FIC REMODELADO. Para referencias a mi estilo y a ciertos aspectos del fic, lean 'Littera Minima' y sus secuelas. En esta ocasión, sumen 3 años a las edades del canon. Tengan en consideración que Ekléctica revisó TODA esta saga para que temporalmente (valga la redundancia) todo calce como corresponde y el tiempo que transcurre entre un fic y otro no genere conflictos. Llevo semanas tratando de que ésta aparezca en mi profile, pero como se resiste, visiten el de Ekléctica, que a ella sí le resultó.

Un especial agradecimiento a Seika Lerki, Tsuyu Ryu y Ekléctica (El Concilio del Fic), madrinas y lectoras de prueba de este fic, que además de incentivarme y animarme a escribir, aplacaron mis instintos asesinos y varios personajes vivieron para contarlo.

Una recomendación especial, si quieren ver este universo expandido, lean "Madness of Love", de Lady Seika Lerki y el omake "Lo que Sueño de ti" y las adorables miniserie "Familia" y "Futuro" de Ekléctica. Finalmente, aunque no menos importante, "Luz Amatista", de Tsuyu Ryu, es una joya. Las conversaciones que las inspiraron a ellas, de paso me inspiraron a mí para retomar este hábito mío de escribir fanfictions. ¡VAYAN A LEER! =D

Saint Seiya, la trama y sus personajes pertenecen al Sr. Kurumada y a quienes han pagado por el derecho respectivo. No estoy ganando dinero con esto, nada más entretengo a mi imaginación y le doy más trabajo a mi Musa.


ADVERTENCIA.

Principio 70 para ver y entender Manga: Mientras más largo sea el nombre del golpe que vas a dar, más efectivo será su efecto.

Se pide criterio y discreción por parte de los lectores. No me hago responsable de castigos, lesiones, o penas capitales derivados de la lectura de este capítulo.


Capítulo 9: Incredulidad

Casa de Virgo.

2 días después. 10 de enero.

"¿Por qué tienes los ojos cerrados?"

"Para meditar mejor."

"Pero no te la pasas meditando todo el tiempo y aun así los tienes cerrados."

"Es para concentrarme mejor en otras cosas."

"¿Y cómo ves las cosas?"

"Con los ojos del alma."

"¿Con qué cosa?"

"El cosmo."

"¿Qué es eso?"

"Energía de vida y de batalla."

Anita había pasado la tarde al cuidado de Shaka de Virgo. Isabella, Kanon y Rin estaban en algún lugar de Atenas, burlando a los mafiosos, aunque los últimos 2 días habían tenido problemas de todo tipo. En todo caso, sabía que tenían que estar por regresar. Anita observaba muy fijo la meditación de Shaka.

"¿Tío Shaka? Si cuando estás despierto tienes los ojos cerrados, ¿Es porque duermes con los ojos abiertos?"

"Nunca abro los ojos."

"¿Por qué?"

"Porque cuando mis ojos se abren, los demás pierden los sentidos."

"¿Por qué?"

"Porque yo se los quito."

"¿Y por qué se los quitas?"

"Porque no quiero que los usen."

"¿Por qué querrías tal cosa?"

"Porque se me da la gana."

"¿Por qué?

Una enorme gota resbaló por la cabeza de Shaka. Había caído en la vieja y nunca bien ponderada rutina del ¿por qué? de la que tanto le habían advertido Aioria y Saori, quienes habían cuidado de la niña el día anterior. El santo de Virgo suspiró y decidió no responder la profunda pregunta que Anita le había apenas formulado. No porque no supiera la respuesta, sino porque no le daba la gana responder la pregunta. Si leen bien entre líneas, sabrán que Anita puso a Shaka en un aprieto. No obstante, y al ver que la pequeña le miraba con ojos grandes en espera de una respuesta, decidió hacer su propia pregunta.

"¿Te inhalaste? Ya pasaron 15 minutos."

"¿Cómo lo sabes?"

"Porque tengo un reloj en la pared."

"¿Y cómo lo viste?"

"Con mi cosmo."

Shaka había bajado hasta Géminis para recoger a Anita cuando Saga le avisó por cosmo que Kanon e Isabella ya se irían a Atenas. Al regresar a su casa, lo hizo a su ritmo normal, sin considerar que sus largas zancadas no podían compararse a las piernas cortas de Anita. Al llegar a Leo, la niña que había subido demasiado rápido, tuvo una crisis asmática que le produjo a él una crisis nerviosa y se puso a meditar allí mismo.

