FIC REMODELADO. Para referencias a mi estilo y a ciertos aspectos del fic, lean 'Littera Minima' y sus secuelas. En esta ocasión, sumen 3 años a las edades del canon. Tengan en consideración que Ekléctica revisó TODA esta saga para que temporalmente (valga la redundancia) todo calce como corresponde y el tiempo que transcurre entre un fic y otro no genere conflictos. Llevo semanas tratando de que ésta aparezca en mi profile, pero como se resiste, visiten el de Ekléctica, que a ella sí le resultó.

Un especial agradecimiento a Seika Lerki, Tsuyu Ryu y Ekléctica (El Concilio del Fic), madrinas y lectoras de prueba de este fic, que además de incentivarme y animarme a escribir, aplacaron mis instintos asesinos y varios personajes vivieron para contarlo.

Una recomendación especial, si quieren ver este universo expandido, lean "Madness of Love", de Lady Seika Lerki y el omake "Lo que Sueño de ti" y las adorables miniserie "Familia" y "Futuro" de Ekléctica. Finalmente, aunque no menos importante, "Luz Amatista", de Tsuyu Ryu, es una joya. Las conversaciones que las inspiraron a ellas, de paso me inspiraron a mí para retomar este hábito mío de escribir fanfictions. ¡VAYAN A LEER! =D

Saint Seiya, la trama y sus personajes pertenecen al Sr. Kurumada y a quienes han pagado por el derecho respectivo. No estoy ganando dinero con esto, nada más entretengo a mi imaginación y le doy más trabajo a mi Musa.


ADVERTENCIA.

Principio 13 para ver y entender Manga: El 'chico bueno' es el que el brilla de AZUL.

Se requiere criterio al leer. No me hago responsable de castigos, lesiones, o penas capitales derivados de la lectura de este capítulo.


Capítulo 2: La Fierecilla.

Sí, es cierto. Kanon se sentía muy deprimido por haber roto con Lucía, más aún porque esta vez el pobrecito se había proyectado a futuro con su ex novia, y no contaba con que le dieran una negativa tan infantil como la que le habían dado cuando le propuso matrimonio. Si bien estaba totalmente de capa caída… digamos que en estos momentos no era eso lo que lo tenía fastidiado a la sexta potencia.

"¡Vamos Kanon! No te pongas así, Lucía es demasiado pueril para ti. ¡Se viste como si tuviera 16 años! Hasta Sandra se ve más madura que ella." Le animó Milo.

"¿Quién es Sandra?" Preguntó Saga curioso.

"Mi cuñada: la hermana menor de Alisa. Ya sabes… la chica que se viste toda de negro." Explicó el escorpión muy casual.

"Ah." Dijo Saga por mera formalidad. Le dio un golpe en la espalda a Kanon. "Lo que tú necesitas es olvidarte de esa mujer y divertirte un poco. ¿Qué tal si vamos a ver alguna obra de teatro? Están pasando un ciclo de tragedias clásicas: Creo que esta tarde van a dar Ifigenia en Áulide de Eurípides. O puedes ir a algún Museo."

"¿Teatro Clásico? ¿Eurípides? ¿Museos? NO MANCHES. El chiste es animarlo, no anestesiarlo." Milo miró a Kanon con el rostro grave. "No dejes que tu hermano te corrompa de ese modo: terminarás tan aburrido como él." El santo de escorpión reprimió un súbito estornudo. "Si estuviera soltero te llevaría… es que hay un bar no lejos de aquí donde puedes conocer muchas chicas lindas y tiernas. ¡Seguro alguna está buscando algo serio!"

ESTO era lo que tenía a Kanon al borde del desquicie: los patéticos intentos de Saga y Milo por subirle el ánimo. Si bien ambos coincidían en que tenía que distraerse y pensar en otras cosas que le ayudasen a olvidar a Lucía, incluso en que aplicara la fórmula de que un clavo saca otro clavo, ninguno de los dos coincidía en el cómo. Su hermano sugería que para olvidar a Lucía, debía cultivar su intelecto con actividades que sólo eran 'interesantes' para Saga. Milo, en cambio, sugería que se fuera de parranda en parranda, para que así se pudiera enajenar del mundo y olvidar su conciencia al menos un par de días.

