29 de Febrero de 2004
Disclaimer: Este fic es mío, pero los personajes empleados en él son propiedad de las Clamp, de su manga Card Captor Sakura.
Este fic se sitúa en un mundo paralelo (por así llamarlo). Las Cards y sus guardianes aparecerán. Shaoran y Sakura no se conocen. Eriol tampoco conoce a Sakura. Bueno, ya irán descubriendo los detalles a medida que lean el fic.
*Este fic no es acto para gente inmadura, de sensibilidad excesiva o poco tolerante a las escenas de violencia o subidas de tono, por los futuros caps que vendrán, gracias.*
- "Conversaciones"
"Pensamientos"
Sueños o recuerdos
~*~*~*~ Cambios de escenario
Una Flor En La Oscuridad
Capítulo 14: Reencuentros
By: Kalyna (Kassy99)
La noche había sido larga, una de las más largas que había vivido o al menos eso creía recordar. Ahora, tumbada en la cama de un hospital, se sentía relajada y descansada, aunque también irritada. No odiaba los hospitales, en realidad creía que eran lugares muy necesarios, pero claro, solo para los enfermos y simplemente… ella no estaba enferma. Desde su niñez había sido atendida por el médico de la familia, era un hombre bonachón que siempre la había tratado con cuidado y delicadeza, incluso cuando se encontraba en sus peores momentos, el doctor sabía como tratarla bien, era más, era el único doctor que dejaba que se acercara a ella con una aguja en sus manos.
Meiling hizo un escándalo más por el doctor que le estaba tratando la herida de bala que la misma herida en sí. La tuvieron que sedar para poder reconocerla pues no dejaba de soltar improperios a quien se le ponía por delante. Solo entre varios celadores y enfermeras lograron sujetarla en la cama justo el tiempo necesario para inyectarle un potente sedante. En ese tiempo tuvieron que reconocerla, tramitar los papeleos, sacar la bala y coserla, después… después rezaron con no estar en la habitación cuando la paciente despertara.
Cuando finalmente despertó, la mujer se encontró con un techo blanco desconocido. Parpadeó un par de veces y después se levantó de la cama sentándose en ella. Miró a sus lados y vio que estaba sola en el cuarto de un hospital, en esos momentos alguien entró en el cuarto, era una enfermera. La joven enfermera dio un respingo desconfiada, miró a la paciente con suma cautela y se acercó a ella dejando siempre un espacio considerable entre las dos, aún no podía olvidar el incidente de antes, había sido todo un espectáculo, estaba en boca de todos, tanto de los doctores y enfermeras como de los mismos pacientes.
A uno de sus pacientes le había oído comentar que lo que había presenciado era casi como un documental de la televisión. El hombre le había dicho a la enfermera que lo que había visto era una manada abalanzarse sobre un animal que solo quería escapar de su presidio. La enfermera no quedó a gusto con esa comparación pero no dijo nada. Ahora que tenía delante a la señorita de antes, se preguntaba si la joven la mordería si se acercaba demasiado.
La enfermera solo había entrado para comprobar si finalmente la paciente había despertado pues según la enfermera jefe debía estar a punto de hacerlo y extrañamente todas sus demás compañeras habían desaparecido en el mismo instante que la enfermera jefe había comentado ese hecho. Ahora se hallaba bajo la escrutadora mirada de la joven. Dio varios pasos largos pero sigilosos, se acercó a la joven y alzó la mano dándole un termómetro, Meiling levantó una ceja pero tomó el objeto, se lo puso y vio como la enfermera se apartaba de nuevo, hacia un rinconcito del cuarto, convirtiéndose en un pequeño bulto tembloroso. En cierta manera esto divirtió a Meiling, la verdad es que no le divertía ver así a la muchacha, pero si le hizo gracia un recuerdo de una situación similar, también con una enfermera, pero en ese entonces el paciente había sido su primo y que decir que cuando su primo decía algo lo cumplía. En tan solo medio día consiguió que le dieran el alta, con múltiples facturas, en su mayoría leves, un agujero de bala y unos cortes, pero lo sorprendente no fue que le dieran el alta en medio día de estar ingresado, sino que quien lo consiguió no fue más que un chiquillo de 16 años. Las enfermeras temblaban a su paso.
La joven enfermera vio sonreír a Meiling y empezó a sudar, ¿sería a caso la sonrisa del mismo Judas? La joven miró su reloj y comprobó que el tiempo había transcurrido. Meiling se quitó el termómetro y se lo dio a la enfermera, esta lo puso en el carrito que llevaba y cogió el aparato para medirle la presión. Solo medirle la presión fue un gran esfuerzo de 15 minutos, puesto que la enfermera no se atrevió a acercarse a ella lo suficiente como para ponerle bien el aparato en el brazo, tras varios intentos fallidos lo consiguió, tomó nota de todo y se largó en menos de lo que alguien tarda en parpadear. Durante lo largo del día pudo descubrir que no había pasado ni un día de su ingreso, había dormido solo 10 horas y ahora era ya casi la hora de cenar. Solo faltaban unos minutos para que dieran las 6 de la tarde y todavía no había recibido visita ni de Eriol ni de Shaoran lo cual solo podía significar una cosa…
Estaban retenidos en comisaría.
Y por lo que tardaban, el asunto tenía que ser bastante complicado.
- "Xiaolang…"
Su primo seguramente había pasado la noche en la policía explicando su asistencia en el lugar, la razón de los explosivos, la gente muerta y que decir de lo extraño que era el decorado del lugar. Meiling cerró los ojos y respiró aliviada por primera vez en su vida, la sensación que ahogaba su pecho, que cargaba en su espalda, se había caído de sobre sus hombros, finalmente había encontrado algo de alivio en esa vida, pero no paz. Esa palabra no existía para ella, esa palabra jamás saldrían de su boca pues la paz no fue inventada para ella, jamás hallaría esa paz porque jamás podría volver a verla… nunca.
Mai Fan…
Su hermana, su amiga, casi una madre para ella. Después de los años pasados la recordaba vagamente, en realidad fue borrándola lentamente de su recuerdo, de su corazón. Su hermana había sido su tortura, su mal y también la única cosa a la que había podido aferrarse en este mundo. Era su voluntad para seguir viviendo en busca de sosiego, en busca de venganza.
Ahora que ya había alcanzado esa venganza no podía sino maldecirla, sentir como las entrañas se encogían en su estómago al saber que jamás hallaría la paz, ahora lo sabía. Su hermana había sido el propulsor de que siguiera viviendo, que se convirtiera en una mujer dura. La mujer que era, lo era por ella, para ser fuerte y cumplir su venganza, para ser fuerte y encarar la mundicia de la ciudad, para ser fuerte y así no seguir los pasos de su hermana, ser fuerte para no acabar como ella acabó. Para no convertirse en el ser que fue, un ser solitario, desconfiado, débil, cansado de la vida, que vivía por y para los demás, un ser que jamás había alcanzado la propia felicidad. No se convertiría en su hermana, en una muñeca que su tío supo manejar y controlar a su antojo, por eso se convirtió en un ser más fuerte, para no ser como ella. La quería con todo su corazón y deseaba que su alma descansara en paz, pero no iba a mentirse, su hermana se había ocupado de todo para que Meiling jamás tuviera que enfrentarse a esa vida y por la debilidad de su carácter acabo muerta y su hermana pequeña tuvo que aprender a ser fuerte, a ser mejor que su hermana y a aprender que la hermana que adoraba siendo niña se convertiría en el prototipo de mujer al cual de mayor despreciaría con todas sus fuerzas. Amor y odio, dos sentimientos tan intensos y semejantes, pero a la vez tan distintos que es doloroso intentar separarlos. Amaba al recuerdo que su hermana dejó, como el ángel que la protegió y la cuidó, pero la odió por dejarla y abandonarla, descubriendo así que su hermana no era todo lo que ella creía que era sino todo lo contrario.
Su hermana desconocía el amor y se dejó llevar por lo que solamente era atracción. Meiling hubo aprendido bien de ella, no sería igual de estúpida, ella tendría el cuidado de no desear jamás sentir amor, no la clase de amor que anhelaba su hermana. Adoraba a su primo, pero no le amaba como a un hombre, hubo un tiempo en que creyó que sí, pero solamente era un sentimiento de admiración a su fuerza.
Recordaba la belleza de su hermana, recordaba su olor, recordaba que siempre olía a flor, a una flor que criaba como a niñas pequeñas, las mimaba y las cuidaba con mucha atención. Recordaba la calidez de su cuarto, jamás hacía frío dentro de él. Aún recordaba cuando iba a su cuarto y que lo primero que olía era a petunia, su flor favorita, la petunia blanca. La decía que eran flores puras y que siempre permanecerían puras e intactas con el tiempo, jamás serían infectadas por la suciedad que siempre la rodearía, siempre permanecerían blancas, tan blancas como el día en que brotaron del suelo en que las plantaron. Su hermana tenía las mismas ilusiones que una niña que desea la felicidad de todos, un sueño imposible.
Tras la muerte de Mai Fan, Meiling conservó las flores, pero al cabo de pocas semanas murieron todas, hizo todo lo que estuvo en su mano para poder salvarlas, pero parecía que morían así como ella moría por dentro, jamás entendió que pudo haber hecho. Al final se rindió y simplemente las dejó morir pues veía que salvarlas no la llevaría a ninguna parte. Pero no olvidó aquellas flores, aunque pasaran millones de años jamás olvidaría el aroma de esas flores ni tampoco el recuerdo que traían con ellas.
Un amuleto que siempre llevaba Meiling, un amuleto que nadie sabía que llevaba consigo era un par de semillas de petunia, las últimas semillas que quedaron de las plantas que una vez cultivó su hermana. Las dos últimas semillas que llevaba a todas partes. Las tenía siempre escondidas en una pulsera que había pertenecido a un antepasado suyo. Una pulsera donde tenía en el centro un dragón, símbolo de la familia. Este dragón podía abrirse y en el interior de él conservaba esas dos semillas. Por casualidades de la vida, esa noche que fue con Victoria al pase de modelos no había llevado la pulsera, se había roto el broche y decidió dejarla en casa donde no pudiera perderla, ¿quién la diría que horas después se enfrentaría con el monstruo que había matado a su hermana?. Esa pulsera era algo similar a un recordatorio, un recordatorio para que no olvidara, un recordatorio que empezó a llevar siempre cuando se percató de que su mente empezaba a olvidar. Olvidaba y olvidaba pero con esas semillas no se permitía hacerlo.
Todo eran sentimientos contradictorios, amor y odio, olvidar y recordar, no se permitía a sí misma sentir lo uno sin lo otro. Era como si quisiera atormentarse por algo, como si quisiera purgar el dolor, expiar un pecado que aún no acababa de entender cual era, cuando era tan sencillo de descubrir.
Culpabilidad.
Se sentía frustrada, la culpabilidad la carcomía sin piedad. Meiling siempre había tenido la sensación de que si ella no hubiera nacido, su hermana jamás hubiera tenido que afrontar todo eso por su bien, jamás se hubiera sacrificado solo por la felicidad de su hermana pequeña, hubiera crecido para preocuparse por sí misma, por su propia existencia. Meiling tenía la teoría de que su existencia había desencadenado todo el sufrimiento que su hermana había soportado y si no hubiera estado allí jamás se hubiera convertido en el ser que era, en esa persona tan despreocupada de su propia seguridad, seguramente se hubiera convertido en una mujer normal en alguien más fuerte que hubiera sabido discernir las mentiras de la verdad, en alguien fuerte que ahora seguiría viva, que ahora respiraría el aire que ella respiraba en su lugar.
Una lágrima resbaló por su rostro, no había vuelto a llorar desde… y en ese instante el ceño se le frunció de manera exagerada. Ese otro asunto también quería olvidarlo, no sabía que le había hecho más daño, si el asunto con su hermana o ese otro asunto, en cualquier caso, los dos eran asuntos del pasado, que debían dejarse en el pasado, enterrados y olvidados. Sin embargo el ceño persistió en su lugar y la joven no pudo evitar sentir que la sangre le bullía, que le hervía ante el pensamiento de ese otro hecho en su pasado, pero el ruido de la puerta la despertó de su concentración y giró la cabeza para ver quien era la persona que entraba, para su desgracia volvió a fruncir el entrecejo.
- "No pareces alegre de verme"- Dijo el recién llegado.
- "Jamás me alegro de verte"- Dijo con un tono malhumorado. Era ya lo que le faltaba, tener que soportar las bromas de Eriol.
- "Me hiere tu comentario"- Dijo cogiendo una silla y acercándose a la cama de la joven. Meiling hizo una mueca de disgusto al ver que tendría que soportarle más de lo permitido por sus nervios.
- "Que pena que no te maten"- Le devolvió la sonrisa con otra muy forzada.
- "Me duele saber eso Meiling"- La sonrisa del joven inglés delataba todas sus palabras, dejaba bien en claro que se burlaba de ella, sin la menor sombra de disimulo.
- "¿Qué ha pasado con Xiaolang?"- Preguntó cambiando de tema, era evidente que el tema en el que se hallaban la desagradaba.
- "Aún será retenido unas horas más, no dudo que nuestros abogados resuelvan esto lo más rápidamente posible, no tienen nada tangible a lo que agarrarse así que no creo que tarden mucho más en soltarle"- Dijo con su insoportable sonrisa.
- "¿Y a qué se debe que tú estés fuera mientras nuestro líder sigue en la cárcel?"- Preguntó levantando una ceja.
- "¿Mi encanto personal?"- Meiling intentaba echar a un lado la tentación de tirarse al cuello de Eriol y matarlo.
- "Sería una obra por el bien de la humanidad"- Se decía mentalmente.
- "En realidad fue por el encanto personal de Xiaolang, se ve que tiene a esa detective loca por él"- Entonces fue que Meiling levantó las dos cejas entendiendo la situación y no pudo evitar sonreír un poco.
- "Me olvidé de ella"- Dijo ahora más animada- "¿Es que no sabe cuando rendirse?"- Dijo con un brillo en sus ojos. Esa mujer era muy persistente y aunque era tan molesta como una piedra en el zapato no podía negar que era estimulante saber que aún había gente tan empeñada en un objetivo.
- "En cualquier caso tendrá que dejar a Xiaolang libre"- Y Eriol agrandó su sonrisa- "Otra vez"- Añadió esto último con la risa casi en su garganta.
- "Siento lástima por ella, nunca podrá detener a Xiaolang y le pone tanto empeño…"- Eriol y Meiling sentían cierto aprecio por esa mujer, no era una mujer mayor, ni tampoco muy experimentada en su profesión pero desde que la habían trasladado a Hong Kong no había cejado en su intento de atrapar al líder del clan Dragón. En realidad tenía la meta de atraparlos a todos pero el líder del clan Dragón era su mayor meta. Shaoran, Meiling y Eriol veían en esa mujer a su rival más fuerte en la policía, pues era la que más cerca ha estado de atraparles y la que más veces ha conseguido meterles tras las rejas, tal vez durante solo unas horas o quizá meramente había conseguido que pisaran la comisaria para después salir de ella anchamente, pero sin duda, había conseguido mucho más que cualquier otra persona.
- "Es admirable su empeño, es una lástima que sea policía"- Meiling cabeceó, no solo era persistente sino que era fiel a sus creencias. Jamás dejaría de ser policía porque creía en la justicia, porque creía en su labor y odiaba lo que los clanes fomentaban. Era incorruptible, imposible de comprar. Era uno de esos polis a los que los clanes definían como 'intocables' por que eran imposibles de corromper.
- "Debo suponer que tu visita no es de cortesía"- Dijo Meiling centrándose en Eriol de nuevo.
- "Venía a explicarte que aunque no van a conseguir culparnos de los sucedido se sabrá claramente que fue cosa nuestra lo de la muerte de Dominic. No creo que a los forenses les pase desapercibida la bala con la palabra 'muerte' que encontrarán entre ceja y ceja en la cabeza de Dominic"- Eriol miró a Meiling quien movió la cabeza hacia un lado, mirando a través de una fina cortina que hacía de muro entre ella y el mundo exterior.
- "Ya era hora de terminar"- Dijo con voz pesarosa.
- "¿Realmente era lo que querías?"- Meiling giró su cabeza y dejó oculta su mirada tras sus largos cabellos, su cabeza estaba gacha y no pronunció palabra durante unos segundos. En el cuarto no había gran cosa, estaba la cama donde se hallaba, una mesilla al lado que hacía también de mesa de comida, y un armario donde estaban las ropas con las que había llegado al hospital.
- "No"- Dijo tras unos minutos levantando un poco la cabeza, sin dejar ver su rostro- "Lo que yo quería es algo que jamás hubiera podido tener"- Apoyó la espalda hacia atrás y se dejó hundir sobre las almohadas- "Pero no podía dejar las cosas tal y como estaban"- Dijo con convencimiento y seguridad, con algo de resentimiento también.
