FIC REMODELADO. Para referencias a mi estilo y a ciertos aspectos del fic, lean 'Littera Minima' y sus secuelas. En esta ocasión, sumen 3 años a las edades del canon. Tengan en consideración que Ekléctica revisó TODA esta saga para que temporalmente (valga la redundancia) todo calce como corresponde y el tiempo que transcurre entre un fic y otro no genere conflictos. Llevo semanas tratando de que ésta aparezca en mi profile, pero como se resiste, visiten el de Ekléctica, que a ella sí le resultó.
Un especial agradecimiento a Seika Lerki, Tsuyu Ryu y Ekléctica (El Concilio del Fic), madrinas y lectoras de prueba de este fic, que además de incentivarme y animarme a escribir, aplacaron mis instintos asesinos y varios personajes vivieron para contarlo.
Una recomendación especial, si quieren ver este universo expandido, lean "Madness of Love", de Lady Seika Lerki y el omake "Lo que Sueño de ti" y las adorables miniserie "Familia" y "Futuro" de Ekléctica. Finalmente, aunque no menos importante, "Luz Amatista", de Tsuyu Ryu, es una joya. Las conversaciones que las inspiraron a ellas, de paso me inspiraron a mí para retomar este hábito mío de escribir fanfictions. ¡VAYAN A LEER! =D
Saint Seiya, la trama y sus personajes pertenecen al Sr. Kurumada y a quienes han pagado por el derecho respectivo. No estoy ganando dinero con esto, nada más entretengo a mi imaginación y le doy más trabajo a mi Musa.
ADVERTENCIA.
Principio 123 para ver y entender Manga: Si hay que elegir entre la atractiva, inteligente, y alta estudiante de secundaria y una llorona; la llorona obtiene el papel de heroína.
Se pide criterio y discreción por parte de los lectores. No me hago responsable de castigos, lesiones, o penas capitales derivados de la lectura de este capítulo.
Capítulo 16: Conversaciones y Confesiones
Casa de Géminis.
Día Siguiente. 9:32 am.
Uno podría esperar que luego de tan agitada noche, las cosas se calmaran un poco, pero no fue así. En cuanto Anita llegó a Géminis en los brazos de Kanon, todos los santos se abalanzaron sobre ellos a preguntar y a ver por sus propios ojos que la pequeña estuviese bien e ilesa. Shion entonces se contactó con Dafne para comunicarle las buenas nuevas, mientras Saori y los demás dorados intentasen disuadir a Anita para que soltase a Kanon y que se que se tomara una sopita de pollo, que no estoy muy segura quién preparó.
Anita se había pegado un fuerte trasnoche. Se quedó dormida a eso de las 00:30 am. Dafne hubiera querido que la niña le fuese entregada esa misma noche, pero Shion no accedió, dado que la nena estaba muy agotada y por mucho que ya fuera seguro entregarla a las autoridades civiles, era mejor que descansara y se le pasara el susto. No entregaría a la niña, a menos que estuviese descansada.
Obviamente Dafne no quedó del todo conforme con esta negativa de Shion, pero no le quedó más que aguantarse. Además, el Patriarca le prometió llevarle él mismo a la niña hasta sus oficinas a la mañana siguiente… Por eso casi todos los dorados aprovecharon de despedirse, dado que no tendrían la oportunidad de hacerlo al día siguiente.
Ahora Shion se encontraba en el templo de Géminis, en la salita de estar, junto con Saori y Mu, mientras esperaban con infinita paciencia que los gemelos bajaran con Anita: Saga acompañaría al Patriarca y a la diosa hasta las oficinas de INTERPOL, mientras Kanon se quedaba cuidando de Isabella… aunque ella no lo supiese. Y hablando de la reina de roma… ésta se dejó abrazar por los pequeños brazos de Anita, mientras ella misma le correspondía aquél tierno gesto.
"¿Te vas a poner buena?" Preguntó Ana con un enorme puchero.
"¡Claro! Hierba mala nunca muere…" Le respondió Isa con una cansada expresión. La cabeza le daba vueltas y aunque ya no tenía fractura de la cual quejarse ¡Ay, qué sensible tenía el puñetero brazo!