"Pero no necesito inhalarme." Refunfuñó Ana con un mohín.

"Sí, sí lo necesitas."

Por fortuna Aioria estaba allí para salvar el día y calmarlos a ambos: Primero instó a Anita que se inhalara, aunque tuvo él que ayudarla a hacerlo, debido a que sus manos, dominadas por el terror de no poder respirar, se pusieron torpes, y una vez que la pequeña se hubo recuperado, tuvo que sacudir a Shaka con violencia para calmarlo… o que dejara de meditar. Como esta experiencia no le gustó, Shaka determinó que cada quince minutos Anita DEBÍA inhalarse, lo necesitase o no.

"No, no lo necesito. Solo debo inhalarme cuando lo necesite."

"Tienes asma. Inhálate."

"¿Por qué?"

"Porque yo lo digo y no discutas."

"¿Por qué lo dices?"

"Porque…"

"Ya van dos días que haces la misma. ¿Qué tan difícil es seguir un maldito plan? Esos sujetos estuvieron a UN PELO de meterte a ti y a Rin dentro de aquél auto. ¡Quizás Donde Estarían Ahora!"

La voz de Kanon sonó como un coro celestial. Shaka hizo el ademán de mirar al cielo y de balbucear un torpe 'gracias' a la deidad que le hubo escuchado. Isabella tenía los ojos cerrados y el ceño muy fruncido: hacía su mejor esfuerzo por no chistar.

TÍA ISABELLA!" Exclamó Anita, corriendo a saludar a la chica. La pequeña se abrazó a sus pies. "¡Te Extrañe Tanto! Creí que ya no volvería a verte."

"Feh. Casi lo logra." Refunfuñó Kanon, para luego sonreírle con ternura. "¿Qué? ¿No hay saludo para mí?" Anita sonrió y soltó a Isabella.

"¡TÍO KANON! ¿Me trajiste un regalo?" Le saludó con alegría y sin ningún rodeo. Kanon la tomó en brazos.

"Mmm… Déjame ver… te iba a traer un Elefante blanco, pero no encontré ninguno y el que había estaba muy gordo. ¿Te conformas con este chocolate?" Le preguntó mientras le enseñaba una barra pequeña.

"¡Miren quien habla de no atenerse al plan!" Exclamó Isabella, muy aprehensiva: no le cuadraba que fuera tan cariñoso con Anita así no más de gratis. "Se supone que debiste habernos cuidado, pero veo que estuviste entretenido comprando chucherías: la estás malcriando."

"Tengo ojos en la espalda. Y un dulce no la va a matar."

"Si es así, ¿Cómo es que me escapo tan fácil de ti?"

"Tú no te escapas de mí."

AHEM! Asumo que les fue bien." Interrumpió Shaka. Kanon e Isabella le miraron perplejos. Anita se deshizo en risas. Isabella se cruzó de brazos y Kanon dejó a Anita en el suelo. Shaka los observó bien.

"Sí, todo bien, aunque alguien casi lo arruina todo." Protestó Kanon. "Parece que la única neurona que tiene no le sirve para nada."

"Tarado." Gruñó Isabella, cerrando los ojos.

"Lo mismo."

Shaka entrecruzó las cejas, y suavizó el rostro, ladeando ligeramente la cabeza. Ambos se percibían muy dolidos: en Kanon eso era normal, aunque las últimas semanas, a causa de su depresión, eso se había intensificado. Isabella… Isabella también estaba muy dolida, pero también tenía miedo de algo que no pudo determinar bien a qué se debía. Les tuvo compasión por este motivo. Sin embargo, también detectó en ambos otra cosa que tenían en común.

"Al menos dejen eso para después." Les pidió Shaka. "¿Ya se llevan a Anita?"

"Sí. Gracias por cuidarla, Shaka. Espero que no te haya dado problemas."

"En lo absoluto."

"No más me dio un ataque de asma por su culpa." Chilló Anita con calma. "El Tío Aioria me tuvo que ayudar, porque el tío Shaka se puso a meditar." Asintió con gravedad.

Isabella y Kanon se quedaron mirando a Shaka muy serios. Una enorme gota orbitó la cabeza del santo de virgo.