- "Si, no podías"- Eriol levantó la cabeza y miró al techo, su sonrisa permanecía allí pero ahora era distinta, era una sonrisa cansada pero cálida, una sonrisa que demostraba cierto deje de melancolía. Los dos callaron y así quedaron mucho tiempo, en un silencio cómodo, como si hubieran hecho un acuerdo tácito, como si el silencio pudiera arroparles de viejos recuerdos, de antiguas pesadillas. Pasó más de media hora hasta que uno de los dos se decidió a hablar- "Pensé que jamás te atreverías a dar el último paso"- Dijo volviendo su mirada sobre el cuerpo de ella.
- "Eso mismo pensaba él"- Dijo mostrando una sonrisa con ironía.
- "¿Qué te hizo reafirmarte en tu decisión?"- Preguntó con algo de curiosidad pero sin que se denotara en su voz.
- "Me dijo que mi hermana no fue capaz de hacerlo"- La joven cerró los ojos y dejó su sonrisa olvidada- "Y yo no soy mi hermana"- Eriol asintió lentamente con la cabeza entendiendo sus palabras. Meiling deseaba desde el fondo de su corazón no ser la imagen de su hermana, no ser la sustituta de esta. Deseaba que todo eso quedara claro, ella no cometería los mismos errores, ella no moriría por el bien de otra persona que no fuera su líder, ella no cometería el error de buscar la felicidad en esta vida, pues tal cosa no existe, tal cosa como la felicidad es solo una utopía, pura y simple palabrería.
- "Como dije antes todo será arreglado, no habrá ninguna prueba que te acuse de haber matado a Dominic, está todo controlado"- Dijo mostrando otra vez esa sonrisa tan vacía de sentimiento- "Y Xiaolang te visitará nada más salir y espero que tarde en llegar"- Comentó esto último para sí mismo. Meiling le miró extrañada y Eriol al darse cuenta de la expresión de la joven recordó que ella desconocía lo que sucedía.
- "Se me olvidó que tu no estabas cuando todo sucedió"- Comentó como si el asunto no tuviera mucha importancia- "La noche de tu desaparición las dos palomitas que teníamos, volaron del nido"- Dijo sin poder contener una risita, por muy mala que fuera la situación aún no podía evitar sentir que era una situación de lo más peculiar y por lo tanto muy divertida.
- "Déjate de paralelismos y analogías"- Dijo frunciendo el ceño.
- "Las dos japonesas están en los primeros puestos de la lista de búsqueda y captura del clan"- Dijo Eriol otra vez con sus comparaciones.
- "¿Cómo?"- La joven se sentó de golpe y le miró a los ojos totalmente estupefacta- "¿Cómo pudieron salir sin que Xiaolang se enterara? Es más… ¿Cómo puede ser que aún no hallan sido encontradas?"- Dijo algo sorprendida e indignada ante tanta incompetencia.
- "Buena pregunta, eso quisiera saber yo. Aunque no tengo respuestas para tus preguntas"- Algo que era extraño en Eriol pues este sabía todo, o al menos siempre tenía la idea acercada de todo lo que se podía oír- "Debo decir que es preocupante tener dos mujeres por las calles de Hong Kong a las que no se les puede encontrar, ni la más mínima pista. Hemos contactado con hoteles, hostales, moteles e incluso en las pensiones, hemos contactado con la policía y los hospitales y tampoco hay rastro"- Dijo Eriol tranquilamente mientras enumeraba todos estos lugares con los dedos.
- "¿Y cómo salieron de la casa sin ser vistas?"- Preguntó con el ceño fruncido.
- "No salieron sin ser vistas, se las vio muy bien a las dos"- Dijo con una sonrisa y antes de que la prima de Li pudiera preguntar él se adelantó- "Dijeron que iban al desfile contigo, cogieron un taxi y en efecto, llegaron al hotel donde se tenía lugar el desfile"- Meiling iba a abrir la boca de nuevo pero Eriol volvió a adelantarse- "Tu primo estaba dormido, al parecer Sakura le mezcló alguna clase de somnífero junto con el té"- Explicó con una sonrisita maliciosa- "Y debo añadir que fue un milagro que no fuera veneno, tal vez ahora mismo hubiera estado muerto"- El tono jocoso con el que decía las cosas no quitaba la importancia de lo que había dicho. Era cierto, en esos momentos podría estar muerto, pero solo fue dormido, lo cual no quitaba el cuidado que debían llevar a partir de ahora. Jamás nadie se había atrevido a atacar, envenenar o incluso acercarse a Shaoran Li, pues era seguro que sería descubierto y con ello su muerte sería inevitable. No, con Shaoran Li nadie jugaba.
- "Desde cuando están…"- Meiling aún no sabía en que día se hallaban o que hora era.
- "Desde el mismo día en que fuiste secuestrada, es decir, unos 5 días si contamos con el de hoy, sí cinco días"- Dijo reafirmándose a sí mismo- "Un día más de vida que le he conseguido robar a tu primo gracias a la detective"- Meiling entornó los ojos e intentó escrutar lo que había dicho, ¿era con segundas o hablaba en serio?. Como si hubiera sabido lo que pensaba, Eriol sonrió ampliamente- "Tú primo me amenazó de muerte y me dio 3 días para encontrar a 3 mujeres, debo decir que ha pasado un día más de lo planeado y no puedo mentir…"- Dejó escapar un suspiro intencionado- "… No tengo ningún dato de las dos"- Meiling entrecerró los ojos, no soportaba a Eriol pero la idea de que su primo hubiera llegado tan lejos le empezaba a irritar, no parecía comportarse como él era.
- "¿Nada?"- Dijo sin creerse del todo las palabras de Eriol. Después de todo, Eriol, al igual que los otros dos, gustaba de tentar a la muerte. 3 hombres muy parecidos entre sí pero a la vez muy diferentes.
- "Absolutamente nada, bueno… excepto una cosa…"- Dijo llevándose la mano a la barbilla, quedó callado, pensativo. Meiling esperó a que le dijera algo pero este solo volvió a mirarla y sonreír- "En realidad no es nada, olvídalo"- Ya lo volvía a hacer de nuevo, dejaba en el aire una neblina de misterio y después se callaba cualquier cosa que supiera, pero claro… que podía esperar de él, nunca cambiaría, sería igual de cínico hasta el día de su muerte.
- "No pienso entrar en tus juegos, es más, me importa muy poco lo que te pase por tus estúpidos juegos, si por mi fuera podrías irte al infierno"- Dijo irritada, tenía muy poca paciencia para los juegos de Eriol. Incluso si su vida corría peligro, aún así, y se daba el lujo de jugársela, ella no lo evitaría, sino que estaría junto a él para verle caer. ¿Por qué no? Merecía una lección y si su primo no era quien se la daba sería alguna otra persona y estaría allí para verlo, era algo que ni por todo el dinero del mundo se lo perdería.
- "Ese vocabulario Meiling… Una dama no debería utilizar esa clase de palabras"- Meiling iba a replicar pero el timbre de un teléfono sonó y Meiling hizo un mohín de enfado, odiaba las interrupciones y más cuando ella hablaba- "¿No sabes que en los hospitales no se puede tener el móvil encendido?"- Dijo la chica irguiendo la cabeza y levantando una ceja, dejando su momentánea actitud infantil a un lado. Eriol asintió dándose por enterado y se levantó, sacó el aparato y se quedó mirando el número que salía en pantalla, su rostro se tornó inescrutable, con una sonrisa en sus labios pero aún así, inescrutable. No sabía si la llamada era buena o mala, pero si sabía que era lo bastante importante como para dejarlo algo transpuesto. Después de dejar que sonara un par de veces más apretó un botón y se puso el aparato al oído, a escuchar al interlocutor del otro lado. Eriol se mantuvo sereno pero sonriente, siempre tranquilo, con el tono de voz distante pero educado. Meiling escuchó atenta las palabras de Eriol.
- "Buenas tardes. ¿A qué debo el honor de su llamada?"- Meiling percibió su tono bromista y desenfadado pero aún así vio que seguía mostrando cierto respeto, cierta compostura en su forma de tratar a esa persona- "Sí, todo está controlado, no hay nada por lo que preocuparse, aunque voy a atreverme a suponer que esta llamada no es por toda esa tontería"- Dijo Eriol llevándose una mano al bolsillo- "¿Y qué es lo que la intranquiliza como para llamarme?"- Meiling sintió mucha curiosidad- "¿Ayer?. No cabe duda que fue todo un atrevimiento. Y creo que lo ha hecho muy bien, hasta ahora no hay nada que no halla podido controlar"- ¿De que podrían estar hablando? ¿y con quién hablaba?- "Oh. Por favor, no llegue a conclusiones tan precipitadas, esa llamada solo fue una nimiería, no debe tenerla en cuenta. Lo entiendo, aún así no es necesario que se preocupe, lo podemos controlar. Ahora mismo esta indispuesto, pero en cuanto le sea posible arreglaremos todo para que no vuelvan a molestarla"- Meiling vio que Eriol se ponía algo incómodo o… ¿estaba nervioso? Imposible ¿verdad?- "¿Conocerla? Eso es imposible en estos momentos. No dudo que haya tenido eso en cuenta, pero nada tiene que ver una cosa con la otra, esto es como todo lo demás, algo pasajero"- Meiling vio que Eriol volvía a ponerse rígido- "Adiós"- Eriol cortó la llamada y guardó el teléfono en el bolsillo de su pantalón. Se volvió hacia Meiling.
- "¿Quién era?"- Preguntó con mucho interés.
- "¿Quién podría ser sino una dama?"- Se había chocado de frente contra una pared y sabía que era inútil seguir adelante, pero debía intentarlo.
- "¿Y que deseaba esa supuesta dama?"- Eriol se acercó a Meiling y la sonrió.
- "Supuesta no Meiling, sino una dama auténtica. Y lo que deseaba era dejar en claro ciertas opiniones que tiene y lo irritada que estaba sobre cierto asunto. Lo cual hace que me tenga que ir. Que giros más extraños son los del destino"- Dijo con un suspiro interpretado. Meiling le miró mal y el inglés respondió a su mirada acercándose a ella, levantando su mano y bajándola sobre su cabeza- "Descansa y guarda esas miradas para cuando salgas del hospital"- Quitó la mano y salió de la habitación saludando lentamente con la mano de espaldas a ella. No dijo nada más, tampoco se despidió, solo hizo ese gesto traspasando el umbral de la puerta. Meiling quedó callada, pensativa, pero por mucho que le daba vueltas al asunto no podía descubrir quien podría ser la autora de la llamada, desechó la idea y se recostó en la cama, dormir la haría bien.
El cansancio pudo con ella y barrió todo vestigio de resistencia que podría haber contenido, se dejó caer en un sueño tranquilizador y cálido, en uno que hacía mucho que no había tenido, donde aún podía ver la sonrisa de su hermana, el calor de sus abrazos, cuando la envolvía en un burbuja de protección, su voz susurrante que lentamente fue apagándose para dar lugar a otra voz, una voz más grave, una voz fuerte y seca, muy alejada de ella. Sintió la frialdad de una mano sosteniendo la suya, unas palabras en su oído, la presión de algo sobre sus labios, el tacto en su boca, de algo cálido y humedecido se movía sobre sus labios y la hacía sentirse lánguida. Ese beso de sueño la sumió más aún en su mundo de fantasía. Durante todo lo que duró su sueño sintió algo frío sobre su mano que lentamente se fue transformando en algo realmente cálido y relajante, también sintió el roce del viento en su cara, pero pasado un tiempo le pareció que ese viento la acariciaba. Cuando sintió que esas caricias se alejaban de ella despertó de su letargo para ver a la enfermera de antes a su lado. Parpadeó un par de veces y luego miró por todo el cuarto, al ver esto la enfermera sonrió.
- "Hace unos momentos estuvo aquí un joven"- Meiling giró la cabeza y vio que la mujer estaba colocando unas flores en un jarrón- "Unas flores muy extrañas para regalar, me pregunto que serán, nunca las había visto en ninguna floristería"- Dijo soltando una retahíla de cosas, esa mujer en la cama la hacía sentirse muy pequeña e indefensa, por mucho que estuviera convaleciente siempre se la veía con un ceño, sin olvidar los gritos que propugnaba antes.
- "Son 'Estrellas del Diablo'"- La joven se sintió aliviada por que la joven dijera algo- "Proceden de México, dudo que las halla visto aquí a no ser que vaya al jardín botánico o a la casa de un coleccionista de plantas"- La enfermera se quedó sorprendida por la información.
- "Entonces el caballero que las trajo tuvo que tomarse mucha molestias para traérselas. Son de un color muy llamativo, tan rojas, parecen como el fuego"- Dijo con una sonrisa.
- "Entonces quédeselas"- La enfermera la miró sorprendida- "No las quiero"- Meiling giró la cabeza hacia el otro lado.
- "Pero… si deben haber sido carísimas, lo cual dice mucho del caballero, seguro que…"- Pero Meiling no la dejó terminar, se volvió súbitamente y tiró el jarrón al suelo. La enfermera dio un paso atrás y se marchó del cuarto asustada.
- "Mentiroso…"- Murmuró bajo su respiración, alterada y agitada. Se volvió para mirar de frente y al fin las lágrimas fluyeron de sus ojos.
- "Confía en mi, jamás te mentiría"
- "Mentiroso…"
- "Jamás jugaría contigo…"
- "Embustero…"
- "Siempre te querré…"
- "Farsante…"
Meiling sabía bien de quién eran esas flores y que significaban. Revivió el dolor una vez más y deseó jamás haberle conocido. Había cometido un error muy similar al de su hermana pero ella no había sido tan tonta, había visto lo que realmente quería de ella antes de que nada pasara, había aprendido, de la manera más dura, que no debía desear nada, ni amor, ni esperanza, nada. Solo debía vivir por y para el clan.
- "Me alegra ver que estás bien. Es una suerte que estés en un hospital y no en la mansión. Descansa Meiling"- Aún sentía las palabras flotar en su cabeza- "Te quiero"
- "En cambio yo no, ya no. Y no puedo sentir amor, ni ningún cariño hacia ti, solo desprecio"- La ventana había quedado abierta y el aire mecía el pelo revuelto de Meiling- "Solo puedo despreciarte y aborrecerte"
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Ruidos de teléfonos sonando, murmullos de personas hablando e incluso gritando, un ambiente cargado de aire caliente mezclado con el olor a sudor de duro trabajo y al aire que las personas expiraban por el cansancio de un día de trabajo.
El lugar estaba repleto de sillas y mesas, con sus ordenadores, bolígrafos, papeles, lámparas sobre ellas, también podías ver tijeras, algún cutter, relojes, portafotos con fotografías de la familia e incluso objetos que no eran de una oficina. La gente iba de un lado a otro, algunos arrastrando personas esposadas, otros agitando papeles en su mano. Todo era ajetreo en la comisaría de policía, como siempre.
Shaoran estaba sentado en una silla cerca de las puertas esperando que su abogado terminara con unos papeleos. Esperaba con los brazos cruzados y erguidamente. Su mirada se alzó al notar la presencia de alguien a su lado.
- "Esto no termina aquí, lo sabes ¿verdad?"- Shaoran sonrió seguro de sí mismo, una sonrisa petulantemente fría.
- "Esperaré con impaciencia"- La mujer que se hallaba a su lado le miró con la mirada entrecerrada. En lo que la conocía la había visto sonreír solo un par de veces, por lo general siempre tenía una expresión pensativa y callada y por la ligera marca que tenía entre ceja y ceja apostaría que su ceño pasaba la mayoría del tiempo fruncido.
- "No más que yo"- Contestó la detective. Shaoran se levantó al ver a su abogado llegar. El abogado, un hombre entrando ya en la cincuentena se aproximó hacia ellos.
- "Si no tiene nada más que decirle a mi cliente le suplicaría que le dejara tranquilo o podría tener sobre su mesa una denuncia por acoso policial"- Dijo severo el empleado de los tribunales.
- "Fuera de mis intenciones. Solo quería recordarle a su cliente que cumpla la ley. No quisiéramos verle aquí de nuevo"- Dijo esto último mirando a Shaoran.
- "Siempre, detective, siempre cumplo con la ley"- El hombre se giró y el abogado salió tras él. La policía se quedó mirándole con el entrecejo fruncido.
- "Deberías darte por vencida Lina"- Oyó detrás de ella. La mujer se dio la vuelta para ver a otra mujer de pelo largo y negro, con dos moños a los lados.
- "¿Querías algo Nakuru?"- Dijo con irritación, una vez más se le había escapado de las manos, pero estaba empeñada en cogerle y por su vida que lo cogería.
- "Kaho te llama, te quiere en su despacho hacía 10 minutos"- Lina se dio la vuelta y la miró dejando escapar un suspiro.
- "Podrías haberme avisado antes ¿no?"- Nakuru solo sonrió.
