Disclaimer: Este fic es mío, pero los personajes empleados en él son propiedad de las Clamp, de su manga Card Captor Sakura.
Este fic no es acto para gente inmadura, de sensibilidad excesiva o poco tolerante a las escenas de violencia o subidas de tono, por los futuros caps que vendrán, gracias.
- "Conversaciones"
"Pensamientos"
Sueños o recuerdos
Cambios de escenario
Una Flor En La Oscuridad
Capítulo 15: Llagas
By: Kalyna (Kassy99)
La dama que se encontraba delante de ellos se erguía en toda su plenitud. Con el porte y el esplendor de una reina se mantuvo dignamente erguida ante los dos jóvenes. Siempre había sido una dama, eso era indudable, ya desde la cuna había sido una de las mujeres más virtuosas que podía pisar la faz de la tierra. Proveniente de una de las familias más poderosas y antiguas de toda China su porte aristocrático era tan natural que era evidente que había nacido con él, que era algo que estaba entrelazado en la línea de ADN de su sangre.
Su familia estaba arraigada en las altas esferas de China desde la ancestral dinastía Sui,pero fuedurante la dinastíaTang cuando obtuvo mayor poder e importancia. El hombre que dio trascendencia a su apellido, el auténtico fundador del nombre de su familia fue alguien muy inteligente, era lo que se clasificaba un hombre de letras y una persona muy observadora, un hombre que supo estar al lado del general Yuan Li, cuando este se levantó contra el dirigente en su peor momento, un hombre que supo ver que ese joven aprovecharía el momento de rebeliones para hacerse con el poder. Este hombre, Yang Tseº, pudo ver en Yuan Li, el que más tarde sería conocido como el emperador Gaozu, su poder interno, su destino como conquistador y dirigente. El antepasado de esta dama, Yang Tse, fue uno de los ministros de su gobierno, el hombre que siempre estaba detrás del emperador tras sus mandatos y el que supo guiar tras la palabra del emperador todos sus mandatos. A partir de entonces el apellido Tse fue uno de los más reconocidos por su antigüedad histórica y su influencia política en la actualidad, pero no de los más apreciados.
La dama, además, tenía lo que llamaban 'sangre azul' corriendo por sus venas, ya que un difunto descendiente de Yang Tse, fue primo tercero de uno de los emperadores, ahora mismo no sabría de cual de ellos, pero eso era algo que en realidad no importaba. Después de todo, solo contando la maravillosa historia de su familia, de lo allegados que fueron con los sucesivos emperadores, con sus títulos y por simplemente haber sobrevivido a todos los golpes de estado a lo largo de la historia y jamás ser declarados traidores, ya era de por si un gran logro.
No, uno no podía olvidarse de donde descendía esa mujer. Debía de ser evidente en su clásica forma de comportarse, siempre tan impasible y fría, siempre tan superior, con su mirada siempre mirando por encima de ti, como si estuviera siempre mirándote desde lo alto de una interminable escalera, como si en vez de andar como cualquier mortal, flotara sobre ellos. Era una mujer con orgullo y arraigada a las anticuadas normas, una dama que hacia sentir escalofríos a cualquier persona. Shaoran pensaba que esa mujer le recordaba a su madre, pero su madre tenía un cierto aire muy diferente rodeándola. La diferencia era que en esa mujer se podían ver y esperar todos sus movimientos, siempre podías saber como actuaría, en cambio su madre era tan sutil y tan impredecible que nunca sabías si quería ayudarte o simplemente te estaba guiando hacia tu perdición.
Shaoran caminó hasta quedarse frente a frente con la mujer. Su forma de vestir era sobria y de colores apagados. Vestía como siempre había vestido, con un vestido típico de corte antiguo, de mangas largas y falda larga, con el corte del lado de la pierna discreto y con unos dibujos que manifestaban el símbolo de su clan, el dragón. De negro riguroso, tras la muerte de su esposo no había otro color en el armario de la mujer, bueno, exceptuando algún gris y marrones muy oscuros, aunque si lo pensaba bien, nunca la había visto vestir de otro color, aún cuando su marido vivía. Aún a pesar de los deprimentes colores, la mujer vestía con un vestido tradicional muy hermoso en su diseño, con un bordado en el cuello, las mangas y el final de la falda con hilo de plata, tenía un gusto deprimente con los colores pero era innegable que le quedaba como un guante, complementando su actitud y su helada belleza.
El inglés por su parte fue más lejos y se fijó en otros detalles de su persona. Los años podían haber pasado por ella, pero eso no marchitaba su belleza. El vestido no tenía nada revelador, era de corte modesto, nada llamativo y sobre todo era recatado, ni tan siguiera revelaba nada de los brazos exceptuando sus blancas manos y no hacia tiempo como para ir tan bien tapada. La calidad de la tela no podía quedar atrás, seda finísima, de la mejor calidad. Por último estaban los zapatos, de color también como la noche, sencillos y sin adornos. En toda esa mujer no había adornos a excepción del prendedor del cabello y un anillo. Si llevaba algo más debía de ocultarlo muy bien pues no era apreciable a simple vista.
Siempre había sido una mujer con gustos muy insulsos, elegantes, sin duda, pero muy insulsos. Era realmente una mujer muy apagada y a decir verdad, cada vez que la veía, la observaba más y más apagada, como el fuego de la llama de una vela que va consumiendo la cera hasta quedarse sin más mecha donde prender su llama.
Sus facciones eran las clásicas del prototipo de mujer china con clase. De nariz recta, ojos grandes y boca carnosa, sin una pizca de color en su piel, blanca como la leche, de cejas finas y pómulos lisos, era una mujer que casi podía pasar por un muñeca de porcelana, pero lo único que podía llamar la atención de la gente, si es que era muy observadora, era la disparidad de su personalidad con los ojos, castaños prácticamente carmesíes, del color del fuego, algo que no concordaba con la actitud de 'La Viuda de Hielo'. Sus ojos mostraban pasión pero su corazón era un témpano imposible de deshielar.
Shaoran Li la miró con tranquilidad y se mantuvo de pie mirándola a los ojos, la mujer no dio indicios de ninguna clase de sentimiento, ni indignación, ni enfado o de rencor, no disimuló ignorancia hacia la marca que se apreciaba cerca del cuello del joven, por su mirada pudo ver una mirada reprobatoria, pero solo durante un leve instante, después volvió su mirada hacia el joven sin emitir ningún sonido, ni dejar entrever ninguna opinión en su mirada.
Esa mujer era una artista a la hora de disfrazar los sentimientos, sin duda se había ganado el apodo que de pequeños la pusieron, 'La Dama de Hielo', ahora, tras pasar el tiempo y tras quedar viuda su podó pasó a ser, 'La Viuda de Hielo', la impertérrita e inamovible mujer que no movía un músculo ni tras la pérdida de su esposo, al que, según malas lenguas, había celebrado su partida, si es que esa mujer sentía alegría para poder ser capaz de celebrar algo. No movió un músculo cuando perdió a una de sus hijas y jamás perdió ni una sola lágrima cuando recibió la noticia de la pérdida de su hija y años después la de su marido.
La mujer mantuvo la mirada fija, sin la menor intención de analizar al joven delante de ella, después de años sin hablarse y mucho menos verse no tenía ni la más mínima curiosidad de ver en que joven apuesto se había convertido Shaoran. Si hubiera sido el hombre más horripilante que hubiera visto tampoco le hubiera importado. Nadie se movió ni un milímetro tras lo que parecieron horas, que en realidad fueron minutos, y tras un sonido del exterior del cuarto cada uno tomó una nueva posición. La dama se sentó nuevamente, con las manos unidas sobre su regazo, las piernas cruzadas, una puesta detrás de la otra y la espalda erguida, dando en claro su posición de respeto, no lo pedía, sino que lo exigía como derecho propio. Shaoran se sentó resueltamente en el sillón de enfrente, con la espalda apoyada en el respaldo del sillón, las piernas separadas y las manos en los apoyabrazos. Eriol por su parte se sentó en el sillón de dos plazas que había a la izquierda de su amigo, se sentó silenciosamente observando a los dos y se apoyó tranquilamente, como si estuviera observando una partida de un juego muy entretenido.
- "¿A qué debo agradecer vuestra visita?"- Rompió el silencio Shaoran.
- "A tu ineptitud"- Casi se olvidaba Eriol. Esa mujer no tenía descaro con su lengua, era más venenosa que las serpientes y tenía muy pocos escrúpulos a la hora de criticar o insultar y que decir de su brusquedad, era una dama, pero tenía unos modales que distaban mucho de lo educado. Ni tan siquiera se había dignado a un simple 'Buenas tardes' o un más escueto 'Hola', después de años sin verse era lo mínimo ¿verdad?.
- "Veo que vuestra lengua sigue siendo igual de afilada que hace unos años"- Shaoran no iba a ser menos, la discordia entre ellos residía en la misma existencia de Shaoran, lo cual no podía solucionarse hasta que este muriera, algo realmente complicado.
- "Y veo que tu incompetencia ha aumentado tras estos años"- Sin duda esa mujer no tenía pelos en la lengua. No podía clasificársele de mujer tímida. Eriol vio el juego de palabras y pudo ver que aunque le provocaran Shaoran seguiría dirigiéndose a ella con respeto, por ser la viuda de su tío y una persona de su familia de mayor edad. Eriol no pudo evitar una sonrisa. Las cosas estaban torcidas ya que la que debía mostrar más respeto era ella, pues Shaoran era de mayor rango dentro del clan.
- "No veo de que se puede quejar, no veo que algo vaya mal y si así fuera, estoy lo suficientemente capacitado como para solucionarlo, pero se me olvidaba, a usted no le incumbe en nada como dirija yo mi clan"- Remarcar la palabra 'mi' con un tono más duro no empequeñeció a la dama.
- "Por algo estoy aquí hoy, si no jamás me molestaría en volver a tener que estar en tu presencia"- Cuando Eriol la había visto, esta no había pronunciado ni un palabra excepto la necesaria para darle a entender que necesitaba ver a Shaoran. La mujer había entrado sin invitación, como si fuera lo más natural del mundo, le indicó que fuera a buscar a Shaoran y le pidió a Wei que la llevara a una salita con un té, todo esto con la actitud de la señora y dueña de la casa.
- "Ahorrémonos esta tortura, resuma y márchese lo antes posible"- Dijo Shaoran apoyándose en su codo derecho.
- "Primero está el asunto de las casas con el clan Tigre"- Eriol miró ahora a la mujer, seguramente lo que tenía que aportar era interesante- "Es imperdonable tu comportamiento. No se puede llegar delante del líder del clan, amenazarlo y salir dejando un cuchillo clavado en una mesa con su mano entremedias"- Sin duda sus informadores eran fuentes muy habilidosas, no era posible que Xe Ming hubiera pregonado que Shaoran le hubiera clavado un cuchillo en la mano.
- "Pero funcionó. Ya no hemos tenido más percances con él"- Eriol sonrió. Shaoran también podía ser mordaz con su lengua.
- "Podemos tener problemas con el Consejo del Pacto si utilizas esos métodos para arreglar problemas con otros clanes"- Inquirió la mujer.
- "Xe Ming era el que hubiera tenido problemas si hubiera persistido en sus ataques. Si hubiera esperado a tener audiencia con el Consejo hubiera tenido que reunir pruebas acusatorias contra el clan Tigre y eso me hubiera llevado tiempo que no podía permitirme. No podía esperar a que esas pruebas llegaran a mi poder mientras ese indeseable atacaba nuestras casas"- La mujer no hizo ningún movimiento de disgusto o de desaprobación, pero Eriol supo que la cosa solo acababa de empezar.
- "En todo caso, ya no podemos hacer nada por ese acto y por suerte tampoco hemos tenido represalias por parte del clan Tigre"- Dijo endureciendo más su tono de voz.
- "Porque no han tenido el valor suficiente"- Murmuró esto último Shaoran.
- "El segundo punto es tu implicación con uno de los clanes occidentales, más exactamente con el clan de la familia Giovanni"- Eriol debía de hablar con ella más tarde para pedirle los datos de esos informadores, tal vez pudieran averiguar ciertas cosas para él mientras Meiling se recuperaba.
- "Eso fue una mera casualidad"- Dijo Shaoran apoyándose ahora en su brazo izquierdo. Daba un aire de aburrimiento que hacía que uno se irritara, pero ni eso sacó de sus casilla a la dama.
- "¿Y todo el ataque a la casa? ¿No fue labor tuya que hicieran volar la casa?"- La mujer se inclinó hacia delante a tomar un sorbo del té que tenía delante, en la mesilla. Más que el juicio que estaba presenciando parecía una reunión para tomar té con pastas.
- "Por más que me pese, ese asunto no fue obra mía, siento manchar el concepto que tienes de mi, pero a pesar de lo que pienses no me dedico a dilapidar mansiones de otros clanes"- La mujer dejó la taza de té y volvió su mirada nuevamente al joven.
- "¿Y tu presencia en la mansión?"- Un silencio cayó sobre ellos y la mujer volvió a hacer la misma pregunta, esperaron la respuesta de Shaoran pero no dijo nada- "Eres muy grosero al no contestar a mi pregunta"
- "No más que usted invadiendo mi casa y mis asuntos. En cuanto a su pregunta, solo responderé a todo lo que crea que sea concerniente para usted y la Viuda, más allá no es asunto suyo saberlo"- Lástima no tener una cámara para grabar toda esa escena. Eriol pudo ver que la mujer era merecedora de su apodo, ni un músculo, ni siquiera apretó las manos o los labios, se mantuvo impasible.
- "Jamás pude entender como pudiste llegar a ser líder de este clan"- Dijo esto con cierto tono agrio- "El tercer punto es el más reciente suceso"
- "Dominic"- Ahora Eriol si pudo ver una reacción, pero en los ojos de la mujer, fue como si una sombra los hubiera cubierto fugazmente, pero muy fugazmente.
- "En este punto no tenemos mucho que amonestarte, excepto tu falta de discreción"- Como no, siempre había algo que estaba mal- "Teníamos una deuda pendiente con ese hombre y tú terminaste con esa deuda, pero podías haber ahorrado al clan la vergüenza de tu arresto"- Tampoco había sido algo que ellos hubieran pedido, al parecer la policía le estaba siguiendo la pista a Dominic hacía tiempo, pero por fraude fiscal, lo cual era un carta muy pobre para detenerlo, pero claro, eran policías.
- "¿Y qué me decís del secuestro de Meiling? ¿A eso no le preocupa el clan?"- Habían llegado al punto importante, Meiling. La eterna espina clavada en los pulmones de esa dama. Era evidente que mientras Meiling siguiera en esta vida, jamás la dejaría respirar con tranquilidad.
- "Tenemos en cuenta el peligro que corría su vida, pero era un riesgo que había que aprovechar"- Qué adecuado para el clan. Menospreciar la vida de una de sus protegidas para propio beneplácito.
- "Sin duda alguna"- Shaoran tampoco mostraba emoción alguna en su tono de voz, se mantenía en esa pose de hombre despreocupado y tono indiferente.
- "Y ya que lo mencionas, nos gustaría saber el gasto que tendremos que afrontar para tapar nuestro rastro ante la policía"- Una forma muy sutil de preguntar por algo totalmente diferente.
- "Todo está debidamente cubierto, también el hospital en el que se encuentra Meiling, no dirán nada por el par de días que se quedará"- Eriol pudo observar que la mujer tampoco se inmutaba ante la noticia.
- "Expuestos esos puntos, deseamos saber como va tu labor con el objeto"- Definitivamente, necesitaba conocer a esos informadores.
- "Sin ningún dato fiable por el momento"- Ese objeto tan valioso por su significado, que una vez estuvo en poder del clan Dragón, pero que ahora se hallaba en paradero desconocido.
- "Si eso es todo lo que vas a alegar debo decir que tu labor es pésima, tu padre era mucho más digno que tú, jamás hubo complicación que no supiera solucionar"- Y nuevamente aparecía la sombra de un hombre que yacía bajo suelo, un hombre que parecía no desaparecer, que parecía tener una vida eterna ante los ojos de todos.
- "Pero tuvo complicaciones"- Dijo Shaoran poyándose atrás y cruzando los brazos, cerró los ojos un momento y los abrió nuevamente. La mujer no se movió lo más mínimo pero Eriol supo que había caído en su propio juego.
- "No tuvo tantos problemas como tú los tienes ahora"- Rebatió ahora en tono atacante.
- "Mi padre tenía muchos más problemas que yo, pero a diferencia de mi, él los escondía, yo por el contrario los enfrento sin miedo a las calumnias e infamias de los demás"- Eriol reaccionó ante esa afirmación con algo de sorpresa. Shaoran raramente mencionaba el nombre de su padre y que decir hablar de él en una frase completa. Era tabú, simple y llanamente no se mencionaba ese nombre, pero esa mujer no era de las que se amedrentaban con la fuerza del líder y no fuera porque no le intimidaba, sino porque su odio hacia él era mayor que su miedo.
- "¿Le estás llamando cobarde?"- Preguntó con el tono ligeramente más elevado.
- "No, le estoy llamando algo mucho peor"- Eriol también se puso algo más serio, su sonrisa disminuyó de tamaño. Ese tema también era muy espinoso para él, tal vez igual de espinoso como lo era para Shaoran.
- "Bueno, bueno, haya paz…"- Dijo Eriol levantándose y a su vez tirándose de las mangas como si estuvieran arrugadas y necesitara alisarlas. Su sonrisa volvió a su rostro como si jamás hubiera desaparecido en primer lugar- "Creo que deberíamos centrarnos en el tema que le ha traído, los problemas que actualmente tiene el clan, los cuales están totalmente controlados, señora Li"- Eriol conservaba la calma y su educación siempre era impecable, jamás nadie podría decir de él que fuera un maleducado.
- "Eso es lo que decís vosotros, pero lo que nosotros tenemos entendido es otra cosa"- Ahora guió su cabeza hacia Eriol- "Y nos preocupa mucho el hecho de que este año se celebre la reunión del Consejo del Pacto bajo nuestra supervisión, no nos conviene ningún percance, ni nada que pueda peligrar esa reunión como pasó en la última"- Esto último fue dirigido hacia Shaoran.