"¡Qué Angelito! ¿No lo creen?"


Casa de Escorpión.

Crisis total, ¡Acabose de Mundo! Alisa, muy grave, sirvió en un plato un poco de sopa y la puso sobre una bandeja dispuesta para lo mismo. Milo el escorpión finalmente había caído víctima de una severa gripe proporcional a su ego y apenas podía valerse por sí mismo. Suspiró y tomando la bandeja por las asas, se dispuso a ir a su cuarto.

¡Pobrecito Milo! Le había costado reconocer que sí estaba resfriado, y que lo suyo no era una sencilla alergia, como había querido creer. La última vez que se había resfriado, tenía unos 8 años, por lo que podría decirse que esta era una experiencia totalmente nueva para él. Alisa suspiró… Primero Kyrus, luego ella, y ahora Milo. ¡Su bebé había hecho un buen trabajo esparciendo gérmenes!

Entró al cuarto con cautela y dejó la bandeja sobre la cómoda. Se acercó a la cama, al montón de mantas, en donde se suponía que estaba su terco marido. Y helo allí, un santo dorado fuerte y orgulloso, de porte gallardo y fuerza extraordinaria, a quienes sus enemigos respetaban y temían por lo inmenso de su poder… reducido a calidad de trapo por un bicho increíblemente minúsculo, invisible sin ayuda de microscopios, al que los golpes no pueden matar. ¡Hay que ver lo que hacen los gérmenes!

"Milín… ¿Te sientes mejor?"

"Me mueroooooooooo…" gimió desde debajo de las cobijas. Alisa tomó el termómetro de la mesita de noche y se lo puso en su oído para ver si tenía fiebre.

"No, todavía no te mueres: estás con 37,7º C. Seguro has aguantado más." Le anunció tras leer la lectura del aparato. Alisa le acarició la cabeza. "Te hice un poco de sopa, ¿Quieres comer?"

Milo asintió con la cabeza y con esfuerzo se sentó en la cama: se veía atroz, pálido, decaído, ojeroso y la nariz muy roja. Conste que ya no estaba tan desastrado. Alisa lo había obligado a ducharse para así poder cambiar las sábanas y ordenar la cama. Le había atado el cabello y dado mucha limonada. Alisa estaba preocupada: ¡su marido estaba con mucha fiebre! Quizás tendría que llevarlo al hospital, aunque Mu le hubiera dicho que eso no era necesario. Le acarició la cabeza y se inclinó para darle un beso.

"No, Lis, no… no quiero contagiarte…" Replicó Milo, alejándose con suavidad. Alisa le sonrió y se puso de pie, para tomar la bandeja y acercársela.

"No te preocupes, ya estuve resfriada." Afirmó con decisión. "Al mismo tiempo que Kyrus. Incluso creo haberte hecho el comentario."

"¿Cómo le hiciste para aguantar de pie?" Preguntó Milo mientras tomaba su sopa. "Esto te quedó muy bueno."

"Aguanté de pie, porque soy mujer." Le dijo Alisa como si fuera lo más normal del mundo… y lo es, que es muy conocido el hecho que una mujer aguanta un resfriado quejándose menos de lo que se queja un hombre. Milo arqueó una ceja extrañado, y Alisa se encogió de hombros. "Me dio más leve porque estaba más preocupada por Kyrus que por mi misma. Supongo que eso ayudó… ¿Te gusta la sopa?"

"Mucho."

"Me alegro: dicen que enfermo que come no muere."

"Eso dicen. Oye Lis… ¿Puedo jugar con Kyrus?"

"Ay Milito… no. Le puede dar una recaída."

"Oh…" El santo de escorpión se veía algo decepcionado. Alisa suspiró.

"Quizás para cuando te baje la fiebre." Le dijo con una sonrisa. "Entonces podrás jugar con él unos minutos. ¿Ya acabaste?"

"Sí. Ya acabé. ¿Si me baja la fiebre, me lo traerás?" Preguntó Milo con una sonrisa. Alisa, al tomar la bandeja, aprovechó para besarlo.

"Promesa." Le dijo con cariño. "En seguida vuelvo."

Alisa salió del cuarto con la bandeja en las manos. Milo sonrió complacido y volvió a sumergirse en el mar de cobijas del cuál había salido y cerró los ojos. ¡Ojalá que le bajara pronto la fiebre!


