Título: Bow to the Inevitable – Sometiéndose a lo inevitable
Autora: Adelina www . astronomytower . org/authorLinks/Adelina/
Traducción: Youko Gingitsune
Personajes: Lucius, Draco, Narcissa, Molly, Ron
Categoría: Gen
Rating: G.
Era: Pre-Hogwarts (Draco tiene dos años)
Derechos: Estos personajes no me pertenecen, son de JK Rowling.
En las semanas siguientes Lucius se había dado por vencido en llevarse mejor con su hijo. Había sido un caso perdido. Cada vez que había tratado de acercarse al bebé, Draco había gritado tan fuerte que todos los elfos-domésticos se aparecían en los calabozos de puro miedo, y Narcissa se había rehusado a hablarle por días. A las finales decidió por concentrarse en tu trabajo, y dejar a Draco al cuidado de Narcissa y los elfos-domésticos. Hubieron días completos en los que no veía al niño, y luego que Draco cumplió seis meses, Lucius se dio cuenta que su vida después del nacimiento de su hijo no había cambiado mucho de cómo era antes de su matrimonio. Narcissa finalmente había aceptado lo obvio – inclusive alguien completamente ciego se habría dado cuenta de que Draco no quería que su padre se acercara a él – pero eso no había impedido que lo siguiera culpando por eso; después de todo, Draco era su pequeño e inocente ángel. Lucius había extrañado la natural y amical relación que él y su esposa habían compartido antes de que Draco apareciera, pero se había sentido aliviado de poder vivir, en su mayor parte de tiempo, una vida sin Draco.
Todo había cambiando cuando Draco comenzó a caminar. De la noche a la mañana su comportamiento hacia su padre cambió drásticamente y había comenzado a seguir a Lucius a todos partes como un fiel cachorro todos los días después que éste regresaba del trabajo. Por lo tanto, cuando Draco cumplió un año y medio, Narcissa anunció que había encontrado un empleo como maestra de Transfiguración en un colegio para magos que no hubieran tomado el curso de Transfiguración Avanzada en Hogwarts cuando jóvenes por cualquier razón y que ahora se arrepentían por ello; una brillante sonrisa adornaba su rostro. Cuando ella vio la expresión de horror en el rostro de Lucius, le explicó que como ahora Draco ya no lo estaba rechazando, no había razón para que él no comenzase a cuidar de su propio hijo. Así fue como Lucius había permanecido en casa esa tarde con un niño que sólo balbuceaba, tratando de llamar su atención retorciéndose en su regazo y jalando de su cabello. Aunque Narcissa sólo enseñaba dos veces a la semana, jueves y viernes, esas tardes se habían convertido en las más largas y más temidas de la vida de Lucius.
Para su horror, Lucius se había dado cuenta de que no sabía nada sobre niños ni como lidiar con ellos. Cuando niño no había tenido muchos amigos como para acordarse qué y cómo jugar con ellos. No era hijo único, pero su hermana era veinte años mayor que él, y hubiera preferido la muerte a ayudarlo con su nuevo sobrino. Marisa nunca lo había perdonado por haber nacido, por haberle quitado su lugar y heredado la Mansión.
Lo había intentado, pero Draco no se la hizo fácil para él. Nunca parecía satisfecho con los esfuerzos de su padre, y aun así no parecía inclinado a dejar en paz a un frustrado Lucius. La primera vez que Lucius y Narcissa le habían dejado asistir a uno de sus bailes había sido en el cumpleaños número dos de Draco. El bebé, no queriendo estar quieto en su sitio, se había arrastrado bajo la gran mesa, escondido de la vista de los curiosos invitados, hasta llegar a la silla de su padre. Al intentar subir al regazo de Lucius había cogido el borde del mantel para poder sujetarse de algo. La mitad del pudín de chocolate que había estado comiendo Lucius había terminado en su falda más rápido de lo que podía pestañear; la otra mitad, en la cabeza de su hijo, embadurnando su cabello rubio y haciendo reír a todos los invitados antes de que pudieran contener la risa. Echando chispas, Lucius le había mandado una mirada de advertencia a Narcissa, quien había abierto la boca para decir algo para luego cerrarla de nuevo. Temblando de cólera, Lucius había cogido al niño que lloriqueaba y lo había sacado de ahí. Aquel fue el primer castigo de Draco. No se le había permitido comer su postre favorito el día siguiente. Sus gritos y llantos no lo habían ayudado aquella vez. Narcissa gritando que Draco era sólo un niño pequeño se había encontrado con el 'Bueno, quieres que sea parte de su educación, y eso incluye castigos.' De Lucius. Por una vez, Narcissa no había podido encontrar una respuesta.
