Hechizo de Amor...

Por: Karonte.

Capítulo IX: Nuevo comienzo.

Hacía frío, mucho frío y aún había estrellas en el cielo, sentía que se le congelaban los pulmones cuando el inhalaba el aire de la madrugada, aún estaba muy oscuro, suponía que eran más o menos las cuatro o las tres y media, todavía faltaba unas horas para que aclarara, cuando por fin llegó a casa pensó que sería el fin de una larga noche, pero estaba equivocada...

Vamos Terry, ayúdame con esto- rogó mientras lo ayudaba a caminar para entrar a la casa

Yo no te pedí que fueras a mi rescate- dijo con desdén, su voz denotaba lo mucho que había bebido

Sara suspiró, sabía que tratar de hablar con él sería inútil

Era medio día cuando el aroma penetrante de las rosas y el café cargado detonó el mecanismo de vigilia, tenía muy seca la boca, un fuerte dolor de cabeza y un gran borrón en la memoria, a penas y recordaba lo ocurrido, se sentía miserable, había perdido las ganas de vivir en una sola tarde, "él" le había quitado las ganas de vivir, se sentía traicionado y lo primero que quería era hundirse más en el lago de sus desesperación, tocar el fondo sin tener que esperar volver a la superficie, nada le importaba.

Sentado en el lecho pudo reconocer el lugar en dónde se encontraba, al fondo de la habitación había un gran florero con rosas frescas, la ventana estaba abierta a pesar de que las cortinas estaban corridas oscureciendo la habitación. En la mesita de noche había una pequeña ánfora con agua, de inmediato llenó el vaso que estaba al lado y lo tomó de un sorbo.

No había mucho ruido, al parecer se encontraba solo, no lo sabía y tampoco le importaba, cuando la puerta se abrió de improviso, tenía malestar y el dolor de la cabeza estaba taladrándole el cerebro, por lo que era bastante obvio el estado de ánimo, sin embargo Sara entró en la habitación sin tomarle en cuenta, le importaba muy poco si el chico se enojaba por no pedirle permiso o por lo menos esa era su actitud.

Buenos días – dijo con seriedad predominante en su tono siempre dulce, Terry no contestó se limitó a mirarla con furia contenida – te traje esto- dijo tendiéndole un frasco con analgésicos para el dolor de cabeza, sin embargo Terry reaccionó agresivo lanzándole la mano lejos logrando que las píldoras cayeran al suelo, la chica suspiró, dio media vuelta y se dirigió a la ventana, corriendo las cortinas para dejar pasar la luz de un día espléndido. – Hace un día hermoso, pensé que te gustaría ir conmi...

No quieras ser amable - contestó con frialdad- sería mejor que me dejaras solo, no te necesito- dijo para que lo dejara, quería estar solo, no con ella que le recordaba tanto a "su" pecosa y era un constante tormento verla ahora

Sara lo miró a los ojos, estaba triste, sin embargo no dejó que lo notara, su expresión seria se endureció un poco más y él pudo notar una mirada altiva que jamás hubiera imaginado ella poseería.

Como quieras, el baño está preparado por si piensas dejar de compadecerte – contestó dando media vuelta saliendo de la habitación, Terry no le contestó, sabía que tenía razón.

A los pocos minutos escuchó la puerta de la entrada cerrándose, seguramente ella había salido. Terminó recostándose de nuevo en el lecho, sin embargo la luz que entraba por la ventana abierta le lastimaba la vista, afuera parecía hacer bastante sol, un día perfecto para salir a pasear, se podía escuchar el claro trinar de aves, demasiado agudos, sentía que mil agujas eran encajadas en su cabeza con cada nota, el gato de Sara jugueteaba haciendo travesuras en la sala, escuchó cómo algo de cristal cayó al suelo haciéndose pedazos y el correr del animal a esconderse, cada sonido lo escuchaba aumentado mil veces ¿es que todo estaba en su contra?. En su desesperación se puso de pie, gritó a las aves que se callaran y jaló las cortinas con tanta fuerza para cerrarlas que una de ellas se desprendió, cada vez aumentaba su mal humor, todo estaba saliendo mal.

