FIC REMODELADO. Para referencias a mi estilo y a ciertos aspectos del fic, lean 'Littera Minima' y sus secuelas. En esta ocasión, sumen 3 años a las edades del canon. Tengan en consideración que Ekléctica revisó TODA esta saga para que temporalmente (valga la redundancia) todo calce como corresponde y el tiempo que transcurre entre un fic y otro no genere conflictos. Llevo semanas tratando de que ésta aparezca en mi profile, pero como se resiste, visiten el de Ekléctica, que a ella sí le resultó.

Un especial agradecimiento a Seika Lerki, Tsuyu Ryu y Ekléctica (El Concilio del Fic), madrinas y lectoras de prueba de este fic, que además de incentivarme y animarme a escribir, aplacaron mis instintos asesinos y varios personajes vivieron para contarlo.

Una recomendación especial, si quieren ver este universo expandido, lean "Madness of Love", de Lady Seika Lerki y el omake "Lo que Sueño de ti" y las adorables miniserie "Familia" y "Futuro" de Ekléctica. Finalmente, aunque no menos importante, "Luz Amatista", de Tsuyu Ryu, es una joya. Las conversaciones que las inspiraron a ellas, de paso me inspiraron a mí para retomar este hábito mío de escribir fanfictions. ¡VAYAN A LEER! =D

Saint Seiya, la trama y sus personajes pertenecen al Sr. Kurumada y a quienes han pagado por el derecho respectivo. No estoy ganando dinero con esto, nada más entretengo a mi imaginación y le doy más trabajo a mi Musa.


ADVERTENCIA.

Principio 57 para ver y entender Manga: Todo niño puede pilotear un mecha, sólo hay que darles un par de horas o de días.

El siguiente capítulo contiene algunas escenas de doble sentido, que pueden no resultar aptas para todos los lectores. Se pide criterio y discreción por parte de los lectores. No me hago responsable de castigos, lesiones, o penas capitales derivados de la lectura de este capítulo.


Capítulo 8: El Agua y El Aceite

3 días después.

Flashback.

"¿Qué? Saga… ¿Cómo que no puedes?"

"Uno de los dos se tiene que quedar en el Santuario." Dijo Saga encogiéndose de hombros. "Además no sólo tienes que distraerte, sino que también tengo que llevar a un grupo de postulantes a una excursión de campo y no pude decir que no."

"¿Desde cuándo estás tan motivado para hacer esa excursión? Si mal no recuerdo estabas a punto de convencer a Afro a que fuera por ti." Kanon entrecerró los ojos. "Y eso porque no pudiste convencerme a mí."

"Kanon, no discutas: tú serás la escolta de Isabella te guste o no." Sentenció Saga con rapidez.

"¿Estás haciendo esto a propósito?" Quiso saber Kanon. Una enorme gota le resbaló a Saga por la cabeza.

"No." Dijo con fingida inocencia.

Fin de Flashback.


"Juro que Saga me las paga." Gruñó Kanon con cara de pared.

Este santo de géminis estaba en las inmediaciones del Museo de la Acrópolis en Atenas, y no de muy buen humor. Los últimos 3 días había tenido que seguir a Isabella y a Rin, la aprendiza de Shaina, por las calles de Atenas, y no porque se hubiera ofrecido de voluntario. Saga siempre encontraba la 'excusa perfecta' para zafarse de esta misión, encargándole a él dicha tarea.

"¡Me las paga! Me las paga, me las paga." Balbuceó entre dientes

Era injusto: Isabella se llevaba mejor con Saga que con él. A él le caía muy mal. Ambos parecían tenerse una ojeriza sin fundamento que no se explicaba, pero no se quejaba. Cada vez que veía a Isabella sentía la infantil necesidad de incordiarla y de burlarse de ella.

"Bah. Mujer estúpida."

Tenía que admitir algo eso sí: discutir con ella lo desgastaba y en un par de ocasiones se había sentido mal por lo que había dicho. Al menos ese día y hasta ese momento no habían peleado: por el contrario, habían optado por la opción 'ley del hielo' y no se hablaban desde la noche anterior (aunque se ponían unos gestos…). Sacudió la cabeza. ¿Qué Había Hecho Para Merecer Conocer Una Mujer Así? Ni todas las barbaridades que había cometido en el pasado justificaban este 'castigo.'

