Hechizo de Amor...
Por: Karonte.
Capítulo 1: Sobre el escenario.
La gente se atropellaba para poder ver pasar a los integrantes de la Compañía Strafford entrando al teatro, miles de chicas gritaban a coro el nombre de su estrella y actor principal mientras trataban por todos los medios de colarse entre la seguridad y obtener un autógrafo...
- Terry, Terry! Aquí! Mírame, Terry! - gritaban las chiquillas entusiasmadas al ver al joven salir de su automóvil. El chico con su característica elegancia saludo de lejos y repartió algunos autógrafos para entrar al teatro.
Tras bambalinas Karen Claise, la actriz principal de la compañía saludaba y daba entrevistas a los reporteros, quienes al ver a Terry, corrieron a su encuentro, pero sin ningún buen resultado, pues el joven actor no concedía entrevistas a nadie, lo que publicaba la prensa se lo había tenido que sacar a alguno de sus compañeros, al propio Sr. Hathaway o simplemente a los rumores que corrían por donde se presentaba la compañía.
Terry entró en su camerino fastidiado, había empezado a creer que la vida jamás le daría buena cara, era la gran estrella, había alcanzado el éxito, tenía dinero, sus relaciones con su madre habían mejorado mucho desde que ella lo reconoció públicamente como su hijo, el rompimiento del compromiso con Susana hasta le había devuelto las ganas de vivir, sin embargo sabía que jamás sería así.
Después de que regresara a la Compañía y le otorgaran una nueva oportunidad, había decidido seguir con la dichosa boda, sabía que había hecho una promesa y que si por honor y deber había llegado a ella, tenía que seguir con el mismo juego. Sin embargo meses antes de la boda, Susana le recriminó fuertemente el que jamás la amaría, así que ella misma decidió dejarlo ir, después de todo "su" Terry sólo había sido un capricho, quitárselo a "ella" era suficiente, saberse vencedora a pesar de que él la amaba, a pesar de que ella había salvado su vida, a pesar de todo...
El joven actor se había desplomado sobre un cómodo sofá a descansar, el viaje en barco había sido completamente agotador, y ahora Roberth se había empeñado en conocer bien el teatro para que se fueran habituando a él. Era una costumbre y casi un ritual que el primer día de la compañía en un lugar nuevo hicieran una "junta" o festejo como todos lo veían realmente sobre el escenario para desearse una buena temporada. El problema es que a veces la Compañía llegaba tan cansada que lo primero que pedían a gritos era una cama y dormir hasta el día siguiente, si asistían era por que realmente era bueno relajarse un rato antes de comenzar con los duros ensayos y disfrutar del buen humor de todos, pues conforme empezaba el trabajo parecía que todo mundo estaba neurótico o insoportable.
Hacía tanto tiempo que no estaba en Escocia... qué recuerdos... siempre le alegraban el alma, siempre daban un poco de calor a su ser, le arrebataban una sonrisa y por supuesto una imagen de su mente. Terry esbozó una gran sonrisa y sin embargo sus ojos eran la viva imagen de la soledad y la tristeza de su alma.
- ¿Aún me recuerdas pecosa? - se dijo en un suspiro con las manos detrás de la cabeza disfrutando de la comodidad del sofá - seguramente no piensas más en mí... - agregó con amargura, sin embargo se interrumpió cuando la puerta del camerino se abrió de improviso. - ¡Pero que diablos! -pensó realmente molesto, todo mundo sabía de sobra que si algo molestaba a Terry era que no tocaran a su puerta antes de abrir y que se entrometieran en su intimidad, nadie, ni en un millón de años hubiera entrado al lugar conociendo de sobra el genio del actor y mucho menos sus desplantes de furia.
Cuando se dio cuenta una joven entraba al lugar como quien entra a su habitación, con tanta confianza que tal parecía que hubiera esta allí antes. Terry pensó que era una de sus latosas admiradoras, que se había colado a su camerino para pedirle un autógrafo, sabía que sus fans eran las que lo tenían en la cima del éxito, sin embargo sólo hacía las debidas cortesías cuando era necesario, pero aquella chica había entrado a la cueva del lobo sin saberlo, pues si algo detestaba era que lo hostigaran, sin embargo parecía que ella no había notado su presencia, estaba de espaldas hacia él, tal vez si no se movía seguramente no lo vería y saldría del lugar tranquilamente, y ninguno de los dos tendría que pasar por un mal momento sin embargo y para su sorpresa, la chica no lo buscaba a él, pues se había hecho a la tarea de buscar en los rincones del amplio camerino, sobre todo del lado del vestidor, debajo de algunos muebles, entre la ropa, ni siquiera se había fijado que Terry estaba recostado en el sofá tras ella, si no encontraba rápido lo que buscaba, seguramente lo descubriría, lo que menos deseaba era tener un altercado con quien sabe quien, ya bastante tenía con tener que lidiar con sus compañeros que no se aprendían sus líneas. Cuando...
-¡¡Pelusa!! ¿Dónde te has metido? - dijo de pronto un poco molesta mientras se erguía y cruzaba los brazos sobre el pecho- - ¡¡Aja!! Condenado te he estado buscando por todo el teatro- agregó mientras que del armario entre el vestuario salía un pequeño gatito de color gris perla y brillantes ojos azules maullando, que después de estirarse corrió a los brazos de la chica - eres un gato travieso, ¿por qué te has salido de la canasta? - le dijo mientras lo cargaba y le regañaba con fingido enfado - me has dado un susto de muerte, ya tendríamos que estar en la "Sala", Darío me va a colgar si volvemos a llegar tarde - dijo mientras caminaba con él hacia la puerta - será mejor que salgamos antes de que lleguen los actores y nos riñan por estar donde no debemos - concluyó mientras salía del lugar con el gato en brazos. -Pero que niña tan extraña... - se dijo Terry y sin saberlo le había recordado a alguien con el mismo candor y dulzura en la voz, a alguien que amaba con el corazón y el alma, alguien que era tan encantadora como la chica... esa voz y ese rostro lleno de pecas se dibujó en su mente, esbozó una sonrisa y sin darle importancia al asunto se metió al pequeño baño para refrescarse.
Poco después John tocó a la puerta del camerino de Terry, para avisarle que Robert sólo los esperaba a ellos...
-Quien era la belleza que salía de tu camerino Terrence-preguntaba John - - no será una de tus admiradoras, hombre que envidia me das!!, yo nunca atraigo a las bonitas!!- - caminando a su lado dirigiéndose al escenario. -No lo sé, estaba escondido para que no me viera y no pude verle el rostro- dijo el chico a su amigo mientras ambos se dirigieron al escenario para la reunión con toda la compañía. -Pues de lo que te has perdido, realmente una niña hermosa- - concluyó al notar la respuesta seca de su amigo.
