La Fiera

Acto tres

Desencuentros


Kaoru abrió los ojos lentamente ante la luz que penetraba por la ventana. Aspiró profundamente y sonriendo recordó que finalmente estaba en su propia casa, lejos del hogar paterno.

Lejos también de la gente. De cualquier cosa que pudiera molestarla.

La minga había sido todo un éxito, sin duda. Todos los asistentes comieron, bebieron y se divirtieron… Kaoru se sentía bien, pero, siendo ella una persona que prefería la tranquilidad por sobre todas las cosas y en muchos casos, la soledad con el fin de lograrla, por lo general no socializaba con la comunidad.

Observó su cama, sus frazadas de lana de oveja cubriéndola, sus sábanas blancas de algodón tan suaves… más allá su cómoda con su ropa ya guardada… las murallas mostraban la madera tal cual era. A Kaoru no le preocupaba tener una casa estéticamente bella, sino acogedora para ella. Siendo su casa entera de madera, ella compraría alfombras y tejidos de lana para decorar sus pisos, murallas y sofás. Pensaba comprarse un sofá grande y bien mullido, para hacerse un ovillo frente a la chimenea en compañía del vino y de un buen libro después de trabajar.

Sep… sería perfecto. Sería ideal… lo máximo. Su casa, su casa… para vivir ella solita.

Se levantó animosa y miró por la ventana. Vio el canal hacia un lado y hacia el otro, la vegetación y el camino que se abría entre ella. Las piedras de la playa brillaban de humedad y el sol le anunciaba que era hora de salir a enfrentarse al mundo nuevamente.

Kaoru desayunó leche y panes amasados de esos que María le dejó el día anterior. Kaoru sabía cocinar, pero con todo lo del cambio de casa, quizá no tuviera mucho tiempo para pensar en alimentarse. Una vez terminó su pan con miel, Kaoru comprobó que corría brisa helada, asi que se puso sobre los pantalones negros y la camisa blanca, un vestido sin mangas de lana. Acomodó su cinturón con el cortapluma (navaja) que siempre portaba y se puso el collar que siempre llevaba también a todas partes: este tenía un medallón con la fotografía de su madre, a quien extrañaba mucho aún.

Pensó en tomarse el cabello, pero realmente no era necesario. A ella le gustaba llevarlo suelto. Se lo tomaría por la tarde cuando siguiera con el acomodo de sus cosas. Se acomodó el morral café de cuero que usaba como cartera.

Salió al establo que tenía tras la casa y luego de alimentar a Gitano, se encaminó a comprar algunas cosas al mercado. Era domigo… debía aprovechar su día libre.


Kenshin también abrió sus ojos rasgados y observó el techo de su habitación. Sonrió al recordar lo estupendo que lo había pasado durante la fiesta en casa de La Fiera.

Le llamaba la atención el que una mujer tan joven y bonita tuviera ese carácter tan agrio. Seguramente alguien le había hecho mucho daño, porque no era usual ser tan amargada.

En cambio los demás… Sanosuke, Misao… María y su hermana Elena, los padres de Misao, el resto de la gente que había conocido como don Lucho, don Ramón, Julio Alvarado… además de muchas otras personas. Kenshin había bebido alegremente de ese licor de manzana, había cantado el tema de un tal Chilote Marino o la canción de un hombre que iba a casarse y mientras cruzaba el canal se acordaba de su novia, entre otras, aunque no se sabía las letras, pero seguía atentamente los coros mientras sus nuevos amigos le comentaban que su español era rarísimo… bueno, no su español, sino su pronunciación, su acento. Había bailado con todo el mundo… había comido carne de cordero y mariscos hasta el cansancio y luego se había ido a su casa tan contento, trasnochado y cansado. Pero más feliz que la cresta.

Aunque no había vuelto a cruzar palabra con Kaoru.

Bah, pero a él eso no le importaba.

Se quedó quieto en la cama y observó el reloj de pared. Las diez de la mañana… podría dormir otro poco¿no? Eran sus vacaciones. Quizá podría salir a dar una vuelta por la tarde. O ir a casa de su amigo Kojiro.

Calculó que sería como las diez de la noche en Japón y que podría hablar con su padre. Asi que se levantó, conectó el computador portátil y enseguida se metió a la cama nuevamente.

Para su suerte, Hiko estaba conectado.

Hola, padre¿cómo estás?-

Hola, Hijo… estoy bien. ¿Y tú?

