Los personajes de Rurouni Kenshin no me pertenecen sino a Watsuki Nobuhiro. Tampoco la idea original de este fic, que sería de un caballero llamado Víctor Carrasco (confirmado). Bueno, en realidad, toda esta historia va a quedar tan remezclada que aunque quisieran meterme demanda, no podrían… y al final, los diálogos iempre quedaron en negrita...


La Fiera (Directamente a Ti)

Acto dos:

El forastero japonés.


Temprano, al día siguiente después del matrimonio que no se concretó, Kaoru se encontraba en las instalaciones de la salmonera ubicada en la costa y que ella se encargaba de dirigir.

La empresa había sido fundada por su abuelo materno y fue heredada a su madre, que era hija única. La salmonera García daba trabajo a buena parte de la gente de la zona. Cuando Rosario se casó con Kojiro, él le ayudó a administrarla y finalmente se hizo dueño junto a su hermana Omasu y un amigo de la mitad de la empresa adquiriendo acciones. Además, hizo contacto con algunos amigos japoneses y lo que consiguió fue abrir nuevos mercados para la salmonera que actualmente exportaba a Japón parte de su producción, por lo tanto, la inclusión de Kojiro en la sociedad fue bastante acertada.

Kaoru por su parte entró a la Universidad Austral para estudiar Administración de Empresas. A pesar que desde adolescente se había acercado a su madre para ayudarla con las cuentas de la empresa, sentía que necesitaba más preparación. Su madre había muerto hacía ocho años en un accidente automovilístico y Kaoru se convirtió en la mano derecha de su padre. Ahora, habiendo egresado el año anterior de la universidad, había tomado las riendas de la salmonera con el total consentimiento de su padre que estaba consciente de lo capacitada que estaba ella y Kaoru ya había comprado algunas acciones, que le aseguraban el control del 25 por ciento. Sanosuke tenía una participación del 10 por cientoy ella aspiraba a comprar las acciones que faltaran para tener el otro 15 por ciento que pertenecía a, según ella, extraños en los que confiaba su padre.

Ella dirigía con mano de hierro a pesar de su juventud al resto de los trabajadores e imponía horarios razonables. Entre otras cosas había horarios para alimentar a los salmones, otros para retirar la mortandad (los que se mueren por diferentes causas) y limpieza de los corrales. Si, corrales, porque había corrales en el agua para mantener a los salmones en su sitio, junto a los de su misma edad.

Kaoru cada mes ingresaba dinero en la cuenta de su padre y su tía que correspondía a su ganancia, a la cuenta de su hermano y a la de un tal señor Hiko que era el otro socio. Kaoru nunca había visto al tal señor Hiko, pero jamás había dejado de ingresarle su dinero.

Yahiko se encargaba de administrar los alimentos de los salmones. Tenía 19 años y aspiraba a dar la PSU (Prueba de suficiencia para ingresar a la universidad) pues ya llevaba dos años desde que salió de la escuela y quería estudiar algo para ayudar a su prima en la empresa. Y en ese momento se acercaba a Kaoru que anotaba algo en un expediente, en uno de los tantos corredores flotantes que había dispuesto en la superficie del agua, vestida con su ropa de trabajo y un chaleco naranjo que usaba como protección: Si caía al agua por accidente, se mantendría a flote con el chaleco y sería visible. Aunque todos sabían nadar muy bien, nunca estaba de más tomar precauciones.

Kaoru, que bueno que te veo… quería saber cómo habías dormido.-

Kaoru le sonrió a su primo favorito. Era bien simpático y el cariño era mutuo. Yahiko admiraba el carácter fuerte e independiente de la joven. En el fondo deseaba ser como ella… aunque le gustaría que Kaoru sonriera más a menudo.

Dormí harto bien, poh, Yahiko. Ahora estoy segura de que el Kamiya ya no va a seguir con sus tonterías de casarme con alguien.

Bueno… eso espero.- dijo sonriendo Yahiko, volteando para que Kaoru no notara demasiado sus lentes oscuros. Pero ella enseguida se dio cuenta de que algo andaba mal.

Kaoru alargó la mano hacia su primo y descubrió que tenía un tremendo moretón en el ojo derecho. Miró a Yahiko esperando explicaciones y él sólo bajó la cabeza.

¿Quién te pegó? Porque si fue el Sushi, yo misma le voy a dar una… -

No… no fue Aoshi… - dijo Yahiko.- A él no lo he visto desde la boda. Esto… me lo hizo el tío Kojiro.-

¡CÓOOOOOMO!-

Ayer en la noche, después que te dejé, me fue a buscar a la casa para preguntarme dónde estabas. Como no le quise decir, y además el cachó que yo te había ayudado a fugarte… me… me pegó. Mi mami se puso en medio y por eso no siguió. Pero no te preocupes, Kaoru… estoy bien, no me hizo nada más.-

Demasiado tarde lo había dicho Yahiko, porque en los ojos de Kaoru brillaba la indignación por el ataque de su padre a su más leal amigo y pariente.

Y confidente.

¿Está todo listo para hoy, Yahiko?-

Si, Kaoru. La gente dice que está dispuesta a ayudarte, asi que no te preocupes. A esta hora deben estar preparando todo para trasladar tu casa. La minga será como a las dos de la tarde.-

Nuevamente los ojos de Kaoru volvían a brillar. Pero ya no de furia, sino más bien de satisfacción. Sería independiente de una vez. Ese día quedaría marcado como el inicio de su nueva vida. Pero antes, tendría que hablar con su padre.


Kenshin despertó bastante tarde en realidad. Y es que los últimos cinco días habían sido de locos por lo de su viaje. Primero, de Japón a Estados Unidos y desde allí hizo escala en Buenos Aires, Argentina, luego a Santiago de Chile y por ahí decidió, por qué no, hacer el resto del viaje vía terrestre ya que iba con tiempo. Asi que adquirió un auto para sus propósitos… y anduvo casi dos días conduciendo parando para comer y dormir, guiado por su mapa. El viaje le pareció interesante por el hecho de ver, saliendo de Santiago hacia el sur, muchas casas, luego campos… pasando Concepción, empezó a ver árboles enormes a cada lado de la carretera. Hacia ese lado del mundo, el clima era más lluvioso y por lo tanto había más vegetación.