- "Lo que pasó la última vez no fue un mero percance, sino un complot"- Por primera vez que entró en esa casa, la mujer alzó las dos cejas, pero casi imperceptiblemente- "Sabéis bien que fue planeado, unos clanes se unieron a otros y al final pasó…"- Hizo una pausa medida y mostró una sonrisa fría y calculada- "… Lo que pasó"
- "Eso fue algo aislado, no volverá a pasar"- Dijo con la voz unos tonos más graves.
- "¿Lo podéis asegurar? Por supuesto que lo podéis asegurar, nadie querría que los clanes quedaran sin un líder, ya no hay tantos hijos o parientes a los que delegar el poder"- La mujer movió las piernas y descruzó las piernas para volver a cruzarlas, esta vez la otra pierna detrás de la otra.
- "Fue algo totalmente aislado, jamás había sucedido, en el Pacto está claramente definido. En todo caso la seguridad se extremará"- Explicó algo vaga, el tema era delicado, pues la traición no era siempre un tema del cual disfrutar en una conversación- "Pero no viene al caso ese problema"
- "Usted sacó el tema y yo solo le he recordado algunos hechos y además… ¿no era mi padre perfecto? Entonces creo que debería recordar el papel de mi tan honorable padre en tan desastroso encuentro"- La mujer pasó a fruncir el entrecejo y Shaoran sonrió mostrando una escrupulosa frialdad, por norma general se mostraba impasible, pero con esa mujer había que ser provocador, si te mostrabas igual que ella no se llegaría a ninguna parte.
- "Tu padre solo pensaba en el bien del clan"- Dijo muy segura de sus propias palabras.
- "Mi padre solo ha pensado en su propio bienestar"- Dijo dejando escapar un poco de aire, como si contuviera una carcajada.
- "Creo que nos vamos del tema otra vez"- El tono de voz de Eriol fue reprobatorio hacia su amigo. Era natural, si a Shaoran le provocaban, él respondía. Eriol, que se había levantado, ahora estaba detrás del sofá mirando a ambas personas.
- "He traído este documento"- La mujer sacó un sobre lacrado y lo puso sobre la mesa, Eriol se acercó y cogió el sobre, miró el sello y le dio la carta a Shaoran. El joven levantó una ceja al ver el sello, rompió el lacrado y sacó la hoja de papel de su interior. Shaoran desdobló el papel y leyó silenciosamente el papel.
- "¿Es definitivo?"- Preguntó sin apartar la vista de la hoja mientras releía por segunda vez el papel.
- "Sin duda"- Eriol miró a Shaoran y vio que su ceño se arrugaba levemente.
- "Si esa es la decisión, no voy a ser yo quien la refute"- Dobló la hoja de papel y se la pasó a Eriol que sin duda estaba curioso por saber que decía en ese sobre. Leyó la carta lentamente y llegados a un punto sus ojos se abrieron desmesuradamente.
- "Pues yo sí me niego. ¿Es está la decisión de la Viuda?"- La mujer asintió con la cabeza- "No puede desear esto…"- La mujer le miró con indiferencia.
- "¿Esa fue la decisión de los 7 Antiguos?"- Preguntó Shaoran como si en realidad no le importara mucho la respuesta a su pregunta. La mujer afirmó con la cabeza- "¿Y de la Viuda?"- Eriol pudo percibir una ligera curvatura en la boca de la mujer.
- "Sí, fue propuesto por la Viuda"- Eriol se giró a mirar a Shaoran pero solo pudo ver indiferencia en su mirada.
- "¿Y a qué se debe esa decisión?"- Preguntó Eriol.
- "Aparte de los sucesivos problemas, recibimos cierta llamada que dejó muy pensativa a la Viuda"- Dijo la mujer inquiriendo a Shaoran con la mirada- "Quien no puede controlar sus problemas personales no puede controlar su vida y mucho menos la vida de otras personas"- Eriol se volvió a sentar y dejó la carta sobre la mesa, apoyó los codos sobre las piernas y unió las manos.
- "¿Qué problemas personales exactamente?"- Volvió a hablar Li.
- "Nunca te hemos recriminado tus relaciones con las mujeres y jamás has montado ningún escándalo con ellas, pero aunque así fuera, no lo toleraríamos, como tampoco toleramos que se nos inmiscuya en tus problemas con ellas para tomar acción. Hemos sido informados de tus invitadas japonesas, en especial una de ellas"- La dama calló cuando hizo una pausa a tomar un poco de té- "Nos importa poco lo que hagas con la mujer, en cambio nos ha hecho reflexionar el que nos hallan involucrado para que tomáramos cartas sobre el asunto"
- "No me gusta que hable en plural, sabemos bien que a quien no le ha gustado es a usted, no creo que a los 7 Antiguos les hallan informado de este problema. Y en cuanto a la Viuda… seguramente pueda llegar a un arreglo con ella"- La mujer alzó más alto la cabeza y le miró con rabia.
- "Lo dudo"- Shaoran se levantó de su asiento y pasó de largo el lugar donde la mujer estaba sentada.
- "Dígale a la Viuda que iré a verla mañana, a más tardar por la tarde"- La mujer oyó abrir la puerta y giró la cabeza para ver como Shaoran sostenía el pomo de la puerta- "Si nos disculpa tenemos ciertos asuntos que atender"- La mujer se levantó muy erguida y cogió su bolso, sin mostrar un ápice la humillación de ser echada de manera tan brusca. Miró a Eriol una última vez y salió de la sala airosa, Shaoran fue tras ella y Eriol siguió los pasos de su líder.
- "No le avisaré a Meiling de su visita"- Dijo Shaoran detrás de ella en un tono tranquilo pero firme. La mujer se paró en seco y bruscamente ante esa declaración y se dio media vuelta para mirarle a la cara.
- "Por mi puedes decirle lo que más te plazca"- Se quedó quieta durante un minuto exacto y lentamente se dio la vuelta, iba a darle la espalda pero la voz de Shaoran la volvió a detener.
- "No la informaré de la visita de su madre"- La mujer quedó quieta un momento, en apariencia pensativa, con la cara ligeramente vuelta hacia él y sin esperar otro segundo más se marchó, desechando cualquier pensamiento o sentimiento hacia la mención de la única hija que le quedaba, de la única familia cercana que le quedaba convida. Eriol miró como la mujer aceptaba una chaqueta que Wei le daba cuando esta se acercaba a la puerta y salía tras el umbral mientras el criado sostenía la puerta por su pomo- "Sin duda no se lo diré"
- "¿Y eso me deja a mi con la carga de decírselo?"- Shaoran le miró de reojo y vio la sonrisa forzada de Eriol, aún perduraba la irritación que le provocó la carta, sin duda esto le trastornaba tanto a él como a su mano derecha. Shaoran se mantuvo impasible, se giró dirigiéndose hacia las escaleras.
- "No"- Eriol se quedó quieto por un momento ante la espalda de Shaoran- "No es necesario que Meiling tenga conocimiento de esta visita"- O en otras palabras, que no era preciso perturbar a su prima después del suceso con Dominic, la tierra ya estaba lo bastante revuelta como para revolverla aún más. El terreno que pisaban era de arena, pero no necesitaban caminar sobre arenas movedizas.
- "Xiaolang, tenemos que hablar"- Shaoran quedó quieto con un pie en un escalón y otro pie en el de arriba, giró la cabeza y le miró con una mirada de profunda seriedad.
- "Es inevitable"- Eriol se irguió en toda su altura y por primera vez en muchos años su pose no era la de un libertino despreocupado.
- "No lo es"- Bajó el tono de su voz una octava y miró a su joven líder con intensidad.
- "La decisión está tomada"- Se dio la vuelta- "Una vez tomada una decisión definitiva no habrá forma de cambiarla. Nunca he sido de la simpatía de los Antiguos, sabes bien que si no fuera porque soy el único hijo varón reconocido del 'gran' líder del clan Dragón ante los ojos de todos, no tendrían la más mínima consideración conmigo"- Eriol apretó la mandíbula. Esa era la razón por la que nunca se molestaban en hablar del padre de Shaoran, porque siempre derivaba en un doloroso abrir de llagas.
- "Esto es absurdo, la Viuda no puede permitir semejante estupidez. Has demostrado y con creces, que debes ser el líder de este clan"- La voz de Eriol no pasó de ser serena y tranquila, aunque por dentro empezaba a hervir la furia y la indignación.
- "Se hará lo que los Antiguos digan. En siete días conoceremos el resultado de sus reflexiones"- Dijo con serenidad. Eriol subió los escalones que les separaban y se puso delante de él.
- "No pienso permitir que esto suceda"- Dijo con vehemencia.
- "No deberías estar disgustado, siempre saldrás mejor parado que yo, siempre ha sido así"- Shaoran pasó a su lado con una expresión neutra, sin emoción alguna.
- "La Viuda puede cambiar esta decisión, lo sabes"- Espalda contra espalda, ninguno de los dos se miraba ya a la cara.
- "La Viuda… sin embargo no me interesa pedirle nada a esa dama"
- "¿Entonces por qué vas a verla mañana?"- Inquirió Eriol. Shaoran subió el resto de las escaleras y desapareció al doblar una esquina ignorando la pregunta de Eriol, que quedó flotando en el aire. El inglés apretaba el puño con fuerza y tras unos minutos allí de pie, bajó los escalones y se marchó hacia el despacho de Shaoran. Una copa bien fuerte, eso era lo que necesitaba.
De pie, en medio del cuarto y con los brazos cruzados, Tomoyo seguía humeando de furia. La mujer se quedó encerrada en el cuarto después de un fuerte golpe que dio la puerta al cerrarse. Sin saber que más hacer se quedó de pie, delante de la ventana, con la mirada ardiente perdida en la nada y un abrasador deseo de destrozar. La sangre le palpitaba al correr por sus venas y una fuerte e intensa rabia la impulsaban a destrozar cualquier cosa que pillara por delante, por eso no pudo evitar el portazo con la puerta, sin embargo ahora, allí en el cuarto, solo pudo revivir la escena que la había llevado al extremo de desear ver sangre, pero no de cualquier persona, sino de una específicamente.
Caminar de un lado a otro era una opción, distraerse con una conversación poco trascendental con los criados era otra opción y desobedecer a Sakura, salir detrás de ella y no dejarla sola era también otra opción a escoger, pero Tomoyo simplemente entró en la cocina, pidió un té y se sentó callada, con la mirada en paz, el único sonido que procedía de ella era el leve 'tic' que hacia la taza al tocar su plato.
Wei la había observado preocupado por lo que pudiera hacer la joven, pero en seguida pudo observar que era una muchacha tranquila y de buenos nervios, no era tan emocional como la joven Meiling y tampoco tan despreocupada como el señorito Eriol, sin embargo en algunos momentos tuvo la sensación de que tenía ese aire temperamental que Meiling poseía. La observó tomar el té tranquilamente y no se movió ni emitió sonido alguno hasta que alguien entró en la cocina, desatando un remolino de emociones.
- "Vaya, vaya, vaya"- Wei, que en esos momentos estaba ordenando ciertos asuntos en la cocina para el día siguiente, vio como Eriol traspasa el marco de la puerta como siempre con ese aire tan despreocupado- "Mirad quien nos ha honrado con su regreso"- Wei miró a la japonesa pero no percibió ningún atisbo de perturbación, sino todo lo contrario. Sin duda tenía los nervios bien fríos- "Bienaventurado es tu destino al parecer"- Tomoyo tomó una servilleta que estaba al lado de la taza y se limpió, cogió la taza con su plato y se la dio a Wei.
- "Gracias por el té, estaba delicioso"- La joven hizo una reverencia y se marchó, ignorando la presencia del inglés como si fuera puro aire. Wei percibió el levantamiento de la ceja del joven y una sonrisa pícara formarse en sus labios.
- "No la provoque joven Eriol"- El inglés miró a Wei y sonrió más ampliamente.
- "La tentación fue creada para ser disfrutada Wei"- Y con esas palabras se dispuso a partir detrás de la mujer- "¿Y quién soy yo para resistirme al gozo de disfrutar de la tentación?"- Fueron las palabras que oyó al cerrarse la puerta detrás de Eriol. Wei movió la cabeza de un lado a otro dejando escapar un suspiro de sus labios. Jamás pudo entender como había podido salir tan descarriados esos tres jóvenes. Había visto crecer a Eriol, Shaoran y Meiling y cada uno de ellos había salido con una personalidad muy dispar. Dejó de lado sus pensamientos y prosiguió con sus deberes, mejor no pensar el desastre que podría causar Eriol, eso le produciría una terrible jaqueca.
Tomoyo se había parado a lo alto de las escaleras mirando al lado opuesto que conducía a su cuarto. ¿Debería ir a comprobar que Sakura estaba bien? ¿Debería de estar más pendiente de ella? Sabía que debía dejar que Sakura fuera capaz de cuidarse sola en ciertos asuntos, pero Tomoyo era responsable de su seguridad y ya fue descuidada una vez, no podía permitirse una segunda. Con cierta resignación se llevó las manos a las caderas y dejó que su cabeza cayera pesada. Simplemente dejar de tenerla en su campo de mira la alteraba.
- "¿Por qué yo?"- Pensó Tomoyo con una sonrisa burlona en sus labios. Por esa vez lo dejaría pasar y si sucedía algo… era poco probable que fuera algo exageradamente grave, aunque Shaoran Li fuera la peor persona con la que se podían haber encontrado, no había motivos de que algo saliera mal, al menos no aparentaba ser un déspota despiadado con Sakura, no en sentido sanguinario, tal vez sí en el sentido… Tomoyo agitó su cabeza con fuerza y giró hacia su izquierda, debía alejar sus pensamientos de esas fantasías. Esa clase de desvergonzado pensamiento había llevado a más de uno al infierno. Tomoyo caminaba sumida en sus pensamientos pero alerta, tan alerta que supo desde el mismo instante en que había dejado la cocina que cierta pulga le estaba siguiendo- "¿Quieres algo de mi?"- Dijo parándose en medio del pasillo.
- "Muchas cosas"- Dijo Eriol acercándose a Tomoyo. La mujer no se movió ni un milímetro.
- "Pues siento decirte que no voy a poder ayudarte si no me dices que quieres de mi"- Dijo siguiéndole el juego. Sin molestarse en mirarle en ningún momento.
- "Tiempo"- Dijo parándose justo detrás de ella, tan cerca que casi se rozaban, pero sin apenas tocarse- "Calor"- Inclinó su cabeza hacia un lado para susurrarle cerca de la oreja, dejando que su cálido aliento le recorriera la sensible piel de la oreja y el cuello- "Dulzura"- Tomoyo sintió un estremecimiento por su columna vertebral y supo que la piel se le había puesto de gallina- "Suavidad"- Tomoyo giró la cabeza hacia el otro lado del que estaba él y sintió como él se quedaba detrás de ella, con la cabeza cerca de sus cabellos. Percibió la calidez de su cuerpo detrás del suyo y del avance de su mano desde su muslo hasta sus caderas, sin tan siquiera tocarla, solamente acariciándola desde lejos- "Quiero eso y mucho más"- Tomoyo reprimió sus sentidos, intentando, inútilmente, desviar su atención de las emociones que despertaban en ella.
- "Pues siento tener que decepcionarte, pero no puedo darte algo que no tengo"- La mujer de cabello oscuro y ojos brillantes se dio la vuelta para enfrentarle cara a cara. Su tono había permanecido impávido, pero su corazón ya latía desbocado.
- "¿Acaso no tienes piel?"- Tomoyo pudo ver muy bien esa sonrisa tan petulante.
- "Que pregunta tan absurda"- Dijo con un deje de irritación- "Todos los seres humanos tenemos piel"
- "Entonces puedes sentir el calor de una caricia"- Dijo esto mientras con su mano recorría su brazo, desde su muñeca hasta su hombro- "Puedes sentir la suavidad del tacto, el calor que desprende otro ser vivo, ¿y acaso no estás viva como para compartir algo de tiempo conmigo?"- Eriol acercó su mano a su cintura y la acercó a él. Tomoyo se dejaba llevar por él, sin aún saber por qué.
- "Mi tiempo es valioso y no lo malgasto en banalidades"- Dijo con la respiración algo entrecortada. Con su cara a pocos centímetros de la de Eriol.
- "Entonces te pagaré ese tiempo perdido, dime que deseas y yo te lo daré. Cualquier cosa a cambio de tu tiempo"- Y como una jarra de agua fría Tomoyo despertó de su ensoñación.
- "Nada podría comprarme"- Eriol percibió la ira en los ojos de ella y con pasos cortos y mano firme la guió hasta dejarla contra la pared. Como si los pasos de un baile ensayado fueran. Empujándola con suavidad, demostrando el dominio y él poder que emanaban de él.
- "¿Nada? Todos tienen su precio. Todos desean algo que otros pueden dar"- Dijo apoyando una pierna entre las de Tomoyo, intentando separarlas. Dando a entender su fuerza sobre ella. Que era inútil resistirse.
- "Entonces tu también tienes un precio con el cual aceptarías traicionar"- Eriol separó su rostro del de ella varios centímetros y la miró con un sentimiento que no supo descifrar.
- "Quizá"- Dijo sin tanta calidez como antes.
- "Entonces siento decepcionarte porque yo no estoy en venta y no deseo nada que tu puedas ofrecerme"- Eriol recuperó su sonrisa.
- "Eres humana y además mujer, por tanto no estás libre de ser comprada"- No siguió con la delicadeza y apretó su cuerpo al de Tomoyo haciéndola notar el deseo que él sentía por ella.
- "Apártate de mi"- Dijo Tomoyo con firmeza y furia. El hombre hizo oídos sordos a su petición y acercó más su rostro al de ella. Tomoyo sabía que él era más fuerte físicamente, pero no hacía falta mucho para hacerle alejarse, él no se había molestado mucho en retenerla en sus brazos y ciertamente no le decepcionaría mostrándose sumisa. Con un golpe seco del canto de su mano en un punto de su cuello consiguió que se apartara. Eriol no mostró sorpresa si es que se sentía sorprendido. Cuando levantó la cabeza para mirar a Tomoyo solo pudo percibir como la palma de su mano chocaba contra su mejilla, pero no un golpe leve, sino uno con fuerza, con toda la saña que Tomoyo era capaz de dar. No, no era el bofetón típico de una señorita- "No soy ni de lejos lo que te piensas. Si crees que soy una de las fulanas con las que te has acostado te equivocas por completo, si quieres una puta búscala en la calle"- Con eso último se giró y entró en el cuarto con un fuerte portazo.