Algo a su derecha captó su atención. Dirigió la mirada hacia delante, a Isabella, quien debía estar a unos 7 metros de distancia, y, para alguien que no tenía un entrenamiento más acabado, pareció detectar lo mismo que él, pues aferró la mano de Rin. 3 personas comenzaron justo en ese momento a acechar a Isabella. Kanon cerró el libro que 'había estado leyendo' y lo guardó en una mochila que llevaba en forma muy causal. Era hora del espectáculo: de acuerdo al plan, Isabella ahora tendría que entrar al Museo y…

Kanon abrió los ojos a todo dar. ¿E Isabella? ¿Dónde estaba?

Hombres. Isabella bufó descontenta: sentía los agudos ojos de Kanon clavados como puñales en su nuca y eso comenzaba a ser molesto. ¡Vaya que tenía una mirada penetrante! Prefería mil veces que le dijera alguna pesadez a que estuviera taladrándole el cráneo de esa manera. Siguió caminando por las calles, prestando aguda atención a su alrededor.

¡Qué engreído! Se creía el dueño del mundo sólo porque le había ayudado con Ana una sola vez y porque la cría esa parecía adorarlo enfermizamente. Saga era mucho más simpático que él, ¿Por qué no podía ser como él? Un poco de caballerosidad nunca estaba demás. Además le incomodaba A HORRORES que fuera tan cariñoso con Anita…

… quizás por eso se mostraba ella tan agresiva con él. En su experiencia, tanto personal como profesional, eso tenía otras lecturas.

"Grandísimo Tarado."

Un escalofrío le recorrió la espalda, como siempre le pasaba cada vez que un hombre le ponía los ojos encima. Esta vez no era Kanon, esta vez significaba problemas: aunque persistente, sabía que la mirada del santo de Géminis se sentía sospechosamente cálida e 'inofensiva.'

"Como si hubieran tipos inofensivos." Se dijo a sí misma con algo de acidez.

"¿Pasa algo?" preguntó Rin con curiosidad. Isabella la miró con picardía.

"Nos están siguiendo de nuevo." Le dijo guiñándole un ojo. Si Rin hubiera estado sin máscara, la habría visto sonreír.

"Súper." Murmuró.

La única contenta con este extraño juego ideado por Saga, era Rin. Era su primera misión y había estado muy feliz que la eligieran a ella y no a otra de las aprendizas de su edad. ¡Hasta había gritado de alegría cuando le dijeron que ella era la elegida! Además su maestra le había encargado especialmente que cooperara y no quería defraudarla, sino todo lo contrario.

Isabella, como guiada por algún tipo de instinto, comenzó a evadir a los 3 sujetos que la seguían. Al parecer Kanon también se había percatado. ¡Que atroz se sentía que te persiguieran tanto para hacerte daño como para protegerte! La chica apretó los dientes de mal humor. ¿Qué creían que era? ¿Una muñeca de cristal? Feh. Se encaminó hacia el Museo, pero a medio camino, decidió tomar otra dirección. ¡Ya les mostraría ella quién era la muñeca!

"¿A dónde vamos?"

"Cambio de planes. Nos vamos cerro arriba."

Dicen que para engañar a tus enemigos, debes engañar a tus amigos. Isabella, llevando a Rin de la mano, se mezcló entre los turistas, a paso a ratos veloz, a ratos calmado. Pero… las cosas se complicaron: aparecieron dos sujetos más entre la multitud que le cortaron el paso de improviso. Isabella empujó a Rin detrás de sus piernas, de forma tal que no se fijaran que Rin no era Anita.

"Tú llevas algo nuestro." Dijo un sujeto que más que ser humano parecía orangután alimentado con esteroides.

"La nena costó dinero." Dijo un segundo, enseñándole un arma que llevaba entre su ropa. "Síganos por favor y no haga escándalo."

Rin entonces pateó al tipo armado con fuerza en las rodillas. Isabella, sacando fuerzas de quizás donde, empujó al primero y tomando la mano de Rin, comenzaron a correr entre la multitud. No pasó mucho tiempo antes de darse cuenta que también la seguían a toda carrera los 3 sujetos que originalmente había detectado.

"DETÉNGANLA." Gritó uno de los sujetos. "ES UNA LADRONA."