"Isabella es fuerte Anita. No se iba a morir por algo así." Explicó Saga con calma.
"Tu tía Isa es como las cucarachas: son débiles, pero nada las mata." Se burló Kanon. Isabella lo ignoró.
"¡Qué Bueno Que No te Moriste! Me Asustaste mucho." Le confesó la niña, sin dejar de lloriquear. "¿Qué harás sin mí, ahora que me voy?"
"Me las arreglaré." Isabella suspiró. "Espero que ahora te cuides mucho: ya sabes que no te debes escapar de tu niñera ni subirte a autos extraños."
"Sí, sí, lo sé, ahora lo sé. No lo volveré a hacer." Anita volvió a abrazar a Isa. "Gracias Tía Isa. Lo pasé muy bien."
"¿No te vas a despedir de mí?" Preguntó Kanon, fingiendo escándalo. Anita lo miró con ojos grandes y corrió a abrazarle.
"TÍO KANON, ¡TAMPOCO ME VOY A OLVIDAR DE TI!" Le dijo con un gran puchero. Anita fue levantada en brazos por Kanon. "No me olvides, ¿bueno? Le voy a contar a todas mis amigas que te conocí. Prometido."
"Eso me parece muy bien, pero no le des mi teléfono a nadie."
"Es hora de irse, Anita." Anunció de pronto Saga, quien estiró sus brazos hacia la niña. "¿Quieres que te lleve?"
"¡Adiós Tío Kanon! Te quiero mucho. Gracias por todo." Anita se dejó tomar por Saga. "No pelees tanto con Tía Isa ¿Bueno? Dale un beso de esos que se daban el otro día." Añadió la niña con una sonrisa equivalente a doscientos watts. Saga sofocó una carcajada al ver lo colorados que los aludidos se pusieron. Anita ladeó la cabeza curiosa. "¿Dije algo malo?"
"En lo absoluto." Dijo Saga sonriendo. "Ahora vámonos que nos están esperando."
"Adiós, los quiero mucho."
Bastaron unas cuatro zancadas para que Saga saliera del piso residencial y cerrase la puerta tras de sí, llevándose a Anita con él. Isabella se apoyó en la pared y tomó aire como si con eso pudiese sofocar el dolor de cabeza que sentía. Estaba tranquila… aunque tenía la sensación que había dejado el trabajo a medias.
"Espero que no vuelva a meterse en este mismo lío." Suspiró la chica con calma. "La voy a echar de menos."
"Yo también: esa cría es encantadora. Me pregunto cómo será cuando sea mayor."
Isabella no contestó, pero no pudo evitar sonreír ante la imagen de una Anita más grande. Se apoyó en la pared y se puso de pie, ayudada por Kanon. Cruzaron miradas.
"Iré a tenderme… la cabeza me da vueltas."
"¿Necesitas que te ayude?"
"NO. Gracias. Puedo sola."
Arrastrando los pies, Isabella se deslizó hasta el cuarto de aprendices, bajo la atenta mirada de Kanon. El menor de los gemelos suspiró al ver cómo se cerraba la puerta tras de ella. ¡Tanto que tenía que hablar con ella! Pero… ¿Cómo hacerlo si Isabella había puesto una enorme pared entre ambos? Hubiera querido… Hubiera querido…
… Hubiera querido estrecharla en sus brazos…
Casa de Leo.
La Quinta Casa estaba bastante concurrida esa mañana. Por alguna extrañísima razón, todos los dorados, a excepción de Mu, Saga, Kanon, Shaka (seguía en estado de '¡OMMM!') y Camus (que seguía en Francia), estaban reunidos en el piso residencial de Leo, y ninguno tenía buen aspecto. Buscar una niña pequeña bajo la lluvia, luego que 7 intrusos irrumpieran en el Santuario no era divertido. Todos habían pasado mala noche, pues se habían enfriado más de la cuenta, lo cual afectó sus ritmos y patrones de sueño.
"¡No puedo creer que estos tipos se quejen tanto!" Protestó Alisa, mientras probaba la sopa. "¿Quién está sin sopa?"
