¡Hola!

Soy Arekusa.

Probablemente te preguntes cual sea la pareja central de esta historia.

¿KatsuDeku?

Quizás.

¿ShinDeku?

Porque no.

¿TodoDeku?

Hmmm...

Esta historia va más allá del querer ver una pareja o un romance. Se centrar en una trama difícil, tantas veces tocada en los omegaverse con muy poca objetividad. Sé que siendo un fanfic y más aún, un au omegaverse, daría la sensación de que todo está permitido.

No aquí.

Todo acto trae consecuencias y uno debe aprender a vivir con ellas.

Sea el universo que sea.

Así que desde ya aviso, si no tienes la mente abierta a lo que pueda suceder, esta no es la historia que quieras leer.

Advertencias:

-Abuso sexual.

- Embarazo no deseado.

- Violencia Física.

- Angst.

Ahora si, los dejo con la historia...


Consecuencias


Capitulo 1


– Aún no terminamos de hablar, Deku – espeta Katsuki. Bate en el aire el block de notas perteneciente al más pequeño.

– Re-regresamelo.

Katsuki le observa de pies a cabeza. Su voz es casi un hilo suplicante y su presencia insignificante. Trae la espalda encorvada, rehúye la mirada, las manos le tiemblan.

Bufa soberbio, con pizcas de molestia al recordar lo que minutos atrás ha osado decir frente a todo el aula.

¿Un héroe?

¡Vaya broma!

No logra creerlo, en verdad que no logra hacerlo. Para él es inexplicable cómo ese prototipo de ser humano, quirkless y debilucho, pretendía postularse como un héroe al igual que él. Ciertamente, era hasta insultante pretender meterse al mismo saco con alguien como él, que poseía un quirk poderoso, presencia imponente y que además de todo, era un alfa.

Aún faltan unos meses a que se les tome los exámenes que confirmaran sus subgéneros. Sí, solo servirán para corroborar aquello que ellos a sus catorce años, ya pueden ir notando con un poco perspicacia. Sobre todo, aquellos que se alzaran sobre el resto como alfas.

Como Katsuki sabe que lo será.

De lo contrario, no habría sentido que aun a esa distancia, pudiera sentir el hedor proveniente de Deku. El mismo que ha venido olfateando año tras año, sintiendo como se han ido añadiendo esencias nuevas a su perfume. Deku no solo era un inútil quirklees, debilucho y miedoso, sino que también un omega.

Izuku no era más que una burda broma de la genética. Tan jocosa, que se aprovechaba de ello para desquitarse. Era innegable esa atracción que sentía por hacerle la vida imposible, encontrar diversión en la manera que se defendía de sus ataques, cuando temblaba ante su presencia, tal cual lo hacía ahora.

Ojos llorosos y ese potente aroma que identificaba como temor.

¿Era así como pretendía postular a la misma prestigiosa academia que él?

No lo creía.

Katsuki presiona el block de notas con ambas manos, observa los ojos del pecoso, confuso sobre lo que sucederá. Sonríe ladino y activa su quirk. El block estalla en medio de humareda y cenizas de papel. El omega cierra los ojos como reflejo del impacto y Katsuki aprovecha eso para arrojar lo que queda del block a un lado.

– Muchos héroes elite tienen historias sobre sus días de escuela. – el cenizo da inicio a un monologo que estructura de a pocos en su cabeza. Bordea la carpeta que los separaba a pasos lentos, tamborileando sus dedos sobre ella – Quiero brillar siendo capaz de ser llamado el único estudiante que logró entrar a U.A. de esta patética escuela. – coge a Deku de los hombros, ejerce presión en ellos; no solo con intención de inmovilizarlo, sino de hacer énfasis en el discurso – Quiero decir, soy…

Mas no logra concluir la frase.

