Hechizo de Amor...

Por: Karonte.

Capítulo XIII: Recuerdos.

Sara despertó con un intenso dolor de cabeza, abrió los ojos esperando que todo hubiese sido un sueño, sin embargo el dolor en el pecho era intenso, también notó algo estaba recostada sobre su cama y traía sus ropas de dormir.

- como?...- se preguntó cuando se abrió la puerta de la habitación, Terry entraba con un servicio de té, miró a su alrededor y en el reloj que tenía sobre su mesa de dormir eran aproximadamente las nueve de la noche

- como te sientes- preguntó sirviendo una taza y tomando asiento a su lado.

- bien supongo… que fue lo que paso- preguntó

- te encontré inconsciente en la entrada de tu departamento- dijo retirando unos cabellos de su rostro y tocando su frente para ver si aún tenía fiebre- supongo que fue consecuencia de la tormenta de ayer.

- regresaste?...

Flashback

Terry había dejado en la puerta a su amiga y se disponía a salir del lugar, apenas había dado unos cuantos pasos hacia las escaleras cuando Lukas, el vecino de enfrente salía de su apartamento acompañado de su pequeña hija, una chiquilla pelirroja de encantadores ojos azules que sonreía de oreja a oreja, y para sorpresa de Terry se dirigían exactamente hacia la puerta de su amiga, sin más dio media vuelta y se adelantó a ellos como si acabara de llegar

- Buenos días- dijo el vecino reconociendo a Terry como un gran actor

- Buenos días- contestó secamente, sin embargo sonrió a la niña y le acarició la cabellera lacia.

- Vienes a ver a Sara?... es mi amiga y la voy a invitar al carrusel- dijo la niña sonriendo inocentemente, cuando se escuchó el jarrón que se rompía en el suelo

La niña brincó del susto y se escondió tras las piernas de su padre que de inmediato se acercó a la puerta, sin embargo ese lugar ya lo ocupaba Terry que tocaba con fuerza.

- Sara! Estas bien! Abre la puerta- dijo al escucharla

- Iré por ayuda, Cat, entra en la casa y no salgas- dijo llevándose a la niña y metiéndola en su casa para bajar corriendo las escaleras

- Sara- grito Terry y forzó la puerta encontrando a la chica desmayada a sus pies, de inmediato vio si tenía pulso cuando llegaban sin aire Lukas y el portero del edificio.

-Srita. Evans-

- No se queden ahí parados llamen un médico- ordenó el actor mientras la tomaba en brazos, Lukas entró con él al departamento y le abrió camino hacia la habitación de la chica, claro después de abrir tres puertas equivocadas, pero finalmente lo encontraron, Terry colocó a la chica sobre la cama y comenzó por quitarle el calzado y abrir los botones de la camisa que llevaba, de manera que la respiración se facilitara.

Fin de Flashback

-El doctor dijo que estas bajo mucha tensión- dijo como si nada-

-llamaste un doctor? Por que- dijo como si fuera lo más normal estar desmayado en la puerta de la casa

-tienes razón es muy normal encontrar a personas inconscientes en sus casas, con jarrones rotos y esas cosas- respondió con característico sarcasmo.

- gracias Terry… - dijo sonriéndole, estaba pálida – quieres que…

- ni siquiera lo intentes pecas- dijo deteniéndola al ver que trataba de levantarse – estoy bien, de hecho tu vecino se ofreció en preparar algo de comer-

- Lukas está aquí- preguntó sorprendida

- no, de hecho lo mande a su casa después de que cocinó- dijo con cierto cinismo- además no quisiera verte en pijamas… de por si supongo que se hará uno de esas grandísimos escándalos en los que tú y yo estaremos implicados románticamente por mucho tiempo.

- Bueno Robert me lo agradecerá no crees- sonrió

- Supongo que te besaría- dijo tomándola de los brazos para volverla a acomodar entre las almohadas, sin embargo se acercó demasiado, cruzando las miradas- Robert te besaría- agregó soltándola – me iré en cuanto te duermas- dijo caminando hacia la puerta.