"¿Quejarse? Bah. No los has escuchado quejándose." Comentó June, mientras sacaba algunas servilletas. "Máscara de la Muerte y Shura quieren repetición; Aioria está sin sopa, pero no quiere comer nada."
"Tienes razón, no los he escuchado quejarse, aunque a Milito sí que le he oído." Comentó Alisa, quien, tras dejar la sopa tranquila, buscó algunos platos en un estante cercano. "Que se den con una piedra en el pecho, que si no se hubieran visto lo bastante desvalidos, no les hubiera preparado la sopa."
June asintió en señal de apoyo. Ayudó a Alisa con una bandeja y cuando estuvieron servidos los platos, ambas salieron de la cocina en dirección de la sala. Allí, los bravos y poderosos caballeros dorados estaban sentados en los sillones y sillas que podían, y a ver cuál de todos se veía peor.
Afro estaba ojeroso y pálido, Dohko, Aioros y Shura tenían las narices rojas. Máscara estaba decaído y tenía los ojos muy brillantes. Alde parecía tener fiebre y Aioria no quería comer, porque no se sentía bien del estómago. Al menos los demás parecían comer con entusiasmo: Alisa había preparado una sopa muy buena.
A todo esto, el único que se veía bien era Milo, quien estaba inclinado sobre el moisés de Kyrus y le hacía caras a su hijito.
"¡Qué buena está esta sopa!" Exclamó Afro complacido.
"¡Muy Reponedora!" Reconoció Dohko. "Alisa, si cocinas así, no sabes cómo envidio a Milo."
"No me envidie mucho, que la sopa es lo único que le queda bien." Se burló Milo de pronto. Alisa entrecerró los ojos.
"¡No me digas, Milín!" Exclamó Alisa a propósito. Los demás santos s sonrieron: no tenían energías para reír como se debía. "No fue eso lo que me has dicho toda la semana."
"Con hambre todo se encuentra delicioso."
"Bah. Al menos sé cocinar: Tu hierves agua y te queda cruda."
June y Alisa sirvieron y recolectaron platos antes de volver a la cocina. Dejaron los platos en la lavadora y regresaron a la sala. June se desvió un poco para ir por una manta, la que luego puso sobre los hombros de Aioria, que realmente se veía muy enfermo… Marín se iba a preocupar en serio. June suspiró: esperaba que el orgullo se le pasara a su compañera, que cierto león se veía casi terminal.
Aunque siempre se veía terminal cuando se resfriaba.
"¡Atchíss, Atchíss!"
"¡MILO! No te desabrigues: No quiero que te dé una recaída." Protestó Alisa de pronto, quien por distraída, no se dio cuenta que su marido no había sido el protagonista de esos estornudos.
"¡HEY! ¡Yo no Fui!" Exclamó Milo con ojos de perrito.
"¡Atchíss, Atchíss…! Fui Yo… perdón." Rezongó Aioros.
Alisa y June intercambiaron una rápida mirada y sabihonda. Tenían la corazonada que esa sería una semana MUY LARGA.
Casa de Géminis.
"¡Atchíss, Atchíss!"
Kanon estornudó un par de veces antes de poder terminar de preparar su café. El menor de los gemelos se quedó quieto unos segundos: mejor le pedía a Mu cuando regresara algún tipo de medicina, pues no quería resfriarse. Andaba dando vueltas un germen por el aire y no quería caer víctima de él, no le gustaba sentirse enfermo. Finalmente se sirvió su café, al que le puso leche, salió de la cocina y se dirigió a la sala.
Entonces vio a Isabella, que caminaba arrastrando los pies y que parecía dirigirse a la cocina. Tenía puesto el pijama que Marín le había prestado y su propia bata, que seguramente había tomado del baño. Kanon no dijo nada al respecto, pero no se quedó callado.
"¿Qué haces levantada?" Le preguntó curioso. Se suponía que Isabella debía estar en cama, a oscuras y descansando.
"… No lo sé." Isabella desvió su mirada al suelo y se encogió de hombros. "… Quisiera un té e iba a prepararlo."
"¿Por qué no me lo pediste? Te lo hubiera llevado." Le dijo Kanon casual. Isa no respondió: sus mejillas se sonrosaron. "Deberías volver a la cama… A menos que quieras sentirte peor. Yo te llevaré el té." Añadió con suavidad.
