Las criaturas recuperaron la conciencia después de unos segundos.
Maldito... – siseaba Biyomon. – Nos utilizaron.
Alba abrió los ojos y vio a su alrededor. Arrugó la frente muy enojada y se puso inmediatamente de pie gruñendo.
Cloakmon! – gritó Alba al reincorporarse.
Oh! – respondió Yamaki soltando una pequeña risita. – Veo que al fin recuperaste la memoria. ... fue bueno que haya quitado esa carga de ti.
Nos engañaste infeliz! Ahora vas a tener que vértelas conmigo- exclamó mostrando sus guantes de donde se extendieron las uñas metálicas como si se trataran de navajas automáticas.
Y conmigo! – grito Luis quien estaba detrás de Alba.
No tan rápido amigos. – respondió Yamaki presionando el control remoto.
Alba se quedo mirando fijamente a Yamaki con una mirada penetrante como el hielo. En ese momento el control explotó en sus manos.
Tu no me vas a hipnotizar mas! – dijo Alba muy enfadada.
Esta bien. No me dejan alternativa. – respondió el chasqueando los dedos.
Detrás de Yamaki aparecieron otras dos criaturas. A la derecha una criatura fea y escuálida de dos metros de alto a la cual le colgaban por todas partes unos vendajes que le rodeaban todo su cuerpo excepto en el rostro donde se alcanzaba a ver tejido en descomposición. A la izquierda un monstruo de dos metros y medio de alto cubierto de pelaje amarillo, muy musculoso, con una espesa melena que le rodeaba el rostro, el cual tenia un hocico rectangular con una boca llena de filosos dientes y unos ojos amenazadores y penetrantes. De la cintura para abajo tenia un pantalón del cual se ceñía una larga y gruesa espada de doble filo.
Tu te encargas de Mummymon y yo de Leomon. – murmuró Gatomon a Veemon.
¿Estas segura? Ellos son peligrosos.
Entonces hazte a un lado. – dijo Gatomon lanzándose al ataque sobre la gigantesca criatura con la espada.
Esperó a que Gatomon estuviera lo suficientemente cerca y con un golpe muy veloz abanicó la espada alcanzando un costado del vientre de ella quien cayó instantáneamente al suelo.
Gatomon-grito Veemon tratando de llegar hasta ella pero en ese momento el otro monstruo lanzó unas vendas sobre el, envolviéndolo totalmente y dejándolo inmóvil como un gusano en el suelo.
Alba! – gritó Clara horrorizada tratando de salir corriendo en su auxilio.
Alto ahí! – gritó Yamaki apuntando nuevamente con el arma de fuego. – Ustedes ya nos han costado retrasos importantes, así que ya nos vamos.
Espera! – gritó Carlos. ¿Por qué nos ayudaste! – preguntó angustiado viendo a lo lejos a su amigo retorciéndose, tratando de zafarse.
Fue una eventualidad... Tuve que improvisar para que llegaran hasta aquí sin que las autoridades de su mundo los siguieran. Pero, creo que han visto suficiente así que creo que la mejor manera de castigar a estos infames es dejarlos aquí con ustedes viendo como se congelan hasta la muerte.
Yamaki se alejó y le indicó a la momia que a los demás monstruos los envolviera en sus vendas también y los dejaran inmóviles al lado de los humanos. Solo le indicó que dejara a Gatomon y a Veemon como estaban. Quería que el la viera morir por su impertinencia.
Fridgemon! – gritó Yamaki llamando a otro monstruo.
Y así apareció un monstruo hecho de nieve. Su cuerpo era redondo y se desplazaba sobre sus piernas de nieve que parecían estacas. Sus ojos eran como dos agudos puntos negros.
Fridgemon,. Quiero que fabriques una prisión para ellos.
Fridgemon se ubicó a unos pasos del grupo de humanos y criaturas envueltas en vendas. Dio dos pasos adelante y dio puñetazo al suelo cubierto de nieve. Al hacer esto se produjo una explosión de nieve frente a los ojos de Carlos y sus amigos. Al disiparse todo, se vieron rodeados de paredes de hielo sólido y hacia arriba un grupo de barrotes de hielo formando el techo de la prisión.
Hasta luego... – alcanzaron a escuchar a Cloakmon desde el otro lado. Y sintieron que todos los grandes monstruos se habían ido, dejándolos a ellos solos.
Tras unos minutos Carlos se puso de pie lleno de ira y trato de derribar la pared de hielo a patadas.
Era inútil, el hielo era como de 15 centímetros de espesor y duro como el acero. Clara y Héctor intentaban romper las vendas que envolvían a los otros sin éxito. Pronto, la frustración se apodero de todos. TJ y Robert estaban apartados de los demás y se miraban confundidos entre si. Carlos obviamente quería descargar su ira contra Henry Wong. Se aproximó hasta donde el estaba y lo tomó de la camisa a pesar de ser una persona mayor.
Usted! Me va a explicar que demonios pasó aquí!
No lo se! No lo se! – gesticulaba hombre en un español regularmente hablado.
Vamos a morir congelados aquí! – protestó Carlos soltando la camisa del hombre y sentándose cerca de un rincón de la fría cárcel. Miro hacia arriba atentamente.
Carlos¿Podrías venir a ayudarnos? – regañó Clara desde el sitio donde estaba con Héctor, Aurora, Robert y TJ tratando de zafar a las criaturas de las vendas.
Espera... – murmuró Carlos poniéndose de pie. – Escuchan eso?...
Todos se detuvieron y escucharon con atención. A lo lejos podían percibir aspas de un helicóptero aproximándose.
30 segundos después el ruido era estruendoso y ensordecedor.