- Terry, espera…

- qué ocurre?

- nada…

Terry salió de la habitación, no habían pasado ni dos minutos cuando Sara salía a su encuentro y se sentaba frente a él en la sala envuelta en su bata de dormir.

-El día en que mi padre se casó con la baronesa, mi hermano Maxwell se fue de la casa, jamás entendí por que me había abandonado hasta que volvimos a encontrarnos años más tarde. El primer año viviendo juntos como una familia fue extraño, yo jugaba en los jardines y alrededores de la casa y mis hermanastras tenían prohibido siquiera salir de la casa si no iban acompañadas de alguna de las mucamas o nanas, yo tenía impuestos más deberes mientras ellas hacían apenas la mitad de los suyos, en fin… cosas del estilo. Fue un año difícil, Marge siempre me trató con indiferencia, aún si yo buscaba su opinión y consejo en algunas de mis niñerías o sueños; siempre se burló de mi sueño de ser una gran violinista y tocar incluso para reyes, decía que seguir el ejemplo de mi madre era malo y que mi padre me había malcriado dándome alas en un mundo en dónde las mujeres sólo brillan cuando tienen un esposo rico o importante, sufrí aún más por que no sabía nada de Maxwell, me había abandonado literalmente con unas niñas que no sabían el significado de la palabra hermana y con un reemplazo de madre que apenas y me volteaba a ver, y papá casi nunca estaba en casa. No fue sino hasta que papá murió que supe que se encontraba viviendo con la abuela Marishka y que comenzaba a tener partes importantes dentro de las obras teatrales de los propios gitanos.

Cuando mi padre murió, mi madrastra creyó que le había dejado como heredera universal junto con sus hijas, sin embargo jamás se había cambiado el testamento, a su muerte mi madre tendría el 50 de los bienes y mis hermanos y yo repartidos en partes iguales el otro 50, pero dadas las circunstancias, para cuando leyeron el testamento me encontraba siendo la niña de seis años más rica de la región mientras mi hermano no fuera localizado, a eso se le aunaban la fortuna de mamá y de los abuelos que ya habían dejado en nosotros todo lo que tenían. Mi padrino, era el albacea de ambos mientras Max y yo cumpliéramos la mayoría de edad y en mi caso si es que me desposaba antes de esto mi esposo sería quien administrara mis bienes bajo su supervisión.

- Me preguntarás por que te hablo de dinero y tierras, cuando lo que te interesa saber es mi pasado, bueno por que de ahí comenzaron mis problemas.- explicó a su amigo con una débil sonrisa.

Terry estaba sorprendido, sentado en el sofá frente a la chica no se había esperado que la situación pasara a ser totalmente benéfica y que ella le contara su vida a grandes rasgos, permaneció callado y atento a cada palabra de Sara mientras ella hablaba, se le notaba cansada pero a la vez sumamente honesta y decidida a decirle todo a su amigo.

- siempre es el dinero y la posición… - dijo Terry con algo de amargura recordando su propia vida.

-En fin, creo que si antes no le agradaba a la baronesa ahora que me sabía dueña absoluta de todo el patrimonio de la familia pues menos, trato de convencer a mi padrino con que le otorgaran mi tutela, sin embargo no cedió, mucho menos cuando nos cortó toda comunicación, estuvimos viajando por toda Inglaterra para evitar que nos encontrara, hasta que por fin comenzamos a radicar en Londres, el abogado me proporcionaba una pensión para mi educación jamás supo que ese dinero era destinado para que mi familia adoptiva se creara una fama que no tenía, a Marge le gustaba aparentar, se daba más lujos que los que realmente podía costear, cenas, bailes, ropa y accesorios, hasta mandó a sus hijas al Colegio San Pablo.

