FIC REMODELADO. Para referencias a mi estilo y a ciertos aspectos del fic, lean 'Littera Minima' y sus secuelas. En esta ocasión, sumen 3 años a las edades del canon. Tengan en consideración que Ekléctica revisó TODA esta saga para que temporalmente (valga la redundancia) todo calce como corresponde y el tiempo que transcurre entre un fic y otro no genere conflictos. Llevo semanas tratando de que ésta aparezca en mi profile, pero como se resiste, visiten el de Ekléctica, que a ella sí le resultó.

Un especial agradecimiento a Seika Lerki, Tsuyu Ryu y Ekléctica (El Concilio del Fic), madrinas y lectoras de prueba de este fic, que además de incentivarme y animarme a escribir, aplacaron mis instintos asesinos y varios personajes vivieron para contarlo.

Una recomendación especial, si quieren ver este universo expandido, lean "Madness of Love", de Lady Seika Lerki y el omake "Lo que Sueño de ti" y las adorables miniserie "Familia" y "Futuro" de Ekléctica. Finalmente, aunque no menos importante, "Luz Amatista", de Tsuyu Ryu, es una joya. Las conversaciones que las inspiraron a ellas, de paso me inspiraron a mí para retomar este hábito mío de escribir fanfictions. ¡VAYAN A LEER! =D

Saint Seiya, la trama y sus personajes pertenecen al Sr. Kurumada y a quienes han pagado por el derecho respectivo. No estoy ganando dinero con esto, nada más entretengo a mi imaginación y le doy más trabajo a mi Musa.


ADVERTENCIA.

Principio 86 para ver y entender Manga: El secuaz que es artista y medio callado, tuvo una mala infancia.

Se pide criterio y discreción por parte de los lectores. No me hago responsable de castigos, lesiones, o penas capitales derivados de la lectura de este capítulo.


Capítulo 11: Jardín de las Saras.

Día Siguiente.


Flashback.

"¿Qué tú qué?" Preguntó Saga perplejo.

"Que no voy a seguir a Isabella el día de hoy." Afirmó Kanon con decisión. "No quiero ni acercarme a esa bruja."

"Pero… ¿Quién la va a seguir?"

"Esto fue TU IDEA, Baboso." Kanon frunció el ceño. "Hazte cargo." Sin decir más, Kanon se fue de la casa, junto con Anita.

Fin de Flashback.


Anita estaba ENCANTADA. Kanon se había quedado con ella ese día y no había nena más feliz sobre la faz de la tierra en esos momentos. El menor de los gemelos, si bien no saltaba de gusto, estaba bastante cómodo y tranquilo. Después de lo sucedido la tarde anterior, no quería acercarse a Isabella ni de chiste. ¡Esa Mujer! Suspiró apenado. ¿Qué le había hecho a su cabeza? Era una antipática. No tenía ningún recuerdo grato de ella, ni una sola sonrisa, ni una sola conversación amigable: sólo montones de agresividad… y dos de los mejores besos que recordaba haber dado y recibido en su vida. ¡Qué Bien Besaba! Wow. ¡Y COMO Besaba! Nunca antes se había topado con un par de labios así.

"¡Entonces La Bruja Se Transformó en Dragón Escupe Fuego!" Exclamó Anita, quien le estaba contando la película que había visto no hacía mucho.

"¿Y qué hizo el príncipe?"

"Nada. Las hadas madrinas le dieron una espada, y él no tuvo de otra más que dar espadazos." Anita pareció dudar de sus palabras. "¿O eso fue antes?"

"Ya te acordarás."

"¡SÍ!" Exclamó Anita con alegría. Era extraño… para una pequeña que había estado sometida a tanta presión, no parecía mostrar ningún tipo de trauma. ¿Acaso lo estaba reprimiendo todo en algún lugar de su cabeza? Uy, eso podía explotar en la adolescencia.

Kanon siguió subiendo los escalones. Le había prometido llevarla a un lugar especial: una pequeña playa de entrenamiento a la cual se accedía desde el Jardín de las Saras. Esperaba que no estuviera muy ocupada para que la niña pudiera jugar tranquila.