Aún no sabía que loco sentimiento le había llevado a burlarse de Tomoyo de esa manera. Por supuesto que no pensaba en ella en ese sentido, pero la tentación de burlarse de ella fue tan grande que no pudo evitarlo. Quería guiarla en una seducción suave, un coqueteo descarado y para que negarlo, con algo de humor y rabia, era algo totalmente superior a él. ¿Después de todo que era una seducción sin pasión? ¿Aunque esta pasión fuera desatada por la rabia o la diversión de una pequeña burla? Por norma general le gustaba tener ciertos flirteos ocasionales, algo esporádico, sin ataduras y sobre todo, jamás con la misma mujer.
Eriol había tenido relaciones largas en el pasado y por la experiencia aprendió que durante el periodo que un hombre salía con una mujer, esta siempre tenía la expectativa de tener una relación más larga de la que él realmente deseaba. Que la mujer con la que saliera en ese instante se hiciera ilusiones de que, tras lo que eran solo varias noches de lujuria, habría un noviazgo o una relación más íntima era algo agobiante y lo que conllevaba a cierta situación que aprendió a evitar con el tiempo y la práctica…
Una ruptura demasiado lacrimógena o dramática.
Las mujeres tendían a ser exasperadamente exageradas, lloraban, acusaban y despotricaban como si fueras el ser más vil del planeta. No soportaba esos finales y optó por la solución más sencilla, mantener solo relaciones cortas, a ser posible de solo unas horas, las suficientes para obtener placer después de un juego llamado flirteo. No es que se creyera el mayor adonis del planeta, pero sin duda su esfuerzo, cuando se fijaba en una mujer y jugaban los dos a ese juego, era poco despreciable. Nadie podía decir de Eriol Hiragizawa su falta de perseverancia a la hora de librar ese tira y afloja que mantenían hombres y mujeres a cada segundo. Era dedicado y decidido. Cada movimiento, cada palabra, cada respiración siempre era adecuadamente planeada para la seducción. Se le podía llamar maestro y no sería vanidad, pues en realidad era muy bueno en ese arte, pues disfrutaba de él con suma alegría. No más era su segundo hobby favorito, siempre después del primero, molestar a su jefe. Sin embargo todo ese arte y esa meticulosidad desaparecían con Tomoyo.
La primera vez que la vio, al pie de las escaleras del avión, vio la fuerza y determinación de esa mujer. Testaruda, fuerte, soberbia, orgullosa, voluntariosa, quizá malas cualidades para describir a una mujer, sobre todo cuando su preferencia eran las mujeres del todo opuestas a ella, pero no en Tomoyo, en ella no había detalle que sobrase ni cualidad que hiciera sino hacerla más deseable.
La primera vez, lo que más destacó en ella, lo que más llamó la atención de Eriol, fue su inquebrantable lealtad y su fuerte instinto de protección, esa fuerza que desprendió para defender a Sakura, esa seguridad con que se enfrentó a ellos, muy pocos tenían esa clase de valor y ninguno de ellos había sido mujer. Atrajo su atención como un imán atrae un metal, le era imposible ignorar la presencia de esa mujer y más difícil se le hacía poder ignorar el impulso de provocarla, sacar a esa luchadora que tenía en su interior, a esa mujer de fuertes sentimientos que tenía bajo control.
Pudo ver inmediatamente su papel como la protectora de Sakura, su recelo hacia todo aquel que se le acercara tanto con aspecto inofensivo como los que tenían un aspecto feroz. Pero a contraposición de su actitud de guardiana protectora, era una persona tranquila y callada, hasta ahora siempre con actitud rígida y distante, pero educada. Era sincera, extremadamente sincera, su lengua era tan desvergonzada hasta el punto de rozar el pecado, pero no era maleducada, tenía 'tacto'. Y con esos ojos tan abiertos y observadores, siempre inquietos y vibrantes ante lo nuevo, pensativos y analizadores, sin duda era una persona muy observadora y atenta. Todo eso decía mucho de su carácter y de su educación. Todo eso fue meticulosamente analizado por Eriol, pero descartado como inofensivo, no les causaría problemas porque no hacía nada excepto proteger a Sakura y a su propia persona. Podría haberse quedado tranquilo si no fuera por un simple y fascinante detalle, sabía muchas cosas sobre ellos, demasiadas cosas a decir verdad. Esto le llevaba a una única conclusión, tenía importantes fuentes de información y bien situadas, lo cual la daba los adjetivos de misteriosa y peligrosa, eso era lo que más complacía a Eriol, descubrir peligrosos misterios, aunque en este caso también involucraban al clan.
Eriol se sentó en el sillón con la copa en la mano y fijó su mirada en el fondo del vaso, el cual tenía en su interior un líquido ambarino.
El clan…
Esta vez no tenía control sobre lo que iba a pasar, pero por extraño que pareciese, lo había visto venir hacía mucho tiempo. Era lógico teniendo en cuenta los tantos Antiguos que estaban en contra de Shaoran. No eran pocos, en realidad, los que eran pocos eran los que apoyaban a Shaoran. De los 7 Antiguos, solo dos de ellos tenían plena confianza en los juicios de Shaoran. Estos dos hombres le habían estado observando desde su niñez, habían percibido la mirada despierta de Shaoran, su mirada escrutadora, su interés cuando apenas lo mostraba. Habían descubierto que no era lo que realmente aparentaba y aunque su forma de llevar las cosas era distinta a la de su padre, era efectiva y de alguna manera más honesta. Shaoran al igual que su padre ambicionaba poder, siempre deseaba más de lo que ya poseía, pero aún así no había caído al pozo sin fondo en el que su padre se había caído. No, Shaoran aún no se había sumergido en su totalidad en ese mundo de tinieblas, aún conservaba vestigios de un alma, pero de un alma tan bien resguardada que nadie, a no ser que se fijara muy atentamente, sabía que tenía.
Los métodos de Shaoran no eran usuales, siempre se salía de la regla en la que un clan estaba enmarcada y ante todo, era de los que no se molestaban en ocultar la participación del clan, casi todo lo que hacía era público, a no ser que fuera extremadamente necesario ocultarlo o en el caso de que tuviera otros planes en mente, algo totalmente distinto al padre de Shaoran, un hombre que se valía de la manipulación de las sombras, de la corrupción de todo ser humano que se encontraba en su camino, del chantaje, del soborno, de todo lo que fuera realmente bajo, lo hacia su padre. Siempre iba con un pie por delante de los demás, siempre tenía algo planeado, algo mezquino y aunque tuviera la opción de hacerlo de manera ordenada y limpia no se molestaba en hacerlo pues disfrutaba del control que ejercía sobre los demás. Era de los que apretaban un nudo en la garganta y apretaban lentamente hasta dejarte sin respiración, una muerte lenta y agónica, pero dulce y retorcidamente placentera para el que lo ve. Era el hombre que necesitabas cuando necesitaba descubrir los secretos más sucios de una persona, por nada le pusieron el apoda de Ying Xian y aunque tuviera que ser un insulto - o al menos no era un halago – era recibido como si de un gran elogio se tratara.
Otra cosa en la que comparar a padre e hijo era la forma en tratar sus romances con las mujeres. El padre de Shaoran era muy sutil con sus líos amorosos, otra cosa en la que cabía diferenciar era que su padre estaba casado a diferencia de Shaoran, un hecho que los hacia comportarse de forma diferente con sus amores, aunque en realidad no era así. Los líos de faldas del padre de Shaoran eran un secreto a voces, todos sabían con quien estaba o con quien había estado, pero nadie decía nada por respeto a su noble madre, nadie decía nada… abiertamente, lo cual no significara que no cuchichearan detrás de sus espaldas o insinuaran cosas que pudieran ser hirientes, en resumidas cuentas, en este mundo de clanes uno no sobrevive gracias al apoyo de los demás. Shaoran y con la ventaja – o desventaja, según vean algunos – de estar soltero, se podía permitir los placeres de tener relaciones abiertas, públicas y sobretodo, escandalosas, cuanto más escandalosas más jugoso es el sabor de boca que produce el ver el rostro de los demás con ojos escandalizados. Y lo que más turbaba a algunas personas era el hecho de que Shaoran se acostara con alguna hija, hermana, sobrina o prima de alguna de las ex-amantes de su padre. La única pregunta que les rondaba a todos en la cabeza era si habían llegado a tener la misma amante, pero esa respuesta solo la podía tener Shaoran y la amante en cuestión. Aunque disfrutaba de su popularidad jamás se le asoció con escándalos, no de la clase que incluía dramas exagerados de infidelidades, lo cual era extraño y quizá por eso el clan jamás censuró su comportamiento públicamente.
No, sin duda la discreción no estaba en el vocabulario de Shaoran. La razón a ese motivo… Era la más sencilla de todas. Si él no se valía de intrigas dentro de su clan, le era más fácil descubrir las intrigas que hacían los demás dentro del clan. Daba un aire de despreocupación y frivolidad sobre cualquier tema, que todos creían que su actitud tan abierta era simplemente porque era una persona superficial, fría sin duda, pero muy superficial. Shaoran no tenía duda de que para seguir unas intrigas con discreción, que iban en su contra, estas debían tener cuidado de que no quedaran reflejadas en ninguna parte, de que fueran invisibles para sus propios ojos. Pero al ser públicas casi todas actividades de su clan, cualquiera que estuviera bien informado – dentro o fuera del clan – analizaría las acciones y a nadie se le pasaría algún detalle poco común que al final llegaría a oídos del propio Shaoran Li. Si él no podía percatarse de una traición alguien más se percataría y cuando en una traición se implican nuevos traidores la cosa empieza a complicarse hasta estallar en la propia cara. Si por el contrario eran muy cuidadosos, vivirían con la eterna presión de que en cualquier momento fueran descubiertos y toda esa minuciosidad se vería abajo si eran descuidados en la más mínima cosa. Algo de lo que estaba perfectamente seguro el líder del clan Dragón era de que en este mundo no existe la perfección, no existe el plan perfecto como tampoco existe la gente perfecta, sin miedos, defectos o debilidades.
Eriol echó la cabeza hacia atrás y dejó escapar una sonrisa vaga, una sonrisa melancólica y a la vez nostálgica. Cuando se conocieron de niños se mantuvieron siempre a distancia, la madre de su líder se ocupó personalmente de que así sucediera. Había en ella cierta mirada que siempre le hacía sentirse como una criatura insignificante, alguien que no debía de estar en ese lugar, alguien que sobraba entre ellos. Sin embargo, un día, sin saber como o por qué, los dos empezaron a entrenar juntos, a comer juntos, a compartir la misma casa, a compartir juntos una vida, a entablar una amistad. Eriol venía a Hong Kong en cada festividad, cada día libre que tenía en el colegio y siempre que llegaba le llevaban a entrenar y a prepararse para lo que le deparaba el futuro, un futuro el cual desconocía, el cual le era incierto a tan temprana edad. Jamás le dio importancia, le enseñaron a no hacer preguntas y a esconder su curiosidad y fue un buen alumno, el mejor hubiera dicho su profesor.
En distintas ocasiones pudo estar con el padre de Shaoran, pero jamás simpatizó con ese hombre. Tenía la sonrisa torcida y una mirada depredadora que mostraba sus crueles intenciones, aunque no mostraba que crueles intenciones para el pesar de todos. Era un hombre alto, de pelo castaño y de oscura mirada penetrante. En su rostro pendía una sonrisa sardónica, siempre con intención de burlarse de los demás, con ese aire de hombre que sabía que pasara lo que pasara siempre saldría ganando, tanto por las buenas como por las malas.
Después del incidente con Mai Fan nada volvió a ser como antes. Había entablado una extraña amistad con Shaoran, pero todo cambió el día en que llegó el imponente líder y con una orden se llevó a su hijo, un niño de tan solo 9 años. Le apartó del mundo exterior, le mantuvo encerrado en un cuarto y ahí le encerró casi 5 años y la única respuesta que se obtuvo de sus razones fue que si quería ser un buen líder debía de aprender a sobrellevar cualquier situación, que no era más que un simple entrenamiento para endurecer su carácter. Cumplidos los 13, su amigo salió de su encierro para mostrar al mundo un ser sin alma. La mirada de su amigo ya de por si dura, se había convertido en frío granito. Su pose siempre rígida y su actitud siempre distante. Jamás supieron que fue lo que realmente sucedió durante el trascurso de esos casi 5 años, nunca se hizo mención y fue como si ese lapsus de tiempo jamás hubiera existido para ellos. Desde ese momento nada pudo volver a ser como antes, y aunque esa era la realidad, su prima y él siguieron estando al lado del que sería su líder en el futuro.
Nadie predijo que en dos años su padre moriría en la masacre de la última reunión del Pacto, nadie predijo que su padre les abandonaría de esa manera tan… repentina. Ese mismo día, el niño frío pasó a convertirse en alguien descuidado y sin metas en la vida, un cambio radical de 180 grados que nadie esperó. Pasó todo su tiempo disfrutando de la juventud, lo probó todo: alcohol, drogas y mujeres. Se convirtió en el ser más irresponsable de todos o al menos eso aparentaba exteriormente. En alguna ocasión - rara para los miembros de su clan - Shaoran se encerraba en su cuarto y no salía de él. Nadie excepto Eriol - ni Meiling sabía de esto - sabía que esos 'extraños' días los pasaba observando informes sobre el clan, repasando datos e información. La mayoría de los miembros creían que descansaba del resentimiento de tanto libertinaje y tanto exceso en esa vida tan complaciente que llevaba.
No, nadie sabía que todo lo que Shaoran tomaba era meticulosamente medido para no sobrepasar los límites, para no quedar totalmente sobrio de diversión, aunque pareciera borracho, siempre estaba despejado, mucho más que nadie. Con ese aparente aspecto de jovenzuelo descuidado había podido ver y observar las verdaderas intenciones de los miembros de su clan y el mismo día en que se hizo con el poder, a los 18 años cumplidos, muchos de esos personajes que le subestimaron, desaparecieron. Eriol siempre confió en Shaoran y este siempre confió en Eriol, pues sabía que el inglés tenía unos motivos especiales para seguir a su lado. Los dos compartían secretos pero nada más, no les unía una amistad desinteresada y sincera, los dos querían algo del otro y mientras ese lazo siguiera ahí no había motivo para la desconfianza, pero por el contrario si para la cautela.
El clan jamás supo valorar todo lo ganado por Shaoran, nadie supo ver el buen potencial que este joven podía ofrecer y ahora le volvían a criticar por sus acciones en busca de explicaciones que jamás obtendrían, no de boca de su líder. Shaoran tenía una regla muy simple, jamás explicaba el motivo de sus acciones, sus motivos eran suyos y de nadie más. Shaoran se regía por reglas y creencias creadas por sí mismo para sí mismo y creía en ellas para llevarle a ser el más grande, el que finalmente obtuviera el poder de unir a todos bajo su puño, el único problema que veía Eriol era, llegado el momento, ¿cómo seguiría viviendo el líder del clan? Una vez cumplido su objetivo, ¿qué le quedaría para seguir viviendo?
Desde el momento que cumplió los 18 y todo el poder del clan recayó sobre sus hombros, se mostró impasible, sin una sonrisa en su rostro, siempre helado y cruel. Shaoran Li era sin duda la única persona a la que no podía leerle la mente como hacía con otros. Las únicas ocasiones en las que mostraba su sonrisa eran para su tía y los Ancianos, solo por el mero hecho de que eso les irritaba. Era sin duda alguna un actor consumado, sus sentimientos estaban siempre bien ocultos, tanto si sonreía como si no lo hacía.
Eriol dio un trago a su bebida y se dejó vencer por un instante, olvidándose de todo excepto las palabras de la carta. Uno no podía ser siempre el más fuerte, había ocasiones en las que había que dejarse vencer o esconderse, aunque solo fueran durante un par de minutos.
Shaoran avanzaba por el pasillo con pasos grandes y a un ritmo moderado, se había dirigido al pasillo que guiaba a su habitación, pero no iba a entrar en ella, en esos momentos sus pensamientos iban dirigidos hacia otra parte, hacia un rincón oscuro al cual siempre se mantenía alejado.
El joven se paró antes de llegar a su cuarto, una puerta antes, al otro lado de ese mismo pasillo. Con la mirada fija en la puerta de madera maciza quedó quieto durante varios minutos. Miró con dureza esa puerta, enfriando su mirada unos grados bajo cero. Cerró la mano en un puño y lentamente levantó la mirada, recorriendo con la vista la lisa capa de barniz que recubría la puerta. La llave que cerraba esa puerta la tenía su prima Meiling, pero no era ella la que tenía la llave que le permitiría traspasar el umbral de esa puerta. Apoyó una mano sobre la superficie pulida y barnizada y lentamente su mano fue cerrándose hasta volver a dejarla caer a uno de sus costados. Su rostro se tornó indescifrable y su mirada quedó fijada en un punto indefinido.
La mansión en la que vivía era de tres plantas incluyendo la planta baja, una bodega, un sótano, una sala de tiro y un ático. O al menos así debería ser la estructura de la casa. Cualquiera que entrara por primera vez a esa casa notaría algo fuera de lo normal al encontrase en la primera planta. ¿Y qué sería lo que notarían fuera de lugar? Que la segunda planta y el ático no tenían escaleras por donde se pudiera acceder a ellas. La construcción de la casa en el exterior era de tres plantas más un ático, sin embargo, en su interior solo podías acceder a la planta baja y a la primera planta. ¿Dónde estaba la escalera de acceso a esas plantas?