- tú estabas en el San Pablo- preguntó sorprendido por la coincidencia tratando de recordar si alguna vez la había visto en el colegio.

- no, según Marge era un desperdicio gastar en mí dinero cuando el futuro de Marguerithe estaba en riesgo, tomando en cuenta que Jacqueline nunca figuraba en sus planes.

- pero entonces como hiciste para...- preguntó tratando de no parecer demasiado brusco notando el hecho de que la chica era bastante culta e instruida como si hubiera estado en los mejores colegios europeos.

-tal ves no fui al San Pablo ni me codeaba con lo mejor de Londres, pero siempre me he jactado de tener iniciativa y lo mejor de todo… de tener ojos para leer y en Londres había suficientes bibliotecas con todos los libros que yo pudiese anhelar, era demasiado joven e ingenua para molestarme por la injusticia de negarme una educación formal, sin embargo mi padre también se había formado así, había estudiado medicina por su cuenta hasta que tuvo el suficiente dinero para pagarse una escuela y después ganar una beca, cuando se dio cuenta era director del hospital y después su dueño.- sonrió

- vaya…- recordó cuando tuvo que irse de la escuela para que Candy se quedara y lograr seguir el sueño de su vida, ser un gran actor sin que el apellido, prestigio y dinero de su padre opacaran la calidad de su desempeño.

-Para cuando tenía 10 años conocía el infierno y no era muy alentador darme cuenta que era una niña diferente a los demás, me costó mucho trabajo aceptarme- dijo mirando a Terry que puso cara de interrogación.- tenía miedo de mí misma y de lo que podía hacer… las visiones, lo creas o no sabía que pasarían cosas un día o momentos antes de que realmente ocurrieran, al inicio eran sueños… pesadillas más bien difusas sin un orden o coherencia, y cuanto más tiempo pasaba más frecuentes se hacían, casi todas las noches tenía pesadillas, Marguerithe se encargó de que la lista de mis sobrenombres aumentara constantemente. Detestaba que me vieran con compasión, yo no había pedido vivir de esa forma y mucho menos había pedido este don- agregó tomando su medallón con una mano.- lo único que daba sentido a mi vida era la música, me encerraba en el desván a practicar cuando había terminado mis deberes en la casa, mi madre siempre nos había inculcado a todos el amor al arte, Maxwell amaba el teatro, Cristine podía pasar horas dibujando y yo siempre estaba absorta en la música, es hasta hoy lo único que me hace sentir segura…

- En ese entonces, recibí la primera carta de Maxwell, no sabía si llorar o reír, estaba muy emocionada, creí que me diría que me extrañaba tanto como yo a él y que se arrepentía de haberse ido de la casa, y que sentía la muerte de mi padre, sin embargo sólo me hacía participe de que iría a vivir a Italia con mi padrino y su hijo, y que pronto la abuela Marishka iría a Londres con el grupo de gitanos; creo que jamás había llorado tanto, rompió mi corazón darme cuenta de que no le importaba, me sentí impotente y olvidada, Marguerithe por supuesto no perdió la oportunidad para hacerme notar que era obvio que todo el mundo me odiaba por ser un fenómeno y fue cuando paso, jamás me había enfurecido tanto, no supe si había sido yo en ese momento, pero la ventana junto a la que estaba parada Marguerithe se había estrellado y roto como si le hubiesen golpeado con una piedra, la niña salió corriendo gritando que trataba de matarla, la baronesa me retó y me encerró en el sótano, estaba oscuro y hacía frío, ese día desee morir, no quería estar en este mundo si nadie me quería… - el rostro de Sara se ensombreció por los recuerdos, Terry no sabía que hacer, si levantarse y reconfortarla o simplemente seguir escuchando eso que tanto había deseado, la historia de una vida.

- quieres algo de tomar- interrumpió el chico al ver que estaba un poco tensa.