¡Ay de él si Alisa llegara a escucharlo!

"Gracias, pero NO gracias." Balbuceó Kanon aburrido. "No tengo ganas de salir."

"Si sigues así te vas a enfermar. No sirves para estar encerrado." Saga se puso las manos detrás de la cabeza. "No es el fin del mundo, ¿lo sabías? No eres el primero ni serás el último hombre al que le den de calabazas."

"Además Lucía no es la única mujer soltera del mundo." Le secundó Milo grave. "Hay muchas más y mejor dispuestas que ella."

Kanon les dirigió una gélida mirada. ¿Cómo podían estos dos insensibles decirle eso? Le estaban pidiendo que se olvidase de Lucía como si esta hubiera sido una aventura de una noche, cuando no había sido así. ¡Fueron Dos Años! Dos años con ella la habían convertido en el centro de su mundo, el aire que respiraba y su razón para despertar. Aunque si bien era demasiado infantil para una chica de 26, es no le importaba. Su risa, sus mimos, sus extrañas expresiones, su carácter suave, su cabello… Bien podría estar días pensando en cada una de sus características sin repetirse ninguna. De buena gana hubiera pasado el resto de su vida y envejecido a su lado, pero no. Lucía le había dicho que no, pues la chica tenía en mente otro tipo de relación, diferente al que él le proponía. Aun así… ¿Cómo le pedían que la olvidase? Lucía era la niña de sus ojos. Un clavo no podía sacar otro clavo en este caso.

Hasta incluso comenzó a sentir los pies pesados y a caminar más lento.

"¿Sabes Saga? Vamos a tener que decirle a la Princesa Athena sobre esto." Comentó Milo de pronto. Kanon puso atención. "¡Mira a tu hermano! Hasta Tatsumi se ve más alegre."

"Tienes razón. Quizás nuestra diosa dé con una solución adecuada para la depresión de mi hermano menor. Le avisaré en cuanto volvamos a las 12 Casas."

Kanon puso cara de espanto. No es que no confiase en el sabio juicio de Athena, pero conociéndola como la conocía, bien capaz era la joven diosa de enviarlo al psiquiatra, a grupos de apoyo, en llevarlo de paseo a TODOS los centros comerciales atenienses con el único propósito que las chicas lo admirasen (cosa que ya había hecho antes), o publicar su foto en Internet en sitios de citas a ciegas. No es por nada, pero no solo NO sabía qué era peor, sino que además no estaba de ánimo.

"Ya Dejen De Decir Estupideces Y Concentrémonos En El Trabajo. ¡Bien Podrían Estar Invadiendo El Santuario Y Nosotros Aquí Distraídos!" Protestó con energía. "¡SE SUPONE que estamos vigilando!" Saga se puso serio: Kanon tenía razón. Milo suprimió otro estornudo y se llevó las manos detrás de la cabeza.

"No te pongas así. Además estamos vigilando: hasta ahora no ha pasado nada malo de qué preocuparse."

"¡KYAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!"

"¡NO LA TOQUES, INFELIZ!"

Ya sé que lo que dijo Milo es un cliché muy usado, pero vaya que es efectivo a la hora de iniciar los problemas. Ni bien terminó de hacer su observación, un agudo grito retumbó no lejos de allí. El universal llamado de auxilio hizo que los tres santos dorados prestasen inmediata atención y que asumieran una posición defensiva–ofensiva. A mediana distancia de allí, y DENTRO de los límites del Santuario, una mujer joven se defendía de dos tipos a todas luces más fuertes que ella, mientras un tercero perseguía a una frenética pequeña, que corría llena de miedo.

