera con el tiempo que hace..." – suspiró ella, negando con la cabeza mientras se preparaba para tomar una ducha antes de que fuese la hora de cenar.
Entró en el baño y justo cuando cerraba la puerta se oyó un fuerte ruido, como si algo se hubiese caído. Rápidamente salió y fue corriendo hacia el salón, allí se encontró a Hiei con la puerta de la terraza abierta, asomándose hacia fuera con una mano a punto de sacar la espada si era necesario.
"¿Cuándo llegaste?"
Hiei le hizo un gesto de que no hablase tan fuerte. – "Acabo de llegar."
"¿Qué pasa?" – preguntó ella, acercándose despacio.
"Me parece que hay alguien fuera. Me he asomado y ha salido corriendo, ha tirado una maceta al suelo."
"A ver." – dijo ella, saliendo por la puerta.
"¡Oye!" – exclamó Hiei al ver que salía tan tranquila. ¿Y si era un espíritu? Aunque si lo era debía ser tan débil que ni se podía notar su youki.
"No pasa nada. Ya sé quien estaba por aquí." – dijo ella, acercándose a la maceta y luego mirando hacia el tejado. - "Ahí está el culpable."
Hiei salió también y fue hacia donde estaba ella, mirando hacia arriba el tejado. La noche era oscura y sólo se podían distinguir los ojos, unos ojos amarillos que brillaban en la oscuridad.
"Este gato siempre se está paseando por mi terraza y siempre me rompe algo, diría que es de algún vecino." – explicó mientras recogía algunos trozos de la maceta rota del suelo nevado. – "Con el frío que hace tendría que tener al gato dentro de casa."
"Pues mátalo." – dijo él, encogiéndose de hombros.
"¡No voy a hacer eso!" – exclamó ella, enfadada.
"No veo por qué no, si tanto te molesta..."
"En ningún momento he dicho que me molestase. Y además, aunque lo hiciese no le mataría... Iría bien el mundo si fuésemos matando todo lo que nos molestara." – comentó molesta, acabando de recoger los trozos más grandes y levantándose. – "Entonces, si he de matar lo que me molesta... debería matarte a ti también, ¿no? Porque por si no lo sabías, ¡no me gusta que me den sustos!"
Hiei en un principio la había mirado sorprendido, pero cuando ella acabó la frase, sonrió con malicia. – "Inténtalo a ver si puedes."
"Será si quiero." – dijo muy seria, girándose y entrando en casa. – "¿Entras o te quedas fuera?" – preguntó al ver que no entraba.
"Pues si no quieres matarlo, díselo." – dijo Hiei mientras entraba.
"¿Que le diga al gato que no me rompa las cosas?" – preguntó ella riendo divertida ante la ocurrencia.
"Claro. ¿Tú no podías hablar con los animales?"
Entonces Suu se acordó. Hiei sí que lo sabía, era el único, pero la cuestión era que lo sabía.
"Podía... pero ya no." – murmuró.
"¿Cómo que ya no?" – preguntó muy sorprendido. – "¿Qué quieres decir con eso?"
¿Y ahora qué le tenía que decir? A nadie le desaparecía un poder así como así. No podía ir y decir que un buen día se levantó y ya no podía hacerlo, porque a parte de que no se lo creería, tampoco era verdad. Había sido ella misma quien se lo había quitado, pero contarle eso llevaría a la inevitable pregunta de cómo lo hizo, cosa que no podía explicar todavía y al no poder hacerlo Hiei empezaría a desconfiar, transmitiría su desconfianza a los demás y al final tendría que dar las explicaciones antes de tiempo. No, todo a su tiempo, ya llegaría.
"Pues... no lo sé. Tampoco hace tanto que me di cuenta y como no me servía para nada, no le di importancia."
"¿Y si luego te desaparece otro qué?" – preguntó, sorprendido ante la tranquilidad con la que la chica lo decía.
"Entonces ya me preocuparé de solucionar eso."