Le gustaba esa carretera. A él le gustaba la velocidad y aquí podía andar a 120 km hora tan tranquilo. Después de pasar por Puerto Montt, en el día dos de su viaje terrestre, se dirigió a Calbuco, donde podría abordar el trasbordador que lo llevaría hasta la isla grande de Chiloé, donde, por lo demás, hacía más frío.

Y luego, había conducido 4 horas más para llegar a la famosa boda… realmente estaba agotado. Eso sin contar las horas cambiadas que tenía en su pobre cuerpo.

Se estiró dentro de las abrigadoras sábanas y mantas y decidió que era un buen día. Estaba calentito y feliz y por primera vez en mucho tiempo se daba cuenta de que podía dormir lo que le placiera y que podía hacer lo que se le viniera en gana. Era su año sabático. Genial.

En realidad, sería más genial si no tuviera esa ligera molestia en el labio. Entonces recordó las aventuras que vivió la noche anterior, antes de regresar a la casa asignada para él.

La mujer esa, Kaoru. Ahora entendía muy bien por qué le decían la Fiera. Menudo carácter se gastaba...

Kenshin la apartó de su mente, se hizo un ovillo y cerró los ojos nuevamente. Estaba tan bien en la cama… hum… dormiría un rato más.

El celular empezó a sonar insistentemente, asi que Kenshin estiró una mano para alcanzarlo. Por lo visto, lo llamaba don Kojiro. Contestó. Le había caído bien el amigo de su padre a pesar de ser un tanto… excéntrico.

Hola, Kenshin… ¿Amaneciste bien¿Te ha gustado la casa que preparé para ti?-

Sin duda este Kojiro gustaba de atender estupendo a sus amigos.

Yes… digo… si, don Kojiro. Está todo excelente y he descansado muy bien. –

Qué bueno, hijo. Mira… te invito a almorzar a mi casa hoy, para darte la bienvenida oficial a Chile. Y asi conversamos sobre mi amigo Seijuro.-

A Kenshin no le pareció mala idea ir a almorzar. Después de unos momentos, se despidió cortésmente de Kojiro, prometiéndole estar a la una en punto para comer pollo arvejado con arroz… que no sería un plato muy típico de la zona, pero era la especialidad de María.

El pelirrojo entonces miró el reloj en la pared y después de estirarse nuevamente, se acurrucó mejor y se quedó dormido.


Aoshi por su parte aún no despertaba.

Misao trabajaba en su casa manteniéndola ordenada y limpia. La joven había pasado a cuarto medio por lo que era su último año de estudios en la escuela. Y soñaba con ir a la universidad. Asi que se puso a buscar trabajo y Aoshi le ofreció un sueldo razonable por cuidar de su casa.

Y con lo enamorada que estaba Misao del Sushi… perdón, de Aoshi, pues… por qué no.

Además… quizá podría seguir trabajando con él después de ingresar a clases. Le llamaba mucho la atención este hombre tan solitario que había llegado a la isla hacía cinco años: a la boda no habían asistido familiares de él porque no tenía, salvo algunos primos muy lejanos que vivían en Japón. Sonreía nada, casi. Realmente era un hombre silencioso que la inquietaba debido al misterio que parecía rodearlo, siempre él muy serio, muy guiado por el sentido del honor y ese tipo de cosas… a ella le costaba entender su mentalidad, pues ella había sido criada de manera más informal y libre para tomar sus decisiones. Omasu quería que Misao y Yahiko se criaran para ser tan divertidos como su padre Javier Lizama.

La joven preparaba el desayuno: tostadas y algo de te para Aoshi. En cuanto tuvo la bandeja, subió al segundo piso de la enorme casa de madera y suspiró. Su madre le había dicho que en Japón no había mucho espacio y pocas personas podían permitirse casas tan grandes como las que ellos conocían y tenían. Misao amaba la libertad y la grandeza de espacio que conocía en su tierra de Chiloé, las acogedoras casas de madera. Bueno… no era la capital del país y el clima era a veces algo molesto con tanta lluvia en invierno, pero, ella no lo cambiaría si le decían que tenía que vivir como sardina y respirar smog todo el tiempo en una gran ciudad.

Aoshi no despertó cuando Misao entró en su habitación. Estaba todo desparramado en la cama, con el pijama arrugadísimo y mal puesto, las frazadas enredadas en la cintura y las sábanas en el suelo. Por lo visto no había tenido dulces sueños.

La chica se sintió un poco culpable por sentirse feliz de que haya fracasado la boda de Aoshi. Él estaba sufriendo, porque quería a Kaoru y seguro que despertaría con un tremendo dolor de cabeza por haber bebido tanto. Misao apuntó mentalmente conseguir aspirinas y preparar algo ligero para comer.

El hombre se movió nuevamente en sueños y de pronto abrió los ojos. Tenía unas ojeras impresionantes y el cabello revuelto. Asi y todo a Misao se le hizo adorable. Pero, como ella no podía hacer gran cosa de momento, le dejó su bandeja con desayuno en el velador junto a la cama y se retiró del cuarto.

De lo contrario, lo habría abrazado y besado hasta hacerle entender que a pesar de verse como una niña, ella podía ser toda una mujer.

Su mujer.


Kojiro observaba desde el balcón de su cuarto su jardín. Y más allá, la orilla de uno de la playa.

La casa de Kojiro Kamiya estaba perfecta, como siempre. Los jardines habían sido limpiados temprano en la mañana y nada evidenciaba que la gente había bailado y bebido alegremente. Las habitaciones también lucían impecables y el inconfundible aroma del pan amasado por María impregnaba el lugar.