Casa de Géminis.

Ya habían pasado dos días desde aquél desayuno. Isabella y Kanon tuvieron que desplegar todos sus encantos disuasivos para calmar a Saga, pues nada de lo que se había imaginado había pasado en realidad. Anita no mintió, sino que dijo la estricta verdad, aunque claro, como no contó toda la historia y por culpa de Kanon, Saga se estaba volviendo un mal pensado, pasó lo que pasó.

"… ¿Entonces ya aislaron la fuga? Si es así, ¿Cuándo podré volver?"

"Tenemos identificado al soplón. Nos falta neutralizarlo." Dijo Dafne al otro lado del teléfono. "Tendrás que quedarte allí un poco más."

Aunque no pudieron convencerlo del todo, Saga dejó de protestar por la severa falta de criterio de su hermano e Isabella, pero al menos no volvió a hacer mención a lo que había dado por hecho cierto, y tuvo la discreción de no decir nada, lo cual fue enormemente agradecido por los principales afectados.

"¿Cuánto tiempo más? Este lugar me saca de quicio." Gruñó Isabella.

"Dos días más, por lo menos." Respondió Dafne con tono autoritario. "Y tendrás que seguir con el plan que has estado siguiendo hasta hoy." Isa no protestó: sabía que saldría perdiendo si le discutía a su jefa.

"Perfecto. Entonces en dos días más tendré novedades." 'Aunque ya está perdiendo efectividad', quiso añadir, pero se abstuvo.

"Exacto. Tengo que irme. Trata de no causar destrozos. Adiós."

Isabella colgó el teléfono y suspiró. Había mentido: el lugar no era el que la sacaba de quicio. El Santuario, con su enorme calma, tenía un efecto relajante en ella y hasta se sentía segura. No en balde era un refugio. Ni siquiera el hecho que estaba rodeada de principalmente hombres había logrado inquietarla, como le había sucedido en otros lugares eminentemente masculinos. Lo que la sacaba de quicio era su estricta rutina, y el 'o te acostumbras o te bancas' de Kanon. Y por supuesto, Kanon Mismo. Tarado Necio y Mal agradecido. ¿Por qué los chicos GUAPOS tenían que ser tan pesados?… O… ¿por qué ella no se daba la oportunidad de ser simpática con ellos? ¿Por qué se cerraba tanto a los demás?

"… No… el tiempo no cura todo…" Murmuró con pena. Observó la sala y se puso la máscara. "Tengo que avisarle a Saga."

Entonces salió del piso residencial de Géminis y bajó hasta el templo, internándose en él, en busca de la Sala de Estar. Aunque tarde o temprano, teóricamente, debía encontrarse con alguno de los santos de Géminis. Cuando por fin dio con la sala de estar, luego de haber recorrido los silenciosos pasillos del templo (hubiera jurado que a veces se repetían los salones), se llevó una sorpresa: allí había una nota.

"Kanon, Isabella, o el que sea: Estoy dando un paseo con Anita por el Santuario, así que no se preocupen por ella. Estoy con el celular encendido. Si es importante, me avisan. Saga."

Isabella sintió que se le detenía el corazón. ¡Que Mal Guardiana Era! Hasta ahora se daba cuenta que Ana no estaba allí en Géminis. Quizás cuanto rato hacía que se había ido. Isabella se dirigió a la salida del templo, dando fuertes pisotones. ¿Por qué no le habían avisado? Saga debió haberlo hecho: por último para haber ido con ellos. ¡Bah! Estaba harta que no la consideraran en lo más mínimo. ¿Qué tan difícil era que la tomasen en cuenta? Saga le escucharía, ¡Oh sí! Sí la escucharía. Al diablo con todo.

"¿A dónde vas tú tan enojada?" Le preguntó Kanon, que iba llegando a Géminis, bloqueándole el paso.

"A buscar al idiota de tu hermano." Isabella intentó pasarlo, pero Kanon no la dejó.

"¿Y eso por qué?"

"Porque No me Avisó Que Se Llevó a Ana Quizás Donde." Isabella gruñó, tratando de pasarle. "¡No Tengo Que Darte Explicaciones! Sal de mi camino." Kanon frunció el ceño y no dejó que Isa pasara.

"Se la llevó a pasear por el Santuario, acabo de verlos en el Coliseo." El santo de Géminis volvió a bloquearle el paso. "¿Cuál es tu problema?"