Y sin decir nada más se fue a ducharse, impaciente por alejarse de allí para que la cosa no empeorase. Estaba cometiendo demasiados fallos, quizás no había sido una buena idea dejar que Hiei se quedase, ya sólo le faltaba desmayarse delante de él... Era una suerte que no estuviese en todo el día.
Hiei se había quedado mirando el pasillo, por donde había desaparecido Suu, con el leve presentimiento de que había algo extraño en todo eso. Voy a descubrir qué es... Acto seguido se sentó en la ventana, esperando a que ella volviese. A partir de ese momento la observaría muy atentamente.
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La semana en que el instituto había anulado las clases por la nevada, se extendió a otra más debido a que el tiempo no mejoraba. Y después ya llegaron las vacaciones de Navidad, así que habían empezado las vacaciones dos semanas antes, todo un mes entero sin ir a clase. Pero eso no quería decir sin hacer nada, los profesores ya se habían preocupado en hacer llegar a todos los alumnos los deberes que se debían hacer. Suu se aburría muchísimo y en pocos días lo acabó todo. En otra ocasión se habría alegrado de ello, pero ahora lo que necesitaba era distraerse... aunque fuese haciendo deberes. No tenía ganas de salir, ya lo pasaba bastante mal cuando tenía que ir a comprar.
Estaba tirada en el sofá, mirando al techo y pensando en algo que hacer... ni en la tele ponían nada interesante. En ese instante oyó la puerta de la terraza abrirse y se levantó muy contenta del sofá.
Hiei dejó la capa y las botas al lado de la puerta y se dispuso a entrar al salón... pero se detuvo antes, mirando a Suu con una ceja levantada. – "¿Por qué me miras así?"
Suu sonrió todavía más y se sentó en el sofá. – "Ven, siéntate."
"¿Por qué?" – preguntó con tono desconfiado, todavía sin moverse.
"No te voy a hacer nada, ven." – rió ella, al ver la expresión de desconfianza de él.
Hiei fue para allí, aun mirando de reojo a Suu cuando se sentó en el sofá que había delante del de ella. – "Ya estoy sentado. ¿Qué quieres?"
"¿Cómo es que hoy has venido tan temprano? No es ni media tarde." – se interesó ella, sin hacer caso a la pregunta del youkai.
"El tiempo ha empeorado... ¿Me has hecho sentarme para preguntarme eso?"
"No, claro que no." – respondió Suu. – "Es que estoy aburrida..."
"Ah, y te distraes cuando haces sentar a la gente."
Suu rió un poco y cambió su posición en el sofá, cruzando las piernas encima de este. – "Pues no lo sé, no lo he probado nunca. Pero hacer que sólo se sienten sería aburrido... ¿quieres jugar?"
"¿Jugar?"
"Sí, a algún juego." – propuso animada, necesitaba distraerse.
"¿Cómo a cuál?" – preguntó Hiei, siguiendo la conversación, no es que tuviera intención de jugar con ella.
"Pues... no tengo muchos... a ver, ¿qué te parece al parchís?"
"Demasiado largo." – se quejó él.
"Ah, ¿ya has jugado?" – a lo que Hiei asintió. – "Con Kurama supongo..." – suspiró ella.
"¿Qué?"
"No, nada. Pues... ¿y qué tal con las cartas?"
"No quiero jugar a nada."
"Oh, venga, me aburro mucho. No hay nada que hacer, el teléfono se escucha muy mal y ni siquiera puedo llamar a nadie para distraerme... estoy incomunicada. Tan sólo puedo hablar contigo." – se quejó Suu.
"No estoy aquí para distraerte, a mí déjame tranquilo, yo no estoy aburrido." – dijo Hiei con su habitual mal humor y levantándose del sofá.
"Eres un borde."
"Y tú una pesada."
"Eso no es verdad." – se defendió ella, levantándose también.
"Sí que lo es." – respondió Hiei, sentándose en la ventana.