Era toda una joya esa mujer. Cocinaba delicioso, mantenía todo en orden y cuidaba de sus hijos. La conocía hacía pocos años, cuando decidió contratar a una lugareña que se hiciera cargo de su casa después de la muerte de Rosario. María no hablaba mucho, pero tenía una sonrisa cálida, unos enormes ojos negros y senos generosos para refugiarse en ellos, acentuados por la cintura estrecha y las caderas anchas.

Realmente le gustaba esa mujer. Y Kojiro sabía que era mutuo. Pero a él también le gustaba la esposa del doctor… ahhh… estas chilenas lo traían loco, sin duda.

Bueno, al menos María ya compartía discretamente su cama hacía más o menos un año. Rara vez mencionaban lo que había entre ellos, pero durante las noches, cuando hacían el amor, María era generosa. La mejor amante que había tenido.

El japonés esbozó una sonrisa. A pesar de haber vivido un fiasco la tarde anterior, se sentía relajado. María lo había acogido con su dulzura habitual y le había hecho olvidar que tenía una hija lista para meterla en el Psiquiátrico y de que su hermana Omasu no le quería hablar por haber golpeado a Yahiko durante la noche.

Ya hablaría con Kaoru. Conociéndola… sabía que ella no se disculparía. El problema era que quizá Kaoru era igual a él en muchos aspectos. Rosario, su madre, nunca había sido tan conflictiva. Había sido una buena esposa, aunque quizá no suficientemente buena para él si tomamos en cuenta que él había tenido aventuras extramaritales aquí y allá.

Decidió salir a dar una vuelta. Dentro de un rato vendría su amigo Kenshin a almorzar y conversarían. Sanosuke, había salido a pasear y Kojiro no lo detuvo. Su hijo estudiaba derecho en la Universidad de Chile, en Santiago, y ahora estaba de vacaciones. Y lo mejor es que pronto terminaría la carrera, asi que no lo molestaría. Sanosuke sería su orgullo, ya que de Kaoru no podía decir lo mismo por las estupideces que hacía.


Kaoru detuvo sus actividades a las doce y decidió ir a hablar con su padre de una vez. Asi aprovechaba de comer algo.

Le dejó la salmonera encargada a Yahiko y montó en su caballo "Gitano". A ella le gustaba mucho montar a caballo y éste era su medio de transporte para ir a casi todos lados. Aunque Kaoru tenía una camioneta, prácticamente no la usaba, salvo en invierno.

Cuando Kaoru llegó hasta su casa, le llego el delicioso aroma del pollo arvejado de María. Se dirigió a la cocina y se encontró con la persona de aquella casa que más quería.

Hola, María. Huele rico… - sonrió Kaoru.

María era afortunada, porque Kaoru siempre le sonreía y la trataba con cariño. Sin duda estos Kamiya eran especiales con ella.

Hola, "Karito" – la saludó la mujer con un abrazo.-Ya me teníai preocupada. Tu padre estaba furioso ayer en la noche y…-

Bueno… con él vengo a hablar ahora.- la cortó una Kaoru que siempre iba al grano y que no estaba para sermones. -¿Dónde está?-

Salió hace un rato, pero debe estar por llegar.- María meditó un poco y agregó.- Justo ahora tengo que salir, porque quedé de ir con mi hermana a buscar una lanita que le iban a traer. ¿No te molestas si te dejo sola?-

No te preocupí, María. Anda no más. Yo espero al Kamiya.-

María salió de la cocina y luego de tomar su cartera y envolverse en una manta de lana debido al viento frío que corría, salió a encontrarse con Elena. Pensó en recomendarle a Kaoru que no hiciera enfadar a Kojiro, pero… seguramente no le haría caso.

Mientras, Kaoru se fue a su cuarto, por si tenía algo aún que llevarse. Su padre aún no se había dado cuenta de que su ropa no estaba allí…

Pero luego sintió hambre. Se dirigió a la cocina y decidió servirse un poco de esa comida deliciosa. Un plato con arroz y una pata o tuto de pollo encima, decorado con arvejas y zanahorias… nada más rico. Se fue al comedor y se instaló en la mesa. A pesar de haber llevado tenedor y cuchillo, desistió con el pollo. Era difícil para ella comer pollo usando utensilios, porque¿hay algo más complicado que eso? Siempre se resbala el pollo o lo que sea que haya en el plato acompañándolo. Asi que Kaoru, en vista de que estaba sola y de que no ofendía a nadie, tomó la pata de pollo con la mano y así empezó a comérsela.


Kenshin llegó puntual a la cita. En la entrada de la casa notó un precioso convertible rojo y no tuvo que ser demasiado astuto para darse cuenta de que Kojiro Kamiya hacía su aparición. Y venía con Sanosuke y esa chica tan linda del día anterior… Misao. Venía a reemplazar a María un rato en la casa, para encargarse de servir el almuerzo.

El hombre mayor guardó su vehículo y recibió a Kenshin como si fueran amigos de toda la vida. Sanosuke, que se había encontrado con su padre en la entrada de la casa también lo saludó con una gran sonrisa y luego entre los dos presentaron oficialmente a Misao a quien Kenshin vio la tarde anterior en la boda.

Esta belleza de niña es Misao. Es mi sobrina y por ahora viene a ayudarme, porque la María no podrá estar con nosotros, Kenshin.- dijo Kojiro.

Misao saludó cortésmente a Kenshin, decidiendo que le caía bien. Y éste se quitó su gorra de tela para saludar a tan joven dama. Luego se lo acomodó en la cabeza nuevamente.

Ella lo comparó mentalmente con Aoshi. Aoshi siempre era muy formal para vestir y comportarse. Pero este pelirrojo era otra cosa. Llevaba el cabello algo largo tomado en una coleta… y no se veía mal. Vestía de manera casual: pantalones color café, camiseta cuello de tortuga beige y una chaqueta café más oscura que los pantalones, de cotelé. Se veía bien y estaba relajado. Y sonreía. Definitivamente le agradaba ese tipo.

Bueno, entonces entremos a la casa.- dijo Kojiro. Kenshin, Sanosuke y Misao lo siguieron. Ninguno de los cuatro notó que en un rincón del enorme jardín, había un caballo.