El gen que en el hombre determina que debe proteger a la damisela en desgracia, tan en desuso en estos tiempos, pero que todo santo de Athena tiene bien potenciado, les pateó con fuerza, incitándoles a tomar las riendas del asunto y a verse heroicos. Los gemelos y Milo corrieron en ayuda de la mujer: si bien no tenían ni la más remota idea de lo que estaba pasando, no se podían quedar de brazos cruzados. Ya luego verían de qué se trataba aquella trifulca, pero por ahora había que detenerla.

"¡VEN AQUÍ, PEQUEÑO DEMONIO!"

"¡KYAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!"

Entonces algo ocurrió. Algo pequeño se aferró tan de improviso a las piernas de Kanon, que este cayó automáticamente al suelo, y con exceso de equipaje. Se incorporó en menos de un suspiro, listo para dar un zape al primero en quien posase la mirada, pero aunque estaba decidido… no pudo hacerlo. Lo que vio, desarmó su coraza de chico malo por completo. Una pequeña estaba sentada junto a él en el suelo, a la altura de sus rodillas, e intentaba recuperar su aliento a duras penas. Al parecer, ella también había caído con él.

Esto no era algo que le pasase todos los días.

La niña en cuestión tenía una gran mata de pelo color castaño, atado con un gracioso moño rojo, respiraba con dificultad y tenía un tinte azul en los labios. Con ojos grandes y acuosos le quedó mirando, absolutamente vulnerable e histérica. Hizo un puchero grande, y antes que pudiera hacer nada, de un salto se aferró con una fuerza poco creíble en alguien tan frágil, a su torso y rompió en llanto vivo. Desconcertado por completo, la única reacción de Kanon fue devolver el abrazo y consolarla, justo antes de ponerse de pie. Milo Le miraba preocupado: el santo de escorpión había visto su caída, pero si no le había ayudado, había sido por una buena razón.

"¡SUÉLTAME! ¡DÉJAME IR, MALDITO SEAS!" Exclamó el tipejo que había estado persiguiendo a la niña, a quien Milo tenía bien sujeto del cuello, sin ningún esfuerzo. La pequeña se aferró con más fuerza a Kanon, respirando con mucha dificultad.

"¡NO, HAZ QUE PARE, POR FAVOR! ¡NO QUIERO IRME CON ÉL!" Exclamó la niña entre llantos y esfuerzos por respirar, llena de terror, asiendo la camisa del santo de géminis con sus manitas, como si en eso se le fuera la vida.

"Tranquila, no te va a hacer nada." Le dijo Kanon con suavidad. "Estás a salvo…"

Milo miró al sujeto con una mirada tan severa que el pobre palideció de espanto y dejó forcejear: parecía un conejo atrapado. Ver a la niña llorando y aferrándose a Kanon con tanto ahínco, a medio morir del miedo, jaló de algunos nervios que desde hacía un tiempo a esta parte tenía muy sensibles. Tuvo una reacción muy protectora, que no sólo obedecía a su condición de caballero, sino también al hecho que ya era papá (para colmo de colmos, aprensivo, tal como había demostrado el reciente resfrío de Kyrus). Con más fuerza de la necesaria, lanzó al sujeto con disgusto por los suelos.

La mujer sabía defenderse bien, tal como lo atestiguaban sus golpes y patadas, pero estaba en clara desventaja. Los tipos eran corpulentos, apestaban nicotina y ya estaban haciendo notar su fuerza por sobre la mujer. Esto le causó una subida de adrenalina debido a un antiguo miedo, que no la dejaba golpear como debería ni pensar claro. En cualquier momento tendría un ataque de pánico.

Pero Saga salvó el día.

Un empujón y un hábil movimiento de Aikido le bastaron para neutralizar a los atacantes de la mujer y la niña. No se le movió ni un pelo. Saga se interpuso entre los hombres y la mujer y nada más con la mirada les obligó a quedarse quietos.

"Ustedes no tienen nada que hacer aquí." Les dijo con tono grave. "Están a escasos cuatro metros de la salida." Añadió señalándoles el camino, frunciendo el ceño.

"Tienen algo que nos pertenece." Gruñó uno de los hombres, más movido por el orgullo que por valentía, mientras se ponía de pie. El otro retrocedió un paso. "Y lo queremos YA."