Suu entró en la cocina y a los pocos segundos asomó la cabeza por la puerta, sonriendo a Hiei. – "¿Quieres té?"
"¡Por el amor de dios, ¿no te puedes estar quieta ni un momento?!" – exclamó molesto.
A lo que Suu frunció el ceño, mirándole muy seria. – "Me paso el día quieta, necesito hacer algo. Tú sales, yo no."
"Porque no quieres."
"¿Dónde quieres que vaya con este tiempo?"
"A mi qué me cuentas, es tu problema." – respondió fríamente.
"Borde." – gruñó, desapareciendo en la cocina.
No habían pasado ni dos segundos que el timbre sonó. Ambos sorprendidos se preguntaron quién podría ser y Suu fue a abrir la puerta.
"Tal vez es algún vecino." – comentó mientras iba a abrir.
"Entonces podrás hablar con él."
"Muy gracioso." – respondió, abriendo la puerta.
"¡Holaaaa!"
Hiei oyó que una voz familiar decía desde la puerta y se giró inmediatamente para confirmarlo. Sí, efectivamente. Kuwabara acababa de entrar por la puerta... y detrás suyo entró Yusuke, a quien siguió Keiko y Botan... y luego Kurama y Shizuru. Incrédulo observaba como todos iban entrando mientras saludaban a Suu, a quien no le salían las palabras, se había quedado bien sorprendida.
"¡Anda! ¡Mirad quién está aquí!" – gritó Yusuke, al mirar hacia la ventana.
"¡Oh! ¡Enano! ¿Qué haces aquí?" – ahora fue Kuwabara el que habló.
Suu miró con los ojos bien abiertos a Hiei. El día que vino él mismo le dijo que no contase a nadie que estaba durmiendo en su casa... Tampoco lo hubiese hecho, de todos modos. Pero ahora... ¿qué tenía que decir ella?
"Nada que sea de tu incumbencia, idiota." – gruñó Hiei, sin moverse de la ventana y sin mirarle.
"¡¿Qué has dicho?!" – gritó Kuwabara, haciendo un intento de ir hacia el demonio de fuego, pero su hermana le detuvo haciéndolo caer al poner un pie en medio.
"Haz el favor de comportarte." – le dijo ella.
Kuwabara se levantó, frotando su cara, había caído de morros al suelo. – "Shizuru eres... una bestia."
"¿Decías algo?" – dijo ella, pellizcando con fuerza la mejilla de su hermano.
"¡No! ¡No!" – gritó él, para que le soltase.
Todos los presentes en la entrada rieron.
"¿Ha pasado algo?" – preguntó preocupada Suu.
"No, ¿por qué tendría que haber pasado?" – dijo Yusuke, sentándose en el sofá. Los demás hicieron lo mismo.
"Como habéis venido tan de repente..."
"Ah, es por eso. Es que-"
"¡Oye Suu!" – la llamó Kuwabara, interrumpiendo a Yusuke.
"¿Sí?"
"¡Kuwabara estaba hablando YO!" – gritó Yusuke muy enfadado.
"Pero lo mío es más urgente."
"¡¿Ah sí?!" – gritó de nuevo Yusuke, mirando desafiante a Kuwabara.
"¡Pues sí!" – le respondió él y acto seguido miró a Suu con una sonrisa de oreja a oreja. – "¿Tienes galletas de esas tan buenas?"
"Sí, claro." – contestó ella.
"¡Genial!"
"¡¿Y eso es importante?!" – chilló malhumorado Yusuke.
"Claro que lo es Urameshi, hay que alimentarse bien." – Kuwabara dijo como si fuera evidente.
"¡Serás...!" – Yusuke se levantó para ir a pegar a Kuwabara, pero Keiko le cogió por el brazo y le hizo sentarse.
"¡¿Quieres hacer el favor de comportarte?!" – le regañó la chica, Yusuke miró con odio a Kuwabara y se cruzó de brazos.