- me encantaría- sonrió de nuevo mientras Terry le servía una taza de té caliente – supongo que mi historia no es el cuento de hadas que esperabas- dijo de repente

- no supongo que no pero me gustaría escuchar lo que sigue… si tú quieres claro… - la animó a seguir, la chica sonrió

- Lo siguiente fue aún más extraño, no recuerdo cuanto tiempo estuve en el sótano, ni si mis pensamientos suicidas tuvieron el efecto de hacerme dormir de manera que yo creyera que había muerto, sólo recuerdo una luz y el rostro de mi madre, reconfortándome, soñé que me llevaba con ella y volábamos por los cielos mirando la campiña, y supe que ella siempre cuidaría de mi sin importar si estaba o no conmigo. Para cuando la abuela llego a Londres con los gitanos, la situación en casa estaba más difícil, la baronesa no quería que tuviera algo que ver con esa parte de mi familia, sin embargo Jacqueline me ayudó a ver a la abuela, a quien realmente me alegré de ver. Fue ella la que me entregó los cientos de regalos que Max compraba para mí cada vez que estaban en un lugar diferente, me sentí un tanto más feliz con ese detalle, finalmente Max no me había olvidado del todo; fue ella quien me explicó mi naturaleza y la necesidad que tenía mi don de ser explotado al máximo, pues me estaba haciendo daño a mí misma al negarlo. Fue la abuela quien me ayudó a entender que yo era la última de una larga línea de wiccans que existían en su familia y que estaba en mí disfrutar el regalo que me había hecho la naturaleza, ella fue quien me inició, y quien me ayudó a entender y clarificar las visiones.

Estuve viéndola a escondidas durante mucho tiempo, el suficiente como para encontrar en mí independencia económica, los gitanos me adoptaron como su hija y con ellos regresó el recuerdo de lo que era y había sido mi familia antes del accidente. Uno de ellos me ayudó a retomar el uso de la espada que años antes mi padre me había enseñado, también me ayudaron a explotar mis emociones para interpretar en el violín, y la abuela me guiaba en las artes de la naturaleza, todo había cambiado y mi vida se hizo un poco menos complicada, yo misma había decidido comenzar a luchar por hacer mi sueño realidad y comencé a pedir empleo en pequeñas compañías artísticas, pero siempre me daban con la puerta en las narices, no dejaban siquiera que tocara algo y ya estaban negándome la entrada, fue cuando lo decidí, comencé a vestirme de muchacho, tenía 14 años y a pesar de que ya estaba desarrollándome fue fácil actuar como uno, mi alma siempre había sido libre y ahora comenzaba a experimentarlo mi cuerpo.

- ciertamente todo un chiquillo con cara de ángel- comentó Terry ante la risa de la chica que se notaba un poco más relajada.

- Sólo así logré que me hicieran una audición y me permitieran ser primero suplente, después logre conseguir un puesto de planta en una pequeña orquesta, los sueños premonitorios habían desaparecido por completo o por lo menos estaba lo suficientemente controlada como para no reaccionar ante cualquier estímulo que me produjera pesadillas por la noche. Una de las noches en que tocaría para una obra de teatro sucedió algo que cambiaría mi vida para siempre, salía de la casa tratando de que la baronesa no lo notara, había guardado mi disfraz para que nadie me confundiera al salir de la casa, cuando pasó, había sentido un fuerte dolor en la cabeza que me tiró de rodillas y frente a mi, pude ver cientos de imágenes demasiado rápidas para poder entender lo que ocurría y después el dolor en el pecho, como si me desgarraran el corazón, han pasado años desde la primera vez y aún no puedo acostumbrarme...- suspiró.