Saga ladeó la cabeza y agudizó su mirada. Intercambió una rápida mirada con Milo, quien se estaba tronando los nudillos y se veía tan grave como él. El tercer sujeto, al que el santo de escorpión había hecho tragar polvo, y que dicho sea de paso había perdido dos dientes, se puso de pie y no perdió tiempo en huir del alcance de los caballeros.

He ahí un villano inteligente. Lástima que sus compañeros no fueran tan astutos como él, puesto que se quedaron allí.

"1… 2… 3… 4…" Comenzó a contar Saga con tétrica calma, lo que bastó para que estos matones huyeran a tropezones del Santuario. Milo bufó de disgusto mientras les veía.

"Malnacidos." Gruñó entre dientes.

Ambos santos se voltearon hacia la mujer, quien se había puesto de pie y miraba fijo en la dirección en la que los sujetos habían salido corriendo. Parecía pensar en algo. Saga carraspeó para llamar su atención.

"¿Señorita, está bien?" Le preguntó con amabilidad. La chica dio un respingo, como si no esperase que le hablaran, menos en ese tono.

"¡Puedo explicar todo esto!" Exclamó rápido. "No era mi intención entrar así al Santuario, pero no me quedó otra opción."

"No tiene que explicarnos nada." Le dijo Saga con una sonrisa. "Disculpe nuestras malas maneras: Soy Saga de Géminis, él es Milo de Escorpión y él…"

"No me interrumpas, que todavía no termino de hablar." Chistó aun sintiendo los efectos de la adrenalina en su sistema. Saga casi se tragó la lengua. "Si causé un problema, lo lamento, lo hice por una buena razón. Sigo necesitando ayuda: No corresponde, pero…"

"¡OIGAN! Necesito Ayuda Con Esta Cría." Exclamó Kanon muy urgido.

"¡Anita!"

Este santo de géminis estaba sentado en el suelo, cruzado de piernas. La niña seguía en sus brazos. Las dificultades respiratorias de la niña se estaban agudizando y no parecían detenerse. Esto obviamente había alterado a Kanon, quien no sabía qué hacer. La mujer se agachó junto a ambos y sacó de su bolsillo un inhalador. Sin esperar por más se lo pasó a la niña, quien rápidamente lo situó en su boca y comenzó a inhalarse, calmando así su ataque.

"Tiene Asma." Explicó. Cruzó miradas un segundo con Kanon, para luego sonreírle por cortesía. Se puso de pie, al igual que Kanon. "Necesito refugiarme aquí por al menos 2 horas." Le dijo a los 3 santos, muy seria.

Milo intercambió miradas con los gemelos, antes de mirar hacia la dirección en la que los sujetos se habían perdido. Su instinto le dijo que no habían ido muy lejos. Saga cerró los ojos, meditabundo.

"Si no tuviera una poderosa razón, les juro que ya me habría ido con la niña." Insistió Isabella, quien revisó distraídamente su herida.

"Lo sabemos." Dijo Kanon. "Y estás segura con nosotros."

"Será mejor que salgamos de aquí." Dijo Saga tras abrir los ojos. "Sugiero que vayamos a la casa de Aries." Añadió tras indicarle el camino.

Isabella observó a los santos dorados y emitió un largo suspiro.

"¿Hay teléfono en aquél lugar?"

Continuará.

Por.

Misao-CG


Próximo Capítulo: Peligro Ad Portas.

piénsenlo bien: no creo que un coscorrón de Alde sea algo como para querer repetirse. Además el santo de Tauro tiene la fama de tener la mano pesada y no en balde le dicen rompe–cráneos. Saga y Kanon casi caen al suelo producto del impacto…


PS: Saga es uno de mis personajes más favoritos de todos. ADORO a Saga… y si lo hice sufrir a él y su hermano. Jijijijijijijiji… lo lamento, pero no puedo evitarlo. ¡Mis Manos Son Malvadas! Y antes que se me olvide… ¡GRACIAS POR LEER!