"Ehh... ¿queréis tomar algo? ¿Un té?" – invitó Suu, le pareció sentir a Hiei murmurar algo, pero no le hizo caso.
"Sí, a mí ya me está bien." – dijo Kurama.
Ahora que Suu se fijaba, Kurama no había hablado mucho desde que entró y tenía una expresión extraña en su cara... como si estuviese pensando en algo.
"¡Yo también quiero un té! ¡Con esas galletas, claro!" – dijo Kuwabara, sacándola de sus pensamientos.
"Para nosotras una Coca-cola, ¿tienes?" – dijo Botan, señalándose a ella y a Keiko.
"Sí, sí que tengo." – sonrió Suu.
"¿Y tú Shizuru?" – le dijo Kuwabara.
"Pues para mí una cerveza."
"Emm... me temo que de eso no tengo..." – respondió Suu, con una débil sonrisa.
"¡¿NO?!" – exclamó Yusuke, abatido. – "¡Oh, yo que también quería una!"
"¡¡Pues claro que no tiene!! ¡Y Shizuru todavía, pero tú no puedes beber cerveza, Yusuke!" – gritó Keiko, enojada.
"¿Ah no? ¿Y eso quién lo ha dicho, eh?" – respondió Yusuke, también muy enfadado.
"¡Los menores no podemos beber alcohol, idiota!" – chilló Keiko esta vez.
Una pelea se avecinaba... pero cuando Yusuke iba a responderle...
"Si habéis venido a pelearos, no hacía falta que vinierais." – comentó desde su sitio Hiei, sin mirarles y con su habitual tono.
"Si, eso, no empecéis." – estuvo de acuerdo Botan. – "Mira, para Shizuru y Yusuke lo mismo que nosotras, ¿os parece bien?"
Shizuru asintió y Yusuke gruñó conforme que le parecía bien, volviéndose a cruzar de brazos y clavando su mirada en la mesa enfrente suyo.
"De acuerdo, entonces. Ahora vuelvo." – dijo Suu, dirigiéndose hacia la cocina. Al pasar por al lado del demonio de fuego le miró de reojo y él también hizo lo mismo. Ambos estaban inquietos por si se descubría, no es que fuese nada malo, pero evidentemente a Hiei no le gustaría que ninguno de ellos lo supiera.
"Por cierto..." – dijo Suu asomándose desde la cocina. – "Aún no me habéis dicho por qué estáis aquí, debe ser algo importante para que hayáis venido nevando."
"Pues no. Sólo que hemos pensado que entre las vacaciones de navidad y la suspensión de clases por la nevada, ya llevamos casi un mes sin vernos. Así que hemos decidido hacerte una visita." – explicó Keiko.
"No hacía falta que vinierais desde tan lejos, si me lo hubieseis dicho habría venido yo." – decía mientras preparaba el té.
"Queríamos darte una sorpresa, además estábamos aburridos y no sabíamos qué hacer." – dijo Yusuke. – "Pero tú también nos has dado una."
Suu se asomó otra vez, mirándole con curiosidad. – "¿Una qué?"
"Pues una sorpresa." – aclaró él.
"No te entiendo." – preguntó ella, perdida.
"Sí, le hemos estado buscando, pero no le hemos encontrado... ¡Y cuando hemos llegado estaba aquí contigo!" – se explicó Yusuke.
Suu se había vuelto a meter en la cocina y no contestó.
"¿Suu?" – la llamó Botan.
Al no recibir respuesta miraron a Hiei, quien seguía con su mirada fija en la calle que se veía por la ventana.
"Hiei... ¿Cómo es que-?" – empezó Yusuke.
Pero no le dio tiempo a decir nada más, Suu apareció de la cocina trayendo las cosas. Kuwabara se levantó rápidamente y se fue hacia ella.
"¡Yo te ayudo!" – exclamó muy contento, cogiendo una taza de té y... la caja de galletas.
"Ya me extrañaba a mí que Kuwabara fuese tan amable." – suspiró Botan.