El llanto de Draco le estaba poniendo los nervios de punta más y más. La mano que tiraba de sus túnicas se estaba poniendo más insistente y, con un suspiro, Lucius finalmente regresó al presente y bajó el libro que estaba intentando leer para lanzarle una mirada a su hijo. Draco había conseguido quitarse las túnicas en miniatura de diseño exclusivo que Lucius le había puesto esa mañana, sin importarle el dinero que sus padres habían gastado en ellas. Al principio Lucius había tratado de forzar a Draco a vestir túnicas, en lugar de los pantalones y camisas que el niño favorecía, poniéndole un hechizo encima para evitar que se las quitara, pero al hacerlo la situación se había tornado más insoportable… tratar de cuidar a un niño mientras estaba usando esas ropas encantadas había resultado en horas de llanto cuando Draco había intentado sacárselas y no lo había conseguido, y Lucius tuvo que darse por vencido y dejarlo vestir lo que quería, sólo el bien de preservar su cordura lo más posible.
Ahora Draco estaba parado frente a él, una expresión de súplica en su rostro, su pequeña mano todavía cogida de las túnicas de Lucius.
"Qué quieres, Draco?" Preguntó cansadamente.
"Papi juega con Draco." El niño respondió, señalando una pelota en el rincón del cuarto con su mano libre.
"No, papi va a continuar leyendo su libro," respondió Lucius con firmeza, ignorando las lágrimas que amenazaban con comenzar a caer de los ojos de su hijo. "Papi te dejó montarte en su espalda, aunque no es un burro…"
"No, papi caballo!" Dijo Draco alegremente.
"Gracias, Draco, me halaga la opinión tan alta que tienes de mí." Respondió Lucius sin humor. "Como te iba diciendo antes de que me interrumpieras, ya jugué bastante contigo el día de hoy. Si quieres jugar, hazlo tu solo. Ahora suéltame y déjame tranquilo."
Claro, sus palabras no tuvieron el efecto deseado, porque causó que el niño comenzara a lloriquear y apretara su cabeza contra sus piernas.
Lucius apretó los dientes. Era sábado y había esperado poder una mañana libre después de la exhaustiva tarde anterior… Narcissa iba a enseñar todos los viernes. Pero en cambio, su esposa había anunciado que había prometido visitar a unos amigos y había dejado a un frustrado Lucius a solas con Draco.
Lucius apretó sus manos en puños, tomo un hondo respiro para calmar sus nervios, y comenzó, "Draco, escucha…"
Afortunadamente la puerta se abrió y Narcissa entró enseguida, causando que Draco soltara la ropa de su padre y se lanzara a los brazos de su madre, todavía llorando.
"Qué sucede, tesoro?" Le preguntó ella, sobándole la espalda para calmarlo, mandándole a Lucius una mirada acusadora que claramente decía 'te mato si le has hecho algo!'
"Papi…" Gimoteó Draco entre lágrimas. "Papi… no… jugar… con… Draco…"
"Está bien, dulzura, mami va a llamarle la atención a papi. No llores, Draco, todo va a estar bien, te lo prometo… Mira lo que te trajo mami de Madam Collins!"
El lloriqueo de Draco se detuvo como por arte de magia. Bueno, marshmallows con crema de chocolate normalmente conseguían hacer el milagro que él nunca podía, pensó Lucius secamente.
Cogiendo los marshmallows con una mano y la caja con la crema de chocolate con la otra, Draco rápidamente se sentó en su pequeña silla y comenzó a comer. Comer dulces era una de las pocas cosas que conseguía desviar la atención de Draco de torturar a su padre.
Después de haberse encargado de Draco, Narcissa finalmente se volvió hacia Lucius.
"No puedo creer lo mucho que no quieres ni intentar ser el padre de Draco," dijo ella, dejando de lado su tono suave y apaciguador.
"Y tú crees que no merezco un poco de tu apoyo simplemente porque no grito y lloro, Narcissa? Desde el día en que nació me has estado culpando por la forma en la que se ha ido desarrollando! No es mi culpa que él sea el fastidio más quejumbroso que jamás haya conocido!"
"Y por qué no es un fastidio quejumbroso para mí? Porque le presto suficiente atención y cuando me le acerco espero divertirme mucho con él! Cuando tú lo haces, nunca esperas divertirte si quiera un poco. Ya estás seguro que será horrible y eso hace que Draco esté tan descontento cuando está contigo! Por qué no lo intentas? No ves cuanto te ama y cuanto quiere que lo ames tú?"
"Yo…"
"Por favor, Lucius." La voz de Narcissa se estaba quebrando. "Por favor, trata de ser más positivo cuando estás con él. Sí, concuerdo que puede ser un fastidio a veces, pero también podría ser tu pequeña adoración si tan sólo dejaras que lo sea. Hazlo por mí y por tu familia."
Lucius suspiró profundamente.
"Está bien," Dijo. "haré lo mejor que pueda."
TBC
