Capitulo 8
En cuanto dieron de alta a Milo del hospital, Saori y Mu fueron a recogerlo. Mu no podía creer lo que sus ojos veían. Milo, el chico que siempre había sido alegre y lleno de energía, ahora, se veía decaído, triste, había adelgazado y sus ojos se veían sin brillo con unas enormes ojeras. Ni siquiera se atrevía a levantar la vista y ver a sus amigos a la cara..
"Milo..."
"¿Qué haces aquí Mu?"
"Voy a quedarme contigo, mientras te recuperas"
"¿De verdad crees que me voy a recuperar?" dijo Milo con una sonrisa sarcástica que Mu nunca antes había visto en su cara. "¡¡¡Tu no sabes como me siento, nunca te vas a poder imaginar...no, ni siquiera tiene caso que te lo explique!"
"Escucha Milo, sé que te va a tomar algún tiempo, pero tienes que ser fuerte" interrumpió Saori. "Mu va a estar ahí contigo para ayudarte con lo que necesites. Yo no puedo abandonar la fundación por ahora, pero voy a ir a verte cada vez que pueda."
Hicieron todo el camino en silencio, y al llegar a la mansión, Milo se dirigió directamente a su habitación y se encerró. Después de recibir algunas indicaciones por parte de Saori, Mu también entró a la casa. Después de instalarse preparó algo de comer y subió a llamar a Milo.
Había pasado una semana desde que llegaron a la Casa de la Playa. Esos días fueron terribles para los dos jóvenes. Por más que Mu trataba de hablar con Milo él siempre lo rechazaba, tal parecía que ni siquiera quería verlo.
Solía salir a caminar por la playa dando largos paseos. Mu lo seguía de lejos pues le daba miedo que el chico hiciera alguna tontería, volvía y apenas probaba bocado y se encerraba en su habitación. Mu sabia que Milo lloraba y no dormía porque siempre tenía los ojos enrojecidos y las bolsas debajo de sus ojos habían crecido considerablemente. Estaba desesperado, quería ayudarlo pero él no lo permitía y la situación se volvía más tensa conforme pasaba el tiempo.
Una noche Mu no podía dormir y decidió bajar a tomar aire, pero al pasar por la habitación de Milo escucho unos sollozos.
"¿Milo, te encuentras bien?"
Al no recibir respuesta se decidió a entrar. Milo estaba teniendo una pesadilla, su cuerpo se movía como si estuviera luchando y su rostro estaba bañado en lágrimas.
Mu se acercó a la cama y tomó a Milo con fuerza de los hombros.
"Milo, Milo, despierta"
Después de algunos minutos Milo abrió los ojos y al ver a Mu lo abrazó con desesperación y continúo llorando por algún tiempo hasta calmarse. Mu solo lo apretó contra su pecho mientras acariciaba su cabello. El también lloraba quedamente, compartiendo el dolor de su amado.
De pronto Milo habló.
"Mu, porqué no puedo olvidar...todas las noches vuelvo a vivirlo, ya no puedo soportarlo me voy a volver loco"
Mu lo abrazó más fuerte aún y depositó un beso en su frente.
"Sé que es difícil, ni siquiera puedo llegar a imaginarme como te sientes, pero tienes que darle tiempo al tiempo. Han pasado solamente unos cuantos días..."
Milo sintió caer en su mejilla una lágrima que no le pertenecía. Levanto la mirada y vio a Mu con los ojos cerrados mientras le hablaba. Gruesas lágrimas brotaban de sus ojos y a Milo se le oprimió el corazón, pero esta vez no era por él, sino por Mu que también sufría.
¿Por qué lloras?
Mu abrió los ojos y lo miró
"Lloro por ti, y por mí, porqué no sé como acercarme a ti para ayudarte. Eres lo que más quiero en el mundo y paso los día viendo como te desgastas, como te vas consumiendo y yo simplemente no puedo hacer nada"
Ahora fue Milo quien apretó el abrazo. Se hizo silencio por algunos minutos.
"¿Mu?"
"Dime pequeño"
"¿Te quedarías conmigo? Tengo miedo de que la pesadilla regrese"
Mu sonrió en la oscuridad.
"Claro que si"
Milo le hizo un lado en la cama, Mu se colocó a la espalda de Milo y lo abrazó. Estaba sorprendido de lo bien que embonan sus cuerpos. Ambos podían sentir la calidez del cuerpo del otro y eso los reconfortaba y aunque tardaron en dormirse de nuevo ya ninguno de los dos habló, pero ambos sabían que por esa noche Milo no tendría pesadillas.