Kenshin le contó lo de la fiesta y acordándose de la proposición de Kojiro para que Hiko se trasladase a Chile, se lo comentó a su padre. Hiko le mandó un icono de carita sonriendo. Luego Kenshin le preguntó sobre las acciones de la Salmonera García.

Compré esas acciones pensando en que podrían ser para ti algún día. Ese dinero es todo tuyo.-

Kenshin le agradeció a su padre la previsión, pero le dijo que él ganaba suficiente y era feliz con eso. Hiko a su vez le rebatió que de todas maderas, si pensaba quedarse un tiempo en Chile, se preocupara del manejo de la salmonera para que así, si finalmente él decidía establecerse allá para pasar su vejez, le pudiera enseñar.

Le enviaré un mail a mi amigo Kojiro para que te enseñe algo.- terminó Hiko. Después le preguntó si había estado comiendo bien y Kenshin respondió que estupendamente. Luego le deseó las buenas noches a su padre y se desconectó. Ya eran las once del día, asi que Ken se levantó a preparase algo de comer. Mientras, en Japón, Hiko ya le escribía a su amigo para que ayudara a Kenshin a conocer la empresa.


Kojiro también despertó, pero con un espantoso dolor de cabeza. Sanosuke salía al pasillo cuando notó a María saliendo de la pieza de su padre con una bandeja en las manos. También escuchó los gritos de éste.

Qué le pasa hoy?- preguntó Sano a su querida María, notando que tenía los ojos enrojecidos.

Parece que el Aoshi lo llamó y le contó lo de la minga de la Karito… y supo que estuve allá y se puso furioso… me echó cascando de la pieza. Ni siquiera quiso desayunar… - dijo la mujer a punto de echarse a llorar, pero conteniéndose. Sanosuke la abrazó.

No te preocupes, María… ya vas a ver que se le va a pasar. Si mi apá en el fondo no puede estar mucho tiempo enojado.-

Si poh, pero no quería que la Karito se fuera de la casa todavía y nos considera unos traidores por acompañarla.

Ya, ya, María, no sufras. Mira… vamos a desayunar los dos. ¿Puedo comerme esa tostada? El papá es un tonto por no saber apreciar tus desayunos.-


Kojiro estaba que hervía de la rabia. No podía creer que esa tropa de traidores no hubiera sido capaz de advertirle lo que pensaba hacer su hija.

Porque una cosa era amenazar con irse de la casa y otra muy distinta hacerlo efectivo y hasta tener una casa propia donde vivir.

Y más encima, organizar una minga…

Todos lo habían traicionado… Kojiro era dueño de varios de los puestos que había en el mercado y que él arrendaba a los locatarios para vender sus productos. Y hasta ellos, que debieron haberle guardado fidelidad por darles empleo y un lugar bajo techo para trabajar, le ayudaron a Kaoru.

Pero se vengaría… esta semana finalizaba el mes de Enero… les subiría el arriendo a todos los que habían apoyado a Kaoru en ello. Sin excepciones.

Llamó a Aoshi. Él le daría los nombres de los asistentes a la minga.


Misao vio que Aoshi colgaba el teléfono antes de dirigirse a ella. Tenía una expresión grave en el rostro.

¿A quien le pediste permiso para ausentarte ayer en la tarde?-

Misao había venido a dejarle pan a Aoshi para el desayuno. Como era domingo, ella no trabajaba ese día y se dedicaba a salir por ahí con sus amigas o su prima Kaoru.

Ayer usted dormía, señor Aoshi. Y yo salí después de dejar mi trabajo terminado.-

Aoshi aspiró profundo. Estaba sin afeitar y tenía enormes ojeras, aunque se veía un poco mejor que el día anterior.

Acompañaste a Kaoru.-

Es mi prima. Debía estar con ella. -

Pero ella no te da empleo como yo. Es a mi a quien debes guardar fidelidad y en cambio, asististe a la minga y luego a su fiesta. -

A Misao se le cayó el alma a los pies. ¡Qué injusto era Aoshi con ella! Si bien nunca había mostrado interés cariñoso en ella, al menos siempre la trataba bien y con cortesía. Pero ahora la joven sentía que la trataba como a una criminal.

Señor Aoshi, una cosa no tiene nada que ver con la otra. Mi prima… -

Tu prima me humilló… me dejó plantado frente a todo el pueblo. ¡Y encima organiza una fiesta para mostrarle al pueblo lo feliz que es!-

Señor Aoshi, no es así. Ella solo quería una casa donde vivir… no estaba demostrando nada… -

¡No la defiendas¡Ella es una mujer como todas, intrigosa… y yo que pensaba que era diferente, pero tonto de mí, si todas son iguales. Y ahora vete de aquí, que no quiero volver a verte. Estás despedida.-

Misao abrió los ojos sorprendida, con la frase en la boca. No podía creer que la estuviera despidiendo así como así. Dejó de todas maneras el pan calentito sobre la mesa y se obligó a no llorar.

