Título: Bow to the Inevitable – Sometiéndose a lo inevitable
Autora: Adelina www . astronomytower . org/authorLinks/Adelina/
Traducción: Youko Gingitsune - www . darkcrimson . net / veneficus /
Personajes: Lucius, Draco, Narcissa, Molly, Ron
Categoría: Gen
Rating: G.
Era: Pre-Hogwarts (Draco tiene dos años)
Derechos: Estos personajes no me pertenecen, son de JK Rowling.
Beta: MiauNeko


"Waaahhh! Waaahhh!"

Lucius gruñó y se cubrió la cabeza con la frazada, seguro de que solamente estaba soñando.

Bam! Crash!

Lucius se despertó de un salto, para luego levantarse hasta quedar sentado en la cama. Frotándose los ojos con la mano izquierda, automáticamente comenzó a buscar con la derecha su varita en la oscuridad de su habitación. Después de unos momentos tentando ciegamente sin poder encontrarla, finalmente abrió los ojos.

Los estrepitosos sonidos venían de afuera – era el rugir de una de las incontables tormentas británicas. Lucius se puso de pie con cautela, cuidando de no despertar a Narcissa, y fue hacia la ventana, haciendo a un lado las cortinas rojo sangre de terciopelo.

La vista que le deparó le hizo entender por qué Walden Macnair se quejó sobre la destrucción de su casa en Surrey causada por una tormenta así hacía unas cuantas semanas. Las gotas de lluvia golpeaban tan fuertemente las ventanas que producían un sonido como el de alguien siendo azotado, y era imposible ver algo con excepción de los rayos que centellaban y le permitían notar por lo menos dos árboles caídos en el jardín. El viento gemía y el los sonidos de los truenos eran tan aterrorizantes que lo hicieron estremecerse antes de que pudiera contenerse.

"Waaahhh! Waaahhh!"

Camino de vuelta a su cama, Lucius se detuvo. Eso no sonaba como el viento.

"Waaahhh!"

Alguien estaba llorando tras la puerta cerrada de su habitación, y ese alguien sólo podía ser Draco.

Suspirando profundamente, Lucius cogió su varita de la mesa que estaba al lado de la ventana y abrió la puerta, saliendo al corredor.

Lo que vio hubiera hecho a cualquier padre querer volverse infértil. Draco estaba parado frente a la habitación, su rostro bañado en llanto, abrazando fuertemente un conejo rosado de peluche casi tan grande como él, y gritando.

"Waaahhh!"

El elfo doméstico que estaba cuidando a Draco esa noche se encontraba tras el niño, y también estaba llorando, aunque no estaba dando de alaridos. Lucius apretó los dientes – no había sido la tormenta lo que lo había despertado después de todo, había sido el niño. Siempre ese niño, que no dejaba de mortificarlo.

"Sorvina!" gritó, sin importarle que pudiera despertar a Narcissa o a la mansión entera. "Qué sucede aquí? Por qué Draco no está en cama? Sabes lo que le hago a los elfos domésticos que no me obedecen?"

Ahora Sorvina también comenzó a chillar, antes de tirarse a sus pies.

"Sorvina lo siente, Amo! Ama dijo Sorvina respetar deseos de Pequeño Amo, y Pequeño Amo estaba llorando y quería su mami y papi. Sorvina no estar permitida de usar violencia para hacer que Pequeño Amo se quedara en su cuarto! Sorvina va a castigarse, Amo!"

Involuntariamente, Lucius apretó los puños. Iba a tener una larga discusión con Narcissa mañana…

"Apártate de mi vista!" gritó al elfo doméstico, a quién no le tuvieron que repetir las cosas dos veces y se esfumó.

Furioso, Lucius se volvió hacia el niño que lloraba. Lo estaba mirando con ojos grandes y temerosos bajo pestañas humedecidas por el llanto. Se arrodilló rápidamente, cogiendo a Draco de los hombros sin prestarle atención al gesto de dolor en el rostro del niño.

"Tú te vas de regreso a tu cuarto," dijo lentamente, enunciando cada palabra, su tono no dejaba lugar a protestas. "y si escucho otro de tus alaridos te quedarás ahí no sólo esta noche, pero sino mañana también. Me entendiste?"

"Draco… tiene… miedo…" dijo Draco entre hipos y sollozos. "Papi… deja que… Draco duerma… en su… cama…"

"Papá no va a dejar que duermas en su cama. Papá no te quiere en su cama. Entendido?"

"No!" Gritó Draco. "Papi, por favor! Draco tiene miedo de la tormenta!"

Lucius perdió la paciencia.

"No me importa! Quiero poder dormir en mi propia cama sin que me estés molestando todo el tiempo! Acaso es mucho pedir? Y ya cállate! Ya me harté!"

Para su sorpresa, Draco dejó de lloriquear, aunque nuevas lágrimas habían aparecido en sus ojos y resbalaban por sus mejillas después de oír las palabras de su padre.

"Papi está lastimando a Draco." Dijo.