"Que no quiero que esté solo con Ana. Ella es mi responsabilidad."

"¿Y qué tiene que esté solo con Ana?"

Isabella frunció el ceño y bufó como toda respuesta. Segundos después Kanon logró procesar a qué se refería la chica. Este santo se desconcertó con lo que estaba escuchando, pero le vio cierta lógica: Isa era policía, de INTERPOL sí, pero policía al fin y al cabo, de la brigada anti–secuestros para colmo. En tal condición, no debió ver cosas gratas, mucho menos en el área que había elegido para ejercer. Quizás qué cosa había pensado… y eso fue lo que lo enojó mucho.

"Tú te vienes conmigo."

Antes que se diera cuenta, Kanon la sujetó de un brazo y se la llevó al piso residencial de Géminis sin que pudiera hacer nada. Una vez que se detuvo y hubo cerrado la puerta, Isabella le asestó una fuerte cachetada.

"¿Sabías que tengo la facultad para arrestarte por interferir en mi trabajo?" Ladró enojada.

"¡Serás Histérica!" Kanon se acarició la mejilla. Para no tener su entrenamiento, Isabella daba bofetadas fuertes. "No sé qué te has pensado, pero mi hermano no es de esos que crees."

"Seguramente no lo es, pero no pongo las manos al fuego por nadie." Chistó la chica. "Por principio desconfío de ese tipo de cosas."

"¡Estás en el Santuario! ¿Quién te crees que somos?"

"No tengo que creer nada. NO QUIERO que esté con ella y punto. Fin del problema. SAL de Mi Camino."

"¡No Te Puedo Creer! TODOS estos días la han estado cuidando los demás santos. ¿Por qué desconfías de Saga?" Preguntó Kanon enojado. Isabella enarcó una ceja.

"No porque yo lo quisiese." Dijo tranquila.

Kanon bufó fastidiado. Isabella tenía razón: todos los días, antes de irse a ese ridículo juego del gato y el ratón que habían estado sosteniendo con los mafiosos, Isabella se ponía como erizo cuando aparecía el santo encargado de cuidar de Ana durante su ausencia. De hecho, siempre decía '… si pudiera evitarlo, lo haría…' Y por lo visto hablaba en serio.

"No desconfío de Saga. Desconfío de todos. Déjame salir."

"No hasta que te calmes." Kanon se cruzó de brazos. Isabella dejó caer los brazos frustrada, pero no vencida: estaba nerviosa, pero… ¿por qué?

"¿Qué tengo que hacer para que me dejes salir?"

"No te voy a dejar salir así. ¡Eres Una Exagerada! Saga NUNCA le haría daño a Anita, ni aunque estuviese poseído por Ares." Kanon hizo una mueca de desprecio. "Si no querías nuestra ayuda, no debiste haber venido en primer lugar."

"NO quería ÉSTA Ayuda. ¡Me opuse a esto desde el principio!"

"¿Por QUÉ Viniste Al Santuario Entonces?"

"PORQUE NO TENÍA Más Alternativas." Isabella empuñó las manos y le dio un empujón a Kanon. "Además mi plan era largarme de aquí luego de un par de horas." La chica se dirigió hacia la puerta, dispuesta a salir, pero Kanon la sujetó del brazo.

"Pues ahora no tienes más alternativa que confiar."

"NO QUIERO Confiar." Isabella agitó los puños en el aire, pero Kanon le contuvo los brazos.

Ambos se fulminaron alevosamente con la mirada por lo que pareció un siglo. Aquí es donde las cosas dieron un vuelco más que inesperado. MUY inesperado.

Se besaron.

Inconscientemente, se besaron. Cerraron los ojos y juntaron sus labios… bueno… Kanon besó la máscara que Isabella no se había quitado, pero fue lo mismo. Un suspiro profundo les relajó y bajaron las defensas, como si no hubieran estado a punto de sacarse los ojos con los dientes momentos antes. Descansaron y profundizaron aquél extraño beso. Era como si no pensaran. Kanon se apoyó en la pared y estrechó a Isabella contra sí.

Ninguno oyó el portazo.

