Capítulo 5:
Ya estaban en la estación King Cross, eran ya eran cerca las doce del día y nuestros tres amigos estaban frente al tren; el tren era como el Expreso de Hogwarts, pero no llevaba alumnos y lo usaban los profesores cuando iban a Londres a visitar a sus familiares y luego volvían al castillo, cuando algún padre debía ir por un asunto urgente o también cuando iban funcionarios del ministerio. Nuestros tres amigos habían decidido ir por tren para ver el paisaje y recordar viejos tiempos, además que estando allí podrían conversar mejor y planear algo.
- ¿Se acuerdan la última vez que nos subimos al tren? – preguntó nostálgico Harry abriendo la puerta de un compartimiento y dejando pasar a Ron y Hermione.
- Por supuesto, fue cuando salimos de Hogwarts... – respondió la chica acomodándose en el asiento y dejando un pequeño bolso, en el que traía su ropa en una rejilla sobre los asientos.
- Cómo olvidarlo...Estábamos los tres llorando a mares y prometiendo que siempre seríamos amigos y recordábamos todo lo vivido y también les dijimos unas pequeñas palabras a cada uno...Creo que inundamos el tren ese año... – comentó para darle algo de divertido.
- Muy gracioso... – lo miró de forma asesina Hermione que iba a su lado jugando con su cabello.
- ¿Saben?...Tengo un muy mal presentimiento... – dijo de pronto Harry acomodándose sus gafas después de una hora de viaje en que iban callados sumidos en sus pensamientos.
- Yo también...Siento que algo no está bien en el tren... – confesó Ron parándose de su asiento y cruzándose de brazos apoyado en el marco de la puerta.
- A decir verdad, yo igual...Pero...¿Qué será? Aparentemente todo marcha bien... – inquirió la castaña observando confundida a sus amigos.
Silencio nuevamente, todos intentaban encontrar alguna respuesta a su presentimiento. El ambiente era tenso, se notaba que algo faltaba...algo no andaba bien en el tren. Cada uno hacía el mayor esfuerzo de ver o captar algo anormal, pero todo seguía igual, hasta que por fin...
- ¡Esperen! – dijo Ron y salió del tren dejando a Harry y Hermione solos.
- Ojalá que lo que haya pensado este correcto... – dijo en un suspiro la chica cerrando sus ojos.
- Veamos Hermione...Hablamos de Ron, hay tres posibilidades por la que haya salido: Fue al baño, fue a buscar el carrito de la comida y la última y la más milagrosa, es que por fin se le encendió la ampolleta de las ideas en su mente y tiene una idea de que podría ser que pasaría... – comentó él riéndose con Hermione a carcajadas.
Luego de unos minutos se vio una sombra acercándose por el cristal de la puerta del compartimiento y seguido entró Ron agitado y bruscamente. Los chicos se miraron confundidos y se levantaron a ver que sucedía...Hermione se acercó a Ron y le puso su mano en el hombro.
- ¿Qué pasa Ron? – preguntó preocupado Harry.
- Bueno...hay un gran problema en el tren... – respondió él.
- ¿Cuál¿Qué averiguaste? – preguntó exasperada Hermione.
- ¡No hay pasajeros! Somos los únicos, no hay carrito de la comida y...en la sala de controles no había nadie...
- Pues Ron, eso es normal, el tren se maneja con magia... – respondió torciendo los ojos Hermione.
- ¿Crees que no lo sé? Además hay otro pequeño detalle ahora... – terminó él mirando a la ventana aterrado.
- ¿Sabes? Te creo Ron... – comentó Harry acercándose a la ventana y su cara cambió drásticamente a una sorprendida, aterrada y nerviosa - ¡El tren se está cayendo de los rieles! – gritó él señalando la ventana.
Hermione se acercó seguida de Ron. En efecto, ya no viajaban por las colinas sobre los rieles, no. Estaban cayéndose. Hermione aterrada se abrazó de Ron y este ni se inmutó, estaba más preocupado de qué podrían hacer para salvar su vida y no quedar como unos wafles aplastados en las praderas.