Se paró muy derecha y miró a Aoshi.

En ese caso, recogeré mis cosas de la cocina.-

Aoshi no hizo ademán de detenerla mientras Misao, en su mente le pedía a gritos que lo hiciera. La joven sacó sus guantes y algunas cosas que ella había traído para darle más color a uno de sus lugares favoritos de la casa. Descolgó sus delantales y una cuchara de palo. Echó todo en una bolsa de plástico y salió. Ahí seguía su ex jefe, de pie con los brazos cruzados cerca de la puerta de la casa. Ella pasó por su lado hacia la salida.

Llevaba algunos pasos afuera cuando escuchó que la llamaban.

Misao. Espera… -

La joven se volvió esperanzada…

Se te queda tu pan. –

Misao supo entonces que no contendría las lágrimas por mucho.

Quédeselo. Era para usted. Es suyo. –

Y se alejó de allí tan rápido como pudo, mientras dos tímidas lágrimas corrían ya por sus mejillas pálidas.

Aoshi se quedó de pie, en su casa y solo. Cerró la puerta y con el puño, golpeó la pared.


Kaoru llegó al mercado. Observó con detenimiento unas mantas preciosas en blanco, gris y café. La gente la saludaba y ella les devolvía el gesto, pero no se detenía a conversar mientras todos comentaban la estupenda fiesta de la noche anterior.

La joven primero quería su sofá. Asi que antes de seguir mirando mantas, fue a la mueblería a buscar uno que le gustara. Después de un buen rato mirando y probando, encontró uno perfecto… de madera, de apariencia rústica pero con enormes y suaves cojines… le vendría perfecto a su casa y además, le podría poner las mantas que había visto antes… descansaría muy bien en él. Compró también dos sillones a juego y luego le dio indicaciones al vendedor para llevárselos a su casa. Pagó enseguida y aprovechó de cotizar una mesa baja de centro. Kaoru tenía una colección de chanchitos de greda y pensó en que podría ponerla en aquella mesa… después de meditar un momento, se decidió y la compró también. Y aunque ella no pidió rebaja, el vendedor le hizo un precio especial por todo.

Kaoru salió bastante satisfecha de su compra y se dirigió nuevamente al mercado por sus mantas.

Mirando hacia la calle para cruzar, notó la delgada silueta de su prima Misao. Parecía que iba con prisas y notando su expresión corporal, además iba triste… Kaoru optó por postergar las mantas y se encaminó a Misao.

La tomó de un brazo, haciéndola detener. Y notó las lágrimas de su prima. Tomando en cuenta que Misao vivía también del otro lado del canal, Kaoru imaginó que había tenido un mal encuentro con alguien.

Alguien quizá como el Sushi…

Cuando Misao vio a su prima, la abrazó fuertemente, buscando refugio en aquella mujer tan fuerte… y se largó a llorar como una niña. Kaoru se sintió un tanto incómoda, asi que guió suavemente a Misao hacia Gitano y luego de montarlo las dos, se fueron a una playa solitaria, previa compra de empanadas de mariscos y una Coca-cola para Misao.

Misao se comió las empanadas entre sollozo y sollozo, ante la mirada paciente de Kaoru que la dejaba desahogarse tranquila. Finalmente la joven decidió hablar y le relató el episodio de su despido y los motivos que le dio el señor Aoshi. Lo que naturalmente hizo enfadar a Kaoru… pero… mirando más detenidamente, algo no calzaba en esa historia.

Y era la excesiva tristeza de Misao.

Finalmente Misao le confesó a Kaoru que le gustaba mucho Aoshi y que era asi desde hacía mucho tiempo. Lo que enfureció aun más a Kaoru contra ese insensible del Sushi…

Pero ya iría el lunes a trabajar… ya iría a trabajar ese Sushi desgraciado y ahí se lo iba agarrar…

Por lo pronto, Kaoru invitó a Misao a acompañarla de compras. Todavía tenía que ir a comprarse una cocina a leña y más encima ir a ver que le dejaran sus compras en casa durante la tarde. También iba a invitar a María. Se gastaría todo su sueldo de meses amueblando su casa, pero no importaba, porque con ese fin lo había ahorrado.


