CAPITULO V
LA HISTORIA DE SAKURA AKASHA II
¿Quien es Sakura kinomoto en realidad?
Después de que se hubieron instalado en la salita, Sakura dirigió su mirada a cada uno de los presentes.
"¿Y Bien?"- preguntó
"Supongo que ya no hay vuelta atrás"- dijo su padre- "Yo nací y crecí en Rokugan"- dijo Fujitaka
"¿Cómo pudiste ocultarme algo así?"- pregunto Sakura
"Trataba de protegerte. Eres especial y lo sabes hija mía, ellos tratarían de utilizarte para obtener poder. Ni tu madre ni yo podíamos permitirlo"- dijo El papá de Sakura con tristeza.
"¿Quién soy?"- pregunto Sakura
"Solo tú puedes decirlo. Ni siquiera yo se la historia completa de cómo llegaste a nosotros. "
"Pero yo si la se, y si el señor Kinomoto y el joven Kinomoto lo permiten estoy dispuesto a contarla"- dijo Satsu
"Estoy de acuerdo. Pero antes dime, hija ¿Cómo supiste acerca de Togashi?"
"A través de los susurros"- dijo Sakura
"¿Los susurros?"- pregunto Touya
"He escuchado los susurros desde que tengo memoria"- Dijo Sakura, sirviendo el té, en un intento por calmarse- "Vosotros no... ¿No los oís?- Los reunidos menearon la cabeza – "Es extraño. Al principio, solo podía oír los susurros cuando dormía. Era un sueño relajante y confortable, como estar en una playa al amanecer. Y siempre había ese olor, como hojas secas y cobre. Nunca he olido algo como eso"- Se detuvo para oler el té con melancolía y luego negó con la cabeza- "Después de aprender a meditar, fui capaz de abrir mi alma lo suficiente como para oír los susurros, solo apenas. Eso era lo peor. ¿Recordáis el año o dos en los que era tan temperamental?"- Pregunto Sakura a Touya y Tomoyo- "ya sabes cuando te daba patadas en los pies cuando me molestabas"- Touya hizo una mueca demostrando lo bien que lo recordaba- "Podía casi oír los susurros, pero no entendía lo que decían, y entonces lo intentaba tanto que normalmente me frustraba y los alejaba. Era agonizante: era como estar perdida dentro de tu propia alma. Eventualmente, bajo la guía de Yu… Yuquito"- dijo Sakura
"No te preocupes, se lo de Yue"- informó el señor Kinomoto. Sakura lo miró asombrada
"Bien, con la ayuda de Yue, dominé mi ira. Si me concentraba, podía sentir su presencia. Es como un lago de escamas. Se mueve y fluye, como los susurros, pero también es estático. Allí no hay miedo, pero hay susurros. Los susurros son como tiras de seda. Puedo coger uno con cuidado y sacarlo del lago, y entonces puedo entenderlo, Pero no puedo sencillamente llevarme uno porque no puedo entrar en el lago"- Una gota apareció en el rostro de Sakura al darse cuenta de que no podía explicarlo. O tal vez era imposible explicarlo.
"¿Qué dicen los susurros?"- pregunto Togashi Satsu. Sakura lo miró inquisitivamente. Sakura dejó su té en su taza.
"Todo tipo de cosas. En realidad no son palabras; es como pinturas... o bailes. Puedo aprender cosas. Veo cosas."
"¿Así aprendiste a pelear con la lanza?"- Preguntó Tomoyo
"Sí. Eso y otras cosas. No siempre puedo retenerlas mucho tiempo; algunos susurros son demasiado grandes como para guardarlos en mi cabeza. Alguno son muy antiguos, más antiguos de lo que jamás será yo"- Hubo un largo silencio mientras Sakura terminaba su té.
"¿Sabes que son esos susurros?"- Preguntó el señor Kinomoto rompiendo el silencio. Sakura le miró
"No- respondió- Pero los he sentido durante tanto tiempo, que ya los siento parte de mí"
"Porque lo son. Creo que son los susurros del alma de la raza Naga"- dijo su padre
"Los naga"- murmuro Sakura
"Una antigua civilización que existía en la dimensión de Rokugan antes de que llegaran los hombres. Son llamado los constructores de Rokugan porque según las leyendas ayudaron a los dragones a crear la dimensión"- explico Togashi- "Son de cabeza, torso y brazos humanoides sobre una larga cola de serpiente"- dijo Togashi
"Lo sé- dijo Sakura- de alguna forma lo se".
"Pareces ser capaz de bucear en su sabiduría"- dijo Togashi intrigado- "No me sorprende que no siempre puedas retener lo que aprendes; creo que algunas de sus enseñanzas se basaron en la experiencia de muchas vidas, más de las que tendremos jamás. Creo que estás lista para escuchar tu historia. A través de ella aprenderás no solo sobre tu propio nacimiento, sino que te darás cuenta de que existe una gran diferencia entre la dimensión de Rokugan y la tierra"- Prosiguió el señor Togashi- "Hace un poco más de treinta años los Nagas que había permanecido dormidos para poder sobrevivir a la invasión de los hombre, comenzaron de despertar. De acuerdo a sus propias leyendas ellos debían permanecer dormidos hasta que el mal surgiera de nuevo y volvieran a necesitarlos. Al despertar pensaron que ese día había llegado. Durante esa época, el emperador Hantei XXXIX fue poseído por el espíritu de Fu Leng, el hechicero que trato de destruir Rokugan. Los nagas creyeron que por esta razón había despertado, que debían ayudar a los humanos a detener esta nueva amenaza por parte de las tierras sombrías. Pero se equivocaron. Ellos no debían intervenir. Los humanos de Rokugan no necesitaban ayuda. Y esa fue la perdición de los naga, puesto que durante la batalla dañaron el Akasha, la conciencia comunal de la que los nagas forman parte."