Un fuerte aroma se adentra en por sus fosas. Ingresa a sus pulmones y en su paso por la tráquea, activa sus papilas gustativas. Menta y hierba buena, rasgos de miel, primavera y paz. Un aroma simplón que se le hace exquisito. Saliva y los dientes le tiemblan. El aroma parece acariciarle suave la piel, cosquillarle las terminaciones nerviosas. Los vellos se le erizan.

De pronto, sus sensaciones se ven detraídas por el estremecimiento de los hombros de Izuku bajo sus manos. Katsuki baja de ese lugar al que le han llevado sus sentidos y tiene un recuerdo vago de lo que estaba haciendo ahí. Mas no logra conectar los hilos, sino que por el contrario, estos se mueven y conectan otra idea. La fragancia que siente y que le ha llevado a volar a su mente, la ha olido antes en menor intensidad.

– Ka...Ka…cchan– habla entrecortado, con sus pulmones ahogándose con el mismo oxígeno que respira – ne-necesito…ir a la…en…fermería.

Izuku siente como sus entrañas arden. Una llamarada de fuego que nace en su vientre y amenaza con quemarlo de dentro hacia afuera. Su sangre hierve, sube a su cerebro y da comienzo a esa tortuosa lucha de la que, hasta ahora, solo ha oído: Quiere perder la consciencia. Izuku siempre ha sido un alumno muy aplicado en todas sus materias y reconoce lo que esos síntomas significan.

Su primer celo ha llegado con la fuerza destructora de un tornado.

Y no tiene sentido, ya que por la misma razón que sabe que ese es su celo, sabe también, que ese debía llegar todavía en dos años. Sin embargo, no repara en ello el tiempo que quisiera, pues debe enfocar todas sus fuerzas en la lucha interna que está teniendo por no perder la conciencia y ser atacado por un alfa. Con lo poco de fuerza que tiene, sostiene a Kacchan del antebrazo. Piensa, que es bueno que sea él quien está ahí; ya que, siendo realistas, a pesar de ver a Kacchan como un amigo de su infancia, él no le ve de la misma manera. El cenizo le detestaba lo suficiente como para no ponerle un dedo encima y por primera vez, agradece ser aborrecido por él.

Con Kacchan a su lado, no solo no corría peligro, sino que podría llegar a la enfermería sin que nadie se le acercara.

Aunque la confianza le dura poco. Todo ese magnifico plan que ha trazado en mente se ve desquebrajado cuando un aroma ajeno al suyo, se manifiesta. Es nerolí, aroma que desconocía hasta ese momento y que su cerebro ha identificado rápidamente, como si de un diccionario de esencia se tratase. Izuku aspira hondo en un acto meramente instintivo. Un mejor panorama de aromas se abre frente a su, ahora, sensible olfato. Cedro y canela, pólvora, rudeza y agresividad. El cuerpo se le escarapela ante tamaño perfume, una fina corriente eléctrica le hace descarga en la espina dorsal y recorre hasta el más mínimo nervio de su cuerpo. Se asienta en sus caderas y hormiguea su ingle.

Pero también siente miedo, pues solo hay una persona además de él en esa aula y al reconocer el aroma como exquisito, también ha reconocido a Katsuki como alfa.

Esta perdida.

Entre abre los labios secos, buscando rogar porque le deje solo, sin embargo, un fuerte estremecimiento le hace eriza los vellos. Katsuki ha hundido el rostro en la cuenca de su cuello, inhala hondo. Una y otra vez el vaho caliente de su respiración escarapela la dermis del omega. Izuku tira el cuello hacia atrás, autorizándole a que continúe y arrepintiéndose al instante. Nuevamente entorna los labios queriéndole pedir que se detenga, que lo que su cuerpo hace, no es lo que él quiere; mas las palabras mueren en un jadeo anhelante cuando la lengua del otro, saborea su clavícula hasta el mentón.

Acto que se repite una y otra vez.

