FIC REMODELADO. Para referencias a mi estilo y a ciertos aspectos del fic, lean 'Littera Minima' y sus secuelas. En esta ocasión, sumen 3 años a las edades del canon. Por favor, quienes dejan reviews anónimas, atentos que les responderé al final del capítulo. Tengan en consideración que Ekléctica revisó TODA esta saga para que temporalmente (valga la redundancia) todo calce como corresponde y el tiempo que transcurre entre un fic y otro no genere conflictos. Llevo semanas tratando de que ésta aparezca en mi profile, pero como se resiste, visiten el de Ekléctica, que a ella sí le resultó.

Un especial agradecimiento a Seika Lerki, Tsuyu Ryu y Ekléctica (El Concilio del Fic), madrinas y lectoras de prueba de este fic, que además de incentivarme y animarme a escribir, aplacaron mis instintos asesinos y varios personajes vivieron para contarlo.

Una recomendación especial, si quieren ver este universo expandido, lean "Madness of Love", de Lady Seika Lerki y el omake "Lo que Sueño de ti" y las adorables miniserie "Familia" y "Futuro" de Ekléctica. Finalmente, aunque no menos importante, "Luz Amatista", de Tsuyu Ryu, es una joya. Las conversaciones que las inspiraron a ellas, de paso me inspiraron a mí para retomar este hábito mío de escribir fanfictions. ¡VAYAN A LEER! =D

Saint Seiya, la trama y sus personajes pertenecen al Sr. Kurumada y a quienes han pagado por el derecho respectivo. No estoy ganando dinero con esto, nada más entretengo a mi imaginación y le doy más trabajo a mi Musa.


ADVERTENCIA.

Principio 11 para ver y entender Manga: Siempre hay tiempo para flashbacks, por muy largos que sean.

Se requiere criterio al leer. No me hago responsable de castigos, lesiones, o penas capitales derivados de la lectura de este capítulo.


Capítulo 1: Un Día normal… ¿O no?

Santuario de Athena. Coliseo.

3 de enero.

¡Aah, las Gradas del Coliseo! Lugar de reunión por excelencia de los dorados que les tocaba hacer las Rondas por el interior del Santuario. El punto de partida y llegada, la referencia obligada. Si uno buscaba a un santo dorado que estaba de turno y no podía encontrarlo, tenía que ir a cierto sector de las gradas del Coliseo y tarde o temprano daría con él. Esta vez no era la excepción.

Seis santos dorados estaban en ese momento en el lugar. Camus, Shura, Dohko y Kanon observaban la práctica entre Saga y Milo, mientras esperaban su turno… bueno, tengo que hacer una aclaración al respecto, porque hacían cualquier cosa, menos observar la pelea o esperar el turno de combatir. Kanon estaba echado en las gradas, totalmente deprimido y mirando como las nubes pasaban por el cielo. Tan silencioso que estaba que nadie parecía percatarse de que estaba allí echado, cuál trapo viejo.

Sin embargo otros santos que allí había sí parecían estar pendiente de lo que ocurría en la arena. Los golpes resonaban con una suerte de eco por todo el estadio. Polvo, ruido, cosmos y destrozos estaban a la orden del día. Por fortuna esta era una pelea de práctica, en la cual el uso de técnicas no estaba permitido: a defenderse sólo con los puños… (y dientes en ciertos casos) claro que a la velocidad de la luz, éstos pencazos eran bastante temibles. Saga dio una seguidilla de golpes rápidos y certeros, Milo reaccionó a tiempo y pudo esquivar y responder la mayoría de ellos. El santo de géminis se alzó con la victoria al cabo de unos momentos, al aprovechar la poca atención que su contrincante le estaba prestando a la pelea. Si este hubiera sido un enfrentamiento real… pobre de Milo. Ambos santos dieron por concluido el encuentro, se sacudieron el polvo y se dieron un amistoso apretón de manos para cerrar su combate.

"Estás más concentrado hoy: me pusiste en aprietos." Le dijo Saga.

