FIC REMODELADO. Para referencias a mi estilo y a ciertos aspectos del fic, lean 'Littera Minima' y sus secuelas. En esta ocasión, sumen 3 años a las edades del canon. Tengan en consideración que Ekléctica revisó TODA esta saga para que temporalmente (valga la redundancia) todo calce como corresponde y el tiempo que transcurre entre un fic y otro no genere conflictos. Llevo semanas tratando de que ésta aparezca en mi profile, pero como se resiste, visiten el de Ekléctica, que a ella sí le resultó.

Un especial agradecimiento a Seika Lerki, Tsuyu Ryu y Ekléctica (El Concilio del Fic), madrinas y lectoras de prueba de este fic, que además de incentivarme y animarme a escribir, aplacaron mis instintos asesinos y varios personajes vivieron para contarlo.

Una recomendación especial, si quieren ver este universo expandido, lean "Madness of Love", de Lady Seika Lerki y el omake "Lo que Sueño de ti" y las adorables miniserie "Familia" y "Futuro" de Ekléctica. Finalmente, aunque no menos importante, "Luz Amatista", de Tsuyu Ryu, es una joya. Las conversaciones que las inspiraron a ellas, de paso me inspiraron a mí para retomar este hábito mío de escribir fanfictions. ¡VAYAN A LEER! =D

Saint Seiya, la trama y sus personajes pertenecen al Sr. Kurumada y a quienes han pagado por el derecho respectivo. No estoy ganando dinero con esto, nada más entretengo a mi imaginación y le doy más trabajo a mi Musa.


ADVERTENCIA.

Principio 23 para ver y entender Manga: La alienígena de pelo verde siempre traicionará a su gente por el hombre que ama.

Se requiere criterio al leer. No me hago responsable de castigos, lesiones, o penas capitales derivados de la lectura de este capítulo.


Capítulo 4: El Gato y el Ratón.

Saori se sopló el flequillo y se sentó en el sillón más cercano. Anita porfiaba en sujetar a Kanon, lo cual no podía considerarse algo bueno, pues oficialmente estaba curiosa y sabía que Isabella no diría ni una sola palabra más mientras la niña se encontrase presente. Nada de lo que le decían Kanon, Isabella y Mu la convencería de que lo soltase. Saga y Alde se sentaron en otro sillón, demasiado agobiados como para intervenir en aquella discusión. Milo aprovechó para excusarse con la diosa y regresar a completar la ronda correspondiente.

"¡Ya dije que no quiero!" Exclamó Anita. "Tía Isa, me dijiste que me afirmara de un santo hasta que estuviéramos a salvo, y que no lo soltara."

"Hasta que estuvieras segura, no te dije que lo sujetaras para toda la vida." Protestó Isabella roja como un pimentón. "Estamos técnicamente a salvo, por cierto."

"¡PERO YO NO QUIERO!" Protestó la pequeña entre lloriqueos.

Kanon suspiró. Ya se había resignado a cargar por mucho rato más a esta chiquilla. Extrañamente eso no le molestaba, aunque sí comenzaba a cansarse. Si bien Anita no podía pesar más de 30 kilos, al cabo de casi dos horas, y tras haberla cargado por todo el Santuario y por las escaleras hasta Aries, esos kilos ahora parecían ser sesenta.

"Ana, ¡Me estoy enfadando! SUELTA A…" Isabella se interrumpió a media frase y miró a Kanon. "… ¿Saga?"

"Kanon." Gruñó ofuscado. Le molestaba cuando le confundían con su gemelo. Anita frunció el ceño.

"Estás mal Tía Isa. ¿Por qué los confundiste? El tío Kanon es diferente del tío Saga: es más bonito." Explicó con aires doctorales, tomándose de paso mucha confianza. Saori le dio un juguetón codazo a Saga, sólo para molestarle.

"¡Oye Cría!" Llamó Saga desde el sillón, fingiendo ofensa. "¿Me estás diciendo que soy feo?"

"No, eres bonito bajo otro punto de vista, que no es el mío."

"Ya. Muy lindo. Ahora: Ana, ven conmigo."

"Bah. Ya no me molesta. Si quiere estar en mis brazos, pues que esté." Rezongó Kanon. Isabella le miró furibunda.

"Tu podrás estar de acuerdo, pero YO NO."