"¿Akasha?"- pregunto Sakura
"Así como los humanos tenemos una conciencia propia, los nagas tienen una conciencia colectiva, donde todos ellos conocen los sentimientos y pensamientos de los otros. De esta forma suelen ser mucho más sabios, pero pierden su voluntad individual. Pero el Akasha, esa conciencia colectiva, fue, como dije, dañado durante la segunda guerra de los truenos, por haber despertado antes de tiempo. Cuando se dieron cuenta de su error, decidieron regresar al Gran Sueño, y volver a despertar cuando realmente se las necesitara. Eso fue aproximadamente hace treinta años, en el año 1128 de Rokugan. "
Los preparativos para el Gran Sueño llevaban desarrollándose durante todo el año. El Akasha se conmovió mientras los nagas buscaban como purificarlo, quitando toda distracción, toda impureza, todo pensamiento cerrado y todo sueño. No se permitiría que nada que pudiese poner en peligro el Akasha permaneciese. El Qatol, el jefe de los naga, eligió a Mara y a un puñado de Nagas para quedarse atrás, para permanecer despiertos mientras los demás dormían. Estos Naga vigilarían Shinomen durante los años siguientes a que el hechizo fuese completado, pues durante ese tiempo el Gran sueño podía ser distraído, y nadie sabía que efecto tendría eso en el Akasha. Finalmente, el Corazón del Bosque Shinomen sería sellado del mundo. Aquellos que lo buscasen se perderían, solo para encontrarse de nuevo donde empezaron, o quizás en el otro extremo del bosque sin haber visto una sola carretera, templo u obelisco Naga.
De repente, Qatol se dio la vuelta, sintiendo una gran preocupación en el Akasha. Un grupo de shugenja nagas se dirigían hacia él, llevando una litera. El Qatol podía sentir que estaban confusos y nerviosos. Espero, quieto como una estatua, adoptando la posición tradicional de un gran dirigente sentado en un juicio.
El grupo llegó, dejaron su carga, y estuvieron de acuerdo con el Qatol. Entonces, sin más ceremonias, apartaron las cortinas del palanquín.
-¿Qué son?- Preguntó el Qatol, tras una larga pausa.
-No lo sabemos,- respondió el grupo al unísono. El Qatol les miró. Cobra y Constrictor, Camaleón y Serpienteverde - ninguno de ellos tenía ni idea.
El Qatol pensó en el significado de ello, pero se encontró en un territorio desconocido. No había precedentes, ni tradiciones, ni leyendas. Qué típico del mundo desde la llegada de los humanos, pensó.
-No creo que sea sabio quedárselas,- añadió uno de ellos. -Tales cosas podrían causarle al Akasha una gran distracción.-
Entonces le daremos al Toturi un regalo de despedida-" ordenó el Qatol. -El Toturi ha sido nuestro aliado. Abrazó a nuestro pueblo cuando su propio pueblo no le abrazaba. Hizo un trato con nosotros para que hubiese paz entre humanos y Naga. Que este regalo le haga recordarnos cuando no estemos. Marchaos ya,- prosiguió -tenéis poco tiempo.-
Cubrieron el palanquín de nuevo, y se alejaron deprisa. El Qatol les observó mientras los acertijos del hechizo de reunión distorsionaban sus imágenes, y habían desaparecido.
Al morir la noche, un guardia Imperial corría todo lo rápido que podía atravesando los elegantes salones del corazón del palacio de Otosan Uchi. Llevaba una linterna y apretaba su wakizashi (n.a. Espada corta samurai) contra su cintura, podría necesitarlo pronto. Al llegar a su destino, dos guardaespaldas armados con naginatas (n.a. arma de alcance, como lanzas) le desafiaron. Antes de que pudiesen detenerlo, llegó, abrió los paneles de papel de arroz, y gritó, "¡Mensaje importante para el general!" Mientras lo hacía, cayó al suelo y puso su frente en la madera nacarada mientras los guardias desenvainaban sus letales hojas a cada lado de su cuello, listos para cortar su cabeza si hacía algo más que respirar.
"¿Quién osa levantarme a estas horas?" Aulló el general.
"¡Toku-sama!" Gritó el guardia, su frente sudorosa aun estaba contra el suelo. "¡Hay Naga acercándose a la ciudad! ¡Creí que debíais saberlo de inmediato! Si estoy equivocado," añadió, "¡dejadme limpiar a vuestra guardia de su incompetencia!" Y puso su mano izquierda sobre la empuñadura de su wakizashi.
"¿Eh?" Dijo Toku, envuelto en su manta mientras abría la puerta de su dormitorio. "¡Estas loco! No se me dijo que vendría ningún Naga."
"Como deseéis, general," dijo el samurai, y comenzó a desenvainar su wakizashi con intención de cometer suicidio ceremonial.
"No te he dado permiso para que te muevas, dijo Toku con voz queda. "Vistes algo, así que dime lo que vistes."
"Bajo la luz de la luna vi a un grupo de grandes serpientes, quizás ocho o diez, con torsos en forma humana," dijo el samurai, evitando usar la palabra "Naga." "Dos llevaban algo pesado entre ellos. Ordené a los guardas abrirles la puerta y corrí a informaros tan rápido como pude"
El sonido de los caballos chillando de pánico flotaba en la quietud del aire nocturno.
