Como lo prometí 2 capítulos muy muy buenos para este 14 de febrero!
amsp14.- Si, Faith es lenta pero eso le da más sentido y forma a la historia, además nos mantiene más interesados para ver cuando lo llama por su nombre, jaja. En fin Ana Mar�a, disfruta muchísimo este día. Subiré lo más pronto que pueda.!
Wolfgang-Snape.- No, el sexto capítulo es el ideal, el perfecto para el 14 de febrero, ya lo verás. El misterio de los huevos...pronto sabrás. Disfruta este día y nos vemos pronto.
Edysey.- Si, el sexto capítulo es cuando él llena su mundo en un mar de deseos. Disfruta este d�a y seguire actualizando pronto!
Galilea.- Verás que los siguientes capítuos se pondrán mucho mejor, jeje. A mi igual me encanta como Snape trata a Faith, pero creo q a mi me pasa igual q a ella, se nos desaparece el mundo. Disfruta este d�a y actualizaré muy muy pronto!
SABI.- Cumplí mi promesa, todos los d�as pensé: Katia, tienes q cumplir con tu promesa. Hice lo imposible para publicar y aquí esta. Casi reviví de la muerte a mi compu, jajaja. Disfruta este capítulo, besos y nos vemos hasta ls próxmia!
Lady Kenobi
El Diario de Faith
Capítulo 5
No se que habré soñado anoche, solo se que me levante con una sensación de irrealidad...
¿Qué voy a hacer? Me da pánico bajar al gran comedor a desayunar ¡y tengo todo el domingo por delante!
El domingo pasé todo el día evitando al profesor Snape. El recuerdo de sus brazos y de sus besos me trastorna, pero no pude reunir el valor suficiente para encontrarme con él. Nick casi decapitado me contó que Snape salió mil veces de su despacho, caminó al lago, se acercó al bosque, fue a los invernaderos, anduvo dando mil vueltas... Ahora que lo pienso ¿por qué tiene Nick que venir a contarme lo que Snape hace o deja de hacer? De cualquier manera, me cuidé mucho de propiciar algún encuentro.
El lunes, al regresar de mi clase, encontré un paquete sin remitente junto a la puerta. Al abrirlo, cayeron un montón de insignias con una leyenda brillante que dice "Potter apesta", pero no había ninguna nota ni nada que me pudiera sugerir quién o para qué me las habían enviado. Salí de mi despacho con las insignias dispuesta a hablar con Minerva McGonagall pero en el pasillo me encontré con Severus Snape.
¿A dónde vas Faith¿Qué vas a hacer con eso- dijo al ver lo que yo llevaba.
- Alguien las dejó en la puerta de mi despacho y quiero saber de que se trata.
- No tienen importancia, fueron usadas para una broma el curso anterior
¿Una broma¿Quién puede hacer una broma como ésta?
- Yo mismo le ayudé a Draco Malfoy a hechizarlas...
¿Usted¿Pero cómo¿En que cabeza de adulto puede caber una idea como esta?
¿Otra vez me hablas de usted, Faith? Después de...
- Yo le hablo como mas me plazca. Me parece aberrante que un profesor juegue bromas estúpidas como esta. El chico está solo, vive en peligro, en cualquier momento lo pueden matar, necesita que lo cuidemos, que lo protejamos, que le demos amor, seguridad, apoyo...
- Qué poco conoces a Potter
- Pero...¡es usted monstruoso Profesor Severus Snape¡Preferiría mil veces haber besado esa gárgola que haberlo besado a usted¡Por lo menos la gárgola no está tan fea!
Me miró horrible, pensé que me iba a golpear o algo parecido. Me aseguré de tener mi varita a mano, pero él solamente me dijo – al fin reconoces que si me besaste- dio media vuelta y se fue (otra maldita manía suya, a la que no me he podido acostumbrar).