- Jacqueline me había visto desde la ventana y había ido a ayudarme, no pude mirarle, en cuanto me tocó volví a tener la sensación, estaba demasiado asustada para gritar, salí corriendo en busca de la abuela, con cada persona u objeto que me topaba regresaba la sensación, cuando llegué a dónde estaban los gitanos, la abuela ya me esperaba, las premoniciones ahora se habían hecho más intensas y ahora las tenía despierta, estaba muy asustada, fue cuando la abuela me leyó las cartas, me dio el medallón del eclipse y me dijo toda la verdad…

- por que hasta entonces y no antes- preguntó curioso Terry

- aún se lo pregunto, y hoy es el día que no lo sé- contestó

-Me negué cuando supe lo que me esperaba en la vida, regresaron a mi las pesadillas con más claridad que antes viendo como mis padres y hermana morían mucho antes de que hubiera ocurrido, yo lo había visto y mi mente lo había borrado, yo lo supe antes y jamás pude hacer algo para evitarlo; grite mil veces que odiaba mi destino y que no merecía sufrir por algo tan estúpido que no estaba escrito, pero que estaba tatuado en mi alma desde el momento en que nací. Me negué a aceptar que estaba maldita, que todo aquello que amara se convertiría en cenizas en mis manos, y quise huir de mi destino, sin embargo las cosas cambiarían ahora que había desarrollado mi potencial, la abuela había dicho que era demasiado pronto, sin embargo era seguro que tendría que pasar por un evento significativo y no se equivocaba, esa misma noche los gitanos abandonaron la ciudad. Cuando regresé a casa, la baronesa comenzó a tratarme amablemente, acababan de invitarnos a un gran baile y yo era a quien iba dirigida la invitación, estaba deprimida, acababa de perder mi empleo en la orquesta por haber faltado y lo que menos deseaba era asistir a una fiesta, mucho menos esperaba estar invitada, la baronesa literalmente me obligó a ir, rompió el arco de mi violín y amenazó con romper el instrumento si me negaba a darle la oportunidad a sus hijas de asistir a una de las galas más importantes de la sociedad londinense, y conocer un buen partido.

Terry miraba con admiración a la chica que se mantenía tan fuerte frente a él, trataba de no darle importancia, pero no podía negar que estaba a punto de golpear a alguien, siempre había detestado las injusticias.

-Y pasó lo increíble, por primera vez desde que se había casado con mi padre, la baronesa me llevó de compras y me eligió un vestido, que tuve que modificar para el baile, en dónde para mi desgracia un hombre se había interesado en mí para ser su esposa.

- Casarte-preguntó sorprendido y la chica asintió-

- siendo honesta fue la primera vez que agradecí ser tan perceptiva, la misma Jacqueline me había advertido al respecto, su madre nunca era tan amable si no estaba tras algo importante y en este caso podría ser dinero o posición social y tenía razón, la mujer estaba fascinada, Marcus Rochester era uno de los hombres de negocios más importantes de una empresa chocolatera de Francia y no necesitaba acrecentar su fortuna con la dote de una niña como yo, Marge había propuesto casar a Marguerithe con él, pero él le propuso que prefería casarse conmigo y que a cambio le entregaría toda mi herencia ya que él no la necesitaba a lo que de inmediato aceptó. Como yo era menor de edad había que pedirle permiso a mi tutor legal, que en este caso vivía con mi hermano y su hijo en Italia, sin embargo se comunicó con él por medio de una carta en dónde explicaba sus intenciones conmigo, rogué a Dios por que mi padrino se negara, sin embargo fue decepcionante que no recibiera contestación, así que la baronesa dio por hecho que no le importaba mi destino así que siguió con sus planes, yo no había cumplido ni quince años cuando quedé comprometida oficialmente con ese hombre, me negué de todas formas, traté de comunicarme a Italia con mi padrino, pero todo fue inútil, el hombre continuamente me visitaba y yo lo detestaba, odiaba la forma en que me miraba y más aún sus intenciones, podía leer en su mente todo lo que pensaba cuando me veía y eso me repugnaba, la baronesa seguía siendo amable conmigo sin embargo comenzó a quitarme ciertas libertades, como salir de la casa, ir a las bibliotecas sola, me tenía en constante vigilancia hasta que un día decidió que sería mejor si nos mudábamos a la casa de mi "prometido", me negué por completo, sin embargo los castigos comenzaban a acrecentarse y mi voluntad a decaer, me sentía abandonada y sobretodo decepcionada no tenía ganas de seguir viviendo ahí, quería ser libre y vivir mi vida, quería volar y encontrar mi sueño de ser una gran violinista, así que una noche después de cenar, estaba decidida y escapé, no llegue muy lejos, no había contado con la extrema vigilancia que Marcus tenía sobre mi y me atraparon antes de siquiera salir de la cuadra. Esa noche la baronesa no se tentó el corazón, rogué por que me dejara libre, le juré que si lo hacía yo misma pondría a su nombre toda la herencia de mis padres, me juzgó y me dijo que era la peor mujer del mundo que no tenía corazón al dejar a ella y a sus hijas en la calle y me azotó, no recuerdo cuando se detuvo, o si fue la propia Jacqueline la que se interpuso