Y así fue como llegaron al comedor, aunque Kenshin se quedó un poco más atrás.

¡Kaoru!... ¿qué haces aquí, cabra loca?- exclamó sorprendido Kojiro al ver a su fugitiva hijita alimentándose alegremente.- ¿Vienes a disculparte?-

Kaoru no se molestó en pararse. Simplemente siguió comiendo.

Hola, papá. Estoy súper bien, gracias por preguntar… y también me da gusto verte. - le respondió Kaoru con evidente ironía.- Vine a hablar contigo… ¡Hola, Misao, Hola, hermanito.-

Ahora no puedo atenderte, Kaoru. ¿No ves que tengo visitas?- dijo Kojiro sintiendo que empezaba a enfadarse. Misao no sabía si irse derecho a la cocina o quedarse, porque padre e hija siempre acababan peleando. Se quedó al sentir la mano de Sanosuke en la espalda infundándole serenidad.

Kenshin se acercó al comedor para ver con quien hablaba Kojiro, descubriendo a la novia que le había dado un puño la noche anterior. Aunque desde luego vestía muy diferente, si bien tenía el largo cabello suelto y un tanto enmarañado por haber cabalgado..

Kaoru también lo vio.

Y no le hizo la más mínima gracia.

Incluso, se le agrió el carácter.

¿Qué esta haciendo este tipo aquí! – dijo la joven, levantándose de la mesa con el pollo aún en la mano, poniéndose a la defensiva.

Kenshin se sintió descolocado debido a que todo el mundo lo trataba bien y en cambio esta mujer lo trataba como si tuviera la tiña, garrapatas y piojos, todo incluido. Pero se repuso y sonrió con su despreocupación habitual.

Kenshin… Kenshin Himura.- se presentó Kenshin estirando la mano para estrecharla con la femenina a modo de saludo que Kaoru rechazó dándole un último mordisco al pollo. Sin embargo Kenshin no se molestó y agregó, quitándose el sombrero y empezando a darle vueltas.- Gracias, a mí también me da gusto verte. En realidad, tu padre, que es mucho más amable que tú, me ha invitado cordialmente a almorzar. Pero no sabía que te gustaba comer con la mano. Quizá asi es más… hum… - Kenshin trató de recordar algún término adecuado en español y dio con él.-… sabroso. Me pregunto cómo lo harás con la sopa…-

Kojiro puso cara de no entender. Por lo visto ya se conocían… y no precisamente de la boda.

Kaoru se sintió inmediatamente ofendida.

¿Te estai acaso burlando de mí?- le reprochó al pelirrojo, dejando el pollo en el plato, porque necesitaba sus dos manos libres para romperle la cara al tipo ese tan entrometido.

Pero entre Kojiro y Sanosuke lograron detener a Kaoru para que no golpeara al pobre Kenshin que miraba divertido a esa mujer tan temperamental. Nunca había visto algo igual.

Kaoru¡sosiégate, cabra loca!.- le dijo Kojiro a punto de perder la paciencia con su hija. Kaoru se soltó de su padre y de su hermano, se limpió las manos con una servilleta y tomando su morral desde el respaldo de uno de los asientos decidió salir de allí.

Bueno, poh, me voy. Pero eso si, Kamiya. Venía a decirte que me voy de la casa y que te hagai cachirulitos si crei que me voy a casar con algún candidato comprado. Y que ni se te ocurra volver a golpear a Yahiko o yo misma te denuncio a los pacos (carabineros) Eso. Asi que chao.-

¿Cómo que te vas de la casa¡¿Qué te crees, cabra de mierda, que dejai primero la tendalá en la boda y después querís irte de la casa!- vociferaba Kojiro con el rostro rojo de la ira. Kenshin estaba por decidir que Chile era un país de locos. Y estaba seguro de haber oído por ahí que "mierda" era una palabrota…

¡Y me voy, poh!. Ya me aburrí de que voh queraí controlar mi vida. Si los demás te aguantan, bien por ellos, porque lo que es yo, me voy!-

Y salió tan digna y enojada hasta que le llegó una voz masculina, hablando un español con acento más raro que ver al Sushi atacado de la risa:

Hasta pronto, Kaoru. Y cuando quieras, ve a verme a mi casa. Sé preparar un plato delicioso que se come así como te gusta a ti.- Kenshin hizo gesto de utilizar las manos. Y sonreía bien contento a pesar de la tremenda escena presenciada.

Kaoru se dio la vuelta para mirar a Kenshin. Contó hasta diez. Luego prosiguió su camino. Misao corrió a la cocina a calentar el almuerzo y Kenshin, intrigado, salió tras Kaoru quien, a zancadas se dirigía hacia "Gitano" que comía pasto tan tranquilo del jardín de Kojiro. Sanosuke corrió a servirle agua a su padre.

Hey… espera… chica… Kaoru…-

Kaoru había alcanzado a su caballo. Pero se giró para ver a ese tipo y ver si podía romperle algo como una pierna. Asi estaba de enfadada.

Dime… ¿por qué no te simpatizo yo?- preguntó Kenshin.

Kaoru se subió a su caballo, tragándose las palabrotas que trataban de brotar de su linda boca. No tenía tiempo para darle las lecciones intensivas, porque tenía que supervisar la minga que estaba por empezar.

Déjame en paz, pelirrojo.- dijo. Y se fue.


Kojiro recién se había tomado una pastilla para la presión. Esta Kaoru no le hacía bien a su salud cuando empezaba a hacer tonterías. Y ya estaba haciendo otra estupidez aparte de dejar plantado al Sushi.

Y eso que todavía faltaba que llegara el Sushi a reclamarle más tarde lo del plantón…

Pero irse de la casa… por favor. ¿Y a dónde se iría? Lo mejor era no pensar en ello, porque ahora tenía un invitado al que acoger… ya iría más tarde a la salmonera a hacer lo que debío haber hecho hacía años. Bajarle los pantalones a su hija y dejarle las nalgas rojas a correazos. Asi entendían las bestias como ella.