John era relativamente nuevo en la Compañía, un chico que veía a Terry como una gran celebridad y a quien admiraba por la dedicación y perfección de su trabajo. Cuando la compañía perdió a Terry durante el tiempo que desapareció de los escenarios, y con Susana lesionada, tuvo que recurrir a una obra que en su tiempo tuvo éxito, así que remontó el Rey Lear y el joven John de unos 16 años había interpretado al Rey de Francia, papel que iniciara con la carrera de Terrence. Cuando regresó a pedir una nueva oportunidad, Robert lo había acogido con los brazos abiertos, pues la compañía se estaba viniendo abajo, después del éxito de Romeo y Julieta, el Rey Lear no había cumplido con las expectativas mucho más altas que los críticos esperaban:
" ...Con Terrence Grandchester y Susana Marlow fuera de la Compañía Strafford nadie sabe hasta dónde caerá la fama y calidad del trabajo, pues es poco probable que el Director Hathaway pueda volver a poner en la cima a su compañía teatral, que ha visto el paraíso pero se desploma hacia el olvido..." decía un artículo publicado en los periódicos más famosos de Nueva York.
Ahora con Terry de nuevo en la Compañía, hasta Karen Claise se había hecho famosa, pues nadie negaba que era buena actriz, pero sus actuaciones siempre se opacaban con una mala co-estrella que casi nunca se aprendía sus diálogos o si tenía una buena actuación, siempre estaba el recuerdo de la gran estrella, lo que demeritaba y ensombrecía el trabajo de los demás haciéndolo parecer mediocre, todos habían caído en cuenta que cuando Terry estaba sobre el escenario brillaba y los hacía brillar con su estupenda actuación; así que en cuanto vio a Terry entrar al teatro lo había abrazado y llorando le había dicho que nunca volviera a dejar la Compañía. Así que como era de saberse todos recibieron al hijo pródigo con los brazos abiertos.
John, que se había enterado que cuando Terry debutó lo hizo con el Rey de Francia, lo tomó casi hasta como un presagio de su futuro, pues en uno de los ensayos de "Fausto", le había dicho que era bueno en escena y que tendría futuro, esto fue lo que motivo al chico a tomar al joven actor como su mentor, sin embargo sus actitudes le divertían a Terry, que más que su pupilo lo tomó como su amigo. John sabía más cosas de la vida del actor que nadie más en la Compañía, tenía no sólo su confianza sino hasta compartía con él las rachas esporádicas de buen humor.
* * * * Una vez sobre el escenario, Robert comenzó con su acostumbrado discurso, todos frente a él con los rostros expectantes, menos Terry, que estaba en un rincón recargado sobre una mesa con los brazos cruzados, escuchaba atentamente a Robert, pues le tenía un gran respeto y cariño, pero su expresión no denotaba sentimiento alguno.
- Bien chicos, ha sido un viaje muy largo, y difícil, la guerra está tan cerca de nosotros que puede tornarse muy difícil estar aquí, sin embargo tenemos una misión de llevar nuestro arte a donde sea posible y brindarlo a los demás, pues es cierto que aunque sea un poco ayudamos a los demás a olvidarse un poco de sus problemas mientras ríen, lloran o se enojan con nosotros, espero que esta sea una buena temporada, mucho mejor que la que tuvimos con Fausto y La Noche de Reyes... - Eso ya es mucho decir Robert, se agotaron las entradas las tres semanas antes de los estrenos, ni siquiera habíamos llegado a las ciudades - dijo uno de ellos bromeando - No creo que sea mucho, debemos aspirar a más, pues esta obra que hemos estado preparando será nuestra mejor puesta en escena, así que pido como siempre su cooperación y dedicación... - dijo levantando una copa con sidra que habían llevado para celebrar el inicio de temporada en Europa, todos levantaron sus copas. - Por el inicio de una temporada llena de éxitos... - dijo y todos bebieron de sus copas hasta que vieron el fondo, Terry sin embargo apenas y le dio un trago a su copa.
Robert lo miró y alzó su copa como si brindara por él, Terry hizo lo mismo agradeciendo el gesto de Robert hacia él, pero no bebió, no sentía que debía brindar por él mismo, así que dejó la copa sobre la mesa y se retiró a su camerino, para él la fiesta había terminado.
* * * *
Cuando Terry por fin se dirigía a la villa que le había heredado su padre en vida, el duque había restituido algo que en amor no le dio a su hijo, poniéndolas a su nombre sin importar el escándalo que hizo la duquesa, había pasado buenos momentos con él, de negocios tal vez, pero estaban juntos. No pudo evitar detener el auto y apearse, frente a él estaba el lago, aquel que le traía tantos buenos recuerdos. Sin dudarlo un momento caminó hacia aquel lugar en dónde la había besado por única vez, en dónde había probado sus labios sabor a gloria, los recuerdos parecían agolparse en su mente, la veía riendo, enojada, colgada de una soga, haciendo muecas, con esa sonrisa que podía derretirle hasta los huesos, bailando en sus brazos, temblando al toque de sus labios, y hasta el golpe de la mejilla le supo bien, el ambiente había cambiado, ya no era un adolescente, pero la luz del sol resplandeciendo en todo el lugar, el aroma del césped, la blancura de su piel...
Hace tanto que sueño su boca,
Que la vida se me ha vuelto loca...
Parado con las manos en los bolsillos del pantalón mirando hacia la nada, cuando una melodía triste atrajo su atención, se escuchaba cerca, pero la tenue brisa que corría distorsionaba el sonido haciéndolo más lejano, sin pensarlo llevó su mano al corazón y pudo sentir la forma inconfundible del objeto que más atesoraba en su vida.
Sin quererlo meditar un momento se vio atraído por aquella melodía dulce, era un violín que lloraba, porque eso era lo que le hacía sentir, tanta tristeza, tanto dolor, soledad, así se sentía él sin poder correr a los brazos de su amada del otro lado del océano, así se sintió él el día que su mejor amigo le había dicho que la dejara seguir su camino cuando había ido a recuperarla, así se sentía ahora que los mil recuerdos dolorosos de su vida golpeaban su alma como si hubieran sido invocados con esa melodía. Cuando se dio cuenta caminaba hacia el llanto del instrumento, su sorpresa fue grande cuando detrás de unos arbustos, a la orilla del lago vio algo totalmente mágico, una mujer, delgada y con cabellos negros como el ébano, parada sobre el verde césped húmedo que brillaba bajo el sol, parada hacia el lago como si a él le dedicara su canción, y algo sumamente peculiar en ella no era la chica en sí, lo blanco de su piel o los delicados movimientos del arco, eran las muchas mariposas que volaban a su alrededor como conmovidas por su música, los mil colores de sus alas brillaban con el sol arrancando chispas alrededor de la joven, y ella no se inmutaba, no parecía darse cuenta de que había hechizado a los insectos y que volaban a su alrededor.
Tan impresionado estaba que quedó paralizado, no podía mover las piernas, tan prodigiosa era aquella melodía que lo había embrujado, cerró los ojos tratando de recordarla y atesorarla en su memoria, cuando se dio cuenta que no se escuchaba nada... el silencio ya había cubierto de nuevo el lugar, y sólo los sonidos del lago y las aves se escuchaban, abrió los ojos esperando felicitar a la autora de tan hermosa melodía, pero para su sorpresa ya no había nadie, el lugar estaba vacío, corrió hacia donde estaba la chica y buscó con la vista por todos lados... había desaparecido...