- Bien...Hay que hacer algo...algún hechizo... – dijo Harry tratando de recordar algún hechizo para detener caídas precipitadas de lugares de unos 800 metros de altura.
- Bien...Iré a la sala de controles a ver si puedo hacer algo... – dijo Hermione saliendo precipitadamente del vagón a toda velocidad y con varita en mano.
- ¡Tengo una idea! – gritó Ron - ¡Accio Saeta! – gritó Ron señalando con su varita a una escoba que estaba junto al bolso de Ron - ¡Abre la ventana! – ordenó y Harry ya entendió su plan.
Harry asintió y también sacó su varita. Abrió la ventana y Ron salió montado en su escoba fuera del tren.
- ¡Accio Saeta! – gritó Harry y su fiel escoba estaba en su mano derecha, se montó en ella y salió al igual que Ron fuera del tren.
Ron estaba esperando a Harry y le lanzó una mirada significativa. De verdad esto iba a ser difícil...Los dos tomaron fuertemente sus varitas. Harry se fue al lado contrario de Ron, dejando cada uno frente a frente, sólo que le tren estaba entremedio.
- ¡Winguardium Leviosa! – gritó Harry y con el ligero movimiento de muñeca trató de hacer levitar al tren en el aire mientras Hermione intentaba arreglar la dirección del tren.
- ¡Winguardium Leviosa! – gritó Ron unos segundo después con un ligero movimiento de muñeca mientras empuñaba su varita.
No disminuía la velocidad de la caída del tren. Harry y Ron trataban de tener fe y que tener pensamientos positivos, pero el peso que sentían en sus varitas hacían que sus brazos temblaran y poco a poco quería soltar su varita para dejar de sentir ese dolor, pero no podían, tenían que llegar al castillo, era su colegio y además, todo implicaba a Dumbledore, no podían desertar ahora esta misión tan importante en estos momentos, en cualquier momento podrían matarlo y todo dependía de un maldito esfuerzo por sostener el peso del tren en sus varitas para que levitara.
Ya estaban a unos 200 metros de altura e iban cayendo. Los muchachos no perdían la fe en que todo podría cambiar y por supuesto, poco a poco fueron deteniéndose y el tren quedó levitando en el aire.
Harry suspiró aliviado y cerró los ojos. Luego guardó su varita y se dirigió a donde estaba su pelirrojo amigo. Ron estaba limpiándose el sudor de su frente y guardando con su mano libre su varita. Sonrieron aliviados y se fueron volando observando ventana por ventana cada vagón para encontrar la sala de controles y ver si Hermione ya había solucionado algo por allá. Cuando por fin llegaron vieron a Hermione observando un papel entre sus manos mientras lo leía con sus ojos abriéndose como platos haciendo que Harry y Ron se miraran asustados y a la vez preocupados. Harry sacó su varita y con un simple 'Alohomora' pudieron entrar a donde estaba la chica.
- ¿Estás bien? – preguntó Harry.
- ¿Qué pasó? – preguntó impaciente Ron al ver que la muchacha no les prestaba atención.
- ¡Es increíble! – fue lo único que gritó arrugando la hoja en sus manos cerrando los ojos de impotencia y rabia – Que bueno que detuvieron este tren, creo que les costó mucho¡Buen trabajo! – les felicitó a sus amigos dándoles unas palmadas en sus brazos.
- Sí...¿Qué es esa nota? – preguntó Harry preocupado.
- El maldito secuestrador dejó esta nota... – respondió ella, estiró el papel en sus manos y comenzó a leer – "Espero que estén disfrutando está linda vista del paisaje mientras van cayendo...Pueden detener el tren, pero no les será muy fácil ponerlo de nuevo en marcha y arreglar su dirección...Ojalá que la señorita Granger pueda hacerlo, creo que podrá...Aunque lo dudo...¡Se me olvidaba! El profesor Dumbledore les manda saludos...¡pero es cierto! él no pudo, está profundamente dormido..." – concluyó ella dándole el papel a los chicos.
