Hechizo de Amor...
Por: Karonte.
Capítulo VII: Abriendo heridas.Los suspiros se pierden en la noche despejada y en los susurros del mar, la noche siempre misteriosa, guardiana de los secretos del alma, y contenedora de pasiones ocultas...
El viaje resultaba placentero para todos los tripulantes del "Galatea" en especial para el actor de ojos azules, pues estaba lleno de recuerdos.
Desde la hora de la comida, no había visto a su acompañante y se preguntaba en dónde se había metido, pues en el salón comedor tampoco la vio a la hora de la cena, faltaban algunos días para arribar a Nueva York y no podía negar que la mayor parte del viaje había estado planeando el esperado encuentro con Candy que había descuidado un tanto a Sara en cuanto a compartir las comidas, cuando estaban juntos divagaba y se perdía en sus ensoñaciones de un reencuentro con un final feliz, en el que le cobraba por fin a la vida teniendo a "su" Candy sólo para él; sin querer había descuidado su relación de amigos con indiferencia en un grado mínimo, pero deseaba tanto verla, estrecharla en sus brazos, sin embargo la duda corrompía su corazón en ocasiones diciéndole que ella lo había olvidado y que lo primero que haría al verlo sería darle la espalda. La noche estaba despejada, y la brisa marina soplaba.
Recorrió sus pasos por la cubierta principal del barco, hacía algo de frío , pero estaba acostumbrado, era muy tarde, la mayoría de las personas estaban descansando en sus camarotes y sólo se podía apreciar a los marineros que se ocupaban de que la nave funcionara correctamente, cuando a lo lejos vio a su joven misteriosa, recargada en la cubierta con la mirada perdida en el horizonte, la brisa marina acariciaba su rostro, estaba pálida y Terry se dio cuenta de algo que apenas notaba, su rostro no sonreía, por primera vez desde que la conocía su rostro no estaba adornado con una sonrisa, no sabía si acercarse o mantenerse a distancia, después de todo no había sido un buen compañero de viaje, tal parecía que sólo la buscaba para no estar o sentirse solo cuando no pensaba en "su" pecosa, sin embargo algo lo motivó a acercarse y era una extraña luz que salía del pecho de la chica, al acercarse notó que era el medallón con la figura de un eclipse y que aquella parte que representaba a la luna brillaba de forma tenue y casi imperceptible.
-un centavo por tus pensamientos- dijo la voz masculina acercándose a la chica por la espalda con una moneda en sus dedos y una mano en el bolsillo del pantalón
- siempre que estoy en alta mar me pongo algo melancólica y nostálgica- dijo tomando la moneda en sus manos y esbozando una débil sonrisa- y la verdad es que tengo insomnio - contestó de manera casi inmediata y honesta ante la mirada extrañada de Terry
-supongo que debe de haber una razón para ello no?- dijo recargándose en la baranda a su lado sin verla
Sara guardó silencio unos segundos al parecer Terry había hecho la pregunta correcta para que ella se sincerara.
- A veces tengo miedo... - suspiró mirando hacia el horizonte - de cerrar los ojos y... recordar...- sin embargo no pudo continuar sus ojos se llenaron de lágrimas, trató de parpadear con fuerza para que no lograran salir, sin embargo una de ellas escapó y rodó por su mejilla
Terry la miró, la chica estaba abriendo su corazón y en él reconoció la sombra de una gran soledad, aquella que no se puede llenar más que con amor, el corazón le dio un vuelco pues jamás había visto en ella señal alguna de debilidad y parecía que se quebraría en cualquier momento, sin embargo Sara recobró rápidamente la compostura, secó su rostro con el dorso de la mano, esperando que el actor no la hubiera visto.
- Creo que deberías tratar de descansar, en unas horas tocaremos puerto y no te lo he dicho pero... me gustaría que me acompañaras a Chicago, te aclaro que no aceptaré un no por respuesta- dijo cambiando el tema y no incomodar a la joven tratando de indagar más, él sabía perfectamente que las heridas no se abren sin traer consecuencias, y al parecer la de Sara era muy profunda.