- es una miserable- explotó Terry, Sara se levantó de su lugar y en verdad le agradeció la empatía mostrada

- ha pasado tanto tiempo que realmente ya no importa- dijo tomando una de sus manos, Terry la guió para tomar asiento a su lado.

- Eres demasiado buena Sara- dijo apretando su mano.

- Al día siguiente era la fiesta de compromiso y yo no podía usar nada que no me causara dolor, Jacqueline me había ayudado con algunas compresas en la espalda, pero ya estaba desesperada, deseaba huir, para mi sorpresa el hombre que tanto detestaba comenzaba a comportarse realmente como un caballero, esa noche en la terraza a solas, me juró una mejor vida, ofreció ser mi salida dijo que una vez casados, jamás volvería a ver a mi madrastra y a sus hijas, que me trataría como reina, y si bien yo no le amaba su idea me pareció completamente tentadora, de haber estado completamente desesperada en esos momentos hubiera dicho que si en ese instante, sin embargo el encanto terminó por terminarse cuando tuve que quitármelo de encima- dijo con los ojos brillantes al parecer de furia contenida- estaba muy asustada, tanto que no logro recordar que sucedió, sus manos me desgarraron la piel de la espalda cuando comenzó a forzarme y a pesar de mis gritos él parecía disfrutarlo- entonces Terry lo notó había miedo en los ojos de su amiga, un miedo disfrazado de ira – Como siempre mi ángel guardián esa noche fue Jacqueline, le estrelló un florero en la cabeza dándome la oportunidad de escapar y así lo hice, salí de la terraza hacia mi habitación, me puse mi disfraz, salí con los demás invitados, y lo único que traía en mis manos era mi violín, no me preguntes cuando me detuve, ni siquiera sé si en algún momento deje de correr mientras me alejaba de ahí, mi única esperanza era seguir ocultando mi identidad y buscar ayuda, pero ¿a quien? Todos me habían abandonado, la abuela se había marchado, y mi hermano… bueno ni siquiera estaba segura de que quisiera brindarme apoyo...

¿qué fue lo que hiciste?

-esconderme, comencé a tocar en las calles por unas monedas para poder alimentarme y viajar, necesitaba tomar un barco que me alejara de Londres; cuando pensaba que por fin dejarían de perseguirme y encontraba tranquilidad, los hombres de ese hombre me encontraban, siempre corrí con la suerte de encontrar amigos en mi camino, que de alguna forma me ayudaron a escapar, lo que no sabía era que la propia Baronesa y sus hijas viajaban continuamente con él en mi búsqueda, al parecer no quiso dejarlas atrás hasta no cumplir el trato hecho; cuando junte lo necesario logré tomar un barco hacia España, ahí encontré un grupo de gitanos a los que me uní, seguí tocando con ellos vestida de hombre, a pesar de que ellos garantizaban mi seguridad, prefería mantener mis precauciones. Viajé hacia Francia y Alemania, recorrí casi toda Europa sin embargo me sentía reticente en ir a Italia, ese país no sólo me llamaba por ser cuna del arte, mi propia alma anhelaba un encuentro, y cuando por fin llegué me sentí como en casa, para entonces lograba controlar muy bien mis visiones y con la práctica diaria mis habilidades habían aumentado. En Italia me separé de los gitanos y comencé a buscar trabajo en los teatros como músico.