En unos minutos, Toku, sus guardaespaldas, y el guardia sin aliento de la puerta se movieron rápidamente por Otosan Uchi. Los samurai se encontraron con los Naga dentro de los muros de la ciudad, llenos de confusión, al igual que los guardias.
"Venerables Naga," dijo Toku, apretando sus palmas como Daini (el primer hombre que estuvo en contacto con nagas) le había enseñado, "mis más sinceras disculpas por no estar aquí para recibiros en la puerta de la ciudad. No tenía conocimiento de que sería honrado con..."
"Mil perdonesssssss," interrumpió uno de los Naga, su profunda voz sonaba como un trueno. "Los Naga no tenemosssssss tiempo para cortesías. Los Naga desssseamossssss ver al Toturi inmediatamente."
"Os suplico humildemente vuestro perdón, Venerables Naga, pero no es posible. Está prohibido despertar a Su Majestad Imperial. Me encargaré gustoso de vuestras necesidades en la corte Imperial, y veréis al Hijo de los Cielos tan pronto como sea posible, durante la mañana."
El grupo comenzó inmediatamente a sisear en su lengua - al menos Toku esperaba que fuese un lenguaje, y no pura rabia. En cualquier caso, estaba claro que a los Naga no estaban complacidos. Pero las leyes referentes al Emperador llevaban allí mil años, y Toturi no deseaba romper la tradición, ni Toku desafiar su linaje.
"Os proporcionare con agrado cualquier cosa que necesitéis," añadió Toku, esperando calmar así a los Naga. "Comida, un baño caliente, té - lo que deseéis será vuestro. Sencillamente no pudo despertar..."
"Entonces le despertaré yo," dijo una voz desde detrás de los desesperados samurai. Él se giró para ver a Mara de pie en la calle, envuelta solo en una bata casera de seda.
Mara
"No puedo permitirlo, Dama Mara," dijo Toku gruñendo.
"No lo entendéis, general." Se volvió y saludó a los Naga formalmente en su lengua. Con una mirada rápida a Toku, añadió en Rokugan. "Sentí vuestra llegada a través del Akasha. Lo arreglaré todo."
"Está prohibido despertar al Emperador, Dama Mara," protestó Toku enérgicamente, "la pena es la muerte."
"Entonces moriré por mi pueblo."- siseo Mara
"No deseo tener que mataros," advirtió, "pero no puedo permitir que despertéis al Emperador."
"Hasta que no le haya despertado, no he cometido ningún crimen," dijo Mara, razonando. "¿Me matarás sin motivo, Toku? Quizás cambie de idea en el último momento para salvarme. Y una vez que le haya despertado, será demasiado tarde, ¿verdad? ¿Qué conseguirá mi muerte?"
"Será justicia."
"¿Cómo se lo explicarás a tu amigo, Daini?"- (n.a. Mara es una naga, esposa del Humano del clan dragón llamado Daini)
"Es bushido, lo entenderá."(n.a. Bushido es la ley de los guerreros de Rokugan)
Mara se detuvo y miró a Toku a los ojos, poniendo a prueba su resolución. "Tienes razón," suspiró ella al fin, alejándose. "Por tanto, despertaré a la Emperatriz."
Toku trotó hasta ella, intentando darle una respuesta. El extraño grupo Naga lo siguió en silencio, la guardia de honor se mantenía a su lado a una respetuosa distancia.
En
contra del protocolo, El Emperador Toturi Primero accedió a
encontrarse con los Naga de inmediato.
La esposa de Toturi, Kaede, se sentaba a su izquierda, embarazada de seis meses. A la derecha se sentaba un cortesano, Miya Arugo, aparentemente aun confundido por la rapidez de los sucesos. Toturi le vio pestañear varias veces, intentando librar a sus ojos del sueño que les acechaba en una esquina. Siervos, así como aquellos diplomáticos de los Clanes que habían sido avisados y sus astutos criados, llenaban el resto de la habitación.
Toturi vio como los Naga entraban en la Sala del Trono, llevando con cuidado el palanquín. Corría el rumor de que la habían llevado sin detenerse por todo el Imperio, y podía ver la fatiga de su transporte al igual que las marcas en sus flancos de serpiente donde las rocas habían arrancado las escamas. Buscó en sus rostros pero no vio a nadie familiar entre ellos, excepto el Dashmar, que conocía las formas de Rokugan. Mientras los viajeros le saludaban de la forma Naga, Toturi miró rápidamente toda la sala del Trono, pero no vio a Daini (El humano del clan dragón que había abandonado a su clan para unirse a los naga) ni a su esposa Mara. No hay ayuda, pensó. Esto se hará en términos Naga, y solo podemos esperar que la etiqueta Naga no sea demasiado diferente.
-No os esperábamos,- Dijo Toturi serio. -No hemos recibido visitantes de Shinomen desde hace al menos un año. Vuestra Mara nos dijo que no esperásemos a ningún otro. ¿Qué fortuna os trae a agraciar nuestra corte?-
-Losssss Naga mandan sssssaludosssssss al Toturi,- dijo uno, hablando el mejor Rokugan que podía. -Lossssssss Naga tienen un último regalo para Toturi y sssssssu gente.- El portavoz gesticuló, y dos Cobras, con las capuchas descubiertas, retiraron las gruesas cortinas del palanquín. Juntos cogieron y sacaron el regalo.