"¿Kazuma amable? Lo que es, es un interesado." – comentó Shizuru.
"¡¿Qué dijiste?!" – gritó Kuwabara.
"La verdad te dijo." – intervino Yusuke.
"¡Tú no te metas, Urameshi!" – le gritó el otro.
"Chicos, por favor, no os peléis." – les dijo Kurama.
"Sí, venga, estaos calladitos y tranquilos, que siempre estáis igual, parecéis críos." – intervino esta vez Keiko, cogiendo su refresco de la mesa.
"Sí, tengamos la fiesta en paz." – dijo Botan haciendo lo mismo.
Se hizo un silencio, todos bebiendo sus respectivas bebidas y Kuwabara engullendo como un loco las galletas.
"Kuwabara... que no son tuyas, no comas tantas o te las acabarás todas..." – regañó Yusuke, harto de ver a su amigo comer de esa manera.
"No, si no importa." – dijo Suu, intentando evitar otra pelea.
"¿Lo ves, listillo? Además, no es asunto tuyo." – contestó Kuwabara, sacándole la lengua.
"¡¿Qué dices?!" – gritó Yusuke, levantándose del sofá.
Suu gimió desesperada a la vez que se sentaba en el sofá con resignación. Definitivamente hoy todos estaban de mal humor... eso de estar encerrados todo el día era evidente que acababa con cualquiera.
"¡Ahora que me acuerdo!" – interrumpió Botan – "Si no lo pregunto ahora luego no me voy a acordar." – dijo con una risa. Suu deseó que ese cambio de tema no llevara a otra discusión o a...
"Hiei ..." – él se giró lentamente hacia ella con un mal presentimiento. – "Tú siempre duermes en el bosque, ahora que todo está nevado, me ha dicho Koenma que te pregunte si has encontrado algún sitio donde dormir y que si quieres ir al Reikai mientras dura la nevada. Así que hago lo que me ordenan y te pregunto: ¿Has encontrado algún sitio donde dormir? ¿Quieres ir al Reikai mientras tanto?"
Esa era la segunda cosa a donde Suu no quería que la conversación llevase, cada vez se hundía más en el sofá. Tal vez hubiera sido mejor que se escondiese... pero no, si cuando me he dado cuenta ya estaban todos dentro... no ha dado tiempo.
Desde su sitio en el sofá también miró al medio koorime y muy levemente, sólo para que Hiei lo notase, se encogió de hombros, indicándole que podía decir lo que quisiera, que ella le seguiría el juego.
Unos instantes pasaron antes de que hablase, mientras tanto todos le miraban expectantes. Hiei incómodo al notar estar siendo observado por toda esa gente respondió haciendo ver que el tema no tenía importancia.
"Sí... – dijo finalmente Hiei. – ... ahora duermo aquí."
Todos le miraron alucinados, hasta Suu se sorprendió de que él lo admitiera, pensaba que se inventaría algo. ¿No había sido él quien le había dicho a ella que no lo comentase con nadie?
"Perdona, pero me parece que no te he oído bien." – dijo Kuwabara, riendo nerviosamente. – "Jeje, me ha parecido oír que decías que ahora dormías aquí, en casa de Suu."
"Eso ha dicho." – confirmó Suu colorada, levantándose y escapándose a la cocina, no sabía exactamente a qué, pero la cuestión era alejarse de allí cuanto más mejor.
"¡¿Queeeeeeeeé?!" – exclamaron todos alucinados.
"Pues lo que oís." – dijo Suu con firmeza.
"Suu, tú no estás bien. ¿Cómo se te ocurre dejar a éste dormir en tu casa?" –preguntó Kuwabara. – "Si te he dicho miles de veces que no es de fiar y tú vas y le dejas dormir en tu casa, porque supongo no dormiréis juntos, ¿no?"