A pesar de la cercanía del invierno, hemos tenido días sin nubes que nos han regalado noches llenas de estrellas. Tratando de huir de Snape, subí a la torre de Astronomía y salí a la terraza. Estuve un largo rato viendo al cielo. Venus ya estaba muy alta en el firmamento, y más lejos aún, pude distinguir a Sirius, la estrella mas brillante del can mayor. Hay personas que brillan más que otras, y Sirius Black es de los que brillan, aunque ha visto su luz a punto de extinguirse. Pensé en su soledad, en su dolor. Recordé cuando Dana y yo, tras tropezarnos con Laura y Remus en el callejón Diagon, fuimos a su casa y nos sorprendió un enorme perro negro que resultó ser Sirius Black. Tras el susto de vernos frente a un asesino, nos explicaron todo lo que había sucedido cuando murieron los Potter, y les creímos. Lo que había en la mirada y la sonrisa de Sirius, al estar cerca de Dana, no podría haber existido en un criminal.
Laura y Remus, Dana y Sirius, a pesar de los tiempos aciagos, ellos viven sus vidas en compañía. El amor que se tienen les infunde fuerza, valor para no permitir que nuestro mundo se acabe. Estaba en eso cuando Severus llegó por detrás de mí. Me abrazó y deposito un leve beso en mi cuello, que me hizo estremecer.
¿Reflexionando de nuevo Faith- dijo al separarse de mi.
Me sentía tan tranquila, tan serena y tan melancólica a la vez, que olvidé nuestro último encuentro y hablé largamente. Le dije de mis temores por el futuro, le pregunté si a él no le entristecía pensar en que, tal vez un día, ya no podríamos estar así, mirando al cielo y conversando en esa paz. Mientras yo hablaba y hablabaél veía al infinito. De pronto, me señaló algún lugar en el bosque, donde se apreciaba una luz brillante. Y entonces aparecieron un par de pegasos. El me abrazó por los hombros mientras en silencio los vimos jugar, cruzaban el cielo retozando, empujándose, persiguiéndose uno al otro... Y entonces el descubrió lágrimas en mis ojos. Me interrogó sin palabras y yo le hice saber cuánto me duele pensar que esa inocencia, esa alegría, esa pureza, puedan morir algún día.
Permanecimos callados un rato más, compartimos el cielo, la noche, el aire. Me acompañó hasta mi habitación y nos despedimos en la puerta, no sin antes darnos un beso suave.
Había olvidado lo furiosa que estaba con él hasta esta mañana que vi a Harry. ¿Cómo es posible que me dijera "que poco conoces a Potter", cuando todo mundo sabe lo que ese muchacho ha tenido que pasar. Durante la comida, pregunté a Severus que me había querido decir con eso, y solo respondió – ¿Por qué todos insisten en compadecer a Potter? Lo que no te mata, te hace mas fuerte...
Si intentara contar todos los besos, los cariños, los detalles, pasaría el tiempo escribiendo. Solo puedo decir que estoy descubriendo a un Severus que no imaginaba. Habla muy poco, pero yo se que tras esa armadura, hay un hombre honesto y valiente. Va por la vida sin importarle lo que los demás piensen de él; está seguro de si mismo y de lo que es. Su existencia no pasa desapercibida para nadie, aunque la mayoría lo detesta. Las cosas que dice son implacables, pueden hacerte llorar de rabia o dejarte meditando por horas. Nada de lo que hace o dice es por azar. Sus decisiones son pensadas, no actúa por impulso y no da explicaciones a nadie. A veces parece que acusa sin fundamento, pero cada vez que lo hace él tiene la certeza absoluta de lo que dice, y no le importa el efecto que cause en los demás.
El conoce el suelo que pisa, sabe para donde va y no se frena, encamina sus pasos tras haber tomado una resolución y confía que aquellos que sean lo suficientemente inteligentes para entenderlo, lo seguirán. No se detiene por nada ni por nadie, sus únicos argumentos son sus actos, y si uno no los comprende, no le importaél no se desvía ni pierde impulso y espera que uno esté a la altura de su inteligencia, si no, uno se lo pierde.
Esta mañana Hagrid me dio la noticia de que Alessandro ha muerto.
¿Quién es Alessandro- pregunté preocupada
- el gallo que me compró, profesora-.