"¿Pero qué?" Isa apretó los dientes del coraje y se detuvo en seco. Podían decir cualquier cosa de ella, menos que era una ladrona. La gente comenzó a mirar. "Y ESOS SON UNOS PEDERAAAAAAAAA…"

En ese momento, Rin la empujó hacia atrás y antes que Isabella lo notase, estaba cruzando por un portal a otra dimensión. Cuando salió a la 'realidad,' estaba dentro de un baño muy bien cuidado.

"¿Te diviertes?" Le preguntó Kanon, de brazos cruzados, y muy grave.

"¡Kanon!"

"Vaya, creí que no serías capaz de recordar mi nombre." Se burló el gemelo. "Estamos en el baño de hombres del Museo de la Acrópolis. Donde se supone que debías venir." Añadió con un tono que prometía regaño seguro en un futuro no muy lejano.

"Bah. NO seas tan grave, no pasó nada."

"Discrepo." Kanon abrió otro portal. "Después de ustedes."

"Hmpf." Bufó la chica con hastío, antes de cruzar el portal junto con Rin, seguidas de un malhumorado Kanon.


Santuario. Coliseo.

"Oye Saga. ¿Te puedo hacer una pregunta?" Quiso saber Shura.

"Ya la hiciste, pero bueno." Respondió Saga, que estaba echado cuán largo era sobre una de las gradas y parecía dormitar, pese a las bajas temperaturas.

"Si a ti se te ocurrió ese extraño plan para confundir a los sujetos esos que están tras Isabella y Anita, ¿Por qué no eres tú quien la escolta?" preguntó el santo de Capricornio.

"Bueno…"

"Debo reconocer que yo también tengo curiosidad al respecto." Dijo Dohko. "Creí que harías cualquier cosa para zafarte de esas excursiones con los postulantes."

"Sí, pero entre tener que seguir a la Srta. Nauplias por toda Atenas o ir a las excursiones, prefiero lo último." Reconoció Saga tranquilo. "Las multitudes me ponen nervioso. prefiero que vaya Kanon: así aprenderá qué se siente ser desobedecido. Isabella parece ser del tipo ese."

"Vaya como son las cosas: Anda dando vueltas una teoría que dice que lo hiciste para que Kanon e Isa se conocieran mejor." Dijo Milo. "Alisa dice que… que… ¡ATCHÍSS, ATCHÍSS!"

"Hijo por Athena: te estás resfriando." Dijo Dohko con una sonrisa.

"En Lo Más Mínimo." Se defendió Milo. "¡Estoy Muy Sano!" Saga se quedó en blanco y con una perpleja expresión en el rostro.

"… No había pensado en eso…" Confesó desconcertado. "¡Eso me abre un mundo de posibilidades!" Añadió Saga muy contento.

En eso, una batería de fuertes gritos resonaron en el Coliseo. Kanon e Isabella se acercaban discutiendo. Sin embargo no llamaron la atención como lo hacían al principio, pues ya era común verlos así. Lo terrible era que en menos de 3 días, estas discusiones se habían hecho más comunes de lo que se hubiera creído, y aunque todavía no alcanzaban lo máximos impuestos por Milo y Alisa al principio de su matrimonio, de todas maneras iban encaminados a destronarlos.

"… irresponsable, estúpido, apresurado, ¡NO se acaba allí! No puedo creer que te hayas salido del plan, sólo porque querías probar quizás qué estupidez…"

"¡No Me Hables En Ese Tono! La última vez que me fijé, seguía trabajando para INTERPOL y no para un montón de santos machistas, que no toman en cuenta la opinión de las mujeres." Isabella siseó con rabia. "MUCHO MENOS para ti, ni en mi peor pesadilla."

"¿Sigues con eso? ¡Por Amor a Athena!" Kanon estaba evidentemente impaciente. "¡Supéralo o creeré que eres una maniaca!"

"Sigo con eso porque SOY rencorosa. ¡A MUCHA HONRA! Hasta ahora me ha mantenido con vida."

"¡Tú no sabes lo que es luchar por tu vida!"

"Pruébame y quizás te lleves una sorpresa, Tarado."

La pareja siguió de largo y ni siquiera se detuvieron a saludar. De hecho, hasta estoy convencida que no se percataron de su improvisado público de dorados. Saga se incorporó y observó a su hermano hasta que este e Isabella se perdieron tras una de las tantas entradas al Coliseo. Una gran gota resbaló por la cabeza de los presentes.

"Saga… ¿Estás seguro que quieres una cuñada así? Lucía al menos es más calladita." Razonó Shura.


Casa de Géminis.