Katsuki se siente disociado a las acciones que está cometiendo, entiende que aquella fiebre que le embarga, es el celo. Uno fuerte y potente al que ha jurado toda su vida, no le daría el poder de dominarle. Es terco y prepotente incluso con su propio cuerpo, pero esta vez le está ganando la batalla, pues le ha llevado a desear irrefrenablemente a quien considera una escoria. Cada que pasa la lengua sobre su piel salada, siente sus papilas gustativas regocijarse, exigirle más de ese delicioso sabor. Las manos suplican tocar al menor, sentir la piel ardiente bajo ellas. Su hombría clama por clemencia, pide ser liberada dentro del pecoso y aquel pensamiento le pone la piel de gallina. Nunca ha creído que tenga un gusto preferencial hacia los hombres, aun si cuando le ha enseñado que un omega, sigue siendo uno sin importar que traiga entre las piernas.

Desliza las manos por el contorno de Izuku. Baja con parsimonia entre estremecimientos y jadeos bajitos.

– Deku…– estruja los glúteos del omega entre sus manos.

Katsuki cree saber muchas cosas sobre el tema, pero no son más que estereotipos creados por la sociedad que vive. Inculcados por personas que han sido criadas bajo conceptos errados. Katsuki, como alfa que ahora tiene certeza es, se cree con derecho de poseer a ese omega. Le toma de las muñecas con más fuerza de la necesaria, le gira y arroja sobre la carpeta. El omega se aferra con firmeza a la madera mientras Katsuki se acomoda sobre su cuerpo y vuelve a inhalar de su cuello.

– De..deten...Kacchan – suplica el omega, semiconciente – po...por favor… no…hagas na..nada. – intenta frenar aquello a pesar de que la voz deseosa le traiciona.

Intenta alzarse sobre sus codos, mostrar algo más de firmeza en lo que pide. Empero, Katsuki le detiene de inmediato con un par de explosiones muy cerca de su rostro. Suprime ese intento de levantarse. Amenazándole sin necesidad de palabras.

Siempre fue bueno en eso.

Su nariz desciende por la espalda estrecha, en busca del origen de tan maravillosa fragancia. Siente como el omega se arquea con cada roce que da sobre él. Sonríe ladinamente, piensa que, si Izuku en verdad quisiera que se detuviera, no sería tan susceptible a su toque austero.

Se detiene cuando cree haber encontrado la fuente de todo.

– ¡No! – grita Izuku, recobrando la consciencia que parecía ausente. Las manos del alfa tiran de su pantalón sin ningún decoro – ¡No! – repite agitado, cuando la mano de Katsuki palpa su piel y siente como una sustancia húmeda se desliza por sus muslos internos. – ¡No lo hagas Kacchan!

El alfa hace oídos sordos, maravillado con el tesoro con el que ha dado. Coge con el índice una muestra de esa humedad viscosa que emana de su centro y la lleva hacia su boca. El sabor potente le lleva al cielo por cinco segundos y le hace descender. El pecho se le comprime maravillado por la experiencia, jamás en su vida ha sentido algo comparable y desea más de ello. Restriega su lengua contra la fuente de ese exquisito líquido.

Izuku tensa las piernas y gime fuerte ante el acto.

Es aquí cuando todos los estereotipos con los que ha crecido, toman mayor peso, llevándole a la sencilla conclusión de que, si él desea aquello, Izuku lo desea el doble. Pues es un omega y ellos, en su gran mayoría, son seres promiscuos. Hedonistas a más no poder, guiados por un deseo más grande que el de un alfa.

Entonces, sin previo aviso, solo con bragueta abajo y las manos sujetando fuerte las caderas del omega, embiste de golpe la pequeña entrada. Gruñe de placer en el trayecto tortuosamente angosto. Las pulsaciones galopan cual caballos de carrera en una gran final. La vista empañada en éxtasis.

Sale lento, con dificultad por la presión.

Entra.