Era miércoles y Kaoru, sentada frente a su escritorio, trataba de hacer cuadrar unos gastos que había tenido. Al menos este día iba bastante tranquilo en comparación a los anteriores…

El lunes había peleado primero con su padre que fue a reclamarle lo de su cambio de casa. Pero ella se mantuvo firme y le dijo que era mejor asi, porque ellos dos no podían vivir sin pelear por algo en el mismo lugar y que así al menos se llevarían mejor. Aunque luego su padre salió calmado de la oficina, a Kaoru eso le pareció extraño y apuntó mentalmente estar alerta, porque su padre algo se traía entre manos.

Después, entró el Sushi con su aire altivo a exigirle explicaciones. Kaoru trató de excusarse diciéndole lo que él bien sabía: que ella no se quería casar.

A mi papá y a ti se les metió en la cabeza que yo tenía que casarme y les dije en muchas ocasiones que yo no quería.-

Pero eras mi prometida… - dijo Aoshi tan cabezota.

Si, po, tu prometida como voh decís, pero yo no me acuerdo de haberte dado de besitos ni de haberte tomado la mano. ¿Creís acaso que alguien asi está listo pa casarse? Tú decidiste la fecha y el lugar sin consultarme nada… puede ser que en tu Japón la gente se case así, pero este es Chile… acá esas cuestiones no pasan.-

Pero tu padre me dijo, Kaoru… -

Ya, ya… si mi papá fue el que metió las patas. Él te dijo: "Cásate no más" y tú le hiciste caso… No podís ser tan gil, po, Aoshi… si me hubierai prestado más atención, te habríai dado cuenta que yo no me casaba contigo. Y sabí que más… si estai tan sentido con la cuestión del matrimonio, anda a pedirle explicaciones al Kamiya que fue el que te enmolinó la perdiz (confundir a una persona para convencerla de algo). Yo ya te pedí disculpas, y si querí aceptarlas bien, y si no, bien también. Y si querís irte del trabajo, mejor todavía. Ya, lo dije, asi que chao.

Ante esa frase, Aoshi avanzó amenazante a Kaoru que estaba sentada con un cierto dolor de cabeza amenazándola…

¿Acaso estás echándome?- dijo Aoshi sorprendido.- No tienes derecho. He trabajado bien haciendo los contactos para tu salmonera y nunca has tenido queja de mí. Y ahora tú quieres quitarme del camino. Eso no es justo, porque yo pretendo seguir trabajando.-

En ese momento fue cuando Kaoru explotó. Se levantó de su asiento y apoyó las manos sobre el escritorio, inclinándose hacia delante.

¡Cómo podís ser tan caradura, Aoshi¡Tú mismo despediste a mi prima de tu casa por acompañarme a la minga¡Claro, poh, ante mí te hací el machito digno y en cambio frente a esa niña actúai como el déspota cobarde que eres! Eres un injusto… ¿ y asi esperai que yo quiera tener a alguien tan chueco como tú en mi empresa? Te vas porque yo no estoy para andar aguantando a gente como tú aquí, asi que estai despedido.-

Aoshi enrojeció hasta la raíz del cabello. En vez de defender su postura al despedir a Misao, dijo.

Tú a mí no puedes despedirme, porque la empresa no es tuya y si tu padre y los demás socios no lo aprueban, yo aquí me quedo.-

Y salió tan enojado de la oficina de Kaoru, dejándola con ganas de estrujar a todos los socios si apoyaban la estadía del Sushi. Para más remate, Aoshi ese mismo día fue a hablar con Kojiro, quien llamó a Kaoru durante el día martes.

Ni se te ocurra despedir a Aoshi, porque él es un muy buen trabajador.-

¿ No entendí papá que va a darme puros problemas en el trabajo? Más encima no deberías defenderlo tanto, si él despidió a tu sobrina. -

Merecido se lo tendría Misao por ir a una fiesta en vez de cumplir sus obligaciones. Aoshi no tiene por qué regalarle su plata. Y si tanto te va a molestar Aoshi ahora, lo hubieras pensado cuando te escapaste de la boda.- la cortó su padre.

Kaoru en el presente se masajeó las sienes. Dos días de peleas y malos ratos… al menos su casa ya estaba casi amueblaba y hoy acababan de instalarle un bonito baño y la luz eléctrica. María en su casa supervisaba esas labores.

Al menos antes del viernes tendría su casa totalmente habitable…

Era lo único bueno, en realidad. A ella tampoco le gustaba estar peleando todo el día con su padre a quien a pesar de todo quería mucho. Pero le cargaba que quisiera controlarlo todo.