"¿Ya llegamos?"

"Falta un poco. ¿Estás cansada?"

"Sí… ¿Me cargas?"

El santo levantó a la niña en brazos y continuó el ascenso. Faltaba poco para la casa de Virgo, pero una vez que hubo llegado a la extensa plataforma, no entró al templo, sino que lo rodeó y se fue directo hasta el jardín. Cuando llegaron, Anita se quiso bajar… algo había llamado su atención.

MARIPOSA!" Dijo tras salir corriendo tras una luminosa mariposa.

Kanon sonrió. No eran mariposas reales, sino ilusiones de Shaka: el tipo tenía un extraño gusto por la estética de los jardines, aunque nunca tan extraño como los gustos del santo de piscis. Observó cómo Anita perseguía a las luminosas ilusiones por todo el lugar. Se apoyó contra un árbol, y sin querer queriendo, se rozó sus labios con sus dedos, recordando de pronto aquél fugaz y tierno contacto de la tarde anterior.

Isabella tuvo esa extraña reacción, como si él le fuera a hacer daño de alguna manera, justo cuando empezaba a disfrutar de aquellos labios. ¡No era justo! Más encima que le hacía un favor al besarla. Porque él la había besado ¿O había sido ella? Feh, Eso no tenía mayor importancia. Estaba hastiado, enojado. Ni por piedad hubiera besado a Isabella en forma consciente. ¿Qué se creía la tipa al jugar con sus sentimientos de esa manera?

"¿Qué me pasa?"

Kanon apretó los dientes y los puños. La mujer esa tenía que ser la persona más desagradable del planeta entero, pero… ¡Cómo le alteraba las hormonas! Su cabello negro, su piel pálida, sus ojos rosa… grandes, vivaces, llenos de vida y de secretos. Como piscinas profundas. Podía observarla por horas y horas sin cansarse, mientras mantuviese la boca cerrada, que como persona, dejaba bastante que desear. Ahora sabía lo que debió sentir Pigmalión al observar su estatua, pero al contrario de él, dudaba que Afrodita (la diosa) lo ayudase.

No era mala por definición. Alguien malo era él por lo que había hecho en el pasado. Isabella era desagradable, le caía mal, tan mal como no tenía idea. Desconfiada y mal pensada. Porque pensaba mal de todos ellos y sus intenciones. Malagradecida y esquiva. Parecía huir de cualquier tipo de socialización. ¿Cómo podía detestar tanto a una persona y no poder sacársela de la cabeza?

Es que algo veía en esos ojos cada vez que cruzaban miradas, algo que le daban ganas de proteger, como si en vez de ser la chica fuerte y ruda que intentaba aparentar, fuera alguien quebrado. Isabella no era frágil… era alguien fracturado, que era muy diferente. ¿Cómo se conciliaba ese interior con ese exterior? Y ¿Cómo se había fracturado?

"Una respuesta a tu primera pregunta puede ser que te estés prendando de ella." Dijo Shaka en forma sorpresiva. Kanon pegó un brinco. "A la segunda pregunta… no sabría contestarte., ni hablar de la tercera."

"¿Has estado leyendo en mis pensamientos, Shaka?"

"No… pero estás trasmitiendo todos tus pensamientos con tu cosmo." Le respondió el santo de Virgo, encogiéndose de hombros. "Pareces confundido."

"No lo estoy."

"¿Cómo te sientes?"

"… Mal." Exhaló con cansancio. Shaka observó a Kanon unos momentos, como analizándolo. Esto no pareció molestarlo. "Shaka… ¿por qué dices que puedo estar prendándome?"

"Porque es evidente." Respondió Shaka. "No te la puedes sacar de la cabeza, haces lo imposible para trabar conversación con ella, aunque eso signifique una FENOMENAL discusión, estás preocupado… y hasta has notado que algo la asusta."

"¿Cómo sabes todo eso?" Preguntó Kanon con calma.