- "Estabas ocupada pero estando con ese pedazo de hombre no me extrañaría, quien hubiera estado en tu piel para interrogarlo… pero interrogarlo bien interrogado"- Lina se acaloró por el comentario de Nakuru.
- "¿Es qué no sabes pensar en algo que no sean hombres?"- Dijo dejando caer sus hombros cansada. Tratar con Nakuru requería de mucha paciencia y tener las hormonas tranquilas para no sobreexcitarse por sus comentarios.
- "A ese le hubiera dado un repaso hace ya tiempo. Uff si se lo hubiera dado, ni lo dudes… Seguro que sin ropa está como…"- Y la detective se perdió en la retahíla de formas en las que Nakuru hubiera disfrutado de ese hombre. Entonces pensó en su jefa, Kaho Mizuki, y en lo que querría de ella. ¿Para qué la llamaría?
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Shaoran no emitió sonido alguno después de salir del departamento de policía. A la salida su abogado le dijo por enésima vez que fuera más precavido, que no siempre saldría bien parado de todos los problemas pero Shaoran ignoró su advertencia, como siempre. No podrían tocarle porque era imposible, él era una de las personas más influyentes en toda China y que decir de Hong Kong, donde nada se escapaba de su garra, o eso fue hasta ahora.
Era perturbador, ciertamente perturbador que en su mano no estuviera encontrar a dos mujeres. No, no se había olvidado aún de ese asunto, era más, no había abandonado su cabeza en ningún instante. Shaoran estaba sentado en la parte trasera del coche, todas las lunas del vehículo, laterales, trasera y delantera eran de un cristal oscuro que te permitía ver el exterior pero no el interior. Shaoran estaba con un brazo apoyado sobre la puerta del coche, su cabeza reposaba sobre su mano y su mirada andaba vagando en algún lugar del exterior.
Sus ojos no seguían nada, su mente no atendía a nada, sus pensamientos vagaban entre la nada y el tormento de un caos. No sabía que pensar, a estas alturas su mente divagaba en una teoría de complot… ¿y si realmente fuera solo una farsante? Aunque su mente pasó por esa posibilidad la descartó inmediatamente después. Era simplemente imposible, ¿y por qué? Porque en primer lugar se la había encontrado en la calle, en Japón, prácticamente la había secuestrado obligándola a ocultase con él en un callejón. La había visto delante de él, había observado como una joven entraba en un callejón y no vio oportunidad mejor que meterse en esa callejuela para ocultarse de sus perseguidores. Teniendo en cuenta que fue él quien la introdujo en esa situación no podía decirse que fuera una trampa en su contra, aunque siempre podía pensar que la chica fue puesta ahí de anticipo y que le estaba esperando, pero nadie podría asegurar que la empujaría contra las sucias paredes de esa calle, ni tampoco podían asegurar que después se la llevaría a Hong Kong, no… sin duda alguna había una mínima, sino imposible, posibilidad de que ella fuera una espía. De todas formas no podía encontrarse en peores momentos, por un lado tenía que solucionar el problema con Meiling, debía de zanjar ciertos cabos sueltos, por otro lado estaba la desesperada carrera entre los clanes por la búsqueda de ese objeto y sin olvidar que ese año se celebraría la reunión de los miembros del Pacto. Sin duda Sakura había escogido el peor momento para desaparecer.
El coche se paró en un semáforo y la puerta del vehículo se abrió, un hombre entró al coche y cerró la puerta tras él. Inmediatamente el coche se puso en marcha cuando el disco cambió de rojo a verde.
- "¿Qué tienes para mí Qin Ge?"- Qin Ge estaba sentado enfrente de Shaoran, tenía los brazos cruzados y la mirada seria, aunque le era difícil mantener la frialdad ante Shaoran, su líder era aterrador, siempre tan sereno.
Qin Ge había estado con Shaoran desde que esta pasó a ser el líder, fue uno de los jefe de los pequeños clanes que siempre apoyó el liderazgo de Li. Qin Ge tenía 11 años más que Li, cuando Li hubo tomado el poder de todo el clan Qin Ge solo tenía un par de años de liderazgo del clan Dragón Verde. Los clanes estaban divididos en 7 facciones leales a su líder. Eriol era el líder de la facción azul y Meiling lo era de la facción roja, pero cada uno se había encargado que alguien de su confianza se encargara del manejo de sus grupos pues ellos tenían siempre que atender a su líder directamente. Qin Ge, líder de la facción verde era un hombre pasado la treintena, con algunas canas asomándose en su cabellera. Era de pelo corto, con un corte estilizado y perfecto. El color de sus cabellos eran de un castaño claro, al igual que el color de sus ojos. De vestimenta sobria, vestía con los colores de su clan, un verde intensamente oscuro. Los zapatos impecablemente limpios y brillantes de un color negro. Vestía con camisa blanca y una corbata de estampado rayado de colores vivos, en contraste con el traje.
- "La movilización sigue mostrándose cautelosa pero sin duda están impacientes por saber el paradero del objeto, es bien sabido que el que tenga el objeto en su poder el día que se celebre la reunión se hará con el poder de todo, no cabe duda que ese aliciente esta volviendo a todos muy impacientes en tenerlo en sus manos"- Dijo el hombre un tanto divertido por ello- "Pero sabemos que esto es solo teoría, solo por un mero objeto no va a cambiar nada"- La verdad es que Gin Ge no era muy devoto a las leyendas.
- "Sí, un objeto no puede cambiar nada. Aún así, tener el objeto que una vez tuvo el primer líder de clanes da cierto poder sobre los demás clanes"- Dijo Shaoran aún mirando al exterior, en ningún momento movió la cabeza.
- "¿De qué manera?"- Preguntó con curiosidad.
- "Es simple superstición, nada más. Pero las últimas palabras que pronunció el primer líder de clanes dejó marcados a todos sus descendientes"- Shaoran movió los ojos para mirar a Qin Ge pero rápidamente volvió a mirar las calles- "En esa época la magia era un hecho entre los hombres, se decía que era uno de los más poderosos y que con su poder unió a varias familias a las cuales pasó a llamar clanes"- Dijo Shaoran rememorando la leyenda que una ve le contó su madre.
- "Sí, todos sabemos esa mítica historia de cómo se formaron los clanes"- Interrumpió Qin Ge, a él también le había contado la historia cuando era un niño.
- "Entonces sabrás que para controlar a todos los clanes que se formaron, el hombre creó un objeto, un objeto con el cual dominó a todos los clanes durante décadas, hasta el día de su muerte"
- "Sí, también me contaron que ese objeto desapareció el día de su muerte y que todos los clanes fueron en su búsqueda para tener el control de todos los demás clanes, de ahí empezó la enemistad de los clanes, según esa absurda historia, de las ansias de encontrar el objeto"- Dijo el hombre haciendo un gesto con los hombros como si desechara esa absurda idea.
- "En realidad la historia es cierta- "Qin Ge se sorprendió de esa declaración- "Los clanes se crearon por sugerencia de un hombre para una facilidad de comercio y de trato entre las familias. Un sistema de economía y política para una mejora de convivencia"- Dijo Shaoran echándose hacia atrás para apoyar su espalda contra el respaldo, siempre mirando hacia el exterior- "También es cierto lo de la separación, la moraleja de la historia es que los clanes se separaron por una cosa… Ambición. En la historia que nos contaron de niños fue por un objeto supuestamente mágico, pero para el caso es lo mismo, todos querían una cosa y a eso se le llama ambición. Ambición por el poder, que es lo que refleja el objeto, el poder y el control absoluto de todo"- Y como si se hubiera encendido una luz en su mente Qin Ge comprendió lo que su líder le estaba contando.
- "Oh… El objeto es una representación simbólica del poder"- Dijo el hombre en tono bajo- "Y quien tenga ese objeto demostrará el poder que tiene, pues encontró lo que mucha gente ha estado buscando durante siglos"- Dijo lentamente comprendiendo.
- "Exacto Qin Ge, lo que aquí hacemos buscando el objeto no es creer en sus poderes místicos, sino una demostración de poder y de fuerza"- Shaoran giró la cabeza y miró a su subalterno a lo ojos- "Y el clan Dragón es el más poderoso de todos"- Sentenció Shaoran. No fue una pregunta ni una afirmación sino una ley, imposible de negar, tan fuerte como la vida misma. Shaoran no estaba sugiriendo ni diciendo que el clan Dragón era el más fuerte, estaba proclamando como una ley de vida que el clan Dragón era el más poderoso.
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Tenía el whisky en sus manos, su cuerpo se encontraba relajado por los sorbos de alcohol y se encontraba ardiente con deseos de algo más que una simple copa. Sentado en su sofá de piel, con las piernas estiradas y los brazos apoyados a los lados del sofá se encontró sumido en una turbulenta ensoñación. El día o mejor dicho la noche había sido agotadora, ahora estaba cansado y solo pudo encontrar ese relax en una copa de whisky.
Echó una mirada rápida a su alrededor, el apartamento que había adquirido era ciertamente espacioso pero no lo recordaba tan bien decorado. Ahhhh… pero eso no era obra de la construcción sino de la mano de cierta mujer. Cerró los ojos para descansar la vista pero los abrió cuando sintió un peso posándose sobre sus piernas. Cuando los abrió encontró ante él un ángel de ojos azules y cabello dorado, una mujer de las que estaban extintas, una mujer de auténticos cabellos rubios.
- "Estás muy tenso"- Dijo la mujer apoyando las manos en sus hombros. La mujer solo vestía con una bata de seda que cubría lo necesario, dejando volar la imaginación para lo demás.
- "Una noche muy dura. Pero tú me ayudarás a relajarme ¿verdad, Eve?"- Con su mano libre rodeó la cintura de la mujer.
- "¿Algo interesante?"- Preguntó la mujer mientras deslizaba las manos hacia abajo, al segundo botón de la camisa, pues el primero ya estaba desabrochado.
- "Sí, conocí a un hombre muy interesante"- La mujer levantó la cabeza y dejó los botones para acercar su cara a la de él.
- "¿Xiaolang Li?"- El hombre tomó otro trago y asintió- "Entonces realmente fue verdad lo de su prima muerta…"- Dijo apartando el vaso de la mano del hombre.
- "Sí. Finalmente zanjó el asunto como ya habíamos predicho"- Llevó su mano bajo la bata y fue subiéndola por la pierna de ella, disfrutando del contacto de su piel- "¿Y qué hay de lo otro?"- Con la otra mano fue desatando el nudo de la bata.
- "En buen camino. Ya están cerca. ¿Crees qué es lo mejor?"- Dijo la mujer mordiéndose el labio inferior a medida que sentía su sangre hervir.
- "Solo lo sabremos cuando llegue el momento. Hasta que ese momento llegue no hace falta que te preocupes"- Susurró a su oído- "Todo saldrá bien, yo me ocuparé de ello"- Y el hombre la acalló con un beso antes de que ella pudiera protestar.
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Cuando entró al cuarto se encontró con un ambiente sombrío, si no fuera porque estaban a cubierto bajo un sólido techo juraría que había nubes negras sobre la mujer que reposaba en la cama.
- "Estás de mal humor"- Dijo certero Shaoran al ver a su prima con el cejo entrecerrado.
- "Muy agudo"- Contestó de mala manera. No se molestó ni en saludarle, sino fuera porque era su prima y se conocían, esa falta de educación la hubiera ocasionado muchos problemas, pero tampoco podía ser persona que diera ejemplo pues él mismo tampoco la había saludado y ni falta que hacía- "Cuando me voy"- Meiling no le preguntó si se iba a ir, con su tono y su mirada, le demandó que le dijera en ese preciso instante el segundo exacto que dejaría ese hospital.
- "Te quedarás un par de días más"- No era una opción, sino una orden. La miró más ceñudo, estaba algo molesto de su conversación con Qin Ge y la actitud de su prima no mejoraba su humor.
- "¿Por qué?"- Casi se levantó de la cama del salto que dio al oír la orden de su primo y jefe.
- "Hasta que te recuperes no es bueno moverte demasiado, un par de días en el hospital y volverás a casa"- La voz de Shaoran no ofrecía una explicación sino un: 'Te quedarás porque sí', lo demás que venía incluido sobraba. Meiling no protestó, Shaoran no era hombre que soportara los berrinches femeninos- "¿Cuando te vino a visitar Eriol?"- Meiling no se sorprendió que la preguntase por él, después de lo que le dijo el objeto de la pregunta, suponía que Shaoran andaba con ansias de ponerle las manos encima y ciertamente sobre el cuello.
- "Hace unas horas. Volvió a casa tras una misteriosa llamada femenina"- Dijo lo último con cierto retintín. Shaoran no preguntó por la mujer pues lo que hiciera con sus amantes no era de su importancia.
- "¿No te dijo nada?"- En algunos asuntos su primo era predecible y en esta situación diría que era excesivamente predecible, se podía leer en todo él que el objetivo de sus pesares no era otra que la japonesa fugitiva.
- "Nada en absoluto"- Vio a Shaoran ensombrecer más la mirada y cierto júbilo se propagó dentro de Meiling. ¡Oh! Cuánto deseaba ver la cara de Eriol cuando viera a Shaoran. Tan temerario que era con la muerte y no sabía que la tenía siempre al lado, en la forma de Shaoran Li.
- "Entonces me marcho"- Cualquiera diría que Shaoran había sido muy frío, no la había saludado al entrar ni había preguntado por su salud, pero Meiling sabía como era y si había ido a verla era para saber que estaba viva y coleando. Y teniendo en cuenta la apariencia que tenía, apostaría todo lo que tenía a que había salido de la comisaría y había ido directamente después a visitarla. También debía apreciar la paciencia y más cuando hubo notado desde que entró en el cuarto que estaba no de muy buen humor. Había cruzado un par de palabras para comprobar su estado y ahora que había cumplido su objetivo optó por dejarla sola en su frustración, como bien había dicho muchas veces antes, no toleraba los berrinches femeninos y mucho menos sus estados de exaltación, las palabras textuales de su primo fueron: 'Los estados de exaltación femeninos hacen de las mujeres seres irritantes y desquiciados, imposibles de tratar'. Así era él, no podía reprocharle nada- "Las flores del vestíbulo…"- Meiling volvió a la realidad entrecerrando la mirada mucho más que furiosa ahora.
- "'Estrellas del Diablo'"- Dijo el nombre con resentimiento.
- "Sí"- Shaoran no agregó nada más, prefirió abstenerse de comentar nada más que pudiera empeorar la actitud de Meiling- "Dos días"- La joven levantó la cara y mostró una mueca de disgusto.
- "Dos días"- Rechistó entre dientes.
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Meiling estaba a salvo y el círculo vicioso que pendía sobre ella por fin se había cerrado, ahora podría seguir con su vida sin ese remordimiento del pasado o al menos la carga sería menor. Solo podía hacer conjeturas ya que él no conocía lo que andaba rondando en la mente de su prima y esas flores… Al parecer aún quedaba una cosa pendiente en el pasado de su prima y sabía que esto no sería tan sencillo como arrebatar una vida.
Ahora todo parecía estar en su lugar, todo seguía tal cual lo había dejado, el objeto a buscar seguía sin ser encontrado y cierta ventaja tenían ellos pues sabían cual había sido el paradero del objeto 60 años antes, una ventaja añadida que facilitaba la búsqueda pero que no la resolvía. Y por supuesto estaba ese otro asunto que le estaba llevando al borde de la locura. El buscar se estaba convirtiendo en una de las principales tareas del clan últimamente, sino era un objeto mágico de leyenda era una mujer que le estaba volviendo un desquiciado, una mujer con el increíble descaro de abandonarle.
Sakura.
Maldecía y adoraba ese nombre. Era como un sortilegio que le había maldito, que le había condenado a un dulce tormento. ¿Dónde estaba? ¿Qué había sido de ella y de Tomoyo? Nadie lo sabía, era como si la tierra se las hubiera tragado, era como si jamás hubieran existido, era como si su mera existencia hubiera sido basada en una fantasía idílica creada en su mente. Shaoran cogió la chaqueta, la puso sobre su hombro y salió del coche. Tenía toda la ropa arrugada y algo sucia del recorrido en el bosque particular de Dominic y la estancia tan cómoda en la comisaría, al menos no había dormido en una celda, era más, no había dormido absolutamente nada.
El día había sido largo. Acababa de volver del hospital, donde Meiling se quedaría un par de días para recuperarse de sus heridas. Eriol se encontraba 'ocupándose' de los últimos detalles de lo sucedido y escondido como un conejo sabiendo bien que si le veía, hallaría su muerte sin un mero segundo de oportunidad para escapar. Shaoran subió las escaleras con cierta pesadez en sus piernas, había sido una aventura larga y cansada y ahora solo deseaba descansar un poco para así después estar recuperado, recuperado para volver a la caza de Sakura. El joven entró por la puerta de la mansión y Wei salió a recibirle con rapidez, demasiada rapidez a su ver.
