El Diario de Faith

Capítulo 6

Se acaba un año más. ¿Cómo evaluar estos meses? Acontecimientos inesperados, niños peleando como hombres, magos tenebrosos que recuperan su cuerpo, muertes, desapariciones... Y en mi vida la presencia de Severus Snape, que da a mis días otro sabor, otros colores, otros significados, llenándome a diario de nuevos motivos para estar aquí, para vivir, para trabajar, para pelear.

Ojalá el futuro no nos traiga sorpresas desagradables, ojalá se acaben los miedos y tengamos un mundo lleno de paz; donde hombres y mujeres, donde niños y viejos, podamos levantar la cara al cielo y agradecer las bendiciones que se nos han concedido.


Después de una hermosa cena, en la que todos nos abrazamos con emoción y compartimos los mejores deseos para el año que comienza, Severus me acompañó, como siempre, hasta mi habitación. Nos abrazamos largamente, nos besamos. Sus labios recorrieron la base de mi cuello y yo me entregué a esa caricia. Entramos juntos...

El pasado y el futuro se desvanecieron, sólo existía el aquí y el ahora. Suspiros... caricias... Fui arcilla que sus manos modelaron, fui campo labrado con su cuerpo. El fue volcán, yo fui tierraél fuego y yo madera. El fue poeta y mi piel sus versos, fui una mariposa surgida del capullo de sus manos. Una ola incontenible me cubrió y me arrastró. Hubo una explosión, la creación primigenia del universo que nos hizo parte suya, nosotros dos fuimos el universo mismo, sin principio ni final, sin ayer ni mañana, sin límites, sin tiempo, sin fronteras...

Sus manos me enseñaron el cielo, me mostraron selvas vírgenes, montañas escarpadas, ríos caudalosos y playas tranquilas. Su boca me mostró el sabor de las estrellas; su piel, el aroma de las nubes. Su cuerpo fue mi roca y mi guarida, el mío fue su templo. Sus ojos fueron mi refugio, los míos su pecado.

Nos perdimos juntos, y juntos encontramos también el camino de regreso.

Cerré los ojos y me abandoné en la experiencia exquisita e interminable de su cuerpo, de su olor. El mantuvo los suyos abiertos aprehendiendo mi entrega, mis rubores, mis sonrisas.

Ahora él duerme y yo lo observo. La luz de la aurora amenaza separarnos y yo lleno mis ojos con su imagen apacible, que conserva una leve sonrisa en los labios usualmente recios.

Severus Snape, aún me estremezco al adivinar tu desnudez bajo mis sábanas, al recordar tu cuerpo fuerte, tus suspiros, tu aliento en mi oído y tus manos y tu boca marcando mi piel como con fuego. Te miro dormir y recuerdo que apenas hace poco, tus dedos dibujaron en el lienzo de mi cuerpo y tu voz me enseñó un canto salvaje, primitivo, casi animal, que yo no conocía.


El despertó mientras yo escribía. Me llamó a su lado, cerré el cuaderno y acudí a sus brazos. Me llenó de caricias. Me ruboricé mientras el observaba mi cuerpo desnudo.

- Eres tan bella – dijo, y me amó de nuevo.

Cansados y satisfechos, nos entregamos a la mañana, a esa luz que por la ventana nos anunció el sol de hoy. Una vez superada mi timidez, lo observé en silencio mientras él me sonreía. Entonces la vi, clarísima, en su antebrazo izquierdo.

¿Cómo era posible haber pasado la noche más fantástica de mi vida bajo el embrujo de esos brazos marcados por la muerte?

El lo notó, me atrajo hacia si y, recostándome en su pecho, me contó su historia.

En esa época deseaba poder, mas que sabiduría. Los mundiales de quidditch eran la ocasión perfecta, no solo para reunir a la comunidad mágica internacional, sino también para encontrar a los magos cuyas aptitudes y ambiciones, cuya conducta e historia, fueran los candidatos ideales para unirse al señor tenebroso. El encontró la oportunidad de oro para alcanzar sus fines, y para jugar en el bando contrario al de James Potter, Sirius Black, Remus Lupin y el estúpido de Petter Petigrew. No tardó en formar parte del selecto grupo de magos de "sangre limpia" que colaboraban con quien-ya-sabes. Pero mucho antes de que éste alcanzara su máximo poder, cuando ya habían sido muchas las muertes de muggles y magos, Severus abrió los ojos. No le costó mucho darse cuenta que sus venganzas personales, no tenían nada que ver con asesinar inocentes. Con ese valor que siempre ha caracterizado su vida, se enfrentó a si mismo y a aquello en lo que se estaba convirtiendo. De algún modo, reunió las fuerzas necesarias para confesarse ante su antiguo Director. Severus abrió su alma y Albus Dumbledore le escuchó y le acogió de vuelta.