Madrugada siguiente. 4:15 am

¡QUÉ FRÍO QUE HACÍA! Las temperaturas estaban muy bajas, incluso para ser invierno. Isabella estaba hecha un ovillo entre sus mantas: era muy sensible a las bajas temperaturas y nunca podía dormir bien durante el invierno. Esa noche la había pasado a sobresaltos y apenas estaba descansando. ¡Daría su brazo derecho en esos momentos por su manta eléctrica o cualquier fuente de calor que le aliviase del frío!

Ris, ris, ras, ras, ras… tap, tap, tap.

Conocía esos sonidos. Isabella abrió los ojos y en la oscuridad, descubrió a Anita que salía a hurtadillas del cuarto. Frunció el ceño: seguro se iba a la habitación de Kanon y después de lo que había pasado la otra noche, no quería que volvieran a regañarla. Por alguna razón, las discusiones con Kanon ya no eran tan divertidas como al principio, la dejaban de mal humor o peor aún, sin palabras. Nunca antes la habían dejado sin palabras.

¿Qué tenía el tipo contra ella? Era como si su mera presencia le disgustase o que iniciara las peleas a propósito. Porque las iniciaba él, ¿verdad? Bah. En todo caso nunca se había considerado una persona alegre en todo caso: seguro esto era una prueba de eso… el que Kanon discutiese tanto con ella. Le caía mal y punto, tan sencillo como eso. Sobretodo esa manía suya de consentir a Ana en todo, y no lo hacía sólo para molestarla, pues seguro tenía otras razones. Verlo le daba ganas de incordiarlo. Ni modo. Esta noche no quería discutir con él. Isa estiró la mano, alcanzó el interruptor de la lámpara y encendió la luz.

"Anita, ¿A dónde se supone que vas?" Inquirió frunciendo el ceño.

"Err… este… AL BAÑO."

"¿Al baño?" Isabella sonrió: la niña estaba mintiendo. "¿Quieres que te acompañe?"

"Puedo sola."

"¿Seguro?"

Anita le puso una sonrisa de esas que pareciera parten los cráneos a la mitad. Isabella sabía muy bien que lo que la niña quería era ir a la habitación de Kanon, a ver si lograba que este la arropase, cosa que la ponía nerviosa a ella: no le cuadraba que un hombre fuera cariñoso de gratis con los niños. Anita entonces le sacó la lengua y salió corriendo.

"¡Atrápame si puedes!"

Isabella abrió los ojos perpleja. Antes que se diera cuenta, ya estaba persiguiendo a la niña al cuarto de Kanon y comenzó a corretearla por todo el lugar. No sabía que había estado haciendo Ana esos días, pero estaba más enérgica que nunca. Contaba con que perdiera pronto el aliento para poder atraparla. ¡El asma tenía que favorecerla!

"Anita, no es un juego, ven aquí." Siseó, intentando no hacer ruido. "¡Ana! Me van a regañar por tu culpa." Añadió con los dientes apretados, aunque lo dijo por decir algo. Tenía una actitud muy valemadrista respecto de los regaños.

"¡No quiero! Es divertido." Anita le sonreía desde el otro extremo de la cama.

"Vas a despertar a Kanon, por favor." Y me voy a ver en figurillas quiso añadir, pero se abstuvo. "Vámonos de aquí."

"¡No!" Anita le sacó juguetonamente la lengua y rodeó la cama de nuevo, pero en un segundo súbito movimiento, hizo que Isabella perdiera el equilibrio y cayese sobre la cama de Kanon. "¡JAJAJAJA!" Y tras reír como la nena que era, salió de la habitación corriendo.

Isabella casi se congela de la impresión de haber caído de lleno encima de la cama, pero se recuperó más pronto de lo que hubiera creído y rápidamente saltó sobre sus pies, lista para dar una rápida excusa o salir corriendo de allí, sea lo que sucediese primero.

Pero Kanon no estaba allí en su cama.

La chica parpadeó extrañada y le tomó unos segundos asimilar la información.

"¡Me Vale Madres!" Exclamó para sus adentros y salió del cuarto, dando pisotones.

Por cierto, Saga debía tener un sueño MUY PROFUNDO, pues no se había despertado con el tremendo escándalo.

Isabella regresó a la habitación que compartía con Anita para echar un vistazo, pero no fue necesario que asomase la cabeza, porque de pronto la nena la abrazó por la cintura sorpresivamente, lo que casi le provoca un infarto al miocardio.