Era una perla, o eso es lo que Toturi creía a primera vista. Pero si era una perla -- ¡qué premio era! Era fácilmente tan ancha como los hombros de Toturi y perfectamente redonda. Y lo más destacable es que era dorada. No, más que dorada; brillaba con su propia luminosidad, como si fuese una linterna de papel. El brillo la hacia parecer hueca, pero Toturi podía ver los poderosos músculos de la carne Cobra flexionados con el esfuerzo mientras la sacaban. La perla pesaba tanto como un humano, quizás más.
Toturi quedó sin habla. El brillo de la perla llenaba la habitación con una suave y cálida luz. Los mon de los ocho clanes, alumbrados con piedras preciosas en el suelo de mármol de la corte, brillaban orgullosos bajo la luz. Tal tesoro no tenía precio, y los Naga se lo ofrecían a él - al Imperio - como amuleto. Que propio de ellos.
El cortesano, juzgando mal el silencio de Toturi, intervino rápidamente. -El Emperador lamenta no poder aceptar vuestro regalo,- dijo él, dando correctamente el primer rechazo que pedía el protocolo, -pues no tenemos lugar donde poner tan raro y bello objeto, y tememos que se dañe si se exhibe de manera impropia.-
(n.a. En Rokugan es de buena educación, o de acuerdo al protocolo, que un regalo se rechace un par de veces primero, antes de aceptarlo)
Los Naga dudaron un momento. El portavoz pestañeo una vez con sus membranas húmedas, y entonces hizo una señal a los Cobras para que la pusiesen de vuelta en el palanquín, diciendo sencillamente,
-Como desssssssssseeissssss. Lamentamossssss haber molesssssstado al Toturi.- Con un latigazo de sus poderosas colas de serpiente, los Naga dejaron rápidamente la corte.
Miya Arugo estaba gravemente ofendido. Se volvió hacia Toturi para insistir en que tan grave insulto al Hijo de los Cielos debía ser castigado, pero las palabras se quedaron en sus labios, encerradas por la helada mirada de Toturi.
(n.a. lo ideal hubiera sido que los naga insistieran, pero ellos son naga, no humanos y para ellos si se niega un regalo es que no se lo quiere, así de simple)
Aunque era el final de la noche, la ciudad de Otosan Uchi estaba de cualquier forma menos dormida en el momento en el que los Naga dejaron el palacio Imperial y volvieron a entrar en la ciudad.
Hace veinte años, el pueblo serpiente era temido como espíritus antinaturales u oni sedientos de sangre. Ahora, mientras se movían impasibles a lo largo de la Carretera, los plebeyos y samurai se reunían por igual a lo largo de su ruta, todo para dar una última mirada a esta extraña comitiva que dejaba Otosan Uchi.
A los samurais de la ciudad interior, les parecía que los Naga habían pasado a través de la puerta y se habían desvanecido en una extraña niebla de plata.
Aquellos que esperaban en las afueras de la ciudad exterior, les pareció que los Naga aparecían de las nebulosas leyendas de las eras pasadas. Se movías a través de la audiencia, con los ojos mirando hacia delante, oliendo a cobre y crisantemo.
A medida que se acercaban a la puerta destrozada del muro exterior, uno de los portadores del palanquín pasó su carga a otro Naga con la misma gracia con la que un bailarín pasa su abanico de una mano a otra. Sobre la puerta, Toku miraba intensamente. Una interacción tan fluida era la meta de toda unidad samurai, una perfección de acción no salida del entrenamiento sino simplemente del ser.
Miró hacia abajo y vio a la Guardia de Honor Imperial colocada debidamente para saludar a los Naga, pero incluso así, vio imperfecciones. Las brillantes hojas de las naginatas no estaban perfectamente alineadas, los espacios entre los pies de los guardias no eran perfectamente idénticos. Como hubiese deseado poder honrar a los Naga con la misma perfección que les había visto demostrar una y otra vez.
Cambió de lado sobre la puerta mientras los Naga pasaban por debajo.
Toku les vio partir de Otosan Uchi por última vez... en su vida, al menos. Curioso, observó como sus colas no se deslizaban sincronizadas... hasta que se dejó de observar a cada Naga y se dio cuenta de que solo percibía una parte del grupo a la vez, sus movimientos individuales formaban un todo, la ondulación de una sola entidad.
Quizás tal perfección no pertenezca al Imperio, pensó. Pero entonces, sin ella, ¿Cómo inspirarnos?
Miró hasta que sus formas desaparecieron de la vista, y continuó mirando incluso después.
Se sentía tan vacío.
De repente, apretó sus labios, se agarró a la piedra de la ventana de la puerta y sacó una cortante, profunda exhalación a través de su nariz.
"¡Uts!" Su grito atravesó la noche.
"¡BANZAI!" Rugieron mil gargantas.
"¡Uts!"
"¡BANZAI!" más alto esta vez
"¡UTS!"
"¡BANZAI!"
Los ecos llevaban la voz del Imperio y desaparecieron en el cielo nocturno.
Con una última explosión de aliento, Toku se fue.
(n.a. Banzai es algo así como hurra, en japonés)
Los Naga se movían, en apariencia sin descanso pero ahora confundidos y deprimidos al no haber cumplido su misión.
(n.a. Entre parentesis se encuentra la traducción literal del lenguaje naga y antes lo que quiere decir)
"¿Qué haremos ahora ((y donde está nuestro guía))?" preguntó uno
"Debemos encontrar a otro ((El blanco se ha ido))," replicó el actual Dashmar.
"El Clan del Cangrejo ((Eshru, los que combaten la oscuridad)) son dignos ((guardianes de cristal))," sugirió uno de los Cobra.
"No. Muchos de ellos no confían en nosotros.
