Los personajes no me pertenecen, al menos no todos.

Otro nuevo chap, muy vampiríco y adolescente :P


Era el final del verano. Akane había citado a Richard en un llano entre las montañas a unos días antes de que las clases empezaran. Anochecía cuando llegó al lugar. Junto a ella había otros chicos, muchos de ellos con apariencia andrajosa y, además, algunos bastantes mayores.

- ¡Hola Richard! – Le dijo – Qué bueno que llegaras a tiempo.

- Hola, ¿Qué es esto?

- Es la primera reunión de mi manada

- ¿Manada?

- Si, todos los aquí presentes son hombre y mujeres lobo.

- Recuerda que yo…

- No te preocupes, puedes fingir que lo eres

- ¿Y cuál es el motivo de la reunión?

- Ninguno especial, solo para que se conozcan mejor todos. Algunos son muggles así que nada de magia

- Pero, entonces…

- Eso no importa, dentro de muy poco saldrá la luna y todos seremos lobos

- ¿De donde has sacado esta idea?

- Pues me sentía muy sola, ellos deben sentirse igual - dijo Akane mirando al grupo de chicos

- Bien, pero nada de desastres

- No prometo nada, después de todo, jamás había oído de una manada de licanos.

Aquella noche la pasaron bien. Al principio, obviamente las cosas parecían fuera de control, pero después de establecer una jerarquía y morderse un poco, todo se arregló. El inicio de su tercer año en el IMA comenzaba. Como en todo currículo de magos y brujos el IMA comenzaba a ofrecerles nuevas materias que le servirían en sus respectivas futuras carreras.

El IMA, a partir del 6to año, impartía clases especiales para futuros aurores, medimagos, inventores o intelectuales, "políticos" y futuros profesores. Así que si se escogían buenas materias desde el 3er año al llegar al 6to no tendrían muchas dificultades. Richard, entre las materias a elegir, como no sabía a que se iba a dedicar en un futuro, escogió cuidado de criaturas mágicas, defensa (con espadas), aritmancia y runas antiguas.


Hacía poco que había cumplido los 10 años pero eso no le impedía ver su futuro bien claro. Allí frente al espejo podía ver su menudo cuerpo desnudo haciendo contraste con su negro cabello. Aquella delgada niña de la que últimamente se solían burlar por no tener la suficiente capacidad para poder orientarse, la que se solía perder yendo de la casa al colegio. Pero ella sabía quien era ella.

Seguía allí viéndose, sus ojos color almendra buscaban minuciosamente algo que la hiciera diferente de aquellas niñas a las que detestaba. Ella era igual de bonita, o tal vez más, pero quería ser diferente. Ella lo era. Odiaba ese cabello mañoso que de nada se empajonaba aun siendo suave. Las tijeras no estaban muy lejos de su mano. La decisión fue tomada incluso antes de ser pensada.

Tomó uno de los mechones que caían grácilmente sobre su todavía mojado cuerpo. Las tijeras en la otra mano y lo cortó casi desde el tronco dejando solo un poco. Siguió con la tarea dejándolo todo desparejo y desordenado. Aquella imagen le gustaba más. Cabello corto y rebelde, ahora ni siquiera tendría que peinarse. Definitivamente esa era una buena idea.

Había estado ahorrando desde hacia mucho y al dirigirse a su cuarto pensó que era hora de comprar ropa más a su gusto, pero por ahora cogería prestado unos pantalones de su primo que le quedaban bien y una blusa holgada. Sí, esa era ella, esa imagen era la de Leslie Potter. Cuando salió de la habitación y su tía Abigail la vio gritó.

- ¡Leslie! ¿Qué rayos? – le dijo casi a lloros al verle el cabello – Tu cabello

- Me lo corté – dijo inocentemente ella

- Pero era tan lindo - en esos momentos llegó el primo

- ¡Que rayos Leslie! – Dijo – No te queda mal, me recuerda cuando te corte el cabello jugando

- Sí, me gusta así. Nunca lo dejaré crecer.

- ¿Pero esa es la ropa?

- Mía – dijo el primo

- Oh sí, me la quedare hasta comprarme algo más a mi gusto

- Yo no te daré el dinero para que hagas locuras niña - dijo su tía tratando de parar aquel extraño comportamiento

- Ahorré algo - dijo ella como si nada

- Pero Leslie

- Pero yo soy así tía - dijo ella. Su tía no pudo decirle nada al contrario. Era igual a su hermana, sólo que ella hizo eso a una edad más adecuada, pero la dejaría seguir su curso, mejor así.

- Mañana te llevo a la tienda, ¿Te parece?

- Esta bien

- Y sólo te dejaré comportarte así siempre y cuando no traigas ningún animal o amigo delincuente a la casa

- Está bien – dijo Leslie sonriendo


El inicio del 3er año para Sean no fue tan agradable como para Richard, sobre todo porque sentía algo muy extraño dentro de su cuerpo. Las clases que eligió no fueron muy distintas de la de Richard, solo que en vez de Defensa con espadas en el Grecorromano se podían tomar clases de "deportes" o más bien de gladiador. Sean las tomó porque pensó que resultarían útiles para cualquier cosa que pasara con la logia.

