Algún lugar de Indochina (Lunes en la mañana)
Iori estaba caminando con sus padres en dirección a la plantación de arroz. Había llovido la noche anterior así que todo el terreno estaba fangoso. El cielo estaba nublado y se veía gris, probablemente preparando otro gran diluvio. Habían llegado al extremo del campo y empezaron a recoger la cosecha.
- Quédense cerca. – dijo el padre. – No quiero que ninguno de ustedes se pierda.
- Iori, quédate cerca. Ayer me dijeron que ladrones andaban sueltos por aquí.
- No te preocupes. Si alguien se acerca, les enseñare una lección. – exclamó el padre mostrando la hoz filosa en su mano.
El padre usó la hoz para cortar los tallos mientras Iori y su madre los ponían en una carretilla de madera que llevaban halando consigo.
La lluvia empezó a caer con mas intensidad. Los truenos se escuchaban en el cielo y los perros ladraban en la distancia. Luego relámpagos empezaron a golpear los campos furiosamente.
- Levanten todo. Tenemos que refugiarnos. – ordenó el padre de Iori guardando su hoz.
- Tomará tiempo llevar la carretilla hasta la casa. – respondió la madre.
- Entonces déjala ahí. Vendremos por ella luego.
La madre y Iori siguieron al padre por el campo. Iori pensó que si habían ladrones sueltos era mejor asegurarse que la carretilla estuviera bien cubierta. Se separó de su madre para mirar y para este momento ella estaba mucho mas adelante.
Iori sintió alivio cuando vio que la carretilla aun estaba ahí, pero el miedo se apodero de el cuando no pudo ver a sus parientes frente a el.
Caminó de regreso al campo en dirección a su casa (o la dirección en la que el pensaba quedaba su casa) Jadeaba mientras corría entre los largos tallos que cubrían los campos.
De repente, se encontró con alguien mas. Era alto y tenía una gabardina que cubría también su cabeza por lo que no podía verle la cara.
- Hola. – dijo el extraño. – Este no es lugar para un niño. – dijo el hombre mostrando su rostro desdentado y sacando un arma de la gabardina. Iori corrió en dirección opuesta gritando de terror sin que nadie pudiera escucharlo porque llovía incluso con mas fuerza.
Corrió hacia el bosque tan rápido como pudo. El hombre venia detrás con un rostro malicioso.
-Ven acá niño!! – gritaba mientras agitaba la pistola en el aire.
Iori pudo sentir que el extraño venia detrás de el después de correr hacia el bosque. Luego, de la nada, una corriente de aire muy fuerte pasó rozando su cara. El extraño sintió lo mismo en la mano sosteniendo el arma. De pronto se dio cuenta que el arma había sido cortada en dos y el cañón estaba en el piso. Junto al cañón había una placa de metal dorada de aspecto muy extraño.
Sin su arma, el extraño no tuvo otra alternativa que huir y maldecir todo el camino alejándose del bosque.
Iori, lo observaba desde atrás de un árbol preguntándose lo que había pasado cuando un rayo alcanzo el árbol y una gigantesca rama cayo sobre él.
Iori intentó esquivarla, solo logrando que ésta no le cayera en la cabeza. En vez de eso, la gigantesca rama había caído sobre sus piernas; estaba atorado.
A medida que se esforzaba para zafarse, pudo ver mezclado con el resto del oscuro paisaje un par de ojos viéndolo fijamente. Iori estaba muerto del susto porque veía estos ojos aproximarse a el y ahora podía distinguir desde las sombras al extraño animal dueño de ellos.
"Parece una tortuga gigantesca" pensó Iori mientras trataba desesperadamente de zafarse.
La criatura se detuvo a unos metros y simplemente se sentó allí, estudiando a Iori con la mirada. Las horas pasaron y dejó de llover.
Las criatura se había enroscado en el piso y estaba roncando estruendosamente. Iori no podía zafarse y dándose cuenta que estaba perdido y atrapado solo pudo cerrar sus ojos y esperar que amaneciera.
Iori abrió los ojos lentamente. Había pasado el amanecer y allí estaba el, acostado en el medio del bosque. Se sorprendió al darse cuenta que la rama que lo estaba aprisionando ya no se encontraba allí. Con esto, también se dio cuenta que la piedra en la que tenía recostada la cabeza era en realidad la espalda de la criatura que el había visto.
Gateo hacia atrás atemorizado. Sin embargo tras unos segundos entró en confianza cuando vio que el animal simplemente tomaba aire y lo soltaba silenciosamente.