- "Joven..."- Shaoran se paró delante de su fiel consejero y criado- "La señorita Sakura..."- Pero no hicieron falta más palabras porque Sakura se encontraba en medio del vestíbulo junto a Tomoyo. Parpadeó un par de veces para asegurarse de que sus ojos no le engañaban. Estaba delante de él como una aparición, estaba bien, sana y salva, pero un repentino remolino de sentimientos empezó a subir hasta su corazón y su mente. Tomoyo le miró siempre alertada, toda esta locura parecía haberse descontrolado de manera irreal. Hacía unos días escapaban de esa mansión y ahora volvían, como si jamás hubiera pasado nada. Para la prima de Sakura no pasó desapercibido el cierre de la mano de Li sobre un puño firme y fuerte como el hierro.
- "Sakura..."- El joven apartó la chaqueta de su hombro, se la dio a Wei de forma brusca y se acercó a la mujer con paso decidido pero lento y cauteloso, como si lo que estuviera delante de él fuera peligroso, como si temiera que si corría hacia ella desapareciera en la nada, volviendo a escapar de su alcance. Con sus ojos siempre entrecerrados y su mandíbula apretada. Su frialdad y su rabia contenida eran algo intensamente palpables.
Tomoyo, que había estado al lado de su prima sujetándola del brazo y apretando sus manos alrededor de él, se soltó. Por un momento dudó, aunque sabía que no debía dudar de una orden mandada, en esta situación debía preguntarse si realmente era lo mejor, pero no siempre podría estar cerca de Sakura y ella debía de aprender a enfrentar sola los obstáculos, pronto sería puesta a prueba y esta era una buena ocasión para saber como saldría del problema que ella misma había causado. ¿Saldría airosa o, por el contrario, escaldada de sus propios actos inconscientes y deliberados? No había duda, esta era la ocasión perfecta para probar su fuerza y entereza, sino era capaz de solucionar este problema no podría seguir adelante en esa obsesiva búsqueda. Aunque le gustaría que eso sucediera, que su amiga pasara esta prueba, no quería arriesgarse a dejarla sola con el diablo y solo a parte de esto había otra razón.
Esa otra razón era que le había dicho antes, le había pedido… en realidad… le había ordenado que no se preocupara por ella en lo que incumbía a Shaoran. Había expresado su voluntad de que no se entrometiera si no era capaz de explicarle una razón verdadera de su hostilidad hacia ese hombre y por ello Tomoyo aceptó lo que la ordenó, porque en primer lugar no podía negarse a una orden directa y en segundo lugar no podía decirle la verdad y con ello a su vez tampoco podía evitar su relación, pues los lazos ya estaban unidos y solo el destino podría saber lo que pasaría a continuación. Aún con algo de renuencia se alejó de su amiga. Dio un paso y luego otro, se dio media vuelta y se dirigió hacia Wei. Puso sus manos sobre los cansados hombros del hombre y se lo llevó. El anciano también estaba preocupado, sin embargo siguió la mano que le empujaba y los dejaron solos. Se marchó a la cocina con Wei.
Después de todo, las consecuencias de los actos de uno siempre se pagaban. Su prima recibiría el castigo de su propio acto irresponsable. Sakura ya no era la niña despreocupada con la que vivió en Tokio, había cambiado, había tornado a un ser del que había huido. Sakura le había impuesto una orden, le había obligado a acatarla recordando viejos juramentos. No… ya no era una niña. Tomoyo se reafirmó en su decisión. Sakura debía a aprender a valerse por sí misma, a encarar problemas, sus problemas, y debía volver a aprender a moverse entre esa jungla que era dominada por personas despiadadas, crueles y peligrosas, demasiado peligrosas.
Shaoran se acercó hasta el espectro que había invadido sus pesadillas desde el día que le había abandonado, sí, abandonado, un hecho muy perturbador. Saber que una persona te podía abandonar con tanta sencillez, que podía desaparecer en el aire una vez que la has tenido entre tus brazos. Sin duda era la primera vez que sentía algo parecido. Miedo, miedo al abandono.
Delante de él, recta y con una pose demasiado rígida para una cosa tan delicada como era ella. La miró con intensidad, observó cada facción de su rostro rememorando el tacto de su piel, el color de sus ojos, la suavidad de sus labios... sentía una sensación en su estómago, una sensación llamada euforia. Euforia por su vuelta, a pesar de ello el dolor y la ira eran mayores. Oh, sí… Mucho mayores.
No podía olvidar que había jugado con él como si eso fuera tolerable. Le había manipulado, le había hecho parecer el mayor estúpido del mundo dejando que confiara en ella. La rabia le invadía más a cada segundo que pasaba, necesitaba apagar ese fuego que le consumía y claro que lo apagaría, eso podía jurarlo ante dios.
Nadie, jamás, y mucho menos una mujer, había osado abandonarle o jugar con él y sus sentimientos... sentimientos... una palabra tan desconocida para ese hombre, la saboreó en su paladar pero no le gustó el aroma amargo que degustaba de esas palabras, no le gustó el sabor que dejaba en su lengua y volvió a enterrarla en su interior. Se quedó con las manos a los costados, cerrando y apretando el puño intentando contener las ganas de rodearlas en el cuello de esa mujer. Su ceño empezó a endurecerse más, para crear una mirada profunda e intensa llena de ira.
- "Hola"- Dijo Sakura con la suavidad y dulzura que la caracterizaban. El hombre se sintió disparado por el arma más dolorosa del mundo, el sonido de sus labios. Vio cerrarse y abrirse esa boca tan deliciosa. El hombre intentó controlarse, pero era algo mayor lo que le impulsaba, levantó los brazos hacia ella, la cogió por los brazos, cerca de los hombros, y apretó con fuerza. Con tanta fuerza que no podía entender como la mujer no se deshacía en pedazos.
- "¿Hola? ¿Te atreves a volver como si nada y saludarme con tanta despreocupación? Deberías haber huido por tu vida"- Dijo con palabras frías, cuidadosamente medidas para inyectar en el cuerpo de esa mujer pánico y sobre todo un ferviente terror, un terror que la hiciera aprender una lección que al parecer no había aprendido hasta ahora… a temerle.
- "Entonces si quieres... puedo volver a macharme"- Dijo tranquilamente y con cierta diversión en sus palabras. ¿Acaso aún tenía el valor de burlarse de él? ¿A caso no tenía miedo de que fuera a destrozarla allí mismo con solo su mirada? Además... estaba provocándolo deliberadamente, con todo descaro con una sonrisa pintada en sus labios. Por Dios, incluso tuvo el valor de decir que volvería a marcharse. Esa mujer no podía ser la Sakura que había conocido, tan pequeña e indefensa, tan confiada y dulce. Dudó que fuera ella por un momento, pero vio en su mirada el mismo brillo inocente y cálido que la caracterizaba.
- "¿Te burlas de mi?"- Dijo bajando el tono alarmantemente. Debía asustarla, o era eso o matarla, pero debía aprender a respetarle y aprender que su palabra era ley y orden en su clan, en su casa, en Hong Kong y en toda China.
- "Jamás me burlaría de ti, pero como me dijiste que debería haber huido por mi vida pensé que no querrías volverme a ver"- Sakura empleaba su tono inocente pero había cierta mala intención en sus palabras.
Sakura no tuvo la intención de burlarse de él en un principio, pero le pareció una buena oportunidad de tomarse una pequeña venganza. Jugaba con él como él jugaba con ella, por como hacia que se sintiera igual que todas esas mujeres con las que había estado. Necesitaba verle sufrir como ella sufría. La joven no pudo resistirlo, debía torturarle, enseñarle que no debía subestimarla, que no era tan indefensa como había creído él desde un principio. Debía enseñarle a respetarla como persona, como un ser de voluntad propia, no como a un mero juguete. Todo ese tiempo pensando en que decirle, en como presentarse de nuevo ante él y ahora supo que tenía cierto control sobre él. Había notado su frialdad y su rabia, le había alterado y eso significaba que de alguna manera tenía cierto control sobre sus emociones y no iba a dejar escapar esa baza. Aunque no sintiera nada por ella, sabía que la deseaba y que por ello, lo que ella hiciera o dijera le estaba afectando de alguna manera. Si la quería, si la deseaba debía aprender que eso no le bastaba a ella. Si quería que estuviera junto a él debía respetarla, confiar en ella y sobre encima de todas las cosas debía amarla… Amor… pero… ¿ella le amaba a él? ¿o también era simple lujuria?
- "¿Dónde has estado? ¿Qué has estado haciendo? ¿Cómo has vuelto?"- Le preguntó atropelladamente mientras apretaba los brazos de la joven demandando que le respondiera.
- "Eso es algo que no te incumbe"- Dijo apretando los dientes al sentir que los dedos del hombre se marcaban en su brazo con mayor fuerza a cada segundo.
- "¿Qué no me incumbe?"- Shaoran la sacudió levemente obligándola a alzar la cabeza- "Quiero que escuches bien Sakura, de una vez por todas. Eres Mía y por ello no puedes moverte, hablar o respirar sin mi consentimiento"- Las gélidas palabras del hombre acongojaron a Sakura en el repentino descubrimiento de la magnitud de su enfado, pero aún así, no dejó de desafiarle.
- "¡Suéltame! ¡Eres un maldito desgraciado! ¡Una bestia sin alma!"- Dijo intentando que le soltara los brazos- "Estoy harta de que declares que soy tuya, que te pertenezco. No soy nada tuyo, no soy ni seré jamás nada tuyo, así que suéltame"- Sakura le empujó con fuerza pero él que era mucho más fuerte, la aferró de los brazos herméticamente. A estas alturas Sakura creía que las marcas que dejarían sus dedos permanecerían durante toda su vida.
- "¿Tienes el valor de insultarme?"- Dijo con sonrisa fría, el hombre la miró con seriedad y la detuvo, apretando más sus brazos e inclinándola hacia atrás mientras se acercaba en un tono amenazador- "Claro que soy una bestia sin alma, ¿y sabes que hago con las almas que se cruzan en mi camino? Las devoro"- El hombre acercó su cabeza al cuello de la mujer, pasó su nariz desde la base del cuello hasta llegar cerca de su oreja y olió su piel, una piel con aroma de flor- "Huelo su miedo y su desesperación"- Sakura sintió temblar su cuerpo, no sabía si por la dulce seducción de su voz o las atemorizantes palabras que insinuaba bajo su oreja. Temblaba sin control, se sentía ardiente pero a la vez temerosa de su contacto, de la sensación de irrealidad, creía volverse loca con su aliento acariciándola- "Saboreo su piel helada por el terror"- El hombre sacó su lengua para acercarla a su cuello y empezar a degustar el sabor de esa mujer, sintió que hacía una eternidad que no tenía un plato tan jugoso delante de él, sintió que era la primera vez que algo tan dulce caía en sus brazos. Sakura sintió que un escalofrío subía por su espalda y que la hacía suspirar y respirar aceleradamente- "Y después las devoro hasta quedar saciado"- El hombre levantó la cabeza del cuello y miró el rostro de la chica. Vio que estaba sonrojada, los labios ligeramente partidos y los ojos cerrados, como si le incitara a que la devorara, tan vulnerable que parecía, era como si se estuviera ofreciendo a un sacrificio. Y él era la bestia que iba a tener el sumo placer de devorarla. Shaoran sonrió y acercó sus labios a los de ella, primero los lamió con lentitud, para hacerla temblar más aún y después la besó introduciendo su lengua en su boca, no tuvo piedad alguna. Movió su boca sobre la de ella, induciéndola a que respondiera y poco necesitó esperar. Sus lenguas danzaron a una única melodía y sus labios permanecieron unidos como si no pudieran separarse. Después de un momento que casi pareció eterno se separaron- "Esa es la clase de bestia que soy y que te tiene presa"- Sakura respiraba con anormalidad, no podía contener las palpitaciones de su corazón y sus labios se sentían arder en las llamas del infierno. Pero repentinamente la joven reaccionó como si un balde de agua hubiera sido rociado sobre su cabeza.
- "No me toques, no he vuelto aquí para esto"- Ella le empujó con ímpetu, consiguió separarse unos centímetros de él, los suficientes como para poder echar a correr, pero en su huída trastabilló unos pasos hacia atrás, no se había acordado que estaba muy cerca de las escalera, y tropezó con el primer escalón para caer sobre las escaleras. Shaoran la vio caer, no sintió la necesidad de ayudarla, se merecía eso y mucho más. Se acercó a ella hasta quedar a sus pies, la contempló como un depredador mira a su presa indefensa.
- "¿Volver? En primer lugar no sé como has osado escapar de mí. ¡¿Quién te crees que eres para hacer lo que te plazca?! En este lugar yo soy la ley y tú debes atacar sumisa lo que yo dicte. Mi palabra debe ser vida para ti, debes vivir solo por ella, solo por mi"- El hombre se acercó a ella y posó su pie en medio de las piernas de Sakura. Se inclinó hacia delante para cogerla de una muñeca y darla la vuelta ya que había caído hacia delante al querer darse media vuelta- "¡¿Volver?!"- Repitió indignado porque ella hubiera empleado esa palabra, nadie volvía con Shaoran Li porque nadie jamás le abandonaba, no vivo al menos- "¡Si no hubieras vuelto por tu propio pie te hubiera encontrado! ¡No hay nada en esta ciudad que escape de mis ojos y mis oídos! ¡Y créeme, sino hubieras vuelto por ti misma hubiera sido peor!"- Sakura sintió un instintivo deseo de escapar y empezó a forcejear con él- "¿Ahora me tienes miedo?"- Preguntó el hombre posando su otra pierna a un lado y arrodillándose para contener el cuerpo de la chica bajo el suyo. Cogió la otra mano que intentaba aferrarse a las escaleras, ella se intentó deslizar entre el cuerpo de Shaoran y el suelo para salir, pero este apretó sus muñecas contra las escaleras impidiendo su huida- "¡Un poco tarde para arrepentimientos!"
- "¡Sí! ¡Tienes razón! ¡Me arrepiento de haber vuelto!"- Shaoran sintió como el fuego que le había consumido durante esos cinco días de su desaparición volvían con tal fuerza que apretó las muñecas de la japonesa contra las escaleras con mayor fuerza. Esas palabras fueron el colmo a su paciencia.
- "Repítelo"- Ordenó como si creyera que no fuera capaz de repetirlo. Sakura pudo advertir en su voz cierta frialdad ante ese suave tono de advertencia. La joven olvidó todo aquello al notar como la fuerza sobre sus muñecas se volvía más violenta, pero no se amedrentó y se atrevió a responderle, no dejaría que pensara que le tenía miedo, aunque fuera verdad.
- "Me lastimas"- Dijo en un susurro mientras intentaba impulsar su cuerpo hacia delante para intentar liberarse de ese hombre una vez más.
- "Y más dolor que vas a sentir como no te arrepientas ahora mismo de todo lo que has hecho"- La mujer abrió los ojos hasta ahora cerrados y miró con desafío, no iba a tener miedo.
- "No me arrepiento de haber escapado de esta maldita jaula a la que llamas tu casa, no me arrepiento de haberte abandonado, no me arrepiento de haber infringido tus normas, tus leyes o todas esas patrañas que son solo capricho de tu voluntad, no me arrepiento de haberte dejado como a un pelele. Fue tan sencillo drogarte para que quedaras dormido... no me arrepiento de nada excepto de haber vuelto, no... mentira, sí que me arrepiento. Me arrepiento de haberte ayudado esa noche, de haberme cruzado contigo, de haberme acercado tanto a un ser tan monstruoso como t"- Shaoran no supo si su alma bullía de dolor o furia en ese instante.
Para ser alguien que se mofaba de ser el único espécimen de la tierra carente de emociones, en ese preciso instante intensas emociones le ahogaban. En realidad solo se sentía así cuando se trataba de Sakura, lo que era un hecho más preocupante todavía. Que una mujer pudiera tener control de algo que supuestamente no tenía, que con eso tuviera control de él, de su propia persona en sí. No, eso era algo que no iba a permitir que siguiera sucediendo, debía seguir permaneciendo estoico y firme. ¡Por Dios bendito! Si era el líder de una poderosa organización que trataba en el mercado negro, no un colegial enamorado… Pero… ¿colegial enamorado? No, eso si que no era, él no sentía amor hacia esa mujer, solo un deseo, un deseo que se apagaría en el mismo instante que la hiciera suya. Por supuesto que era así, no podía ser de otra manera.
De todas maneras, sintiera o no, sabía que cualquiera de los dos sentimientos que tuviera sospecha que pudiera sentir, solo estaban a un paso de conducirle a un camino, a un solo final, lo que conllevaba al desencadenamiento de algo muy grande y peligroso… para Sakura.