* * * *
Poco le asombró que hubiera sido objeto de una experiencia mágica, a final de cuentas estaba en un lugar en el que había descubierto la magia del amor de unos bellos ojos verdes, las hadas y los duendes eran tradicionales de los cuentos de hadas tan famosos en Inglaterra, y no le extrañó que tal vez un hada hubiera estado cerca del lugar en donde había experimentado el amor de una mujer con tanta intensidad, que aún quemaba en sus labios el sabor dulce de aquella a quien amaba.
Cada noche imagino sus besos,
Pero despierto y la vuelvo a perder...
* * * *
Esa misma noche, la madre de Marc que aún trabajaba para los Grandchester había recibido a Terry con una gran sonrisa, contaba que el pequeño Marc ya había crecido y que había conseguido una beca para estudiar en los Estados Unidos, que le escribía y siempre le contaba de él y de sus éxitos en el teatro. Sin embargo no pudo preguntarle por Candy, se había arrepentido cuando recordó que Marc le había escrito de los rumores acerca del triángulo amoroso en que se había visto envuelto, sobre todo de su desaparición cuando se vio obligado a casarse con la actriz, después de todo y como buena madre, la señora sabía muy dentro de ella que Terry había sufrido mucho por Candy y que ahora no era extraño que aún la amara y que le doliera más su separación, así que siguió como si nada preguntándole de sus giras y por supuesto de la nueva puesta.
- ¿quién será en esta ocasión, joven Terry? - preguntaba mientras volvía a servirle en su plato comida- - un pirata, un príncipe, un rey, un mendigo...- -dijo y Terry no pudo evitar sentirse halagado por la pregunta - Bien Martha... ahora seré el Príncipe de Dinamarca...-dijo y al ver el rostro maravillado de la mujer agregó-- ... Hamlet... seré Hamlet esta vez.... - dijo y la mujer se dedicó a hacerle preguntas y a seguir sirviéndole más comida, sin notar la expresión del chico que sólo había comido para darle gusto pues estaba completamente inapetente.
Una vez en su habitación, los recuerdos volvieron a hacerse presentes, de una u otra forma amaba ese lugar por todos los buenos momentos que paso en su infancia, por que allí estuvo su querida Candy, en la estancia frente a la chimenea, en silencio hablándole con el pensamiento y sintiéndose tan bien como nunca en su vida, pero también los recuerdos buenos traían los malos, la despedida, el dolor horrible de verla tan feliz sin saberlo afuera y dispuesto a correr por ella y llevarla fuera del alcance de todo el mundo, sólo existirían ambos...
Sólo en pantalones, estaba recostado en la cama, con los brazos bajo la cabeza y mirando con esos profundos ojos azules al techo de la habitación, en silencio, se veía realmente guapo, siempre lo había sido, pero el tiempo había hecho un buen trabajo en su cuerpo y en sus facciones, no dejaba de ser delgado, y sin embargo el porte de príncipe siempre lo había tenido, esa elegancia innata que hacia atractiva su expresión arrogante, su espalda se había ensanchado y tenía los músculos marcados por el ejercicio, sus facciones habían adquirido madurez, pero no dejaban de ser finos y elegantes con ese perfil griego que arrancaba suspiros de más mujeres que el propio Adonis, sin embargo su expresión siempre seria y esos ojos turbios lo hacían poco sociable y sombrío como para que la gente se acercara a él, y aún así podía decir que tenía amigos verdaderos...
- ¿qué hubiera pasado si no hubiera hecho caso a Albert ese día y hubiera corrido a pedirle a Candy que huyera conmigo?...- - pensaba, mientras tomaba de la mesita de noche al lado de su cama su gran tesoro y lo llevaba a los labios.
- Hace mucho que no escuchaba esa melodía - se dijo Martha mientras terminaba de lavar los platos de la cena...
Pronto la noche se hizo presente, y ni el cansancio del viaje en barco lo habían hecho pegar un ojo por más de diez minutos, de cierta forma los recuerdos eran los causantes, sabía que de alguna forma serían un impedimento para poder disfrutar de la villa.
Hace tanto que sueño su boca,
Que la vida se me ha vuelto loca,
Cada noche imagino sus besos,
Pero despierto y la vuelvo a perder.
Hace tanto que vivo por ella,
Hace tanto que muero sin ella,
Pero sé que aunque sea en mi sueño
Yo seré dueño de su alma y su piel. (
(Sueño su boca, J.A. Ogara y Joseph Llobel)
Harto de la cama se levantó a abrir su ventana, para salir al balcón a aspirar el fresco aire, a lo lejos del otro lado del lago podía verse la casa que el Colegio San Pablo usaba en verano para llevar a sus alumnos. Sin embargo con la guerra el colegio había estado cerrado por largo tiempo, siendo utilizado como base militar, Escocia no estaba tan lejos de la guerra, sin embargo había una calma tensa, no estarían por mucho tiempo, sólo unas cuantas presentaciones allí, unas más en Londres y si las cosas seguían bien tal vez pasarían a Paris, Francia; Madrid, España y por último Italia para regresar a América, se alegraba que su amada estuviera tan lejos de la guerra, se había enterado de la muerte de Stear por medio de los diarios, no le parecía justo que el chico hubiera muerto, era el más agradable de sus primos...
Otra vez se asombró recordando ese fantástico verano cuando habían hecho volar el viejo avión de su padre... se sorprendió aún más cuando le pareció ver una la figura blanca de una mujer a lo lejos cerca del lago, sin embargo no le dio importancia hasta que la vio saltar al agua desapareciendo de su vista, por un momento pensó que era la misma joven del violín, pero no la había visto lo suficientemente bien la primera vez, y ahora tan lejos, mucho menos podía reconocer si era la misma, por mera curiosidad se quedó esperando a que saliera a la superficie por lo menos a tomar un poco de aire, pero la mujer no apareció por ningún lado que él pudiera ver desde su casa...
- Una sirena seguramente... - se dijo con media sonrisa en el rostro y volvió a entrar a la habitación
Sin saber porque la visión lo había relajado y había vuelto a la cama para caer en un profundo sueño.
(... ¿A quién me recuerdas?...)
* * * *
Los días siguientes de manera inconsciente detenía su auto antes de llegar a casa después de los ensayos y bajaba al lago, primero pensaba que lo hacía para recordar a Candy, y saborear los momentos vividos, pero después cayó en cuenta de que la curiosidad lo mataba por saber quien era la mujer del violín, ¿sería la misma que saltó al lago?, ¿será producto de mi imaginación?, ya hasta parece ser una obsesión... pensaba, hasta que terminó por preguntarle Martha, quien completamente sorprendida no había podido responderle.
