Capitulo 9. La ceremonia.
-¿Tienes el hechizo, Sakura?
-Sí, Eriol, esta listo.
-Shaoran, ¿y tú?
-Mi espada esta preparada.
-Yue, Kerberos, Rubí Moon, Spinel-Sun ¿el campo de energía?
-Listo.
-Antes que nada, gracias por lo que hacen por Tomoyo y por mí.
-No necesitas dar las gracias, Eriol... Tú y Tomoyo son como unos hermanos para nosotros ¿no es así Shaoran?
-Sí, esto es lo menos que podemos hacer por ustedes.
-Y aparte de ser nuestro amo, eres nuestro amigo; Tomoyo es una de las personas a quien más queremos, así que esto es lo menos que podemos hacer para ayudarla. -agregó Spinel-Sun.
-Y Eriol, gracias por preocuparte tanto por ella. -le dijo Sakura.
-La quiero y no permitiré que Julián se quede con lo que más amo.
Las palabras del joven inglés ya no sorprendieron a sus amigos, pues aunque no lo había dicho, sus acciones reflejaban el profundo amor que sentía por Tomoyo. Con una sonrisa Eriol finalizó las muestras de gratitud hacia sus amigos y recuperando la frialdad que mostraba cuando debía realizar un trabajo, dijo:
-Bien amigos, es hora.
Sakura y él liberaron sus respectivas llaves mágicas con sus conjuros. No había ninguna carta que fuera capaz de llevarlos hasta Inglaterra rápidamente, así que gracias a sus libros, Eriol, logró encontrar un hechizo para trasportarlos a todos desde su casa hasta su país natal en unos cuantos segundos, solo que para trasportar a tantas personas, era necesaria la intervención de Sakura, quien debía liberar un poco de su energía mágica para que el conjuro fuese eficaz.
Sin perder ni un instante más Eriol comenzó a recitar un antiguo hechizo en Latín. Solo él y Shaoran comprendieron en significado de éste, por lo tanto Shaoran movió negativamente su cabeza y dirigió una mirada de reproche a su amigo al escucharlo, pero no podía hacer nada para detenerlo, pues estaba por terminar de recitarlo.
Todos sintieron que el viento los golpeaba fuertemente y un resplandor los cegó momentáneamente. Al abrir los ojos, se encontraron en un sitio oscuro, frío y rodeado de una poderosa energía... Mientras Sakura se enfocaba en sentir la presencia de su amiga, al igual que los guardianes, Shaoran se acercó a Eriol y susurrando le dijo:
-¿Cómo demonios se te ocurrió recitar ese hechizo?
-Era la única salida, tú lo sabes.
-¿Eres consciente del daño que te hiciste?
-Por supuesto.
-¡Has consumido una buena parte de tu energía vital y estás así de tranquilo!
-No podía hacer otra cosa, así que arrepentirme no servirá de nada. Todo lo que hago es por Tomoyo.
-Pues precisamente por ella es que no entiendo cómo te atreviste. Después de haber recitado ese conjuro sabes que tu tiempo de vida se ha reducido a la mitad.
-Lo sé, Shaoran... Lo sé...
-¡Me exaspera cuando eres así de insensible!
-Preocúpate ahora por sentir la energía de ella, no por mí.
Mirándolo con enfado Shaoran se apartó de Eriol y trató por todos los medios de ubicar la energía de Tomoyo.
-¡Lo logré! Ya sé donde está. -gritó Sakura emocionada.
-Sí, yo también he podido sentirla... Su presencia es muy débil, como si estuviera... -Yue ya no quiso terminar la frase. Aunque aparentaba lo contrario, a él también le resultaba doloroso darse cuenta de la situación en la que se encontraba su antigua ama.
-Vamos, ya sabemos donde está. Permanezcan alerta, supongo que saben que vendríamos por ella.
Siguiendo a Eriol, caminaron a través de unos pasillos bastante oscuros y dignos de una película de horror. Sakura tenía muchísimo miedo, aun no había superado el terror que le causaban las cosas inexplicables y ahora, al saber que estaba rodeada de vampiros, los cuales los atacarían en cualquier momento, se sentía muy asustada, por eso asía fuertemente la mano de su novio Shaoran, quien comprendía la situación por la que pasaba Sakura y trataba de ayudarla.
No caminaron mucho antes de llegar hasta el final de uno de los corredores. Frente a la majestuosa puerta estaban postrados veinte fornidos hombres, vampiros indudablemente. Había otras dos puertas que conducían al centro de este cuarto, mismas que eran celosamente vigiladas por quince hombres en cada una. Sin lugar a dudas este era el cuarto en el que tenían a Tomoyo y la ceremonia ya había iniciado o estaba por hacerlo.
-No podemos perder más tiempo. Sakura, usa la carta del sueño y esperemos que haga efecto.
-Como digas.
La llave de Sakura ya estaba liberada, así que llamó a la carta "sueño" para que durmiera a los guardias, pero todos se llevaron una gran sorpresa al darse cuenta de que su magia no surtía efecto contra estos seres.
Al darse cuenta de la presencia de los intrusos, los vampiros fueron sobre ellos y los atacaron, llamando así la atención de los otros treinta guardias que se unieron en la defensa del Gran Salón. En ese momento se llevó a cabo una batalla campal y no se sabía a ciencia cierta quien ganaría.
Los ruidos provocados por la pelea llegaron hasta el Salón. Julián, Nathasha y William intercambiaron una mirada y se dieron cuanta de lo que sucedía:
-Están aquí, ¿no es así? -murmuró Tomoyo temerosa por la fortuna de sus amigos.
-Sí, cariño, pero no entraran. -respondió su madre.
-¡La ceremonia dará inició ahora!
Ante la sorprendida mirada de Tomoyo, después de escuchar esas palabras de William, tanto él, como su madre y su prometido se cortaron las venas de ambas muñecas con una filosa daga. Su corazón comenzó a latir aceleradamente al darse cuenta que ya nada cambiaría el destino que ella misma había elegido, aunque guardaba la esperanza de que fuera así.
Cerró los ojos y se negó a ver ni escuchar nada, pero a falta del sentido de la vista, su oído trabajaba mucho mejor y escuchaba con claridad las voces de Sakura, Shaoran, Yue, Rubí Moon, Spinel, Kerberos y más claramente la de Eriol, mientras combatían. Sintió mucho miedo por sus amigos y su amado, no quería que salieran dañados, pero en esos momentos ella no podía hacer nada.
Cuando se atrevió a mirar a su alrededor vio que estaba en medio de un charco de sangre, en forma de círculo; las voces de Julián y sus padres comenzaron a recitar conjuros que ella no lograba entender, y cada vez aumentaban la fuerza de su volumen y la rapidez con que decían estas palabras... Trató de prestar atención a éstas, pero la preocupación por sus amigos le impedía poner atención. Escuchó en ese momento la imponente voz de su padre, que interrumpiendo sus rezos, le decía:
-Concéntrate Tomoyo, olvídate de todo y de todos... Ahora estás aquí y cumplirás con tu destino, no lo olvides.
Nuevamente sintió miedo, pero ya nada podía hacer, estaba tan débil, que no era capaz de mover ni un músculo. Sin embargo, no era la falta de sangre lo que la hacía sentirse así, era que el hechizo de sus padres y Julián comenzaba a hacer efecto y estaba dejando su propio cuerpo... El miedo más intenso de su vida la invadió al ver que abandonaba lo que en realidad quería y gritó con todas sus fuerzas mientras caía al piso.
Continuará...
