Parte II:

Se mordió el labio más asustada y retrocedió de inmediato de la ventana, confundida y preguntándose si estaba delirando o en realidad aquella persona era el muchacho que ella creía que era. Luego de unos segundos de autoconvencimiento de que "ese" no podía ser Inuyasha, bajó presurosa hasta el living y desde allí, detrás de los finos visillos de la ventana volvió a mirar en dirección al teléfono público esta vez camuflada de los velos, pero ya no había nadie allí. Suspiró aliviada creyendo que tal vez esa persona saludaba a alguien que no era precisamente ella y se reprochó internamente.

.Tonto Inuyasha, por tu culpa estoy imaginando cosas.

Se dio dos pequeños golpecitos en la cabeza sonriendo levemente y luego, justo en el instante en que subía las escaleras llamaron a la puerta. Retrocedió suspirando y reclamando el que no iba a estar tranquila como ella pensaba y la abrió a regañadientes. Sus ojos se posaron enfrente contra una camiseta negra y ella entonces subió la mirada hasta encontrarse con un rostro levemente bronceado, una sonrisa amplia y aquellos ojos color miel que la hizo retener el aire asustada, sintiendo su asustado corazón golpear con fuerza dentro de su pecho.

.¿Kagome?- Preguntó el chico inclinándose levemente hasta ella, para estar a la altura de su rostro. Aquel acercamiento hizo que sus mejillas enrojecieran de inmediato y entonces Kagome retrocedió un paso, asustada.- ¿eres tu?- Preguntó nuevamente él recuperando la postura al ver la cara de confusión de la muchacha. Ella en cambio lo miraba sin creer... aquel joven tenía la misma dorada mirada de Inuyasha... pero estaba tan... lo miró aprovechando su propia confusión y comparando al niño del cual ella tenía recuerdo. Este joven llevaba el cabello largo y muy negro, estaba vestido con pantalones deportivos y una polera negra pero marcaba un poco la musculatura de su cuerpo. Incluso los brazos desnudos del chico eran fuertes y ese tipo de cuerpo se parecía más al de un atleta.

.¿Si?- Musitó al fin sin querer creer lo inevitable. Él sonrió al fin aliviado después de tensos segundos.

.Ahhhh, vaya... pero si estas igualita! La misma chiquilla incrédula de siempre.

Kagome lo miró sin creer lo que estaba escuchando, arrugó el ceño e intentó cerrar la puerta con un portazo pero él fue más rápido y la retuvo colocando su propio pie.

.Ya, ya, tranquila... Kagome, soy yo, Inuyasha ¿qué no me reconoces?

.¿Inuyasha?

Él correspondió con una amplia sonrisa y entonces en ese momento la mamá de la chica se apareció de pronto tras ella.

.¿Inuyasha?

.¡Señora Higurashi! - Saludó alegremente. La madre de Kagome avanzó adelante casi empujando a Kagome que quedó relegada a segundo plano y veía con algo de antipatía como su propia madre abrazaba al chico y le besaba repetidas veces la mejilla.- por Kami, pero si estas todo un hombre, lo sabía, sabía que estabas en Japón.

Inuyasha sonreía aún mientras la mujer lo abrazaba fuertemente. Había un lazo de afecto muy especial entre ellos. El chico aún sonreía sin dejar de mirar a Kagome que ya estaba con los brazos cruzados esperando que terminara pronto la escenita.

.Pero pasa, pasa, tienes mucho que contarnos, anda hijo, entra.

Lo llevó abrazado aún hasta la cocina en donde estaban viendo la televisión Souta, el hermano menor de Kagome, con 11 años de edad, y el abuelo de ellos. Cuando vieron a Inuyasha ambos se pusieron de pie y el abuelo de inmediato lo reconoció y lo abrazó. Con mucho entusiasmo hizo que se sentara a su lado mientras la madre de Kagome se apresuraba en traer algo de café y galletas y el abuelo le explicaba al menor de los Higurashi que éste chico era el tan famoso Inuyasha, del cual ellos muchas veces le habían hablado. Cuando Inuyasha se fue del país junto a su hermano Sesshoumaru, Souta apenas era un pequeño niño.

.Pero que grande y desarrollado estas!- Exclamó el abuelo al ver los pequeños músculos que se dejaban ver en sus brazos.- ¿practicas algún deporte hijo?

.Eh, sí, practico artes marciales.

Kagome había estado todo el tiempo en silencio observando la escena, se había sentado frente a ellos y simulaba beber su café sin interés. Al escuchar que practicaba artes marciales, levantó la ceja intrigada y sus ojos nuevamente se posaron sobre sus brazos y luego, en una rápida inspección volvió a recorrer el torso musculoso que se traspasaba a través de la ajustada polera negra.

.¿Y cuando fue que volviste?- Preguntó con interés la madre de Kagome al tiempo que colocaba a su lado otro platillo lleno de galletas.

.Sólo esta mañana, mi hermano decidió que ya era hora de volver, el trabajo que le fue ofrecido allá en China ya finalizó y es por eso que volvimos.

.¿Cómo esta Sesshoumaru?- Interrumpió Kagome por primera vez, y con el tono de voz bastante juguetón, que hizo sentir al muchacho un dejo de irritación.