"Es cierto ((puro como Jade))," añadió otro Cobra.
"¿Dónde iremos entonces ((y quien es nuestro guía))?" preguntó el primero
El actual Dashmar meditó. El Emperador había rehusado. La Grulla y el León eran las manos del Emperador; cuando una mano rehúsa un regalo, no tiene sentido ofrecérselo a la otra. El Fénix había abierto los Pergaminos Negros, y el Dragón había liberado a la Atrocidad; ninguno de ellos era de confianza.
"Iremos al Unicornio ((seguiremos las huellas," dijo al fin.
El resto del grupo se volvió hacia su líder con una curiosidad Akashica.
"El Unicornio entiende lo que es ser un desterrado ((despertar en una tierra y tiempo extraños)). Están cerca de nuestras tierras y nos han abrazado como amigos. En la Ciudad de los Troll se enfrentaron a la mitad oscura de su familia ((se enfrentaron al estanque que refleja y vieron su abominación)) y vencieron a la oscuridad dentro de ellos ((crearon una perla con su alma)). Han sido exploradores ((Salaza, Shazaar y Damesh)) a través de su historia. Este regalo no les asustará como asustó al Toturi."
Como uno solo, el grupo de Nagas se volvió hacia el noroeste, y, bajo la luz del amanecer, vieron el destello de la luz sobre los yelmos de varios exploradores a caballo que les veían pasar.
Los Naga se movían día y noche, deteniéndose solo por agua. Incluso estas infrecuentes paradas no duraban mucho, porque el Imperio sabía donde estaban los Naga en su desconocido viaje, y siempre había samurai a mano con agua fresca bendecida por shugenjas. Los shugenjas también rezaban, y curaban las heridas de los Naga, intentando sanar las tiras de carne que recorrían sus costados. Incluso los plebeyos dejaban de trabajar cuando veían pasar a los Naga, y miraban maravillados su marcha.
Una delegación Unicornio esperaba a los Naga en la frontera de las tierras del clan, pero, como se esperaba, los Naga ni frenaron ni dieron muestras de conocer su existencia. Resueltos, los Unicornio flanquearon la procesión Naga con cien hombres montados con armadura de batalla completa, día y noche. Los caballos bufaban al estar tan cerca de tales serpientes gigantes, pero se mantuvieron disciplinados bajo las manos de sus jinetes.
Rectos como una flecha, el grupo de Naga seguía su camino, y se hizo evidente que se dirigían a Shiro Shinjo, el castillo de los unicornio. El castillo zumbaba de actividad. Todo estaba limpio, se erigieron pabellones en el exterior, y se preparó la comida. Cuando los Naga llegaron, encontraron varios miles de samurai montados esperándoles, colocados en filas y unidades. Las puertas de Shiro Shinjo estaban abiertas de par en par, y Moto Gaheris se sentaba en su silla, rodeado de Ide Tadaji, Iuchi Tzichung, Shinjo Shono y Utaku Xieng Chi.
Los Naga se acercaron a los cinco Unicornios y se detuvieron a una respetuosa distancia ante ellos. Entonces, por primera vez desde que dejaron Otosan Uchi, los Naga dejaron el palanquín en el suelo.
"Bienvenidos a nuestras tierras," dijo Gaheris con su rica voz.- "Nuestra gente es vuestra gente; nuestro campamento es vuestro campamento; nuestra comida es vuestra comida. Por favor, sed bienvenidos y perdonad que no podamos ser más hospitalarios con unos huéspedes tan magníficos como vosotros."
El aparentemente líder de los Naga dio un paso al frente.
"Lossssss Naga ssssssaludan al Yokatsu,"- dijo él, con las maneras de los Naga. -"Lossssss Naga tienen un regalo para el Yokatsu y sssssssssu Clan."-
Gaheris estaba profundamente insultado por la mención del nombre de Yokatsu. Shinjo Yokatsu - antiguo daimyo, traidor, loco de poder, mentiroso, cuyo nombre había sido borrado de las historias del Unicornio, para que jamás volviese a ser nombrado. Y aquí, ¡los Naga le llamaban por ese vil nombre! Gaheris sintió como su furia crecía, mantenida a raya solo por el hecho de que Tadaji ya le había advertido que tal ofensa sería hecha.
Mientras los sacerdotes Cobra se acercaban al palanquín, Tadaji vio la cara de su daimyo volviéndose roja y grácilmente se adelantó. Hizo un gesto con su bastón, diciendo
"¡Gloria para nuestro daimyo y sus honorables invitados! Celebremos su llegada inmediatamente."- Abrió un abanico y se lo ofreció a Gaheris, que lo tomó y se abanicó para distraer su ira.
Los Cobra sacaron la perla y se la ofrecieron al daimyo. Gaheris y Tadaji ya habían leído una descripción de la perla, transportada a través de la tierra por los cortesanos Moto, pero la palabra escrita no hacía justicia a la gloriosa belleza que los Cobra les ofrecían. Los ojos de Gaheris se abrieron y su mandíbula se abrió, todo pensamiento sobre insulto e indignación fue limpiado por el suave destello de la perla.
-"Solo ofrecen una vez,"- susurró Tadaji, incapaz de quitar sus ojos de la perla. -"Esa es su manera. ¿Aceptaremos este regalo?"- Por el rabillo del ojo vio a Gaheris recomponer su expresión y asentir una vez, de forma solemne. La senda de la lengua no era la suya, sino la de la espada. Para las palabras confiaba sabiamente en Tadaji.
Tadaji juntó sus manos en la forma Naga como se le había enseñado.