Entre las cosas extrañas que ocurrían con él estaba que sentía una terrible sed que casi no podía saciar, de vez en cuando estaba insoportablemente irritable y lo que posiblemente más le molestara era que no podía controlar su capacidad de "leer" las mentes. Casi todo el día se la pasaba oyendo los pensamientos de los demás y por mucho que evitara el contacto visual con los demás oía más de lo que le gustaría saber.

El mes de septiembre pasó rápido como el viento y llegó el mes de octubre, el cumpleaños número 13 de Sean se acercaba con una rapidez enorme. Faltaban unos días cuando una tarde se pareció su madre en el colegio para llevárselo por una semana.

- Sean, busca tus cosas

- ¿Madre?

- Si, ¿Qué esperas? No tengo todo el tiempo del mundo, no ahora

- ¿Pero qué?

- Te vas por una semana conmigo

- ¿Algo pasó? – preguntó el desorientado

- Algo te pasará si no te das prisa.

Salieron del colegio directo a la residencia de Juno en Grecia. Al llegar Sean se sorprendió de lo relativamente llena que se encontraba la casa. Su abuelo con sus esposas estaban ya allí, al igual que su tío favorito y muchos otros a quienes casi no conocía. ¿Acaso esa fecha era tan importante?

Si aquellas personas le parecían muchas al otro día llegaron mucho mas invitados todavía. Visto desde un punto positivo, Sean tenia una inmensa habitación sólo llena de obsequios. Severus sabía lo que estaba pasando y no quería dejar a su hijo solo en ese trance, pero no podía abandonar Hogwarts hasta terminar sus clases el 30.

Ya era el 30 de octubre y la fiesta había comenzado. Sean no entendía, porque su cumpleaños era al otro día y no este. Habían llevado muggles al lugar, Mary Jane ya se había fumado unos 5 porros. Esto le olía mal. 9 de la noche. Severus llegó sano y salvo a donde estaba su hijo.

- Papá, ¿Qué haces aquí?

- Vine a tu fiesta de cumpleaños

- Están todos locos, eso es mañana

- Técnicamente es a la media noche

- Ah

- Mucha sangre fresca

- Si, mi abuelo y los demás están aquí. Ya casi vamos a cenar, ¿Vienes?

- Claro, pero por favor no me pongas cerca de tus abuelastras.

Severus se sentó entre su hijo y Juno, para su suerte, porque algunos lo veían con cara de te voy a cenar. Las horas pasaban. 11:45 y Drácula llevó a parte a Sean, seguido por Severus.

- Querido – comenzó a decir El Conde – Hoy debes elegir que lado de tu sangre mixta serás

- Pero si a mí me gustan ambas

- Bueno no creo que dejes de ser vampiro, pero no sabemos si al elegir ser vampiro totalmente seguirás siendo brujo – aclaró Severus

- Pero me gusta ser brujo

- Pero - Drácula miro su reloj - ya casi es hora ven

Sean estaba tan estupefacto que se dejó guiar sin saber a donde, cuando recuperó su sentido común se vio rodeado por todos los presentes, que tenían sus copas en mano y sonaba la primera campanada de media noche. Entonces sintió un dolor terrible dentro de sí. Algo maligno le carcomía las entrañas. El reloj seguía tocando las campanadas. Los presentes alzaban sus copas y brindaban. Severus no podía soportar la escena. Su hijo sufría una transformación como vil licano en luna llena.

Sean estaba sediento. Mientras se contorsionaba por el dolor en la elegante alfombra Drácula mandaba a parar el brindis.

- Es el momento - y mientras lo decía se hizo una herida sangrante con una hermosa y filosa daga – al beber la sangre de un vampiro su transformación será completa.

Severus no podía más. No podía dejar que Sean bebiera la sangre. No quería. Necesitaba distracción. Mary Jane estaba recuperando un poco la cordura pero serviría. Severus invocó uno de los porros que fue a para directo en la nariz de ella haciéndola fumar todo de un tiro, no necesitó mucho para ponerse frenética y saltar sobre Drácula para chuparle el dedo.

En un intento de sacarse de encima a Mary Jane se armó tal jaleo que Severus tuvo tiempo para administrarle a su sediento hijo una mezcla de Belladona y Black Wine como sustitutos de la sangre. Se calmó un poco, estaba algo eufórico a decir verdad, y como muchos pensaron que ya había tomado sangre la fiesta continuó. Se armaron sendas orgías por la casa, Sean estaba muy high para ver u oír nada. Severus trató de huir pero Juno lo atrapó en pasillo.

Ya estaba bien entrada la mañana cuando nuestro querido Sean recuperó el pleno uso de su cerebro.

- Papá, ¿Qué está pasando?

- Buen día Sean

- ¿Día?

- Si dormiste toda la noche, bueno no exactamente dormir.