- Yo...
- Si te preocupa la estancia conozco un buen hotel y yo pagaría tus gastos- dijo caballerosamente con un tono de mofa
- Eres... muy dulce- dijo mirándolo de frente, era bastante obvio para ella que él quería subirle el ánimo, de una forma disfrazada muy a su estilo, pero realmente la conmovió.
-Eso quiere decir que aceptas?
- Si acepto... - dijo sonriéndole ampliamente- sólo si aceptas ser mi invitado en casa- agregó – para que pagar hotel si tienes una amiga que te ofrece su casa?
- Bien... supongo que estará bien y creo que Robert te lo agradecerá, ahora... será mejor que vayas a tu camarote, comienza a helar- contestó quitándose la chaqueta y poniéndosela en los hombros- - vamos, te acompaño- dijo ofreciéndole el brazo y ambos salieron de cubierta.
Era bastante tarde, o muy temprano, dependiendo del punto de vista que se utilizara cuando Sara entró en su camarote aún con la chaqueta de Terry sobre sus hombros, se acercó a la cama y quitándosela la tomó entre sus brazos aspirando el aroma de la loción del chico que impregnaba la prenda.
- Gracias... - suspiró y la dejó sobre una de las sillas mientras comenzaba a cambiarse para meterse unas cuantas horas a la cama y prepararse para desembarcar a la mañana siguiente.
Terry volvió a su camerino con una extraña sensación en el pecho, no sabía si era satisfacción, la idea estaba bastante clara en su cabeza, Sara, su amiga, le había dejado ver entre líneas que sufría, era un punto a su favor pues comenzaba a bajarle las defensas, la chica se había convertido en su reto personal y el obtener algunas respuestas era bastante motivador, y por otro lado sentía hacia ella una gran ternura, un deseo de inminente protección, ella era algo preciado, su pequeño cofre de apoyo incondicional. Sabía que si su vida con su padre hubiese sido diferente y la duquesa le hubiera permitido tratar a sus medios hermanos, el sentimiento que ahora sentía por Sara hubiera sido exactamente el mismo que para con ellos. Algo había pasado en cubierta entre ambos, ella había dejado ver parte de su ser y él había aprendido que la paciencia se premia con creces, Sara era complicada y sabía que con ella necesitaba preguntas correctas en momentos correctos, a final de cuentas el modo difícil no había sido necesario. Sin realmente proponérselo había rodeado a la chica con un brazo de camino al camarote cuando una pequeña corriente de aire frío la hizo detenerse para abrazarse a sí misma, cuando llegaron frente a la puerta, como un reflejo, llevó sus manos al rostro de la chica y se inclinó para besar su frente de forma protectora, dejando a la chica bastante sorprendida, pues la mayoría de las veces quien se acercaba a Terry era ella y no viceversa. Sin embargo fue un gesto tan protector, tan humanamente tierno que ella no pudo evitar sentirse halagada
Buenas noches Sara, descansa- había dicho tomando su mano y besándola
Buenas noches Terry, y... gracias por entender- le había regalado una de sus más tiernas y dulces sonrisas, refiriéndose al hecho de que él chico supo detenerse y no presionarla para que hablara de cosas que le dolían.
Las horas siguientes las dedico a su hermosa rubia de ojos verdes. A la mañana siguiente habían llegado a Nueva York, el día estaba despejado, aún hacía algo de frío, en el muelle principal, los reporteros se aglutinaban para conseguir entrevistas mientras que las fans se disputaban el mejor lugar para poder ver a su estrella de cerca y si tenían suerte conseguir un autógrafo.