"¡Kuwabara!" – gritó Suu. Hiei por su parte parecía muy incómodo y Suu también lo estaba, más de lo que se habría imaginado. Ahora entendía por qué Hiei no quería que nadie supiese nada. Intentó acabar con el tema lo antes posible. – "Sólo duerme aquí mientras dure la nevada. ¿No querrás que duerma fuera?"
"¿Por qué no? Eres demasiado buena, no puedes meter en tu casa a cualquiera que te lo pida." – siguió Kuwabara. Hiei empezaba a enfadarse, le estaba mirando muy amenazadoramente, casi parecía que le fuese a saltar encima en cualquier momento.
"Venga Kuwabara, Hiei no es cualquiera. Además, él no me lo pidió, fui yo quien se lo sugirió." – dijo ella, parecía un poco molesta.
"¿Qué tú-?"
"Entonces..." – interrumpió Yusuke oportunamente. – "¿Estás durmiendo aquí desde que empezó a nevar?"
"Sí." – respondió Hiei, secamente.
"¡Casi tres semanas!" – exclamó Kuwabara y luego miró a Hiei desconfiadamente.
"¡Caramba! Y los dos aquí encerrados solitos..." – bromeó Botan, risueña.
Hiei ya no aguantó más, se levantó y salió del comedor, molesto y haciendo todo lo posible por no estrangular a todo el mundo que estaba allí, lo que le resultó realmente difícil.
Todos siguieron la trayectoria del youkai, y contrariamente a lo que todos pensaron, no se fue del apartamento, sino que se fue hacia una habitación. Más exactamente hacia su habitación.
"Pero ¿por qué no nos habías dicho nada?" – preguntó Keiko.
"Bueno, no hemos hablado mucho últimamente y tampoco pensé que os lo tuviera que decir." – respondió Suu.
Hubo un silencio... todos parecían estar pensando en algo, pero no iba a ser Suu quien preguntase qué era.
"¿Queréis más galletas?" – Ofreció y todos asintieron contentos, sobre todo Kuwabara.
Otro tema surgió, empezando a hablar de las galletas de un bar al que Yusuke había ido y la conversación sobre esto y otros temas duró hasta bien tarde. Aprovecharon un momento en que dejó de nevar para volver a casa. Suu bajó al portal a despedirlos a todos.
"Sobre todo, ten cuidado, Suu." – le advirtió Kuwabara, claramente refiriéndose a Hiei.
"Que os lo paséis bien." – dijo Botan con una sonrisa y un guiño que escondía un segundo significado en la frase.
"Dejad de decir tonterías. Buenas noches a todos." – se despidió Suu mientras se iban.
Pero no se fueron todos, Kurama se había quedado allí.
"¿Te pasa algo?" – se interesó Suu. Kurama había estado muy callado... al menos hasta que se supo que Hiei estaba durmiendo allí.
"No, no me pasa nada." – respondió él con su sonrisa de siempre.
"Has estado muy callado."
"Emm... sí, sobre eso... ¿Te podría hacer una pregunta?" – dijo vacilante.
"Sí, claro. Tú dirás."
"Pues, cuando he visto a Hiei en tu piso al entrar, me ha parecido extraño y he estado dándole vueltas-"
"Por eso no decías nada." – intervino Suu, y Kurama asintió.
"Al final no he encontrado otra explicación, no podía ser otra cosa que que Hiei estuviese durmiendo aquí... o que te estuviese visitando, cosa que era menos probable, por razones que no vienen al caso..." – hizo una pausa.
"¿Y la pregunta es?"
"¿Hiei te ha dicho que estuviese enfadado conmigo?"
"¿Eh? No, claro que no lo está. ¿Por qué tendría que estarlo?" – exclamó con sorpresa.
"Bueno, estoy seguro que el día que empezó a nevar vino a casa... pero no pudo entrar porque mi madre había cerrado las ventanas y nos habíamos ido a cenar fuera." – empezó a explicar Kurama.
"Sí..." – sonrió un poco ella. – "Ya me dijo que estaba cerrada."