A este punto añoraba las píldoras que la chica le había llevado para el dolor de cabeza, como autómata recogió el frasco del suelo y se metió a la boca dos pastillas. Entró al vestidor y de ahí al baño, para su sorpresa estaba preparado, sólo tenía que llenar la tina con agua caliente, había una preparación de sales en el interior, de inmediato recordó a su anfitriona y comenzó a sentir algo de remordimiento.

Tal vez... tal vez esto era inminente, ¿cómo esperar que ella me esperara?, pero ¿por qué? ¿por qué Albert me jugó tan sucio?- pensaba mientras se relajaba en el agua, las sales de baño estaban haciendo un efecto maravilloso en su cuerpo refrescándolo y relajándolo al mismo tiempo

Tu hubieras hecho lo mismo, Candy no era para ti- escuchó a su conciencia contestándole como siempre

Pero yo la amo

Tal vez, pero si ella eligió a Albert debes respetar su decisión, merecía ser feliz después de todo

Si pero...

Este tipo de dialogo llevaba Terry en silencio, cuestionándose y respondiéndose en la mente, cuando volteó el rostro vio su ropa tirada en el piso y se sorprendió, desde cuando dejaba las cosas tan a la ligera, ¿no siempre se había sentido orgulloso de su estricto sentido del orden?, tomó la camisa blanca con una mano y se sorprendió de lo que vio, había una mancha que iba desde el hombro hasta medio brazo más o menos y de inmediato reconoció la sustancia

- Sangre? Pero cómo?- se preguntó y de inmediato se volvió a ver su propio hombro para ver si había alguna herida, pero lo encontró como siempre.

Después de algunos minutos en que el dolor de cabeza cedía y sentía el cuerpo más relajado, salió del baño rasurado y a medio vestir, de alguna forma le había servido mucho meditar al respecto, ¿qué había pasado con ese crecimiento? ¿Desde cuando rompía sus promesas de la forma más vulgar? ¿Acaso no había jurado no volver a probar licor por su propia vida y honor?

Escuchó la puerta de la casa, Sara había regresado, estaba silenciosa, suponiendo que su inquilino aún dormía.

Cuando Terry salió de su habitación como solía hacerlo, impecable, no le sorprendió descubrirse un golpe en el rostro cuando se afeitaba, había regresado a las andadas y ahora no podía recordar como se lo había hecho o si había estado implicado en alguna pelea sin recordarlo. Todo estaba demasiado silencioso, parecía que estaba completamente solo, tenía algo de hambre, el dolor de cabeza se le había pasado por completo y se sentía mejor, sin embargo no podía negar que la antigua herida de su alma se había abierto y estaba fresca, cuando llegó a la pequeña sala de la casa, Pelusa, el gato, dormitaba en uno de los cojines del sillón echo bolita cuando vio a su amiga. Estaba de pie, de cara a la ventana con los brazos cruzados, de manera que se abrazaba a sí misma, observando a la nada realmente, traía un vestido blanco con azul y su cabello iba arreglado en una media cola de caballo con una cinta en los mismos colores, no sabía si acercarse o cómo reaccionar, ella había sido amable y él la había tratado mal. Cuando se percató que una de sus manos estaba envuelta en un pañuelo blanco, de repente llegaron a su mente pequeños instantes de la noche anterior sin embargo todo era confuso, recordó su camisa y de inmediato lo relacionó.

Si tienes hambre, te prepararé algo de comer- dijo de repente, aun seria dio media vuelta pasando a su lado sin siquiera buscar su mirada, no había dado ni dos pasos cuando la mano de Terry había atrapado su muñeca, ella no volteó.

No me quites la luz de tu sonrisa- rogó sorprendiéndose a sí mismo y a ella- la he perdido a ella, no me quites tu sonrisa por que no me queda nada, Sara- ella alzó la cara sorprendida de lo que escuchaba

Lamento todo esto- dijo bajando la mirada sin embargo estaba tan fría como nunca antes, Terry la acercó a él y la abrazó, sentía una inmensa necesidad de tenerla cerca y es que era tan parecida... esas pecas...