Le pregunté si no se habría perdido en el bosque, me dijo que no, que el gallo amaneció muerto y aún tenía el cadáver. Al terminar las clases me dirigí rápidamente a la cabaña, con la esperanza de que el gallo hubiera muerto congelado. No fue así, Hagrid me mostró el cuerpo del gallo, le habían cortado el cuello de un tajo limpio.
Mil preguntas sin respuesta se agolparon en mi cerebro. Si lo mato quien-ya-sabemos ¿por qué dejaría el cuerpo a la vista¿Por qué no simplemente se lo llevó o lo desapareció o...¿Es una advertencia¿O estoy alucinando y él no tiene nada que ver?
Hablé con Dumbledore. El gallo muerto, los huevos robados y los rastros de la serpiente en el bosque solamente pueden significar que un basilisco está a punto de nacer. Dumbledore piensa que no necesariamente tenga que ver con el que no debe ser nombrado; un basilisco, como cualquier otro ser, busca su reproducción para permanencia de la especie. Solamente me pidió que continuemos muy alerta para no perder ninguna señal.
Escribí una nota a Sirius pidiéndole que trate de ubicar el paradero del señor tenebroso.
Pobre Harry, la ilusión de sus vacaciones con Sirius y Dana, se ha desvanecido.
Cuando regresaba de la lechucería, me encontré con Severus. Le expliqué lo que había hecho. Hubiera sido mejor enfrentarme a una arpía. Se puso furioso, me preguntó si tanto pensar en el cielo y las estrellas me había dañado el cerebro, me reclamó no habérselo dicho antes a él. ¿Para qué- pregunté –si de cualquier manera tú se lo habrías dicho a Dumbledore. Además, y aunque no me agrade, es necesario tomar la iniciativa, no podemos estar esperando a que haya muertes o desapariciones para empezar a actuar. Y lo mejor es que Sirius sea quien trate de encontrarlo, quien-ya-sabes desconoce que es un animago.
¿Y olvidas que Pettigrew sí lo sabe?
Sentí todo el peso de mi torpeza, hubiera preferido sus gritos a que guardara ese silencio mortal.
¿Y qué? – le dije- Sirius no es ningún tonto como para dejarse descubrir. Además,
todo se puede solucionar enviando otra carta para que olvide mi estupenda idea.
- No puedes estar dando marcha atrás a cada momento. La vida no es así...
¡Mira quien lo dice! Muchos saben que el perfecto profesor Snape fue un mortífago.
No he aprendido a cerrar mi bocota. Sus ojos se convirtieron en dos rocas. Creí que iba a golpearme. Solamente dijo – hablamos luego- y me dejó sola.
¿Sigues enojado?
Fue lo primero que le dije al verlo en el gran comedor, obtuve un gruñido como respuesta. Traté de animarlo con bromas.
- Ya, olvida tu mal genio. Seguramente tu mazmorra está llena de boggies, y apuesto a que nunca has visto un brownie, no les gustan las personas con tal mal carácter.
Se puso de pié y se marcho. Me quedé con una estúpida sonrisa congelada en la cara. El gran escudo de Hogwarts me dijo "nunca le hagas cosquillas a un dragón dormido".
Esta tarde me sentía sola, trataba de calmar un poco mi tristeza y me asomé a la ventana de mi despacho. A través de la primera nevada, vi a Severus allá afuera. Nunca lo había visto volar. Igual que el resto de lo que él hace, mostraba un dominio total sobre su escoba y sobre si mismo. Estuvo un rato al aire libre, el viento frío agitaba su capa negra, que hacía un contraste llamativo con la blancura de la nieve. Negro y blanco, así es él. Me hubiera encantado estar a su lado, sentir esa fortaleza y esa seguridad que él me inspira.
Fui a las cocinas, pedí a Dobby una cerveza de mantequilla y la dejé en su puerta con una simple nota: "perdón".
Falta muy poco para Navidad. El colegio está casi vacío, los alumnos han ido a pasar las fiestas con sus familias. Todos los profesores permanecemos aquí, con unos cuantos estudiantes. Los pasillos están tan silenciosos... Pediré autorización al Profesor Dumbledore para ir a Hogsmeade a comprar algunos regalos.