Kenshin estaba bastante cómodo después del segundo encontrón con Kaoru. Hablaba con Sanosuke y Misao que fue invitada a la mesa a comer también. Todo estaba delicioso. Kojiro se tranquilizó y también habló con Kenshin sobre temas diversos. Y a pesar de haber empezado de manera más bien polémica, la reunión acabó siendo un éxito, con Kenshin, Sanosuke y Misao convertidos en amigos. Y Kojiro contento con las noticias sobre la recuperación satisfactoria de Seijuro, su amigo de toda la vida, después de un accidente vascular.

De hecho, el médico le recomendó a mi padre dejar la vida de ciudad y trasladarse a la costa.- terminó diciendo Kenshin a Kojiro. Hablaba todo el tiempo en español, debido a que, por lo que le había comentado Kojiro, Sanosuke hablaba y entendía lo básico del japonés y Misao también.

Lamento no haberme preocupado más de su educación en ese aspecto, pero… no pensé volver nunca más a Japón. Tú sabes, Kenshin, que Seijuro y yo nos hicimos amigos en el orfanato, por lo tanto al menos yo, no tengo allá a familiares que me esperen. En cambio aquí, tengo hijos y un muerto enterrado. Por eso ya no puedo irme. Y a mis hijos y sobrinos no les interesa irse del país.-

No he visto mucho de su país, pero espero poder hacerlo ahora que estaré aquí un tiempo. Tengo que regresar a Japón para ayudar a mi padre a buscar una casa nueva.-

Si, si…- dijo Kojiro.- por eso de que debe cambiarse a la costa. ¿Sabes? Mejor dile a tu padre que se venga para acá… seguro que le va bien y además, está su parte de la salmonera dando dinero, asi que puede vivir aquí sin problemas de plata.-

¿Salmonera?- preguntó Kenshin. Él no había oído nada de eso antes.

Kojiro entonces le contó que años atrás Seijuro se hizo socio de la salmonera aportando capital para su reestructuración. Que su dinero estaba guardado en el banco para que él dispusiera de ella aunque Seijuro había tocado poco ese dinero, por lo que ya tenía una pequeña fortuna.

Si tu padre acepta venirse, le mando a construir una casa donde él quiera.-

A Kenshin le pareció buena idea, porque su padre siempre recordaba con cariño la temporada que estuvo en Chile, junto a su amigo de toda la vida. En esa época Kenshin era un niño y cada vez que su padre regresaba de esos viajes, siempre lo veía feliz y relajado. Se lo comentaría a Seijuro en cuanto regresara a su casa.


La nueva casa de Kaoru era todo su orgullo. Ella había aprovechado parte de la herencia de su madre para hacerse dueña de un terreno que quedaba cerca de la salmonera, pero en dirección opuesta a la casa de su padre, también al lado de la playa.

La casa había sido construida entera en madera… pero al otro lado del canal. Cerca de donde vivía Aoshi.

Cuando Kaoru llegó al lugar de emplazamiento de su casa, observó que todo estaba listo para iniciar la minga. Estaban los lugareños y uno que otro turista seguramente atraído por el rumor de que observaría una de las más interesantes costumbres de la zona.

María y su hermana Elena estaban allí también. María miraba a Kaoru con cierto repruebo. Kaoru enseguida se acercó a ella.

Perdóname, poh, María, por no haberte dicho antes… pero es que no quería que te sintieras mal por ocultarle algo al papá. Por eso le dije a Elena que te hiciera salir pa traerte para acá. Yo no podía tener mi minga sin ti.-

María entonces sonrió a su "Karito" y la abrazó.

No te preocupí, Karito. Mira, te voy a acompañar y voy a ayudar en todo lo quepueda para que esta minga sea la más bonita.-

Yahiko salió del interior de la casa junto a Julio Alvarado, el mecánico del pueblo que en ese momento, acababa de reforzar la casa de dos pisos por dentro con palos atravesados para que la estructura soportara todo el traqueteo que sufriría durante su traslado sin sucumbir.

Señorita Kaoru- dijo Julio, de 30 años, alto y delgado, humilde y servicial.- ya terminamos dentro, asi que estamos casi listos.

Ya, poh. Ustedes aquí son los expertos. Yo no más puedo dejarlo todo en sus manos.-

Luis y Ramón, los sujetos que en la boda habían apostado dinero por si se concretaba o no, también estaban entre los asistentes a la minga y ayudaban eficientemente. Ramón era hermano mayor de Julio, por cierto. Conducía un taxi. Luis, por su parte, tenía un restorancito bastante famoso en el mercado del pueblo, donde los lugareños iban a beber, desayunar o conversar.

Julio se subió al tractor que les había prestado un vecino para hacerlo partir. Los hombres de la minga preparaban las sogas, nudos y ganchos que unirían la casa a la parte trasera del tractor para empezar a tirarla. La casa había sido construida sobre dos enormes troncos que evitarían que su parte inferior se deteriorara al moverla.

Las mujeres en tanto se adelantaron en las camionetas que encendían sus motores. Los niños eran llamados por sus madres para irse con ellas y no estorbar en la tiradora de casa. Julio, por su parte encendió el tractor y de pronto todo de llenó de excitación.

Kaoru no cabía en sí de felicidad cuando el tractor empezó a moverse. Rápidamente se metió en su casa y subió al segundo piso, para mirar desde la ventana. Las cuerdas y cadenas se tensaron y entonces, luego de un remezón, la casa empezó a deslizarse por el camino. Como se había reunido más gente de la prevista, dos patrullas de carabineros, que habían sido previamente avisados, se adelantaron a la caravana para prevenir accidentes y abrirles el camino hasta el canal.

Julio conducía con Yahiko de copiloto. Misao apareció corriendo por un recodo del camino.

¡Kaoooruuu… primaaaa!- le gritó la más pequeña para hacerse notar.

¡Creí que no ibai a venir!- le dijo Kaoru tan contenta desde su ventana.

¡Sanosuke viene más atrás¡Le conté y no quiso perdérseloo!-

Sanosuke apareció tras Misao.