Cuando murieron los padres de Harry y el mundo se libró de la oscuridad, fueron a juicio muchos de sus antiguos compañeros, mismos que lo señalaron como mortífago; pero su arrepentimiento había sido, y sigue siendo, sincero.

Permanecí callada, formulando en mi mente miles de interrogantes que no me atreví a poner en palabras. No era el momento para obligar a su corazón a hablar más. Preferí conservar en mi, el tesoro invaluable que me confiaba: un hombre que siempre calla, que no explica nada a nadie, me acababa de mostrar la parte mas negra (y la mas luminosa) de su vida.


Ha retornado la normalidad. Los alumnos volvieron y la rutina se instaló de nuevo en Hogwarts. Sirius, que había inventado cualquier pretexto para no recibir a Harry durante estas 2 semanas, me escribió contándome que no había encontrado ninguna pista sobre el paradero y las actividades de quien-ya-sabes. No se si esto debe alegrarme o angustiarme.


Hermione Granger me buscó en mi despacho. Traía en las manos un periódico muggle, que le envió Carmen, una maga maravillosa que decidió vivir en medio del Londres muggle, con gente muggle, aparatos muggles y comida muggle. Hermione me confesó que desde que ella se enteró de los huevos robados, pidió a Carmen que revisara todos los diarios y los programas de noticias buscando señales que pudieran indicarnos alguna actividad tenebrosa. En esta ocasión, el periódico incluía una pequeñísima nota sobre una tumba saqueada en el norte de Gran Bretaña. Lo extraño era que dicha tumba no contenía el cuerpo de alguien acaudalado, por lo que, si no era para robar alguna joya, no se explicaban la razón del saqueo. Lo impresionante había sido que la tumba se llenó de ratas.

Agradecí a Hermione esta información y le rogué que siga poniéndome al tanto de todo lo que Carmen le haga saber.


¡Ay Severus¿Cómo es posible que me haya enamorado de ti? Eres insoportable, eres odioso, eres detestable...

Me he enterado que la vez en que Draco Malfoy provocó que a Hermione le crecieran los dientes casi hasta la barbilla, Severus solamente comentó – no veo ninguna diferencia.

Hablé con él, sin creer que pueda ser tan cruel.

- Eso no es crueldad, es la verdad.

¡Pero Severus! Es una niña, no merece...

- La vida no es amable Faith.

Y eso fue todo.


No puedo dejar de pensar en las respuestas de Severus. "La vida no es amable".

Tengo que reconocer que es cierto, y menos ahora que el innombrable anda por ahí, preparándose para regresar al poder. Severus dijo una vez "lo que no te mata, te hace mas fuerte" Y él no ha matado a ningún alumno. Justamente es mas duro, mas cruel, con los alumnos mas inteligentes, y con aquellos que requieren forjar su carácter para enfrentar sin miedo los retos y las pruebas que el futuro puede presentarles. Por eso puso a combatir a Harry contra Malfoy en aquel brevísimo club de duelo; para entrenarlo, para mostrarle la importancia de conservar la sangre fría, el valor y la decisión, ante alguien que es capaz de hacerle perder el control. Y tal vez también para enseñarle que hay batallas que no valen la pena de ser peleadas.

Severus es así, no gasta energías en cosas que definitivamente no lo merecen: una discusión, un insulto, una broma. Severus concentra toda su fuerza en lo que es verdaderamente importante, y estoy descubriendo cuánto le importan los alumnos, especialmente Harry Potter.


Sigue haciendo frío, que acompañado de un viento glacial, nos invitan a permanecer uno en los brazos del otro todo el tiempo que sea posible. Hemos conservado la compostura ante todo el Colegio. Sabemos que Dumbledore, McGonagall, todos los fantasmas y unos cuantos más, están enterados de lo nuestro. La profesora McGonagall me mira sorprendida, Dumbledore me sonríe con empatía, Hagrid no tiene la menor idea, mientras Peeves se la vive burlándose de mi.