"¿Sí? Bueno, el caso es que como los días siguientes no apareció por casa y siempre ha venido cuando ha nevado... pues pensé que se había enfadado... Y estaba preocupado, pero sé que se puede espabilar solo."
"Ya te entiendo. Pero Hiei no está enfadado contigo, no ha hecho ningún comentario al respecto y cuando vino ya me comentó que posiblemente tu madre había cerrado la ventana." – habló ahora Suu.
"Me alegra oírlo." – Suu pudo ver un poco de alivio en su cara.
"El que se tendría que enfadar eres tú." – Kurama la miró sorprendido. – "¡Claro, te tendría que haber avisado! Con el tiempo que hacía... si lo hubiese sabido, te habría avisado."
"No importa, ahora ya lo sé. Además, ya sabes cómo es Hiei." – rió un poco.
"Sí, tienes razón." – dijo sonriendo. – "Pero aún así..."
"Bueno, será mejor que vaya para casa, antes de que empiece a nevar más fuerte." – dijo Kurama, despidiéndose y empezando a caminar.
"¡Oye!" – le llamó ella y él se giró. – "¿Sabes por qué Hiei no fue a tu casa al día siguiente?"
"Ehh... pues no sé, supongo que estará mejor aquí, al menos no tiene que esconderse cada vez que entra mi madre."
"No creo que sea eso... yo diría que es porque no quiere molestarte."
"¿Te lo ha dicho él eso?" – preguntó sorprendido Kurama ante esa explicación.
"No, claro que no." – rió ella. – "¿Tú crees que me diría tal cosa? ¿Sobre todo a mí...?"
"Mmm... no, supongo que no. Pero él debería saber ya que no es una molestia..."
Suu sonrió.
"Será mejor que me vaya ya, está haciéndose tarde." – dijo él mientras miraba al cielo.
"Sí, mejor que vayas pasando no sea que te coja la nieve. Ya nos veremos, entonces." – se despidió ella, levantando una mano.
"¡Hasta pronto!"
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Volvió a subir y cuando entró vio que Hiei estaba sentado en el sofá con cara de enfadado.
"No pongas esa cara." – dijo ella riendo, mientras entraba.
Hiei la miró muy serio.
"Oye, a mi tampoco me ha gustado que lo descubrieran." – dijo ella, ahora se había puesto seria pues había notado que él estaba realmente molesto. – "Pero lo hecho, hecho está. Tampoco ha sido tan terrible."
"Hn. Ahora tendré que aguantar las idioteces de todos por su culpa." – gruñó, mientras se levantaba e iba hacia la ventana.
"Sabes, al menos podrías haberle dicho a Kurama que estabas durmiendo aquí, estaba preocupado." – dijo ella, mientras lavaba las tazas de té.
"¿Preocupado?" – se sentó en la ventana mientras miraba cómo nevaba.
"Pues claro, es normal. Si cada vez que nevaba, ibas a su casa y de repente dejas de hacerlo, yo al menos pensaría que te ha pasado algo, ¿o no?" – dijo, asomándose por la puerta.
"También hay que considerar la posibilidad de que haya encontrado otro sitio donde dormir."
Suu se quedó mirando al youkai, con una ceja levantada. – "Eso, en tu caso es poco probable..."
Hiei la miró de reojo. – "Da igual, dejémoslo."
"Como quieras, pero sigo pensando lo mismo."
Suu acabó de poner las tazas en su sitio y con un suspiro de satisfacción por haber acabado se dispuso a irse a sentar en el sofá, pasó por delante de Hiei, estaba a punto de llegar al sofá cuando... notó una punzada en el corazón. Muy mala señal.
"Mierda. No, ahora no..." – fue lo que dijo antes de caer inconsciente.
Hiei vio cómo empezaba a caer y llegó a tiempo a cogerla antes de que se golpease contra el suelo.
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Suu abrió lentamente los ojos, primero vio el techo del comedor y luego giró la cabeza cuando oyó que Hiei pronunciaba su nombre.