¿qué lamentas? No es tu culpa- contestó el chico- siendo honesto en el fondo esperaba que ella estuviera felizmente casada con alguien, no creía que fuera Albert, pero si tal vez alguien más- dijo acariciando su cabeza como a una niña pequeña que se le consuela

Lo lamento Terry, hubiera deseado que al fin encontraras la felicidad- dijo separándose seria y tan fría que le caló los huesos al actor

Lo haré, tal vez...

Te haré algo de comer, debes estar hambriento- dijo ella caminando hacia la cocina

No, salgamos a comer fuera, tengo la impresión que debo compensarte por algo que hice anoche y no recuerdo, además no quiero quedarme aquí, me siento algo... Sofocado

Ella asintió sin contestar, tomaron sus cosas y ambos salieron a comer a una pequeña cafetería del centro de la ciudad, eligieron un lugar modesto y escondido, no querían que les molestaran.

Y... cómo fue que te lastimaste la mano? Espero no haya sido por mi causa- dijo algo apenado, era algo incómodo que no hablaran, pero ella se había mantenido distante y fría

Flashback

- Vamos te sacaré de aquí... - dijo ella tratando de que se levantara

- No quiero irme- dijo aventándole la mano

- Terry no puedes quedarte aquí, estas ebrio y en dos días tenemos que regresar a Nueva York- insisti

- Te digo que no!- dijo con una copa de coñac en la mano- déjame solo!- agregó mientras la joven le alcanzaba la mano con la copa en ella

- Vámonos Terry, por favor... - empezaba a dolerle la cabeza por el humo del tabaco, estaba cansada, había caminado toda la tarde de camino a su casa y ahora tenía que lidiar con Terry que para colmo estaba ebrio- entiendo que te sientas mal...

- Me entiendes? Ja! Me entiendes? Qué puedes saber tú de lo que siento- reclamó irónico- que puedes saber si nunca has conocido el amor de un hombre como yo conocí el de ella?!, ¿qué puedes saber si vives tan sola como una solterona amargada?!! Tienes tanto miedo de enamorarte de alguien que te entregas a esa vida que según tú amas, pero que realmente detestas con toda el alma por que estás igual de vacía!!- Ante los insultos Sara le miraba con frialdad, su respiración se agitó estaba conteniéndose las personas en el lugar comenzaron a guardar silencio apagadas por los reclamos de Terry, todo mundo la miraba y la compadecía, como odiaba que le mandaran esas miradas de lástima

- Basta!!- gritó y la copa que sostenía junto con Terry se rompió cortándole la mano- eres un idiota!- agregó mientras estampaba su puño cerrado en el rostro del actor haciendo que cayera de espaldas del asiento, a pesar de ser pequeña y de su estructura frágil le había propinado un buen golpe...

Fin flashback

No recuerdo- dijo con una sombra en el rostro

La conversación siguió "normal" en lo que cabe, ella se había mantenido distante, Terry seguía metido en su miseria, así que no había mucho que decir entre ellos, por un lado Terry lo agradeció, sabía que no estaba para conversaciones largas por el momento, no estaba de ánimos, pero también le incomodaba la situación, después de todo intuía que había hecho algo que a ella no le había parecido, pero más le molestaba que no se lo dijera y que le dejara con la duda.

Cuando llegaron a la casa Terry se retiró a su habitación y Sara se encerró en la suya hasta la hora de la cena, cuando salió y toco a la puerta de Terry para ver si se le ofrecía algo, el chico desde adentro se negó y ella se retiró.

Durante algunas horas se escuchó la música de una harmónica, melancólica y llena de dolor.

Sara estaba en su habitación, con el gato sobre las piernas, dormido, tenía la mirada perdida, le dolía el corazón, tenía una angustia en el pecho que conocía a la perfección, después de todo Terry no se había equivocado y lo odio por eso...

