Este fic es grandioso, cuando lo leí me enamore de él. Esta escrito por Patricia. No me den a mi el mérito de la historia, todo lo escribió ella, yo solo soy el medio apra que se enamoren de este fic. Disfrutenlo
Lady Kenobi
EL DIARIO DE FAITH
Comentario de la autora
Lo que sigue, es un poco más que una historia de amor. Y, ¡tengo que confesarlo!, está llena de cursilerías. Escribiéndola, me volví a sentir de 18 años, reí, lloré, canté, sufrí y me volví a enamorar. Pero mas allá de eso, es algo que me debía a mi misma, es un relato autobiográfico en el que me deshago de todos mis fantasmas. Por eso la dedico a Rubén, mi Snape de la vida real, que es el hombre que me acompaña todos los días de mi vida.
Capítulo 1
Hoy me he instalado en Hogwarts. El director, Albus Dumbledore, es todo lo que me han dicho de él, y más. Es un hombre al que solo puedo describir con una palabra: sabio. Habla muy poco, bueno, poco de las cosas que todos quisiéramos escuchar. Se necesita estar muy atento para captar toda la sabiduría que encierran sus palabras. He notado que la Profesora McGonagall se desespera un poco con las bromas que hace el Director, pero nunca dice nada. Ella, al igual que la mayoría de los profesores, cumple eficientemente con su trabajo y acata todas las indicaciones que imparte Dumbledore.
Conocí también al resto del cuerpo docente. La profesora Trelawney, la profesora Sprout, el profesor Flitwick, la señora Hooch, etc. Hay un conserje malencarado que asusta a todos los alumnos, hay fantasmas y un hombre enorme que me cayó bien desde el primer momento: Rubeus Hagrid. Parece ser que Dumbledore confía plenamente en él y a mi me inspiró confianza inmediata. Además, se portó sumamente amable conmigo y me llevó a recorrer gran parte del castillo.
Es un sitio majestuoso. Los fundadores realmente llenaron de magia este lugar. Al llegar te sientes tan ínfimo y a la vez tan grande. Es sobrecogedor, te envuelve un ambiente diferente a todo lo que he conocido en el mundo, muggle o mágico. Te hace sentir que en verdad formas parte del universo. Caminar por sus pasillos, unos amplios y otros pequeñísimos, entrar en sus salones, algunos tan grandes que parecen formar parte de la misma tierra, y otros oscuros y asfixiantes. Subir y bajar por las interminables escaleras... ¡oh! Debo recordar de nuevo a Laura que le diga a Remus que estaré eternamente agradecida por haberme recomendado para dar estas clases.
Los alumnos son maravillosos. Son la esperanza de este mundo tan frágil en que vivimos. Hay algunos brillantes, como Hermione Granger; otros, lentos pero llenos de entusiasmo, como Neville Longbottom; hay quienes son chispeantes y te hacen sonreír, como Ron Weasley; hay a los que quisieras encerrar en una mazmorra, como Draco Malfoy y sus compinches.
Hagrid me presentó al alumno más famoso del Colegio, y quizá, del mundo mágico. Es un jovencito que me despierta amor, ternura, instinto protector, pero que a la vez, te hace sentir que en sus manos tiene el poder de hacer que el universo se mueva y que él podría resolverte todos tus problemas. Sus ojos son verdes como esmeralda, o como los campos interminables de Irlanda y de Escocia. Su pelo es oscuro y tiene en la frente lo que para mi, representa la verdadera esperanza: una cicatriz en forma de rayo que nos enseña que la maldad no podrá nunca destruir aquello por lo que estamos todos aquí, la vida misma.
He dejado para el final al profesor Severus Snape, de Pociones. Cuando Dumbledore me presentó a todo el Colegio luego de la ceremonia del sorteo de los nuevos alumnos, el profesor Snape se me quedo viendo fijamente. Sus ojos negros, que hacen pensar en túneles oscuros, estaban entrecerrados y su expresión era inescrutable. Usa una túnica negra, larga hasta los tobillos. Tiene el cabello hecho un verdadero asco y una nariz ganchuda que me recordó a las águilas de Gryffindor.