La respuesta era simple. La última planta y el ático estaban cerrados porque su entrada estaba prohibida. En el ático no había nada que tuviera que ser ocultado, excepto polvo y viejos objetos que ya no servían, lo que un ático normal y corriente tenía, en cambio… la segunda planta era otro asunto. Estaba terminantemente prohibido entrar a esos aposentos y para evitar la intromisión de los curiosos se bloqueó la única puerta por la que se podía acceder, se hizo desaparecer las escaleras, ocultándolas tras las puertas de un cuarto que se levantó a su alrededor. Para suerte de Shaoran, las escaleras eran en forma de caracol y estaban situadas en un lugar en el cual se podía levantar tres paredes a su alrededor sin que modificara o dejara de forma extraña la construcción de la casa. Se cerró la puerta bajo una cerradura especial la cual necesitaba dos llaves, dos llaves que debían ser giradas a la misma velocidad para que la puerta que conducía a las escaleras de la segunda planta fuera abierta. ¿Pero qué había realmente en la segunda planta?
Tres llaves para una sola puerta. Una llave exterior que custodiaba su prima Meiling y las dos llaves que impedían la apertura de la puerta detrás de la de madera maciza. Una la tenía él, la otra llave estaba segura con la otra persona implicada. Habían pasado solo ocho años, pero la sombra aún seguía acosándoles, ahora más que antes, con mayor fuerza, con más presión sobre sus decisiones o sus vidas.
Shaoran se dio media vuelta y caminó nuevamente hacia las escaleras que conducían a la planta baja, caminó en sentido contrario hacia donde se encontraba su cuarto, hacia donde le esperaba su tormento y su alivio. No estaba de humor para enfrentarse a sus problemas en esos momentos y lo que menos necesitaba era ver a Sakura y que la confusión y la contradicción de 'sentimientos' explotase en su mente.
No, no tenía tiempo para pararse a analizar esas sensaciones que Sakura le provocaba y en todo caso, y si no se equivocaba, lo cual era imposible, Eriol necesitaría de su presencia, a no ser que ya hubiera ahogado su rabia en el mueble bar de la oficina.
Típica costumbre inglesa, o tomar té para tranquilizar los nervios destrozados; que no era el caso de Eriol, pues no entraba en el perfil de hombre histérico con problema de nervios; o hundirse en el alcohol para quedar ciego, sordo pero no mudo. Aunque la verdad sea dicha, esto último no era solo una costumbre de Inglaterra, sino una costumbre generalizada en todo el mundo. Una lastimera forma de evadirse que acarreaba fuertes consecuencias al día siguiente, pero dependiendo de la cantidad ingerida de alcohol y la capacidad de la persona en asumir todo el alcohol bebido podía ser un dolor moderado o una taladradora sobre la cabeza.
Shaoran entró en el despacho para ver a un Eriol un tanto sombrío. La ropa estaba aún intacta, con su impecable planchado aún sin arrugarse. No, cualquiera que le viera a primera vista y no lo conociera de antes podría decir que el joven estaba meditando o quizá sopesando una idea de vital importancia, pero Shaoran sabía que no era eso lo que estaba haciendo. No, a Eriol no le importaban las consecuencias de nada mientras él mismo no saliera mal parado o mientras no le arrebataran su diversión. No, lo que Eriol estaba haciendo no era meditar, sino recordar. Estaba reviviendo una reminiscencia del no tan remoto pasado. Shaoran cerró la puerta tras de sí sin apenas hacer ruido y se sentó en su silla detrás del escritorio.
- "No bebas si no quieres recordar"- Eriol no movió la cabeza, tampoco movió un músculo para darle a entender que le había escuchado. Shaoran apoyó su cuerpo hacia delante, sus brazos sobre la mesa y el peso de su cuerpo sobre sus brazos. Fijó su mirada sobre Eriol y recordó una escena similar años atrás, el día en que su padre había muerto, el día que el destino de los dos jóvenes dio comienzo, el dio que marcaría el resto de sus vidas.
- "No necesitas emplear mis propias palabras para darme consejos"- Dijo sin mover un solo músculo excepto los de la boca, para pronunciar esas pocas palabras.
- "Solo te citaba y en todo caso, esas palabras tampoco son tuyas"- Quizá fuera simple curiosidad, quizá fuera que los dos habían estado siempre muy unidos por el tiempo que convivieron juntos, pero era algo más, algo mucho más fuerte lo que hacía que los dos jóvenes siguieran soportándose mutuamente inclusive en esas circunstancias que los volvían tan insoportables, irracionales e intratables. Cuando todo estaba en su contra, cuando todo indicaba que debían odiarse a muerte, cuando el destino había repartido sus cartas de tal forma que uno tuviera que desbancar al otro, ellos habían sorprendido a los demás jugadores aliándose. Habían retado al mismo destino y le habían plantado cara. Habían retado a todos los que se les habían puesto por delante. Las cartas aún les marcaban como contrincantes, pero hasta el momento en que los dos tuvieran que verse las caras seguirían desafiando a los demás juntos. No se dejarían manipular, por nadie y mucho menos por la persona que desde un principio les puso en esa situación.
- "No hay necesidad de mencionarlo"- Dejó la copa de su mano a un lado y se hundió más todavía en el sillón- "Sin embargo tus palabras son certeras. Recordar es lo que estoy haciendo"- Fue entonces que se molestó en girar la cabeza para mirarlo cara a cara.
- "Lo sé"- La cara de Shaoran estaba ensombrecida y la de Eriol ni siquiera se iluminó para mostrar su acostumbrada sonrisa.
- "Parece ser que nunca descansaremos. La mala suerte nos persigue"- Dijo sin humor.
- "Algo más que la mala suerte diría yo"- Eriol hizo un gesto de cabeza con fingida indignación y cuando volvió a mirar a Shaoran su sonrisa estaba de vuelta, pintada en su boca.
- "¿Cómo piensas enfrentar las acusaciones de los 'Siete Enanitos'?"- Preguntó Eriol irguiéndose en su asiento. Los llamados 'Siete Enanitos', era el nombre cariñoso que Eriol había adjudicado a los siete Ancianos que representaban a cada uno de los clanes menores del clan Dragón, los que realmente mandaban en el clan. Eriol los bautizó el primer día que los vio. Dijo que eran como los enanitos del cuento de Blancanieves: viejos, arrugados y pequeñitos. Shaoran no sonrió ante esa impertinencia pero Eriol supo que le había hecho gracia la comparación. ¿Cómo pudo saber eso? Simplemente lo sabía.
- "Me importa muy poco lo que piensen de mis acciones, el clan lo llevo como mejor creo y mis acciones son las correctas para el buen funcionamiento de este clan. Si ellos difieren en mis opiniones poco me puede importar, no harán nada para poder evitarlo"- Eriol alzó una ceja. Él no estaba tan seguro de ello, pero Shaoran siempre tenía esa maldita prepotencia y seguridad tan excesivamente arrogante, aunque para que negarlo, él mismo también tenía esa insoportable y descarada seguridad en sí mismo. Eriol había apostado de pequeño que si un día Shaoran moría, no sería por algún error en su forma de controlar el clan, no, sería por su excesiva prepotencia. Sin duda su amigo acabaría enterrado por su testarudez y su falta de confianza con los demás junto con su altivez. No tenía duda alguna, Shaoran moriría solo y con la sombra de la desconfianza pegada siempre a su espalda. Acabaría como su padre pues se empeñaba en seguir sus mismos pasos.
- "Si tú lo dices"- Aunque Shaoran quisiera pensar eso, Eriol aún seguía inquieto, no quería que la mínima posibilidad de que eso ocurriera se hiciera realidad. No, haría lo que fuese porque así fuera, aunque tuviera que hacer algo realmente despreciable, aunque tuviera que hacer lo más bajo del mundo, era su última opción y no dudaría en emplearla, aunque llevase al propio clan a una autodestrucción asegurada.
- "No debes dudar de ello. Jamás"- Eriol miró en la profundidad de su mirada, una mirada que tenía el color de las hojas otoñales y que se oscurecía a cada momento, más y más. No debía dudar, pero dudaba. Al igual que Shaoran, Eriol no confiaba en nadie, no podía permitirse ese lujo al igual que Shaoran, por eso y solamente por eso dudaba de Shaoran o con palabras exactas, no podía confiar plenamente en él.
- "No podrás evitarlo"- Dijo Eriol sin temor a expresar lo que realmente opinaba.
- "Si que podré. No harán nada mientras La Viuda no lo diga, y no lo hará"- Eriol calló y miró hacia el otro lado.
La Viuda, hacía poco que la había visto. Shaoran no lo sabía pero Eriol estaba en permanente contacto con ella. La facilitaba informes y le daba una evaluación de todo lo que ocurría en el clan. Shaoran no lo sabía o al menos Eriol se había asegurado de ello. Habían pasado años desde la primera vez que empezó a hacer ese trabajo sucio, un trabajo poco leal para con su líder, aunque en realidad era algo que seguía siendo leal hacia el clan y a Eriol le enseñaron que ante todo, el clan era lo primero, aunque no siempre estuviera totalmente convencido de ello.
Aún con todo ello, a Eriol no le convenía que su líder se enterara de que estaba siendo controlado por esa mujer, que estaba siendo vigilado y analizado a cada segundo, porque el momento en que se enterara de ello Eriol no dudaba que el gran Shaoran Li le rebanaría el cuello, de una sola tajada, de la forma más rápida posible y solo porque tenían una 'amistad' le haría ese favor, porque por el contrario, le esperaría una muerte muy dolorosa y realmente larga.
Toda esa situación don 'La Viuda' era irónica, primero le despreció, luego se acercó a él y finalmente supo utilizarle de manera hábil. Sí, esa mujer había aprendido muy bien de su difunto esposo. Era digna consorte de ese despreciable monstruo.
La última vez que vio a esa mujer fue hace unos pocos días, tras hablar con el vagabundo de las calles en busca de información sobre el paradero de Meiling. Ese día marchó a tomar el té con esa mujer, le pasó su informe habitual y le explicó todo aquello que quería saber, aunque en esa ocasión se abstuvo de dar ciertos detalles sobre las invitadas que acogían en esos momentos la mansión. No comprendió el porqué de su acción, pero no pudo involucrar a esas dos chicas japonesas, ¿qué culpa tenían ellas de estar metidas en esa situación por capricho de Shaoran? No, decidió reservarse esa información para sí mismo, en su momento le diría a esa mujer lo que deseaba saber, pero en esos instantes no era conveniente, ni para ellas ni para Shaoran ni para sí mismo.
Tras la muerte del líder de la segunda generación - así denominada tras la generación 'Mythos', que fue la generación del abuelo de Shaoran, denominada de esa manera por los dos grandes líderes de aquel momento, 'el Dragón' y 'el Fénix', dos de los más grandes líderes - todo fueron cambios. Y todos estos cambios fueron iniciados por la muerte de casi todos los líderes de la segunda generación dejando el poder a los de la tercera. Por este cambio 'La Viuda' decidió controlar a su hijo con una cadena más corta, pues ya controlaba cada movimiento cuando este no era más que un crío y Eriol fue el espía perfecto desde un principio.
Los cambios más importantes de ese cambio generacional fueron muy importantes: El primer cambio fue en el liderazgo de los clanes. Los líderes fueron renovados pues la mayoría habían perecido. Todos los hijos de los antiguos líderes tomaron el poder de sus respectivos clanes, muy pocos permanecieron en su posición, como era el caso de Wu Pao, cuyo padre aún persistía en agarrarse a esta vida y con ellos dejando a su hijo aún bajo el control de sus garras.
El segundo cambio fueron los acuerdos establecidos en la 'Carta del Pacto'. Se incluyó un acuerdo que fue determinante y el cual decretaba que todo clan que se atreviera a traicionar la 'fe' de los demás, sería 'absorbido' por todos ellos. Siendo la parte mayormente afectada la que adquiriera una parte mayor, equivalente al daño infringido, más una indemnización de un tanto por ciento adecuada, según criterio de los más antiguos de cada clan. Lo que en pocas palabras se podía entender como la desintegración del grupo y la partición de este en diferentes partes para después ser repartidas entre todos los clanes. De esta manera evitaban de una manera absurda que las traiciones crecieran como flores hay en el campo o que pasara como en la última reunión del Consejo del Pacto y que repentinamente a todos se les ocurriera eliminar a sus contrarios.
De todas maneras si uno era discreto siempre podía hacerse algo que pudiera destruir a alguno de los clanes o en otro caso, molestarlos e incordiarlos, como hacía el clan Tigre con el clan Dragón cuando quebrantaba la norma de estos últimos vendiendo sustancias ilegales en su territorio, que por cierto era una norma que abarcaba casi todo Hong Kong, lo cual dejaba las cosas complicadas para los Tigres y otros clanes, pues Hong Kong era la cuna del comercio en China, junto con la capital, Pekín, y Shanghai, esas tres ciudades eran las más fructíferas a la hora de la venta y la compra y que un clan te impidiera abrirte paso en un campo como la venta de sustancias ilegales era, por decirlo delicadamente, un problema.
Todos estos cambios afectaban a todos, tanto ventajosa como negativamente. Shaoran fue el más radical de todos al imponer esa política de No-Drogas, lo cual era algo realmente curioso viniendo de un líder. Sin embargo no le ponía peros a la venta de armas, al blanqueo de dinero o al tráfico de otros objetos muy diversos, todo estaba permitido en el territorio de los Dragones exceptuando el comercio con drogas.
El tercer cambio se produjo en el Consejo del Pacto, el cual hubo que ser reformado para que no volviera a suceder la misma situación a la de aquella noche fatídica unos años atrás. Se cambiaron a los miembros y se escogieron a otros, con un carácter más… conciliador a la hora de realizar acuerdos.
Por todo esto y muchas más cosas, 'La Viuda' tuvo que optar por una vigilancia más cercana sobre Shaoran Li. No era permisible que el nuevo líder del clan sufriera ningún contratiempo, no en Shaoran Li.
- "¿Entonces no vas a hacer nada en absoluto?"- Preguntó Eriol levantando las dos cejas, esperando una respuesta clara y concisa.
- "No"- Eriol asintió con la cabeza como si esa respuesta fuera aceptable.
- "Pues olvidaré todo esto hasta la semana que viene"- Shaoran le miró con recelo y no pudo evitar que de sus labios sonara un sonido que indicaba lo poco que se creía eso- "Y adentrándonos en parajes menos angostos… ¿Qué vas a hacer con respecto a ella?"- No era difícil descifrar las palabras de Eriol. Shaoran cerró los ojos y ante él apareció una imagen de la mujer.
- "Ya que te veo tan afectado por la noticia de la querida tía he pensado que no te vendría mal algo de paz y tranquilidad…"- Eriol se puso erguido repentinamente y no pudo evitar que su habitual sonrisa pícara apareciera nuevamente.
- "Eres un…"- Antes de poder decir nada se detuvo y lo pensó nuevamente.
- "¿Buen amigo? ¿Buen líder?"- Sugirió Shaoran levantando una ceja.
- "Entonces me mandas descansar en casa ¿no?"- Dijo Eriol con sorna en sus palabras- "Sin nada más que hacer ¿no?"- Lanzó una mirada acusatoria a Shaoran, el cual no reaccionó de ninguna manera- "Como no hay nada pendiente que hacer… como cierto objeto que busca todo el mundo… la razón del retorno de Dominic… el asunto que por convenio hemos decidido olvidar… hasta la semana que viene. Sin más, has decidido que me viene bien… ¿qué? ¿Unas vacaciones?"- Shaoran le lanzó una mirada de advertencia pero Eriol no se apabulló.
- "Simplemente he visto oportuno que permanecieras en casa"- Eriol no le creyó ni una sola palabra- "Y ya que estás en la casa puedes aprovechar a hacer compañía a nuestras invitadas"- Eriol soltó un '¡Ja!' y Shaoran entrecerró la mirada. Eriol calló y le miró aburrido.
- "Y por supuesto no tendré nada más que hacer que 'acompañarlas' para que no se vuelvan a aburrir y decidan hacer misteriosas expediciones en soledad"- Más en el centro del blanco no podía haber dado Eriol. Esa excusa barata de que descansara no era más que una tapadera para decirle que se quedara y vigilara a esas dos fugitivas, en pocas palabras, estaba convirtiendo a Eriol en el carcelero de esas dos mujeres. Se le había ocurrido protestar pero inmediatamente después de abrir la boca la cerró. Bien pensado podría sacar cierto provecho de todo. ¿No decían que siempre había que ver el lado positivo de las cosas? Y Eriol veía el lado divertido de todo ello.
- "Veo que no pones objeciones"- Eriol le miró con cierto brillo en la mirada que no gustó a Shaoran.
- "No, ninguno en absoluto"- Dijo con simpleza con un movimiento de hombros como si todo le importara muy poco.
- "¿Por qué me da la impresión de ver una cola y unos cuernos asomándose?"- Dijo Shaoran con su siempre tono serio.
- "Y esta vez puedes suspirar de alivio pues no eres el objetivo de mis maquinaciones"- Dijo Eriol con su maliciosa sonrisa brillando. Shaoran se echó atrás cómodamente y le miró, solo dijo dos palabras.
- "Lo sé"- No había que ser muy inteligente para interpretar las intenciones de Eriol y sin duda, no le había pasado desapercibida la forma con la que miraba a la prima de Sakura. Shaoran solo esperaba que este vino que iba a catar le produjera una indigestión. Ya era hora de que alguien le borrara esa condenada sonrisa de sus labios. Esos casi veinte años juntos le habían hecho anhelar una sola cosa de Eriol, que alguien, a ser posible una mujer, ya que sabía que él mismo no tendría ese placer -se conocían demasiado bien como para engañarse mutuamente-, le borrara esa tonta sonrisa de la cara, esa sonrisa que le alzaba sobre un pedestal como cual Dios que sonríe con burla disfrutando de la desgracia ajena. Y ahora, tras tanto tiempo de espera, veía que sus sueños se cumplirían.
- "Entonces me resignaré a tu mandato y me quedaré a cuidar de las dos fugitivas"- Dijo con fingido pesar. Shaoran levantó una ceja. Cualquiera en el lugar de Shaoran se hubiera planteado otorgarle esa tarea a Eriol, pero Shaoran conocía bien a Eriol y sabía que cumpliría con su deber. Además, estaba seguro que Sakura estaría bien custodiada junto con Eriol porque las atenciones de su mano derecha estaban centradas en otra persona lo cual hacía que las incesantes atenciones de Eriol no fueran para Sakura.