"Ya basta los dos." Pidió Mu grave. "Anita, ¿Quieres un poco de helado? Kiki te puede llevar a la cocina a comerlo."

NO!" Exclamó la niña. "No quiero, no quiero irme."

"¿Y eso por?"

"…"

"Es por los sujetos que la tenían secuestrada, seguro." Explicó Isa. Mu suspiró profundo.

"No me queda otra alternativa."

"Mu, ¿Qué piensas hacer?" Alcanzó a preguntar Kanon, pero Mu no le respondió.

El santo de Aries presionó cierto punto en el cuello de la niña con sus dedos, y esta se quedó dormida en forma instantánea. Isabella la tomó de los brazos de Kanon en ese momento y la recostó en el sillón en el que Saori se había sentado. Alde improvisó una almohada con su capa y Saga la cubrió con la suya. Ambas mujeres se arrodillaron junto a la niña y la observaron dormir varios minutos. Kanon aprovechó para estirar los brazos.

"¿Ahora nos vas a decir qué fue lo que pasó?" Preguntó Aldebarán. "¿Cómo llegó esta Peque a Grecia desde Inglaterra?"

Isabella se puso de pie y miró a los santos. Se sopló el flequillo y se cruzó de brazos, con una expresión de chica mala. Saori la observó de cerca, tanto como una diosa puede hacerlo: detectó en Isabella un carácter fuerte, forjado a punta de patadas, astucia y una desconfianza gigantesca, casi patológica, pero al mismo tiempo, ternura y fragilidad bajo esa fría coraza. También vio mucha templanza… o más bien algo que parecía resignación o aceptación. Ya antes había visto algo así de fuerte en una persona, pero ¿en quién?

Kanon estornudó de súbito.

"Anita es la hija única de un alto empresario inglés. Sus padres no son precisamente jóvenes, y es por esta razón que la niña es muy especial para ellos. Son buenas personas y están desesperados por recuperarla." Comenzó explicando Isabella. "Pagaron el rescate, pero los malditos que la secuestraron les devolvieron sólo el oso de peluche… y vendieron a la niña a una red de trata de blancas tailandesa."

"¿QUÉ?" Bramó Alde de súbito, dando un golpe al suelo con el pie y empuñando las manos.

"Asquerosos hijos de…"

"Princesa Athena, le recuerdo que eso no es un lenguaje apropiado para una diosa como usted, por mucho que se lo merezcan." La regañó Saga.

"INTERPOL logró rastrear a la niña hasta que la aislamos en una casa en Atenas. Anoche hubo una operación conjunta con la policía ateniense, pero… de inteligencia llegó un informe de una filtración de información hacia esta mafia desde la misma policía, por lo que mi jefe decidió hacer una operación por nuestra cuenta." Explicó Isabella cansada.

"Eso es lo que yo hubiera hecho." Comentó Saga.

"¡SHHH!" Chistó Saori.

"Dos horas antes que comenzara la operación de rescate de la policía, esta mafia sacó a la niña de la casa, con el afán de evitar la redada, pero les interceptamos." Continuó la mujer. "Hubo un enfrentamiento entre mi grupo y estos salvajes. Aprovechando la confusión, me enviaron a buscar a la niña y que la sacara en cuanto la encontrara, misión que cumplí: cuando por fin di con ella, la saqué de allí lo más rápido que pude, pero me descubrieron y salieron tras de mi."

"Es fue muy valiente de su parte, Srta. Nauplias." Interrumpió Mu asintiendo con la cabeza. Isabella les miró fastidiada.

"¡Hombres tenían que ser!" Resopló de mal humor. "¿Es que no me van a dejar de interrumpir nunca? Feh. Creí que lo había visto todo" Isabella se cruzó de brazos. Alde, enojado, le dio un coscorrón a Saga y a Kanon.

"OYE, ¿QUÉ TE PASA?" Exigieron saber los gemelos al mismo tiempo.

"Por interrumpir a la Señorita Isabella."

"¿Y PORQUÉ NO LE PEGAS A MU?" Protestó Saga sobándose el chipote.

"¿Y PORQUÉ ME PEGAS A MI?" Protestó Kanon mordiéndose los labios.

"Porque Mu es mi compadre y le pegué a los dos por sospecha." Alde se cruzó de brazos. "Para que después no se intercambien lugares."

AHEM! ¿Puedo seguir o me detengo?"