-¿quién en su sano juicio nadaría en las aguas heladas del lago por la noche?.-- había dicho-- seguramente estaba soñando, joven Terry-había agregado sin darle importancia.
Después de varios días de preguntar por los alrededores se había dado por vencido pensando que tal vez la joven se había marchado del lugar. Los ensayos eran diarios, tenían menos de una semana para terminar de montar la obra, se habían mantenido ocupados tratando de que todo saliera a la perfección. Karen se había esmerado tanto en su papel de Ofelia que sorprendía al propio Terry, que jamás pensó que fuera tan buena actriz, después de todo y había que admitirlo, Susana había sido su mejor compañera y muy difícil de reemplazar por Hathaway...
- Por el día de hoy será todo chicos, han hecho un excelente trabajo - despidió Robert a los actores que aliviados bajaban del escenario, siempre el último que salía era Terry, era como una superstición, se quedaba siempre un día antes del estreno sólo sobre el escenario para repasar sus líneas sin que nadie le mirara e interrumpiera, era una manera de imaginarse actuando de nuevo para ella... como ese horrible día de invierno, él era el último en abandonar el teatro un día antes del estreno. -¿No vienes Terry?, iremos de día de campo a la campiña-decía Karen coqueta- - Por lo menos podrías contestarme - dijo al ver que el chico ni siquiera la había escuchado sentado con ojos cerrados y brazos y piernas cruzados. - Ya sabes que Terry siempre se queda hasta el final, Karen - decía Roberth conciliador como siempre - bien, entonces nos veremos mañana - dijo y salió del lugar un poco molesta. - Nos vemos mañana, descansa y relájate un poco ¿quieres? - dijo Robert mientras salía detrás de Karen - Así lo haré Robert-contestó el joven.
Terry repasó sus líneas y movimientos por el escenario con los ojos cerrados en total perfección, el sentimiento era palpable en cada frase que pronunciaban sus labios, podía tocarse la melancolía y la angustia del pobre príncipe melancólico, jamás tropezó con la escenografía o perdía la orientación de dónde se encontraba, había hecho un mapa completo del escenario en su mente. Cuando hubo terminado su última línea abrió los ojos y se sorprendió al darse cuenta de que no estaba sólo en el teatro, sus ojos se encontraron por unos instantes con otros que lo observaban detenidamente desde el fondo del lugar en la parte de arriba, ninguno de los dos apartó la vista, a pesar de que él estaba sobre el escenario y ella en el fondo del primer piso parada detrás de las butacas, parecían estar bajo un hechizo, que se rompió en cuanto Terry dio un paso hacia el frente, pues la joven salió corriendo...
- ¡Espera! - gritó mientras brincaba ágilmente del escenario para alcanzarla en las escaleras que bajaban del primer piso, sin embargo no tuvo suerte, la joven había desaparecido literalmente. - Esos ojos eran tan negros y brillantes como perlas- - se dijo mientras regresaba al escenario y salía hacia su camerino.
Terminó de arreglar sus cosas para el día siguiente y salió hacia la entrada del lugar. Un anciano, encargado del teatro le saludó, y Terry le contestó amablemente y salió.
- Sr. Perkins, ¿conoce a la joven que estaba en las butacas del primer piso? - preguntó regresando a preguntarle al anciano con cara de extrañeza. - ¿joven?, creí que sólo usted estaba aquí- - le contestó el hombre. - ¿Está seguro?, era una mujer joven, 1.65 más o menos, delgada, piel blanca y cabello largo y negro, igual que sus ojos-describió el chico con su perfecta memoria - Me parece que la he visto en algún lado, pero... -...Tenía el rostro... cubierto de pecas... - agregó el joven lentamente como hablando para él mismo. - Lo siento no soy muy bueno con los rostros - dijo el hombre- - es amiga suya? -No... -Entonces puedo saber por qué el interés - preguntó el hombre con picardía - Bueno, el otro día me pareció verla saltando al lago en la noche -¡con el agua helada, si que debe estar loca! - respondió el anciano, pero se arrepintió al ver que a Terry no le hizo mucha gracia el comentario. - Me parece que el día que llegamos fue ella quien entró a mi camerino buscando un gato, y parece ser la misma chica del violín... -- dijo como cayendo en cuenta de que debería ser la misma mujer que había visto John saliendo de su camerino, pues la descripción que el chico le había dado de ella era muy exacta a lo que acababa de ver unos momentos antes. -AH!... ahora recuerdo, creo saber de quien habla joven, debe referirse a la Srita. Evans- - dijo el hombre -¿Evans?... sabe dónde... -Aquí podrá encontrarla si lo desea... - se anticipó el hombre entregándole una tarjeta con una dirección escrita- - si no es que ya se ha ido -Gracias... - dijo y salió del lugar un poco confuso.
Desde hacía varios días Terry había perdido la esperanza de volver a ver a la misteriosa joven, le intrigaba su forma de actuar, con ésta ya la había visto tres ocasiones, pero esta última fue la que más lo impresionó, nunca nadie después de Candy había logrado sostenerle la mirada sin intimidarse, Nadie....
... ¿A quien me recuerdas?...
CONTINUARÁ...
Notas de la autora: Gracias por tomarse la molestia de leer el primer capítulo de mi fic, ustedes, que son las lectoras y parte importante de este trabajo dirán si vale o si necesito volver al escritorio y mejorarlo, o de plano dedicar mis tiempos libres a algo más (
Si, ya sé que hay muchas continuaciones de Candy, y que en ellas sólo Candy termina siendo feliz, pues o es Albert el que se retira o es Terry y no creo que ninguno de los dos se contente con verla feliz en los brazos del otro ¿o si?, bueno es una pregunta con muchas contestaciones y tan polémica que no desearía que alguien pudiera decir lo que en realidad sería, la verdad yo siempre quise que Terry regresara por Candy y que mandara a volar a Susana, pero también me destrozaba el corazón el saber que el pobre Albert que tanto había hecho por ella terminara sólo como su amigo y protector mientras que era bastante obvio que babeaba por ella.
Debo confesar que me encantan ambos galanes para la dulce niña pecas, pero como que al final Mizuki nos deja con la idea de que es Albert el que se queda con ella y viven siempre felices, a fin de cuentas es él el verdadero primer amor de Candy (Gracias a Dios!! Creí que sería mártir para siempre)
También tengo que decir, por si no se han dado cuenta chicas, que es Terry el protagonista de esta historia y no Candy, quien también es importante, pero que dejaremos de lado unos cuantos capítulos mientras desentraño esta extraña historia, tiene algunos toques de realismo mágico como se habrán dado cuenta y un poco de situaciones extrañas que ya verán más adelante y que espero sea de su agrado, espero dudas, criticas, comentarios y aclaraciones a: larabell_ana@yahoo.com, y si les apetece lincharme después de esto recibo solicitudes a la misma dirección. (previa cita, jeje).
Atentamente, su humilde servidora, Karonte.
( Debo decir que no recuerdo el nombre del intérprete de esta canción española bastante popular, así que me disculpo por no poder darle el crédito que merece.