– Po-por favor…pa-para… – gimotea – po-por fav…

– ¿Qué pare dices? – cuestiona agitado. Entierra sus uñas en la piel lechosa del pecoso y este se contrae, aprisionándolo en su interior – si tú lo quieres tanto como yo, solo mira cómo me tragas completo. – Se divierte de la situación – Ahora te voy a enseñas para que sirven los omegas.

Repite la embestida, con una fuerza que hace avanzar la carpeta unos centímetros y rechinan contra el suelo. Inicia un vaivén descontrolado en el que no solo debe sujetar a Izuku, sino también la carpeta en la que están apoyados. Suelta una carcajada que hace eco en el aula, a las suplicas de Izuku que golpean sus oídos, mas no ingresan a su mente.

– De...detente…du...duuele…

Para Izuku la experiencia es muy distinta que para Katsuki. La teoría descrita en los libros, habla sobre una situación que, en los omegas, se limita tan solo al placer. Una sensación que, con la persona indicada, se convertía en algo mágico y sin embargo ahora, se estaba tornado en la experiencia más traumática de su vida.

Era imposible para él dejarse llevar por el instinto que se lo pedía a gritos, cuando su lado consciente le decía que aquello, era una violación. No importaba cuanto lubricara su cuerpo, siendo su primera vez, no estaba preparado para lo que suscitaba. Menos aun cuando el que estaba tomándolo, era un alfa y ellos no se caracterizaban por tener miembros pequeños y angostos.

Izuku podía sentir como su entrada era rasgada al ser penetrado una y otra vez.

Lo peor era que su cuerpo buscaba el placer donde a todas luces no debería haberlo. No importaba cuan doloroso física y emocionalmente está siendo eso, su cuerpo correspondía al acto agitando sus caderas, buscando erguir el miembro entero de Katsuki. Su interior se retorcía de placer y le daba asco sentirse así.

Ser incapaz de empujarlo y huir.

Ser abusado y estarlo disfrutándolo.

– Ahh – jadea Katsuki. Siente que el final de eso está cerca y las encías le pican desesperadas por algo.

Algo que él comprende y aunque quiere negarse a crear ese vínculo perenne, el impulso es más fuerte. Conforme embiste eso se torna en un deseo irrefrenable, una necesidad tan vital como respirar y piensa que, si ya ha llegado tan lejos, qué más da.

Total, es solo un omega.

No va a ser el primero ni el último en esa situación y en cuanto él, mañana vera como solucionar el problema.

Asi que, sin detener su labor, se inclina sobre Izuku. Lame el cuello, preparando la zona. Oh, sí, era eso lo que necesitaba. Ahí estaba el sabor a menta dulce. Los vellos se le erizan y la base de su miembro empieza quemar.

– ¡Ah! – grita de dolor Izuku, al sentir los colmillos de Katsuki clavarse en su mano. En un impulso tan fuerte como su mismo instinto, su mano ha interferido entre la boca del alfa y su cuello. – Uhmm– muerde sus mejillas, soportando el segundo dolor.

Katsuki lo ha anudado.

La naturaleza, en su afán de preservar la raza humana y posibilidades de procreación, ha provisto a los alfas de un nudo en la base de sus penes, el cual se hincha luego de aparearse. Este los une por unos segundos, aumentando las probabilidades de concepción.

Una maravilla para los alfas.

Un terror para los omegas.

Izuku se aferra a la superficie bajo él, intentando sobrellevar ese avasallador dolor. Ya no hay placer mezclado a dolor, es solo dolor. Uno calcinante que lo carcome por dentro. Lo asquea y lastima.

El nudo tarda menos de lo que ha leído en libros. Solo transcurren unos cuantos minutos antes de que el nudo se destense y con ello, se libere una gran cantidad de líquido en el interior de Izuku. Katsuki suspira satisfecho. Da unos torpes pasos hacia atrás, hasta que sus piernas golpean suave con una silla y entonces, se deja caer sobre ella. Frente a él, tiene la entrada de Izuku que se dilata y contrae dejando escapar remanentes suyos. Sonríe relajado. Como adolescente que es, se ha masturbado antes, pero duda volver a hacerlo ahora que conoce lo placentero que es estar dentro de un omega.