El hombre la miró fijamente un segundo antes de decidirse y frunció el ceño, con toda su fuerza la fijó las muñecas al suelo mientras él se dirigía hacia su encuentro. Bajó la cabeza y unió sus labios a los de ella en un rabioso beso, que no fue ni pasional ni tierno ni mucho menos delicado. El hombre no tardó en abrir su boca y hundirle la lengua en su garganta en posesiva violencia, no la deseaba, no le conducía ningún sentimiento que no fuera el del castigo, el de hacerle entender su fuerza y dominio.
Sakura abrió los ojos desmesuradamente y en el momento en que sintió la lengua de ese hombre deslizarse dentro de su boca con tanta violencia sintió la urgencia de separarse. Tenía tal apremio de poder apartarse de ese ser que indiscriminadamente la atacaba de una manera tan voraz y violenta, que sus ojos empezaron a escocerle, sus lágrimas no caían por su cara, pero la urgencia de la necesidad de llorar se concentraba en sus ojos. Sentía arder su cara y su respiración evaporarse a cada intento de alejamiento, las manos de él la tenía inmovilizada, no tenía ni fuerzas para poder morderle y hacer que se arrepintiera de tal abuso. Shaoran se separó de sus labios tras un tiempo que creyó el adecuado para que reflexionara de esa nueva lección. Aunque se suponía un castigo sintió como su cuerpo empezaba a arder debajo de su piel. Vio a la joven atrapada debajo de él, los labios estaban hinchados por la fuerza del beso, más rojos y más voluptuosos que antes, su pecho subía y bajaba en inintencionada provocación, su cara enrojecida. Sakura se sintió humillada y no queriendo darle la satisfacción de que viera su expresión compungida giró su rostro dándole a mostrar su perfil.
- "¿Ya no luchas?"- Sakura apretó los dientes. Era más débil que él, la envergadura de su cuerpo era mucho más pequeña en comparación con la de él. También carecía de la musculatura que un hombre como Shaoran tenía, no es que fuera excesivamente musculoso, pero era evidente que era un hombre que se conservaba sano y que practicaba deporte, al menos. Sakura se recriminó mentalmente, no era momento de pensar en tonterías. La joven siguió sin darle la cara cuando le habló.
- "Si vas a forzarme hazlo de una vez y termina"- Sakura sintió rabia, pero no iba a darle el gusto de verla rendida y derrotada, antes la muerte a que la viera como un pajarito indefenso- "No me importa"- Shaoran intentó descifrar su mente pero no pudo.
- "¿Te importaría si fuera un desconocido?"- Dijo glacialmente.
- "No habría mucha diferencia, además tampoco puedo decir que te conozca. Para mí eres solo un desconocido"- Shaoran se separó bruscamente de ella, se puso de pie y con una mano la cogió del brazo y la alzó como si fuera de papel. Sakura casi cayó sino hubiera sido por la firme mano que la agarraba.
- "Veo que aún tienes el descaro de enfrentarte a mi. Te atreves a jugar conmigo y despreciarme... No soy hombre que tolere tales desplantes. Hoy te enseñaré una valiosa lección"- Cogiéndola del brazo la tiró detrás de sí, obligándola a subir las escaleras. Arrastrando a la mujer que había encadenado con la fuerza de su mano. Ella intentó empujar en sentido contrario pero era inútil. Los dos subieron al paso que marcaba él. Al paso decidido e intempestuoso del joven.
- "¿Dónde me llevas?"- Sakura quedó perpleja, le había pillado de manera sorpresiva este rápido cambio. Al llegar a lo alto de la escalera y girar se cogió de la barandilla e intentó impedir que siguieran adelante. Shaoran la vio y la agarró de la mano cogiendo ahora sus dos muñecas.
- "Será mejor que te portes bien"- Sakura apenas podía andar erguida y para mayores males tenía que seguir su paso corriendo.
- "No puedo andar así"- Se quejó. Shaoran la miró y la soltó, Sakura aprovechó para darse la vuelta e intentar correr pero fue cogida de la cintura y un brazo, la obligó a dar media vuelta y se arrodilló un poco para poner el peso del cuerpo de la joven sobre uno de sus hombros- "Pero… ¿qué haces? ¡Bájame! ¡Suéltame!"
- "No. Mientras llegamos, tienes tiempo para reflexionar, porque cuando lleguemos, te voy a dar otro motivo más del que arrepentirte. Si conocerme ha sido lo peor que haya podido pasarte aún no sabes lo que está por llegar"- Dijo con una un tono irónicamente frío- "Te has burlado de mi, me has despreciado como si de cualquier cosa fuera, me has obligado a que desperdiciase mi tiempo durante estos últimos días y ahora serás tú quien pague por todo ello"- Le faltaba mencionar que le había vuelto completamente loca buscándola con desespero, pero eso era algo que no admitiría y mucho menos a ella. El joven la llevó como a un saco hacia su habitación mientras ella pataleaba, no gritaba pues sabía que estaba sola en esos momentos. Nadie estaría lo suficientemente loco como para atreverse a enfrentar al dueño y señor de la casa y Tomoyo… por cierto que ahora sí se arrepentía de algo más. Se arrepentía de haberle dado a Tomoyo la orden de no entrometerse en este lío con Shaoran.
El chino abrió las puertas de su dormitorio, dejó a Sakura en el suelo de golpe, sintió como si todo el peso de su cuerpo caía sobre sus piernas, se sintió torpe y débil, tanto que casi cayó al suelo de bruces, pero no se dejó vencer por ese contratiempo, se repuso como pudo pero no tuvo tiempo para eso, ya que Shaoran la empujó hacia el interior y luego entró él cerrando la puerta tras de sí estrepitosamente, para que Sakura tuviera conciencia del sonido. Sakura dio unos torpes pasos hacia atrás y luego hacia delante intentando mantener el equilibrio.
Shaoran por su parte fue camino a su cama, pasando por el sillón donde se paró, se desabrochó el chaleco que formaba parte del traje, se quitó las armas que colgaban de sus brazos, las dejó sobre el sillón y tiró la prenda de vestir sobre el mueble. Llegó a la mesilla de la cama, cogió algo sobre la mesa y volvió a la puerta. Sakura aún aturdida se dio la vuelta hacia el sonido y se dirigió a él sabiendo que sino llegaba después no tendría oportunidad de salir. Llegó junto a Shaoran que la apartó de la puerta con otro empujón. Sakura oyó después el sonido del metal resbalando con el metal. Shaoran introdujo la llave en la cerradura y dio una vuelta y después otra. Lo que llegó más tarde fue lo que la alertó con mayor fuerza, el silencio. Shaoran se dio la vuelta para hallar a Sakura en medio del cuarto, inconscientemente daba inseguros pasos hacia detrás, como un cervatillo asustado, que sabe sin tener plena conciencia de ello, que va a ser devorado.
Sabía que lo brusco de sus acciones la habían pillado de una manera tan sorpresiva que no sabía que hacer y como escapar. Lentamente retiró la llave de la cerradura y avanzó por un lado de la habitación para acercarse al sillón y allí meter la llave en el bolsillo de su chaleco. Vio las armas y las descargó lentamente, como si tuviera todo el tiempo del mundo ante sus pies.
En todo momento permaneció mirando a la joven, sin apartar su mirada sobre ella. La intentaba intimidar, la quería poner nerviosa, la quería asustada, la quería atrapada, donde no pudiera escapar y donde nadie pudiera acercarse a ella excepto él. Esto era lo que llamaban un ataque psicológico, un ataque donde su mente era la que tenía que flaquear y quería que su voluntad estuviera menguada. Por primera vez en su vida se vio acechado por una idea que no era robar. La quería para él, sí, pero… quería que ella se entregara por su propia voluntad, el solo pensamiento de que ella fuera a él suplicante, deseando que la hiciera gozar se le estremecía el corazón y hacía que su sangre hirviera descontrolada. Esa revelación le causó un escalofrío a lo largo de su espalda. Sin embargo no se dejó decaer, si él la quería la conseguiría y si deseaba que fuera hacia él anhelante, también lo conseguiría. Todo ello no quitaba el hecho de que también quería que se arrepintiera de sus palabras antes dichas. Quería que se arrepintiera y ahora mismo la estaba preparando para ello.
Ella sabía donde estaba por el ruido de sus movimientos, pero todo esto la había desorientado de tal manera que no sabía que podía hacer. Sabía que estaba siendo observada y también debía recordar que estaba encerrada. Estaba sola y desamparada y a cada minuto se sentía más y más pequeña. En un momento dado, no supo cuanto tiempo fue que había pasado desde que entró en el cuarto, optó por las medidas drásticas, se desbrochó las sandalias con rapidez y se las lanzó con tan poca suerte de no darle. Shaoran miró como una sandalia salía por un lado de su cabeza y la otra al otro lado, se acercaba bastante, pero no lo suficiente, pero no podía negar que la muy desvergonzada tenía valor, estúpido en este caso, pero valor.
Shaoran se movió, mientras la observaba con cautela iba desabrochándose los botones de la camisa hasta que quedó su pecho al descubierto, se desabrochó los botones de las mangas también y se remangó, preparándose para asaltar sobre su presa. Dio una vuelta a su alrededor antes de dirigirse hacia ella. La japonesa retrocedió hacia el lado opuesto del que él se acercaba al oír su cercanía.
- "No te acerques a mi o…"- Amenazó, queriéndole advertir de que podría hacerle algo que sabía que no sería capaz de hacer y no por falta de ganas… Pero fue inútil pues el tono de su voz había salido tembloroso y débil. Todo lo sucedido abajo en el vestíbulo, en las escaleras, la había dejado sin fuerza ni voluntad para defenderse porque se había hallado tan débil e insignificante bajo él, que supo que no tenía esperanzas de vencer, aún saliendo muy mal parada de ello no tenía ninguna posibilidad de escapatoria.
- "¿O qué? ¿Qué me puedes hacer si no lo hago?"- Dijo en tono sarcástico pero frío. El hombre estiró el brazo para cogerle de la muñeca pero lo siguiente que hizo la mujer le sorprendió de sobre manera. Sakura, en un acto desesperado, le había cogido del brazo y velozmente le había dado la espalda, deslizando hacia atrás un pie firmemente, para luego, con un leve impulso, lanzarle por los aires hasta llegar al suelo. En el suelo, Shaoran aún no podía creer lo que ella acababa de hacer, la miró un poco perplejo. Aún en el suelo y con la llama de furia avivándose más a cada momento, estiró el brazo hacia ella, que intentaba escapar y cerrando su mano sobre su frágil tobillo, la tiró al suelo, sobre la alfombra. Sakura cayó boca abajo cuando sintió como unos dedos se cerraban sobre su tobillo impidiéndola dar un paso seguro hacia delante. Shaoran se levantó sobre sus rodillas y llegó hasta Sakura hasta quedar sobre ella, sus brazos a los lados de su cabeza y sus piernas a los lados de la parte inferior de su cuerpo- "¡Maldita sea! Eres endiabladamente rebelde. Cada día que pasa me haces afianzar más la idea de que realmente eres una caja de sorpresas"- Dijo en tono furioso pero sin el más mínimo enfado en él, de alguna manera le parecía divertida la absurda resistencia que presentaba Sakura, era imposible escapar y aún así, sabiéndolo perfectamente no cejaba en su empeño de doblegarse ante él. Era indignante, irritante, pero hacia que se excitara más. Una flor tan hermosa y delicada con unas espinas ciertamente mortales.
- "Pues ten cuidado no te vaya a pasar como a Pandora y descubras algo que no te gusta"- Dijo indignada y enfadada, aún en esa postura, ella boca abajo y el aprisionándola. Era humillante.
- "Eso lo descubriremos ahora"- El hombre bajó su cuerpo hasta rozarlo con el de ella, cogió el cabello que tapaba su cuello y lo apartó hacia un lado para hundir sus labios en su nuca y hacerla vibrar con un leve roce de sus labios. Shaoran alzó los ojos hacia arriba mientras que con sus labios seguía la línea de su cuello hacia su barbilla y luego bajaba hacia el otro lado donde se hundió en su piel, lamiéndola como a un caramelo y plantando pequeños besos. Sakura sintió que ese escalofrío la invadía de nuevo, con más fuerza que antes y la hacía sentir una extraña calidez en su estómago, que lentamente bajaba hasta un rincón donde jamás pensó que sentiría tan conscientemente cálido. Apoyándose con la mano izquierda, bajó la otra mano por el cuerpo de la joven, que dio un pequeño grito de sorpresa al sentirlo sobre la piel de su pierna y no sobre la tela de su vestido. Shaoran se apartó un momento y la miró con ojos divertidos- "¿No te gusta cuando te toco?"- Dijo en un susurro malicioso- "¿Acaso no gozas?"- Dijo con un tono presuntuoso.
- "No… claro que no"- Dijo escondiendo su rostro sonrojado mientras tragaba salida
- "No eres buena mentirosa ¿lo sabías?"- Susurró en su oído mientras con el pulgar, con la mano parada en su muslo, acariciaba su piel.
- "Apártate de mi y déjame marchar"- Dijo en tono acalorado pero firme, ignorando el comentario del chico y la mano en su pierna.
- "¿Me das órdenes?"- Dijo sin detener las caricias de su mano. Suave y lentamente pasaba su dedo sobre su muslo de arriba abajo, con dulce provocación- "No acepto órdenes de nadie, ya deberías saberlo"- Dijo con risa en su voz al ver que la joven apretaba los puños con fuerza, situados sobre su cabeza, se resistía a sus propios deseos y ciertamente sabía que la joven estaba empezando a excitarse, saber que después vencería era un aliciente que le hacía sentirse placenteramente bien.
- "Pues yo no pienso seguir jugando a tus malditos juegos"- Dijo intentando levantarse, pero el cuerpo de él sobre ella se lo impedía- "Apártate"- Decía Sakura ahora mordiéndose el labio inferior al notar que las caricias subían cada vez más, lentas, provocadoras y torturadoras.
- "De este juego no te vas a escapar. Tú me has hecho bailar a tu son como una marioneta obligándome a patear toda la ciudad en tu búsqueda. Ahora vas a sufrir las consecuencias de tus errores"- Dijo ahora con un tono más alarmante. El hombre seguía enfadado pero de alguna manera sintió que podía olvidar todo aquello si sentía la satisfacción de tomarla y hacerla solamente suya, se encontraba entre divertido y enfadado. No se atrevía a hacer nada absurdo, sabía que estaba enfadado con ella, pero parecía calmado y muy provocativo. Era el todo por el todo, no debía dejar que la siguiera viendo como a una niña sumisa.
- "Como me sigas tocando me volveré a marchar"- Amenazó, lo que provocó que el hombre se levantara un poco, dejando el espacio justo para darla la vuelta y dejarla con la cara mirándole a él.
- "¡Inténtalo si puedes!"- Dijo furioso e indignado, con el cejo entrecerrado, no alzó la voz en un grito, pero su voz parecía más intimidatorio que si gritara- "Antes de que vuelvas a escapar, prefiero encadenarte y enjaularte como a un pájaro si es que con ello evito que vuelvas a escapar"- Dijo casi en un grito, pero sin llegar a serlo.
- "¡Hazlo! ¡Vamos! ¡Hazlo y juro que te odiaré por el resto de tus días! ¡Solo maldeciré tu nombre como te atrevas!"- Dijo levantando la cabeza y gritando con la misma potencia que las palabras de su acompañante pero en un tono más alto.
- "Pues ódiame, no me importa nada si te tengo a mi lado. Puedes maldecirme, insultarme, despreciarme si quieres. No me importa nada si para retenerte junto a mi es haciéndote prisionera en una jaula. Márchate mientras puedas, pero te aseguro por mi nombre que no volverá a haber una segunda oportunidad. Esta vez no volveré a confiar en tus tiernas palabras, no pienso volver a confiar en una mujer que me oculta la verdad"- Sakura giró la cabeza entrecerrando la mirada, era como si hubiera adquirido interés en cierto objeto a su lado, pero claro, eso no era posible. Shaoran vio como el pecho de la joven subía y bajaba con fuerza. Bajó un nivel y en lugar de tener su cabeza sobre su cuello pasó a besar y saborear los huesos que sobresalían bajo su cuello. Sakura reaccionó ante su tacto y llevó sus manos a sus hombros para que se separara de él, Shaoran levantó la cabeza ante el ataque inútil de ella. Fue alzando el resto de su cuerpo y diestramente cogió una de sus manos al vuelo. Sin embargo no pudo evitar que la otra alcanzara su objetivo y le arañara. Una marca de uñas cruzaba el pecho del joven. El hombre cogió las dos manos e incorporó a Sakura sobre la alfombra, dejándola sentada con las piernas a los lados- "Parece ser que eres una gata con las uñas muy largas"- Dijo mirándose el pecho y sintiendo el leve dolor del arañazo que había dejado aquella felina. Las marcas de las uñas iban de arriba abajo de izquierda a derecha, empezaban cerca de su cuello, entre este y el hombro. No era una herida grave, pero al menos pasarían un par de días hasta que pudieran desaparecer.