Por: Karonte.
Capítulo 1: Sobre el escenario.
La gente se atropellaba para poder ver pasar a los integrantes de la Compañía Strafford entrando al teatro, miles de chicas gritaban a coro el nombre de su estrella y actor principal mientras trataban por todos los medios de colarse entre la seguridad y obtener un autógrafo...
- Terry, Terry! Aquí! Mírame, Terry! - gritaban las chiquillas entusiasmadas al ver al joven salir de su automóvil. El chico con su característica elegancia saludo de lejos y repartió algunos autógrafos para entrar al teatro.
Tras bambalinas Karen Claise, la actriz principal de la compañía saludaba y daba entrevistas a los reporteros, quienes al ver a Terry, corrieron a su encuentro, pero sin ningún buen resultado, pues el joven actor no concedía entrevistas a nadie, lo que publicaba la prensa se lo había tenido que sacar a alguno de sus compañeros, al propio Sr. Hathaway o simplemente a los rumores que corrían por donde se presentaba la compañía.
Terry entró en su camerino fastidiado, había empezado a creer que la vida jamás le daría buena cara, era la gran estrella, había alcanzado el éxito, tenía dinero, sus relaciones con su madre habían mejorado mucho desde que ella lo reconoció públicamente como su hijo, el rompimiento del compromiso con Susana hasta le había devuelto las ganas de vivir, sin embargo sabía que jamás sería así.
Después de que regresara a la Compañía y le otorgaran una nueva oportunidad, había decidido seguir con la dichosa boda, sabía que había hecho una promesa y que si por honor y deber había llegado a ella, tenía que seguir con el mismo juego. Sin embargo meses antes de la boda, Susana le recriminó fuertemente el que jamás la amaría, así que ella misma decidió dejarlo ir, después de todo "su" Terry sólo había sido un capricho, quitárselo a "ella" era suficiente, saberse vencedora a pesar de que él la amaba, a pesar de que ella había salvado su vida, a pesar de todo...
El joven actor se había desplomado sobre un cómodo sofá a descansar, el viaje en barco había sido completamente agotador, y ahora Roberth se había empeñado en conocer bien el teatro para que se fueran habituando a él. Era una costumbre y casi un ritual que el primer día de la compañía en un lugar nuevo hicieran una "junta" o festejo como todos lo veían realmente sobre el escenario para desearse una buena temporada. El problema es que a veces la Compañía llegaba tan cansada que lo primero que pedían a gritos era una cama y dormir hasta el día siguiente, si asistían era por que realmente era bueno relajarse un rato antes de comenzar con los duros ensayos y disfrutar del buen humor de todos, pues conforme empezaba el trabajo parecía que todo mundo estaba neurótico o insoportable.
Hacía tanto tiempo que no estaba en Escocia... qué recuerdos... siempre le alegraban el alma, siempre daban un poco de calor a su ser, le arrebataban una sonrisa y por supuesto una imagen de su mente. Terry esbozó una gran sonrisa y sin embargo sus ojos eran la viva imagen de la soledad y la tristeza de su alma.
- ¿Aún me recuerdas pecosa? - se dijo en un suspiro con las manos detrás de la cabeza disfrutando de la comodidad del sofá - seguramente no piensas más en mí... - agregó con amargura, sin embargo se interrumpió cuando la puerta del camerino se abrió de improviso. - ¡Pero que diablos! -pensó realmente molesto, todo mundo sabía de sobra que si algo molestaba a Terry era que no tocaran a su puerta antes de abrir y que se entrometieran en su intimidad, nadie, ni en un millón de años hubiera entrado al lugar conociendo de sobra el genio del actor y mucho menos sus desplantes de furia.
Cuando se dio cuenta una joven entraba al lugar como quien entra a su habitación, con tanta confianza que tal parecía que hubiera esta allí antes. Terry pensó que era una de sus latosas admiradoras, que se había colado a su camerino para pedirle un autógrafo, sabía que sus fans eran las que lo tenían en la cima del éxito, sin embargo sólo hacía las debidas cortesías cuando era necesario, pero aquella chica había entrado a la cueva del lobo sin saberlo, pues si algo detestaba era que lo hostigaran, sin embargo parecía que ella no había notado su presencia, estaba de espaldas hacia él, tal vez si no se movía seguramente no lo vería y saldría del lugar tranquilamente, y ninguno de los dos tendría que pasar por un mal momento sin embargo y para su sorpresa, la chica no lo buscaba a él, pues se había hecho a la tarea de buscar en los rincones del amplio camerino, sobre todo del lado del vestidor, debajo de algunos muebles, entre la ropa, ni siquiera se había fijado que Terry estaba recostado en el sofá tras ella, si no encontraba rápido lo que buscaba, seguramente lo descubriría, lo que menos deseaba era tener un altercado con quien sabe quien, ya bastante tenía con tener que lidiar con sus compañeros que no se aprendían sus líneas. Cuando...
-¡¡Pelusa!! ¿Dónde te has metido? - dijo de pronto un poco molesta mientras se erguía y cruzaba los brazos sobre el pecho- - ¡¡Aja!! Condenado te he estado buscando por todo el teatro- agregó mientras que del armario entre el vestuario salía un pequeño gatito de color gris perla y brillantes ojos azules maullando, que después de estirarse corrió a los brazos de la chica - eres un gato travieso, ¿por qué te has salido de la canasta? - le dijo mientras lo cargaba y le regañaba con fingido enfado - me has dado un susto de muerte, ya tendríamos que estar en la "Sala", Darío me va a colgar si volvemos a llegar tarde - dijo mientras caminaba con él hacia la puerta - será mejor que salgamos antes de que lleguen los actores y nos riñan por estar donde no debemos - concluyó mientras salía del lugar con el gato en brazos. -Pero que niña tan extraña... - se dijo Terry y sin saberlo le había recordado a alguien con el mismo candor y dulzura en la voz, a alguien que amaba con el corazón y el alma, alguien que era tan encantadora como la chica... esa voz y ese rostro lleno de pecas se dibujó en su mente, esbozó una sonrisa y sin darle importancia al asunto se metió al pequeño baño para refrescarse.
Poco después John tocó a la puerta del camerino de Terry, para avisarle que Robert sólo los esperaba a ellos...
-Quien era la belleza que salía de tu camerino Terrence-preguntaba John - - no será una de tus admiradoras, hombre que envidia me das!!, yo nunca atraigo a las bonitas!!- - caminando a su lado dirigiéndose al escenario. -No lo sé, estaba escondido para que no me viera y no pude verle el rostro- dijo el chico a su amigo mientras ambos se dirigieron al escenario para la reunión con toda la compañía. -Pues de lo que te has perdido, realmente una niña hermosa- - concluyó al notar la respuesta seca de su amigo.