Cerca de las doce decidió ir a echar un vistazo a las balsas: eran instalaciones flotantes en medio del canal, con las jaulas bajo el agua, lógicamente, de los salmones. Con pasillos en la superficie acuática entre las jaulas para monitorear desde allá que todo estuviera bien y alimentar a los peces. Por lo tanto, para llegar hasta allí, había que subir a una lancha para acercarse. También había una pequeña oficina en las instalaciones para cuando Kaoru tenía que apuntar cosas, hacer cálculos tranquila o estar allí supervisando largo rato.

Estaba ordenando su escritorio para marcharse cuando tocaron a la puerta.

A Kaoru le extrañó recibir visitas a esa hora.

Pase. –

Enseguida emergió una cabeza cubierta con un sombrero beige de tela.

El japonés pelirrojo…

Kaoru se lo quedó mirando perpleja.

¿ Y tú?- demandó saber la mujer.

Kenshin se quitó el sombrero como muestra de cortesía ante la dama.

Bueno, yo… -

En ese momento sonó el teléfono de Kaoru y ella le hizo ademán a Kenshin para esperar. Contestó.

¿Aló?-

Aló… hija… se me olvidó mencionarte ayer que Kenshin va para allá. Quiero que le enseñes la salmonera.-

A Kaoru la idea no le hizo gracia, porque ella tenía cosas que hacer. Y ninguna de ellas tenía que ver con hacer de guía a un turista.

Escúchame papá, yo… -

Kenshin es mi invitado y quiero que lo atiendas y seas cortés con él. Asi que déjate de tonterías y enséñale la salmonera. Él es el hijo de un socio y tiene derecho a conocer parte de su patrimonio.- le dijo Kojiro todo autoritario. Kaoru, aún con el auricular en la mano, miró de reojo a Kenshin que observaba un cuadro en la pared con interés, de semilado a ella.

Vestía pantalones claros, un chaleco café y una camisa gris. No era muy alto y se veía relajado.

Pues si tanto te interesa que sea tu socio, al menos deberías tú enseñarle la salmonera, poh.- rebatió Kaoru, llamando la atención del pelirrojo quien supo que hablaban de él.

Yo también estoy ocupado y que no se te olvide que aquí el que manda soy yo. Asi que atiende a Kenshin de una vez.- dijo Kojiro encendiéndose como su hija.

Pero al menos podrías haberme dicho antes, poh, Kamiya… mira… estoy muy ocupada yo aquí. Vo sabí eso y me poní a hacer de guía. -

Ya, Kaoru, por una vez en tu vida hazme caso. Atiende a Kenshin y no quiero ninguna queja.- dijo el padre antes de colgar el teléfono.

Kenshin vio a Kaoru fruncir el ceño. Miraba el auricular como si quisiera retorcerlo. Finalmente colgó ella también el teléfono. Tenía que obedecer a su padre… Kenshin decidió hablar.

Si vine en un mal momento, yo puedo… -

Ya, ya… si igual no es culpa tuya que ese gil (tonto) del Kamiya crea que a mi me sobra el tiempo. – dijo Kaoru levantándose y tomando su morral para salir. – Vamos. Te voy a enseñar la salmonera.-

No es necesario – dijo Kenshin amablemente. – Si prefieres, puedo venir otro día… -

El pelirrojo se dio la media vuelta y Kaoru sintió un poco de remordimiento por no ocultar su antipatía… pero la culpa era de su padre por imponerle cosas…

Mira, hoy voy a las balsas. Si querí acompañarme, vamos al tiro no más.- dijo Kaoru pasando por el lado de Kenshin quien se quedó inmóvil de la sorpresa. Ella lo estaba invitando… Kaoru notó su desconcierto y dijo.- Ya po, vamos… no tengo todo el día yo. –

Kenshin salió de su trance momentáneo. Quizá el problema no era que Kaoru fuese una amargada… quizá el problema es que ella no escondía las cosas que sentía. Y mientras la seguía, pensaba que ni siquiera se habían saludado como dos personas civilizadas en ese día.

Pero al menos no lo había tratado como insecto.

Kaoru se acercó a la orilla de la playa y empezó a empujar su botede remos hacia el agua. Kenshin le dijo:

¿Te ayudo?-

No. Gracias.- dijo la pelinegra, metiéndose en el bote.- Ya, métete o te quedai aquí no más.-

Al menos podrías ser más amable, Kaoru. – dijo Kenshin sarcástico debido al tono de Kaoru.

Kaoru ese día estaba de malas pulgas por comprobar que su desastrosa semana seguía. Y la cabeza le martilleaba a horrores.