"Bah. Me Ganaste no más porque estás de suerte." Rió Milo de buena gana. "Pero ya verás, que esto no se va a quedar así: morderás el polvo un día de estos." Ambos santos se encaminaron hacia las gradas.

"Asumo que Kyrus está mejor." Dijo Saga mientras estiraba sus brazos para relajar sus músculos. Milo asintió aliviado.

"Mucho mejor: de no ser por sus estornudos, cualquiera diría que está sano. Durmió toda la noche, lo cual se lo agradezco a Athena." Afirmó Milo con gusto.

El pequeño Kyrus de alguna manera se había pescado un resfriado que había alterado por completo los nervios de sus progenitores, puesto que un bebé resfriado, y en cierto sentido prematuro, no era algo bueno. Milo y Alisa habían estado en vilo los últimos días por la salud de su hijo, razón por la cual, ambos apenas habían prestado atención a las actividades que no estuviesen relacionadas con el pequeño. Alisa estuvo tan pendiente del crío que apenas se dio cuenta que ella también se resfrió y Milo nunca en su vida había estado tan chapucero con sus entrenamientos: hasta Kiki le habría ganado muy fácil si se hubieran enfrentado. Pero eso parecía estar quedando atrás.

"Feh. Te juro, Saga, que nunca me había preocupado tanto. Ya antes Athena, Alisa o mi propia vida me habían jugado malas pasadas, pero esto fue totalmente distinto: un hijo enfermo no se lo doy a nadie. Me tranquiliza que ya esté mejor." Añadió Milo suspirando de honesto alivio. Saga le dio una amistosa palmada en la espalda.

"Me alegro que todo haya salido bien." Le dijo de todo corazón. "En todo caso tu hijo desde ya se nota muy fuerte." Comentó de buen humor. Milo infló el pecho orgulloso.

"¡Es mi hijo! Por supuesto que es fuerte." Dijo sin ningún atisbo de humildad. "Por cierto…" Milo miró en dirección a sus compañeros en las graderías: tres de ellos parecían conversar animadamente, pero Kanon… no. "¿Sabes qué le pasa a tu hermano?" Preguntó casualmente. Saga suspiró.

"Err… Tengo una idea."

El santo de géminis todavía tenía muy presente la conversación que había sostenido con su hermano durante el desayuno. No sabía por qué, pero sospechaba que el haber insistido en preguntar al respecto, había logrado bajarle aún más el ánimo a Kanon, más aun sabiendo lo susceptible que era. Para colmo no podía enamorarse suave, TODO tenía que potenciarse exponencialmente al infinito en su caso. Saga no condenaba esta actitud: la gran maldición suya y de su hermano era que aunque parecieran severos e insensibles, ambos eran bastante sentimentales. No tanto como Shun, pero eso era porque sabían controlarlo mejor que él. Después de todo, el santo de Andrómeda era un mero crío de 16, y ellos ya eran adultos de 30.

¡Maldita sea la genética!

Al ver la expresión de Saga, Milo se abstuvo de seguir preguntando. Conocía bien las reacciones de los gemelos y sabía que no obtendría respuestas en lo inmediato. Lo mejor que podía hacer era esperar, y por fortuna, en eso era muy bueno. Ni modo. A paso regular, comenzaron a acercarse a sus compañeros.

En las gradas, por otro lado, Dohko y Shura tenían a Camus en un atolladero. Lo acosaban con preguntas alusivas a su próxima boda, que sucedería a finales de Febrero, y del viaje que el santo de Acuario iba a hacer a Francia dentro de un par de días, acompañado de su linda prometida, para presentarles a sus familiares.

"¡Ah, Como te envidio, Camus!" Exclamó de pronto Shura. "No solo te vas a casar con una chica simpática y muy bella, sino que además, y luego que te cases, podrás olvidarte de mantener tu casa."

"¿Qué quieres decir con eso, Shura?" Preguntó Camus extrañado, tras mirar a su vecino de templo. El santo de capricornio se tronó los nudillos.

"¡Pues tendrás una mujer que se encargue de las tareas domésticas! Eso borra un ítem en tus obligaciones." Respondió Shura de corazón.

