Capítulo 1: Por nuestro bien

Entró en la habitación dando un tremendo portazo. Acto seguido se quitó la chaqueta del uniforme, dejándola en algún lugar no recordable, y se tumbó en su cama, tapándose la cabeza con la almohada. ¿Quiénes se creían ellos? No tenían derecho de decidir algo así. Estaba seguro de que no les podría hacer cambiar de opinión. También estaba claro que a él no le importaba, pero…

-Kazuha… -salió de sus labios, como un suspiro, amortiguado por el cojín en su cara. ¿Qué pensaría ella? Desde luego bien no se lo tomó, puesto que se fue de la sala sin decir nada… El detective había soñado incontables veces cómo declararse a la chica, pero nunca se imaginó que, si se casaban, su mayor deseo, sería por la decisión de sus padres. Él la quería con toda su alma… pero, ¿y ella? ¿Querría a otro que no fuera el moreno?

Se levantó y, como tiempo atrás había hecho y repetía constantemente, fue hasta su cómoda y de un cajón sacó lo que llevaba guardando desde que tenía memoria, se reliquia plateada, que poseía desde ese día en que la pequeña Kazuha jugó a la pelota bajo las flores de cerezo. En ese momento lo tuvo claro: debía hablar con ella. No habían pasado ni 20 minutos, pero al menos el shock se le habría pasado. Tendría que decirle sobre hablar con sus padres… o afrontar el compromiso. Un escalofrío recorrió su espalda. También cabía la posibilidad de que… ella quisiera casarse.

Entonces la puesta sonó. Tres golpes secos. Y acto seguido una voz autoritaria llegó a los oídos del adolescente, procedente de su padre. No quería hablar con él y aún menos oírle. Por eso, sin intentar entender lo que le decía, se puso la gorra y apoyó un pie en la ventana abierta, poniendo el otro en el tejado, sujetándose al lateral de la ventana.

Cuando el jefe de policía entró en la habitación, halló esta vacía. Supo aún no era el momento de hablar con su hijo. Debería esperar… pero sin ablandarse. Una decisión es una decisión, al fin y al cabo por su bien.

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El chico fue bajando los distintos niveles del tejado japonés, hasta llegar a la entrada principal de la casa, donde bajó de un salto. No se molestó en coger sus zapatos. Algo le decía que no iría muy lejos para buscar a Kazuha. Cerró los ojos e inspiró. Primavera. Cuántos recuerdos, todos provenientes del florecer de los cerezos. Entonces un viento cargado de pétalos le removió el flequillo, oyendo momentáneamente una especie de susurro.

Abrió los ojos de golpe. Tan predecible como siempre, se dijo a sí mismo. Caminó con decisión pero despacio, por la parte derecha de la casa, el sendero contrario al que tomaron para entrar en la sala. Había una fila de cerezos a su lado, con numerosas flores que cayeron por el viento a sus pies. Paró a mitad del camino, sin ver a nadie. Podría haber sido su imaginación… pero sabía que no. Agudizó el oído, escuchando atentamente… ¿Qué pretendía escuchar?

Su pregunta se contestó de inmediato. Una dulce melodía vino acompañando a una ráfaga de viento que agitó las ramas de los árboles, con delicadeza. Reconoció esas palabras, la música, la voz de la que la cantaba. Prosiguió y frenó en el penúltimo cerezo. Entonces pudo escuchar con claridad lo que le había llevado hasta allí: una canción infantil que le llenaba de recuerdos. Con cuidado de no hacer ruido alguno, dio dos pasos para colocarse en la parte trasera del árbol y ver, apenas a unos centímetros, a la procedente de aquella preciosa voz, una yudoka que tenía los ojos cerrados, la cabeza apoyada en el tronco y las manos abrazando sus rodillas. Entonces, de repente paró la canción.

-Sé que llevas ahí unos 7 minutos. Desde que giraste la esquina de la casa para llegar. ¿Te importaría… sentarte? –el chico le hizo caso, y se apoyó, imitándola, en el tronco del árbol. Ninguno dijo nada, otra vez ese incómodo silencio reinaba.

Ella contempló sus rasgos, la mirada perdida de su… ¿prometido? Llevaba como media hora pensando esa palabra, asimilando todo lo que conllevaba, pero seguía sonándole extraña. Era urgente, y ambos lo pensaron, porque comenzaron a hablar al mismo tiempo. Callaron oír al otro y ambos rieron. Pero su risa no era como siempre. Tenía un deje de tristeza, en el fondo, por el otro. ¿Volverían a reír despreocupadamente?