"Te atrapé tía Isa."

"¡Ana, Por Amor al Chocolate!" Graznó Isa llevándose las manos al pecho. Por fortuna no había gritado. Luego que se hubo recuperado del susto, se agachó hasta la altura de la niña. "Anita, no debes asustar a las personas así: es muy feo. Me podrías haber matado."

"Lo siento… ¡Pero te atrapé!" Ana sonrió adorablemente.

"Si, me atrapaste, pero yo no estaba jugando: no es hora de jugar, así que a dormir."

"Pero…Pero… es que algo le pasa al tío Kanon…"

"¿Cómo?"

"Está raro en la sala. Muy quieto. No parece oírme y eso que le salté encima. Tiene los ojos cerrados y respira divertido."

Isabella contuvo la respiración. No le gustó el sonido de eso. Se puso de pie y se dirigió a la sala a paso veloz, con Anita a la siga. ¿Qué podría haberle pasado al grandísimo tarado? ¿Estaría bien? Bah. Maldito sea por preocuparla… ¡WAIT A MINUTE! Isabella parpadeó perpleja. ¿Kanon le preocupaba? ARGH. Lo que le faltaba.

Una vez que llegó a la sala, vio una mata de pelo que sobresalía de uno de los sillones. Encendió una luz baja para ver mejor. La mata de pelo era azul, por lo tanto, uno de los gemelos, según Anita, Kanon. Isabella se acercó al santo, temerosa, para ver si estaba vivo o muerto. Por desgracia para ella, lo encontró vivo, pero se veía extraño: Kanon tenía las mejillas húmedas, como si hubiera derramado lágrimas, y sí respiraba divertido, como si estuviera teniendo una pesadilla o algo por el estilo. Por algún motivo, al verle así le enterneció y hasta le dieron ganas de abrazarle, pero desechó la idea.

"¿Saga?" Preguntó para salir de dudas.

"No, Tía Isa, no es Tío Saga. Es el Tío Kanon." Aseguró Anita.

"¿Cómo lo sabes?" Preguntó Isabella acercándose más a Kanon. Este tenía los ojos semiabiertos, con un brillo muy especial en ellos. "Está sonámbulo…" Suspiró llena de sorpresa.

"El tío Saga sigue en su cuarto y el tío Kanon no. Por eso sé." Le explicó la niña con pragmatismo. Isabella le sonrió y asintió con la cabeza.

"Hay que llevarlo a su cuarto o se puede resfriar. Hace mucho frío." Le explicó a la niña. "Ana, el tío Kanon está dormido, es de esas personas que caminan durmiendo, así que no hay que despertarlo muy brusco o se puede llevar un susto muy fuerte."

"Entonces calladitas las dos." Sonrió Anita, mientras se llevaba el índice a los labios en señal de silencio y se encogía de hombros con una adorable sonrisa en los labios. Isabella no pudo evitar sonreírle… luego miró a Kanon y suspiró largamente.

"¡Más te vale que seas un sonámbulo de los dóciles!" Exclamó decidida. "Anita, ve al cuarto del Tío Kanon y aparta las cobijas."

Ni que la hubieran escuchado. Isabella no tuvo problemas para ponerlo de pie o hacerlo caminar con lentitud hasta su cuarto: como sonámbulo, Kanon era muy dócil. Afortunadamente, ambos eran más o menos de la misma estatura, lo cual le facilitó mucho las cosas a la chica. Le llamó la atención, eso sí, la profunda tristeza que expresaban sus largos suspiros. ¿Qué le haría suspirar de este modo? Isa no tenía forma de saberlo. Anita se adelantó hasta el cuarto de Kanon, encendió la luz y apartó las cobijas.

"Ya estamos, Tarado." Susurró Isabella, sentándolo en la cama. "Ahora, a dormir quieto."

"Zzzzzzz… dormir."

"Sí, dormir. Buen chico."

Jijijijiji! El tío habla dormido."

Isabella recostó a Kanon en su cama sobre su espalda, casi sin esfuerzo. Luego tomó la punta de la cobijas y se dispuso a arroparlo, regañándose a sí misma al respecto, ya que consideraba que no debería estar haciendo ese tipo de cosas. ¡Tenía que estar loca! Entonces… justo cuando estaba por terminar de arroparle, ¡PLAAF! Sorpresivamente, Kanon alzó los brazos y estrechó a Isabella contra su pecho. La chica ahogó un grito.