Sí. Leyeron e interpretaron bien. Shura tiene el programa 'Machismo' muy grabado en su disco duro. Dohko se pasó la mano por la cara: el santo de Capricornio debía tener algunos cables cruzados al pensar pensaba así. Si bien él mismo era un tipo criado a la antigua en todo el estricto sentido de la palabra, chino por si fuera poco, y que sí creía que no había nada de anormal en que una mujer casada sirviese a su marido y atendiese la casa en forma exclusiva… sabía que había un equilibrio en todas las cosas, mucho más en los tiempos que corrían. Además, lo que Shura había dicho era algo derechamente injusto.

"Para tu información, me caso con Alsacia porque la amo, no porque necesite una sirvienta." Gruñó Camus de malhumor.

JA! No me digas que no lo pensaste." Bromeó Shura. "Te van a lavar la ropa, te harán la cena, te atenderán a cuerpo de rey… te darán masajes. ¡Debería buscarme una chica yo mismo! Una que no sea vaga y que me tenga la casa impecable." El santo de capricornio sonaba convencidísimo.

Camus frunció el ceño. No podía decir que no había pensado tal cosa, porque estaría mintiendo, hombre era al fin y al cabo, pero eso no era lo central: se casaba con Alsacia porque la amaba. Por otro lado sabía que si le llegaba a insinuar a su chica algo por el estilo, ésta se reiría en su cara durante semanas y no dejaría de recordárselo nunca en la vida sin reír a carcajadas. Sin embargo, eso no era lo que le había molestado.

"Lo que acabas de decir es injusto. Menosprecias mis sentimientos y los de mi preciosa Alsacia." Anunció Camus muy ofendido. La temperatura, que ya per se era baja, descendió algunos grados.

"Una esposa es algo importante." Intervino Dohko, poniéndose serio. "Son compañeras de por vida, quienes te brindan descendencia, las depositarias de la tradición familiar, quienes cuidan tu honor y quienes te ayudan a templar tu carácter y decisiones. No son meros objetos, sino mucho más que eso. Son la otra mitad de tu vida y de tu alma. Lo demás viene por añadidura." El santo de Libra fijó su mirada en Shura. "Si bien deben atender al hombre, esta no es su principal misión. Deberías recordar eso, muchacho."

"Las mujeres son un problema." Rezongó Kanon de pronto, poniendo en evidencia que él estaba tirado no lejos de allí. "… Feh… es uno el que termina esclavo de ellas y no al revés." Añadió tras un largo y melancólico suspiro, que dejó a los 3 santos en silencio.

Milo y Saga llegaron hasta el grupo y escucharon la última parte. Saga suspiró: lo de Kanon parecía más serio de lo que había creído en un principio. ¡Era extraño! Primera vez que veía que reaccionara así. Extrañados, Shura y Camus se quedaron viendo Saga, pero éste se encogió de hombros. Dohko en cambio, no le quitó la mirada de encima a Kanon, que seguía con los ojos fijos en el cielo. Aclaró su garganta: hora de intervenir.

"¿Problemas, muchacho?"

"…"

"Terminó con Lucía." Anunció Saga de pronto, ganándose una furibunda mirada de su hermano. "No me mires así, Kanon. Es cierto, ¿no? Acéptalo, que no te queda de otra."

La inteligencia emocional de Saga realmente deja mucho que desear. Yo en su lugar hubiera sido menos… directa. Las expresiones que pusieron Milo y Camus, y que Saga notó, fueron bastante claras al respecto.

"¿Terminaste con Lucía?" Preguntó Shura arqueando ambas cejas. "Pero si estaban tan bien… ¿qué les pasó?"

"…"

"¿Kanon?" Llamó Dohko. El aludido cerró los ojos molesto, pero nadie le presionó. Sabían, por su expresión, que pronto desembucharía lo que tuviera que desembuchar.

"Prefiero no hablar del asunto." Comunicó enojado. "… Al menos de momento." Kanon se puso de pie y se sacudió la ropa.

¡Vaya! Esta vez les falló el cálculo. Kanon no desembuchó.