Terry descansaba sobre la cama con las manos bajo la cabeza mirando hacia el techo de la habitación, rememoraba, sentía y aspiraba de nuevo a Candy, la había visto hermosa, toda ella se había transformado en una hermosa mujer, en una diosa de belleza y candor, aún la amaba, y odió a Albert por habérsela quitado. Era bastante tarde y a casa estaba a oscuras, estaba distraído metido en sus pensamientos cuando lo escuchó, a lo lejos, un sollozo lastimero, contenido en el silencio, doloroso por el hecho de ser todo sentimiento, creyó que soñaba, supuso que era el llanto de algún niño que viviera cerca y que estando todo en silencio seguramente su llanto se escucharía más fuerte, sin embargo después de unos segundos de escucharlo cayó en cuenta de que provenía de la misma casa, de inmediato pensó en Sara, pero también recordó el hecho de que ella nunca lloraba o más bien nunca se permitía llorar. De inmediato quiso saber si era ella la que estaba llenando la noche con sus lágrimas, y de ser cierto quería saber el motivo de estas.

Salió de la habitación con sigilo por el pasillo hasta llegar a la puerta que lo separaba de la habitación, estaba a punto de tocar y preguntar si se encontraba bien, pero a penas puso su mano en la superficie de la puerta, se dio cuenta de que estaba abierta, sólo tuvo que empujar un poco para que la puerta cediera, no entró, simplemente se limitó a dar un vistazo, sabía que estaba mal, pero tenía una sensación que podía traducirse en culpabilidad, y aún no encontraba el porque, dentro no había luz alguna que alumbrara, sólo la luna que asomaba por la ventaba con las cortinas de par en par, sus ojos azules acostumbrados a la penumbra de la propia habitación, no tuvieron problema para distinguir el interior y se sorprendió ahí estaba ella, no quería creerlo pero ahí estaba con su cabello suelto y un ligero camisón, con la frente pegada al vidrio de la ventana y lo más difícil de aceptar, estaba llorando como nunca antes la había visto, la imagen se confundió con "SU" Candy, eran tan parecidas...

Ella lloraba, su cuerpo pequeño y frágil se estremecía con cada sollozo apagado, la imagen en su mente había cambiado su forma de verla para siempre, sintió su dolor en cada sollozo, era tan lastimero, tan conmovedor, estaba tentado a entrar en la habitación y estrecharla, dio un paso abriendo un poco la puerta, ella no lo notó, estaba demasiado ensimismada en sus emociones que no se dio cuenta de que era observada. Terry se había paralizado, no sabía que hacer, entendía a la perfección que era un intruso, que si ella hubiese querido su compasión y consuelo habría ido hasta él, Sara era transparente, si quería algo lo pedía no sólo con sus labios, también su mirada lo hacía, sus gestos, su tono de voz, sus manos, pero no lo hizo, reconocía en ella el mismo orgullo que lo hizo a él perderse en la bebida años antes, era mejor eso a correr a los brazos de su madre a buscar consuelo, era mejor eso a ver en el rostro de los demás la inequívoca señal de compasión y lástima por que no podía levantarse con sus propias fuerzas y necesitaba de la mano de alguien, la comprendía tan bien que dando un suspiro dio media vuelta y la dejó sola.

Regresó la habitación con un extraño nudo en la garganta, ¿qué era lo que esa chica despertaba en él? La había visto llorar y se había conmovido como nunca antes lo había hecho, de pronto se sintió culpable sin saber la razón, se recostó en el lecho y dejó que sus pensamientos volaran para dejar la mente en blanco y bloquear los sollozos de la habitación cercana.

Cuando Terry abrió los ojos a la mañana siguiente se sorprendió seriamente de lo que estaba ocurriendo, si bien tenía el corazón roto y el alma abandonada al duelo de haber perdido al amor de su vida, el sentimiento era ambivalente, como si un gran peso se hubiera quitado de sus hombros, descargo su ira con Albert, volvió a verla y sin proponérselo estaba feliz de saberla tan plena y satisfecha con su vida, su rostro era tranquilo y suave, con esa sonrisa que le derrumbaba las defensas, siempre alegre, como nunca pensó que sería a su lado.