Con los primeros rayos del sol que atravesaron el espeso bosque, pudo ver que su cuerpo era grande, cubierto con un caparazón gigante hecho con muchas placas de metal perfectamente alineadas una al lado de la otra. Su cabeza era pequeña en proporción al resto de su cuerpo y era ligeramente puntiaguda. A los costados sus orejas parecían pequeños pero anchos cuernos de alce que terminaban en tres puntas sin filo. Se notaba que parte de su cuerpo se extendía por encima de la cabeza cubriéndola como un casco que tenia símbolos triangulares rojos inscritos en el. La criatura abrió sus ojos verdes en forma de hendidura.
Bostezó abriendo sus mandíbulas ampliamente y luego giró la cabeza hacia Iori y se quedó mirándolo. Iori todavía mantenía su distancia a pesar del hecho que la criatura parecía tímida y mansa.
- Hola..... – murmuró Iori con suavidad.
La criatura gruño suavemente y se aproximo a Iori dándole leves golpecitos con la cabeza en sus piernas.
- Perdón. No entiendo.... ¿Qué es lo que quieres?
El visitante movía su cabeza haciendo gestos. Parecía que conocía la forma de salir del bosque.
- Esta bien, te seguiré. – Dijo Iori caminando junto a su nuevo amigo.
Japón (Lunes en la noche)
La vida nocturna de Shibuya; las luces brillantes, los centros comerciales, la gente caminando por todos lados con bolsas de compra y carteras contemplando las vitrinas de los diferentes almacenes.
Esta era la percepción de Yuki quien estaba caminando con sus compañeras de clase saliendo de uno de los centros comerciales.
Esta área era usualmente pacífica, aunque en ocasiones pandillas de motociclistas venían de vez en cuando a molestar a los turistas.
Yuki y sus amigas estaban pasándola de maravilla hasta que escucharon ruidos provenientes del motor de una motocicleta a la distancia. Antes que pudieran regresar adentro, un grupo de tres motociclistas ya las tenia rodeadas. Yuki escuchó de su hermano que esta gente usualmente fastidiaba a la gente para asustarla y que eventualmente se iban.
Cuando Yuki se volteo, las dos amigas que estaban con ella ya estaban corriendo en dirección opuesta y dos de los tres motociclistas estaban conduciendo alrededor de ellas.
El tercero se quedó en frente de Yuki y se quitó el casco que llevaba puesto.
- Eres una chica muy valiente. – dijo el motociclista burlándose de Yuki y luego se puso el casco de nuevo.
Aceleró la moto y empezó a hacer maromas haciendo que los neumáticos chillaran contra el pavimento. Cuando hizo el movimiento de andar sobre la rueda de atrás algo bloqueo la rueda delantera, y entonces cuando ésta toco el piso la moto frenó violentamente mandando al motociclista al piso. Se levantó y estaba muy molesto y caminó hacia Yuki.
- Esto es tu culpa ¡!!! – dijo sacando un cuchillo de su bolsillo. Su aliento apestaba a alcohol.
Yuki solo se quedó mirando a su atacante con la boca abierta. Cuando él levanto el brazo sobre sus hombros con el cuchillo apuntando al aire, algo lo sostuvo con fuerza. El atacante forcejeó y se volteo enterrando el cuchillo en quienquiera que lo hubiera sujetado. Su boca se quedo abierta cuando se dio cuenta que había clavado el cuchillo en el pecho de un animal muy extraño. Era alto y tenia pelaje amarillo por todas partes. Sus ojos eran penetrantes y amenazadores. En sus muñecas y piernas tenia brazaletes con símbolos de ying-yang tallados y tenia una larga y espesa cola. Su hocico era puntiagudo y su cabeza triangular tenía pequeñas orejas con puntas blancas que apuntaban hacia atrás.
El animal siseó molesto tomando el mango del cuchillo y sacándoselo sin siquiera hacer un ruido.
Después de que el cuchillo cayó en tierra, el animal agarró al motociclista por la camisa y lo lanzo hasta el otro lado de la calle como un muñeco de trapo.
El pandillero se levantó y salió corriendo desesperadamente hasta desaparecer.
Yuki levanto las bolsas de compra y miró a su alrededor. Sus amigas se habían ido.....
- Gracias.... dijo Yuki emocionada, pero cuando levanto la cabeza el animal amarillo había desaparecido.