- "También tienes que controlar que cuando llegue Meiling se encargue de recorrer las calles, no quiero que esté desocupada"- Dijo Shaoran tajante, sin dar opción a discusión.
- "No creo que sea necesario, es más, pienso que ella misma se encargará de mantenerse ocupada"- Era bien sabido que Meiling odiaba los hospitales y que el tiempo que pasaba inactiva lo recuperaba saturándose de trabajo o en otras palabras, desaparecía durante días por las calles de Hong Kong. Cuando volvía era la fuente de información más codiciada que podría tener alcance un clan, era un pozo inagotable de información lo cual era una de las armas más poderosas del clan Li ante los demás clanes. Saber algo antes que los demás lo sepan era siempre una de las cosas que irritaban a los demás clanes. El que un clan se anticipara siempre a sus movimientos era molesto y muy poco conveniente. Todo lo que pudiera ser importante o incluso lo que fuera insignificante, Meiling era la persona indicada a la que había que acudir.
Meiling siempre supo encontrar la información en el lugar que fuera, en la situación que fuera, de la persona que fuera. Fue algo que tuvo que aprender, una cualidad que tuvo que desarrollar para sobrevivir en la jungla que es la vida, donde impera una sola ley, la del más fuerte y aunque sea una ley por la cual se rigen los animales... ¿no es acaso el hombre un animal en esencia? Cuando no queda ni razón, ni lógica, ni corazón… ¿no es el ser humano un animal que se deja llevar por sus más bajos instintos animales? ¿No es acaso la supervivencia el instinto más básico del ser humano?
En su fuero interno Meiling siempre había sido testaruda, fuerte, impulsiva y muy persuasiva, aunque su primo siempre decía que más que persuasión era una pesada y una terca. Todas estas características en Meiling se fueron desarrollando de diferentes maneras hasta que llegados a un punto todas ellas encajaron y se adaptaron para el bien del clan, para un objetivo concreto, ¿no es eso lo que llaman la vocación oculta de uno?.
Toda esa persuasión – o terquedad - era un hechizo irresistible que nadie sabía evitar de Meiling, y quien era capaz de evitarla conocía un nuevo rasgo de esta no muy agradable, y esa era su parte intimidatoria. Meiling podía ser melosa como las gatas si le convenía o si no la provocaban, pero una vez que le llevabas la contraria podía jugarte la peor de las pasadas, pues ya que manejaba una gran cantidad de información y no tenía conciencia a la hora de utilizarlos, la joven podía ser realmente letal para el negocio de una familia o en unas cuantas palabras podía destruir el precioso ambiente familiar de un hogar, todo valía si era beneficioso para el clan o para sí misma, no tenía remordimientos, dormía de la mejor manera posible.
Meiling se conocía las calles como la palma de su mano, conocía cada callejuela, donde se encontraba cada vagabundo, cual de ellos era el más fácil de comprar, sabía donde esconderse y donde se escondían los demás e incluso llegaba a saber donde estaban algunas de las bases de operaciones de algunos clanes, aunque esos detalles solía guardárselos para sí misma, por diversas razones...
Al fin de cuentas, lo que ahora mismo concernía al caso era evitar que madre e hija se enfrentaran cara a cara. Apenas se veían y lo más a lo que llegaban cuando se encontraban era a un ligero saludo de cabeza. Jamás intercambiaban palabras si no era estrictamente necesario y esto era algo que no era novedad, antes de que Mai Fan muriera Meiling tenía la misma relación con su madre como la que tenía ahora.
Tras el nacimiento de Meiling y al no ser varón, la madre de esta decidió desquitarse con la pobre criatura, pero la mano protectora de su hermana mayor hizo que Meiling tuviera una guardiana que cuidaría de ella hasta el día en el que muriera o Meiling se hiciera valer por sí sola, para pesar de todos, fue lo primero lo que aconteció haciendo que la joven madurara antes de lo previsto. Desde el mismo momento en que Mai Fan se hizo cargo de su hermana, la madre de las dos decidió simplemente por optar a ignorar la existencia de su segunda hija. Desde ese momento todas sus presiones y expectativas cayeron sobre Mai Fan, tal vez por rencor, tal vez por rabia, quizá simplemente fue por disfrute, en cualquiera de los casos no importaba. Mai Fan sufrió todos los desplantes de su honorable madre con la cabeza alta, la espalda erguida y con todo el coraje y la dignidad que pudo sacar de sí misma. En el instante que sus excesos y abusos cayeron sobre la hija mayor, la gran dama de hielo decidió que su segunda hija solo era un estorbo insignificante que no merecía ni uno de sus esfuerzos para tomarla un mínimo de atención. Se olvidó de su existencia relegándola a la nada. Lo que creó entre esas dos mujeres un gran vacío.
Sin embargo, ahora que lo único que las separaba estaba muerto y enterrado, la dama volvió su mirada sobre su hija. Viuda como era ahora solo le quedaba su segunda hija para soportar el peso de su parte del clan. Una hija a la que consideraba menos que un cero a la izquierda, una mujer que creía que por la protección excesiva de su hija mayor y ahora de la esposa de su líder, que por los cuidados de su primo, una mujer que pensaba que su hija, tan bien vestida y educada por mano ajena se había convertido en una desgracia para la familia.
La opinión que ella tenía de su hija era la de una joven despreocupada que siempre estaba en la calle en busca de diversión y fiesta, cuando no era así la realidad. La estricta mente de 'La Viuda de Hielo', no dejaban lugar a otro pensamiento que no fuera la de una educación estricta y a base de mano dura. Pensaba que la vida holgada y tranquila de su hija la habían echado a perder, cuando la realidad era que su hija había sufrido mucho en las calles oscuras de Hong Kong. El hecho de que su hija hubiera desaparecido una temporada no la alarmó demasiado, pensaba que la muy cría se había escondido en alguna parte, pero no que se hubiera adentrado en las escalofriantes calles de Hong Kong, sola y desamparada. Absorta con la noticia de que la hija con la que dejaba escapar toda su frustración había desaparecido, no optó por pensar en ocuparse de la otra. Aún así, las cosas no cambiaron, al menos para la madre de Meiling y Mai Fan, hasta el día en que el padre de Li y su hermano menor, su difunto marido, partieron para el otro mundo, dejando a las dos viudas con el peso de todo el clan. Nadie dudó por un instante de la capacidad de Ieran Li, 'La Viuda' y aunque sí se dudó de que el heredero del clan fuera el apropiado. Empero 'La Viuda de Hielo' no tenía heredero y su conocimiento del clan no era tan amplio como el de su marido, al descartar a su hija como heredera adecuada decidió optar por lo más irracional, no morirse hasta encontrar un sustituto adecuado, el cual jamás aparecería, pues el listón estaba demasiado alto para saltarlo.
Todos pensaron que Meiling, siendo la única heredera de la rama roja del clan Dragón, atraería la atención de su madre y todos se equivocaron. Aun siendo su última opción optó por olvidarse de ella. Sola y desamparada, siendo solamente una niña y sin nadie quien la cuidara encontró una oportunidad en la mano que Eriol le tendió. Este se acercó a ella con una promesa, una promesa que le dijo que se vería cumplida junto con su primo Shaoran, una promesa que le otorgaría todo lo que ella más deseaba. Esa promesa fue la de hacer arrepentirse a su madre de todo lo que le había echo, de la humillación de haberla abandonado, de su osadía al haberla relegado a la nada, de convertirla en un ser insignificante. En esa promesa Eriol le juró que con Shaoran alcanzaría la gloria, que llegaría tan alto que su madre llegaría un día hasta ella pidiendo, rogando que volviera a ella. Esta promesa no solo escondía un sueño, sino una pesadilla, la pesadilla de que si no llegaba a ser más fuerte y más poderosa acabaría con el mismo destino que su hermana. Su objetivo aún no se había alcanzado y ya había empañado el sueño, sin llegar a ser totalmente una pesadilla. Cometió un error garrafal, un error que además era el mismo que el que cometió su difunta hermana.
Enamorarse.
Su mayor error, su más terrible pecado. Su amor no solo fue su perdición sino el principio de la destrucción de sí misma. Quedó desolada por no solo el dolor de la pérdida, sino del dolor de haber perdido algo que jamás la perteneció, un amor que no fue amor si no odio, dolor, mentiras y traición. Se enamoró de un hombre pero la manipuló el mismo demonio. Se dejó llevar al son de su música sin darse cuenta del cuchillo que lentamente le estaba clavando en la espalda, cuando se hubo enterado de la verdad fue demasiado tarde, pues el golpe final fue tan fuerte que su corazón quedó desolado, destrozado, sin remedio de volver a convertirse en lo que antes era. Siempre atenta, siempre en guardia, se dejó manipular por no cualquier hombre, y quizá porque no era cualquier hombre fue por lo que se dejó llevar con tanta facilidad.
Tardó tiempo en reponerse. Se encerró en sí misma, levantando un muro de piedras con espinas a su alrededor. Enfrió la sangre que había en sus venas y se obligó a desterrar la palabra amor de su mente y su corazón, jamás sentiría igual un beso o una caricia, jamás volvería a creer en las palabras hermosas de los labios de un hombre. Se convirtió en un ser necio y cínico, un rasgo que al parecer compartía con su primo y el amigo de este. Se repuso lentamente y si con el dolor de su corazón partido no fuera suficiente, fue objeto de un castigo, merecido por el grave error cometido, pues sus acciones no podían ser perdonadas con tanta facilidad. No solo la habían afectado a ella sino también a todo el clan y por ello su primo la hizo pasar por un infierno antes de que pudiera darle la redención al pecado que lo hizo alzarse en una situación comprometida.
El castigo impuesto fue algo bastante más suave de lo que Meiling hubiera pensado. Hubiera puesto la mano en el fuego por que el castigo que le hubiera impuesto incluía alguna clase de mutilación en su cuerpo. Empero el hecho de que fuera su prima o tal vez una de las pocas mujeres en las que creía que tenían algo que antiguamente llamaban honor. El caso fue que el castigo que salió de sus labios se pudo resumir en una sola palabra:
Destierro.
Durante un año y sin el más mínimo remordimiento echó a la calle a su prima, la echó sin nada más que algo de ropa y algo de dinero que apenas le alcanzaba para un par de días de comida. Durante ese periodo de tiempo solo le exigió algo a cambio, que reflexionara, que pensara bien que había hecho, que era lo que quería para el futuro y que no debía hacer para volver a fallarle a él o ella misma. Le dijo que si durante ese periodo de reflexión no se creía capaz de volver junto al clan la daría por muerta y se olvidaría de ella, si por el contrario encontraba un motivo y fuerzas para continuar con ellas, la recibiría, la acogería bajo su techo y la rama del Dragón Rojo pasaría a estar bajo su protección.
Meiling vagó por las calles de Hong Kong, tuvo que descubrir el lado más sórdido de la vida, un lado que jamás tuvo la oportunidad de ver pues siempre se había ocultado tras la espalda de su hermana, aunque no fuera la primera vez que pasaba en la calle, era totalmente diferente a aquella vez, cuando estuvo protegida por los cuidados de un mendigo. Esta ocasión era totalmente diferente. Con el orgullo tan alto que le impedía mendigar y robar para conseguir dinero o comida, fue en busca de algún lugar donde le dieran un trabajo. Durante los primeros meses de vida en solitario tuvo una vida precaria. Todo cambió el día que salió de su turno en su mal trabajo, mal pagado, encontró una vía de escape mientras vagaba por una de las callejuelas hacia el ruinoso apartamento que la esperaba. Chocó con una mujer que iba descalza y con la ropa alborotada, según podía ver por la ropa y el maquillaje que llevaba puesto supo que esa mujer trabaja en la calle, lo cual era muy normal en ese barrio.
La mujer al ver a Meiling levantó una ceja al ver la mirada de la joven.
- "¿Qué miras?"- Dijo con un tono que amenazaba con empezar una batalla.
- "A usted"- Dijo Meiling sin inmutarse ante su tono, ni su primo era capaz de intimidarla con su carácter tan frío y desprovisto de emociones.
- "¿Te molesta lo que ves?"- Dijo con tono belicoso, conocía a la clase de Meiling, se veía a la legua en su forma de mirar que era una de esas melindrosas escrupulosas.
- "Solo pensaba si había salido de trabajar o si había sido atacada, es algo difícil de distinguir sabiendo la profesión en la que se dedica"- No cabía esperar que la mujer quedara sorprendida ante la respuesta de la chica. Podía haber esperado alguna reprimenda como la que le hizo su madre al enterarse en la santa profesión a la que decidió dedicarse o algún comentario despreciativo, pero jamás se hubiera esperado una pregunta tan… tan… directa y sincera. Aunque eso sí, no se le escapó la sorna de sus labios y el tono belicoso.
- "Me has caído bien chica"- Dijo con una mueca al recordar el golpe de las costillas- "La verdad es que un par de maleantes me han atracado y me han dado una paliza antes de quitarme el bolso"- Dijo con un deje de ironía.
- "¿No sabía que pasear por este barrio como va vestida hace que su vida sea más precaria de lo que ya debe de ser?"- Dijo cruzándose de brazos y levantando una ceja, un gesto que aprendió rápidamente de su primo, un arrogante gesto que a su primo le salía con más naturaleza que a ella.
- "Como si tuviera otra elección"- Dijo mientras una comisura de sus labios se elevaba en un deje irónico. Siendo aconsejada por una niñata. ¡Hallase visto!
- "En todo caso es algo que no me concierne"- Meiling volvió la cabeza al frente y se dispuso a seguir de camino a su mugriento apartamento.
- "Eres una chica muy rara"- Dijo viendo como se paraba la joven al pasar por su lado.
- "¿Por qué?"- Dijo con un cierto grado de curiosidad.
- "Pasas totalmente de mi ahora cuando te acabas de parar a cruzar unas palabras conmigo. Cualquiera hubiera pensado que ibas a ayudarme"- Dijo apoyándose en una pared de ese callejón.
- "Solo me paré porque me preguntó primero"- Dijo la joven con cierta risilla en su voz- "Si tuvo una idea equivocada de mis intenciones, perdóneme"- Dijo con más ironía aún.
- "Nadie se para cuando le pregunta un desconocido y menos si ese desconocido es de la clase de persona que soy yo"- Meiling se dio la vuelta y se dirigió a la mujer. La mujer no vio ni un solo sentimiento que delatara lo que estaba pensando la joven en esos instantes.
- "La llevaré a su casa y espero no tener que soportar ningún comentario más"- Dijo cogiendo un brazo de la mujer y pasándolo alrededor de su cuello.
- "Ciertamente como dije, eres rara"- Las dos mujeres caminaron según la desconocida le indicaba donde tenía que ir. Meiling no paraba de sentir la mirada curiosa de la mujer sobre su rostro, era como si la estuviera perforando para poder encontrar el sentido de todo esto dentro de su cabeza. Al final llegaron a un barrio más acomodado y con evidentemente mejores comodidades que el barrio del que acababan de salir. La mujer le dijo a Meiling que llamara a cierto piso y del telefonillo del portal no se oyó ninguna voz, pero si el ruido que hacia la puerta al abrirse. Meiling empujó la puerta y entró dentro. Fue hacia el ascensor y esperó a que bajara- "Acompáñame arriba, no creo que sea capaz de llegar arriba sin derrumbarme por el camino"- Meiling entró en el ascensor, pinchó el botón del número del piso al que iban y allí esperó hasta llegar a la planta, cuando la puerta se hubo abierto, miró a cada lado del pasillo y en un lado pudo ver como una mujer se dirigía hacia ellas. Iba vestida solamente con un provocativo camisón que iba tapado nada más que por un sinuoso batín.
- "¡Por Dios! ¡Mírate! ¡No podrás trabajar esta noche!"- Fueron las primeras palabras que salieron de la mujer.
- "Hola, también me alegro de no sufrir nada grave"- Dijo con sarcasmo. La otra mujer a medio vestir movió la cabeza de un lado a otro y soltó un suspiro resignado.
- "Esto te pasa por pensar que caminar de día por esos barrios no es peligroso"- Dijo cogiendo el otro brazo de la mujer herida y entre Meiling y ella fueron a la puerta del piso. En todo momento ninguna de las dos mujeres dirigió su atención a la prima de Li.
- "Esta vez te doy la razón"- Torció la sonrisa cuando lentamente la dejaron sobre un sofá de una sala.
- "Bueno, bueno, que tenemos aquí"- Dijo mirando a Meiling con ojos críticos. Dio un giró alrededor de la joven y se paró a un lado. Apuntó con un dedo a la joven- "No me digas que ahora te gusta la corrupción de menores"- Meiling entrecerró los ojos y la lanzó una mirada despreciativa.
- "Deja de meterte con la chica"- Dijo sin mucha persuasión.
- "Vamos… Mírala, se ve que ha salido de un barrio bien, mira como se yergue. Se cree que es más que nosotras y meramente es una niña"- De improviso le cogió las manos, las giró para ver sus palmas, pero su mirada se arrugó en un entrecejo. Repentinamente soltó las manos como si quemaran- "Me voy a por el botiquín"- Y salió del cuarto.
- "¿Qué le ha pasado?"- Y sin recibir respuesta la otra mujer le dijo que se acercara y una vez que estuvo a su alcance le acogió una de las manos y la miró con detenimiento. Una sonrisa se formó en su rostro.
- "Simplemente ha huido de la verdad"- Dijo mirando a la joven con ojos divertidos- "Una mano como la tuya no puede ser de una niña mimada"- Dijo ahora con menos hostilidad que antes- "Dime chica, ¿cuántos años tienes pisando esta mísera vida?"- Meiling desvió la mirada un momento dubitativa, pero inmediatamente la volvió a mirar con expresión seria.
- "Tengo 16 años"- Dijo con mirada amenazadora, como si esperara un comentario de la mujer.