Ellos lo leyeron nuevamente. Ron estuvo a punto de romper el maldito papel y quería gritar de impotencia, no podían hacer nada, él se estaba burlando de ellos y lo peor es que si hacían algo indebido y sin pensarlo podían arriesgar la vida de Dumbledore, es claro que el director de Hogwarts es muy poderoso y hábil, pero estos últimos años después de la batalla contra Voldemort le han hecho notar su avanzada edad y que tiene que cuidar su salud. Harry estaba casi igual, pero él estaba aún más enojado; para Harry Dumbledore fue como...el abuelo que nunca tuvo, la persona que lo rescató de los Dursley y quien le dio una segunda parte a su vida, dándole a conocer su otro mundo y empezar a creer que todo en la vida es posible...tan posible como que él haya sido secuestrado y los muchachos no podían hacer nada.
- Bien...¡Finitem Encantatem! – gritó Hermione saliendo de sus pensamientos al igual que sus amigos apuntando con su varita una palanca extraña junto al panel de controles lleno de botones y teclas con palancas – Veamos... – dijo ella acercándose al panel de controles.
- ¿Tienes idea de cómo ahora hacer andar esta máquina? – preguntó Ron acercándosele.
- Mmm...¿Alguna idea Harry...? – preguntó la chica.
- Pues en la Academia de Aurores me enseñaron a vencer mortífagos y hechiceros malvados, pero no a ser mecánico... – respondió él haciendo esbozar unas débiles sonrisas a sus amigos.
- Vale...En primer lugar, muevan el tren hasta los rieles...tengan cuidado con hacer que se caiga si no quieren verme muerta, gracias...Y aquí yo me encargaré de hacer unas pequeñas cositas... – ordenó ella abriendo una gaveta abajo del panel de control y metiendo sus manos a los cables de diferentes colores.
- Ten cuidado... – le advirtió Harry torciendo sus ojos y salió con Ron para poder mover el tren.
Luego de unos diez minutos de haberlo dejado en las vías, nuestros dos amigos en sus escobas dejaron sus cosas en su compartimiento y de inmediato se dirigieron a ver cómo iba su amiga en la sala de controles.
- Hermione... – dijo Harry sorprendido, ya que al entrar no había nadie.
- ¡Acá estoy!...¡Salgo de inmediato! – se oyó la voz de la chica y a continuación la gaveta debajo del panel se abrió y salió Hermione toda sucia y con su varita en la mano.
- ¡Te ves horrible! – gritó Ron riéndose junto con Harry al ver a su amiga.
- Muy graciosos... – contestó ella algo enojada y se volteó - ¡Funtionero Planeo!...Maquiné grustew foermenta ostentosita – dijo ella apuntando con su varita.
Una fuerte sacudida se sintió en el tren y comenzó a andar. La chica se volvió a sus amigos con una sonrisa triunfante y guardó su varita mientras los muchachos la veían como si ella fuera lo mejor del mundo – Algo de dialectos antiguos me fue útil.
Luego se dirigieron a su compartimiento. Se sentaron en los mismo lugares que antes y comenzaron a conversar sobre lo ocurrido.
- Habrá que tener mucho más cuidado desde ahora en adelante... – agregó finalmente Harry.
- Sí...Una pregunta...¿Por qué tienes tu escoba aquí? – le preguntó curioso el pelirrojo a su amigo.
- Me gusta tenerla en caso de emergencia ... – respondió este feliz.
Siguieron conversando hasta que llegaron al pueblo haciendo que todos los recuerdos de cada uno se hicieran más presentes ahora mientras el sol se ocultaba en las colinas...
Notas de la autora: Hola!! Vale, la carta del secuestrador es lo más indecente que se habrá visto en la historia, así q ya estoy preparada psicológicamente para sus críticas respecto a esa "nota".
Bien, espero que no los haya decepcionado y pido millones de disculpas x este capi tan corto, pero...intentaré hacerlos más largos.
Besos,
Sirenita