¿Qué acaso es tan increíble amar al profesor Severus Snape? De acuerdo, es una piedra, es riguroso con todos, conmigo y con él mismo. Sus parámetros los aplica por igual a alumnos y a adultos, de todos espera que se comporten con inteligencia y con sentido común. Pero¿cómo no amarlo? Su nombre lo explica todo, la severidad con que se juzga a si mismo y juzga al resto de la gente, es aquella con la que camina por la vida, dando y exigiendo honestidad, trabajo y honor. El respeta únicamente a aquellos dignos de sus elevados principiosél no hace a nadie a un lado, deja que la gente permanezca junto a él, o sola se retire por no saber estar a su altura. Yo, de algún modo, he sabido ganarme su respeto, y sobre todo, su amor.

Nadie mas conoce a Severus como yo. Tal vez el profesor Dumbledore. Pero hay tesoros, hay secretos que son solo míos, y nadie puede robarme la satisfacción de haber encontrado a un hombre que nadie imagina siquiera.


Han saqueado otra tumba en el norte del país. Este hecho tiene las mismas características que el anterior: no robaron nada, no sustrajeron el cadáver y las ratas se apoderaron del lugar.

Lo comenté con Severus. El me explicó que en muchas regiones del norte de Gran Bretaña, la cantidad de minerales presentes en la tierra es mayor a lo usual, por lo que se han dado casos de cuerpos que sufrieron una momificación natural, en lugar de pasar por el normal proceso de desintegración que se da al morir.

Esto nos representa mas dudas que respuestas ¿Quién está abriendo tumbas¿Quién está enterrado en algún lugar del norte¿Están esperando encontrar momificado algún cuerpo en especial¿Para qué¿Tendrá algo que ver con el basilisco que creemos que está siendo empollado en el bosque prohibido?

Severus no dice nada, solamente calla y me mira. El sabe que tengo miedo y sabe que no puede hacer nada por evitarlo, y yo tampoco.


Poco a poco el sol nos va calentando. Los árboles empiezan a recuperar su vestido verde y pronto podremos escuchar el canto de las aves.

Esta mañana, cuando leía el profeta, Severus me trajo (como lo hace ya casi todos los días)un café, y sentándose a mi lado, preguntó si tenía yo la seguridad de encontrar el sitio en el bosque donde interrumpimos la búsqueda del nido hecho por la serpiente antes del invierno.

¿dudas de mi memoria?

De nuevo, no me respondió. A veces tengo ganas de golpearlo, habla tan poco. Ni siquiera cuando hacemos el amor pronuncia mas de unas cuantas palabras. Me observa mucho, como si quisiera poseerme también con sus ojos. Me hace temblar y su mirada me cubre por entero, pero nunca me ha dicho que me ama.


Hoy se lo he preguntado. Me tenía entre sus brazos, veíamos un pequeño trozo de la noche a través de mi ventana y se lo solté de una vez.

- Severus... ¿me amas?

Me miró con enojo, tuve un poco de miedo.

¿No te lo he demostrado?

- No es eso, pero es que como nunca me lo dices...

¿Y te hace falta?

- Bueno... pues a veces quisiera escucharlo.

Acarició mi pelo, mis hombros, mi cuello... cerró los ojos (cosa que no hace nunca) y me dijo al fin, después de abrirlos – sabes bien cuánto te amo.

Me he conformado con eso. Yo le he dicho ya todo lo que amo en él: su seguridad, su arrogancia, su testarudez, su fuerza, su valor, su honestidad, su inconformismo, sus escasas risas (que son solo mías), sus manos firmes, sus ojos negros, sus brazos que me hacen suya, sus caricias que me embrujan... ¡todo!

Que difícil es para él poner en palabras las cosas que siente. Sus pensamientos se tienen que adivinar, traslucidos apenas por sus actos y por lo poco que dice. Es necesario conocerle bien para poder entender sus silencios, para poder seguir el curso de sus acciones, que gritan todo lo que su boca calla. Es necesario conocerle, y quererle, para no sentir ganas de matarlo cuando termina una conversación con una o dos palabras secas, duras, implacables. Y es necesario ser la persona que él ama para entender el lenguaje que oculta en la punta de sus dedos y en su mirada usualmente fría. Es necesario amarle como yo, para no salir huyendo ante su furia, comprendiendo que, aunque no te lo diga, puede estar molesto contigo, pero nunca se permitirá dañarte.