- "No deberías estar en la calle sola"- Dijo la mujer que se dio la vuelta hacia la mesilla para coger un cigarrillo y un mechero.
- "Deja eso ahora mismo"- Volvió la otra mujer.
- "Mierda"- Dijo dejando de nuevo el cigarrillo en su sitio. La otra mujer se acercó a su malparada amiga y abrió el botiquín empezando a curar las heridas de la joven.
- "¿Has perdido el dinero de la noche?"- Dijo mirando ceñuda una herida en el costado.
- "Sí"- Dijo aguantando el dolor.
- "Eso va a ser un problema y por las pintas de esto diría yo que deberíamos ir al hospital para ver si tienes alguna costilla rota. Al menos una semanita en el hospital sería conveniente"- Dijo mirando a la mujer.
- "¡Vamos! Solo es un rasg…"- No pudo terminar la frase porque su compañera apretó la herida y esta soltó un grito- "De acuerdo, pero no seas tan puñetera de apretarme la herida"- La joven se giró a Meiling que veía la situación con ojos divertidos, hacia tiempo que no se reía.
- "Como has ayudado a esta criatura a llegar aquí te debo un favor"- Meiling miró a la joven que antes la había tratado con hostilidad, no pudo evitar sentir una cierta malvada alegría al ver la expresión de frustración por verse vista a deberle un favor.
- "En realidad no es nada. Me la encontré al salir de trabajar"- Las dos mujeres cruzaron miradas y después la miraron a ella de nuevo.
- "¿Por casualidad no serás una de esas…?"- Dijo la mujer herida.
- "¿… Niñas ricas que se ha escapado de casa?"- Terminó la frase la otra mujer.
- "No"- Las dos mujeres la miraron interesadas- "Soy una de esas niñas ricas que han echado de casa"- No podo evitar esbozar una sonrisa al ver las reacciones de la joven.
- "Me has caído simpática"- Repitió nuevamente la mujer herida- "Chica, a partir de ahora te quedarás con nosotras a vivir"- Su compañera la lanzó una mirada furiosa- "No hay pegas que valgan. Una niña como tú no debería de estar en la calle y menos viviendo en ese barrio. Chica, trae tus cosas, no hay más que decir. ¡Dios mío! Si no me he presentado, ¿dónde estarán mis modales? Yo soy Rain y esta de aquí al lado es Chastity"- Meiling alzó una mirada a la joven y levantó las dos cejas- "Que no te engañe el nombre. Ella tiene todo lo que desees menos castidad, eso hace mucho tiempo que lo perdió"- Las dos mujeres rieron ante este último comentario.
- "Parece que no hay nada más que decir. Si Rain tiene una idea, por muy absurda que sea, en la cabeza no hay manera de hacerla dar un paso atrás. Espérame aquí a que me vista, vamos al hospital y después vamos a casa de la chica a coger sus cosas"- Meiling pestañeó sin creerse lo que esas mujeres pretendían.
- "Creo que están locas"- Dijo con asombro- "Si no las conozco de nada"
- "Yo soy Rain, nombre artístico por supuesto, como te he dicho. Tengo 26 años, me encanta el verano, adoro el mar y mi sueño es convertirme en surfera"- Meiling pestañeó- "Ella es Chastity, por supuesto no es su nombre, es una mujer pro naturaleza, prácticamente miembro del Green Peace, es más, tuvo un novio de esa organización. Jamás de los jamases le lleves la contraria porque puede amargarte la vida. Las dos nos conocimos en la Casa de Muñecas"- Dijo todo eso afablemente.
- "¿Casa de Muñecas?"- Dijo Meiling haciendo memoria de donde había oído antes ese nombre.
- "Es la casa de citas en la que trabajamos"- Meiling parpadeó y entonces recordó donde había oído antes ese nombre.
La Casa de Muñecas, perteneciente al clan Dragón, una de las más importantes fuentes de ingreso del clan en esa zona de los negocios. Era una de las casas de citas que más ingresos tenía. Tenía un local en la calle Roja, como era denominada la zona donde se situaban todos los locales de esta clase, es decir, burdeles.
La Casa de Muñecas estaba situada en un local en la zona centro de la calle, con una ambientación de los años del pasado. Donde las mujeres vestía con trajes antiguos y se convertían en las serviciales mujeres de esa época. Se servía toda clase de placeres, el placer de los mejores vinos, de los mejores platos que un paladar pueda apreciar y sobre todo de las mujeres más hermosas y disponibles de toda la ciudad y casi del todo el país. Las podías escoger rubias, morenas, pelirrojas, altas, bajas, rellenitas o delgadas, de pechos pequeños y otras con más atributos. Las podías pedir que interpretaran el papel de doncella virginal o de agresiva mujer pasional. Cualquiera que fuera la mujer que desearas, en la Casa de Muñecas podías encontrarla.
- "Del clan Dragón"- Murmuró Meiling para sí misma.
- "Es un buen lugar por mucho que la gente piense mal de él"- Dijo Chastity al ver arrugar la frente de Meiling, malinterpretando los pensamientos de la joven- "Es limpio, va gente un tanto más decente dentro de lo que cabe y nuestra jefa tiene sus principios, un tanto estrafalarios, pero principios al fin y al cabo"- Meiling miró a las dos jóvenes y una idea se le pasó por la cabeza.
- "Me quedaré con vosotras, pero a cambio de un favor"- Rain se inclinó hacia delante dispuesta a escuchar- "Quiero que me dejéis trabajar en la Casa de Muñecas"- Las dos se sorprendieron ante esta idea- "Antes de que os neguéis, debéis considerar que Rain está herida y no podrá trabajar durante un tiempo, lo que será una pérdida para vosotras como para el local. También está el hecho de que necesito un trabajo mejor remunerado que el que tengo ahora y el hecho de que si voy a vivir aquí, no lo haré gratuitamente"- Las dos mujeres callaron, muy pensativas- "Mi edad puede ser un problema pero no es un impedimento y por lo demás yo ya soy una mujer"- Esta última frase escondía más de lo que aparentaba.
- "La juventud de ahora nos ha salido promiscua"- Comentó Chastity- "Muy promiscua"- Dijo divertida.
- "Aunque todo lo que has dicho esta muy bien, debes saber que esto no es fácil, no creo que seas de la clase de mujer que se deje vender por un puñado de papeles. Tienes que tener entereza para soportar ciertos gestos, ciertos comentarios y sobre todo, aguantar con tipo cualquier hombre que se te pegue encima"- Dijo Rain seriamente- "Nosotras no escogimos este trabajo por sus facilidades o por su gran perspectiva de futuro"- Meiling asintió con resolución y Rain dejó escapar un suspiro- "¿Tú que piensas Chas?"
- "Que es libre de hacer lo que le plazca mientras no me meta en líos"- Meiling pudo ver que en la mirada de la mujer tampoco había cierta simpatía hacia la idea.
- "Si estás decidida podemos hacer un arreglo, pero déjame decirte que muchas acaban amargadas después de esto"- Meiling dio un resoplido muy poco educado.
- "En mi vida he tenido que sufrir cosas peores y en cuanto a los hombres, me importan muy poco. No confío en ellos, no tengo en gran estima al sexo masculino"- Lo que Meiling no sabía es que después de esta experiencia les tendría menos estima aún.
- "Eres más joven y para mi asombro más cínica que Chas"- Chastity afirmó con la cabeza- "Me da que me arrepentiré, pero no tengo dudas de que dar el tipo, lo das"- Miró una última vez a Chastity y esta se encogió de hombros- "Pues bienvenida a este mundo…"- Meiling se lo pensó un momento y lentamente sonrió.
- "Puedes llamarme Dalia"- Y fue como a partir de ese momento en que Meiling se fue adentrando en el intrigante mundo de la prostitución, un mundo tan sórdido como intrigante, una parte más que pertenece al mundo de los clanes.
Aquí, en este mundo, en esa casa fue donde Meiling comenzó verdaderamente a vivir, a crecer como persona, a valerse por sí misma. En este mundo descubrió que la información, bien manejada, podía ser una de las armas más peligrosas y más útiles del mundo. Meiling se tuvo que adaptar como todo ser humano a las circunstancias que le depara la vida, tuvo que dejar de lado su orgullo, sus principios, tuvo que hacer de tripas corazón y olvidar todas las reglas que había seguido, que le había enseñado a seguir para sobrevivir. Salió adelante y tuvo un golpe de suerte.
En sus primeras semanas de trabajo tuvo que hacer de tripas corazón, tuvo que soportar las caricias insinuantes, las palabras descaradas, aguantó con porte y fuerza y en ningún momento se rebajó a acostarse con nadie, hasta un día. Un cliente y en realidad no era un cliente cualquiera, pidió tener un encuentro con ella. Meiling le conocía bien, aunque el desconociera a la joven. Un hombre mayor, ya en sus cuarenta años, aunque bien conservado. Meiling hizo lo que hacía siempre, atender a los clientes cuando pedían una bebida o algo que tomar, siempre atenta, con una sonrisa en sus labios. Hasta entonces solo le ofrecieron que trabajara de camarera y hasta que ese hombre no entró al local jamás le pidieron que atendiera personalmente a uno de los clientes.
Un hombre con los cabellos negros ya decorados con mechones canosos, que le duplicaba en edad, de barbilla prominente, cejas gruesas, bien afeitado, de cuerpo musculoso aunque no tanto como hubo de ser en su juventud. Era un hombre alto con cierto porte orgulloso. Era de aquellos hombres de fácil sonrisa afable y su voz era profunda, seguramente años de práctica delante de todos sus partidarios. Sin duda en persona daba mayor sensación de seguridad y de bienestar que cuando lo había visto en televisión en alguno de sus mítines políticos. No era sorprendente que un hombre casado como él, con gran importancia en la relevancia política se dejara ver por ese lugar. La Casa de Muñecas podía ser lo más famosa que uno pudiera considerar, pero aún así, era una de las más discretas, donde todos tenían la boca cerrada por un buen precio.
Meiling notó como el hombre la seguía con la mirada y siempre que se daba la vuelta para mirarle, el político la sonreía con amabilidad. La noche llegó a su punto álgido y fue entonces cuando una suntuosa señora vestida con un traje tradicional, de un lujurioso rojo y un abanico de plumas en la mano se acercó a ella.
- "Parece ser que esta noche será tu estreno pequeña"- Dijo sin que se vieran sus labios, con el abanico delante de su boca todo el tiempo- "Como sé que no eres tonta, sabrás que cierto caballero está interesado en pasar una noche contigo a cambio de una suma escandalosa y como el dinero es más fuerte que mi conciencia le he dicho que suba a esperarte. No ibas a pasarte toda la vida siendo camarera en este lugar ¿verdad?"- La mujer miró a Meiling a los ojos y le dio una advertencia silenciosa: No-es-una-opción-sino-una-orden.
Meiling asintió captando su orden y se dio media vuelta dirigiéndose hacia las escaleras que daban al piso de arriba. Se dio media vuelta y vio como ahora la engalanada señora estaba riéndose de algo que uno de sus clientes le decía.
Madame Rouge. La dueña y señora de la Casa de Muñecas.
Una mujer del todo misteriosa, nadie sabía con certeza de donde venía esa mujer, muchos rumores especulaban de sus orígenes pero nadie sabía con certeza de que lugar procedía esa misteriosa dama. Muchos eran los rumores, pero solo uno era el que más se arraigaba en la lengua de los chismosos.
Se comentaba que Madame Rouge era procedente de un pequeño pueblo, situado en ninguna parte. De padres campesinos, no eran excesivamente pobres, se comentaba que eran humildes granjeros que labraban la tierra. Se sabe, por lo que comentaban, que con el dinero que tenían tomaron la decisión de enviar a su hija a la gran ciudad, a labrarse un buen futuro. La joven salió del pueblecito y llegó a la gran ciudad donde fue acogida como cualquier otra muchacha, con dureza y frialdad.
Sin expectativas de llegar a ninguna parte empezó a hacer las calles siendo muy joven. Se dice que tendría 15 años cuando llegó a la ciudad, pero ninguna de estas especulaciones tenía fundamento. Era una chica de pueblo que llegó a la gran ciudad con expectativas de grandeza pero que se quedó a medio camino sin ni siquiera llegar a ver el esplendor de esa riqueza. Sin esperanzas y muy pronto sin dinero tuvo que ganarse la vida como mejor pudo. Vendió su cuerpo como mercancía y se ganó la vida como muchas de las perdidas que andaban de noche la calle. A diferencia de ellas llegó a ser inteligente y ahorrar el suficiente dinero como para comprar un pequeño local. Quizá abriría un bar o quizá algún día un local más respetuoso.
Todo fue un hermoso sueño mientras duró, finalmente despertó a la realidad donde se vio turbada por una espesa negrura. En este punto es donde las murmuraciones varían. Unos cuentan que fue uno de sus clientes, que prendado de ella le dejó el dinero para poder seguir el negocio, otros comentan que fueron sus compañeras de profesión, que viendo un buen negocio en el local decidieron dejarle el dinero a cambio de una habitación donde poder llevarse a sus polluelos para desplumarlos. En cualquiera de los dos casos el negocio siguió adelante hasta llegar hasta donde estaba ahora. El local llegó a tener cierta fama con el tiempo y pronto el nombre 'Casa de Muñecas' estaba en boca de todos los hombres que pasaban por la calle Roja y querían un lugar discreto, con mujeres hermosas y un servicio excelente.
Poco a poco la gente fue llegando en más número y las chicas de las calles que habían oído el nombre de la Casa de Muñecas vieron que era más seguro y más cómodo para ellas trabajar para la Madame que hacer solas las calles o bajo la tutela de un chulo inescrupuloso. Empezaron a llegar en busca de un lugar para ellas, pero solo las que destacaban más por su belleza o su carisma entraban a trabajar a la casa. Ante sí se abrió un camino más fácil el cual andar para la Madame. Ahora, en estos días no había hombre ni prostituta que no conociera el nombre de Madame Rouge y menos aún el nombre de la casa que regentaba.
Había dejado atrás su nombre y sus apellidos, su familia, su pasado había sido borrado. Todo lo que se sabía eran solo palabras inventadas por muchos, jamás nadie logró sacarle ningún dato de su pasado. Y aunque Meiling sentía curiosidad como todos, pronto descubrió que ese deje de cinismo que poseía Chastity también lo veía en los ojos de la Madame, como en los ojos de todas las mujeres de la casa. Vio en la profundidad de esos ojos, desesperanza, falta de ilusiones, un vacío muy grande que no lograba ponerle nombre. Veía a las mujeres actuar con esos caballeros y solo podía ver una fría distancia entre ellas y el resto del mundo, no se aferraban a nada más, excepto al dinero.
Una tarde, antes de llegar al club, en la casa donde vivían ahora las tres mujeres Meiling les miró fijamente y vio en ellas una mirada igual que a la de las demás. Sin saber el impulso que la llevó a hacer esa pregunta consiguió lo que en semanas no había conseguido. Las sorprendió.
- "¿Cómo eran vuestras vidas antes de trabajar para Madame Rouge?"- Rain se paró en medio de la sala mientras se dirigía a la cocina y Chastity que estaba comentado lo absurdo de un programa de televisión se quedó callada. Meiling jamás creyó tener la oportunidad de dejar sin habla a dos mujeres de la entereza de esas dos.
Rain no dijo nada y prosiguió su camino a la cocina, simplemente evitó el tema. Sin embargo, Chastity, que siempre era irónica y muy cínica respecto al mundo se levantó del sillón donde estaba viendo la televisión y se acercó a Meiling, ni siquiera la miró cuando la contestó, simplemente le contestó con la voz más desprovista de emoción que jamás halla podido oír.
- "Todas las mujeres que terminan en este mundo acaban perdiéndose a sí mismas y con ello su origen. Sé inteligente chica, no te pierdas a ti misma también"- Esa frase no era esclarecedora de por sí, pero lo decía todo y Meiling supo que ese cinismo que envolvía a Chastity era la única armadura que la protegía para sobrellevar cada día. Supo entonces que esa pregunta era tabú para ellas y también empezó a formarse cierto respeto hacia ellas.
Esa noche probó la cama de una de las habitaciones de la casa junto con ese político de tanta importancia. Lentamente fue sumergiéndose en esa vida, envolviéndose de las artimañas de los velos de traiciones, mentiras y falsedades. Vivió 9 meses en esa vida y llegado el momento tuvo la certeza de una cosa. Se había perdido a sí misma, su perspectiva de la vida ya no sería igual que antes. Salió de la casa no sin ciertas dificultades y volvió bajo la mano de su primo, quien ya era un líder frío y poderoso con solo la edad de 19 años. Meiling, con toda la información que recabó en ese lapsus de un año destruyó a muchas personas consiguiendo que el clan Dragón se alzara cada día más y más en su escala al poder.
No solo volvió al clan, sino que volvió con más fuerza, más peligrosa y sin alma.
Su primo la recibió con los brazos abiertos, sin el menor reparo, como si hubiera olvidado todo lo sucedido en el pasado, aunque la realidad no fuera realmente esa. Su primo no era conocido por su benevolencia ni por su forma de perdonar, sino todo lo contrario, era una de las personas más rencorosas que existía en la faz de la tierra, si algo recordaba bien su primo era toda y cada una de las faltas que podía cometer una persona y más si esas faltas le afectaban a él.
Esa fue una de las etapas de la vida de Meiling, una etapa que como bien aprendió, quedaba en el pasado y el pasado era mejor no tocarlo. En resumidas cuentas, el porqué de que Meiling aborreciera a los hombres no solo se arraigaba en el hecho del hombre el cual la traicionó, sino también por su etapa tan poco agraciada, sin olvidar nunca a su inexistente padre, el cual no había reparado en la existencia de su hija, y su déspota tío, que más que un ser humano parecía el mismo diablo.
Sí, esta etapa de su vida la marcó para superarse, para demostrarse así misma que ese error no volvería a cometerse, que su madre viera que aunque hubiera caído en ese agujero pudo salir de él. Si su madre la despreciaba por el hecho de ser menos que sus expectativas sería mejor que jamás lo dijera en alto pues ahora era ella quien mandaba en el clan Dragón Rojo y ella era uno de los más fieles servidores del actual líder.