"Por favor, Oficial." Le pidió Mu con una amable sonrisa y una enorme gota en la cabeza. Saori asintió enérgicamente al mismo tiempo. "Ignórelos y continúe."

"Muy bien." Dijo la chica. "Como decía: luego que encontré a Anita, me descubrieron y tuve que huir. Así pasé la noche y la mañana. ¡Esos Sujetos NO Solo Son LO Más ASQUEROSO Que He Visto, Sino También MUY peligrosos!… Sobre todo para alguien tan dulce como Anita. ¡FEH! No es chiste correr o maniobrar con esta cría quejándose que tiene frío."

"Bah. Tampoco ha de ser un chiste soportarte." Protestó Kanon. "Con razón la niña no quería irse contigo."

"¡Uy, Qué Simpático, Kanon!" Gruñó Saori con sarcasmo.

"¡Shhh! Usted Calladito se ve mejor." Se defendió Isabella con un siseó, cruzándose de brazos de mala gana.

"Oficial, ¿Ha podido contactar a sus superiores?" Le preguntó Mu, aunque intuía la respuesta. Isabella suspiró con desgano.

"Eran como las 6:45 o las 7:00 de la mañana la última y única que vez que pude comunicarme con ellos: me dijeron que tenía que mantener a la niña a salvo lo más que pudiera. La habría llevado a una Casa Segura, pero los sujetos que nos atacaron comenzaron a darnos caza. ¡Serán persistentes!"

Se produjo un momento de silencio. Alde observó a la niña, que dormía como un angelito en el sillón, al igual que Mu. Kanon aprovechó para mover el cuello, algo acalambrado por el curioso esfuerzo hecho. Saori en cambio tenía los ojos cerrados.

"¿Qué es lo que piensas hacer ahora?" Le preguntó Saga.

"¿Aparte de llamar a mis jefes? Esperar una hora más hasta poder irme de aquí. Hay una Casa Segura no lejos: puedo refugiarme allí, hasta que pueda ir hasta una estación de policía o a las oficinas de INTERPOL."

"¡Estás Chiflada! Esos malditos ya probaron que tienen a la policía infiltrada." Protestó Kanon. "Si haces eso, pondrás en peligro a la niña."

"¡Serás Tarado! Claro que lo sé, pero no me queda otra alternativa: no me puedo quedar aquí para siempre, menos con Anita." Isabella se mordió los labios. "¡Sus papás la esperan con más ansias de las que te imaginas!"

Kanon iba a abrir la boca para protestar, pero Saori le atajó con su cosmo. La diosa miró a Isabella con seriedad.

"Tendrás que llamar a tus jefes, pero… me temo que no podrás irte el día de hoy." Athena levantó las manos en señal de calma. "Los hombres que te atacaron están al acecho. En cuanto pongas un pie fuera del Santuario, te caerán encima."

"Es un riesgo que debo correr." Dijo Isabella resignada.

"Con la niña es peligroso. Apenas pudiste defenderte de 3 tú sola, pese a que tienes lo básico." Le recordó Saga.

"Bah."

"Kanon tiene razón: con la policía infiltrada, ese peligro se multiplica por dos." Le dijo Alde.

"Anita ya ha tenido suficiente violencia para que le dure toda la vida." Añadió Mu.

"Agradezco los consejos, pero no quiero seguir abusando de su ayuda: los voy a poner en un problema mayúsculo con su diosa si me quedo."

NAAAAH! Por mí no hay problema." Rió Saori muy nerviosa. Isabella la miró extrañada. La joven diosa se puso rosa y comenzó a jugar con sus dedos. "Este… Es que… Yo soy Pallas Athena Parthenos… pero me dicen Saori. ¡Eres Bienvenida a mi Santuario!"

Isabella abrió los ojos como platos, recorrió con la mirada a los demás santos, quienes parecieron confirmar estos dichos con sus calmadas expresiones. Esto sí que no se lo esperaba: nunca habría creído que estaba junto a la diosa, ni en mil años. ¡La niña que tenía frente sus ojos no parecía una deidad!

"¿Qué?" Balbuceó de la sorpresa. "¿Usted es la diosa? Pero si no lo parece…"

Una gran gota resbaló por la cabeza de todos los santos dorados, quienes tuvieron que hacer un esfuerzo por no carraspear. Saori suspiró derrotada: con ella no habían puntos grises. Había días en que por más que se esforzara, no podía ocultar su condición divina, pero otros, como este, que cuando quería que la notasen como tal, nadie parecía hacerlo. Ni modo, había que practicar más.