-es toda una locura- dijo Sara que metía a su gato en la cesta de pie al lado de Terry, esperando a que pudieran bajar del barco- supongo que estarás contento de que tus admiradoras te reciban tan alegres- dijo muy sonriente
- acaso lo que escuchó son tonalidades de celos en tu voz Sara?- preguntó en tono arrogante
-claro, no se nota que estoy verde de envidia?- dijo riendo muy a gusto contagiando al chico
Una vez que bajaron del barco la gente se les vino encima literalmente, para la fortuna de ambos, había suficiente personal de seguridad que mantenía alejada a la muchedumbre que gritaba y agitaba las manos con tal de hacerse notar.
- Terry, ¿me das tu autógrafo?- dijo una chiquilla de apenas unos 8 años, el actor sonrió y firmó la libreta de la niña con gusto
-Sa-sa-sara? Me per...mi-mite obsequi-qui-arle e-e-es-tas flores?- dijo un joven apuesto que tartamudeaba nervioso más cuando la chica le ofreció una sonrisa aceptando las rosas
- Terry firma mi pañuelo- decía una jovencita no mayor que él que estaba completamente sonrojada
-Firmarías el estuche de mi violín? Me gustaría ser como tú- decía una niña emocionada, sabiendo que era difícil llegar a figurar en el medio siendo mujer
Después de ofrecer varios autógrafos y sonrisas a los admiradores, Terry tomó del brazo a su acompañante y juntos abordaron un coche que de inmediato los llevó a la estación del tren, ante los murmullos de algunos periodistas que como siempre no habían obtenido palabras del actor, sólo algunas fotografías.
El viaje en tren fue cansado, Terry había reservado un compartimiento privado para que fueran más cómodos y evitar que les molestaran durante el viaje, el cual para él realmente fue muy largo y lento. Sara había dormido algunas horas en el recorrido, sin embargo se sentía bastante cansada.
-Me preguntó como se verá? Habrán desaparecido todas sus pecas?, seguirá siendo la misma Tarzan pecosa de siempre?... me seguirás amando Candy? O me has olvidado y cambiado por alguien mejor?- Terry se atormentaba mirando el paisaje por la ventanilla del compartimiento mientras Sara dormía en el asiento de enfrente, se había acomodado con la cabeza hacia la ventana, se cubría con una de las mantas mientras Pelusa dormitaba de igual forma entre sus brazos.
Tan abstraído se encontraba en sus pensamientos que no notó cuando el sueño apacible de su acompañante comenzó a tornarse algo inquieto, tanto que el gato despertó y se metió a su canasta algo asustado
- Ojalá que Albert me ayude si Candy no quiere verme, aunque ha pasado tanto tiempo que sería infantil si no quisiera... - se interrumpió al ver que Sara murmuraba algo inaudible, se le notaba inquieta, extrañado y sintiéndose algo culpable de no haberse dado cuenta antes se acercó a ella
-Sara... estas... bien?- dijo sin embargo ella estaba demasiado dormida, se acercó para tratar de escuchar lo que decía
- P...por favor... no lo hagas- escuchó con dificultad
- Sara?- la miró tratando de descifrar lo que esa pequeña súplica significaba, era obvio que soñaba, y más aún que estaba sufriendo, de sus ojos brotó una lágrima, de pronto abrió los ojos incorporándose haciendo que Terry diera unos pasos atrás, su respiración era agitada y tenía sus manos tomándose el pecho como si le doliera.
-Estas bien?- preguntó Terry desconcertado
- Si, fue sólo un mal sueño- contestó aún confundida
- Quieres hablar de ello?- preguntó sentándose frente a ella
- Estoy bien, gracias por tu preocupación- dijo y le sonrió
Cuando llegaron a su destino, el actor de inmediato alquiló un auto mientras Sara se ocupaba del equipaje.
-me parece que no es hora para hacer visitas Terry- dijo Sara en cuanto subieron al auto y Terry se encaminó hacia Lakewood
-En serio?- contestó con su sarcasmo
- Sé que estas ansioso por ver a Candy, pero si ella trabaja de enfermera como dices seguro mañana tendrá que levantarse temprano...- dijo como si nada, después de todo sabía que cuando Terry se metía algo en la cabeza, era lo suficientemente testarudo para hacer valer su voluntad...