"Tengo mis métodos… aparte que no haces nada por ocultarlo." Shaka se puso más pensativo que de costumbre. "Si te interesa, la presencia de Isabella es fuerte y nada débil, tiene carácter, y sé que lo has notado." Shaka frunció un poco el ceño. "Algo que no la deja en paz: no estoy seguro si ella cometió algún tipo de crimen o si fue al revés. Lo que si es cierto… es que no deja de culparse."

"Si no deja de culparse, es porque ella hizo algo." Kanon no sonaba muy convencido. Y Shaka no le respondió al respecto.

"No hay nada de malo en prendarse de ella." Dijo como cambiando el tema. "O en tu caso, 'enamorarse', como quieras decirle."

"¡NO ESTOY ENAMORADO DE ELLA!" Exclamó Kanon furioso. Shaka le dio un amistoso golpecito al respecto.

"Lo que digas. No entiendo de estas cosas." El santo de Virgo comenzó a caminar hacia su casa. "Entonces… ¿Crees que tenga una oportunidad con ella?" Le preguntó travieso, sólo para ver su reacción. Kanon tuvo un tic nervioso. "Me lo imaginé."

Kanon bufó descontento y se cruzó de brazos. Shaka se fue al interior de su casa, mientras Anita seguía persiguiendo las luminosas mariposas del jardín. El santo de géminis suavizó el rostro.

"… no puede ser posible…"


Santuario.

Más tarde ese día.

Isabella se miró el vendaje y lo aseguró en su sitio. No tenía uno, sino muchos raspones y golpes. Ese día había sido particularmente difícil. Si bien se le escapó a Saga, que no tuvo de otra más que reemplazar a su hermano, no lo hizo para hacerlo rabiar, sino porque no había tenido otra opción: la persecución había estado muy peliaguda y hasta le habían disparado con silenciadores.

Si bien había salido ilesa, una bala le rozó el brazo justo en la misma área en que había recibido el corte a principio de semana, reabriendo la herida. Por fortuna, Rin había salido indemne y pudo dar un buen par de golpes. Regresó al borde de la euforia, sin parar de hablar de cómo se había defendido y ese tipo de cosas. La habían dejado con su maestra: Saga no había perdido la oportunidad de felicitar a Shaina por su aprendiza.

Mu acababa de vendarle de nuevo el brazo y de aplicar unos menjurjes extraños que llamaba medicinas, bastante efectivas por lo demás. Ahora subía los escalones: apenas comenzaban a subir desde Tauro a Géminis.

Contrario a su costumbre, Saga subía detrás de Isa. La observaba preocupado, y tenía sus motivos para estarlo. Era el hermano 'mayor' de Kanon y le preocupaba lo que pudiera pasarle a este con el extraño juego que estaba sosteniendo con Isabella. En honor a la verdad, también estaba preocupado por ella. Ambos le preocupaban mucho… por lo tanto, estaba decidido tener una conversación con ambos. Los dos podían hacerse mucho daño y si él podía evitarlo, lo haría.

"¿Qué traes con mi hermano?" Preguntó Saga de pronto.

"¿Qué dices?"

"¿Qué te traes con mi hermano?" Volvió a preguntar Saga. Isabella tensó los músculos ¿A qué venía esa pregunta? ¿Acaso…?

"No sé a qué te refieres."

"Lo sabes muy bien." Saga preguntó con firme amabilidad. "Ya van dos veces que les veo besarse."

"No te metas en lo que no te importa."

"Sí me importa. Kanon me preocupa. Lo mismo que tú."

"¿NO crees que está bastante grandecito para cuidarse él solo?"

"Aun así no deja de ser mi hermano, por muy mal que me haya llevado con él." Le dijo tranquilo. Isabella le ignoró, pero se puso a la defensiva. "Ambos hemos pasado por bastante ya, y no quiero que siga sufriendo."

"¡Pareces Vieja Ociosa, Saga!" Gruñó Isabella apretando los dientes. Sí, estaba a la defensiva. "Tu hermano me vale madres, por mí que se muera. No voy involucrarme con él."

"¿Por qué no?"

"¡Porque yo lo digo! No tengo nada que hacer con Kanon, y no pretendo tener nada que ver con él tampoco."