"Ouch…" Exclamó Shura. "Suena serio…"

"¿Esta vez es definitivo?" Preguntó Dohko con más tino que el utilizado por Saga. "Ustedes dos siempre están peleándose y…"

"Sí, es definitivo." Ladró Kanon, poniendo en evidencia su mal humor. "Ya es hora de las rondas. ¿No deberíamos partir ya?"

Esto pareció despabilar a los santos, quienes se pusieron de pie. Shura estiró los brazos con pereza y emitió un bostezo: estaba despierto desde las 4:30 am. Camus se puso serio y se dirigió a sus compañeros.

"¿Cómo nos repartimos y Quién se encarga de qué sector?" Preguntó con brevedad. Este era un tema sensible y que nunca estaba claro: para evitar sorpresas, siempre estas rondas se decidían en el último minuto posible. A veces iban de dos en dos, a veces de a uno, dependía del humor del santo dorado más antiguo presente en el momento.

"Nos vamos de tres en tres." Explicó Dohko, quien con creces era el más antiguo y viejito, aunque no lo pareciese. "Los gemelos se irán con Milo hacia el sector de los turistas y Yo me llevó a Camus y Shura al otro extremo: nos juntamos aquí mismo cuando terminemos."

Sin emitir palabra, los demás santos dorados asintieron con la cabeza y se alejaron del Coliseo, tomando direcciones diferentes.


Límites del Santuario. Sector de los Turistas.

Habían bautizado 'Sector de los Turistas' a esta parte de los límites del Santuario, por un motivo bastante práctico: colindaba con una zona arqueológica bastante amplia y popular en Atenas, que era inundada por turistas todos los días. Si bien no estaba del todo cerca, 2 kilómetros separaban el área arqueológica de dicho límite, no faltaba el turista distraído que entraba sin querer al Santuario, y tanto los guardias como los santos de turno, tenían que indicarle amablemente la salida.

Obviamente no faltaban los problemas. A veces tenían que lidiar con ebrios, con delincuentes o con pandilleros… o con los adolescentes de las secundarias cercanas, que apostaban a ver quién lograba internarse más dentro del Santuario antes de ser descubiertos y expulsados. Por desgracia últimamente tenían que lidiar con la variante que ahora no sólo bastaba con traspasar el límite, sino 'huir' de quienes les descubrían.

Eso era detestable.

La mujer asomó los ojos por encima de la caída columna con extremo cuidado, tratando de no perderse de ningún detalle. NO tardó en reconocer a los 3 hombres que la habían estado persiguiendo por Atenas toda la mañana. Ahora se paseaban como gatos frente a una carnicería, sabían que estaba allí dentro, y su instinto parecía gritarle que en cualquier momento, estos mafiosos irían a por ella. Sin embargo, justo en ese momento, su principal preocupación no era esa, sino otra: estaba oficialmente dentro del Santuario de Athena, y no porque así lo hubiese querido, sino porque no le había quedado otra opción. O traspasaba el límite con la niña o las atrapaban a ambas y no se podía permitir ese error.

Mientras estuviera dentro del Santuario, estaría segura al menos hasta que la descubrieran, cosa que sucedería de un momento a otro… y una vez fuera… ¡Sería feo! No podía permitir que le pusieran las manos encima a la pequeña, por lo que tendría que repartir algunos golpes, cosa que no le hacía gracia: esos tipos se veían más fuertes que ella. Se agachó tras la columna.

"Muy bien Anita…"

"¿Te duele tu raspón?" La interrumpió la niña con genuina preocupación.

La chica se miró el brazo derecho: justo antes de entrar al Santuario, mientras corrían, se había raspado el brazo contra algo filudo, no se detuvo a ver con qué, y ahora tenía una fea herida, la cual no había notado producto de la adrenalina. Bah. Tendría que ponerse la vacuna antitetánica sólo por si acaso.

"Sin dolor no hay gloria." Gruñó entre dientes. Miró a la niña con una jovial sonrisa. "Vamos viendo, niña: Tú no me caes bien, yo no te caigo bien…"

"Eso es mentira. ¡Me caes muy bien!"

"NO, no te caigo bien. Soy una chica mala."