Era bastante temprano, la mañana era fría, entró al baño y se dio una ducha rápida, se vistió y salió de la habitación hacia la cocina, Sara estaba despierta, sentada a la mesa con una taza de té caliente en las manos, para sorpresa de Terry la chica no se percató de su presencia hasta que tomó asiento frente a ella.

Buenos días- dijo Terry, la chica alzó la vista y le miró, tardó unos segundos antes de poner en su rostro una débil sonrisa, tenía el contorno de los ojos algo rojo, sin embargo no parecían estar hinchados

Buenos días, ¿quieres un poco de té? Lo acabo de hacer- dijo amablemente, al parecer la seriedad del día anterior había desaparecido por completo, no había rastro de que ella siguiera molesta con él, aunque aún no supiera el motivo, ni siquiera parecía que hubiera llorado casi toda la noche.

Sí, gracias- no sabía si tocar el tema del día anterior, lo que sí sabía es que tenía que pedirle una disculpa, cosa que nunca había sido fácil para él.

La chica en unos segundos le puso en frente unos panecillos y la taza de t

Acabo de traerlos- dijo guiñando los ojos con una sonrisa

¿a qué hora te levantaste?- preguntó tratando de hacer conversación, después de todo necesitaba darse un poco de tiempo

Diez minutos antes que tú- sonrió, esa actitud empezaba a molestar a Terry ¿Por qué no le gritaba? ¿Por qué no le exigía una disculpa por haberla tratado de la forma en que lo hizo el día anterior?

Sara... er... te pido una dis... - comenzó a decir, pero la chica lo interrumpi

No es necesario- dijo volviendo a ponerse de pie, era obvio que lo estaba evitando

Espera, déjame terminar- dijo el chico siguiéndola y tomándola de la mano para que ella no huyera – es necesario, por que sé que te lastimé, fui rudo contigo y no lo merecías

Terry... - sin embargo el joven la calló poniendo un dedo sobre sus labios

Calla- dijo tomando su rostro con la otra mano para atrapar su mirada- discúlpame Sara, tal vez tú ya no le des importancia, pero no sería honorable si no admitiera que fui un patán contigo, sé que te hice algo, no lo recuerdo pero sé que pudo ser la causa de que tus bellos ojos negros se empañaran con lágrimas anoche- agregó, su tono era sincero, después de todo realmente había madurado, la forma en que lo había tratado la vida habían hecho de él un hombre consciente de sus acciones, maduro con sus emociones y sensato con sus pensamientos.

Sara sintió que los ojos le brillaron de emoción contenida, tomó la mano de Terry que callaba sus labios y la puso sobre su pecho a la altura del corazón, el chico estaba sorprendido, sabía que Sara era como una chiquilla que hacía cosas sin importar la norma social dictada de la época, y aún no se acostumbraba a eso, ninguna chica que él conociera, aún Candy, se habría atrevido a un toque tan personal.

Gracias... - susurro – deberás entender que no estoy acostumbrada a que me den disculpas, y menos a sentir que alguien se preocupa por mi- dijo y su rostro dibujó una sonrisa- pero no voy a negarlo, todo lo que dijiste es verdad, una verdad que me lastima, que me ahoga el alma, pero finalmente es una realidad- dijo con algo de tristeza en su tono de voz, sin embargo él no recordaba lo que había dicho y ella lo sabía, y por lo mismo no deseaba recordarlo.

Terry en un gesto fraternal la estrechó en sus brazos y la chica recargó su cabeza sobre el pecho del actor, escuchando el suave latir de su corazón.

Lamento que hayas tenido una decepción más- dijo la chica en cuanto ambos volvieron a tomar asiento a la mesa

Yo no... - dijo y el silenció reinó en la estancia, ninguno de los dos volvió a decir palabra, no era necesario, había un entendimiento y respeto por los sentimientos del otro

Terry no entendía por que Sara sufría, pero muy dentro de sí sabía que un día ella le contaría el motivo de sus lágrimas.

Mientras tanto en otro lugar de Chicago.