Izuku se alza con dificultad, sus piernas tiemblan y no logra alcanzar estabilidad con los pantalones enredados en sus tobillos. Cae al suelo de espaldas al alfa, quien amplía su sonrisa al ver la gran mancha blanca sobre la carpeta.

Tal parece que él no la pasó tan mal como decía.

– ¿Por qué? – musita el omega, aun en el suelo. Humillado, vejado. Sus pequeños hombros tiemblan y su cuerpo se acorva hacia adelante, sollozando – ¿Por qué a mí?

Abre los ojos de pronto, respira agitado, casi atorándose con la angustia. El corazón le taladra el pecho, cada palpitación retumba en su cuerpo entero.

Otra vez tenía la misma pesadilla.

Aunque llamarlo recuerdo sería lo más apropiado.

Han pasado seis años desde aquel "accidente" y ha vivido con él en silencio. Nunca se lo ha comentado a nadie y en cuanto a Izuku, él desapareció después del evento.

Respira pesado, frota su rostro con ambas manos.

Observa el reloj a su derecha, aún faltan algunos minutos a que suene su despertado y podría seguir durmiendo de no ser porque ese sueño nunca acaba, se repite una y otra vez como un bucle infinito. Dia tras días. Se acomoda nuevamente mirando el techo, pensando en el suceso y cómo no pudo detenerlo. La culpa era menguada por la época en la que aconteció. A sus dieciséis años, la sociedad en la que vivía prefería voltear el rostro hacia la problemática de los omegas y las charlas sobre el celo, se limitaban a los omegas y consejos repetitivos de que hacer y cómo cuidarse.

Katsuki solo se fue a enterar dos años después, que lo que sintió en ese entonces, no era solo el celo de Deku, sino el suyo propio.

Aun con todo ello, la culpa seguía instalada en su interior, acomodada plácidamente sin intenciones de irse. Y es que los años, le han llevado a tener una visión más amplia de lo sucedido.

Tal y como pronostico aquel día, fue el único estudiante de su escuela en ingresar y graduarse de UA. Había aprendido a sacarle el máximo provecho a su quirk, a estudiar las debilidades de los villanos, pero, sobre todo, aprendió principios básicos que a sus catorce años nadie le había enseñado.

En los dos años que llevaba como héroe profesional, había visto un sin número de crímenes relacionados a omegas. Ellos eran el eslabón más débil de cadena y todos buscaban sacarle provecho. Trafico de blancas, explotación sexual, esclavitud... La lista era de nunca acabar.

A sus catorce años, jamás hubiera imaginado toparse con un escenario así en su carrera por ser el número uno. Creía que todo se limitaría a luchar con villanos, sin saber que los verdaderos villanos no eran quienes querían acabar con los héroes. Los estigmas creados sobre los omegas tampoco ayudaban y él era una clara muestra.

Los omegas solo piensan en sexo.

Los omegas son inútiles, descerebrados.

Los omegas siempre están buscando que un alfa les marque.

Los omegas sin marcas, son peligrosos para los alfas.

¿Cómo podía creer eso de un omega cuando su padre era uno de ellos?

A su egreso de UA, Katsuki Bakugou de tan solo dieciocho años, se vio frente a una realidad hipócrita. Una sociedad que exaltaba a los alfas por sobre todos, sin comprender que el solo hecho de pertenecer a ese grupo, podía definirlos como héroes o villanos.

Y él solo había sido lo segundo con Deku.

No por ser consciente de ello, le hacía compadecerle. Pues la hipocresía también le había corroído a él y el "accidente" se perdió en lo más hondo de sus recuerdos. El error ya estaba hecho y su vida no se detendría por un poco de culpa.