Terry no contestó simplemente se limitó a seguir conduciendo mientras Sara admiraba las luces de la ciudad de noche.
Mientras tanto, en la sala de estar de la mansión Andrey en Lakewood, Candy terminaba su costura, le habían dado licencia en el hospital por su matrimonio y esperaba todas las noches a que Albert regresara de la oficina. Debido al atentado del cual había sido objeto, Albert se vio envuelto en una serie de investigaciones policíacas, George y Archie habían insistido en que pospusieran su viaje de novios para cuando todo se viera más seguro. A pesar de que el corazón de ambos chicos era rebelde, y que se preocupaban por ambos, el hecho de estar unidos aumentaba crecientemente la necesidad de mantener completamente a salvo al otro, así que ninguno de los dos se negó a suspender su viaje, los asuntos de la oficina se habían aplazado por que las decisiones importantes y las autorizaciones para proyectos sólo podía darlas Albert y Candy si bien tenía licencia en el Hospital, después del atentado prefirió cambiar las guardias por trabajo de planta, todo con tal de asegurarse estar más tiempo con su esposo.
La joven esposa bostezó estirándo los brazos y cuello para darles descanso cuando unas manos taparon de improviso sus ojos.
- ¿Quién soy?- preguntó fingiendo la voz
- Mmmmm... no sé, seguro es mi príncipe- contestó la chica alegre
- Ha acertado Sra. Andrey, su fiel y enamorado príncipe- contestaba Albert mientras besaba la mejilla de su esposa que se sonrosaba ante la acción, lo cual lo fascinaba aún más
- Creí que trabajarías hasta tarde- dijo dejando la costura a un lado y rodeando con los brazos el cuello del hombre
- Siendo honesto me escapé- dijo con picardía
- Albert! Espero no hayas preocupado a George- retó sin embargo estaba más divertida que enojada, aunque
- Claro que no, pues quién crees que fue mi cómplice?- dijo tomando asiento al lado de su esposa
Eres incorregible- lo retó terminando con un beso en los labios
Después de unos minutos de plática cordial, Albert se quedó algo serio, tomó las manos de Candy entre las suyas y le miró de frente.
Eres feliz a mi lado?- preguntó con sus dulces ojos azul cielo clavados en los de ella mientras le abrazaba
Mucho, más de lo que merezco, jamás imaginé que llegaría el día en que por fin estaríamos juntos- le sonrió con dulzura mientras tomaba su mano y la besaba
Mi dulce Candy, no concibo la vida si no es a tu lado- besó cada una de sus mejillas para detenerse en sus labios y besarlos con suma adoración
Albert, yo jamás te dejaría... - susurró al oído del hombre que la abrazaba con tanta delicadeza como si fuera de cristal, cuando tocaron a la puerta, ambos se separaron, Candy aún era muy pudorosa y se sonrojaba fácilmente con demostraciones de afecto frente al personal doméstico de la mansión.
Sr. Andrey, Sra. Candy, tienen visita- dijo la chica en tono servicial
A esta hora?- preguntó Albert extrañado, pues no era normal
De quien se trata, Rita?- preguntó la chica en tono amable
Un joven y una señorita, no quiso darme su nombre, están en el recibidor- dijo y de inmediato regresó a sus labores
Supongo que será importante, espero no sea nada malo- agregó la joven mientras se ponía de pie y caminaba hacia el recibidor, seguida de Albert
A penas entraron en el recibidor cuando de la rubia realmente casi se va para atrás de la impresión, el rostro se le iluminó ampliamente, había pasado mucho tiempo y un rostro amigo siempre es bien recibido. Albert estaba sorprendido, no pudo evitar evitar el gesto de sorpresa cuando los vio a ambos, ahí frente a ellos esperando ver quien daba el primer paso...