Un gran precipicio las separaba aunque se encontraran en el mismo cuarto y por mucho que la sangre uniera a las dos en un vínculo indeseado, era mejor no llegar a ver jamás esa sangre derramada en los azulejos del suelo.
Eriol volvió su mente al presente cuando oyó continuar a su amigo.
- "Y en cuanto a lo de hacer de niñera…"- Comenzó Shaoran mientras se levantaba de la silla. Con movimientos suaves y rápidos, como los de un felino, con una parsimonia que hacia rivalidad a la melodía de una composición clásica.
- "No creo que sea un problema"- Respondió Eriol, recobrando su humor, volviendo a ser el que era, como si su estado de pesadumbre hubiera sido meramente un sueño imaginado por la mente de Shaoran. El energúmeno había vuelto a la normalidad.
- "No quería decir eso"- Dijo con su eterno tono distante, como si escondiera sus más profundos sentimientos, si es que él poseía sentimientos.
- "Lo sé"- La franca sonrisa maliciosa de Eriol asomó por la comisura de sus labios- "No sabrás de ellas"- Añadió a continuación- "Si tú no quieres saber de ellas"- O lo que en palabras más simples quería decir: 'No habrá ningún nuevo altercado. No más escapatorias ni problemas de ninguna otra clase'. Al menos ese era el deber de Eriol como niñera de las dos jóvenes japonesas, encargarse de que el nombre de las dos jóvenes no apareciera en ningún incidente cuando Shaoran revisara los informes diarios de todo lo que concernía al clan, que al lado de sus nombres no viniera atada la palabra 'Problema', es más, que ni siquiera existieran sus nombres en ninguna clase de documento.
- "Te dejo a cargo de todo durante cinco días"- Shaoran se paró delante de su escritorio y se apoyó en el borde de la mesa con los brazos cruzados y una pierna cruzada sobre la otra, mirando de frente al inglés de gafas.
- "¿Cinco días?"- Preguntó Eriol con curiosidad. Si a Eriol no le fallaba la memoria, y no le fallaba, al menos le daban una semana para presentarse ante los 'Siete Enanitos' en la mansión principal para ser juzgado y sentenciado, con la benevolencia de un pequeño argumento en su defensa, que por supuesto no se tomaría en cuenta ya que la decisión ya estaba tomada de ante mano.
- "Sí"- Fue la llana y simple respuesta del hombre.
- "Si pudieras explayarte más en una explicación razonable tal vez podría entenderte"- Dijo Eriol con sorna.
- "Sí, podría"- Eriol no pudo evitar curvar un poco la comisura derecha de su labio a la vez que sus ojos brillaban de una manera cómplice y juguetona.
Por primera vez en toda una vida compartida, se presentaban uno de esos raros momentos en los que no sabía que era lo que realmente tenía entre manos el líder. Primero estaba Sakura, que sin duda seguía estando en su mente, esa descarada forma de dejarle fue todo menos halagadora. Y por otro lado estaba el olor a sangre, sí, el olor de la sangre de esa llaga recién abierta y que, según premonición del inglés, tardaría mucho tiempo en volver a desaparecer pues no existían posibilidades de que desapareciera. No, no una llaga de tamaña extensión. Era como un gran tajo que cubría todo el pecho y atravesaba el corazón. Era algo horrible, doloroso, una barbarie repugnante, pero era algo palpable que no desaparecería facilmente.
Sin duda Eriol sonreía por la perspectiva de tener un misterio más que deshacer en sus manos y además, así tenía algo en que entretenerse que no fueran las llagas que el mismo acarreaba.
Shaoran sabía que esta nueva misión se escapaba a las misiones que normalmente otorgaba a Eriol. Esta, sin lugar a duda, era la más tranquila y sencilla de todas las que hasta ahora había tenido que mandarle que realizara. Sabiendo esto y concluyendo con el resultado de la inhabilitación de uno de sus mejores agentes de campo, no podía arriesgarse. Una vez podía ser un error, pero la segunda ya era incapacidad e inutilidad. No, esas dos mujeres no se les volvería a escapar nuevamente. Un líder como él no llegaba hasta tan alto cometiendo errores y menos cometiéndolos por una segunda vez teniendo conciencia de una primera y todavía menos si se trataba de un asunto el cual implicaba una mujer de por medio. No, él era una persona que aunque se creyera Dios, sabía que su cuerpo era humano y el mundo en el que vivía imperfecto, en consecuencia, uno aprendía la experiencia de los errores y jamás volvía a cometerlos, pues los dioses, incluso ellos, cometía errores, bien estaba presente cada día en la forma de ser humano.
Teniendo ocupado a Eriol con este asunto menor mataría dos pájaros de un tiro. Lo primero sería tener la confianza de que ese segundo error jamás volviera a suceder, esas escurridizas japonesas no tendría una nueva oportunidad de ridiculizar a uno de los clanes más poderoso, por no decir el más poderoso. En segundo lugar mantendría a Eriol alejado de lúgubres pensamientos, si bien este segundo no era de lo más importante, él tenía presente una regla que todo empresario tenía siempre en la cabeza, si tu empleado no esta a gusto o contento no tendrá un rendimiento laboral pleno y entonces dejará de ser productivo. No quería por nada del mundo que Eriol se preocupara por un problema que no tenía dudas que podía controlar.
Con las dos mujeres bajo arresto domiciliario y con un carcelero leal y eficaz, más digno que cancerbero de los reinos de Hades. Ahora que su mente podía concentrarse durante cinco días, les enseñaría de una vez por todas a los "Siete Enanitos" que la peor equivocación de sus vidas había sido intentar usurparle su puesto como líder, tal vez no por derecho pero sí por esfuerzo. Nadie había sudado tanta sangre como él para conseguir un objetivo.
- "Ya que vas a estar tan ocupado tendré que encargarme de todo, ¿quieres no ser molestado en ningún sentido o dejaremos las cosas como ya están?"- El tono de Eriol podía haberse tomado como una burla pero estaba haciendo una pregunta seria, pero claro está, con Eriol todo se podía interpretar como si fuera un chiste, nunca podías descubrir si estaba riéndose de la pregunta. Eriol se levantó del sillón con plena facultad de movimiento, después de todos los tragos que había dado uno se preguntaba si realmente era capaz de dar más de dos pasos, es más, si realmente podía sostenerse sobre sus dos piernas. Empero, Eriol no era cualquier hombre, su paladar ya estaba acostumbrado a toda clase de licores y en grandes cantidades. Se estiró el traje con dignidad y pulcritud y se quitó cualquier mota que pudiera haber, quedando igual de impecable que antes de haberse espatarrado en ese sillón.
- "Sabes lo que debes hacer"- Fue la escueta respuesta de Shaoran. Sin duda era una ventaja conocerse tan bien después de tantos años, pero Eriol era de los que pensaban que eso era una desventaja. ¿Por qué debía de conocerlo tan bien? Eso era un factor muy importante que hacía que le quitara mucho de su diversión. Le hubiera gustado hacerse el ingenuo pero no era algo que fuera con su carácter y lo más probable es que acabara con la ligera paciencia que Shaoran tenía con él. Aunque no conocía todo sobre Shaoran, en su interior seguís siendo un ser misterioso e inquietante. Eriol se giró hacia la puerta, posó su mano en el pomo, durante un minuto dudó si girar el pomo, pero al final, con una sonrisa misteriosa en la boca, salió del despacho. Shaoran se cruzó de brazos, se apoyó totalmente en el respaldo de la silla de cuero y cerró los ojos- "Cinco días… cinco días y conseguiré lo que quiero"- Y sin duda alguna.
Li siempre conseguía lo que quería.
Eriol caminaba por el hall de la entrada mientras pensaba en lo que debería de hacer durante esos cinco días. Ser niñera era un trabajo de lo más… tedioso, por decirlo delicadamente. Pero aún sabiendo todo esto, tenía la esperanza de animar un poco las cosas, claro está, a espaldas de su líder. No es que fuera una persona masoquista, no le iba el tema del dolor, pero un poco de aventura y diversión siempre animaban las cosas y pensar en su último encuentro con la japonesa de profundos ojos azules hacía que su perspectiva de la diversión aumentara. Cuan fácil era irritar a una mujer y que gozoso sería que fuera él el que lo provocara.
Cuando iba a subir por los escalones del pasillo se acordó de la otra japonesa y entonces se acordó del estado de ánimo de su líder y de su excursión al exterior sin su permiso. Dio media vuelta y se marchó a la cocina a pedirle a Wei la otra llave del cuarto de Shaoran. Nada más traspasar las puertas de la cocina Wei se puso a disposición del joven.
- "La llave de la habitación de Xiaolang"- Fue el pedido de Eriol. Wei sacó del bolsillo interior de su chaleco una llave y se la tendió a Eriol. En el momento que Eriol fue a cogerlo Wei vio un brillo travieso en su mirada y retiró la mano. Eriol levantó una ceja a modo de pregunta.
- "Hace ya tiempo que nos conocemos joven Eriol, es más, yo fui quien les enseñó a usted y la señorita Li junto con el joven Li a defenderse en su juventud"- Eriol supo inmediatamente que Wei estaba recordándole eso solo para acceder a la poca conciencia que tenía. Algo inútil- "No haga nada indebido ni que enfurezca al joven Xiaolang"- Eriol sonrió y Wei supo que debería haberse ahorrado sus palabras.
- "Jamás, Wei"- Cogió la llave de entre los dedos del jefe del servicio y se marchó con aire presuntuoso y paso ligero. Wei no sabía porque Eriol iba al cuarto de su jefe, sin duda era por orden del joven señor de la casa y sin duda ese había sido el mayor temor de todos, nada bueno podía salir de esto.
- "Nada bueno"
Eriol subió las escaleras con su habitual despreocupación, nadie hubiera dicho que antes se encontraba en la planta baja ahogando sus pensamientos con un buen licor. Caminó por el pasillo hasta la puerta del cuarto y dirigió la llave a la cerradura, sin embargo algo le detuvo, giró la cabeza y miró con detenimiento el pasillo, giró su cuerpo para fijarse mejor y solo sonrió. Había presentido la presencia de alguien, seguramente no era nada. Se volvió aún con la sonrisa dibujada y giró la llave hacia la derecha sobre la cerradura. Se oyó un primer clic, después de otro giro se oyó un segundo. Sacó la llave de la cerradura y la posó sobre el pomo, lo giró y nada del mundo pudo prepararle para lo que se encontró en un cuarto asolado por la oscuridad.
En un principio no pudo discernir nada que no fuera la absoluta negrura del cuarto. Sus ojos se entrecerraron para poder fijarse en algún objeto que pudiera discernir hasta que en el fondo del cuarto pudo ver el tejido de una tela oscura, que se confundía con la negra habitación, pudo discernir los postes de la cama con dosel y sobre ella una figura inmóvil. El pelo le caía por la espalda de una forma deliciosa, suavemente en cascada, una cascada de color castaño sobre la pálida tela de una camisa. Su mirada se deslizó por las suaves curvas hasta llegar a las piernas descubiertas. Tenía una piel blanca y suave, por primera vez se preguntó como sería tocar la piel de esa mujer y supo que jamás lo descubriría sin correr el riesgo de que le cortasen una mano. Era más fuerte que sí mismo. Una mujer tumbada en la cama apenas vestida, una mujer prohibida a su tacto, sin duda era una tentación irresistible.
Sakura oyó el momento que la puerta se abrió y contuvo la respiración, pudo sentir el aire que atravesaba la puerta abierta. Sus nervios estaban a flor de piel y no pudo evitar sentir cierta expectativa, expectativa al tacto de un hombre, pero no de cualquier hombre, sino de un hombre de cruel roce, un hombre que sabía encender una llama en su interior y que podía dejarla en la expectativa de algo más cruelmente. No debía engañarse, ella era una novata en todos estos asuntos y lo peor de todo era que no podía esperar nada más lejos que un roce con su piel, un acoplamiento entre dos cuerpos con el tacto frío de un alma lejana.
Eriol se acercó a la joven y cuando se acercó pudo sentir como un cosquilleo le subía del estómago a la garganta, no podía evitarlo, era tan hombre como Shaoran y para nada era ciego ante la latente sensualidad de la joven. Eriol podía entender el deseo de Shaoran por esa chica, era inevitable querer mancillar a una mujer como ella, hacerla temblar entre tus brazos, hacerla sentir el pecado, poder convertir algo tan puro, algo tan inexplicablemente inmaculado en algo sucio, en algo escandalosamente pecaminoso. Se dio el lujo de mirarla con todo el descaro del cual era capaz. Debía de ser sincero Eriol, la chica no era una belleza despampanante, no era por asomo como Victoria, que tenía una sensualidad y un descaro muy atrayentes, una belleza incomparable y una experiencia mundana de la vida que la convertía en una excelente amante.
No, Sakura no era esa clase de mujer y eso era lo que atraía. La joven se levantó de la cama y quedó sentada, se apartó suavemente el pelo de la cara y se giró. Eriol contuvo la respiración, era algo que no podía evitar, su mirada era de un verde exquisito, eran deliciosamente penetrantes y a la vez fríos, como los ojos de otra dama, era como si su alma fuera inalcanzable, sus pupilas negras no estaban allí solo porque así fuera la anatomía del ser humano, no, en ella significaban una negrura peligrosa, una negrura que indicaba que no era tan pura como indicaba, sus ojos estaban manchados de algo y la urgencia de resolver ese puzzle era insoportable.
Era la misma contradicción personificada, era tan inocente pero su mirada era tan fría y tan negra como el alma de Li. Al pensamiento de esto Eriol volvió a la realidad.
- "Bienvenida nuevamente a la casa, señorita Tomonoki"- Dijo Eriol con algo de sarcasmo. Sakura se llevó una decepción, que no supo de donde apareció, al oír la voz de Eriol.
- "Eriol ¿verdad?"- Dijo Sakura no muy segura. No había cruzado muchas palabras con el joven, era la primera vez que se encontraba con él en una conversación a solas.
- "Me halaga que recordéis mi nombre"- La incredulidad de ese caballero era tan sarcástica que Sakura no pudo morderse la lengua. Sabía como era la clase de hombre que era Eriol y siempre fue sincera consigo misma, no iba a ser amable solo porque fuera educado.
- "No es fácil de olvidar después de encontrarnos varias veces en ocasiones poco oportunas"- Sakura sabía que sacar ese tema a colación iba a ser una desventaja pero era la verdad.
- "¿Poco oportunas? ¿Para quién? ¿Para Shaoran o quizá para ti?"- Eriol sabía que debía ser menos mordaz con esta mujer a la que apenas conocía pero ella fue la que había comenzado, nadie le podría acusar de nada, solo era un pobre inocente defendiéndose.
- "Para ti"- Eriol sonrió ante esa respuesta- "He oído por parte de las criadas que tuviste cierto percance con Shaoran"- Sin duda debía de despedir a esas metomentodos, siempre murmurando y cuchicheando, pero es que eran también su fuente de chismorreos en la casa y si no las tenía para indagar los escándalos dentro de esa casa ¿cómo se divertiría en su tiempo libre? Además, le encantaba ver sonrojarse a las curiosas, incluso a las más maduritas, era toda una delicia ver a una mujer verse incomodad por su presencia. Eriol no pudo evitar tener una sonrisa de autosatisfacción en su rostro.
- "No deberías hacer caso al servicio, pueden inventarse cualquier cosa con tal de tener algo con lo que especular"- Sabía que no era lo bastante convincente, algo que jamás le había pasado.
- "Si eso crees…"- Era perturbador, a esta mujer no era tan fácil irritar como a su prima. No, no sería tan divertido con esta mujer.
- "He venido a llevarte a otro cuarto"- Cortó la conversación llanamente. Sakura se quedó sin palabras y sus ojos se abrieron momentáneamente hasta que volvieron a su estado anterior, de normalidad. Una inexplicable furia la comía por dentro.
- "¿Por qué?"- Fue la única pregunta que pudieron articular los labios de Sakura. ¿Ahora la rechazaba? ¿Se atrevería a castigarla de esa manera? Un momento… ¿castigarla? Desde cuando era un castigo sentirse liberada de ese cazador, no era posible que bullera de furia por este rechazo de él, tampoco era decepción lo que se mezclaba con la furia. No, no y no.
Sakura no podía tranquilizarse, era tanto lo que sentía en ese momento. La furia no se apaciguaba y la decepción se iba incrementando a medida que la furia se incrementaba, no podía dejar de pensar y pensar. No podía dejar de pensar en todo lo que esto implicaba, de las razones que tendría Shaoran para hacer esto. Sakura movió la cabeza a un lado y empezó a cavilar, su ceño apareció arrugando su frente, pero Eriol no lo percibió pues esperaba atento a una respuesta. Estaba dejando que digiriera la información.
Estaba enfadado, sin duda quería castigarla, pero no podía pensar que para ella no era un castigo liberarla de su compañía, no era posible que ella sintiera decepción por no poder tener la oportunidad de acabar con lo que llevaban haciendo hace semanas. El preludio de lo inevitable parecía ahora evitable y no quería, un arraigado sentimiento de negación combatía con una confusión la cual procedía de un sentimiento de aceptación, si en esos momentos la dieran a escoger su impulso sería abrazar la propuesta de Shaoran, con todas las consecuencias que implicaban, sin pensárselo dos veces, sin miedo a que más tarde se arrepintiera, porque ahora, en esos mismos instantes solo deseaba.
Solo anhelaba su compañía,
No
Sus suaves caricias,
Calumnias
El latido de su corazón,
No
El susurro de su aliento sobre su piel,
Basta
Sus brazos alrededor de su cintura
Falso
Sus labios sobre sus labios, moviéndose a un compás lento y tierno para luego convertirse en devastador ataque a todos sus sentidos y dejarla lánguida, dejarla sin fuerzas, relajada entre sus brazos, derretida por el placer, anhelante por más.
Mentira.