Como a Severus ya se le había pasado el coraje, me acompañó al pueblo. Visitamos las tiendecitas y compré gran número de obsequios. Por supuesto, calcetines para Dumbledore, dulces para las profesoras Sprout y MacGonagall, un suéter calientito para la señora Pomfrey, un libro sobre animales fantásticos para Hagrid, artículos de broma para George y Fred, un ajedrez nuevo para Ron, un libro sobre los antiguos caballeros y la Dama de Shalot para Hermione y una miniatura de un ave fénix para Harry. ¡Pobre Severus, cargaba con todas las compras mientras yo lo hacía ir de acá para allá. Le pregunté su opinión sobre cada regalo que escogí y solo me respondía – no se, no se -. Cuando logré deshacerme de él un rato (se entretuvo en la tienda de ingredientes mágicos para buscar no se que cosas), compré su regalo. Le compré una hermosa capa verde, de un color parecido a los pinos mas oscuros. Encargué a Londres hilos y aguja y le bordaré el escudo de Slytherin en el pecho. (Cosas que he aprendido en el mundo muggle).
Como era de esperarse, terminamos en "Las tres escobas". Le pregunté a la señora Rosmerta si de casualidad tenía café. Severus se extrañó. Les expliqué que el café es una pasión que adquirí en el mundo muggle y que extraño enormemente tomar una taza, mientras leo el periódico con tranquilidad. Ni por error tenían café en "las tres escobas". Tomamos cerveza de mantequilla, que con el frío, nos reconfortó y nos dio fuerzas para regresar al Colegio.
Anoche tuvimos la cena de Navidad. El gran comedor, con sus enormes abetos, se veía hermoso. En todas las chimeneas ardía el fuego, que crepitaba agradablemente inundando todo el ambiente del olor de la leña al quemarse.
Al profesor Dumbledore le encantaron sus calcetines, Hermione gritó de felicidad con el libro. Severus vio su capa, no dijo nada pero se la puso un rato; después se la quitó y la dejo cuidadosamente a un lado. La profesora Sprout y Minerva McGonagall me felicitaron, el escudo y la serpiente quedaron realmente magníficos. Severus me llamó aparte, y tímidamente me dio una margarita.
Todos, incluidos los profesores, cantamos villancicos (bueno, Severus no, creo que ni se los sabe, pero compartió igual el momento). Nos sentamos todos en una sola mesa, personal docente y alumnos. Hubo bromas, risas, brindis y algunas lágrimas.
Antes de retirarnos a dormir, Severus y yo nos quedamos platicando. Por primera vez me habló de si mismo. No tocó el tema de los mortífagos, pero habló de su infancia, de sus padres... Ahora comprendo mucho de su carácter; no le enseñaron a demostrar amor, sus necesidades materiales fueron satisfechas, pero no así las emocionales. Nunca supo lo que eran caricias, abrazos. Solamente le enseñaron la satisfacción del deber cumplido, le educaron para asumir sus responsabilidades. Le inculcaron grandes valores (el trabajo, la verdad, la honestidad) pero no le enseñaron a acariciar.
Por eso sus besos parecen tan ansiosos, tan hambrientos, tan llenos de cosas por dar, y tan vacíos de cosas que pedir. No sabe decir te quiero, y menos sabe escucharlo, no está acostumbrado a que se lo digan. Acaricié sus manos, las besé. Acaricié su rostro, su cuello, su pelo. El me miraba como con miedo, con miles de dudas reflejadas en sus ojos. Caminamos de la mano hasta mi habitación, nos dimos un beso en el que le entregué mi vida, mi alma. Le dije "te amo", no supo que responder, y me metí a dormir.
¡Faith¡Faith!
Me levanté en pijama a abrirle, lo encontré sonriente y recién bañado. –Te tengo una sorpresa- me dijo. Sin darme oportunidad de ponerme algo encima, me tomó de la mano y me llevó hasta su despacho. Es un lugar oscuro y frío, pero había encendido algunas velas y un buen fuego ardía en la chimenea. Los anaqueles están llenos de frascos que contienen cosas asquerosas, no quise ni averiguar lo que son.