- Anne!!- Gritó la rubia corriendo hacia los brazos de su querida amiga que estaba radiante de felicidad al ver a su hermana del alma
- Candy!! – a penas pudo decir entre las lágrimas, ambas se abrazaban como si de eso dependiese su vida- te extrañé tanto, perdóname por no asistir a tu boda, seguro te veías hermosa- dijo llorando ante los otros dos hombre que las miraban, Albert muy contento de ver a su esposa feliz, realmente se había sentido muy decepcionada cuando Anne anunció a último momento que no podría asistir a la boda de su hermana pero que le enviaba bendiciones y sus mejores deseos
Anne abrazó igualmente a Albert felicitándolo por su unión, realmente se le veía muy cambiada, ya no era la Anne miedosa y en extremo tímida, había algo en ella que la hacía ver radiante, como nunca antes la había visto. Una vez que ambas hermanas se saludaron Anne presentó a su acompañante algo apenada por no haberlo hecho de inicio, pero la emoción le había ganado.
- Steven Mayfair- se presentó el chico para después pasar a la sala, en dónde Candy pidió que les llevaran algo de te y galletas, sin embargo Albert insistió en que brindaran por el feliz reencuentro.
- Perdón por haber venido hasta ahora, pero no quería que pasara un día más sin felicitarte y verte- dijo la morena con las manos de su amiga entre las suyas
Anne... te veo tan cambiada, tan... feliz?
Y realmente lo era, Anne había estado tanto tiempo en Texas recluida en su amargura por el desprecio de Archie, que no se había dado cuenta de lo maravilloso que puede ser tocar fondo y luchar por volver a la superficie, para su fortuna no estuvo sola, Steven la ayudo, siendo el hijo de la familia con quien se quedaba en la hacienda de sus padres, fue fácil conocerlo y más fácil fue para él acercarse a tan frágil corazón para restaurarlo con cariño y amor. Steven era buen mozo, estaba acostumbrado a trabajar la tierra como a asistir a las reuniones de alta sociedad, era un chico alto de complexión fuerte, con la expresión dulce y paciente, algo distraído pero muy inteligente interesado en las ciencias, materia que enseñaba en la Universidad de Texas.
- Realmente me alegro de verte Candy, pero he sido imprudente al venir tan tarde—dijo apenada, después de que Anne conversó amenamente con Candy, mientras Steven y Albert hablaban de cosas de hombres.
- No seas tonta Anne, tú eres bienvenida en mi casa a la hora que quieras- contestó muy alegre
- Tú siempre tan buena
- Ahora dime... ya me explicaste por que no viniste a la boda, pero no me has dicho cómo es que ese chico tan lindo te acompaña- dijo de forma pícara
- Candy!... – contestó sonrojándose
- Anda dime... nunca hemos tenido secretos entre nosotras, acaso él es el afortunado de tener tu corazón?-
Anne se sonrojó, era obvio que aquella pregunta estaba más que contestada.
- Y... él es bueno contigo?- se atrevió a preguntar- por que si no lo es aún puedo golpearlo si quieres- agregó guiñándole un ojo con complicidad.
-Es... lo que siempre esperé, le gusta la música tanto como a mí, lo amo y lo mejor de todo es que mis padres están de acuerdo en nuestra relación, es un poco mayor pero mi madre está fascinada, dice que no habría podido encontrar hombre más culto y refinado que él- dijo sonriendo muy complacida
- Disculpen damas, pero es muy tarde y debo llevar a esta princesa a su casa- se acercó Steven seguido de Albert que los miraba sonriente
Cuando la pareja se despidió, ya era una hora bastante considerable como para que hubiera visitas en casa, sin embargo Candy estaba tan feliz, que poco le importó que a la mañana siguiente a primera hora tuviera que despertar.
- Y?... qué te ha dicho?- preguntó la rubia saliendo del vestidor envuelta en su bata mientras se quitaba los pendientes
- Qué te parece que me dijo? Curiosa- - contestó Albert dando vuelta a la hoja de su libro, estaba recostado en la cama de dosel haciéndose el interesante
- Mmmm... tal vez sus planes para con Anne...