- y tu hermano? No pensaste en buscarlo

- Para ese entonces me quedaba claro que mi hermano estaba completamente desentendido de mi y de lo que pudiera pasar, estaba realmente equivocada, pues el destino volvió a jugarme una mala pasada, seguía vistiendo de muchacho, lo que me daba mayor seguridad para salir de mis escondites durante el día, tocaba el violín en las calles de Florencia cuando conocí a Ethan, tropezó conmigo, sin embargo no venía solo, para mi sorpresa Marguerithe iba con él y tras ellos venían la baronesa y Jacqueline, no le di tiempo siquiera de mirarme, salí corriendo a esconderme.

-Y ese quien era- preguntó Terry, aunque en su voz habían algunas inflexiones de molestia, Sara no las supo distinguir.

- Él era… otra coincidencia, después de ese primer encuentro con él hubieron muchos más, todos accidentales pues jamás eran en el mismo tiempo y lugar, hasta que terminó por descubrir mi verdadera identidad, sin embargo al mismo tiempo lo había hecho Marguerithe y Marcus, para mi sorpresa esto había sido predestinado, pues Ethan era el hijo de mi padrino y mejor amigo de Maxwell, sin saberlo estaba reuniéndome con mi familia.

- Feliz coincidencia no crees- atinó a decir Terry sin embargo en el rostro de la chica no se denotaba felicidad.

- Si… fue muy feliz, Maxwell y yo nos volvíamos a reunir, fue cuando me enteré que la baronesa quemaba todas las cartas que me mandaba después de leerlas, también fue un poco terrible enterarme que mi padrino y el hombre con el que querían casarme eran rivales en los negocios y que ninguno de los dos sabían que yo tenía algo que ver con los dos, Max por otro lado había pasado la mitad de su vida tratando de encontrarme y como no conocía ni a la baronesa ni a sus hijas jamás las relacionó conmigo cuando éstas llegaron a Italia junto con Rochester.

- Y como es que Ethan estaba con tu hermanastra?

- Como dije, yo no conocía la relación de Ethan con mi padrino, en mi vida lo había visto, y él era uno de los solteros más codiciados de Florencia, la chocolatería de su padre es una de las más productivas y famosas de Europa, era natural que Marguerithe se le lanzara cuando vio la oportunidad.

- Vaya, una gran casualidad diría yo- dijo Terry sin embargo estaba muy claro para Sara que en la vida no existían las casualidades, sino las causalidades.

- Tal vez… sin embargo la felicidad no me duró mucho, una vez viviendo con mi padrino, Ethan y Maxwell, creí que todo sería mejor, y lo fue durante varios meses, Carl Hudson me había escuchado tocar en las calles y de inmediato me reconoció, me ofreció un puesto en su orquesta y sin más acepté; todo iba genial, había encontrado a mi hermano, Philipe, mi padrino me había adoptado como a una hija en todos los sentidos y por fin me sentía segura, se habían levantado cargos en contra de Marcus por privación de la libertad y al parecer ya tenía antecedentes. Todo iba bien, mis visiones se habían ido casi por completo y yo estaba feliz, me comprometí con Ethan, nos casaríamos y mi cuento tendría un final feliz.