Marguerithe, simplemente te ves encantadora- dijo la voz de una mujer pelirroja, delgada y de complexión delgada, transpiraba arrogancia por cada poro de su piel suave y perfumada, su traje era bastante elegante, a pesar de la banca rota de su familia ella seguía conservando su gusto por la ropa y accesorios caros con los que era obsequiada continuamente por sus admiradores.

Eliza Leagan, hace años que no te veo, me parece que fue ayer cuando estábamos en el Colegio San Pablo en Londres- contestó la rubia besando la mejilla de su amiga a modo de saludo.

Creí que estabas en Inglaterra-

Lo estaba, pero ya sabes con eso de la guerra no estábamos seguras, mamá y yo tuvimos que dejar la casa y muchas de nuestras posesiones a merced del estado- dijo exagerando un poco

¿Cuáles posesiones querida? Creí que la que era rica era tu hermanastra, no creo que tengas que preocuparte tanto por "tus riquezas" cuando seguramente la mayoría se fueron en la dote de tu hermana- como siempre el mordaz comentario de Eliza surgió de sus labios destilando veneno, sin embargo la rubia frente a ella estaba hecha de la misma calaña y sabía contestar en el punto que más le dolía aunque el gesto de odio a la pelirroja no se hizo esperar, sin embargo lo disimuló muy bien con una sonrisa

Pues te equivocas querida, Jacqueline no recibió dote alguna... por cierto me encanta tu vestido, no sabía que hubiera tan buenas costureras en el rancho de México, aunque no le veo el caso vestir tan elegante cuando tratas con puros... campesinos, aunque supongo que estas agradecida con la esposa de tu tío por darles el apoyo económico- dijo despectivamente, los ojos de Eliza brillaron, era obvio que la rubia sabía que la simple mención de Candy en la forma más indirecta causaba en ella una reacción completamente visceral

Vaya, vaya, estamos a mano... - reconoció Eliza

La familia de Eliza se había marchado al rancho de México debido a la banca rota en que se declararon hacía mucho tiempo, sin embargo gracias a la perseverancia del Sr. Leagan y a Candy que había convencido a Albert de que no los desprotegiera por que finalmente eran su familia habían salido adelante, sin embargo la opulencia que los caracterizó tantos años ahora se veía disminuida en gran parte, la Sra. Leagan no soportaba tal situación, estaba avergonzada y humillada, a tal grado que había preferido el exilio en México a tener que poner cara a las que antes llamaba amigas en alguna reunión social. Eliza y Neil por su parte habían regresado a Chicago, la tía abuela Elroy había dado a sus sobrinos su casa en la ciudad, la cual ya no utilizaba, pues prefería quedarse en California debido a su edad y estado de salud. Ambos hermanos vivían con ciertas comodidades, Neil había conseguido un empleo como asistente en una empresa de bienes raíces, era el típico lame botas del jefe, tenía un buen salario, el cual gastaba en mujeres tratando de olvidar a Candy y en negocios de mala dudosa procedencia, tenía hambre de poder y dinero y odiaba tanto a Albert que pasaba horas enteras deseando su muerte mientras picaba con un abrecartas la foto de éste sobre su escritorio. Eliza por otro lado se había dado a la tarea de conseguir un marido rico que le solapara sus caprichos, era una experta seduciendo, podía hacer que cualquier hombre cayera a sus pies, que le comprara joyas y la llevara a lugares caros en donde gastaba excesivas sumas de dinero en banalidades. Quería el dinero y la admiración que tenía la persona que más odiaba en el mundo, Candy era todo lo que ella ansiaba, y deseaba verla hundida más que otra cosa, sin embargo le daba más prioridad a gastar el dinero que no tenía que a arruinarse la vida pensando en como destruirla, además de que su hermano no se lo permitiría. Ambas chicas tenían algo en común, las dos odiaban a alguien que tenía lo que ellas no habían podido conseguir con tretas y engaños.

Ambas habían seguido su conversación algo más amable y evitando los comentarios mordaces cuando Neil llegaba a la casa, de inmediato reconoció a Marguerithe y la saludó como un caballero besando su mano.