- Pues... más o menos
- Vamos Albert, dime- rogó como niña pequeña que quiere que le den una golosina mientras brincaba a la cama y se hincaba frente a él con ojos de cachorro bajo la lluvia quitándole el libro de las manos
- Sabes que no puedo decir que no a esos ojos... - sonrió tomando el rostro de la chica entre sus manos y acercándola para besarle – pues... el Prof. realmente piensa en formalizar y... bueno supongo que lo demás es obvio- le dijo mientras ella se acomodaba a su lado
Me alegro tanto por ella, espero que sea tan feliz como yo...- suspiró sonriendo dulcemente
Y lo será...
Mientras tanto en otro lugar de Chicago, una pequeña casa...
Bienvenido, siéntete como en tu casa- dijo Sara una vez que abrió la puerta de la casa y le dio el paso a su amigo- No tengo servidumbre de planta, así que trataré de atenderte lo mejor que pueda- sonrió mientras encendía las luces del recibidor.
Que bueno que cenamos antes de venir aquí- dijo embromándola
Grosero- dijo enseñándole la lengua bastante divertida, mientras Terry reía por el gesto.
Después de que le dio un mini-recorrido por la casa, pues no había mucho que ver, ambos se retiraron a descansar. Cuando Terry entró en la habitación, se encontró con una decoración sobria y sencilla, había unos cuantos cuadros en las paredes, y no se sorprendió del librero repleto de libros que estaba junto al vestidor.
-No esperaba menos- se dijo mientras se quitaba la chaqueta y desabotonaba la camisa
Dos minutos después miraba hacia el techo de la habitación, recostado en la cama con las manos tras la cabeza. No podía conciliar el sueño, en su mente no había pensamientos, sólo la imagen de una bella mujer de rizos dorados y sonrisa angelical, la recordaba con su uniforme blanco, radiante, angelical, como una deidad terrenal. Aún la amaba, como aquel día en que estaba ebrio y ella le prestó ayuda tratando de curar sus heridas, o cuando le robó su primer beso en escocia, o en el festival de mayo cuando fue "su" Julieta, o cuando la vio dar su felicidad a cambio de la de Susana y más aún cuando la vio ese día en la clínica, estaba aún más hermosa.
-¿qué te habrá dado el tiempo mi querida Candy? ¿Mas belleza y sabiduría?- pensó
Su mente estaba llena de ideas al respecto de lo que pasaría al día siguiente, era demasiada expectativa, necesitaba hacer algo que le provocara sueño o se pasaría toda la noche sin dormir, necesitaba estar lúcido cuando la encontrara para poder ser dueño de todas sus acciones.
-Veamos que tenemos aquí- se puso de pie yendo hacia el librero, pasó su dedo por los títulos esperando ver algo interesante, sin embargo estaba bastante sorprendido, había varios libros de filósofos, bastante complicados, por otro lado había algunos autores clásicos, hasta que llegó a un libro de pasta de cuero negro, sin nombre, lo que le llamó bastante la atención. Abrió el libro esperando encontrar algo conocido, sin embargo
-Qué es esto?- se dijo realmente sorprendido, pues las hojas del libro estaban escritos con caracteres extraños, tenía algunos diagramas y dibujos que reconoció de tipo arcano- me pregunto si... - y se remontó a ese día en las ruinas del arquero en dónde había encontrado la rosa blanca al lado de dibujos muy parecidos a los del libro y el libro de Hamlet. También recordó la rosa que había cambiado de color y que hasta el día en que salió de escocia seguía tan hermosa como cuando la había encontrado en el teatro.
Dejó el libro sobre la cama, pensando que al día siguiente buscaría alguna forma de preguntarle a Sara sobre ese libro, se estiró tratando de descansar la espalda, tomó su camisa y se la puso sin abotonar; salió de la habitación, seguramente un poco de te de azahares lo relajaría lo suficiente para conciliar el sueño, bajó las escaleras hasta la cocina encontrando las luces encendidas y a Sara en bata de dormir, quitando la tetera del fuego pues comenzaba a silbar.