John era relativamente nuevo en la Compañía, un chico que veía a Terry como una gran celebridad y a quien admiraba por la dedicación y perfección de su trabajo. Cuando la compañía perdió a Terry durante el tiempo que desapareció de los escenarios, y con Susana lesionada, tuvo que recurrir a una obra que en su tiempo tuvo éxito, así que remontó el Rey Lear y el joven John de unos 16 años había interpretado al Rey de Francia, papel que iniciara con la carrera de Terrence. Cuando regresó a pedir una nueva oportunidad, Robert lo había acogido con los brazos abiertos, pues la compañía se estaba viniendo abajo, después del éxito de Romeo y Julieta, el Rey Lear no había cumplido con las expectativas mucho más altas que los críticos esperaban:
" ...Con Terrence Grandchester y Susana Marlow fuera de la Compañía Strafford nadie sabe hasta dónde caerá la fama y calidad del trabajo, pues es poco probable que el Director Hathaway pueda volver a poner en la cima a su compañía teatral, que ha visto el paraíso pero se desploma hacia el olvido..." decía un artículo publicado en los periódicos más famosos de Nueva York.
Ahora con Terry de nuevo en la Compañía, hasta Karen Claise se había hecho famosa, pues nadie negaba que era buena actriz, pero sus actuaciones siempre se opacaban con una mala co-estrella que casi nunca se aprendía sus diálogos o si tenía una buena actuación, siempre estaba el recuerdo de la gran estrella, lo que demeritaba y ensombrecía el trabajo de los demás haciéndolo parecer mediocre, todos habían caído en cuenta que cuando Terry estaba sobre el escenario brillaba y los hacía brillar con su estupenda actuación; así que en cuanto vio a Terry entrar al teatro lo había abrazado y llorando le había dicho que nunca volviera a dejar la Compañía. Así que como era de saberse todos recibieron al hijo pródigo con los brazos abiertos.
John, que se había enterado que cuando Terry debutó lo hizo con el Rey de Francia, lo tomó casi hasta como un presagio de su futuro, pues en uno de los ensayos de "Fausto", le había dicho que era bueno en escena y que tendría futuro, esto fue lo que motivo al chico a tomar al joven actor como su mentor, sin embargo sus actitudes le divertían a Terry, que más que su pupilo lo tomó como su amigo. John sabía más cosas de la vida del actor que nadie más en la Compañía, tenía no sólo su confianza sino hasta compartía con él las rachas esporádicas de buen humor.
* * * * Una vez sobre el escenario, Robert comenzó con su acostumbrado discurso, todos frente a él con los rostros expectantes, menos Terry, que estaba en un rincón recargado sobre una mesa con los brazos cruzados, escuchaba atentamente a Robert, pues le tenía un gran respeto y cariño, pero su expresión no denotaba sentimiento alguno.
- Bien chicos, ha sido un viaje muy largo, y difícil, la guerra está tan cerca de nosotros que puede tornarse muy difícil estar aquí, sin embargo tenemos una misión de llevar nuestro arte a donde sea posible y brindarlo a los demás, pues es cierto que aunque sea un poco ayudamos a los demás a olvidarse un poco de sus problemas mientras ríen, lloran o se enojan con nosotros, espero que esta sea una buena temporada, mucho mejor que la que tuvimos con Fausto y La Noche de Reyes... - Eso ya es mucho decir Robert, se agotaron las entradas las tres semanas antes de los estrenos, ni siquiera habíamos llegado a las ciudades - dijo uno de ellos bromeando - No creo que sea mucho, debemos aspirar a más, pues esta obra que hemos estado preparando será nuestra mejor puesta en escena, así que pido como siempre su cooperación y dedicación... - dijo levantando una copa con sidra que habían llevado para celebrar el inicio de temporada en Europa, todos levantaron sus copas. - Por el inicio de una temporada llena de éxitos... - dijo y todos bebieron de sus copas hasta que vieron el fondo, Terry sin embargo apenas y le dio un trago a su copa.
Robert lo miró y alzó su copa como si brindara por él, Terry hizo lo mismo agradeciendo el gesto de Robert hacia él, pero no bebió, no sentía que debía brindar por él mismo, así que dejó la copa sobre la mesa y se retiró a su camerino, para él la fiesta había terminado.
* * * *
Cuando Terry por fin se dirigía a la villa que le había heredado su padre en vida, el duque había restituido algo que en amor no le dio a su hijo, poniéndolas a su nombre sin importar el escándalo que hizo la duquesa, había pasado buenos momentos con él, de negocios tal vez, pero estaban juntos. No pudo evitar detener el auto y apearse, frente a él estaba el lago, aquel que le traía tantos buenos recuerdos. Sin dudarlo un momento caminó hacia aquel lugar en dónde la había besado por única vez, en dónde había probado sus labios sabor a gloria, los recuerdos parecían agolparse en su mente, la veía riendo, enojada, colgada de una soga, haciendo muecas, con esa sonrisa que podía derretirle hasta los huesos, bailando en sus brazos, temblando al toque de sus labios, y hasta el golpe de la mejilla le supo bien, el ambiente había cambiado, ya no era un adolescente, pero la luz del sol resplandeciendo en todo el lugar, el aroma del césped, la blancura de su piel...
Hace tanto que sueño su boca,
Que la vida se me ha vuelto loca...
Parado con las manos en los bolsillos del pantalón mirando hacia la nada, cuando una melodía triste atrajo su atención, se escuchaba cerca, pero la tenue brisa que corría distorsionaba el sonido haciéndolo más lejano, sin pensarlo llevó su mano al corazón y pudo sentir la forma inconfundible del objeto que más atesoraba en su vida.
Sin quererlo meditar un momento se vio atraído por aquella melodía dulce, era un violín que lloraba, porque eso era lo que le hacía sentir, tanta tristeza, tanto dolor, soledad, así se sentía él sin poder correr a los brazos de su amada del otro lado del océano, así se sintió él el día que su mejor amigo le había dicho que la dejara seguir su camino cuando había ido a recuperarla, así se sentía ahora que los mil recuerdos dolorosos de su vida golpeaban su alma como si hubieran sido invocados con esa melodía. Cuando se dio cuenta caminaba hacia el llanto del instrumento, su sorpresa fue grande cuando detrás de unos arbustos, a la orilla del lago vio algo totalmente mágico, una mujer, delgada y con cabellos negros como el ébano, parada sobre el verde césped húmedo que brillaba bajo el sol, parada hacia el lago como si a él le dedicara su canción, y algo sumamente peculiar en ella no era la chica en sí, lo blanco de su piel o los delicados movimientos del arco, eran las muchas mariposas que volaban a su alrededor como conmovidas por su música, los mil colores de sus alas brillaban con el sol arrancando chispas alrededor de la joven, y ella no se inmutaba, no parecía darse cuenta de que había hechizado a los insectos y que volaban a su alrededor.
Tan impresionado estaba que quedó paralizado, no podía mover las piernas, tan prodigiosa era aquella melodía que lo había embrujado, cerró los ojos tratando de recordarla y atesorarla en su memoria, cuando se dio cuenta que no se escuchaba nada... el silencio ya había cubierto de nuevo el lugar, y sólo los sonidos del lago y las aves se escuchaban, abrió los ojos esperando felicitar a la autora de tan hermosa melodía, pero para su sorpresa ya no había nadie, el lugar estaba vacío, corrió hacia donde estaba la chica y buscó con la vista por todos lados... había desaparecido...
