Carlos miraba hacia las costas que habían dejado una hora atrás. El clima era muy frio a pesar de que no estaba nevando, lo cual era bueno, porque eso, de cierto modo, había impedido que el lago estuviera solidamente congelado.
Todos estaban acurrucados en el medio del lomo de Hank. Un movimiento en falso de cualquiera de los humanos y podría significar morir congelado.
Carlos pensaba que esta travesía estaba llegando a su fin cuando de pronto empezó a sonar el teléfono móvil. Carlos contesto sin demora.
Alo?
Felicitaciones! – respondió la voz del hombre pero ya mucho mas clara y sin distorsión. – Ya están llegando al punto de encuentro. Deben estar felices.
Si... lo estamos... – dijo Carlos con tono dudoso y triste viendo a las criaturas a las que habían hecho sus amigos.
Muy pronto llegarán, así que estén pendientes del mapa
De acuerdo...- contesto Carlos colgando el teléfono.
Carlos se sentó de nuevo al lado de Clara, Aurora y Héctor quienes estaban abrazados entre si para conservar el calor a pesar de que estaban bien abrigados.
Pronto terminará... – murmuró Carlos. No podía evitar sentir simpatía por Aurora quien se veía muy triste contemplando la posibilidad que la despedida vendría pronto.
Miren! – exclamó Hank. – Ahí esta la otra orilla.
Llegaron al otro extremo. Hank regresó a su forma normal. Todo era silencio. El terreno estaba árido por el frío y a medida que caminaban mas hacia el norte notaron que el paisaje se tornaba mas blanco por la caída de nieve.
Es raro...- dijo Clara. – No se supone que nevaría de esta manera...
¿Como vamos con el mapa? – preguntó Carlos.
Clara se arrodillo y de su mochila sacó el computador portátil.
Mira, ya estamos muy cerca.
Bien. Sigamos caminando...
Mas adelante, llegaron a un terreno totalmente claro, sin árboles, cubierto en su totalidad por nieve. La pantalla del portátil indicaba que este era el lugar.
¿Y bien? – pregunto Carlos frotándose las manos para calentarlas.
Segundos después, se escuchó el sonido de un helicóptero a la distancia. En el horizonte apareció éste, de color blanco como la nieve con la bandera japonesa dibujada en el fuselaje y solo era uno.
Lentamente, se posó sobre la nieve y las puertas se abrieron. Descendieron dos hombres. Uno era mas o menos alto, de tez amarilla, con un abrigo largo y unos lentes para lectura frente a sus ojos. El otro, era un hombre mas alto, rubio, vistiendo traje negro y corbata negra y lucia lentes oscuros. Los dos se aproximaron al grupo.
Dios mio! – exclamó el primero al acercarse. – Es cierto! Esto es increíble! – exclamaba mientras contemplaba a las criaturas dando vueltas alrededor de ellas.
Bien, Aquí estamos. – dijo el hombre de lentes oscuros.
¿Qué¿Quién es usted? – preguntó Carlos un poco confundido.
¿No me reconoces? – dijo el hombre en un español perfectamente pronunciado.
¿Usted es el del teléfono?
Precisamente. Estoy aquí para llevaros de vuelta. – dijo el hombre ante el sobresalto de todos los allí presentes.
Un momento! – exclamó Carlos. – Usted dijo que ellos regresarían a su casa así que no quiero que los lleve a ningún laboratorio. ¿Entiende?
Aurora y Héctor estaban enfadados y se interpusieron entre los hombres y Hank y Lyle.
Descuide. Ellos irán a su hogar.
¿Si? Y ¿Donde están los amigos de los que usted habló?
Paciencia... Solo nos faltan tres de ustedes para estar completos. – dijo el hombre con lentes oscuros mirando su reloj de pulsera. – Quienes llegarán más o menos... ahora!
En el horizonte se divisaban dos puntos aproximarse entre la nieve. Todos quedaron boquiabiertos al ver un hombre de piel morena tiritando de frío siguiendo de cerca a un animal que parecía un dinosaurio prehistórico, pero en miniatura.
Agumon se acercó al grupo pareciéndole extraño ver tantos humanos en el mismo lugar. Sin embargo sintió alivio al ver a sus amigos a salvo.
Veemon, Gatomon! Hawkmon, Gomamon! Que alegría verlos a salvo.
Luis, Alba, Lyle y Hank hicieron un gesto de no entender nada.
¿Cómo¿No me reconocen? – dijo Agumon dirigiendo la mirada a Luis.
Lo siento. No se de que hablas. – respondió Luis.
Claro que lo sabes tonto. Tu eras el que se suponía, era el líder de la misión... Por cierto...¿Dónde esta Biyomon y Tentomon?