Su vida había seguido en un ritmo acelerado, porque su sueño de ser el símbolo de la paz, no se alcanzaría solo y cuando reparaba en ese mal recuerdo, se decía que seguramente Deku ya lo habría olvidado. Había pasado tanto tiempo que, a esas alturas, ya debería de haber seguido con su vida, al igual que él.

Hasta que llego ese año, el que se erguía como SU año. Tras el retiro de All Might, solo quedaba su sucesor, Lemillion, como único obstáculo a pasar. Por ello, muchos programas televisivos buscaban hacerse de una entrevista con el joven alfa revelación.

A Katsuki poco menos que nada le interesaba aquello. Su meta era llegar al puesto uno y aparecer en una programete de farándula solo le distraería. Kirishima y Todoroki no opinan lo mismo.

Es buena propaganda para la agencia y para ti mismo, le comenta su ahora jefe y también heroe, Shoto.

Bro, si no te ganas a la gente, nunca vas a alcanzar a AllMight, también interviene Red Riot, alegando a su ego por ser comparado con el mejor.

Acepta la entrevista.

Grave error.

El primer bloque va bien, no hay preguntas incomodas por parte de los entrevistadores, maneja bastante bien su comportamiento. Todo se resume en alabanzas a su quirk y alto profesionalismo. Katsuki sabe que eso no siempre ha sido así, que en un par de ocasiones a desquitado de más su furia con algún villano, pero nadie toca el tema ahí.

Es una entrevista perfecta.

Van a la pausa comercial. Retoque de maquillaje, unas cuantas fotos, autógrafos. Sonrisas falsas y gracias vacías. El segundo bloque de la entrevista comienza con la misma perfección del primero y ya por el final es sorprendido con un video de sus compañeros de escuela.

El estómago se le tensa.

Deku no podía aparecer ahí ¿O sí?

Video tras video Katsuki logra reconocer uno a uno a sus antiguos compañeros y la tensión comienza a reducirse. Son el mismo grupito que le admiraba. Comentan lo genial que era, el cómo apareció su quirk en el preescolar. Hablan sobre su personalidad a la cual, lejos de llamar agresiva, dejan ver como la de un digno alfa.

Sonríe por primera vez con sinceridad en lo que va del programa.

Su ego esta por las nubes. Flota muy alto con cada halago. Hombre y mujeres. Alfas, betas u omegas. Todos, absolutamente todos solo dicen cosas buenas de él.

Entonces, es la última entrevista la que manda todo a la mierda.

"Era tanto el dolor de Midoriya, que un día simplemente desapareció. Se cambio de escuela y se mudó a otra ciudad, nunca volvimos a saber de él. Por eso no puedo estar orgullosa de haber compartido aula con Ground Zero.

Tendría que estar loca si lo hiciera"

El bloque termino sin dar tiempo a más preguntas.

Los sueños dieron inicio ese día.

Con los años, Katsuki no solo había anulado aquel recuerdo, sino que en su mente solo se guardaba el placer y deseo. Por lo que los primeros días, el sueño solo se limitaba a ser uno húmedo, infestado de erotismo, placer y lujuria. Incluso un par de veces había despertado con las feromonas del omega muy nítidas. Con el pasar de las semanas, los detalles habían ido apareciendo, uno tras otro. El temblor y nerviosismo del omega, las palabras instándolo a detenerse, el llanto, el sabor ferroso en su boca.

"¿Por qué a mí?"

Al cabo de dos meses, todo era muy nítido.

El sueño se había tornado en una pesadilla en la que el monstruo, era él.

El sonido de la alarma le trae de vuelta a la realidad y con la misma hipocresía que la sociedad mantiene, se pone de pie, pues un nuevo día como héroe le espera.

– Blasty ¿Qué le paso a tu cara? ¿Otra noche sin dormir? – inquiere Kirishima con cierta preocupación de que los surcos bajo los ojos de su amigo se oscurezcan más a cada día.