- "Eso te pasa por hacer de mi un juguete cuando no lo soy"- Dijo con ojos amenazantes, como advirtiéndole de un gran peligro si continuaba haciendo de ella una muñeca. Movía sus manos entre la fuerte cadena que formaban las manos de Shaoran sobre sus muñecas. Shaoran soltó sus muñecas y cogió los dos brazos de la joven y los pasó detrás de su cuerpo, con una mano agarró sus dos muñecas y las sujetó con fuerza, volviendo a depositar el cuerpo de la joven sobre la alfombra con él encima de ella.
- "Entonces tendré que ser más severo contigo"- Ahora Sakura no se podía defender con las manos y notó como Shaoran la iba dando pequeños besos sobre el cuello una vez más, siguiendo la línea del cuello del vestido. El vestido que Sakura llevaba puesto era uno corto, de corte sencillo y de tirantes, de color verde y que se abrochaba por delante, parecía que se abrochaba con botones, pero en realidad se cerraba con ayuda de corchetes. Shaoran miró lo curioso del vestido y levantó la cabeza con una sonrisa en sus labios, de satisfacción y lujuria- "Parece que viniste preparada y envuelta solo para que yo pudiera abrirte"- Sakura se sintió arder entre las llamas del infierno, el calor de su cuerpo subía a cada segundo que pasaba, a cada beso que daba, a cada palabra que susurraba, si no fuera porque estaba sana podría jurar que se encontraba febril. Sí, febril de puro deseo- "¿Te gusta?"- Preguntó con tono burlón al saber ya la respuesta, pues se dibujaba en todo el rostro de la chica.
- "No"- Dijo con dificultad- "Otros hombres han sabido ser mucho más audaces que tu"- Dijo estremeciéndose bajo su mirada. Tal vez la había aprisionado pero no le daría la satisfacción de ser una esclava sumisa, no, jamás le daría ese gusto.
- "¿Otros hombres?"- Dijo con una sonrisa de cruel deseo- "¿Segura?"- Hacía solo un par de minutos deseaba tener sus manos en su cuello y apretar con fuerza, pero ahora deseaba otra cosa de ella. Había transformado toda la ira en pasión. Todo su enfado se había esfumado para transformarse en una primitiva lujuria que le empezaba a consumir desde el interior. Shaoran bajó su mano serpenteando sobre el tierno cuerpo de la japonesa hasta sus muslos y una vez allí empezó a subir por la parte interior acercándose peligrosamente hacia un territorio prohibido donde jamás nadie había estado antes. Sakura lanzó un suspiro y ante esa torturadora caricia flexionó un poco las piernas, todo en un acto reflejo. Shaoran la vio temblar más cuanto más se acercaba hacia ese inexplorado terreno, sonrió satisfactoriamente ante tal sincera reacción- "Entonces no debería ser nada nuevo para ti el sentir esta clase de caricias"- El hombre subió lentamente hasta llegar a la tela que separaba su mano de su objetivo. Su mano se deslizó sobre la tela hasta volver a llegar a la piel desnuda y una vez traspasada la tela volvió a bajar la mano, esta vez adentrándose en su interior, sus dedos se deslizaron sin dificultad. Ante ese audaz movimiento Sakura levantó la cabeza, abrió extensamente sus ojos y lanzó un grito.
- "¡No! ¡Detente!"- Shaoran no prosiguió y quedó detenido justo donde se encontraba. Sakura sentía que su pecho se encogía sobre su corazón y que sus sentidos se volvían locos. Tenía pleno conocimiento de la mano de Shaoran, tan impúdicamente puesta en ese lugar. Como ella había pedido no se movió, lo cual era un alivio porque no había proseguido con su avance y lo que a su vez era una tortura pues en ese lugar se estaba concentrando todo el calor de su cuerpo, sentía como la mano del líder la estaba abrasando.
- "¿Te he sorprendido?"- Dijo, burlándose de ella, con un implícito muy obvio, el cual era que también se estaba burlando de su anterior afirmación. Sakura cerró los ojos con fuerza, intentó centrar sus pensamientos pues se veían nublados por el calor de la habitación, también intentaba tomar el control de su propio cuerpo que al parecer se había escapado y tomado voluntad propia- "Las mentiras son peligrosas, mi pequeña Sakura… muy peligrosas"- La malicia en su voz era abrumadora, una voz ronca y seductora, que poseía una melodía que la embriagaba por completo. Shaoran pegó sus labios a los de ella y con su lengua empezó a explorar el interior de esa cálida y húmeda caverna. Ella se resistió y si Shaoran no hubiera sentido esa pequeña resistencia no hubiera sido un beso tan delicioso como realmente había sido en el momento que ella fue vencida. El beso fue esta vez intenso, pero no violento sino pasional. La joven japonesa fue arrasada por la fuerza de su pasión, una pasión a la que respondía con igual intensidad, un hecho del cual Sakura no era consciente, no supo cuando, no supo como, pero se dejó llevar por él, por los pasos que él marcaba y por el ritmo que el exigía.
- "No te he mentido, ha habido hombres más audaces que tu"- Dijo cuando él empezó a separarse de sus labios- "Pero nunca llegaron a nada"- Dijo con algo de vergüenza y pena- "Al parecer mis negativas les ahuyentaba"- Dijo Sakura con cierto deje de amargura, no es que hubiera deseado de ellos algo loco y desenfrenado ni tampoco un exhaustivo acoso, pero el hecho de que los pocos hombres con los que había estado anteriormente solo se hubieran atrevido a un casto beso era decepcionante para una mujer. Si no podía inducir el deseo de un hombre es que, ciertamente, algo fallaba. La paradoja era que ahora deseaba de Shaoran lo que de otros no había deseado, que cesara ese continuo avance tan avasallante que la empujaba a un rincón sin salida. El acecho de Shaoran era algo a lo que jamás se había tenido que enfrentar antes con otro hombre. Pero a lo que realmente tenía miedo era dejarse llevar por su pasión, dejarse llevar por ese torbellino sin control que le ofrecía y al final quedar devastada. Quedar sola. Y sabía con seguridad que eso era lo que iba a ocurrir. Ella se entregaría y él, al final, habría obtenido lo que quería y la abandonaría, la utilizaría para satisfacer su capricho y al final… ella acabaría con el corazón roto- "¿El corazón roto?"- Era absurdo, ¿verdad?- "¿Cómo puedo acabar con el corazón roto si no lo amo? Si apenas le conozco ¡Dios mío!"- Gritaba su mente desesperada. ¿De dónde había sacado tantas ideas sobre el amor? Shaoran no provocaba en ella ternura, ni un sentimiento apacible y cálido, porque así era el amor ¿no? Un sentimiento tranquilo y cálido el cual disfrutar eternamente y con el cual disfrutar con una persona y esa persona no era Shaoran, pues él la provocaba sentimientos confusos, una angustia que le apretaba el corazón y un ardor que la hacía sentir impúdica. La hacía sentirse como un ser lujurioso anhelante de algo más que besos. Todo eso la hacía sentir, pero jamás lo admitiría y nunca sería capaz de pedirle que le mostrara esa parte de su ser. Antes la muerte a dejarse caer a los pies de ese hombre.
Shaoran sintió algo que pensó que era alivio y júbilo. Era algo complejo pues no solía sentir tales sentimientos, lo dejó así, con esos nombres, más tarde ya descubriría que eran. Mientras los echó a un lado, olvidados en un rincón lleno de oscuridad. Desde la primera vez que la besó supo que Sakura era una mujer intacta, jamás tocada por la mano de un hombre. Pero no hablaba solo de su cuerpo, sino de su corazón también. Era una mujer que aún no había experimentado la sensación de ser parte de otro ser, ser invadida por otro ser y llevada hasta la culminación de la satisfacción, una satisfacción que era pecado que existiera, como era pecado que un ser virginal como ella descubriera.
Una de las reglas que Shaoran se había impuesto a sí mismo, después de una experiencia personal, fue tener prohibidas las relaciones con mujeres que fueran vírgenes, pues solían ser un gran inconveniente. Al final siempre se creían con cierto derecho sobre ti y cuando terminabas con la relación te cargaban con el peso de haber sido el culpable de haberse aprovechado de ellas, de haberles arrebatado la inocencia. También estaba el detalle de que eran muy torpes en la cama y siempre lloraban y berreaban cuando las arrebatabas su virginidad. Pero con Sakura tuvo un presentimiento, tenía la sensación, no, sabía que con ella sería diferente, por eso en ella... en ella no le molestaba ese detalle, ya que eso le aseguraba que jamás había estado en los brazos de otro hombre y que él sería el primero, el único y el último que la tocaría, que la besaría con tanta intimidad, que la acariciaría hasta volverla loca, el único que la tomaría. Sería suya, exclusivamente suya. Él sería enteramente dueño de su cuerpo y algún día sería el dueño de su alma, aunque en estos momentos no lo supiera en su subconsciente ya deseaba apoderarse de su alma y encadenarla a la suya por toda la eternidad.
- "Entonces has hecho bien al ahuyentarlos"- Shaoran bajó la cabeza hasta llegar a su vestido y con sus dientes empezó a separar lentamente los corchetes que impedían que pudiera apreciar la figura de su cuerpo.
- "¿Eso crees?"- Preguntó Sakura con ingenuidad. Shaoran sonrió, aunque aparentara ser fuerte, aunque en realidad fuera una persona con un carácter fuerte y difícil de dominar, aunque parecía ser alguien rebelde, seguía conservando esa parte ingenua que conoció el primer día que sus ojos se posaron sobre ella.
- "Sí, has hecho muy bien en ahuyentarlos"- Shaoran abrió el vestido entero y la mano que tenía libre empezó a subirla sobre su vientre, plano y liso. Sakura se sonrojó aún más al darse cuenta de lo expuesta que se hallaba.
- "Entonces haría mejor en ahuyentarte a ti"- Shaoran rió levemente y siguió con la mirada el trazo que seguían sus dedos sobre el cuerpo de la indefensa mujer que se encontraba bajo su poder.
- "No"- Shaoran bajó su cabeza a su vientre y le dio un beso suave y delicado- "Porque has estado esperando para encontrarte conmigo"- Le dio otro beso- "Y que yo te haga completa como mujer"- Sakura sentía como su piel se contraía allí donde él la besaba- "Y pienso cumplir con ello"- Shaoran la miraba extasiado, el rostro de ella mostraba ansía de más, suplicaba por más aunque ella siguiera intentado negarlo.
- "Eres un fanfarrón… Shaoran... Por favor..."- La chica no pudo evitar intentar que una súplica escapara de sus labios, una súplica de que parara con toda esa locura, pero sus súplicas para que se detuviera parecían más bien gemidos que exigían más. Su cuerpo la contradecía, su tono la contrariaba, su mente estaba nublada por las nuevas sensaciones y Shaoran no pararía porque estaba seguro de que ella deseaba eso tanto o más que él. Podía seguir suplicando y mintiéndolo pero eso solo hacía que él deseara con más fuerza el hacerla suya.
- "¿Por favor qué?"- Dijo con esa irritable sonrisilla de satisfacción.
- "Para"- Dijo retorciendo las manos detrás de ella.
- "¿Por qué sigues resistiéndote?"- Pasó su lengua desde la parte baja hasta llegar a su pecho, donde se encontró con otra prenda que le impedía el paso.
- "No quiero... que sigas"- La respiración le entrecortaba la frase, entre bocanadas de aire, como si el oxígeno no llegara bien a sus pulmones.
Shaoran solo podía reír por lo bajo, el disfrute de los susurros de su ángel era incontenible, un ángel en sus manos con las ansías de saborear el pecado, aunque su mente ahora se encontrara confusa su cuerpo reaccionaba a cada caricia, a cada beso que él le daba, su cuerpo no le podía mentir aunque sus palabras fueran otras. No encontraba castigo más placentero que verla reducida a un animalillo asustadizo. Su mano pasó a la espalda de la joven y allí la empujó hacia delante, hacia el cuerpo de él. La sentó sobre la alfombra y allí incorporada la siguió agarrando de las muñecas con una mano. Era una mano tan grande… y no era una mano suave, no era la mano de un poeta, sino la mano de un guerrero, de un hombre el cual trabaja con dureza. No sabía la razón de las manos callosas pero no le desagradaban, no le importaba que esas manos la tocaran porque aunque sus manos fueran rudas sus actos eran lentos y provocadores que invadían de calor cada poro por el que la cruel mano pasaba.
La mano que sujetaba las muñecas de Sakura empezaron a liberarla. Shaoran lo hizo con plena consciencia de que podría rechazarle y echarse a correr, pero por alguna razón… no… por una sola razón sabía que no le rechazaría, ahora ya no.
Deslizó la mano desde la espalda hasta delante, recorriendo su cintura. Su otra mano también se deslizó hacia delante quedando a los costados de su cintura y después sus manos fueron hasta los hombros de ella y delicadamente sacó las mangas del vestido por los brazos, haciendo que la prenda cayera al suelo. La observó durante varios minutos con la cara estampada en un tono serio pero apaciguado. Cuando al fin se decidió a moverse, el joven impulsó el cuerpo de ella hacia delante y la hizo sentarse sobre sus piernas.
Su cara se acercó a su cuello y lentamente su cuerpo se inclinó hacia delante mientras el de ella se arqueaba hacia atrás. Sakura rodeó el cuerpo de Shaoran con las piernas para tener un punto donde sujetarse.
El guerrero dejó su cabeza en el ángulo que formaban el cuello y el hombro y olió el cálido aroma de Sakura, un olor que había adquirido el aroma de la anhelante pasión. Shaoran deslizó sus manos hasta detrás de su espalda y allí encontró el broche de su sostén. El cual hábilmente supo abrir.
Siguiendo las tiras del sujetar subió hasta llegar a sus hombros donde deslizó la prenda hacia los lados. Sakura encogió los brazos para impedir que prosiguiera y protegerse de su mirada, que por primera vez observaba la piel desnuda de su pecho.
Shaoran no tuvo que emplear la fuerza para apartar los brazos de la joven pues fue casi como si esta se dejara llevar por él. Le quitó la prenda y la tiró a un lado. Sakura se cubrió con los brazos su pecho, pero sintió como la mano de Shaoran aferraba sus brazos y los apartaba con delicadeza e inmediatamente sintió su aliento sobre su piel. Su corazón dio un brinco y su rostro se sonrojó violentamente. Shaoran tocó el pecho de la joven y con un pulgar acarició el montículo de ese pecho que tan bien formado estaba. Era del tamaño adecuado para acariciarlo, ni pequeño ni grande, justo del tamaño para que su mano pudiera envolverlo con suavidad y calidez. Era de la medida adecuada para que él la tocase, como si hubiera sido formado exclusivamente para su deleite.
Sakura con el puño cerrado acercó su mano a su boca y se mordió el dedo índice encogido en su puño, intentando con este gesto acallar sus involuntarios gemidos. Shaoran la vio mortificada por esto y la volvió a alzar para besarla en los labios, apartó la mano que ella mordía en su boca y acercó sus labios a los de ella. Agarró entre sus dientes el labio inferior y tiró levemente de él para después, lentamente, besarla, en un movimiento que era un baile lento, un baile solo para dos, donde el mero roce de sus labios era la más dulce de las torturas.
Sakura se sentía desfallecer. Era plenamente consciente de que estaba sentada sobre las piernas de Shaoran, entre sus brazos y sin más ropa que una tela que tapaba la parte más íntima de su cuerpo. Por primera vez desde que era una niña y se había quedado ciega, volvió a ella el sentido del pudor.
Quedó ciega siendo una niña, donde aún no había adquirido la edad para darle la importancia que realmente se le da al aspecto físico en una mujer. Se crió entre la oscuridad donde la belleza no adquiría significado, donde lo bello no era lo que se veía sino lo que ella sentía, por todo ello jamás dio importancia a su propio aspecto físico, siempre vestía como quería, como más cómoda se sentía, no utilizaba productos de belleza excepto alguna crema para no tener la piel irritada, nunca se maquillaba y siempre se peinaba según su estado de ánimo. Su cara y su cuerpo eran un misterio para ella misma, la última vez que se había visto solo era una niña que comenzaba a desarrollarse como mujer.