Se escuchó después un sonido mecánico y el crujir de una poleas. Luego, escucharon pasos aproximándose.
Henry! – gritaba una voz desde el otro lado de la pared. Luego, habló en un idioma que ninguno de los presentes reconoció excepto Henry Wong.
Daisy! – exclamó parándose de donde estaba, corriendo hacia la pared del frente. Henry habló en idioma japonés unos segundos y espero respuesta.
Aguanten! Ya vamos a sacarlos. – exclamó la voz de una mujer en español mas o menos bien pronunciado.
Pasaron unos minutos y se podía percibir que esa mujer hablaba con alguien en otro idioma. Poco después el suelo se estremeció. Parecía que alguien enorme se aproximaba a la pared.
Retrocedan! – grito la mujer desde el otro lado de la pared.
Todos se fueron a la parte de atrás de la celda y se quedaron esperando.
De pronto la pared del frente explotó ante los ojos de todos. Una bola de hierro de demolición había atravesado la pared. Pero esta bola de hierro estaba adherida a la cola de un animal gigantesco.
Al disiparse el hielo, los que estaban dentro pudieron mirar a través del gigantesco boquete que se había formado hacia el exterior.
Allí, estaba una mujer rubia, de apariencia europea al lado de un niño de mas o menos 10 años de tez morena con el cabello crespo. El niño sostenía en la mano un dispositivo plástico que parecía un cronómetro y mas cerca de la pared vieron un gigantesco monstruo de 5 metros de alto, cubierto por una gruesas laminas doradas., Su cabeza era redonda y llevaba un yelmo con múltiples espinas sobre ella. Su cola era larga y en la punta blandía aquella esfera de hierro que había vuelto papilla aquella pared.
Detrás de estos tres personajes, sobre la nieve, había un enorme helicóptero de doble aspa con una bahía de carga abierta de par en par. De allí empezaron a salir mas personas y mas criaturas.
Detrás de la mujer apareció un hombre vestido de sport, con gafas oscuras. Era alto y rubio y tenia una venda blanca alrededor de su cabeza.
Desgraciado! – exclamo Henry al ver al hombre tratando de abalanzarse sobre el.
Oye¿Que te pasa? – dijo Daisy deteniendo a Henry. – Si no hubiera sido por el señor Yamaki, jamás los hubiera podido encontrar.
Mientras tanto otro de los monstruos, se aproximó hacia donde estaban Gatomon y Veemon. Era una criatura totalmente verde, con una cabeza ovalada y con una flor de lily sobre ella. Sus ojos eran elípticos como los de un extraterrestre. Sus extremidades parecían pertenecer a una planta y sus manos parecían enredaderas que terminaban en varias puntas.
Lanzó las enredaderas de sus dedos y estas se metieron debajo de los vendajes. Con un pequeño tirón las éstas se rompieron como si estuvieran hechas de mantequilla.
Veemon se liberó de las vendas y corrió hacia donde estaba gatomon quien estaba boca abajo. Se arrodilló al lado de ella y la volteo gentilmente. Todavía estaba despierta.
Sobre el costado del vientre tenia una herida lineal que emitía un brillo débil.
Lo siento... – dijo ella con voz tenue.
No te preocupes... – respondió Veemon quitándole algo de nieve de la cara.
Voy en camino! – grito Daisy corriendo hacia donde estaba Gatomon. Llevaba un portátil consigo.
Se acercó a unos centímetros y abrió el laptop. Empezó a teclear comandos.
DATABASE TRACKING PROGRAM
Searching...
Database Found:
GATO.mon I- I
WARNING: Database content critical!
¿Qué ocurre? – preguntó Henry al aproximarse a donde estaba Daisy. Todos los demás humanos y monstruos corrieron en esa dirección también tras ser liberados por Renamon.
Se ve muy mal... Se fragmentará en cualquier momento... – dijo Daisy bajando la cabeza.
Veemon se angustió al escuchar esto y decidió tomarla de la nuca para reconfortarla.
No te vayas... por favor... – decía el con voz lastimera.
Protege a Clara por mi... – dijo ella cerrando los ojos.
Espera...No terminé de mostrarte lo que había aprendido. – dijo Veemon acariciándole la cabeza. – Quiero que los sepas... – dijo aproximando su boca a la de ella.
Asi, le dio un tierno beso para despedirla de este mundo. De pronto Daisy alzó la cabeza y miró nuevamente a la pantalla.
DATA TRANSFER COMMENCING
VEE.monto GATO.mon. Transfer: 3
Copying packs of data……………
-Síguela besando! – dijo Daisy a Veemon. – La estas salvando...
Esto es increíble!... – dijo Henry sin poder ocultar su felicidad de que esto estuviera pasando.
Tras unos segundos Gatomon abrió nuevamente los ojos. Se veía aun débil.
No voy a dejar que desparezcas¿entiendes? – dijo Veemon con lagrimas en sus ojos.
Si es besándome, Por mi esta bien... – respondió ella con una sonrisa en el rostro.
Clara se abrió paso entre todos atropelladamente. Alzó a Gatomon en brazos y la envolvió dentro de su propio abrigo.
Esto es temporal... – dijo Daisy arrugando la frente. – Llegara un momento en que ambos perderán toda su base datos y desaparecerán.
Espera! – exclamó Henry recordando aquella máquina. – Ellos tienen una máquina que puede sanar esa herida.
Es verdad! – dijo Carlos. – Tenemos que darnos prisa.
Esa no es la única razón por la que debemos apresurarnos... – dijo Daisy en un tono sombrío.
¿A que te refieres? – preguntó Henry.
Vamos caminando y les explico...