* * * *
Poco le asombró que hubiera sido objeto de una experiencia mágica, a final de cuentas estaba en un lugar en el que había descubierto la magia del amor de unos bellos ojos verdes, las hadas y los duendes eran tradicionales de los cuentos de hadas tan famosos en Inglaterra, y no le extrañó que tal vez un hada hubiera estado cerca del lugar en donde había experimentado el amor de una mujer con tanta intensidad, que aún quemaba en sus labios el sabor dulce de aquella a quien amaba.
Cada noche imagino sus besos,
Pero despierto y la vuelvo a perder...
* * * *
Esa misma noche, la madre de Marc que aún trabajaba para los Grandchester había recibido a Terry con una gran sonrisa, contaba que el pequeño Marc ya había crecido y que había conseguido una beca para estudiar en los Estados Unidos, que le escribía y siempre le contaba de él y de sus éxitos en el teatro. Sin embargo no pudo preguntarle por Candy, se había arrepentido cuando recordó que Marc le había escrito de los rumores acerca del triángulo amoroso en que se había visto envuelto, sobre todo de su desaparición cuando se vio obligado a casarse con la actriz, después de todo y como buena madre, la señora sabía muy dentro de ella que Terry había sufrido mucho por Candy y que ahora no era extraño que aún la amara y que le doliera más su separación, así que siguió como si nada preguntándole de sus giras y por supuesto de la nueva puesta.
- ¿quién será en esta ocasión, joven Terry? - preguntaba mientras volvía a servirle en su plato comida- - un pirata, un príncipe, un rey, un mendigo...- -dijo y Terry no pudo evitar sentirse halagado por la pregunta - Bien Martha... ahora seré el Príncipe de Dinamarca...-dijo y al ver el rostro maravillado de la mujer agregó-- ... Hamlet... seré Hamlet esta vez.... - dijo y la mujer se dedicó a hacerle preguntas y a seguir sirviéndole más comida, sin notar la expresión del chico que sólo había comido para darle gusto pues estaba completamente inapetente.
Una vez en su habitación, los recuerdos volvieron a hacerse presentes, de una u otra forma amaba ese lugar por todos los buenos momentos que paso en su infancia, por que allí estuvo su querida Candy, en la estancia frente a la chimenea, en silencio hablándole con el pensamiento y sintiéndose tan bien como nunca en su vida, pero también los recuerdos buenos traían los malos, la despedida, el dolor horrible de verla tan feliz sin saberlo afuera y dispuesto a correr por ella y llevarla fuera del alcance de todo el mundo, sólo existirían ambos...
Sólo en pantalones, estaba recostado en la cama, con los brazos bajo la cabeza y mirando con esos profundos ojos azules al techo de la habitación, en silencio, se veía realmente guapo, siempre lo había sido, pero el tiempo había hecho un buen trabajo en su cuerpo y en sus facciones, no dejaba de ser delgado, y sin embargo el porte de príncipe siempre lo había tenido, esa elegancia innata que hacia atractiva su expresión arrogante, su espalda se había ensanchado y tenía los músculos marcados por el ejercicio, sus facciones habían adquirido madurez, pero no dejaban de ser finos y elegantes con ese perfil griego que arrancaba suspiros de más mujeres que el propio Adonis, sin embargo su expresión siempre seria y esos ojos turbios lo hacían poco sociable y sombrío como para que la gente se acercara a él, y aún así podía decir que tenía amigos verdaderos...
- ¿qué hubiera pasado si no hubiera hecho caso a Albert ese día y hubiera corrido a pedirle a Candy que huyera conmigo?...- - pensaba, mientras tomaba de la mesita de noche al lado de su cama su gran tesoro y lo llevaba a los labios.
- Hace mucho que no escuchaba esa melodía - se dijo Martha mientras terminaba de lavar los platos de la cena...
Pronto la noche se hizo presente, y ni el cansancio del viaje en barco lo habían hecho pegar un ojo por más de diez minutos, de cierta forma los recuerdos eran los causantes, sabía que de alguna forma serían un impedimento para poder disfrutar de la villa.
Hace tanto que sueño su boca,
Que la vida se me ha vuelto loca,
Cada noche imagino sus besos,
Pero despierto y la vuelvo a perder.
Hace tanto que vivo por ella,
Hace tanto que muero sin ella,
Pero sé que aunque sea en mi sueño
Yo seré dueño de su alma y su piel. (
(Sueño su boca, J.A. Ogara y Joseph Llobel)
Harto de la cama se levantó a abrir su ventana, para salir al balcón a aspirar el fresco aire, a lo lejos del otro lado del lago podía verse la casa que el Colegio San Pablo usaba en verano para llevar a sus alumnos. Sin embargo con la guerra el colegio había estado cerrado por largo tiempo, siendo utilizado como base militar, Escocia no estaba tan lejos de la guerra, sin embargo había una calma tensa, no estarían por mucho tiempo, sólo unas cuantas presentaciones allí, unas más en Londres y si las cosas seguían bien tal vez pasarían a Paris, Francia; Madrid, España y por último Italia para regresar a América, se alegraba que su amada estuviera tan lejos de la guerra, se había enterado de la muerte de Stear por medio de los diarios, no le parecía justo que el chico hubiera muerto, era el más agradable de sus primos...
Otra vez se asombró recordando ese fantástico verano cuando habían hecho volar el viejo avión de su padre... se sorprendió aún más cuando le pareció ver una la figura blanca de una mujer a lo lejos cerca del lago, sin embargo no le dio importancia hasta que la vio saltar al agua desapareciendo de su vista, por un momento pensó que era la misma joven del violín, pero no la había visto lo suficientemente bien la primera vez, y ahora tan lejos, mucho menos podía reconocer si era la misma, por mera curiosidad se quedó esperando a que saliera a la superficie por lo menos a tomar un poco de aire, pero la mujer no apareció por ningún lado que él pudiera ver desde su casa...
- Una sirena seguramente... - se dijo con media sonrisa en el rostro y volvió a entrar a la habitación
Sin saber porque la visión lo había relajado y había vuelto a la cama para caer en un profundo sueño.
(... ¿A quién me recuerdas?...)
* * * *
Los días siguientes de manera inconsciente detenía su auto antes de llegar a casa después de los ensayos y bajaba al lago, primero pensaba que lo hacía para recordar a Candy, y saborear los momentos vividos, pero después cayó en cuenta de que la curiosidad lo mataba por saber quien era la mujer del violín, ¿sería la misma que saltó al lago?, ¿será producto de mi imaginación?, ya hasta parece ser una obsesión... pensaba, hasta que terminó por preguntarle Martha, quien completamente sorprendida no había podido responderle.