"Gracias." Isabella lo miró a la cara, apoyando su brazo derecho contra su cuerpo. "Y gracias de nuevo."
"¿Huh? ¿Dos Gracias?"
"Deberían ser tres… Por lo del té…" Isabella se detuvo unos segundos. Gracias por lo de anoche… y por ayudarme estos días con Anita."
"…"
"También… También te debo una disculpa… ya sabes… por ser tan perra contigo desde el principio."
"Bah." Kanon se puso algo nervioso. "Me han tocado peores."
"No como yo. Sé que soy muy antipática." Isabella hizo una mueca de sarcasmo. "En cierta medida es culpa mía, pues no puedo cambiar eso de mi…" La chica se sentó en el suelo, deslizándose por la pared. Kanon la imitó.
"Mmm… no lo sé… yo no fui muy simpático que digamos." El menor de los gemelos suspiró. "Créeme que han tocado peores."
"Te aseguro que no como yo." Dijo Isabella, que no dejaba de mirarse los pies. "… Verás… Yo… Tiendo… a tratar mal a quienes me atraen, más aún…" La chica se detuvo unos instantes, como pensando en lo que iba a decir a continuación. "… más aún cuando les tengo más afecto del necesario."
"¿Te atraigo?" Preguntó Kanon arqueando ambas cejas. Esto hizo que su presión arterial se acelerase como nunca antes de la emoción. ¡Quizás tenía una oportunidad!
El rostro de Isabella se puso de un bonito color rojo escarlata. La chica tensó los hombros y su vista se fijó en sus pies. Ninguno de los dos dijo nada en un buen rato, ambos estaban expectantes y esperando que el otro rompiese el silencio.
"No me digas que te sorprende." Protestó una avergonzada Isabella al cabo de quince minutos. Sí, se quedaron callados un cuarto de hora, pese al daño a la salud que podía sufrir ambos. "Feh. Sí… sí me atraes… me gustas mucho…"
Esta vez el que se puso rojo fue Kanon. Isabella tenía que ser la primera chica que le decía que le gustaba antes que él se lo dijese. Se produjo un silencio más corto entre ambos, no duró más de dos minutos.
"… ¿en qué topamos?" Preguntó Kanon muy apenado, pero esperanzado… "O sea… sí te gusto." Afirmó coqueto. Isa asintió levemente, pero el santo no tuvo buena espina al ver que su chica tensaba aún más los hombros.
"No soy una chica para ti." Dijo Isabella en voz baja, con tono dolido. "Daño a quienes aprecio por una buena razón…"
"¿Qué es lo que…?"
"¡No he terminado!" Exclamó de golpe. Minuto de silencio. "… entiende que soy antipática… no… No quiero que me dañen… entiende eso… No… soy tan fácil como parezco…"
"Nunca he dicho que eres fácil." Kanon se cruzó de brazos. "Si lo dices por los besos…"
"Lamento todo eso… me dejé llevar… aunque no me arrepiento. Pero…"
"… ¿Pero qué?" Kanon suspiró. Algo en la actitud de Isa comenzaba a preocuparlo, aunque más que una eventual, lo que le preocupaba no era él mismo, sino la chica.
"Esto tiene que terminar aquí. No es contigo, pero no me quiero involucrar en algo así… yo no… no puedo ahora…"
"¿Ya tienes novio?" Preguntó descorazonado.
Isabella tuvo una reacción extraña. Se tapó los oídos y se tensó tanto, que Kanon creyó que la chica quería fundirse contra la pared. Negó con la cabeza y respiró profundo.
"¡NO…! Nunca… nunca he tenido novio… pero… pero…" Isabella miró a Kanon por primera vez en mucho rato: tenía los ojos llenos de lágrimas y luchaba a toda cosa para que estas no cayesen por sus mejillas. "por favor, por favor… no soy buena suplicando… Por favor… dejémoslo así y no sigamos más. No nos veamos más…"
Kanon no supo qué pensar. Se sentía muy dolido. Algo no estaba bien con Isabella, y aunque la chica había reconocido que él le gustaba mucho, no se animaba a confiar en él y seguía fortaleciendo aquella enorme pared que había puesto entre ambos. Era como si indirectamente la estuviera haciendo sufrir…
… y por muy antipática que fuera, no quería hacerle eso.