Sobre la mesa ardía, en un pequeño caldero, un líquido espeso de color negro. Severus tomó una copa y la llenó con la misteriosa poción, me ofreció la bebida y me dijo – prueba. Tomé la copa y la mantuve lejos de mi-no te espantes, no te voy a envenenar ni es veritaserum. ¿Qué mas daba que lo fuera? Ayer le dije que lo amo y eso, aunque hoy no lo habíamos mencionado aun, no era ya ningún secreto. Me acerqué a la bebida y pude percibir un vago aroma familiar que no había notado pues el lugar es verdaderamente una muestra de todos los olores conocidos. Me animé a probarla, me quemé la lengua y descubrí que el horrible y espeso líquido era café. Lo tragué como pude mientras él, con una gran sonrisa, me veía ansiosamente.
¿Y...?
- Profesor Snape, puede usted ser el mejor profesor de pociones en el mundo, pero de café no sabe nada, parece una pócima crecehuesos.
La desilusión se asomó a su cara. Lo abracé y lo llené de besos mientras le daba las gracias. Preparé un café decente (no se donde consiguió el grano, donde lo tostó y menos donde lo molió) y lo bebimos mientras me platicaba de los rarísimos ingredientes que contienen sus innumerables frascos. Hay sustancias de origen animal, mineral, vegetal y por supuesto, de origen mágico. Se burló de mi mientras me enseñaba todo aquello que debe contener un filtro de amor bien preparado, y me besó tras asegurarme que el único filtro de amor que se ha usado en Hogwarts está en mis grandes ojos de ciervo.
¿Esto quiere decir que siente amor por mi? Yo me he enamorado del hombre firme, decidido y valeroso que es. Me he enamorado de sus caricias y de sus besos. Me he enamorado del espíritu inamovible que se esconde en sus ojos negros. Ojalá fuera más tierno y cariñoso, ojalá me dijera las cosas que siente, en lugar de estarme mandando señales de humo que debo interpretar para conocer sus pensamientos, ojalá me dijera lo que significo para él.
Por ahora me conformo con esas señales, una margarita tras mi puerta, un café preparado en la mañana (aunque no se pueda beber), y la insinuación de que mi mirada lo hizo enamorarse.
Todo está blanco. La nieve cubre hasta el último rincón y el frío se cuela por las rendijas obligándonos, o bien a permanecer encerrados junto al fuego, o a movernos sin parar para generar un poco de calor. Severus no usa su capa. Le pregunté con tristeza si no le gustaba.
- Me encanta, te quedó preciosa, pero pica.
¿Qué¿Cómo que pica? Le representó un esfuerzo enorme explicarme que si no la usa, no es porque no le guste, o por que no la aprecie, sino simple y llanamente porque esa tela le produce escozor en la piel. ¡Vaya con el señor tan delicado! (Por supuesto no se lo dije, ya estoy aprendiendo).
- Pues póngase a inventar una pócima profesor, que sirva para suavizar la tela y que su cuello ya no sufra el maltrato que ha tenido por causa mía , dije mientras depositaba pequeñísimos besos en su cuello y su nuca.
Trató de abrazarme y salí corriendo hasta los jardines. Me escondí en medio del grupo que formaban los alumnos de Gryffindor que pasan las vacaciones aquí. Severus salió con su cara seria, de esas que mejor te inspiran correr en la dirección opuesta. Me armé de valor, tomé mi varita y le lancé una tremenda bola de nieve que le pegó en la espalda. Los chicos guardaron silencio, se podía oír a Ron pasando saliva. Harry dijo – eso es tan arriesgado como pegarle en un ojo a un dragón dormido-.
¡Potter- rugió Severus.
¡Expeliarmus- dije en voz bajaél parecía mas enojado que nunca y su varita voló a mis manos. En ese momento me descubrió, y a lo muggle, empezó a aventarnos toda la nieve que podía. Los muchachos tenían la boca abierta, no lo podían creer. Le devolví su varita y juntos tuvimos una batalla de bolas de nieve contra los estudiantes. La guerra terminó cuando fuimos al gran comedor para tomar pasteles de crema y chocolate caliente. Severus hubiera querido desmemorizar a los chicos, pero se contentó con advertirles ásperamente – ni una palabra de esto.