-Kazu, yo… deberíamos hablar sobre lo que… etto… nos han "propuesto" nuestros padres –ella sonrió débilmente, iba a contestarle pero él no la dejó-. Tú… ¿qué piensas? Vale que lo hayan hecho generaciones y generaciones, personas y personas. Pero no estamos en la Edad Media, deberían darnos capacidad de elección, poder decidir nosotros con quién queremos casarnos o no…

-Tienes razón –supuso, por esa última frase que dijo, que con quien quería casarse no era con ella-. Ya sabes lo cabezotas que son, no creo que podamos quitarles esa idea de la cabeza. Así que he estado pensando… razonando… que nosotros nos casemos no implica que tengamos que llevar una vida juntos, ¿verdad? Cada uno es libre… de hacer lo que quiera… y con quien quiera

Ese fue el mayor shock de esa tarde. Ni aunque un avión experimental aterrizara en su jardín le habría impactado tanto. Lo que Kazuha estaba insinuando… ¿era que cada uno tuviera su propia… pareja? ¿Quería ella que fueran a lo suyo aún estando comprometidos?

A su vez la chica moría por dentro. Le estaba dejando hacer lo que quisiera, que estuviera con otra mujer y no con ella. Su mente le decía que era lo mejor pero su corazón deseaba decirle que no permitiría que estuviera con otra, que ella fue la primera en alegrarse por el compromiso y sobre todo, que lo amaba. Las mujeres también somos tontas y tomamos decisiones equivocadas, ¿no?

-C-claro... no querría obligarte a nada... Tu para mí eres... eres... –quiso contestar "lo más importante en mi vida" y no tuvo fuerzas. Lo pasarían fatal los dos y o podría soportar que ella sufriera más. No ahora... debería esperar para decírselo-. ¿Quieres que te acompañe a casa? Se está haciendo tarde y no voy a dejar que vuelvas sola –esos detalles ya los tenía antes, no era nada extraño. Pero sí noto en ella algo diferente. Había sonreído con mayor sinceridad y cariño que en otras ocasiones.

Se levantaron sin decir nada y caminaron bastante cerca el uno del otro, volviendo por ese sendero. Tres adultos observaban la escena, dos de ellos sonriendo. Al parecer no estaba todo perdido.

Mientras, la mujer tenía la vista fija en su hijo. Conocía a las de su sexo y ninguna chica, menos en esta situación y aún menos la chica a la que conocía desde que su madre la llevaba en brazos, daría el primer paso como si no hubiera pasado nada. El que no acabara mal todo dependía del detective juvenil, el cual, como todos los detectives, tenía un sentido nulo para las relaciones. Debería darle un empujoncito... a no ser que madurara definitivamente en tan poco tiempo. De sus labios se escapó una pequeña risa sarcástica. ¿Madurar? No es que no tuviera fe en él pero... El nombre Heiji y la palabra 'madurar' en una misma frase dejaba mucho que desear.

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Todo el camino hacia la residencia Toyama fue aún más silencioso que el anterior. La muchacha sólo dijo un leve 'gracias' cuando él la invitó a un refresco. Al llegar a la casa, los dos se pararon sin saber qué hacer. El chico le abrió la puerta y cuando ella entró, se miraron.

-¿Qué piensas hacer mañana?

-¿A qué te refieres?

-Tu padre se va de viaje... y para que no estuvieras todo el día sola pensé que podríamos hacer algo después del entrenamiento de kendo... –la chica afirmó con la cabeza y acto seguido, el detective la besó en la mejilla. Fue rápido, casi sin tocarse, pero el leve roce transmitió a ambos una descarda eléctrica. Sólo cuando él salió corriendo y se perdió de vista, fue capaz de contestar 'hasta mañana'

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-¿¡Qué... te... casas... con Toyama! –Nunca habría pensado que su amigo y rival de Osaka tuviera el valor para declarársele a la chica, esto le sorprendió mucho... pero se le notaba extraño, ¿acaso él no quería?- Hattori, ¿qué ocurre? Hay algo de la historia que falla

-Verás Kudo... el matrimonio lo han arreglado mis padres... y creo que Kazuha no quiere casarse conmigo

-Ju ju ju, así que se te adelantaron los adultos, ¿no, Hattori-kun?

-¬¬ menos cachondeo, ¡que esto es serio! Estoy seguro de que si les pido que lo anulen no me harán caso, además hay un pequeño detalle... ¡¡Yo quiero casarme con ella! –ya se iba de la lengua. En mitad de una cabina pública y contándoselo al chico de Tokio. ¿Qué demonio estaba haciendo?