"¡Suu!" – estaba a su lado y podía ver algo de preocupación en su expresión. – "Por fin te has despertado, estaba pre... quiero decir..."
"Ya estoy bien." – le dijo ella sonriendo amablemente. – "Si no recuerdo mal me he desmayado... ¿no?" – él asintió y ella intentó incorporarse, pero notó un fuerte dolor en la cabeza y se volvió a estirar.
"¿Estás bien?" – preguntó, intentando sonar lo menos preocupado posible.
"Sí, tranquilo ahora se me pasará. ¿He estado mucho rato inconsciente?"
"Pues diría que casi un par de minutos. Suu... diría que eso no es normal, ya es la segunda vez en menos de dos semanas."
Suu desvió la mirada hacia otra parte.
"No puede ser... ¿No es la segunda vez? ¿Te has desmayado más veces?" – le preguntó cada vez con una expresión de más preocupación.
"Sí, diría que esta ya es la quinta o sexta vez en dos semanas." – confesó en voz baja y ante la cara de asombro de él, añadió. – "Pero es normal en mi situación."
"¿Situación? ¿Qué situación? La gente normal no se desmaya cada dos por tres. ¿Por qué no habías dicho nada?"
Ahora Suu había conseguido sentarse en el sofá y miraba hacia el suelo, sintiéndose culpable por no haber dicho nada. Pero la verdad es que no podía...
"Hn. No sé quien soy yo para pedirte explicaciones..." – susurró.
Se giró para marcharse, pero Suu sin levantar la vista del suelo le cogió por la manga, Hiei se sorprendió ante la acción y se quedó quieto, esperando a que ella hablase.
"No quería que te preocuparas, no quería preocupar a nadie y por eso no dije nada a nadie. Además como te he dicho antes, es normal en mi situación..." – dijo todo esto casi susurrando, los desmayos cada vez la dejaban más débil.
"No sé a qué situación te refieres, pero da igual. No tienes por qué darme ninguna explicación."
"Puede que no, pero yo quiero dártela. Pero te pido que tengas paciencia... todavía no puedo contarte nada, ni a ti ni a nadie. Me gustaría esperar unos días más... entonces os lo contaré." – habló, todavía sin mirarle y añadió, - "Si quieres tú serás el primero en saberlo."
"Hn. Como quieras, a mí me da igual." – pero en verdad tenía mucha curiosidad. Se sentó en el sofá que había en frente del de ella, mirándola atentamente, intentando imaginarse lo que les escondía.
Pues así se acaba este capítulo! Antes que nada... ¡lo siento! Tardé mucho, pero es que al tener vacaciones me entró pereza... Pero para compensarlo he hecho un capítulo mucho más largo! n.n
Empecemos!
Yukii, esto es un yoyo, tienes razón... U.U ¿Y esta se te ha hecho corta? ¡Dime que sí! XD Yo también lo haría si fuese Kurama XDD Espero que este también te haya gustado ;) Ah! ya me queda menos que leer!!
Ropna, sí, sí que sé lo que es... y lo lamento mucho U.U Ah, sobre lo otro... bueno, Kurama siempre se preocupa por todo el mundo, así que cuando lo hacía no era porque le gustase. ¿Un Hiei/Suu? Ya se verá n.n Y no te preocupes, yaoi no va a ser, sino ya lo hubiese dicho al empezar el fic, pero a veces no puedo evitar poner algún que otro guiño, es superior a mí n.n
Zafiro, pues lo adivinaste... ¬¬ ¿acaso me espías? XDD Es broma! Jeje, pues eso no se sabe... Kurama no se lo explicó a Suu, una lástima. Quizás algún día se llegue a saber... quien sabe ;)
Me despido diciendo que ya se acerca el capítulo en que se sabrá lo que esconde Suu!! Ya va siendo hora, la verdad... Este fic se alarga demasiado! Mira que soy lenta n.n
Gracias por leer y dejar review!!!