Cuando se separaron para tomar aire, se miraron a los ojos, pero no se dijeron ni pío. Isa se reclinó sobre el pecho del santo y dejó que la abrazaran. Kanon así lo hizo, y aprovechó para acariciarle el cabello, con sus ojos cerrados. Ninguno de los dos se detenía aún a pensar en lo que estaba pasando o en lo que habían hecho. Se sentían tan a gusto que hasta pensar se les hacía latoso.

Hasta que Isa se puso muy tensa. Abrió los ojos de golpe y le bajó la presión, y más de un escalofrío le recorrió el espinazo. Dominándose, la chica se apartó de él, clavándole una extraña mirada. Esto alertó al guapo santo que la había estado abrazando segundos antes: Kanon conocía bien esa sensación, conocía esa mirada… solo alguien que tuviera mucho miedo era capaz de mirar así.

¿Isabella le tenía miedo? Pero… ¿POR QUÉ?

"Espero que esto no sirva para sentar un precedente." Le dijo antes de darle la espalda y caminar al cuarto que compartía con Anita.

Kanon escuchó perplejo cuando segundos más tarde, Isabella se encerró con llave en el mismo.

Allí se quedó el santo, mirándose los brazos, apoyado en la pared y preguntándose qué Miércoles había pasado.


FUERA del piso residencial de Géminis.

Saga cerró de un portazo la puerta, quedando fuera de su casa, colorado como un pimiento, y sin saber qué pensar. ¡Después de todo lo que había pasado, NO SABÍA Cómo Pensar! No le gustaba esa sensación. ¿Había visto lo que había visto? ¿A Kanon e Isabella besándose de esa forma? Debieron haberle puesto algo al agua. Miró al cielo confundido, sin saber si estar feliz, enojado o simplemente desconcertado.

Aunque esto último parecía ser lo más acertado.

"Tío Saga, ¿No vamos a entrar?" Preguntó Anita con inocencia.

"Err… Este… ¡Cambio de planes!" Exclamó Saga de pronto.

"¿Por qué?"

"¿Te conté que Shaka de Virgo tiene un jardín de árboles precioso? Estoy seguro que te va a gustar."

"Si sé, ya lo conozco… Pero me ibas a poner una película…"

"Es que… Es que acabo de recordar que tenemos el DVD averiado…" Dijo Saga con rapidez, pero sintió un extraño vacío en el estómago al ver la cara de decepción de Anita. "Pero estoy seguro que podrás ver la película en la casa de Aldebarán."

"¡SÚPER!"

Saga tomó a Anita de la mano y más rápido que lento, bajaron hasta la casa de Tauro. Más tarde se arreglaría con su hermano.

Continuará.

Por
Misao-CG


Próximo capítulo: Tensión

"… ¿Por qué, por qué, POR QUÉ? ¿Qué lo había poseído para besar a Isabella? La Chica Ni Siquiera Le Gustaba ¿POR QUÉ? ¿Cómo Fue Que Quedó tan Idiotizado Y EN QUÉ MOMENTO Comenzaron a Besarse? Se hubiera sujetado la cabeza a tres manos si hubiera podido… ¿POR QUÉ Tenía La Máscara Puesta?"


PS: Me gustan los giros extraños. Ahora creo que entienden cuando decía al principio que este capítulo fue difícil de escribir. Por favor, disculpen lo largo que me quedó. A partir de ahora comienza lo divertido. Espero que les haya gustado. ¡GRACIAS POR LEER!


Omake: Casa de Tauro

Anita estaba sentada en el sofá de Aldebarán, viendo "La Bella Durmiente" en la enorme televisión del santo de Tauro. Tenía con ella un enorme vaso con jugo de frutas y un plato con helado de chocolate.

Alde estaba encantado. Tenía un punto débil por los niños y no soportaba verlos tristes. Eso sumado al hecho que era un excelente anfitrión, habían confabulado para que accediese a prestarle el DVD a Anita. Él y Saga estaban sentados en la mesa cercana jugando dominó. El santo de géminis estaba taimado y para nada concentrado en el juego… ni siquiera hacía esfuerzos por jugar.

"¿Pasó Algo, Saga? Te ves… diferente."

"Nada." Respondió Saga mientras jugueteaba con una de las piezas del dominó, con un tono que cualquier fan de Star Wars hubiera identificado con el idioma de Chewbacca. Detestaba estar confundido y por culpa de su hermano e Isabella estaba más confundido que nunca. "No pasa nada." Aldebarán se encogió de hombros.

"Lo que tú digas."

Fin del Omake.