"Sí, sí me caes bien y no eres una chica: eres demasiado vieja para ser una chica."

¡Condenada Honestidad Infantil!

"Como sea, ¡El Asunto es que me caes mal y que nos llevamos pésimo!" Exclamó para disimular la herida en su orgullo. ¡Vamos! No era tan vieja: apenas tenía 28 años.

"¿Cómo te puedo caer mal si nos conocimos esta mañana cuando me sacaste de ese feo lugar? Sí me caes bien y te quiero mucho." Le dijo con ojos grandes y acuosos. La mujer sintió una enorme gota resbalarle cabeza abajo. Se sacudió el cabello con las manos y luego las puso sobre los hombros de la niña.

"No me interrumpas, cría. Escúchame bien, que estamos en un ATOLLADERO. ¿Recuerdas a los tipos malos, verdad?" Le preguntó con suavidad. La niña asintió con temor. "Todavía no logramos perderlos… y por si fuera poco, estamos en un lugar en el que no deberíamos."

"Creí que estábamos en unas ruinas."

"Estábamos. Esto es otro lugar, prohibido para gente como nosotras." Le explicó sin entrar en muchos detalles. La niña pareció fijarse en algo por encima del hombro de la mujer. "Cuando nos descubran, nos van a sacar y los tipos malos están esperando eso."

"¿Quién nos va a sacar?"

"NO estoy segura, pero son más fuertes que todos los malos juntos."

"¿Son Como Los Caballeros del Rey Arturo?" Preguntó la niña con más entusiasmo del necesario.

"Algo así." Respondió la mujer tras soplarse el flequillo.

"Entonces no nos harán daño: los caballeros del Rey Arturo protegen damiselas en desgracia y eso es lo que somos nosotras." La niña se veía contenta. La mujer arqueó una ceja con curiosidad. "Además visten armaduras brillantes y como el sol."

"¿Cómo sabes tú eso?" Le preguntó extrañada. La niña señaló hacia un lugar al que la mujer daba la espalda.

"Pues ahí vienen tres, aunque uno no tiene armadura."

La mujer se quedó helada cuando se dio la vuelta. Efectivamente, y tal como la pequeña le había indicado… dos santos vestidos con armaduras DORADAS para colmo, junto a un tercer sujeto, venían hacia ellas, aunque parecían no haberse percatado de su presencia. Se mordió el labio y miró a la niña, sin dejar ver que estaba temerosa. Tomó una rápida decisión, la más veloz de su vida.

"Escúchame con mucha atención: cuando te lo diga, corres como alma que lleva el diablo hacia ellos, te sujetas a las piernas de uno y no le sueltas aunque se parta el mundo, ¿Has entendido?"

"¡TE TENGO!"

"¡KYAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!"

"¡NO LA TOQUES, INFELIZ!"

Uno de los hombres que las habían perseguido todo el día dejó caer su pesada mano sobre el hombro de la niña, quien gritó de la sorpresa. La Mujer se puso de pie con violencia y rapidez. Empujó al tipo que le había puesto las manazas encima a la niña, aunque un segundo y tercer sujeto la sujetaron a ella, no sin que primero repartiera unos bien merecidos golpes.

Durante la trifulca que se generó, la pequeña hizo lo que le habían dicho, y poniendo pies en polvorosa, se escabulló de entre los brazos del primer tipo y de los violentos forcejeos de los demás adultos. Extendió los brazos hacia delante y sin dejar de llorar, corrió en dirección de los dorados.

"¡VEN AQUÍ, PEQUEÑO DEMONIO!"

"¡KYAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!"

Continuará.

Por

Misao-CG.


Próximo Capítulo: "La Fierecilla."

Con ojos grandes y acuosos le quedó mirando, absolutamente vulnerable e histérica. Hizo un puchero grande, y antes que pudiera hacer nada, se aferró con una fuerza poco creíble en alguien tan frágil a su torso y rompió en llanto vivo.


PS: Ahí me dicen que tal me quedó. Si bien dudo que se entienda algo, espero que con los demás capítulos las cosas comiencen a aclararse. Desde ya se las agradezco. ¡GRACIAS POR LEER!