-"Benevolentes Naga,"- dijo en el más elevado lenguaje cortes Rokugani,- "no merecemos una ofrenda tan asombrosa pero recibimos graciosamente esta muestra de profunda estima."- Aquí se detuvo brevemente, y al hacerlo se dio cuenta que el líder Naga se había desplazado hacia atrás, hablando con los sacerdotes Cobra. Estaban claramente confusos.
Debo rehacer la frase, pensó Tadaji. No estoy tratando con Dashmar. –
"El regalo que nos dais hoy es maravilloso,"- continuo, con un lenguaje mucho más lento y plano,- "aunque no es más que una baratija comparado con lo que auténticamente valoramos, que es la amistad y ayuda que le habéis dado al Imperio en general y a nuestro clan en particular."- Aquí apretó los dientes.- "Er... Yokatsu... al que ahora llamamos Gaheris, os agradece este fabuloso regalo. Lo pondremos en un lugar de gran honor, como tributo al respeto que tenemos al pueblo Naga."-
-"Exssssscelente,"- siseo el líder Naga, asintiendo con su cabeza. Siseó algo en la lengua Naga, y dos de los Cobra se adelantaron con la perla.
Gaheris le hizo un gesto a Shinjo Shono para que la aceptase. Se adelantó hacia los Naga y juntó sus manos más o menos como había visto hacerlo a Tadaji. Estiró una mano para tocar la perla. Era suave como el cristal y agradable al tacto. No era particularmente fría ni caliente. Recorrió la perla hasta la parte inferior, e hizo fuerza para levantar su peso. Los sacerdotes Cobra no parecieron notarlo.
-"Mil perdones,"- dijo Shono, volviéndose hacia el líder Naga, -"pero somos unas criaturas mucho más pequeñas que vuestros grandes bushi (guerreros), y quizás no tengamos fuerza para moverla tan fácilmente como vuestro pueblo. Espero que podáis encontrar en vuestro corazón el prestarnos este palanquín, pues ha llevado esta perla desde Otosan Uchi hasta aquí y podríamos mantenerla a salvo en él mientras la movemos a donde la vayamos a dejar."-
-"Essssso essssss fácil, pues el carruaje ya no esssss importante para nossssotrossss."- El líder hizo un gesto y los dos Cobras dejaron la perla en su recipiente.
Shono le hizo un gesto a un teniente para que trajese a los cuatro samurai más fuertes del castillo.
-"Nobles Naga,"- intervino Tadaji, mientras un sirviente llegaba con botellas de sake,- "por favor, entrad y compartid la hospitalidad de nuestro Clan. Lo que pidáis se os dará, para celebrar este día."-
-"Losssss cuerposssss Naga pican, pero el Unicornio alegra nuessssstrassssss almassssss,"- dijo el líder. -Nossssss quedaremosssssss, un poco de tiempo."-
Los sirvientes les dieron sake y té, e los acompañaron a los Naga dentro del castillo.
Los colores escarlata del amanecer comenzaban a despuntar al este, y la luna se preparaba para ponerse. Los Naga mostraban al fin su cansancio. Habían sido bañados, habían comido, y habían bebido, y entonces lo habían hecho todo de nuevo en orden inverso. Ahora estaban reunidos en el campo fuera de Shiro Shinjo, con sus energías agotadas.
-"¿Qué haremos ahora?"- Preguntó uno de los sacerdotes Cobra. -La piel se cae. Se supone que ya debíamos estar de vuelta en Shinomen."-
-"No podremos volver a tiempo,"- concordó otro. -"Y no sé lo que nuestra ausencia significará para el Akasha. El pozo no estará completo, como pretendíamos. Quizá causemos que el Gran Sueño falle de nuevo."-
-"Relajaos ((Yo soy el guía)),"- dijo el líder. -"Hay un modo ((tengo un disparo claro)), aunque es un modo humano. Un Serpienteverde me lo contó hace mucho. Es una idea curiosa..."- y explicó el concepto al resto de los Naga. Hicieron los preparativos con una perfección que solo un Naga podría realizar y ejecutaron el plan con una perfección que solo un Naga podría conseguir, con tanto el Ojo Brillante como el Pálido mirando cada uno de sus movimientos.
Mientras el amanecer se hizo limpio y claro sobre el horizonte oeste, los samurai del Clan Unicornio quedaron perplejos al ver el perfecto círculo de Nagas, cada uno decapitado por el de detrás.
¿Se mataron?- interrumpió kero apareciendo sin poder evitarlo
KEROOO- grito Sakura asustada
Que muñequito más mono- dijo Hachi
¿Quien es el muñeco?- pregunto kero hecho una furia, pero Sakura le tapo la boca
Discúlpenlo. Es Kero, Kerberos, el guardián de las cartas- dijo Sakura con una sonrisa avergonzada, y luego dirigiéndose a kero- En silencio, deja que Togashi termine
de todas maneras no entiendo que tiene esto que ver con Sakura- rezongo Kero en cuanto Sakura lo dejo hablar
a Eso me dirigía- dijo Togashi
Unos meses después, la perla dorada se situó permanentemente en una sala especial reconstruida para tal propósito en el corazón de Shiro Shinjo. La perla permanecía en una delicada alcoba y su cálido color daba tanta alegría a la habitación que se volvió rápidamente el lugar de reunión favorito para todas las ocasiones..
Y durante la noche, cada noche, seis de los mejores samurai del Clan Unicornio hacían guardia fuera de la habitación.