Bueno¿y qué querías¿Que te mandara una invitación por correo pa subirte a mi bote? – Kaoru hizo ademán de empezar a remar, pero Kenshin tomó el bote por el extremo que tenía cerca de él, impidiéndole avanzar, lo que hizo que Kaoru perdiera el equilibrio momentáneamente. Pero al menos no se cayó.

No entiendo por qué eres tan mal educada ni qué tienes contra mí.- dijo Kenshin frunciendo el ceño. En realidad, empezaba a sentir que esa mujer lo sacaba de quicio.

Mira, si no querís ir, déjame tranquila y suelta el bote.- demandó Kaoru.- Al menos yo tengo cosas que hacer, por si no sabiai. Asi que suelta. ¿Y sabí que más? Dile al Kamiya que él te enseñe la salmonera otro día, porque yo no pienso perder mi tiempo contigo.- dijo Kaoru entre dientes y tratando de moverse con ayuda de los remos,si bienKenshin seguía sosteniendo el bote a pesar de estarse mojando los zapatos.

No me voy a ir sin que antes me aclares qué tienes en mi contra. No puedo creer que seas tan intolerante.-

¡Yo no tengo para qué darte explicaciones, pa que sepai! Y ya suelta el bote y ándate pa tu casa, porque el paseo acaba de terminarse pa vos.-

Lo siento mucho.- dijo Kenshin saltando dentro del bote.- Pero de aquí no nos movemos hasta que me expliques el por qué eres así.- dicho esto, el pelirrojo intentó quitarle los remos a Kaoru y empezaron a forcejear mientras el bote se movía un poco hacia dentro del canal.

Kenshin no aplicaba toda su fuerza para no hacerle daño a la mujer, pero ella se lo estaba poniendo difícil porque era bastante fuerte y no soltaba su remo. Y a Kaoru le caía pésimo que un hombre tratara de dominarla.

En medio del forcejeo, Kenshin pisó unas cuerdas húmedas dentro del bote y cayó de espaldas hacia fuera, mojándose todo, con excepción del pecho, hombros y las rodillas que quedaron fuera del agua.

Y de pronto pasó algo maravilloso.

A Kaoru se le quitó por completo el dolor de cabeza…

Si hasta sonrió.

Ajajajaja… ahí tenis, po. Vuelve otro día pa dar el paseo. Chao.- se despidió Kaoru remando canal adentro. – Y anda a secarte, no vaya a ser que te resfríes… -

Kenshin se quedó en el agua, tragándose su rabia. Algo tenía esa mujer que lo sacaba de quicio.

Levantándose, se acomodó el sombrero húmedo sobre la cabeza y se fue a su casa mascullando palabrotas. En inglés, japonés… y alguna en español.


Sanosuke salió temprano ese día con el fin de conseguir un lugar para habitar.

No es que se fuera a cambiar de casa en realidad, como lo había hecho Kaoru. Él necesitaba un lugar para tener y poder ocultar algunas pertenencias que su padre no le permitiría tener.

Había hablado con su padre por la noche, preguntándole si conocía algún sitio que él pudiera arrendar, diciéndole que necesitaba tener un espacio para él.

Ah… ya veo… - dijo Kojiro poniendo cara pícara. – Quieres un sitio para poder llevar a alguna "minita" (chica) ¿no? Si es así, te regalo un piso que tengo. Como eres mi hijo abogado, el orgullo que tengo, aquí tienes la dirección del lugar.-

Asi que Sanosuke recogió las llaves que le dejara su padre y la dirección y montando en su camioneta 4 x 4, se encaminó al centro del pueblo. El lugar era un piso. Una cabaña de madera bastante sencillo, a la que se accedía mediante una escalera porque bajo la casa estaba el lugar donde Sanosuke podía dejar su camioneta. Dentro, la casa no tenía divisiones y en cambio tenía una vista preciosa de la calle y del canal. En seguida Sano se enamoró de ese sitio y lo encontró perfecto para pintar.

Asi que descargó sus óleos, sus broches, sus aceites de la camioneta y algunos lienzos pequeños que tenía y los metió en la casa.

Porque él nunca había terminado la carrera de abogado al descubrir que su verdadera vocación era ser pintor.

Y desde luego, que si su padre sabía eso, le daba un infarto.

De momento, mientras Sanosuke le dijera a Kojiro que la casa era para sus amantes, estaba seguro que no lo molestaría ni iría de sorpresa al lugar.