- ¿Qué pasó? Tengo una sed terrible - Sean iba a tomar agua

- Eso no te le quitara

- ¿Acaso ya soy un vampiro completamente?

- No, no lo eres. Yo te di una poción hecha de belladona

- ¡Me drogaste!

- Con Black wine, a medida de que te vayas acostumbrando disminuyes la belladona, para evitar adicción, hasta solo dejar el Black wine, eso sustituirá la sangre

- Ah - Sean se tomó algo de la poción, sabía bien. Miró alrededor su padre estaba allí haciendo más poción y escribiéndole el modo de hacerla cuando le vio la marca – Mamá te mordió anoche ¿Eh?

- Me atrapó a la fuerza más bien, eso no te incumbe. - término diciendo enojado Snape mientras gruñía algo.

Dos días después Sean estaba algo establecido y volvió al colegio. La verdad, no se sentía bien, las cosas no habían cambiado mucho después de su cumpleaños, peor aún, habían empeorado. La sed lo estaba matando y no sed por agua. Además, beber belladona no era nada agradable y él no quería ser adicto a esta así que trataba de reducir todo a Black wine que tenia mejor sabor.

A mediados de noviembre ya no podía más, pero no quería molestar a su padre. No, él ya le había ayudado mucho. Además, creería que su hijo era un débil. No le podía pedir ayuda a su abuelo porque la única respuesta sería: "toma un poco de sangre y ya" y él no se sentía preparado para eso.

¿A quien podía acudir? ¿Emely? Sí, ella, o bueno, Anne sabia muchas cosas y tal vez una le serviría. Le escribió una carta a su hermana diciéndole las condiciones en que se encontraba y pidiéndole algún posible remedio fuera de belladona. Lo único bueno a lo que, posiblemente, le podía sacar partido era como estaba mas irritable sus acciones en la logia habían mejorado y por tanto pronto lo ascenderían al pueblo pero eso no le importaba mientras estuviera en el estado en el que se hallaba.

Emely le dijo que lo único que podía hacer era tratar de dominar su cuerpo, pero la belladona era lo único que ambas conocían, además de suero sanguíneo así que Sean se impuso un severo ejercicio de autocontrol para ver que lograba.


En los meses de septiembre a diciembre la vida de Richard no sufrió grandes trastornos. Se tuvo que dedicar a de lleno a las clases que comenzaban a ponerse bien duras y además, tenía que sacar tiempo para salir con Akane y otro poco más en las lunas llenas para la manada. Aunque no todos los miembros solían asistir porque muchos también tomaban clases en distintos lugares de la región.

Llegó la navidad y con ella una extraña invitación. Para inicios del año siguiente se haría una convención en un lugar apartado para tratar de llegar a un acuerdo entre hombre lobos y vampiros, siempre en guerra. De seguro Akane quería que él fuera con ella.


Aquella sería una hermosa navidad. La familia de Sean, o bueno, la más cercana, se reuniría para celebrar todos juntos. Eso incluía a su padre y su otra familia. Anne Frank y Juno Zervos ya no tenían ningún problema de encontrarse juntas en la misma habitación. Severus no encontraba nada agradable encontrarse en medio de las madres de sus hijos, era augurio de mala suerte.

Desde unas semana antes del 25 Emely y Anne llegaron a la casa. Severus fue el 24 y Drácula y el resto llegó el mismo 25. Aquel día era agradable. Sean y Emely solo se la pasaban midiendo sus capacidades mentales mientras Anne y Juno jugaban al póker con otras vampiras apostando fuerte. Severus se mantenía viendo el progreso de ambos grupos y lejos de cualquiera con largos colmillos.

La festividad se estaba llevando a cabo en la casa del Conde, digo castillo. Todo estaba bien, la cena estaba saliendo de lo mejor, pero Emely estaba algo inquieta. A pesar de tener 10 años, a veces, se comportaba como una completa chiquilla. La conversación mantenida por los adultos era insoportable y Sean estaba muy ocupado mordiendo su comida. Estaba muy aburrida y se le ocurrió una idea al ver el plato de comida vegetariana de Sean.

Después de la cena abrieron los regalos y en eso estaban cuando Emely sacó de su bolsillo un paquete que había conseguido en Egipto. Mientras sus padres discutían a qué colegio ella iba a asistir, lo abrió y miró su contenido: polvos paralizantes. Sacó un puñado y lo mezcló con polvo de ajo. Trataba de parecer muy seria para que no la descubrieran.

Un rato después Drácula estaba con enormes pústulas, Juno grave y Sean trataba de no rascarse, los vampiros son alérgicos al ajo y a Emely le pareció gracioso ver como les salían pústulas. Como castigo no podía volver a poner un pie en el castillo de Drácula, Severus la amenazó duramente y su madre le dijo que no le daría mesada por un año.

Lo que no sabía Emely era que aquella sería la última navidad junto a su familia por mucho tiempo, en especial porque el año entrante algo la comenzaría a alejar de su padre.


¿Y qué les pareció?