Se consideraba uno de los más altos honores ofrecidos a un samurai cumplir ese deber y estar de pie durante horas bajo la dulce y dorada luminosidad que corría tras los velos.
Pero Diez años después...
Moto Fujiyata se vistió rápidamente pero con cuidado con sus mejores ropas. Una vez todo estuvo en orden, cogió una banda verde adornada con el mon de los Naga.
No siempre se había llevado la banda, pero nadie hablaba de los tiempos en que no se llevaba. Una semana después de recibir el regalo de la Perla Dorada, los artesanos Ide habían hecho estas bandas para la cabeza para Moto Gaheris, diseñadas a partir de las de los cadáveres de los emisarios Naga. Desde entonces, a nadie se le pedía custodiar la perla; cuando a un samurai se le concedía tal honor, se encontraba una de esas bandas al despertar esa mañana, tras la puerta de su habitación.
Moto había encontrado la banda esa mañana. Metió su pelo en las colas de la cinta, asegurándose de que el mon permanecía en el centro de su cabeza.
Estaba listo.
Al menos, esperaba estarlo. Podía sentir el cansancio de la larga marcha, aumentado por la relajación del baño de agua hirviendo que acababa de tomar. Tenía hambre, pero decidió calentarse y lavarse en vez de alimentarse, así que tendría que soportar los gruñidos de su estómago. Prestarle a su deber el respeto que merecía le costaría toda su concentración. Morir era fácil. No mostrar cansancio mientras estaba de guardia toda la noche... eso era un desafío. Agradeció a las fortunas que le diesen esa oportunidad de demostrar su devoción al bushido.
Cruzó los pasillos de Shiro Shinjo hasta la Habitación de la Perla. Momentos después de su llegada se presentaron los seis guardias. Como mayor samurai del grupo, Fujiyata inspeccionó al grupo y designó los puestos. Un siervo que estaba de paso apagó las luces cercanas, sumiendo el salón a su alrededor en la oscuridad. Había luces más allá en todas las direcciones, iluminando el salón (Así como a los intrusos), pero aquí frente a la Habitación de la Perla la única luz era el tenue brillo dorado del tesoro de su interior.
Comenzó la larga noche de vigilia.
Durante las horas nocturnas, los guardias nunca hablaban. Solo había una necesidad de comunicarse, y era que un guardia pidiese irse unos instantes. Esto se conseguía con una simple inclinación. Ocasionalmente, Moto dejaba su puesto para tomar el del guardia que tenía a su lado; esto creaba una rotación completa de los guardias, uno a uno, a nuevas posiciones, para asegurar que nadie se volviese descuidado.
Esta noche discurría como cualquier otro turno de noche - silenciosa y lenta, dando tiempo a los guardias de disfrutar del honor de su vigilia silenciosa mientras sus camaradas dormían a su alrededor.
Al acercarse el amanecer, Moto podía sentir el agotamiento pesando sobre sus hombros, colgando de su mandíbula, cerrando sus ojos. Se esforzó en concentrarse más y más en su interior, componer su rostro, estar erguido como un bushi. Por ello, cuando la luz del amanecer empezó a despuntar en el cielo, no notó el cambio.
Estaba atento, con los ojos abiertos pero sin ver realmente. Un pequeño movimiento de un guardia a su lado le llamó la atención. Volvió la cabeza para reprender al guardia, para decir que debía mantener la compostura. El guardia le miraba con seriedad, y entonces clavó su mirada en los velos de gasa tras él.
La Perla de luz dorada había desaparecido.
Durante un parpadeo, el pánico recorrió la mente de Moto. La perla, arruinada en su guardia. Seppuku (n.a. Suicidio) deshonroso. Robada por ninja. Magia dorada perdida para siempre. Se había dormido en su puesto. Magia de sangre. Traición en el deber.
Entonces escuchó un pequeño crujido, como si una o dos tazas de porcelana cayesen suavemente al suelo. Con ese sonido, el bushido rugió al frente de su mente. Levantó una mano, y dos de los guardias tomaron en silencio los finos velos de seda. Los demás pusieron sus manos sobre la empuñadura de su katana y se prepararon tras su líder.
La mano de Moto cortó el aire. Los dos guardias abrieron los velos de par en par, y Moto y los otros guardias cargaron a dentro de la habitación. Se dispersaron de forma automática, preparados para lo que fuese.
Pero Moto Fujiyata no estaba listo para ver la perla dorada tirada en el suelo echa pedazos.
Entre los pedazos de la perla rota, un bebé. Una niña se movía incomoda sobre los pedazos de la perla.
La perla - al menos parte de ella - yacía sobre el suelo tallado de madera, rota como un huevo. Un brillo dorado, débil como brasas moribundas, era apenas perceptible. El resto de la perla estaba en el suelo, una gran pieza aun se movía un poco. Moto se acercó. Su mano estaba en la empuñadura de la katana, preparándose para desenvainar según enseña en Iaijutsu.
Nadie se atrevió a respirar. Confusión, adrenalina, y curiosidad inundaban los corazones de cada guardia, y esperaban que Moto actuase.
El bebé abrió sus ojos y los bushi vieron unos enormes ojos verdes mirándoles. Moto Bajo un poco su espada.
-"¿Quién eres?" se Preguntó Fujiyata Moto a la vez que tomaba el bebé en sus brazos
Moto Gaheris estaba sentado en su trono y estudiaba a la pequeña niña que estaba ante él. Estaba en el centro de la habitación, acostada en el palanquín envuelta en un kimono adquirido con prisas para tal propósito.