Satisfecho, el joven bajó a la calle para volver al hogar paterno. Después iría a Castro (la ciudad principal de la Isla de Chiloé) que le quedaba como a dos horas de camino, para comprar lienzos más grandes.

Estaba arrancando el auto cuando una bella mujer vestida de negro se le acercó. Cargaba una enorme maleta.

Disculpe… ¿me podría decir dónde… esta dirección?-

Sanosuke se quedó mirando a la desconocida. Era bellísima, sin duda… y delgada. Sanosuke notó además que tenía rasgos orientales, como él.

Y que desde luego, su acento era raro tanto como el de Kenshin.

Tomó el papel que le extendía la mujer que algo le dijo en japonés, al percatarse que Sano podía ser compatriota suyo. Pero él le dijo:

Lo siento, señorita. Yo hablo solo español… no sé japonés, pero mi padre lo habla bastante bien. Y por lo que veo, es a él a quien busca. –

La mujer le extendió la mano a Sanosuke. Era un joven demasiado apuesto y varonil como para no darse cuenta.

Takani Megumi.-

Sanosuke… me llamo Sanosuke Kamiya. Un placer… yo la llevaré con mi padre.-

Arigato.- dijo la mujer de unos 27 años, acomodándose en la camioneta de Sanosuke mientras éste acomodaba la maleta en la parte de atrás.

A pesar de que no entendía por qué una mujer tan bella buscaba a su padre, al menos era la excusa perfecta para llevarla a su casa y gozar momentáneamente de su compañía. Porque Sanosuke ese día había encontrado a la musa inspiradora que buscaba…

Kaoru llegó durante la tarde de regreso a su oficina. Y la esperaban más visitas.

Era don Lucho, el dueño del restaurante del mercado. Lo acompañaba Irma, la señora que le vendía los tejidos de lana que a ella tanto le gustaban.


A ver… ¿qué pasó aquí? – preguntó Kaoru luego de saludar a sus visitas tan cortésmente que Kenshin no se lo hubiera creído.

Don Lucho le daba vueltas a su sombrero negro y empezó a hablar.

Nosotros venimos en representación de los locatarios del mercado porque… porque su padre el lunes nos fue a amenazar por haberla ayudado en la minga. Y hoy cuando nos llegaron las cuentas por el arriendo, nos dimos cuenta que nos había subido más de 30.000 pesos a cada uno. Y no tenemos cómo pagar eso, señorita Kaoru.-

Kaoru suspiró rabiosa… eso era lo que se traía su padre entre manos… por eso no le había armado tanto escándalo como ella esperaba por lo de la minga. Irma le enseñó las cuentas que debía pagar.

Mire, don Lucho, señora Irma… esta cuestión no es legal, asi que no se preocupen. Voy a hablar con el Kamiya y si no les quiere bajar los precios a como estaban antes, yo misma lo voy a denunciar a tribunales. Y tengo a mi hermano que es abogado y que estoy segura me va a ayudar en esto para enseñarle al Kamiya que él no puede hacer lo que quiera aquí. Asi que estén tranquilos no más. Les doy mi palabra de que así será.-

Gracias, señorita Kaoru… sabíamos que con usted podíamos contar- dijo animada Irma. Momentos después salió de la oficina junto a don Lucho.

A pesar de su juventud, Kaoru se tenía bien merecida la confianza de los lugareños, debido a que era ella una mujer derecha, comprometida con los demás y siempre cumplía sus promesas. Por eso, a pesar de tener un carácter difícil, tenía todo el cariño de sus vecinos.

Y mientras ella se iba a su casa, furiosa con su padre, éste comía algo delicioso preparado por María y pensaba.

Kenshin era el hijo de su mejor amigo de juventud y de acuerdo a la voluntad de Hiko, el dueño de parte de la empresa.

Y según lo que le contara su amigo en el mail que le envió, necesitaba esas vacaciones porque tenía el corazón destrozado desde que su novia lo había abandonado por no dedicarle suficiente tiempo.

O sea, que además, Kenshin estaba soltero… era japonés y mayor que Kaoru. Además, se veía bastante calmo y sobre todo, paciente. También tenía dinero y era bastante culto.

Quizá fuera él el hombre capaz de dominar a la fiera…

Sólo había que descubrir el modo de convencerlo de ello.

Pero de que su hija de casaba ese año, se casaba. Kojiro Kamiya cumpliría con la promesa que le había hecho a Rosario antes de morir. Casar a Kaoru.


Fin acto tres.


Mayo 3, 2005

Notas de autora.

Hola!

Bueno, la universidad está en Paro, asi que he tenido tiempo de divertirme escribiendo.