-Pues hazlo –al otro lado de la línea, el osakanés se quedó perplejo. ¿La aptx tenías efectos secundarios y ahora deliraba o qué?-. Es muy fácil. Lo único que tienes que hacer es preguntarle si quiere casarse contigo, como si no hubiera compromiso. Eso habrías acabado haciéndolo, ¿verdad? ¿Qué hay de malo en adelantarlo?

-Si no llego a llamarte no se qué habría hecho, Kudo- dijo, con gran sarcasmo en se voz. Ya se le ocurriría algo que no fuera declararse por su cuenta -. Cuelgo. A ver si la próxima vez que te llame me ayudes un poco más ¬¬ -Y tras colgar salió de la cabina. Declararse... Aunque así podría saber lo que pensaba en verdad Kazuha, no sería capaz. Pero... era su última opción- Que conste que no es porque me lo haya dicho Kudo -/-

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El centro de Osaka estaba a rebosar, algo normal al ser la tarde de un viernes. Las calles estaban llenas de familias, parejas cogidas de la mando… pero en especial había una en la cual el silencio reinaba. Ya no sabían que decir, pensar o como actuar. ¿Qué se hacía en esos casos? Ella, disimuladamente, se le iba acercando cada vez más. Deseaba romper el hielo pero no se le ocurría como. Por su parte, el chico no dejaba de mirar los escaparates de las tiendas, buscando una en concreto. Al cabo de un rato la encontró y le pidió a su amiga que la esperara, perdiéndose tras eso entre la gente.

-Espero que no tarde mucho… -y miró su reloj. Nadie la esperaría en casa y no le gustaba demasiado la idea de pasar la noche sola. Pero no se le podía hacer otra cosa. Cerró los ojos un momento apoyándose en el muro de una tienda de comestibles. Entonces sintió un brazo rozándole levemente al pasar por el lado de su cabeza. Abrió los ojos y se encontró casi encima con un hombre que bien podía hacerse pasar por yakuza: alto, ancho de hombros, abundante pelo negro, gafas de sol y una cicatriz en la cara. Dejó caer una colilla de cigarro al suelo para enseñarle una (bastante repugnante por cierto) sonrisa a Kazuha.

-Hola, preciosa –el hombre se acercó aún más a la chica, la cual no podía moverse por la sorpresa y el miedo-. ¿Esperas a alguien? ¿Por qué no te vienes a tomar algo conmigo? Así vamos conociéndonos… -puso su otra mano en el muro, a la altura de la cintura de la judoka. Ella no pensaba soportarle y, recobrando la movilidad, adelantó las manos e intentó poner un pie hacia delante pero el propósito de yakuza, adelantándose a sus movimientos, agarró con fuerza sus muñecas y las pegó a la pared, inmovilizándola-. Así que sabes artes marciales… las niñas deberían estar en casa limpiando y haciendo la cena, en vez de perder el tiempo en estas cosas. Sois mas débiles y a la hora de la verdad –no pudo terminar su frase puesto que le dieron unos toquecitos en el hombro. Al girarse no pudo ver quién era ya que el puño de esta persona acabó en su cara, rompiéndole las gafas y cayendo estas al suelo.

Por el golpe tuvo que soltar a Kazuha, y cuando recobró la visión se percató que el dueño de aquella mano no era nada más que un chico de instituto. Pero para ser exactos, un chico de instituto el cual estaba enamorado de aquella chica y no iba a permitir que ningún tío feo con cicatriz la tocara. Este hombre hervía en ira y le faltó tiempo para devolver a Heiji el puñetazo, esta vez en el estómago. Se llevó la mano a la zona golpeada y aprovechando el acto, el desconocido le pegó en la cara, haciendo que le sangrara la nariz al chaval.

Kazuha no iba a quedarse atrás. ¿Quién se creía ese cerdo machista? Se puso delante de Heiji para que no le siguiera golpeando y se puso en posición de Aikido. El hombre la observó divertido pues nunca una chica le había plantado cara. Pero ella no era experta en aikido para nada. Con unos rápidos movimientos ese yakuza acabó semiinconsciente en el suelo, con un circulo de curiosos a su alrededor.