-Creí que sólo yo, no podía dormir- dijo de repente
-Terry!- se sorprendió al verlo pues esperaba que ya estuviera dormido, aunque realmente se sorprendió más al verlo a medio vestir (es un decir =P), se sonrojó levemente volteando el rostro y dándole la espalda, a lo que el actor obviamente se dio cuenta de que no estaba realmente muy presentable para estar frente a una dama.
- Te espanté?- dijo de forma retadora, realmente le divertía ver la expresión de la chica.
-Realmente no, simplemente no esperaba que estuvieras despierto, preparaba té... deseas una taza?- dijo
- Sí gracias- dijo sin darle importancia y sentándose en el desayunador
- No puedes dormir?- preguntó sirviendo la bebida caliente
-No, de hecho bajé a hacer te de azahares, pero veo que me ganaste
- bueno... no es te de azahares, pero igual funciona para relajar- dijo más tranquila tomando asiento frente a él y sorbiendo la bebida, no estaba acostumbrada a ese tipo de situaciones, pero si Terry no le daba importancia, ella menos.
- que bien sabe, no creo haber probado un te así antes- dijo
- gracias, es receta familiar- sonrió
En cuanto terminaron las bebidas Terry se ofreció a ayudarla a levantar, sin embargo Sara replicó diciendo que era su invitado y lo mandó a dormir.
A la mañana siguiente, lo primero que olió Terry al despertar fue el aroma de café recién hecho, después de darse una ducha y arreglarse bajó a la cocina, para encontrar en la mesa pan francés, jugo, dos tazas y café
Buenos días, espero hayas dormido bien- dijo con una gran sonrisa la chica, con un delantal sobre su ropa
Buenos días...
El desayuno pasó rápido, para cuando se dio cuenta ya estaba conduciendo hacia la Mansión de Lakewood, había insistido en que Sara lo acompañara por que quería presentarle al amor de su vida, la chica había accedido, sin embargo dijo que se mantendría a distancia, pues no quería entorpecer la situación, ni hacer mal tercio a la pareja.
El corazón de Terry comenzó a latir con fuerza en cuanto atravesaron la reja que tenía la insignia Andrey, escuchaba cada uno de sus latidos como si su corazón estuviera en su mano y frente a sus ojos, tomó aire en cuanto se estacionó frente a la mansión y miró con intensidad la puerta que lo separaba del amor de su vida.
- Sólo recuerda hablar con el corazón- dijo de repente Sara poniendo su mano sobre el hombro de Terry para darle apoyo cuando bajaron del auto
Gracias, no me hubiera decidido sin ti- dijo besando su mano y entró en la mansión
-Hoy escribes el final de tu historia con Candy... y de todo corazón espero que sea un final feliz que de un inicio dichoso...- se dijo la chica mientras veía a Terry enfrentar su destino.
Mientras tanto Candy se encontraba dando algunas indicaciones a la cocinera para la cena de esa noche, Anne y Steven estaban invitados a cenar y quería que fuera muy especial, cuando una de las mucamas se acercó a ella.
No pudo disimular la impresión que le causó escuchar ese nombre, no podía creerlo, después de tanto tiempo y él regresaba a su vida, miles de recuerdos golpearon su memoria, pero lo más angustiante no eran los recuerdos o los sentimientos enterrados que tenía hacia él, era una pregunta, una que se hizo durante mucho tiempo después de que Terry terminara su compromiso con Susana: ¿por qué?... ¿Por qué viene a buscarme ahora que estoy felizmente casada?
En el salón Terry esperaba mirando por la ventana, se sentía nervioso, pero era tan buen actor que no dejaría que se le notara, quería verse seguro, firme, dispuesto. Cuando la puerta del salón se abrió, dio la vuelta esperando ver la ansiada figura de la mujer a la que amaba con el alma.
Candy... -
Terry... -
CONTINUARÁ...
N de la A: Gracias por la espera