"¡Que alguien llame a Shion y se consiga un teléfono!" Pidió Saori suspirando.


Afueras del Santuario.

"HEY, SIMBA. ¿Qué haces fuera de tu guarida?" Le saludó Milo, que había regresado al mismo punto del ataque. Aioria levantó las cejas en señal de saludo.

"Ocurre que hoy me levanté con la corazonada que Marín me hablaría, pero todavía no la veo." Dijo con un largo suspiro.

"Perfecto. Eso explica que estés fuera de la casa de Leo, pero… ¿Qué haces justo aquí?" Le preguntó Milo con una burlona sonrisa. "porque el recinto de las Amazonas queda por allá."

Aioria le miró sin ninguna expresión en su rostro por algunos momentos, se cruzó de brazos y miró hacia las afueras del Santuario, en la misma dirección en la que algunas horas antes habían huido aquellos sujetos, cosa que no dejó de llamar la atención del escorpión. Milo echó un vistazo en aquella dirección, como si esperase de un momento a otro que los tipos esos aparecieran tan campantes.

"Ocurre que hacia esa dirección allí." Comenzó Aioria señalando otra dirección que iba hacia el interior del Santuario. "Queda un bonito lugar en el que Marín suele entrenar. Hace unas dos horas, me dirigía hacia allá con la esperanza de verla… pero entonces oí un grito."

"Y viste la pelea." Terminó Milo por Aioria. El santo de Leo asintió.

"Sí, la vi. No intervine, pues era obvio que manejasteis bien la situación." Aioria volvió a mirar hacia fuera del Santuario. "Pero algo me dio mala espina, y mientras ustedes se llevaron a esos turistas en dirección de Aries… seguí a los tipos hacia el área turística que hay fuera."

"Ya veo. ¿Descubriste algo?"

"Sí, pero no sé qué fue lo que descubrí." Confesó Aioria. "Seguí a esos tipos largo rato, hasta que se contactaron con alguien por medio de un celular: les ordenaron que se recuperaran algo y que regresaran con aquello a como diera lugar y lo antes posible. La persona con la que se contactaron sonaba furiosa y gritaba al teléfono. Feh. Estaba a unos cinco metros por encima de estos tipos y escuché el teléfono muy claro." El santo de Leo se quedó mirando a Milo muy curioso. "¿Qué pasó aquí?

"Te lo explicaré en el camino." Le dijo Milo dándole un amistoso golpe en la espalda. "Las columnas pueden tener oídos." Le dijo tras señalarla en determinada dirección con los ojos. Aioria comprendió el gesto de inmediato y asintió con la cabeza.

"Comprendo."

Ambos santos emprendieron la caminata hacia Aries, haciendo como si nada… dejando a un par de improvisados espías, los mismos que antes había atacado a Isabella y Anita, gruñendo por su mala suerte. Si bien no habían escuchado la conversación entre los dorados, algo les decía que ese día, no era precisamente su día de suerte.

Continuará.

Por
Misao-CG


Próximo Capítulo: La Caperucita Roja.

"¡MALDITA SEA, ISABELLA! OBEDECE." Bramó la voz al otro lado del teléfono. Isabella alejó el auricular de su oreja lo más que pudo. "¡QUÉDATE DONDE ESTÁS HASTA QUE TE AVISE Y NO TE ATREVAS A LLEVARME LA CONTRARIA ESTA VEZ! ¡ES UNA MALDITA ORDEN!" Un claro golpe fue la única evidencia que tuvieron los santos de que al otro lado de la línea, el teléfono había sido colgado con energía. Isabella se quedó mirando el celular que le habían prestado con ojos acuosos.

"Y creí que yo le gritaba las órdenes a los santos cuando pierdo los estribos." Comentó Shion en voz muy bajita, sorprendido por el tremendo vozarrón que había oído.


PS: ¡OH, CUÁNTA GUERRA DIO ESTE CAPÍTULO! Fue por culpa de este capítulo que borré todo el fic para comenzarlo de nuevo. No puedo creer que lo haya terminado así tan fácil, pero me alegro. Ahora… tengo la ligera sensación que estoy MUY MAL con esta historia, así que si quieren animarme o tirarme por los suelos. ¡GRACIAS POR LEER!