.Bastante bien... ahora que tiene novia y se va a casar... - Respondió el joven con sarcasmo mientras intentaba beber un sorbo de café satisfecho con su comentario ya que recordaba aún de las intenciones de la muchacha y se reía internamente por lo que había dicho. Kagome enrojeció y carraspeó incómoda evitando su mirada burlona.

.¿Se va casar¿Sesshoumaru¡No puedo creerlo!- Acotó la madre de Kagome sonriendo.

.Jaja, pero siempre lo he dicho, a nadie le falta un calcetín roto... - Respondió el abuelo provocando un estallido de carcajadas a casi todos los presentes, excepto de Kagome, que pretendía aún beber con ahínco su café.

La noche llegó y la brisa tibia se coló a través de las ventanas inundando la habitación. Todos reían ante las distintas anécdotas que relataba el chico. Su estadía en China le había resultado un poco extraña y le había costado acostumbrarse al ritmo de los Chinos y también había tenido un poco de problemas en el idioma que más de alguna vez lo hizo pasar alguna vergüenza, pero eso fue cuando era un niño. Kagome se había quedado quieta y sólo algunas veces esbozó una pequeña semi sonrisa antes las divertidas situaciones que el chico contaba. Al final él se levantó y todos se pusieron de pie, imitándolo.

.Debo irme, Sesshoumaru va a matarme, debí ayudarle con la mudanza.

.Ah, pero qué lástima!- Respondió la Señora Higurashi. – ¿Volvieron a su casa?

.Sí, la misma.

.Entonces volverás a visitarnos¿no?

.Claro, nunca me he olvidado de ustedes, fueron muy amables conmigo cuando era un niño, no podría dejarlos así- Respondió con sinceridad recibiendo un beso en la mejilla de la señora y luego un apretón de manos del abuelo y Souta.

.Nos vemos, Kagome- Dijo el chico frente a ella pero sin moverse del lugar. Ella asintió levemente sin decir nada.

.Pero Kagome, despídete como la gente educada- Reprochó su madre. Ella la miró exasperada levantando una ceja pero no se alcanzó a dar cuenta que el muchacho le sujetaba los hombros y le daba un rápido beso en la mejilla.

.Que estes bien.- Dijo sonriendo y dando la media vuelta se alejó de ellos. Kagome se quedó con el corazón latiendo apresurado y sus mejillas bastantes sonrosadas. Tragó saliva incómoda y aprovechando que todos se quedaban mirando con nostalgia al chico, subió deprisa las escaleras y se encerró en la habitación, respirando agitadamente y luego de unos segundos se llevó la mano hasta donde aún podía sentir los fugaces pero húmedos labios sobre la piel de su cara.

.No puedo creerlo... al fin... has aparecido...

Suspiró con algo de dificultad mientras se llevaba la mano a los botones de su blusa y los desabrochaba lentamente, preparándose para dormir. Cuando se la sacó y la dejó caer al piso la ventana de su habitación se abrió de improvisto y con horror vio como el chico que recién acababa de ver y simulaba ser de los más educado con su familia, brincada de la venta y la miraba con algo de perturbación. Kagome quiso gritar pero no alcanzó a hacerlo puesto que él se abalanzó presuroso y puso su mano en su boca, desde la espalda la sostenía muy fuerte y ella, más avergonzada porque se encontraba casi desnuda de la parte superior y también asustada por cómo él había entrado, no supo a qué mas reaccionar.

.Shhhh, perdona... no quise ser indiscreto... - Murmuró junto a su oído. Ella respiraba agitadamente con los brazos cruzados tratando de cubrir su brasier.- no vayas a gritar... sólo quería hablarte... no vas gritar ¿verdad?

Kagome asintió levemente, entonces él poco a poco la soltó. La muchacha recogió enseguida la blusa del piso y la puso sobre ella, tratando de cubrir en algo su desnudez.

.Pero qué diablos te pasa! Cómo se te ocurre entrar así a mi alcoba!- Le reprochó enojada pero manteniendo el tono de voz bajo. Él miraba a su alrededor para no caer en la tentación de verla.

.Ahhh, qué exagerada, si cuando niños nos bañábamos juntos y ahora armas semejante escándalo!

La chica se volteó y aprovechó de ponerse la blusa apresuradamente, esta vez la travesía de abotonar no fue nada fácil.

.Tú estas loco! Eso era cuando niños, ahora ya no lo somos... - Volteó ya más segura de sí misma al sentirse vestida completamente- ¿qué haces aquí? No tengo nada que decirte, además... ya lo he escuchado todo en la amena charla que tuviste con mi familia.

El muchacho al fin la miró directamente y sonrió abiertamente.

.Jaja, tienes razón, sólo hice ésto para recordar viejos tiempos.

Ella le dio una mirada asesina y se abalanzó hasta él, pero el muchacho fue más rápido y fue directo hasta el marco de la ventana.

.Ya, ya, no te enojes... me voy... que estes bien.- Hizo un movimiento con su mano y luego desapareció tan rápido como había llegado. Kagome corrió hasta la ventana para reprocharle pero él ya estaba demasiado lejos.

.Arggg, cuando te vea te mataré...

Continuará...