-¡Machista! ¡¡Cabrón! –Heiji estaba asombrado. ¿Desde cuando ella se enfadaba tanto? Al instante la tuvo a su lado, con una gran expresión de preocupación-. Heiji, ¿daijobu-ka? –Empezó a examinarle la nariz, después de ponerle un pañuelo. Cuando se aseguró de que no la tenía rota y dio el visto bueno, él la cogió del brazo y salieron rápidamente de todo ese grupo de gente, no fuera a ser que "su amigo" volviera en sí. Cuando estuvieron a una distancia prudente aminoraron su paso, percatándose de que seguían cogidos de la mano. Ambos se sonrojaron pero ninguno tenía intención de soltar el agarre. Tras caminar un rato, aceptando la proposición de la chica, ambos se sentaron en la terraza de un bar, pidiendo dos cafés.

-Heiji, ¿seguro que estás bien? A ver, enséñame el estómago. Súbete la camiseta –y alzando el cuerpo alargó la mano para comprobar si tenía algo

-¡Mujer, si estoy perfectamente! –pero fue obvio que no cuando, intentando demostrarle que no pasaba nada, levanto los brazos y su cara se tornó a una mueca la cual no indicaba para nada buen estado. Aprovechando esto, ella le levantó la camiseta prácticamente hasta el cuello y comprobando que estaba en lo cierto. Había un enorme moratón con no muy buena pinta y toda la zona estaba muy inflamada.

-Mi casa está más cerca que la tuya, ¿no? Venga, tirando –y dejando en la mesa el dinero para los cafés que ni siquiera habían tocado, hizo que le siguiera cogiéndole de nuevo, muy disimuladamente, de la mano.

Cuando llegaron a los apartamentos y entraron, la chica le condujo a la sala de estar. Heiji observaba curioso toda la casa, normalmente Kazuha era quien iba a la suya, y muy pocas veces había estado allí. Vio que su amiga colocaba un futón en el suelo y le indicó que se tumbara, desapareciendo en lo que parecía ser la cocina. Hizo lo que le había dicho y tras quitarse la gorra y la chaqueta, se dispuso a esperarla. Al poco tiempo volvió a la habitación con un par de botes, un barreño con agua y una toalla. Lo dejó todo junto a Heiji y para sorpresa del chico, se sentó sobre él, con una pierna a cada lado, y empezó a quitarle la camiseta

-K-Kazu… o/o ¿Q-qué haces? –ella simplemente le mandó a callar y cuando estuvo sin camiseta, mojó la toalla en el agua y la puso sobre el moratón, haciendo que el chico se incorporara (el agua estaba helada) y quedando así a escasos centímetros de los labios de su amigovia-. Es-estaba… fría –dijo intentando exculparse. Ella le sonrió, igual de nerviosa, y bajó al chico de nuevo, para seguir limpiándole la herida y cubrirle con una extraña pomada. Tras repetir un proceso parecido con su nariz, miró la hora murmuró que prepararía algo para cenar. Al dejar la habitación el detective aprovechó para sacar una pequeña caja forrada de terciopelo y asegurar que seguía en ella su contenido. El pequeño brillante del anillo era precioso (y más le valía para lo que le costó). Tras cerrar la caja la guardó en la chaqueta de nuevo y miró al techo. ¿Obtendría el valor suficiente para dárselo?

-Heiji te he preparado udon, sé que te… -pero calló al darse cuenta de que el chico se había dormido, sin recordar ponerse la camiseta, en el futón que le había puesto. Sonriendo fue a por una sábana y lo tapó, poniendo la bandeja con la cena en la mesa de la sala por si le entraba hambre al despertar-. Si quieres algo, estaré en mi habitación –y apagando las luces se fue a dormir.

¿Por qué había dicho esto? Pues porque, tal vez para cualquier otra persona, sus propios padres o incluso el mejor detective del mundo, el chico de Kansai estaba dormido. Pero su amiga de la infancia sabía que, a pesar de que fingiera de maravilla, estaba despierto. Solo ella era capaz de darse cuenta, pero era la única que desconocía la razón.

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En la casa de los Hattori, la esposa terminaba de recoger los platos de la mesa. A ninguno le sorprendía que su hijo no hubiera vuelto. Es más, les alegraba.

-Lo que aún no entiendo es a qué ha venido esto de repente

-Lo hacemos por ellos –le contesto el detective-. Lo hacemos por su bien…

Notas de Azu

Aquí el 1er capítulo. Hasta Agosto probablemente no actualice ningún fic, así que os aviso. Respondiendo a vuestras preguntas, el cumpleaños de Heiji me lo inventé xD ni idea de cuando es. Y dudo mucho que salgan los de Tokio n.nU si acaso para el final…

Gracias a todos por los reviews: Male-neechan, RanK-chan, Palito, Michel 8 8 8, Lady Ai Shinomori y Miyu-Kudo. FELICES VACACIONES