Lucius se dio cuenta de que todavía tenía al niño cogido de los hombros, y que su asimiento no era nada suave. Era un milagro que Draco no estuviera llorando por eso… normalmente la más pequeña de las caídas lo hacía romper en llanto.

"Muy bien, Draco, creo que nos entendemos. Tú te vas a tu cama. Y como castigo por venir hasta aquí y despertarme, no te voy a llevar a tu cuarto. Si fuiste lo suficientemente listo para encontrar mi habitación por ti solo, también puedes encontrar la tuya."

Con estas palabras Lucius se dio la vuelta y entró a su cuarto, cerrando la puerta frente al rostro del pequeño niño. Lo último que vio fue la cabecita rubia escondiéndose en el pelaje rosado del conejo, y una pequeña mano cogiéndose fuertemente de la cintura del peluche.

Lucius siempre se había creído un hombre sin conciencia. No se había sentido culpable cuando le quitó todo a su hermana. No había sentido pena por ella cuando perdió a su único hijo. Nunca había sentido pena por los Muggles a los que había torturado como fiel sirviente de Lord Voldemort. En general, siempre se había sentido orgulloso de que, inclusive en situaciones extremas, había podido mantener su frialdad e indiferencia.

Por lo que no tuvo dudas de que podría volver a dormir después de haber dejado a Draco llorando y solo en el frío corredor. El hecho de que, desde que había regresado a su cama, no hubiese podido quitarse de la cabeza la imagen del pequeño niño con el conejo rosado y ojos suplicantes, fue inquietante y bastante frustrante.

Acaso había quedado prendado del niño como lo había hecho su esposa? Había comenzado a querer al pequeño monstruo sin darse cuenta?

Lucius pasó los siguientes minutos quejándose y dando vueltas en la cama, prestando mucha atención a cada sonido que venía de afuera que no fuese el viento o los truenos. Pero no escuchó nada. Quizá Draco, increíble como sonaba, le había hecho caso y se había ido a su cuarto. De todas formas, el sentimiento de culpa le estaba comenzando a dar un dolor de cabeza; así que finalmente, después de darse cuenta de que no iba a poder dormir hasta asegurarse de que Draco estuviera bien, Lucius se levantó con varita en mano y salió al corredor nuevamente.

Draco todavía estaba ahí, desplomado contra la pared, el pelaje del animal de peluche humedecido por sus lágrimas, y sus pequeñas manos se estaban comenzando a poner azules por el frío. Lo que impresionó más a Lucius fue que aunque Draco no había regresado a su cuarto, había dejado de dar de alaridos. Todavía estaba llorando, pero no estaba haciendo ningún ruido, su boquita estaba tercamente cerrada.

Draco, al escuchar el sonido de la puerta al abrirse, alzó el rostro. Después de ver a su padre, lo volvió a esconder en el húmedo pelaje de su peluche, sin prestarle atención a su padre.

Algo indefinible explotó en el pecho de Lucius, haciéndole sentir un cosquilleo, una calidez en su interior.

"Draco," dijo suavemente, deteniéndose frente al niño para luego arrodillarse. "Lo siento, ratón. Perdón por no haberte hecho caso. Todavía quieres dormir en la cama de papá?"

Draco alzó la cabeza lentamente. Sus ojos estaban hinchados por todo lo que había llorado y tan rojos que no podía verse su color original.

"Tormenta mala." Dijo, sollozando. "Draco le tiene miedo a la tormenta."

"Draco no tiene por queé temerle a la tormenta porque papá lo va a proteger." Dijo Lucius, tomando en brazos al niño y su animal de peluche para llevárselo a su habitación y ponerlo en su cama. Momentos después tenía al cuerpecito que todavía temblaba entre sus brazos, y se aquello se sentía tan bien que no pudo pensar en nada que se hubiese sentido mejor en su vida.

"Papá va a cuidar de ti." Susurró nuevamente, antes de quedar dormido, con Draco acostando bien sujeto entre sus brazos.

------

Lo primero que vio Lucius la mañana siguiente cuando abrió los ojos, fue el rostro de Narcissa. Ella estaba sonriendo tan ampliamente que Lucius esperaba no tuvieran que coser los bordes de los labios de su esposa después.

"Sabía que te ibas a dar cuenta de que es un dulce angelito!" dijo triunfalmente, mirando con cariño al niño que dormía profundamente en los brazos de su padre.

Lucius miró a Draco. Su boquita estaba ligeramente abierta, y un largo fleco rubio cubría un poco su ojo izquierdo. El sueño había pintado ligeramente de rosado sus suaves mejillas.

"Bueno," respondió por último, "acepto que es algo… bueno, dulce. Inclusive podría llegar a decir que me agrada… por lo menos cuando duerme."

Narcissa rió.

Ya más tarde, cuando Lucius ya estaba vestido para ir a trabajar, Draco se finalmente despertó y saltó de la cama.

"Papi jugar con Draco cuando regrese del trabajo?" preguntó, mirando a Lucius esperanzado.

Lucius sonrió y asintió.

"Sí," le dijo. "te lo prometo."

Fin