Katsuki le ignora, continua su camino dentro de la agencia, hacia los vestuarios. Viste el traje con pesadez y la esperanza encendida de que sea un día lleno de villanos a los que enfrentar. Tener la adrenalina galopando por sus venas, sus sentidos activos como un depredador, era la mejor terapia que había encontrado para sus males de sueño. Con el cansancio acuestas, su mente era incapaz de pensar en algo más que no fuera dormir y él prefiere combatir villanos que sus demonios internos.

Sale con el traje ya puesto y el antifaz que camufla sus ojeras. Huele en el ambiente al resto de sus compañeros ya en la agencia.

– Nos informan de la toma de un preescolar – advierte Todoroki, su ahora jefe. A su egreso de UA, la agencia de Endeavor se alzaba como una de las mejores del mercado. Acepto sin saber que, a su ingreso, el menor de los Todoroki asumiría el puesto de su padre al mando de todo. – La policía frustro el robo a una joyería y los ladrones se ocultaron en la escuela.

– Voy yo – se ofrece sin titubeos Katsuki.

– Es un lugar lleno de niños – aclara lo obvio Shouto – No creo que tu quirk sea el más adecuado. Uraraka, tú…

– Te digo que voy yo – expide feromonas intimidantes al otro alfa. Acomoda las granadas en cada brazo, mientras masculla un par de maldiciones. No era como si no pudiera comportarse frente a un grupo de mocosos.

Le arrebata la hoja que trae el bicolor. Lee rápido la ubicación, no es muy lejos de ahí; baja un poco más, el quirk que poseen los malhechores.

No pinta como nada complejo y sale hacia el lugar.

Todoroki suspira.

– Kirishima, ve con él – ordena cansado del carácter problemático del cenizo – vigílalo –musita y el otro alfa asiente.

– Gracias por la ayuda – hace una reverencia el policía a cargo del operativo – No sé qué habríamos hecho sin su ayuda.

– No se preocupe, para eso estamos – sonríe radiante Red Riot, con ese carisma que le caracteriza.

Katsuki rueda los ojos. Los quirks de esos ladrones eran insignificantes. Un poco de agua y superfuerza que no se comparaba en nada a la de All Might. Nada espectacular ni que le tomara mucho derrotar. Muy soso y aburrido, ni siquiera le habían dado el desfogue de energía que esperaba, ya que había demasiados niños cerca gritando aterrados.

– Ya vámonos. – codea a su compañero.

Kirishima asiente, se gira hacia el ingreso, donde dos maestras despiden a los oficiales. Esta por despedirse cuando una de ellas le detiene.

– Esperen – la mujer se acerca a ambos héroes – ¿Quisiera saber si podrían quedarse un poco más? Los niños aún están muy asustados y ustedes les darían seguridad. Ya hemos llamado a sus padres, no tardan en llegar.

–N…

–Sí, claro – Eijiro le interrumpe, ingresando de inmediato a la escuela.

Katsuki chasquea la lengua, murmura maldiciones y termina por seguir al otro alfa. No hay de otra, ya le ha comprometido.

La escuela es pequeña, solo cinco aulas para mocosos de entre tres y seis años. Algunos ya se han retirado, sus padres han llegado asustados luego de ver las noticias. Otros aún esperan, todos agrupados en una misma aula.

Katsuki, a diferencia de Eijiro, no tiene interés alguno en los niños. Le irrita oír sus lloriqueos y berrinches, pero puede poner de su parte si –como los que están ahí – le miran como si se tratase de un dios.

Toma asiento en un pequeño banquito. Un grupo reducido le rodean y él realiza unas cuantas explosiones. Los niños gritan emocionase, repiten una y otra vez lo genial que es. Katsuki se regocija con sus halagos, incluso si ni muestra interés en verles las caras. Dura en ese baño de popularidad por unos quince minutos, hasta que da por finalizado su acto poniéndose de pie y yendo hacia Eijiro.

Ahora con menos niños, pueden retirarse sin culpas.