Poco antes aquella mañana este bebé ni existía. Ahora aquí estaba. Nadie tenía otra explicación excepto que había salido de la perla. Nadie podía decir que era, ni siquiera si era humana. Parecía totalmente humana, excepto por la anormal profundidad de sus ojos. Su pelo también tenía un tacto interesante. No se sentía como... bueno, como pelo normal. Su piel, sin embargo, era suave y clara como... como una perla.
La propia perla era un misterio, también. Cuando los Naga se la dieron al Unicornio hacía diez años, fueron necesarios cuatro fuertes bushi para ponerla en su lugar de honor. Ahora esta pequeña niña la había destrozado, aparentemente desde dentro. Los shugenja Iuchi habían examinado los restos de la perla, y su valoración preliminar era que la perla era de hecho hueca, y era posible que siempre hubiese sido hueca. Estaban todas las piezas; podían juntarse para unirla de nuevo, aunque estaba unida y hueca. Los shugenja también señalaron que el peso de la cáscara era mucho menor de lo que había sido, que quizás lo que hacía brillar la perla se había gastado con los años, haciendo la perla más y más ligera con el paso de los años. No había forma de estar seguros, ya que, una vez se puso la perla en su sitio, nadie había intentado levantarla de nuevo, y ahora la perla estaba rota.
Gaheris escuchó como Ide Tadaji cerraba su abanico, sacando al daimyo de su ensoñación. Se enderezó en su trono y descansó las manos sobre sus rodillas.
"se quedará, pero debe volverse una Unicornio y hacer un juramento de sangre a nuestro clan. Pero siempre deberá recordar lo que el clan aprendió en sus largos viajes: el hogar de un Unicornio no es el castillo, ni el campamento, sino la familia."
Miró a los nobles reunidos en el salón.
"El clan es su familia, pero ayudaría que tuviese una madre y un padre." Le hizo un gesto al samurai que había dirigido la vigilancia de la perla esa noche, que se encontraba arrodillado cerca. "¡Tú! No tienes hija. Toma esta. Y que tu hijo la proteja. La llamarán Akasha"
Al fondo de la habitación, el hombre se inclinó, al igual que su pequeño hijo y después se puso en pie. Fue hasta Akasha, sonrió, y la tomo en brazos, y empezó a llevársela fuera del salón del trono.
Yo era ese hombre, al que eligieron para ser tu padre – indico el señor Kinomoto. Tu madre, que era Grulla, te cuido como si fueras suya y yo hice lo mismo. Pero luego nos dimos cuenta de que tratarían de utilizarte para sus fines políticos, y por eso desobedecimos a nuestro daimyo y vinimos a la tierra, para que crecieras lejos de ese ambiente político y absurdo. Sin embargo parece que el destino desea que regreses a donde naciste- Sakura permaneció en silencio, tratando de asimilar todo lo que había escuchado.
¿Estás bien?- pregunto Tomoyo. Sakura no respondió, seguía sumida en sus pensamientos
Togashi dirigió una mirada expresiva a Nagori, Hachi y Tomoyo, y los cuatro se pusieron de pie al mismo tiempo. Sakura levanto la vista preguntándose que ocurría.
Creo que ha sido suficiente por hoy. Ustedes necesitan hablar de esto, así que nos retiramos- dijo Togashi
El tiene razón. Mañana podemos faltar a clases y conversar esto con más calma- lo apoyo Tomoyo.
Gracias- dijo el señor Kinomoto con sinceridad.
Adiós, Kinomoto- se despidió Hachi. Ella no contesto, pues había vuelto a sumirse en sus pensamientos. Después de que ellos se fueron aún Sakura seguía pensativa.
¿Estás bien, hermana?- pregunto Touya. Estaba preocupado
Entonces es cierto- respondió Sakura en silencio -Mi corazón en Unicornio, pero mi sangre es Naga. Solo debo averiguar a quien pertenece mi alma.
Notas de la autora:
Como ven he dejado varias notas por el camino para no tener que bajar hasta aquí para leerlas.
No se fijen tanto en los nombres. Yo les ire indicando quienes son los personajes importantes para que los recuerden. Hasta ahora tenemos a nuestros conocidos personajes: Tomoyo, Sakura, Touya… Y los integrados: Hachi Yasuki, antes Daidoji ahora Yasuki para cobrar una herencia y Samurai que va a participar en la prueba del campeón esmeralda. Nagori Doji, el narrador, diplomático del clan grulla. Y Togashi Satsu, mitad dragón.
La historia sobre la perla y Akasha es contada en el Legado de los Naga, por Edward Bolme y traducida por Meltar. En la historia original Akasha nace con 10 años de edad e hice alguna que otra modificación al respecto para que encajara con mi historia.
Para preguntas pueden conseguirme en lunaticaarwenyahoo.es
Glosario de Terminos:
Naga: Seres originarios de Rokugan, Medio serpientes
Sake: Bebida alcoholica típica de japón, y bueno, de Rokugan.
Daimyo: Jefe de la familia
Shiro Shinjo: Poblado
Shinomen: Bosque donde duermen las naga, territorio oficial de las naga
Akasha: Conciencia comunal de los naga, y también el nombre de la hija de la Perla, es decir, de Sakura.
Serpienteverde: Tipo de Naga especializado en
Mon: símbolo del clan al que se pertenece (una especie de escudo)
Bushi: Guerrero
Sughenja: Mago
Seppuku: Suicidio que consiste en cortarse los intestinos con la espada corta del samurai
Ninja: Escuela de los escorpión especializada en hurto y asesinato
Katana: espada samurai
Iaijutsu: Técnica samurai de sacar la espada a gran velocidad