Ay no… Isa intentó soltarse, pero no pudo. Kanon estaba profundamente dormido y la tenía bien sujeta entre sus brazos. ¿Por qué? Eso no le gustaba, no le gustaba. Su respiración se agitó, los nervios se le erizaron… y lo peor de todo es que brazos y piernas se le paralizaron. Sí, se asustó mucho, al punto que no sabía qué hacer o como calmarse.

Entonces Anita, llena de una contrastante calma, tapó la nariz de Kanon con sus dedos. Unos 30 segundos después, el santo, que estaba como quien dice, en piloto automático, intentó respirar, pero como le fue imposible, tomó una bocanada de aire más consciente, por lo que Anita le tapó la boca… y entonces despertó.

Cuando abrió los ojos, Kanon se encontró con los luminosos ojos color rosa de Isabella justo encima suyo. Ambos se pusieron azules de la sorpresa y pena y sí, aguantaron la respiración al tiempo que tragaron saliva.

"¿Qué haces encima mío?" Preguntó Kanon, esta vez muy conciente, y con la voz en un hilo.

"Te lo diré cuando me sueltes." Le respondió Isabella, a medio recuperar del miedo, y en un susurro casi imperceptible.

Kanon entonces se dio cuenta que tenía a Isabella muy abrazada contra su pecho. Se puso verde… ¿Por QUÉ, en nombre de Athena, Estaba Abrazando a Esta Mujer?

"¡HOLA TÍO KANON!" Exclamó la niña con mucha alegría.

¿Y QUÉ HACÍA ANITA ALLÍ?


Día Siguiente. Desayuno.

Saga bebió un sorbo de su café, le dio una mordida a su tostada y miró más que curioso a los demás comensales de la mesa. Anita comía su cereal (porque le habían comprado un cereal especial) y los demás consumían su desayuno en sospechoso silencio, sin mirarse o discutir por algo. Si tuvieron una sensación de Déja Vú, no se preocupen que yo también la tuve.

Había algo extraño en el ambiente. Kanon e Isabella hacían lo imposible por ignorarse, aunque no porque hubieran discutido… parecía como vergüenza o algo por el estilo. ¿Qué estarían ocultando? Ni modo, luego lo preguntaría. Saga miró a Anita, quien comía con entusiasmo su cereal de colores.

"¿Cómo pasaste la noche Anita? ¿Pasaste frío?"

"NO. Anoche lo pasé muy bien." Aseguró la niña, sonriéndole. "¿A que no adivinas lo que pasó!"

"No, no sé nada. Cuéntame, ¿Qué pasó?"

"La tía Isa saltó sobre la cama del tío Kanon, desordenó las cobijas, y luego tuvo que llevar al tío a la cama, porque estaba en la sala… ¿Y SABES QUÉ?" Preguntó Anita con el entusiasmo de hincha de partido de fútbol. A estas alturas, Kanon e Isabella habían perdido los colores y las funciones motrices de los brazos. "¡CUANDO ESTABAN EN LA CAMA, SE ABRAZARON!"

¡Pero QUÉ FEO Sonó Eso!

Saga se atragantó con el café y se quedó mirando a Anita, que desbordaba entusiasmo por cada poro de su cuerpo, lívido del espanto. Hasta le bajó la presión. Isabella se quería morir o que se la tragase la tierra o las dos cosas, no necesariamente en orden, y Kanon no estaba en mejor forma. El mayor de los gemelos enfrentó a los dos adultos restantes con la peor cara posible.

"¿Qué estuvieron haciendo anoche ustedes dos?" Preguntó furioso.

Continuará.

Por
Misao-CG


Próximo capítulo: Incredulidad

"… helo allí, un santo dorado fuerte y orgulloso, de porte gallardo y fuerza extraordinaria, a quienes sus enemigos respetaban y temían por lo inmenso de su poder… reducido a calidad de trapo por un bicho increíblemente minúsculo, invisible sin ayuda de microscopios, al que los golpes no pueden matar. ¡Hay que ver lo que hacen los gérmenes!"


PS: Ya me alargué mucho con el capítulo. Disculpen lo largo no me di cuenta sino hasta que terminé de escribir. Espero que no haya estado muy engorroso. Ya me dirán lo que piensan en sus reviews… por cierto ¡GRACIAS POR LEER!