¡Hermanaaaaa, qué bonita casaa!-

María se acercó a ellos.

Vamos, niñitos, que tenemos que unirnos a la caravana.- los tres se subieron a uno de los vehículos.

A don Luis se le daba muy bien tocar el acordeón, asi que, junto a sus amigos músicos de corazón, empezaron a tocar canciones propias de la zona para amenizar lo que ya era una fiesta en movimiento. El tractor seguía su lenta y continua marcha hacia la orilla del canal donde las lanchas y un barco esperaban la llegada de la casa. Y es que el lugar de emplazamiento final quedaba al otro lado…


Aoshi había tenido un día pésimo y de pronto sintió mucha agitación en las afueras de su casa. Se asomó a la ventana y vio una caravana de gente y más atrás, una casa enorme moviéndose. Esa escandalosa gente venía cantando y riendo y él lo único que podía desear era un poco de paz…

Estaba por meterse a la cama nuevamente cuando notó a Misao en la parte trasera de una de las camionetas reir alegremente, como solo ella podía hacerlo. Enseguida descubrió a María… a la señora Omasu y don Javier… ¿quién se estaba cambiando con casa y todo?

Cuando descubrió a Kaoru sentada en la ventana del segundo piso, sonriendo como si fuera realmente feliz, se le vino el mundo abajo y le dolió mucho el orgullo.

Claro, era feliz porque seguía soltera y para colmo, organizaba una minga para dar cuenta al mundo de su felicidad mientras él llevaba medio día vomitando y con la pieza oscura porque la luz le molestaba… solo y tremendamente infeliz.

Y para colmo esa pequeña arpía de Misao lo abandonaba y se iba con la prima…

Aoshi se preguntó si don Kojiro sabría de la minga para su hija. Como no lo vio en la caravana, decidió hacerle una llamada telefónica para informarle. Después de todo, la familia debía estar unida¿no?


Kojiro había decidido ofrecerle a Kenshin un bonito paseo en lancha. Él tenía una e invitó a su amigo a conocer la belleza de los canales de la isla usando la embarcación. Misao y Sanosuke habían desaparecido y él tenía asuntos que resolver más tarde, asi que Kenshin se vio recibiendo clases rápidas sobre manejo de lanchas y como Kenshin algo sabía, enseguida se dispuso al paseo en solitario, agradeciendo la confianza que Kojiro depositaba en él.

Cerca de las tres de la tarde el teléfono en casa de Kojiro empezó a sonar. Pero éste estaba ocupado durmiendo una buena siesta después de almorzar. Más tarde iría a pelear con la hija.

El pelirrojo observaba todo con un sentimiento de tranquilidad. El paisaje era bellísimo y se preguntó si no habría universidades cercanas que necesitasen de un profesor de diseño industrial… apartó esos pensamientos, porque él estaba aquí solo de paso por algunas semanas. Aunque la idea era tentadora.

La casa estaba ya en la orilla del canal. Los ganchos ahora eran sacados del tractor y se unían a un barco pequeño, ubicado a prudente distancia de la costa, para tirar la casa por el canal y asi cruzarlo. El ahijado de María, Esteban, era dueño de la embarcación y orgulloso, empezaba a maniobrarla, experto como era de las corrientes del canal, una vez los ganchos estuvieron listos. Julio y Yahiko le entregaron el tractor a su dueño y lo invitaron al asado que habría durante la noche... y enseguida saltaron dentro de una de las lanchas que seguirían a la casa durante su recorrido por el agua.

Kaoru no salió de su casa cuando ésta entró en el canal. La madera flotaba y si bien buena parte del primer piso se inundó, ella se mantuvo firme en su ventana, demasiado feliz. Tenía una vista espectacular desde allí. Veía los botes y lanchas decoradas con flores de papel que precedían a su casa, provocándole en el pecho una emoción indescriptible al sentirse más que nunca parte de una comunidad. María y Elena la saludaban desde una embarcación. Don Luis se había trasladado con sus músicos a otro bote y desde allí llenaban con música el ambiente… Sanosuke, Omasu y Misao, la saludaban y le tomaban fotos, asi como algunos turistas. Y Kaoru les animaba a todos y los saludaba más contenta que Miss Universo. En una lancha que se adelantaba, iban Yahiko y Julio que debían estar en la orilla para verificar que otro tractor estuviera en tierra listo para la ocasión, porque había que arrastrar la casa algunos metros más adentro desde la orilla.

Kenshin iba bastante interesado en el paisaje, cuando escuchó los acordes de la música y mirando hacia el frente, observó una serie de puntitos que cortaban el paso. Avanzó más lentamente y notó como una casa estaba avanzando por el canal. Y eso si que le llamó la atención, asi que se acercó a la caravana con total confianza al notar el ambiente festivo.

Misao fue la primera en notarlo.

¡Holaaa, señor Himuraaaa!- le gritó para hacerse oír.

¡Kenshin, amigo… sonríe para la cámara!- le gritó Sanosuke a su vez.

El bote en el que iba la familia Lizama (la de Misao) se acercó a Kenshin que estaba muy entusiasmado con la tremenda excentricidad que presenciaba…

¿Qué es esto?- preguntó Kenshin.

Una "Minga"- le informó Omasu a su compatriota.- es una tradición de aquí en la que todos cooperan para ayudar al vecino y después se arma una buena fiesta.-

Kenshin siguió mirando la escena interesado. Y se fijó en la persona que sonriendo, animaba al resto desde la ventana de la casa.

Kaoru estaba saludando por enésima vez a María cuando su mirada se topó con una lancha familiar: la de su padre. Pero Kojiro no era quien venía en ella. Y casi hubiera preferido a su padre en vez de ese sujeto pelos de zanahoria…

Kenshin supo que Kaoru lo había divisado al notar que dejaba de animar a lo asistentes y desviaba la vista al otro lado con un gesto de desagrado. Definitivamente él le caía muy mal…

Amigo Kenshin, ven a la fiesta. Te gustará y hay comida gratis.- dijo Sanosuke.