- Qué fue lo que pasó-

- De nuevo la maldición, ya me había arrebatado a mis padres ya a Cristine y ahora amenazaba con quitarme lo que más amaba en el mundo, la familia que tanto trabajo me había costado conseguir. Comenzaron a pasar sucesos algo extraños, y de nuevo tuve una visión, fue en medio de un concierto en el teatro de la ópera, para ese entonces ya había aprendido a interpretar las señales, fueron días de interminables pesadillas y todo aquello a mi alrededor me decía que algo malo iba a pasar, todo lo que mis manos tocaban traían a mí imágenes de muerte... cuando me di cuenta Philipe había muerto en circunstancias extrañas unos días antes de la boda, no puedo negarlo, me culpé y me negué a seguir con los planes de la boda, sin embargo ni Maxwell ni Ethan me dejaron a pesar de que les dije acerca de mis visiones; el día de la boda fue aún peor, Ethan me había enviado un ramo de lilas, a penas las había tocado cuando las vi manchadas de sangre, Maxwell que estaba a mi lado estaba bañado en sangre y se deshacía ante mis ojos en una horrible lentitud, vi su cuerpo sin vida caer a mis pies. Me negué a seguir con la boda, las señales eran muy claras, pero de nuevo Maxwell me convenció de lo contrario, dijo que merecía tener una vida al lado del hombre que amaba y que él jamás permitiría que me hicieran daño.

Los ojos de Sara se habían llenado de lágrimas, sin embargo ninguna se atrevió a bajar por sus mejillas, Terry ejercía presión sobre su mano para darle valor a seguir, con su otra mano tomó su barbilla y levantó su rostro hacia el de él.

Puedes decírmelo, deja que salga todo ese dolor y compártelo conmigo, yo te sostendré y no te dejaré caer… lo prometo- dijo con suavidad, sabía que su amiga detestaba sentirse débil, no podía dejar que parara, la herida se había abierto y necesitaba que saliera toda la ponzoña para que dejara de doler, y sobre todo sabía que compartir una pena siempre hace que la carga sea más liviana. Sara suspiró y contuvo las lágrimas tratando de sonreír pero era bastante obvio que no necesitaba fingir algo que realmente no sentía, y Terry le daba la suficiente confianza para poder llorar sin esperar una mirada de lástima de su parte.

-Ya estaba dentro de la iglesia cuando apareció en la entrada Marcus, todo se detuvo a mi alrededor, lo ví sacar el arma y no pude moverme, grité pero fue en vano, todo había acabado demasiado aprisa, cuando regresé a la realidad, estaba en el suelo sosteniendo a Ethan que murió en mis brazos.

Lo siento- dijo el actor ofreciendo su pañuelo a la chica que para ese entonces ya tenía el rostro enmarcado en lágrimas.

-Me avergüenza decir que después de esto traté de quitarme la vida, había entrado en una especie de shock, no dormía, no comía y no me importaba absolutamente nada, para entonces me vi rodeada de policías y envuelta en una investigación como testigo y móvil de un homicidio que al parecer envolvía también el de mi padrino. A penas fueron unos días cuando recibí una amenaza escrita, realmente me hubiera importado muy poco, pero la vida que estaba en juego no era la mía, una semana más tarde estaba casándome con un hombre que detestaba a un precio muy alto, la vida de Maxwell aún así fue cobrada…

CONTINUARÁ…

N. de la A.: Si, ya sé que ha sido el capítulo más largo o por lo menos así lo sentí, a lo mejor encuentran información mal estructurada y lo siento TT, pero ahora si he tenido mucho trabajo, tenía la idea de hacerlo a manera de flashbacks pero las personas que lo leyeron así me dijeron que tendían a confundirse los eventos, así que mejor lo hice todo en primera persona, no estoy muy satisfecha pero bueno promero esmerarme para el siguiente.

Gracias a todas las chicas que han preguntado por la continuación, les agradezco mucho sus atenciones y preocupación al respecto, espero no quedarles mal con este capítulo. Tocaya, Nalleli, gracias por sus porras y gracias a todas las demás que se dan tiempo de leer esta historia.

Besos,

Karonte