Comía bien y adecuadamente, pero no sabía si era demasiado delgada o por lo contrario le sobraba algún kilo. Tomoyo le había dicho que era perfecta pero su palabra no era válida pues si era un monstruo horrible, su amiga seguiría pensando que era toda una belleza. Además… no sabía como le gustaba a Shaoran las mujeres, por lo que sabía de Lara, le gustaban las mujeres más bien rubias, de cara bonita, cuerpo explosivo y carácter un tanto caprichoso, algo que Sakura no era, justamente era todo lo contrario. Sakura era el epítome de una belleza apaciguadora, de sonrisa cálida, de cabellos castaños, de colores ambarinos bajo el sol, de mirada verde como el campo en primavera. Si Shaoran gustaba de mujeres como Lara, Sakura tenía pocas posibilidades de gustarle si a carácter se refería, porque en cuanto a físico no sabía si era de su agrado. Jamás, durante todos sus años de ceguera se había preocupado de su rostro, se había preguntado como podía ser pero no se había planteado la pregunta de si era bella o no y ahora Shaoran la hacía sentir como un ser horripilante e imperfecto, un ser indigno de él.
Todas esas preocupaciones la invadían sin sentido, sin coherencia para ella. Jamás había tenido que preocuparse por esas minucias y ahora de la nada su pensamiento estaba repleto de lo que antes consideraba banalidades de mujeres coquetas, presumidas y pomposas.
Otra cosa que había perdido con el tiempo era el pudor, al no preocuparse de su cuerpo no entendía las razones para sentirse avergonzada, en cambio ahora quería estar cubierta por la más gruesa de las prendas para tapar su cuerpo. Shaoran la hacía dudar, la hacía sentir insegura de sí misma, la convertía en un ser desconcertado e indeciso, algo que ella no era.
Shaoran la tocaba sin saber lo que ella pensaba. ¿Sabría ella lo mucho que la atraía? ¿Lo mucho que la deseaba? ¿Acaso era consciente de lo hermosa que era? Ahora que la tenía en su poder no sabía si después de saciarse por primera vez no necesitaría una segunda o una tercera o muchas veces más para quedar totalmente cansado de ella.
Sakura echó su cuerpo hacia delante hasta tocar piel con piel. Su cabeza se separó de la de Li y descendió hasta que su frente tocó el hombro de este. Su respiración era irregular y su pulso galopaba desenfrenado.
- "¿No decías que ya habías estado con otros hombres?"- Le susurró con malicia en su oído. Su cálido aliento acariciaba el lóbulo de su oreja haciendo que una repentina debilidad invadiera su cuerpo, agradecía estar sentada porque si hubiera estado de pie hubiera caído sobre el suelo.
- "Y no te he mentido"- Dijo con una hilo de voz tan fino y callado que si no fuera por la cercanía de sus rostros él no la hubiera podido escuchar- "Pero…"- Sakura no era tan ingenua, no era una niña pequeña que recién salía de la escuela al mundo real, simplemente…- "… Yo… jamás…"- Había vuelto a la mansión con la determinación de dejar claros ciertos asuntos, pero a cada minuto que pasaba, su firme y férrea determinación inicial parecía resquebrajarse lentamente hasta hacerse virutas. Con la simple acción de que sus dedos tocaran su piel, Sakura veía desmoronarse el mundo ante sus pies, tal era el caso que hasta sería capaz de vender su alma al diablo por solo una mirada suya. Lo que no sabía Sakura era que su alma no solo había sido vendida al diablo sino que su corazón había sido enjaulado por él y que su cuerpo estaba siendo amaestrado para convertirla en su esclava.
- "Jamás qué, Sakura"- Su voz sonaba con tono triunfante y divertido, el tono que tiene un presuntuoso disfrutando. Shaoran se mofaba de ella con ese tono, se burlaba de su debilidad y la convertía en un pequeño animalillo.
La joven japonesa tenía los ojos cerrados con fuerza hasta que sintió una de las manos de Shaoran recorrer su espalda, desde la parte inferior, un poco más arriba de donde sus posaderas terminaban, siguiendo el sendero que marcaba su columna, lento y tentador, percibiendo cada centímetro de su tez. La dirección que llevaba esa mano, que tenía de guía solo un dedo, era el infinito.
Sintió como una descarga electrizaba su columna y sin poder contenerse echó su cabeza atrás, tensando su espalda y alejándose de Shaoran quien pudo contemplarla una vez más. En el preciso instante que ella se alejó, él aprovechó para abalanzarse sobre sus labios y capturar su boca para devorarla, intentando inútilmente saciar su sed de ella, una sed que fue acumulándose todos estos días sin esa mujer a su lado. El beso de Shaoran fue profundo y desesperado, un beso con el que intentaba ahogar su sed como un hombre que vaga por el desierto intenta ahogar su sed cuando descubre un oasis de agua cristalina. Este hombre intenta beber más agua de la que le está permitida, con una desesperación desgarradora, como si toda su vida dependiera de ese líquido.
Sakura sentía como los labios de Shaoran se movían sobre los suyos con el objeto de comérsela, de consumirla por entero con solo un beso, feroz, como el de un lobo. Se volvió a separar de ella y con su lengua, lamió los labios de Sakura. La joven quedó con los labios entreabiertos y los ojos cerrados, tan perpleja estaba de la emoción que la embargaba que no notó que estaba otra vez expuesta ante él, desprotegida y vulnerable, sin mencionar desnuda. Solo se percató de su desnudez cuando Shaoran empezó a dibujar con su dedo un sendero que bajaba por su cuello. La joven sintió súbitamente como el calor se le subía a la cara y aunque ella no lo supiera, Shaoran se percató del intenso color de las mejillas de la joven, sonrió con satisfacción y un deje de arrogancia.
No podía esperar otra cosa de Sakura que no fuera una sincera reacción por parte de su cuerpo. Era lógico esperar que la joven se sintiera cohibida y tímida, no cabía duda alguna que mentía o eso, o era realmente una actriz consumada, lo cual descartó de inmediato, apenas la conocía, pero los días que había pasado con ella supo descubrir que la joven era insolentemente sincera, díscola, siempre con las defensas levantadas y preparada para atacarle y defender su orgullo, otra parte de su ser nuevo para él. En Sakura había orgullo, no se dejaba infravalorar y sobre todo no dejaba que la manejaran como las otras mujeres con las que había estado, por lo general esa cualidad en el sexo femenino prefería evitarla, pues el orgullo de una mujer puede ser por norma general muy molesto.
Una mujer orgullosa era por lo general una mujer virtuosa, en pocas palabras, solían ser muy estrechas, no se dejaban controlar y siempre provocaban peleas incoherentes donde su orgullo era lo que las guiaba. En pocas palabras, eran mujeres complicadas y que siempre traían los problemas consigo. Y por supuesto Sakura había traído sus problemas, hasta ahora le había causado más dolores de cabeza y amagos de infarto que placer, con otra mujer ya había conseguido satisfacer su deseo, pero con esta apenas había conseguido que suplicara por una caricia.
Otra palabra que definía a Sakura era misteriosa y sobre todo contradictoria, era una mujer dulce como pocas, inocente como ninguna, pero fuerte y rebelde, orgullosa y aunque ella no lo supiera podía llegar a ser seductora. Cualquier hombre que no estuviera ciego podía ver que tras esa inocente mirada había una mujer que dormía en un dulce letargo. Era duro, muy duro, pero sabía que si seguía insistiendo ella cedería, como ahora estaba comprobando, se dejaba guiar y sumergir, una vez que la amansaba con besos y caricias ella se entregaba.
Su primera decisión fue tomarla a la fuerza, le gustara o no a ella, la tendría y aunque esa decisión no había cambiado un ápice, ahora deseaba de ella una súplica, un gemido suplicante, anhelante por ser satisfecha y aunque muriera en el intento, que era lo más probable pues esa tortura era ya insoportable, conseguiría de esos labios esa súplica, lo conseguiría pues nada era imposible para él.
Con ninguna mujer había tenido que esforzarse para excitarla, no es que fuera el mejor amante del mundo, pero no se molestaba en satisfacerlas, para Shaoran las mujeres eran muñecas que debían darle placer, cuando una muñeca dejaba de ser interesante o excitante o satisfactoria las dejaba y buscaba una nueva, que supiera complacerle durante un tiempo, así era como quería a las mujeres, fáciles de adquirir, fáciles de manejar y fáciles de olvidar. Aún no podía comprender que fue lo que le atrajo de Sakura, era incomprensible saber que era lo que deseaba de ella. Era la primera cosa que se salía de sus planes, la primera mujer que le atraía de tal manera que casi le hacía perder la cabeza.
Shaoran bajó su cabeza sobre el pecho de la joven y lamió uno de sus pechos, Sakura sintió un estremecimiento y dejó escapar un suspiro, Shaoran levantó unos milímetros su cabeza y volvió a sonreír con petulancia, Sakura no se contenía, mostraba a Shaoran el deleite que le provocaba, no ocultaba su deseo pero tampoco se había decidido a acercarse a él y tomar cierta iniciativa, lo cual significaba que aún no estaba preparada y él no tenía inconveniente de enseñarla a gozar.
Sakura mostraba una pecaminosa sinceridad. Gozaba y no lo negaba, sentía pudor y no lo escondía. Sakura pensaba que disfrutar de tal manjar era una prueba divina, una prueba donde se le había presentado la tentación de la carne y debía evitarla, repudiarla. Sin embargo no lo haría, no podía, no dejaría escapar tal plato, tan dispuesto y apetitoso, prefería ir al infierno si así estaba predestinado, pero no dejaría de probar esa tentación que tan bien ofrecida se le había presentado, aunque le llevara a la eterna condenación, aunque su alma se perdiera por los siglos de los siglos, era algo que no podía evitar, pues era tal el gozo de esa pasión que parecía el paraíso. Y si para alcanzarlo debía renunciar al cielo, lo haría, lo haría muy gustosa, porque no encontraría otro cielo como las caricias de Shaoran.
Shaoran acercó de nuevo su rostro a su cuerpo y esta vez no se detuvo, saboreó el montículo de su pecho hasta que se irguió entre sus labios, cuando alcanzó su meta empezó a cerrar su boca sobre el pezón y con los dientes tiró levemente de él. Sakura llevó sus manos a los hombros de Shaoran y clavó sus uñas sin piedad sobre ellos. No es que le doliera lo que le estaba haciendo si no que sintió una sensación tan embriagadora que no supo hacer otra cosa sino agarrarse de lo más cercano y los hombros de Shaoran eran fuertes, lo suficientemente fuertes como para sostenerla. Si no fuera porque Shaoran la sostenía Sakura sentía que su cuerpo caería desfallecido. Estaba totalmente indefensa ante sus apasionados ataques, lo intentaba, intentaba recordarse que no debía rendirse, pero era tan duro y la tentación tan agradable que no tenía fuerzas para negarse.
Shaoran se separó y empezó a tantear con la mano el pecho que había degustado. Tan dulce había sido su sabor, toda ella era delicioso, desde sus labios hasta su pecho. Shaoran levantó la cabeza y por primera vez sintió los dedos de la japonesa aferrarse a sus hombros. No sintió el dolor, su cabeza estaba tan sumida en la labor que no lo notó. Mientras con una mano acariciaba su pecho, la otra fue deslizándose por la espalda hasta donde terminaba esta y empezaba a introducirse dentro de la tela, a su vez la pegaba más a él, haciéndole consciente de lo excitado que estaba. Sakura estaba tan pegada a su cuerpo que sintió el deseo de Shaoran donde sus piernas se unían y ella mismo sintió como esa parte de su cuerpo empezaba a arder. Era tan anormal lo que le sucedía, nunca su cuerpo había reaccionado de esa manera y deseando saber más de esa sensación apartó las manos de los hombros y las deslizó siguiendo el cuello de la camisa, hasta el primer botón. Se paró delante del primer botón y con manos temblorosas empezó a introducir sus dedos, acariciando la piel de él e intentando quitarle la camisa abierta. Después de todo no era justo que ella estuviera desnuda y él vestido. Aunque Sakura no lo supiera, lo que su mente intentaba razonar era solo el deseo que en ella residía, esa fútil excusa solo intentaba racionalizar sus actos, pues sino su mente no podía hallar explicaciones a todo ese torbellino descontrolado de emociones.
Shaoran, viendo que ella empezaba a tomar partido en ese juego dejó que ella prosiguiera su camino, acariciándole como ella deseara. Sakura había deslizado la camisa hasta los hombros y se acercó más a él hasta apoyar su cabeza en su cuello, reconociendo el aroma de su piel, de su cabello, de todo su ser. Shaoran apartó su cabeza, llevando la mano de su pecho a los cabellos de ella y tirando de ellos hacia atrás, para volver a asaltarla sin compasión. Mientras la besaba se fue quitando la camisa, primero una manga y después otra y con un tirón la lanzó a un lado. Puso las manos de Sakura sobre su pecho y la indicó que le tocara todo lo que ella quisiera, que le acariciara a placer, que disfrutara del contacto de su piel. Sakura fue tocando cada rincón, sus hombros, su pecho, su abdomen y lentamente fue bajando. Sakura se paró y Shaoran ahondó el beso introduciendo su lengua más a fondo, bailando a un compás más rápido, Sakura notó que todo su mundo se movía y no se percató de las manos de Shaoran sobre las de ella guiándola a la hebilla de su cinturón. Sakura se deshizo del artículo de cuero y se embarcó en la batalla de abrir el pantalón. Intentó retraerse pero Shaoran fue firme y puso sus manos en el botón del pantalón, Sakura abrió el botón y puso sus dedos sobre la cremallera. Se sentía escandalizada, se sentía arder en las llamas de la condenación pues estaba tocando una parte muy íntima de un hombre, una parte que jamás había tenido oportunidad de tocar. Shaoran vio que se había parado y mientras seguía besándola cogió la mano izquierda de ella y la puso sobre él, la hizo sentir lo deseoso que estaba de estar dentro de ella y Sakura soltó un grito ahogado entre su beso. Sakura notó calidez e inconscientemente empezó a acariciarlo sobre la tela. Ahora era él el que empezaba a sentirse ahogado. Podía ser tímida, pero en estos momentos pensaba que era muy audaz.
Detuvo la mano de Sakura porque seria muy vergonzoso acabar antes de haber podido empezar, ahora más alentado tumbó el cuerpo de Sakura y se puso sobre ella, la observó el rostro, encendido como una cereza, ansioso por alcanzar lo prohibido. Shaoran puso sus manos sobre las caderas de la joven y se dispuso a quitar la última prenda, ya no podía esperar más. Había encontrado la aceptación de ella, aunque no se lo hubiera suplicado no le importaba, su deseo era mayor a él. Estaba tan ansioso como un adolescente en su primera vez y por ello fue tal su frustración cuando oyó los golpes en la puerta de su cuarto. Los ignoró pero persistieron acompañados de una voz.
- "Xiaolang"- Shaoran entrecerró la mirada y prosiguió con la tarea, mientras Sakura empezaba a turbarse volviendo a la realidad- "Xiaolang"- Se detuvo y dejó escapar una maldición- "Sé que estás ahí, Wei me dijo que habías llegado"- Dijo con una voz casi cantando. Sakura, como si hubiera despertado de un trance se empezó a alejar de Shaoran con la cabeza gacha. Se puso sobre sus manos y piernas y a gatas se alejó sobre la alfombra, tapándose con las manos lo mejor que podía.
- "Mierda"- Murmuró al ver que su presa se escapaba de él una vez más. Miró a la gacela que antes había apresado a un par de metros de distancia. Apretó los dientes y los puños y soltó un retahíla de maldiciones por lo bajo. Levantó su cabeza para mirar con furia la puerta de madera que se interponía entre él y la persona al otro lado.
- "Xiaolang, es importante"- Y esperaba que realmente lo fuera porque sino en esos momentos habría un homicidio.
Shaoran se levantó de la alfombra y cuando estuvo de pie notó cierta incomodidad, al parecer debía empezar de buscarle la parte placentera a las duchas frías. Shaoran cogió del suelo la camisa y se acercó a Sakura, se agachó delante de ella que parecía algo perpleja, no asustada como había pensado, pero si perpleja. Pasó sus manos detrás de ella con la tela entre sus dedos y puso su camisa sobre sus hombros. Sus dedos se alargaron a su cuello y apartó los cabellos de la joven que dio un respingo al notar sus dedos rozándola. Shaoran se levantó de nuevo y se puso a un lado de ella, pasó sus brazos bajo sus piernas y su espalda y la levantó sobre el aire. Sakura dejó escapar un grito de sorpresa y mientras él caminaba ella notó como el calor desaparecía para reemplazarse por el aire fresco del cuarto. Después sintió que la bajaba y como su cuerpo se sentaba sobre un lugar mullido y algo frío. Sakura supo que Shaoran la había llevado a la cama y se había dado media vuelta. Inmediatamente oyó como este iba a un lado del cuarto y después a la puerta. Metió la llave en la cerradura y la giró. La joven se tapó el cuerpo con la tela de la camisa sin abrocharse los botones, en esos momentos su mente no razonaba muy bien.
El joven abrió la puerta con cara de pocos amigos y con el entrecejo fruncido.
- "Tu vida depende de lo que me vengas a decir, Eriol, y esta vez no me lo pensaré"- Sentenció con un rugido. El joven de gafas y pelo oscuro estaba frente a la puerta con su típica sonrisa y su irresistible encanto que tan pocas personas soportaban.