-¿quién en su sano juicio nadaría en las aguas heladas del lago por la noche?.-- había dicho-- seguramente estaba soñando, joven Terry-había agregado sin darle importancia.
Después de varios días de preguntar por los alrededores se había dado por vencido pensando que tal vez la joven se había marchado del lugar. Los ensayos eran diarios, tenían menos de una semana para terminar de montar la obra, se habían mantenido ocupados tratando de que todo saliera a la perfección. Karen se había esmerado tanto en su papel de Ofelia que sorprendía al propio Terry, que jamás pensó que fuera tan buena actriz, después de todo y había que admitirlo, Susana había sido su mejor compañera y muy difícil de reemplazar por Hathaway...
- Por el día de hoy será todo chicos, han hecho un excelente trabajo - despidió Robert a los actores que aliviados bajaban del escenario, siempre el último que salía era Terry, era como una superstición, se quedaba siempre un día antes del estreno sólo sobre el escenario para repasar sus líneas sin que nadie le mirara e interrumpiera, era una manera de imaginarse actuando de nuevo para ella... como ese horrible día de invierno, él era el último en abandonar el teatro un día antes del estreno. -¿No vienes Terry?, iremos de día de campo a la campiña-decía Karen coqueta- - Por lo menos podrías contestarme - dijo al ver que el chico ni siquiera la había escuchado sentado con ojos cerrados y brazos y piernas cruzados. - Ya sabes que Terry siempre se queda hasta el final, Karen - decía Roberth conciliador como siempre - bien, entonces nos veremos mañana - dijo y salió del lugar un poco molesta. - Nos vemos mañana, descansa y relájate un poco ¿quieres? - dijo Robert mientras salía detrás de Karen - Así lo haré Robert-contestó el joven.
Terry repasó sus líneas y movimientos por el escenario con los ojos cerrados en total perfección, el sentimiento era palpable en cada frase que pronunciaban sus labios, podía tocarse la melancolía y la angustia del pobre príncipe melancólico, jamás tropezó con la escenografía o perdía la orientación de dónde se encontraba, había hecho un mapa completo del escenario en su mente. Cuando hubo terminado su última línea abrió los ojos y se sorprendió al darse cuenta de que no estaba sólo en el teatro, sus ojos se encontraron por unos instantes con otros que lo observaban detenidamente desde el fondo del lugar en la parte de arriba, ninguno de los dos apartó la vista, a pesar de que él estaba sobre el escenario y ella en el fondo del primer piso parada detrás de las butacas, parecían estar bajo un hechizo, que se rompió en cuanto Terry dio un paso hacia el frente, pues la joven salió corriendo...
- ¡Espera! - gritó mientras brincaba ágilmente del escenario para alcanzarla en las escaleras que bajaban del primer piso, sin embargo no tuvo suerte, la joven había desaparecido literalmente. - Esos ojos eran tan negros y brillantes como perlas- - se dijo mientras regresaba al escenario y salía hacia su camerino.
Terminó de arreglar sus cosas para el día siguiente y salió hacia la entrada del lugar. Un anciano, encargado del teatro le saludó, y Terry le contestó amablemente y salió.
- Sr. Perkins, ¿conoce a la joven que estaba en las butacas del primer piso? - preguntó regresando a preguntarle al anciano con cara de extrañeza. - ¿joven?, creí que sólo usted estaba aquí- - le contestó el hombre. - ¿Está seguro?, era una mujer joven, 1.65 más o menos, delgada, piel blanca y cabello largo y negro, igual que sus ojos-describió el chico con su perfecta memoria - Me parece que la he visto en algún lado, pero... -...Tenía el rostro... cubierto de pecas... - agregó el joven lentamente como hablando para él mismo. - Lo siento no soy muy bueno con los rostros - dijo el hombre- - es amiga suya? -No... -Entonces puedo saber por qué el interés - preguntó el hombre con picardía - Bueno, el otro día me pareció verla saltando al lago en la noche -¡con el agua helada, si que debe estar loca! - respondió el anciano, pero se arrepintió al ver que a Terry no le hizo mucha gracia el comentario. - Me parece que el día que llegamos fue ella quien entró a mi camerino buscando un gato, y parece ser la misma chica del violín... -- dijo como cayendo en cuenta de que debería ser la misma mujer que había visto John saliendo de su camerino, pues la descripción que el chico le había dado de ella era muy exacta a lo que acababa de ver unos momentos antes. -AH!... ahora recuerdo, creo saber de quien habla joven, debe referirse a la Srita. Evans- - dijo el hombre -¿Evans?... sabe dónde... -Aquí podrá encontrarla si lo desea... - se anticipó el hombre entregándole una tarjeta con una dirección escrita- - si no es que ya se ha ido -Gracias... - dijo y salió del lugar un poco confuso.
Desde hacía varios días Terry había perdido la esperanza de volver a ver a la misteriosa joven, le intrigaba su forma de actuar, con ésta ya la había visto tres ocasiones, pero esta última fue la que más lo impresionó, nunca nadie después de Candy había logrado sostenerle la mirada sin intimidarse, Nadie....
... ¿A quien me recuerdas?...
CONTINUARÁ...
Notas de la autora: Gracias por tomarse la molestia de leer el primer capítulo de mi fic, ustedes, que son las lectoras y parte importante de este trabajo dirán si vale o si necesito volver al escritorio y mejorarlo, o de plano dedicar mis tiempos libres a algo más (
Si, ya sé que hay muchas continuaciones de Candy, y que en ellas sólo Candy termina siendo feliz, pues o es Albert el que se retira o es Terry y no creo que ninguno de los dos se contente con verla feliz en los brazos del otro ¿o si?, bueno es una pregunta con muchas contestaciones y tan polémica que no desearía que alguien pudiera decir lo que en realidad sería, la verdad yo siempre quise que Terry regresara por Candy y que mandara a volar a Susana, pero también me destrozaba el corazón el saber que el pobre Albert que tanto había hecho por ella terminara sólo como su amigo y protector mientras que era bastante obvio que babeaba por ella.
Debo confesar que me encantan ambos galanes para la dulce niña pecas, pero como que al final Mizuki nos deja con la idea de que es Albert el que se queda con ella y viven siempre felices, a fin de cuentas es él el verdadero primer amor de Candy (Gracias a Dios!! Creí que sería mártir para siempre)
También tengo que decir, por si no se han dado cuenta chicas, que es Terry el protagonista de esta historia y no Candy, quien también es importante, pero que dejaremos de lado unos cuantos capítulos mientras desentraño esta extraña historia, tiene algunos toques de realismo mágico como se habrán dado cuenta y un poco de situaciones extrañas que ya verán más adelante y que espero sea de su agrado, espero dudas, criticas, comentarios y aclaraciones a: larabell_ana@yahoo.com, y si les apetece lincharme después de esto recibo solicitudes a la misma dirección. (previa cita, jeje).
Atentamente, su humilde servidora, Karonte.
( Debo decir que no recuerdo el nombre del intérprete de esta canción española bastante popular, así que me disculpo por no poder darle el crédito que merece.