En ese momento un deslizador de nieve se detuvo cerca de ellos. Dos criaturas desplegaron alas y volaron en dirección al grupo. Robert se quedo mirando impresionado la escena.
Gatomon! Menos mal que estas bien. – gritó Biyomon al ver a Alba frente a ella.
Alba se veía muy confusa y no sabia que responder.
¿Que fue lo que les hiciste? – gritó Biyomon muy enojada al hombre de lentes oscuros.
Siempre tan suspicaz... Biyomon. – respondió el hombre quitándose los lentes oscuros.
El otro hombre que había descendido del helicóptero estaba muy confundido y emocionado al mismo tiempo.
"Vee MON, Gato MON, Biyo MON" – pensó el emocionado. "Si tan solo Daisy estuviera aquí para ver esta maravilla!"
Luego, decidió aclarar sus dudas.
Oigan... ¿Ustedes se conocen? – pregunto refiriéndose a Biyomon y al hombre de los lentes oscuros. – Esto no esta bien! Exijo una explicación.
No hay nada que explicar señor Wong. – respondió el hombre sacando del cinto una pistola de 9mm Glock apuntando al señor Wong.
No lo comprendo... – respondió el Henry poniendo las manos en alto.
Muy pronto lo entenderá. – dijo Yamaki sacando un extraño control remoto de uno de sus bolsillos. – Llego la hora de creer en monstruos...Señor Wong. – dijo en tono sombrío al tiempo que apretaba uno de los botones.
Pocos segundos después, en el cielo se vio la silueta de una enorme serpiente acercándose volando en forma de espiral. Cuando estaba muy cerca, se notaba que era un animal muy largo de mas o menos 10 metros de largo con un cuerpo cubierto totalmente de escamas azules. En la zona de la cabeza llevaba puesto un yelmo dorado y tenia múltiples dientes filosos. Llamo la atención que a la altura del cuello llevaba colgado, de una gruesa cadena, un aparato de forma circular hecho por dos anillos concéntricos.(uno dentro del otro)
La serpiente se posó en el suelo dejando lo que transportaba en el suelo.
Necesito los fragmentos. – dijo Yamaki a las criaturas que acompañaban a los humanos.
Espera! Esto es una trampa! – advirtió Biyomon.
Abusas de tu suerte, ave piojosa! – exclamó Yamaki presionando otro botón en su control remoto.
En ese momento, Carlos noto que todas las criaturas habían quedado como en trance, totalmente inmóviles. Todos le gritaban a su respectivo amigo, y ninguno hizo caso. Parecían hipnotizados.
Luego, se formaron en una fila india y se dirigieron hacia donde estaba el dispositivo circular.
Este dispositivo consistía en dos anillos, uno mas grande que el otro. Entre el anillo mas grande y mas pequeño quedaba un espacio suficiente para que todas las criaturas se pusieran de pie.
Asi, Luis, Alba, Lyle, Hank, Agumon, Biyomon y Tentomon estaban formados en circulo alrededor del anillo mas pequeño. Con otro comando de Yamaki, el anillo mayor externo empezó a girar y a girar muy rápido. Tal fue la velocidad que formo un halo de luz haciendo que el aro se elevara unos centímetros del suelo. A medida que el anillo se elevaba del suelo, las criaturas se despegaban del suelo flotando en el aire.
Que les esta haciendo canalla! – gritó Carlos.
Calma...- respondió Yamaki apuntando con la pistola. – Pronto sabrán de que se trata esto. – replicó presionando otro botón.
En ese momento el anillo interno se elevo unos centímetros hasta quedar mas o menos a nivel del abdomen de todas la criaturas. De la parte de afuera de este aro mas pequeño empezaron a salir diferentes dispositivos que tocaban secuencialmente a cada criatura.
El primer dispositivo parecía un bisturí o escalpelo, el cual se enterraba unos centímetros en el costado del vientre de cada criatura.
El segundo dispositivo parecía una manguera de caucho corta que se introducía por la incisión que se le había hecho a cada monstruo. Al hacer esto el aro externo brillaba dando un patrón de colores como si estuviera haciendo una lectura.
Finalmente, al salir esta pequeña manguera, un dispositivo con punta gruesa de metal disparaba un rayo hacia la incisión cerrándola completamente como si fuera soldadura.
Al mismo tiempo múltiples tubos transparentes que salían de la parte interna del anillo interno disparaban un rayo hacia el centro construyendo una imagen holográfica.
Al terminar el proceso, los monstruos cayeron inconscientes en la nieve. En el centro del circulo interno resultó un objeto enterrado. Era un objeto de color negro en forma de diamante de mas o menos un metro de altura. Parecía un farol porque tenia en los costados ventanitas transparentes donde se podía ver su interior.