- "Creo que mi vida puede ser muy bien arriesgada por esto"- Shaoran intentó escudriñar la sonrisa del joven pero solo pudo entrecerrar más la mirada, receloso. Su cara era el semblante de la afabilidad, pero después de tantos años sabía que ciertos rasgos de su faz cambiaban según la seriedad que realmente escondía el asunto. En esos momentos todo su ser le decía que Eriol le había interrumpido por algo verdaderamente importante, sus ojos no tenían ese brillo tan juguetón y había cierta arruga en su sonrisa, signo de que era una sonrisa forzada. Se conocían muy bien los dos, por nada era Eriol la persona que estaba siempre a la sombra de Shaoran, si las circunstancias hubieran sido otras quien hubiera predicho lo que hubiera pasado.
- "Te veo muy seguro de tus palabras"- Le advirtió Shaoran ante su exagerada confianza. Esa forma de hablar le confirmaba que fuera lo que fuese era algo importante.
- "Una dama siempre es importante"- Dijo Eriol ahora con un tono suave y templado. A ese comentario Shaoran percibió que el interés de Eriol se había dirigido hacia otro lugar. Sakura que estaba sentada sobre la cama, el pelo revuelto, solo con la camisa de Shaoran, era ciertamente un paisaje que había llamado la curiosidad de Eriol. El joven fue descarado y no fingió su abierta curiosidad haciendo un movimiento de cabeza para mirar al interior del cuarto. Shaoran le fulminó con la mirada y se movió hacia un lado, interponiéndose entre el inglés y el objeto de su curiosidad. Eriol se encontró frente a frente de nuevo con el rostro de Shaoran y sonrió ampliamente. Una oportunidad jamás podía ser desperdiciada, y Eriol era de los que se aprovechaba de esas mínimas oportunidades.
- "Ahora voy"- A Eriol no le dio tiempo a contestar porque se encontró con la puerta en las narices. Había cerrado la puerta con energía pero con control, que apenas el ruido demostró lo verdaderamente irritado que estaba, apenas se escuchó el clic de la puerta al cerrarse. Tenía la boca abierta y los ojos brillantes de diversión, ahora que había pasado el peligro podía volver a su hobby favorito. Se separó de la puerta y se marchó hacia las escaleras.
Shaoran empezaba a familiarizarse con este nuevo estado de ánimo, la ira. Había tenido sus arranques en su más tierna juventud, después pasó a controlarla para transformarla en fría calculación y ahora volvía a tornar a ese débil sentimiento. Debía de despejarse, controlarse, debía calmarse y pensar fríamente, era habitual que Eriol jugase con él, era algo natural en él, pero jamás había dejado arrastrarse por sus juegos, hasta ahora. Se pasó una mano por el cabello echándolo hacia atrás y la cerró sobre su cabellera, reflexionando.
Eriol siempre había sido un maldito cínico, eso era un punto con el que compartía con él. Los dos miraban al mundo con cinismo y desprecio, creían que el mundo estaba siendo controlado por criaturas débiles y patéticas las cuales no estaban allí sino para ser controladas y manejadas con látigo y mano de hierro. Algún día llegaría el día con el que se haría el poder de todo y donde el mundo se rendiría ante él, ante los fuertes, entonces todo estaría bien, todo estaría bajo su poder y nada más volvería a ser contrario a su voluntad. Eriol sin duda compartía su visión, siempre le apoyó a pesar de todo, aunque era irritante siempre había sabido que Shaoran era el que debía ser el líder para guiar al clan.
Shaoran desechó todos esos pensamientos y frunció el entrecejo al recordar la insolencia de él. Por mucho que llegara a considerarle una gran ayuda, jamás toleraría que si fijara en una de sus mujeres, era una regla de oro, jamás inmiscuirse con la mujer del jefe, ni tocarla, ni siquiera mirarla. Debía recordar tratar ese asunto con Eriol más tarde. Shaoran olvidó todo aquello y se dirigió hacia su armario, había quedado parado demasiado tiempo y él no era persona que se dejara sumergir en sus pensamientos a no ser que estuviera a solas y efectivamente no estaba a solas en esos momentos.
Shaoran levantó la cabeza y observó a Sakura que estaba en la cama. Estaba aún colorada, ahora al menos respiraba con más normalidad. La camisa de Shaoran le tapaba apenas las piernas, las mangas le eran grandes y por si fuera poco ni siquiera se había abrochado los botones. ¿Es qué le estaba provocando a propósito? Tenía los cabellos sueltos derramándose sobre sus hombros, algunos mechones tapaban la parte izquierda de su rostro. La joven tenía las piernas una a cada lado y las manos entre los muslos, agarrándose a la colcha de la cama con dosel. Tenía la cabeza ligeramente gacha y temblaba ligeramente.
Shaoran se pasó nuevamente la mano por los cabellos parándose delante del armario. Parecía una niña pequeña, temerosa de algo que acababa de descubrir, era tan grande la tentación de enardecerla de deseo, de hacerla suplicar por él que ahogó una exclamación. Debía dejar de ser tan necio, se estaba dejando llevar por la lujuria, por la lujuria hacia esa mujer que no tenía las habilidades femeninas de las que estaba acostumbrado a encontrarse. Él era el descubridor, el maestro y el guía que le enseñaría a conocer las artes del sexo y aunque era asombroso, ese aspecto le hacía sentir un sentimiento de anhelo.
Sakura estaba avergonzada, era imposible que se hubiera dejado llevar de esa manera, como si fuera una… una… mujer cualquiera. Se había dejado domar como si no tuviera moral, como si no fuera más que una mujer de la calle, incluso peor. Había perdido los papeles, se había dejado llevar. Se había resistido, pero al final había cedido ¿Tan débil era su fuerza de voluntad? ¿Acaso no podía haber resistido con más ímpetu? Sabía que sí, que podía haber resistido, pero no quería, en el fondo de su alma lo sabía, le deseaba con tal fuerza que era abrumador. Era algo más que deseo, esa fuerza que tenía, ese poder que tenía sobre ella, le atraía. Era un hombre fuerte, dominante, testarudo, con una fuerte opinión vejatoria del papel de un mujer y… Dios… tenía tantos deseos de hacerle ver lo contrario, de hacer que su corazón se abriera, porque sabía que todo esto residía en su corazón. Pudo notar que era desconfiado, reticente y controlador, le gustaba que todo estuviera en orden y que ese orden fuera impuesto por él. En ese aspecto, era muy parecido a Sakura. Los dos ansiaban por dominar todo lo que les rodeaba. Sakura quería controlar su destino, agarrarlo para que no volviera a ir en su contra, pero ella había aceptado a que esa empresa jamás lo lograría sola, había aceptado la compañía de su prima y amiga, en cambio Shaoran… el era solitario. Sakura se sentía atraída por su soledad, era como si su alma clamara por libertad, clamara por algo que no podía alcanzar y ella deseaba estar ahí para darle la mano y entonces descubrir como era realmente él. Tenía la absurda idea de que en su corazón había algo cálido, amurallado por paredes de hielo.
Shaoran se volvió hacia el armario abrió las puertas y empezó a sacar la ropa de él. Una camisa limpia junto con un conjunto de pantalones y chaleco. El conjunto era de color grisáceo, un gris oscuro, como el color de su alma, negra, en penumbras. La ropa siempre pulcra, bien planchada y limpia. Shaoran cogió las prendas y se dirigió a la cama. Las dejo a los pies de esta y se acercó a Sakura, se quedó parado mirándola, era tan tentadora… cerró los ojos y dejó olvidado ese pensamiento, si seguía obcecado con esos pensamientos su salud mental peligraría y también su salud física, no había nacido para vivir en santa castidad como un monje, eso podía jurarlo ahora. Se volvió y marchó hacia el cuarto de baño.
Sakura oyó como el agua corría por el grifo, levantó la cabeza ante el sonido. ¿Se iba a duchar ahora? Al parecer iba a cambiarse de ropa porque había oído antes el revoloteo de la ropa. Un escaso par de minutos después dejó de oír fluir el agua.
Shaoran se sintió algo mejor, pero decidió que o empezaba a remediar ese problema o se tendría que resignar a las duchas frías, que con toda seguridad jamás llegaría a habituarse. Vio a Sakura con la cabeza levantada y tuvo que contenerse nuevamente. Se acercó a la cama y cogió la ropa.
Sakura oyó el sonido de la tela otra vez, era un sonido suave y delicado que susurraba en su oído. Era evidente que Shaoran se estaba cambiando de ropa y fue entonces, solo entonces, que se percató de la idea. Tuvo consciencia de que Shaoran estaba desnudándose descaradamente delante de ella. Tampoco es que fuera nada alarmante, pues ella no le podía ver, pero ante solo esa idea… Entonces se preguntó si hubiera importado si no hubiera sido ciega y esa pregunta tornó rumbo a… ¿Cuántas otras mujeres le habrían visto cambiarse? Y sin darse cuenta se enfurruñó por esa idea. Un ardor en su interior empezaba a formarse, antes solía apenarse por la idea de él y sus anteriores mujeres… pero esta vez se sintió… enfadada. Pero no debía sentirse así, él no la debía nada al fin y al cabo. Tan pensativa estaba que no sintió un peso apoyarse sobre la cama y hundirse en el colchón.
Shaoran se sentó en el borde y se quedó en la cama observando a la mujer que había dejado en ella. Aún no había olvidado lo que Sakura había hecho, podía haberse dejado llevar por la pasión del momento, pero seguía furioso con esa indómita mujer. Aprendería a obedecerle, tanto por las buenas como por las malas. Alzó la mano con el cejo fruncido y cogió las puntas de sus cabellos. Se los acercó a la nariz y respiró profundamente. Sakura se mantuvo quieta en todo momento. Shaoran avanzó un poco sobre la cama, aún con los cabellos entre sus dedos.
- "Aún no he terminado contigo"- Sentenció Shaoran con una promesa, pero una promesa muy peligrosa.
Ella sabía que no solo se estaba refiriendo a su apasionado encuentro antes de que fueran interrumpidos. No, había notado su tono de voz comedido y calculado, había notado que ahora volvía a mostrarse distante, no había duda que seguía enfadado con ella y sospechaba que Shaoran era del tipo de personas que jamás perdonaba y que por el contrario castigaba. Aún con todo eso no escaparía de él, aceptaría las consecuencias de sus actos, como había hecho de pequeña, no huiría, jamás volvería a escapar de la realidad, esta vez sería fuerte, esta vez sí alcanzaría su objetivo, habían pasado 15 años, pero los recuerdos eran tan vívidos como si hubiera pasado solo unas horas. Había querido olvidar, después de haber quedado ciega había bloqueado esa parte de su pasado, esa sombra que siempre la perseguía, esas pesadillas que la acosaban, las había olvidado, pero ahora sabía porque estaba en Hong Kong y era para cumplir su promesa y el pacto de sangre. Un pacto irrompible y perdurable por los siglos de los siglos.
Shaoran se acercó a Sakura y oprimió sus labios sobre los de ella como el sello de su promesa. Seguidamente el hombre marchó hacia la puerta y tras cerrarla metió la llave en la cerradura, Sakura se percató del ruido y corrió hacia la puerta, tropezando una vez en el camino con la alfombra, pero sin caer sobre ella. Estampó los puños contra la puerta y empezó a golpearla y a gritar, pero no oyó nada. Sakura se enfureció y le dio una patada a la puerta, cometiendo un gran error pues estaba descalza. Lanzó varios improperios y finalmente se rindió. Apoyó su frente en la puerta.
- "Maldito hijo de…"
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Shaoran observó mecerse las llaves de un lado a otro y se las guardó en el bolsillo del chaleco. Caminaba con serenidad y calma. El estilo de su vestimenta era formal, como siempre, pero que después puesto en su cuerpo daba la sensación de menos seriedad, siempre con la camisa fuera y el primer botón de la camisa desabrochado, el chaleco sin abrochar. Era su estilo, ropa formal, aspecto serio, cara de póker, pero la vestimenta un tanto desenfadada, como su edad marcaba, joven, pero firme y serio y jamás utilizaba corbata, a menos que fuera imprescindible.
Bajó las escaleras y le dijo a Wei, que esperaba abajo, que Sakura estaba encerrada en el cuarto, que la tuviera vigilada, no podía esperar sino alguna que otra triquiñuela de la japonesa.
- "¿Y Tomoyo?"- Fue en ese momento que apareció Eriol desde las escaleras, bajando también. Shaoran observó al joven inglés y notó algo en su rostro. Ya no hacía falta que le dijeran donde estaba Tomoyo. Eriol supo lo que observaba su primo y Wei y solo sonrió.
- "Un pequeño percance"- Dijo encogiéndose de hombros y rebajarle importancia al asunto. Se pasó la mano por la barbilla y notó cierto dolor en su mejilla. ¿Quién decía que las mujeres no pegaban duro? - "¿Y tú?"- Shaoran bajó la mirada hacia donde observaba Eriol y vio las marcas que Sakura había dejado antes cuando le arañó.
- "Espinas"- Contestó el chino. Eriol solo sonrió de nuevo.
- "La dama espera en la sala"- Dijo Eriol. Shaoran caminó hacia su derecha pero entonces se percató del rostro de Wei. El hombre estaba inquieto y que decir que se le notaban las arrugas más de lo normal. Pasó al anciano y marchó al cuarto donde la misteriosa dama esperaba- "Esto va a ser muy divertido"- Shaoran levantó una ceja ante el comentario de Eriol. Si para él era divertido apostaba que para Shaoran no lo iba a ser tanto.
Shaoran llegó delante de las puertas del saloncito y las abrió sin darse a presentar antes. ¿Para qué? Él era el dueño y señor de la casa. En un principio no vio a nadie en la sala hasta que alguien se alzó detrás del alto sillón que daba la espalda a la puerta. Vio unos largos cabellos negros. Caminó rodeando a la dama hasta quedar detrás de uno de los sofás de dos plazas. Su rostro se tornó extremadamente serio y sombrío. La mujer le miró levemente de perfil con la pose siempre erguida. Eriol avanzó por el otro lado, con una sonrisa en los labios. Sin duda, la cosa se ponía cada vez más interesante.
- "Te estaba esperando"- Fueron las frías palabras de la mujer.
N. de la A.: Al fin!!!!!!!!!! Un S+S!!!!!!! No se pueden imaginar lo q me costó escribir este S+S!!! 3 veces!!!! Dios mío, si pudieran ver la primera versión verían que era espantoso, menos mal q mi 'ayudante' me hizo reafirmarme en q la escena era patética, me salió muy… poco de mi estilo :P.
Gracias x esperar tanto (debo decir q + del 90% del fic estaba listo 3 semanas antes, pero por cuestiones personales (mucho lío) he tenido que ir lenta escribiendo las últimas págs) y dejen sus comentarios sobre este cap, que siempre se agradece saber si los S+S son aceptables o no (así voy tanteando para el tan esperado cítrico XD)
Pero vayamos al grano… Sakura está de vuelta, pero… ¿Cómo volvió? ¿Terminó con lo suyo? ¿Volverá a fugarse? Y Eriol… ¿Q le pasó a su mejilla? Y Meiling… Pero q pena de vida, pobrecilla… ¿Y esas flores? ¿De quién serían? ¿Y el hombrecillo nuevo? El de los juegos ¿Q andará tramando? ¿Y esta mujer tan misteriosa de la salita? ¿Quién es? Por todos los dioses!!!! Tienen razón al decir q los dejo en suspenso… No pensé q habría tantas preguntas… Aps!!! ¿Y cuales son las flores que le enviaron a Meiling? ¿Alguien las conoce? XD.
Aviso: NO VOY A ACORTAR LOS CAPS DEL FIC!!! Me indigna q me digan q los acorte, ¿Saben lo q me cuesta solo dejarlos tan cortos? Podría tirarme más páginas!!!! No quiero ser borde, ni nada, pero si les parece largo pueden dejarlo a la mitad y leerse la otra mitad al día siguiente, pero por nada acorto el fic. Sería muy complicado y a la larga sería peor pues tendría los caps más cortos pero tendría q hacer más caps y seguramente tardaría igual y leerían menos. En fin… solo aclarar que para nada me sigan pidiendo eso, por favor, siempre que me pidan algo, q sea razonable, xq esto no lo es. Yo cuando tengo q dejar de leer un libro para hacer otras cosas lo dejo a medias T_T. No es tan complicado.
Thanx por leerme!!!! Y por todos esos reviews!!!!
240!!!! Lloro de la alegría, realmente no me lo merezco. Arigato Gozaimasu!!!!! Muchas, muchas gracias por leer este fic!!!
Para cualquier actualización o avances de los fics miren mi BIO o contacten conmigo a eternal_phoenix_light@yahoo.es
Zai Jian