"Precisamente eso es lo que me preocupa." Dijo Saga sin perder la calma, analizando muy bien la situación. Isabella se quedó en silencio. "Bah. Tengo la mala suerte de tener un hermano enamoradizo, con una suerte mugre con las mujeres. ¡Peor Incluso Que la Mía!"

"¿Me estás diciendo que soy una mala mujer?" preguntó Isa de pronto. Giró sobre sus talones para enfrentar a Saga: se veía muy firme y digna, pero sus ojos estaban muy acuosos y brillantes. "Lo que me faltaba. ¡Hablas de Mala Suerte Sin Saber qué es ESO! Quizás yo la he tenido PEOR, pero tú ni caso. Total, soy mujer, ¿qué valor tiene eso?"

"No te vayas por la tangente, Isabella, NO dije que eras una mala mujer. Lo que quiero decir es que a lo mejor Kanon se enamoró de ti y…"

"¡Hablas como si yo le importase! Eso es ridículo ¿Qué podría haber visto en mi? JA. No me hagas reír que tengo los labios partidos."

" le importas." Saga frunció el ceño. "Como creo que él también te importa a ti." El santo de géminis la miró con gravedad. "Considerando eso… traten de no lastimarse el uno al otro."

"… Eres una Vieja Ociosa."

"A mucha honra en este caso." Saga subió algunos escalones y se detuvo junto a Isa, a quien miró de reojo. "No te subestimes tanto. Si mi hermano se fijó en ti…"

"Cuando necesite ese tipo de opiniones se la pediré a un doctor."

"¡Pfffffffffft! Qualis Pater, talis Filius."

"¿Qué?"

"Literalmente es 'Cuál padre, tal hijo', pero también se usa para decir 'Tal Para Cuál,' Isa." Explicó Saga, pero en vista que la chica no pareció entenderle ni papa… "Lee entre líneas, Isabella." Le dijo antes de reiniciar la subida.

Isabella se quedó absolutamente perpleja en aquellos escalones. ¿Qué había querido decir Saga? Este Santuario estaba lleno de locos. ¡Deberían poner un manicomio en las proximidades!


Atenas. Bar de mala muerte.

El lugar apestaba a nicotina, a puro de mala calidad, a alcohol y a otras sustancias tan ilegales como poco felices. El ruido era más bien ambiental, y lo que primaba eran los intercambios de palabras y dinero entre mujeres y hombres mal entretenidos, los chasquidos del desgastado billar, vasos y las ocasionales peleas entre los consumidores.

No era lugar para aquél hombre de negocios, delgado, casi enclenque, bien vestido. Llevaba un maletín y anteojos gruesos. Entró al bar con paso casual, como si conociera bien el lugar. No lejos, lo seguían 3 sujetos de sospechoso aspecto y se veían como si le fueran a caer a golpes de un minuto a otro.

Roberto, uno de los maleantes que había perseguido a Isabella hasta el Santuario el primer día, se empinó su vaso de whisky hasta el fondo. Estaba nervioso… muy nervioso. Un error más y él mismo terminaría siendo enviado a Tailandia como parte del cargamento y no cargo del mismo. Con él estaban sus dos compañeros… y no lejos de allí, los refuerzos que habían pedido para atrapar a la esquiva mujer de INTERPOL.

Un maletín se dejó caer en la mesa con estrépito. Los dos hombres que estaban con Roberto pegaron un brinco y se hicieron a un lado sin que nadie les dijera nada. El hombre bien vestido de anteojos se sentó frente a Roberto, quien por puro orgullo pudo mantener la poca dignidad que le quedaba.

"Se te acabó el tiempo." Le dijo con calma. "Debiste haberme dicho que había santos dorados involucrados desde un principio y ahorrado este mal rato."

"… ¡Jefe! Es que… creí que podía manejarlo, yo… verá, sé que cometí un error, pero…" Roberto se detuvo cuando uno de los matones le asestó un zape en la nuca.

"Un santo dorado no se puede manejar ni tomar a la ligera." Le dijo el Jefe con pasmosa calma. "Se necesita ayuda profesional." El matón más grande salió a la luz, cruzándose de brazos: ¡Era Un Tipo Temible!