Me temo que le caigo un poco mal a tu hermana.- respondió Kenshin. Sanosuke miró a Kaoru y notó que ésta le hacía un gesto poco amable al japonés antes de tomar ella también un par de fotos. Pero agregó:

- Ven no más, Kenshin… te va a gustar. Estoy seguro de que cuando Kaoru te conozca más, le caerás muy bien.-

Si, señor Himura, venga… - lo animó Misao, convidándole un poco de licor.- … esto es para entrar en calor, a ver si asi se anima a venir.-


Cerca de las siete de la tarde la casa estaba ubicada en el terreno de Kaoru. Dentro de ella, un montón de braseros calentaban el hogar para quitarle la humedad después de su paso por el agua. Como la casa era de madera de alerce, no se pudriría.

En las afueras de la casa, los hombres preparaban el asado al palo: un cordero había sido sacrificado para tal ocasión. En otra parte del lugar, en un hoyo enorme, terminaban de cocinarse diversos mariscos y carnes. La música no cesaba y a ratos usaban la radio y otras veces tocaban los músicos con don Luis.

Kenshin llegó después de cambiarse de ropa por algo más abrigador. Corría viento fresco y si bien no sabía dónde estaba la casa, se guió por la música que escuchó al acercarse a la costa.

Primero vio a Yahiko.

Hola… - lo saludó.- Soy Kenshin Himura. ¿Puedo participar de la fiesta?-

Yahiko miró a Kenshin. Hablaba un español más raro que… que… que ver reír al Sushi de riéndose deguata en el piso.

Tiene que preguntarle a la dueña de casa, que organizó la fiesta.- dijo Yahiko en perfecto español chileno…

Kaoru se sentó en una roca, un poco aparte del resto, con un plato con carnes y mariscos además de papas cocidas. María se acercaba a ella cuando notó al señor japonés pararse frente a Kaoru.

Hola. ¿Puedo estar en tu fiesta?- le preguntó con una sonrisa irresistible a Kaoru, aprendida de Seijuro.

Kaoru lo observó un momento. Estaba tan feliz que ni ese pelos de zanahoria le iba a aguar la fiesta.

Si queris, pero teni que ayudar en algo, porque esta no es fiesta pa flojos.- dijo Kaoru. Luego agregó, mirando en rededor: - parece que por allá faltaba cortar leña. Anda a preguntar.-

Kenshin la miró desafiante un momento y se encaminó hacia un lado de la casa donde un caballero le indicó el hacha y la madera a cortar. María entonces se sentó junto a Kaoru.

Es bien simpático ese señor Himura. Ayer acompañó harto rato a tu papá después que e fuiste y ayudó a calmarlo.-

Bueno… entonces, si tanto lo quiere, que se vaya a la casa a acompañarlo… -

María decidió que por alguna extraña razón, Kenshin le había caído mal a Kaoru. Si bien ella no era muy sociable, al menos nunca trataba mal gratuitamente a alguien que acababa de conocer.


Casi una hora después, Kaoru pensaba en su casa y en sus planes a futuro, con el plato vacío en la mano, cuando Yahiko y Misao se acercaron a ella. La fiesta estaba en su apogeo.

Oye, Kaoru… el señor Himura ha cortado leña como para todo el invierno.- le hizo notar Yahiko con el mensaje implícito de: "ya, dejémoslo unirse a la fiesta".

Está bien, Yahiko… podís decirle al "Señor Himura" que coma y beba cuanto quiera.-

Yo le digo- dijo Misao y salió corriendo hacia Kenshin. Luego de recibir el mensaje, Kenshin miró con simpatía a Kaoru, quien le devolvió la sonrisa con gesto de repruebo. El pelirrojo practicaba deporte de manera continua: le gustaba mucho el kendo, por lo tanto, cortar leña no lo había cansado tanto como Kaoru secretamente esperaba.

Kenshin se sentó a comer y beber junto a don Luis, Ramón y Julio, los amigos que se hiciera la tarde anterior. Y María se encargó de servirle carne y licor mientras charlaba con lo hombres.

Don Luis se excusó diciendo que era hora de tocar, asi que se acomodó el acordeón y salió a reunirse con su grupo, pensando que si bien el español de Kenshin era más raro que ver al Sushi despeinado, al menos se hacía entender mucho mejor que algunos turistas gringos que le tocaba atender en el verano.

Yahiko se unió esta vez al grupo musical, y con su voz fuerte amenizó la fiesta. María invitó a bailar a Kenshin y Julio sacó a Misao. Y aunque Kenshin no tenía idea de bailar, pronto se encontró dando vueltas por la improvisada pista de baile. Cuando el tema terminó, notó que Kaoru estaba sentada aún en su roca, si bien ahora tenía un vaso de chicha de manzana y miraba su pedazo de playa.

¿Quieres bailar?- la invitó. Lo tenía intrigado la actitud de la mujer.

No me gusta bailar.- le dijo ella.

Lástima, porque esto es muy divertido.- dijo Kenshin, quien fue sacado esta vez por Omasu.

Kaoru observó con disimulo a aquel japonés tan insistente. Pero luego se obligó a pensar en otra cosa. Tenía muchos proyectos entre manos. Y uno de ellos, el que más le apuraba, era su proyecto de título para graduarse… no tenía tiempo de atender a un tipo tan excéntrico.

Fin acto 2

Abril 23, 2005


Mini glosario:

CACHAI, CACHAR… : Creo que es uno de los términos más famosos en el extranjero. Equivale al "viste" argentino. Es básicamente darse cuenta o ver algo.

Cachirulitos: Moñitos en el pelo, de esos que se hacen las niñas pequeñas.

Guata: jejeje… estómago o algo por el estilo.

Poh: sería una de nuestras muletillas más comunes. Equivale a la palabra "pues"… bueno… es como la abreviación…

Por lo demás, la terminación en "i" tan famosa de Kaoru, se usa en el lenguaje informal, o sea, con los amigos o familiares. Pero también con la gente que nos cae mal o que consideramos más baja en categoría… depende del contexto, claro.