Me produjo un escalofrío que no logro explicar. No se si fue miedo, pero parecía que una corriente me atravesaba de la cabeza a los pies. Me recordó a un goblin, con una sonrisa que causa escalofríos, y cuya risa puede agriar la leche y provocar que las frutas caigan de los árboles. No dijo una sola palabra y luego cenó en silencio hasta que se acercó a él un prefecto para pedirle la contraseña de Slytherin. (¿Será Severus Snape también una serpiente?)
Hoy he preguntado a Hagrid sobre el profesor Snape. Le dije que tengo la impresión de que yo no le agrado, y me respondió que realmente, a Severus Snape no le gusta nadie. Realmente, no me dijo mucho; solamente que Dumbledore tiene en ellos, a dos hombres de su entera confianza, tanto para los asuntos del Colegio, como para todo aquello que se relaciona con el mundo mágico. Sin embargo, aunque el resto de los profesores lo respetan, quizá como una extensión del respeto que sienten por Dumbledore y sus opiniones, en la mayoría de ellos percibo un cierto recelo. Nadie demuestra ni dice abiertamente su opinión sobre él, excepto algunos de los alumnos, que me hacen partícipes de la antipatía que se profesan mutuamente.
El único que parece ser su amigo, es el conserje Argus Filch, que con su inseparable gata, busca a Snape para acusar a todo aquel que, en su muy personal opinión, ha cometido una falta.
No se que pensar. Snape es misterioso, seco, implacable. He cruzado con él tan pocas palabras. Esta mañana se acercó a mi silenciosamente y por la espalda. Cuando estuvo a menos de un paso de distancia, me habló con ésa voz grave que tiene. Yo me sobresalté por supuesto, cosa que pareció hacerle un poco de gracia pues esbozó una imperceptible sonrisa.
- Profesora, me dijo, ¿vigilaría mi clase unos momentos?
Me molestó que no tuviera la gentileza de pedirlo por favor. Además, todos los profesores estábamos muy ocupados y él parecía no tener ninguna prisa por hacer nada. Decidí enfrentarlo.
-¿Por qué?
- ¿Si o no?
Eso fue todo, no me dijo nada más, pero me miró de una manera que no admitía réplicas. Lo vi fijamente, pero él guardó silencio, un silencio en el que yo solo podía oír una y otra vez su pregunta. Levanté aún más mi rostro (él es bastante más alto que yo) esperando una explicación. Siguió empeñado en su mutismo y en esperar una respuesta por mi parte. Los segundos parecían eternos y empecé a sentir escalofríos.
¿Qué se cree? Primero me espanta al acercarse a mi por detrás, y luego quiere que haga su trabajo sin concederme siquiera unas palabras amables. Estuve a punto de decir que no, emití apenas un inaudible sonido y él sonrió.
-Ya lo sabía -, dijo, y se retiró dejándome furiosa. Ni siquiera me dio oportunidad de preguntar dónde estaba su aula.
Empecé a vagar medio perdida en los pasillos. Me topé con Peeves que se burló de mi hasta el cansancio. Por fortuna, encontré a la profesora McGonagall, que con toda seriedad (me sentí una alumna regañada), me indicó cómo llegar a la mazmorra que es el salón de clase del profesor Snape.
Pasé una noche terrible. Soñé que una serpiente me acosaba por los pasillos del Colegio, se acercaba a mi peligrosamente, sin hacer ningún ruido. Cuando la tenía tan cerca de mi que podía escuchar su callada respiración, sus ojos se convertían en unos ojos casi humanos. De pronto, la serpiente estaba a punto de saltar sobre mi y yo me empequeñecía.
Desperté varias veces, bañada en sudor y temblando de pies a cabeza.
El profesor Dumbledore me ha pedido que vaya hoy a su despacho ¿De qué se tratará?