–Bro – Kirishima hala de su brazo cuando le tiene cerca – ¿Has visto a esa niña? – su índice señala a una pequeña que se encuentra de espaldas jugando.

– ¿Qué tiene?

– ¿La has visto? – Insiste – Es…como decirlo…idéntica a ti.

Frunce el ceño más de lo habitual.

¿Qué significa eso?

– Me largo. Si quieres vienes.

– ¡Espérame! – Katsuki sigue con su trayecto adentrándose a la calle. – ¡Bro! – el cenizo se detiene frente a la verja de la escuela – Siempre haces lo mismo, te vas y me dejas solo.

– ¿Deku? – musita.

Frente a él, se yergue un muchacho de cabellos de bosque, enormes ojos color esmeralda. Rostro delgado, perfilado, menos redondo del que recuerda. Las pecas salpicando los pómulos y mejillas.

¿Eres tú?

Restriega sus ojos con ambas manos. No le sorprendería que con lo poco que ha venido durmiendo, aquello sea producto puro de su imaginación. Sin embargo, al abrirlos nuevamente, el joven sigue ahí, de pie, con un gesto más rígido que segundos atrás. No hace movimiento alguno y le sostiene la mirada.

¿Eres tú?, repite en su fuero interno, algo incrédulo pues el Deku que recuerda, tenía dulzura en sus ojos y chispeaban rebosantes de admiración hacia él.

– ¡Papá! – oye el grito chirriante de una menor y pronto la ve pasar por su lado, directo hacia el hombre en frente suyo. – ¡Mira papá! Es Gorund Zero y Red Riot– exclama emocionada, señalándole – ¡Ground Zero!

¿Papá?

Dirige los orbes hacia la menor. La pequeña toma la mano de su padre e inmediatamente, él se gira, marchándose de ahí.

Katsuki no se mueve, su cerebro intenta procesar la información reciente. Él aroma en el ambiente no miente, lo reconocería a kilómetros de distancia, ese hombre es Deku y la niña, ella... es la misma que Kirishima señalo.

– ¿Blasty? ¿Estás bien?

La mocosa debía tener unos seis años como máximo.

Los mismos que llevaban sin verse.

– ¿Bakugou? –Eijiro agita una mano frente a él, su rostro luce preocupado y Katsuki le ignora. Empuja bruscamente a un lado, corre hacia el omega.

No puede ser.

No puede ser.

NO PUEDE SER

– ¡Espera! – tira del brazo de Izuku, obligándolo no solo a detenerse, sino a girarse hacia él – tenemos que...

– No me toques. – brama con una rudeza que jamás ha visto en él. Jala brusco de su brazo liberándose del alfa.

La sorpresa le aturde. El Deku que recuerda, tartamudea y tiene la voz temblorosa cuando se dirige a él. Nunca le mira a los ojos y su aroma tiene toques dulces, muy distinto del que tiene en frente.

El omega no le rehuye la mirada, sino que, por el contrario, la planta intimidante. Trae la mandíbula enarcada y suelta gruñidos guturales gritan peligro. Su cuerpo está posicionado interponiéndose entre el alfa y su hija.

Katsuki da un paso atrás.

Izuku sigue su camino, dejando feromonas ácidas, llenas de rabia y asco impregnadas en el aire.

Feromonas de un omega furioso que protege a su hija de una amenaza.


Nota de la autora.

¡Hola!

Si llegaste hasta aquí, muchas gracias por leer y ojala te haya gustado.

Es el segundo fic que escribo para este fandom y tenia que ser, de mi pareja favorita. Hace un tiempo tenia en mente escribir un omegaverse sobre esta pareja, aunque no sabia como iniciarlo y termine por escribir otro tipo de historias y no publicando nada jajajaja.

No estaba segura de cual subir primero y al final me decidi por esta, que es la ultima idea que tuve.

En un inicio iba a ser un one-shot, ahora no estoy tan segura.

A ver que opinan ustedes.

Nos vemos

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