Sobre el capítulo anterior, quisiera aclarar un par de cositas:

Una minga es básicamente una actividad en la que los vecinos se prestan ayuda mutua. Puede ser en una cosecha de trigo… ese tipo de trabajos comunitarios. O tirando casas de un lugar a otro. Por cierto, antes eso se hacía con bueyes, ejeje… si aun no les queda de todo claro, internet siempre es una buena ayuda.

Acá "mierda" se considera una palabrota equivalente a "Carajo", aunque fuera de mi país creo que no es tan terrible.

Muchas gracias a mis compatriotas por ayudarme con esto. A mí a veces se me pasan estas aclaraciones.

Reviews.

Justary- san: qué bueno que te vaya bien en USA. Y eso de que sacarás carro… guaus, es genialísimo.

Sobre mí, no hay mucho que contar. Tengo a mis amigos con quien vivo aventuras en la escuela y trato de mejorar mis defectos cada día, lo que no es fácil.

Y sobre lo demás… Aoshi será un malo maloso delicioso y Megumi, que acaba de aparecer, también lo será. Habrá mucho Kenshin y Kaoru, pero por lo mismo, se la van a pasar peleando. Me alegro mucho, de verdad, que te esté yendo tan bien por allá y bueno, que Dios te bendiga y que sigas asi. Un beso.

Lunascopio: Gracias por tu aclaración. Es cierto que sabía lo que me comentabas, pero se me había olvidado que el resto de la población puede no entenderlo del todo. Quizá en otro países esa práctica tenga otro nombre, no? Si has visto la Fiera… te darás cuenta que he tenido que modificar bastante la historia pero al menos sigue la idea principal. Al menos ya hice aparecer a la villana y eso es bueno. Y sobre Chiloé, es precioso… yendo por la carretera de allí vi un pudú y me emocioné un montón. O cuando cruzaba el canal del Chacao en el trasbordador, nos dejaron a mis hermanos y a mi subir a la torre alta y ver desde allí el mar… fue tan lindo.

Gracias por escribirme. Cuídate mucho. Besos.

catty-ishida: Es entendible que no se acuerden tanto de la Fiera, si la emitieron el 99. Pero yo al menos tengo grabadas algunas partes con las que me río mucho de vez en cuando aunque con dificultad puedo recordar los detalles. Sobre Aoshi, sep, está picado con escándalo y no se le va a pasar en un buen rato. Más encima despidió a Misao el muy canalla. Y sobre Kenshin, es un amor, pero algo distraído… no se merece el trato de Kaoru, es cierto, pero tampoco la conoce tan bien. Aunque ya intuye que ella es como la pólvora. Prende ante la menor provocación… y su padre y el Sushi la molestan bastante.

Tienes razón sobre la palabra Mierda, se me había pasado ese detalle. Gracias por a aclaración… eso demuestra que lees con genuino interés… y trataré de actualizar el resto de mis obras… de verdad que lo estoy intentando con Misao y algo ya tengo escrito. Nos vemos, un abrazo y un beso.

Dark-Natt: Gracias por tus palabras, me animan mucho. Y yo ahora podré decirte que hace poco empecé a leer los fics que tienes… me gusta mucho la historia de "Sin Salida", es ultra emotiva y bueno, a ver cuando te dejo review, que a veces leo en la escuela y allí no puedo mandar mensajes. Ya me pondré al día. Un abrazote.

Naoko Lizi Kinomoto: ajajajajaj… creo que me meteré en problemas si no actualizo de una vez¿no?... está bien… mayoría gana… lo haré, lo prometo… Un beso, Naoko. Espero que estés bien… de verdad. Besos, abrazos… y buenos deseos.

Gaby hyatt: Bueno, Kaoru es explosiva y maleducada. Pero es más buena que el pan. Ya lo verás. Yo creo que lo que pasa es que Kenshin está ahí en el momento equivocado. Gracias por escribir.

KaoRu SaGa EnGeL: Tu opinión me resulta muy útil, porque si tú entiendes todito, eso me alegra y me hace meditar en cómo hacer que se entienda bien. Es que quedé con un trauma al saber que las pocas teleseries chilenas que se exportan deben ser dobladas nuevamente… lo que me lleva a pensar en que es algo injusto… en fin… lo de la minga es muy interesante cuando lo ves por televisión y te haces una idea de ello. Y hasta da emoción pensar que puede ser un mundo ideal cuando todos se ayudan y celebran al fin del día. UN BESOTE, Kaoru, y nos leemos más adelante. Gracias por dejar review.