"¿En serio quieres eso?" Le preguntó con un nudo en la garganta. Isa movió la cabeza, sin asentir o negar del todo en un mismo movimiento. Kanon sintió un enorme peso sobre sus hombros. "Dame al menos una buena razón. Si quieres que esta sea la última vez que hablemos…" Kanon se detuvo unos minutos. "… Bien por mí, si eso es lo que quieres, te… voy a dejar sola, pero al menos dime… sólo para sacarme de dudas… y para no tener que arrepentirme luego… dame una buena razón."
Isabella lo miró de hito en hito. Tuvo una poderosa necesidad de saltarle al cuello, sentarse en su regazo y abrazarlo, pero… ¡Argh! Maldita sea. Algo dentro de sí la reprimía e impedía que hiciera eso. Ese miedo… ese miedo que ya llevaba un año carcomiéndola por dentro, el mismo miedo por el cual había decidido ser antipática con las personas.
¡Nunca antes le había estorbado tanto!
"No es contigo… Soy yo la del problema." Le dijo con ojos grandes. "… Besas muy bien… y debo ser honesta: nunca creí que podría volver a sentirme tan cómoda con un beso… o en los brazos de alguien… ¡Porque me sentí como no tienes idea! Pero… está… cierto lastre que arrastro…"
La chica comenzó a frotarse el hombro derecho con nerviosismo. Desvió su mirada al piso y se mordió los labios. Esto no parecía ser nada fácil para ella.
"¿Isa?" Kanon se incorporó un poco, preocupado, molesto consigo mismo por haber hecho tal pregunta. "Si no quieres decirme, no tengo problemas, podemos dejarlo…"
"Estoy dañada… fue el año pasado." Isabella apretó los labios y tomó aire. Hizo una mueca de disgusto. "… di pelea… no… no me lo pude quitar de encima…"
El santo de géminis abrió los ojos como platos y estuvo a un pelo de ponerse de pie. ¿Acaso había inferido bien…? Frunció el ceño.
"… me… me… ya sabes." Algunas lágrimas rodaron por sus mejillas, pero Isabella las atrapó entre sus manos con rapidez, como si no quisiera mostrar más debilidad de la que estaba mostrando. "… no he podido… sacarme esa sensación de encima. ¡No se va! No lo controlo… ¿Kanon? Yo…"
"…"
"… No soy una chica buena. Quizás no me entiendes, pero me siento… sucia… y asquerosa." Isabella se puso de pie. Se veía furiosa y aterrada, no con Kanon, sino con ella misma. "… no te convengo… dejémoslo hasta aquí ahora que se puede. Y búscate a alguien que te merezca más que yo."
Kanon no tenía ni la más remota idea de lo que tenía que decir. Primera vez que se quedaba sin palabras y angustiado como no lo estaba desde la batalla contra Hades por alguien que no fuera él. Isabella, sin mirarlo a la cara, apoyándose en la pared, se regresó al cuarto con relativa rapidez, y una vez allí, se encerró.
No fue tras de ella. No podía comprender sus motivos, pero consideró que era más prudente dejarla con ellos y respetar su decisión. Pero ¿Quién Había Sido El Maldito Desgraciado? Empuño las manos, frunció el ceño y apretó los dientes furiosos. ¿Quién Había Osado? Apoyó la cabeza contra la pared, como si buscase calmarse. Suspiró profundo y miró hacia el cuarto de aprendices.
"Aun así… quisiera estar contigo…" Susurró.
Al cabo de unos minutos, se obligó a ponerse de pie y como si llevase el mundo a cuestas, caminó en dirección de la sala.
Continuará.
Por
Misao–CG
*No Hay Adelanto del Próximo Capítulo, Ya Que Es El Último.*
PS: ¿Estuve rebuscada? Sí. ¿Fui cruel con Kanon? También. ¿Hago sufrir a Isabella? Ni lo duden. ¿Escribí un buen capítulo? ¡GRACIAS POR LEER!