"pero… Pero… PERO…"

"Quedas relevado: esa niña me costó mucho dinero. Ya debería estar filmando ese video en Tailandia a estas alturas de la semana." Dijo el Jefe apenas inmutándose.

"Pero… ¿Qué va a pasar conmigo?"

"Ayudarás a este amable señor a mostrarle donde se supone que está Ana Korber."

"¿Qué le Hace Pensar Que Este Sujeto Podrá hacer Un Trabajo De Recuperación Mejor Que El Mío? No se puede entrar al Santuario, lo hemos intentado y ¡UUGH!" El mismo matón que le dio el zape, sujetó a Roberto por el cuello. El Jefe lo miró con calma.

"Porque estos señores pueden usar cosmo." El Jefe hizo un desprecio. "Saquen esto de mi vista."

Roberto fue sacado a la fuerza del bar ni bien el Jefe dio la orden. El matón más grande tomó su lugar frente al Jefe. Este lo miró largo rato, se arregló los lentes y tomó aire.

"El precio ya está acordado, Marcos. Necesito a la niña para pasado mañana a más tardar, y sin dañar bajo ningún respecto: si se devalúa me lo cobraré de tu sueldo."

"Cuente con eso."

El Jefe se puso de pie con toda la calma del mundo y, tomando su maletín, se dispuso a salir del lugar. Marcos sonrió torcidamente y siguió al Jefe a algún sitio del cuál ya no puedo estar segura. Aquel bar, que apenas se había inmutado por este encuentro, siguió con su decadente rutina diaria y pronto fue olvidado por la noche ateniense.

Continuará.

Por
Misao-CG


Próximo capítulo: Un Mal Día.

"¿Isabella?"

"¿Qué quieres, Tarado?"

"¿Puedo hablar contigo unos minutos?"


PS: Este me quedó más cortito que los anteriores, pero eso es bueno, pues me estaba saliendo capítulos muy largos. Espero que les haya picado el bicho de la curiosidad o si no, lamento haberlos decepcionado. ¡GRACIAS POR LEER!


Pequeño dato sobre Mitología Griega.

Se hace en el fic, una referencia a Pigmalión y a una estatua. Pigmalión era un escultor que decía odiar a las mujeres, pues las encontraba imperfectas. A tanto llegó su desprecio, que decidió nunca tener compañía femenina. No obstante, como no podía soportar la vida sin una compañía, y aprovechando sus dotes de escultor, esculpió una estatua femenina de marfil, de extraordinaria belleza, y perfecta, a tal punto que él creía que ninguna mujer viva podría superarla. Y el pobrecito Pigmalión quedó tan impresionado de su obra, que se enamoró sin remedio. Le compraba las ropas más caras y bellas que podía pagar, le llevaba flores y adornos. Conversaba con ella y le dedicaba los más pulcros cuidados. Incluso, a veces besaba los labios de la estatua, llorando, porque nunca sería correspondido. Sucede que la diosa Afrodita, cuyo templo quedaba cerca de la casa de Pigmalión, supo de este amor del escultor por su estatua y sintió piedad. Durante las festividades que se celebraban en honor a ella, el escultor estuvo presente. Con timidez, ofreció el sacrificio de un toro y rogó a la diosa que le diera una esposa, como su virgen de marfil. Aprovechando esta oportunidad, la diosa hizo elevar la llama del sacrificio que había ofrecido Pigmalión en señal que lo había escuchado, pero el pobre no se dio cuenta. Regresó a su casa deprimido, contándole a su estatua como le había ido. El escultor, con lágrimas en los ojos estuvo largo rato observando en silencio su estatua, y cuando ya se hizo noche, decidió despedirse de ella, para lo cual le dio un beso en los labios… se llevó la sorpresa de su vida cuando fue correspondido. Pigmalión le dio un segundo beso y en ese instante, la estatua se convirtió en un ser humano y cobró vida, y al ver a su escultor, se enamoró de él. De esta unión, nació un hijo, Pafo.