Neil, es un placer volver a verte- dijo haciendo reverencia

El placer es todo mío, qué te trae a Chicago?- preguntó tomando asiento a su lado después de saludar a su hermana- no me digas que te ha dado nostalgia y que me extrañas- dijo recordando que habían sido novios hace algún tiempo

Negocios realmente... de hecho esperaba que llegaras, tengo una proposición que hacerles y quiero saber si están interesados- dijo con ojos brillantes de malicia

Proposición? Me intrigas de que se trata?- preguntó Eliza acercándose a ella en señal de confidencia

Hay dinero implicado?- preguntó Neil

Mucho, más del que te puedes imaginar, una gran fortuna y no sólo eso, también hay propiedades, obras de arte, acciones de algunas compañías europeas-

Estas bromeando? Nadie puede ser tan rico- dijo Eliza sin creerle

Tu crees?- una gran sonrisa se le iluminó en el rostro, al parecer comenzaba a interesarlos

No estarás pensando en asesinar a alguien verdad? Por que no queremos líos con la justicia- dijo Neil cruzando los brazos

He estado planeando esto desde hace años, nada puede fallar, pero necesito su ayuda, podría hacerlo sola, pero no tengo tus contactos- señaló a Neil – ni los medios para llevarlo a cabo- dijo mirando en esta ocasión a su amiga

Lo pones como si fuera muy complicado- declaro la pelirroja intrigada

Al contrario, es tan sencillo que si aceptas ayudarme, cuando te des cuenta estarás bañada en oro y gemas preciosas.

Los ojos de los Leagan brillaron de avaricia y ambición, conocían a Marguerithe y sabían que eran tan astuta como ambiciosa y que podía planear grandes cosas si realmente había interés en ello, sin embargo no podían dejarse embaucar por ella, sabían que estaba en situación precaria como ellos, pero igualmente sabían que siempre tenía un as bajo la manga y no querían arriesgarse.

la baronesa, sabe de esto?- preguntó Eliza mirandola fijamente, conocía tan bien el arte de la mentira que podía detectar a un mentiroso con una sola palabra que saliera de sus labios

no, mi madre no está enterada, está tan ensimismada en su amargura que se ha dado a la ardua tarea de conseguirme un marido viejo y rico para que pueda heredarlo todo y ella se quede con mi dinero- dijo con cierto desdén

de tal palo tal astilla no?- se burló la joven

Dime algo Eliza, que sentiste cuando la huérfana te quito a Anthony Brawer?

Lo mismo que tú sentiste cuando Ethan...

No empiecen a pelear!! – intervino Neil antes de que comenzaran a atacarse entre ellas- si vamos a estar juntos en esto, debemos estar en armonía y confiar en nosotros

Ambas chicas se miraron sin decir nada, habia odio en sus ojos, sin embargo sabían disimularlo y expresar lo contrario con sus palabras y gestos.

Y bien? Están conmigo? –

De cuanto estamos hablando?- preguntó el chico

Iremos a partes iguales si así lo desean, es tanto que los tres seremos muy ricos- contestó la rubia, después de todo podría negociar después con Neil que era el más débil y manipulable

Bien acepto- contestó él

Yo también estoy dentro- dijo Eliza no muy convencida.

Margerithe sonrió ampliamente, después de todo las cosas empezaban de buena forma para ella.

En un parque de Chicago horas antes de partir a Nueva York...

No quieres ir a despedirte?

No... es mejor así, además no estoy listo todavía

Creí que le habías dicho adiós

Y lo hice, le di la espalda a mi pasado

No es lo mismo

Lo sé, pero tal vez algún día pueda comprender por que un amigo es capaz de traicionar por el amor de una mujer

La vida es un círculo y en algún punto del camino los volverás a encontrar

Espero que para ese día, no haya nada que reprochar y pueda volver a verles a la cara sin sentir nada

Así será... - le tomó de la mano mientras él acomodaba la cabeza sobre su hombro y se recargaba en ella.

Deberías ver un médico, la herida es profunda- dijo observando la mano lastimada

Cicatrizará, como tu corazón...- dijo – y mi alma... - agregó sin que él le escuchara.

CONTINUARÁ...