Notas de autora:

Bien, aquí estamos, una vez más al pie del cañón. Me alegro mucho por la recepción de esta historia, tanto entre mis compatriotas como entre el resto de las lectoras. Gracias, gracias… supuse que era algo arriesgado, pero, confié en que la mayoría ya conocía mis trabajos y me seguirían.

Ahora que lo pienso, esto del vocabulario en chileno igual me estresa un poco. Después de todo, yo solo puedo hablar desde mi estilo "Santiaguino" y después de todo, algunos términos difieren entre regiones, asi que intento rescatar lo que más nos representa. Dudas y quejas u observaciones, todas se tomarán en cuenta. Apreciaré en especial las del sur. Un beso de antemano a todas. Y nos vemos pronto. Agh… y sobre la minga… uf… espero que haya quedado bien. Yo solo las conozco desde la tele… y bueno, estuve en Chiloé, pero fueron tres días y no vi ninguna de esas… buaaaaaaaaa

Reviews:

mikomi shinomori: Bueno, cambié la idea en el camino, aunque aún no la deshecho del todo, porque el primer capítulo está escrito ya… pero de momento quiero acabar de desarrollar esta. Ojalá te guste.

Kaoru Himura Saito: Hola! Bueno, yo también he visto "La novia Fugitiva"… si bien este fic parte un poco con esa idea, el resto de la trama no tiene casi nada que ver con la película. Y claro que me motiva mucho escribir usando mi país de fondo… es que a veces me cansa escribir sobre Japón, más tomando en cuenta que sus costumbres y forma de ser en general tiene poco que ver con nosotros los latinos. O tratar de usar un español neutral para que todos entiendan.

Dark-Natt: Me dio mucha risa lo de la apuesta. Y claro que me acuerdo de la teleserie… la dieron el 99 y enseguida me enamoré del personaje de Francisco Reyes (Martín Echaurren) y de Claudia di Girólamo, tan opuestos. Sobre el vocabulario, a veces dudo un poco con las palabras, porque la idea es que nos represente bien y se entienda, pero temo que pueda fallar en algún momento con eso. Como ves, aquí traté de describir una minga… espero que haya quedado decente.

gabyhyatt: Hola, amiga. Y bueno, en este capítulo Kenshin no ha sido el único sorprendido.

catty-ishida: Jejeje… que divertido que te acuerdes de la Fiera… aunque he tenido que adaptarle los personajes y aún estoy dudando en si meto a la mala malosa de la historia o al tacaño "Ernesto Lizana". Bueno, ya lo veré más adelante. Aquí ya se le salió un garabatito pequeño al pobre Kamiya, que harto que sufre con su hijita. Por lo demás, gracias por el interés y bueno, esperemos el tercer episodio.

yuntao19: Gracias por tus comentarios… jejeje… la trama de la teleserie es divertida entre tanto combo, aunque me pregunto si no me estarán odiando las admiradoras de Aoshi…

Rinsita-chan: gracias por el intento de dejar review, ya ves que como hoy tenía tiempo, igual pude contestarte para darte las gracias por leerme.

Ciel-Kenkao: Jejejeje… sep… temí que mi historia no interesara por ser chilena y situarse acá. Y es que esto de los nacionalismos está de moda ahora última en este lado del continente… lo que es una lástima, porque todos los pueblos tienen cosas preciosas y en cambio pareciera que se fijan en lo malo…

Chi2-chan: Ojojo!... y eso que esto recién comienza… al menos Kenshin como siempre será practicante de kendo, aunque dudo que use sus habilidades de espadachín en este lugar de mundo. Realmente me da mucha risa imaginarme al pobre Aoshi que se está convirtiendo en mi villano favorito, al más puro estilo UmedA de "Actuación…" sobre Misao, espero actualizar en lo sucesivo… solo pido un poco más de paciencia.

Kao-ryu: Prometo que no te arrepentirás si sigues leyendo…

Justary-san: Kawai deshi, tanto tiempo¿no?... y sin embargo ahí siguen ustedes, fieles… esto realmente me conmueve y hasta me hace feliz. Gracias, gracias, gracias. ¿Cómo te ha tratado la vida? Espero que bien. Ten paciencia con lo de Aoshi… el pobre pasará a ser un villano exquisito… de esos que dices "mmmmmhhhh… pero que malo más bueno" y quizá al final hasta lo redimimos para Misao.

mer1: Hola… bien, ajajaja, supongo que lo harás y te reirás de tanto en tanto. Un besote.

Ayaneko: Genial, alguien más de las mías… la Fiera ha sido mi teleserie favorita a pesar que… tendré que replantearme un tanto el estilo de la historia (si recuerdas… casi no hubo escenas románticas) asi que he aquí mi nuevo desafío narrativo.

KaOrA-FGV-16: Que bueno que entiendas todo. En realidad, solo los diálogos los pongo en chilenillo, porque el resto de la narración sale al mundo y todos deben entenderla¿no?... y al fin y al cabo, cada region de este continente tiene sus expresiones bien divertidas. Claro que a los mexicanos se les entiende un montón con eso de que exportan sus teleseries y ahora último se han relajado con el lenguaje, al menos los personajes secundarios o con esto del burrito de Shrek que puso de moda el "estaba padre" o "qué chido", y mira que con eso de "carnal", mira, que hasta yo ando tratando de carnales a mis amigos… recuerdo una telenovela de Thalía, María Mercedes… ajajaja, que divertida que era su personaje. Y aunque hoy han hecho el remake con "Inocente de Ti", me quedo, humildemente, con la "Meche" y sus meteduras de pata.

ella-shin: Por poco y se me pasa tu review… en fin… Lo de "¿Olvidai acaso que tengo mi propio vehículo?" fue un error mío. La palabra estaba utilizada correctamente… y es que olvidé mencionar en ese momento que el "vehículo" de Kaoru era su caballo "Gitano", al que ella amorosamente trata de "vehículo"… porque además, no se me ocurrió otra manera de tratarlo. Gracias por la observación y un besote enorme.

Y muchos besos y abrazos y buenos deseos a todos.

Blankaoru.