Sí que quería evitarlo. No quería que la volviera a tocar, que la tocara hasta volverla loca, que la besara en cada rincón de su piel hasta hacerla arder. No quería que la hiciera olvidarlo todo, por supuesto que no quería perderse entre esos brazos fuertes y seguros. Ella era dueña de su vida, no necesitaba de nada de eso, ella no necesitaba de ese hombre para nada, ni para hacer que necesitara el contacto de otro ser humano, ni el calor de su compañía, ni la existencia de un roce de sus dedos sobre su corazón, apretándolo hasta dejar que latiera. No necesitaba la calidez que la invadía cada vez que le sentía cercano, no necesitaba a nadie que le diera una luz a su oscuridad. Sakura no necesitaba una luz, no quería una luz, ella vivía en la oscuridad, se sumergía en ella y se protegía bajo ella. Necesitaba esa oscuridad con desesperación, sin ella… sin ella…
¿Cómo podría seguir? ¿Cómo podría cumplir ese objetivo que le había marcado toda esta vida?
Toda esta vida ha sido meramente un préstamo. El destino ha sido lo bastante benevolente para prestarle unos años de vida, unos años en los que no ha parado de pensar como continuar con esta vida según el objetivo marcado. La oscuridad era necesaria y Shaoran, por muy frío que pudiera llegar a ser, era un riesgo que no podía permitirse, pues aún dentro de su frialdad, era una frialdad mucho más cálida que su densa oscuridad.
Eriol pudo ver un remolino de emociones pasar por los ojos de la joven antes de darse ligeramente la vuelta, con la expresión de su rostro más calmado, pero no así su mirada. Inmediatamente pudo percibir una repentina rigidez en todo su cuerpo y esa oscuridad en ese profundo mar esmeralda. Miró con fijeza a ese ser y por primera vez sintió un palpitar en su corazón, una premonición de algo, un sentimiento que pocas veces sentía, un sentimiento que podía tornarse peligroso si fuera real, su instinto le avisaba y el jamás ignoraba esas llamadas. El joven inglés decidió que la distancia no era buena y avanzó hacia la cama hasta llegar al borde y sentarse, cerca de la muchacha, empero sin llegar a tocarla. La mejor manera de juzgar a una persona era tenerla lo más cerca posible y mirarla a los ojos. ¿No decían que había que tener cerca a tus amigos pero aún más cerca a tus enemigos? Pues Eriol era de la clase de personas que no discriminaba a nadie, se acercaba a todos por igual, con coraza de frío acero y preguntas mortales como el filo de una espada.
- "Te acomodaré en un lugar muy agradable, estarás muy relajada allí, sin nada que te moleste"- Eriol escogió sus palabras atento a la reacción de la cara de la japonesa y no detectó nada destacable- "Mientras estés en el cuarto, cualquier cosa que necesites, que desees, solo tendrás que pedírmelo a mi y lo cumpliré con la mayor presteza posible"- Dijo con un tono gracioso, descuidado. Sakura levantó el rostro y demoró unos segundos antes de responder, una demora del todo notable, con sus ojos dubitativos, pero finalmente firmes y con una resolución firme en ellos.
- "Mi genio de la lámpara particular"- Dijo en un frío tono juguetón. Eriol pudo percibir que la rigidez aún permanecía envolviendo los músculos de la joven, que alrededor de la boca se formaban unas arrugas de testarudez y que la joven que tenía delante era de la clase que morirían antes de dejar ver su debilidad, que perseverarían por un honor, el suyo.
- "Podrías llamarlo de esa manera, pero por nada del mundo me sentiría esclavo de una mujer tan bella como tú, gustoso cumpliría cualquiera de tus requisitos siempre y cuando este dentro de mis manos cumplir esa petición"- Con ello marcaba que sus peticiones no serían todas cumplidas, no, si el gran Xiaolang Li no lo veía posible, no, si el gran Xiaolang Li fuera el que supervisara cada uno de sus pasos, lo cual hacía que la sangre de Sakura hirviera de rabia. No quería tenerla cerca, la desechaba como a la comida sobrante de la mesa una vez saciado el apetito, la despreciaba pero aún así seguía controlándola, manejando y guiando cada movimiento con irritante poder.
- "Me halagas con tus elogios y espero que eso no salga de esta habitación"- Dijo con insinuante sonrisa- "Por tu bien, digo"- Sakura se mostraba graciosa pero su mirada permanecía apartada de todo, pensativa- "Pero si tú no se lo dices a nadie, yo no abriré la boca"- Dijo en un tono que quería parecer casual y despreocupado a la vez que juguetón. Eriol advirtió el juego de la joven y no pudo resistirse, eran dos grandes tentaciones las que veía. La primera era poder degustar por primera vez los mismos vinos que Shaoran y la segunda…
Una perversa sonrisa apareció en los labios de Eriol.
- "¿Es eso un pacto?"- Preguntó bajando una octava su voz. Sakura sintió por su espalda una corriente eléctrica ante ese meloso tono seductor. Podía imaginarse una sonrisa lobuna en su rostro y sin saber porque, ya que no sentía ninguna atracción hacia él, no como la que sentía hacia Shaoran, afirmó lentamente con la cabeza. Tal vez se llevara bien con este hombre después de todo.
- "Es un pacto"- Logró decir con el último aliento de sus labios. Antes de que supiera que iba a suceder, notó la débil presión sobre sus labios, el cálido tacto de otro ser humano, notó esa sensación de suavidad sobre la piel de su boca, nada más, ninguna otra clase de contacto que excepto la de sus labios. Lo que duró unos segundos, a Sakura le parecieron minutos. No supo describirlo pero notó una sensación de reminiscencia en la boca de su estómago, notó una especie de relajamiento en sus músculos y cuando el frío aliento del aire la hizo recobrar la consciencia supo que el joven inglés acababa de darle un beso, un beso en todos los sentidos diferente a los besos de Shaoran. Cálido, pero distinto.
- "Así es como sellamos los pactos, con un dulce sabor en la boca"- Sakura no se sintió cohibida, ni tampoco avergonzada aunque en el fondo de su corazón empezó a formarse un nudo de remordimientos, un nudo que no pudo entender hasta más tarde. Sakura notó como el joven inglés se levantaba de la cama y se dirigía a la puerta. No entendió nada, solo percibió el peso desplazarse y desaparecer de la cama, sus pasos sobre la alfombra y luego sobre el suelo de mármol hasta la puerta.
- "¿Ocurre algo?"- Preguntó con curiosidad. Hiragizawa abrió la puerta y miró al exterior. No pudo ver a nadie, pero una sonrisa se formó en sus labios.
- "No pasa nada"- "De momento"- Añadió esto último para sus adentros. Se volvió nuevamente hacia la japonesa y con sus manos la ayudó a levantarse. Al ver que los faldones de la camisa le cubrían solo parte de los muslos decidió mirar a su alrededor para ver si veía la ropa con la que había llegado. Vio el vestido tirado en el suelo y lo recogió. Le entregó la ropa a la joven en sus manos y por primera vez desde que entró en el cuarto la pudo ver sonrojarse.
- "Date la vuelta"- No fue una pregunta o una sugerencia si no una orden. Eriol sonrió conforme y se dio media vuelta. Oyó el siseo de la ropa al deslizarse sobre el cuerpo de la joven hasta caer al suelo y después el vestido cuando se lo estaba poniendo alrededor de su cuerpo. Oyó los botones al ser abrochados, eran un clic, dando a reconocer a Eriol los corchetes que componían la ropa, cuando estuvo lista se dio la vuelta y la vio alisándose el vestido como sin con ello cubriera lo que podría haber enseñado con la camisa de Shaoran puesta. Eriol pudo percibir una conducta de niña en su forma de estirarse la ropa lo cual le produjo cierto sentimiento que había perdido hacía muchos años. Un sentimiento de necesidad, de necesidad de protección.
- "¿Nos vamos?"- Eriol le cogió de la mano y la guió fuera de la habitación, la llevó por el pasillo hasta un cuarto delante del de Tomoyo. Abrió la puerta con sistema electrónico y la llevó a su interior. El cuarto era frío para tratarse de una estación cálida, como la primavera- "Este cuarto fue construido para la señora madre de Xiaolang"- Esa frase desconcertó a Sakura durante unos segundos- "Nunca la ha habitado nadie. La señora nunca ha querido pisar esta casa"- Dijo Eriol sin emoción en su voz, solo le estaba proporcionando un poco de información. No solía explayarse al igual que Shaoran pero sabía que esta joven se sentiría más incomoda de lo normal si no se le daba una ligera aclaración.
- "¿Su madre vive en Hong Kong? ¿Y su padre?"- Preguntó curiosa. Eriol juntó los labios en una línea al oír la mención del padre de Li.
- "Sí, la señora vive en Hong Kong. La señora madre de Xiaolang es viuda. El padre de Xiaolang murió hace ya unos años"- Sakura afirmó con la cabeza.
- "Lo siento mucho"- Dijo algo triste, Sakura sabía lo que era perder a un ser querido.
- "Yo no"- El murmullo de Eriol no fue captado por Sakura y mejor eran así las cosas. Eriol no tenía el valor de conservar la compostura si tuviera que explicarle porque ese hombre no era querido.
- "Debió de ser duro para Shaoran hacerse cargo de los asuntos de su padre, pues se ve que es el que controla toda la casa"- Dijo Sakura aprovechando esta oportunidad de sacarle información a Eriol.
- "No mucho"- Fue la contestación de Eriol- "Te dejo para que descanses"- La repentina partida de Eriol dejó a Sakura quieta donde estaba. Esa sí era una manera muy brusca de cortar una conversación, directa y efectiva pero muy brusca. Sakura giró a su alrededor y con las manos por delante de ella caminó lentamente hasta una cama alta. Cuando alcanzó la cama su cuerpo reaccionó ante su presencia, se convirtió en plomo y cayó con todo su peso sobre el colchón. Se tumbó boca arriba sobre la almohada después de haberse arrastrado hasta ella y colocó su cara para aspirar el aroma y una repentina añoranza la golpeó en el pecho.
Esa cama no tenía el aroma que sus sentidos buscaban.
Esa cama olí a limpio y cuidado.
Esa cama estaba fría por no haber sido utilizada.
Esa cama carecía del calor y del aroma de Shaoran.
Nada más dar un paso al exterior vio ante él la figura desafiante de la compañera de la joven a la que acababa de dejar. Cerró la puerta lentamente y se quedó apoyado en ella mirando a la joven.
- "¿Me buscabas?"- Preguntó arrogante.
- "No"- Fue la rotunda respuesta de Tomoyo. Miró a la puerta detrás de él y Eriol siguió su mirada entendiendo la pregunta que rondaba en su cabeza.
- "Está bien, creo que cansada, pero está muy bien"- Tomoyo le imitó y se apoyó en la madera que componía su puerta, con los brazos cruzados en su espalda- "Te preocupas demasiado por ella"- Dijo Eriol mirando de arriba abajo el cuerpo de la muchacha. ¿Cómo alguien menudo como ella podía ser tan letal y esconder tanto misterio?
- "Es mi deber cuidar de ella"- Dijo sombría.
- "¿Tu deber?"- Si no recordaba mal no era la primera vez que mencionaba la palabra deber junto con el nombre de Sakura- "¿No existe amistad entre vosotras?"- Preguntó alzando las cejas, como retándola a que lo negara.
- "Sí, existe amistad. Es la persona a la que más quiero en este mundo, pero antes está mi deber. Tengo que protegerla"- Y mentalmente añadió- "De vosotros y de sí misma"- Eriol se separó de la puerta y se puso delante de ella con las manos metidas en los bolsillos de su pantalón.
- "¿Desde cuando os conocéis?"- Preguntó sin reflejar la curiosidad que realmente sentía- "Por lo que yo sé, sois huérfanas las dos y sois primas por parte de madre, vuestras madres eran hermanas"- Tomoyo no se mostró sorprendida, era de suponer que las hubieran investigado, pero solo averiguaron la información que ella misma había puesto en los archivos del ordenador.
- "La primera vez que nos vimos cara a cara teníamos 8 años"- Tomoyo cerró los ojos y sonrió ante el recuerdo de ese primer encuentro. Era como si hubiera sucedido ayer- "Y ciertamente no me cayó bien. Lo nuestro nunca podrá enmarcarse en lo que llaman 'amistad al primer encuentro'"- No, realmente no fue el mejor comienzo de una amistad.
Era primavera y las flores de cerezo recién comenzaban a salir. Había pasado su vida encerrada en su casa, aprendiendo lecciones de conducta, orden, junto con esas reglas básicas de comportamiento aprendió a utilizar armas, a manejar explosivos, a calcular estrategias y a ser la mejor en técnicas de lucha y defensa.
Su madre era estricta y la había criado con solo un propósito: Morir protegiendo. El lema de su familia era: 'Obediencia, Lealtad y Protección'. En ese orden. Le debía obediencia a su señor, lealtad ante cualquier situación y sobe todo debían de proteger, aunque su propio señor no lo pidiera, aunque fuera en contra de sus órdenes.
Para eso existía su familia y para ello habían sido criados todos ellos, incluso antes que ella, su madre protegió a otra persona que hoy día yacía lejos, en algún lugar mejor. Una persona a la que quería mucho. Muerta por una enfermedad cuando Tomoyo solo tenía cinco años, jamás conoció a esa persona, pero solo oyó maravillas de ella, era tal la obsesión de su madre que le prohibió que se cortara el cabello porque le recordaba al de esa persona a la que había querido tanto.
La casa a la que habían sido invitadas tenía un aire a muerte. La pequeña pudo notar que el aire que respiraba parecía pesado y la casa en sí parecía ennegrecida por un humo invisible. Fueron guiadas a un saloncito y cuando abrieron las puertas la vio. Con un vestido colorido con flores, la vio correr y revolotear como una mariposa, la vio como a una de las demás niñas, insignificante, sin mérito alguno.
- "Patética"- Pensó Tomoyo dando ya por sentada su primera impresión- "Una persona muy simple y patética"- Frunció levemente el entrecejo y apartó la mirada irritada.
- "Tomoyo esa de allí es Sakura, a partir de hoy cuidarás de ella en todo momento, tú serás su amiga y su confidente. Jamás te apartes de ella"- Dijo su madre a su lado con cierto deje de tristeza. Tomoyo observó con atención a la niña que estaba en el jardín de la casa jugando con una sonrisa en sus labios- "Recuerda Tomoyo, que los errores no están permitidos en esta labor. Jamás cometas el fallo de dejar sola a la persona que vas a proteger, nunca la dejes sola, acompáñala siempre, custódiala como el tesoro más preciado de tu vida porque en eso reside tu misión en esta vida. Protegerla aún a costa de tu propia vida"- "Tomoyo miró con cierto desprecio a la niña que observaba. Era un ser demasiado alegre y despreocupado, era un ser demasiado brillante para su gusto, una niña demasiado feliz cuando el mundo no era tan bonito. Como si Sakura hubiera percibido algo, se dio media vuelta y vio a las dos personas que estaban en la sala observándola. Miró fijamente a Tomoyo y la sonrió con alegría. Corrió junto a una de las criadas y le tiró de la falda y habló con ella. La mujer se dio media vuelta y vio a las recién llegadas.
- "¿Quién es la niña que acompaña a la señora Sonomi?"- La mujer se agachó junto a ella y le acarició la cabeza.
- "Esa de ahí será a partir de ahora tu amiga. Jugará contigo y será tu amiga"- La niña inclinó la cabeza hacia un lado.
- "¿Una amiga? ¿De verdad? ¿Y podré jugar con ella siempre?"- Preguntó un poco insegura de lo que la mujer le estaba diciendo- "¿Podré salir con ella al parque para jugar?"- La mujer cerró por un momento los ojos y dejó escapar un suspiro pesaroso. Lentamente volvió a mirar a la niña.
- "Me temo que eso sigue prohibido, pero podrás jugar con ella dentro de la casa siempre que quieras"- Dijo como si con eso fuera suficiente. La niña sonrió ante la respuesta y la mujer la miró con tristeza- "Ahora ve a saludar a la señora Sonomi y a presentarte ante tu nueva amiga"- Le dio un empujón y la niña salió corriendo hacia el interior de la sala, se paró un momento para ver a la mujer y esta le indicó que se diera la vuelta y prosiguiera caminando. Ahora con más lentitud se acercó a la dama con su hija.
- "Buenos días, señora Daidouji"- La joven hizo una reverencia y después fijó su mirada en la pequeña. La joven tenía su misma edad pero parecía mortalmente sería- "¡Buenos días!"- Saludó a la nueva compañera de juegos con un efusivo grito.
- "Buenos días, Sakura, esta es Tomoyo, a partir de hoy seréis amigas. Tomoyo esta es Sakura, quiero que te portes como te he enseñado y recuerda todo lo que te he dicho"- La niña observó a Tomoyo con curiosidad por la carencia de una sonrisa- "Os dejaré solas para que os vayáis conociendo. Debo de hablar con alguien sobre tu misión de protección para el heredero"- Y con esa simple presentación se marchó de la sala.
- "¿Estás triste?"- La niña no respondió, solo la miró fijamente- "¿Enfadada?"- Dijo ahora inclinando la cabeza a un lado. Tomoyo no podía pensar en lo lamentable que era esa niña que tenía delante. Tan absurdamente infantil y rebosando grititos y risas por todas partes.
- "Irritada y molesta"- Dijo mirando con cierta repugnancia a la niña. Ignoró a Sakura y se marchó a seguir a su madre.
- "¿A dónde vas?"- Preguntó Sakura detrás de ella. La niña de ojos verdes miró brevemente a su espalda pero ya no estaba la criada- "Espérame"- Dijo alcanzando a la otra pequeña. Siguiendo a la madre de Tomoyo llegaron a ver como esta entraba a una habitación dejando la puerta entrecerrada. Tomoyo se acercó a llamar a la puerta y pedirle a su madre que se fueran pero una mano se lo impidió. Miró la mano y su mirada subió por un brazo hasta ver el rostro sonriente de Sakura.
- "¿Qué haces?"- Le dijo algo indignada.
- "Está prohibido entrar en esa sala. Es el despacho del señor. Espiar está mal"- Le dijo en un burlón tono de reproche. Las dos se callaron cuando las voces de dentro empezaron a hacerse sonar.
- "¿Estás segura de lo que haces Sonomi?"- Se oyó preguntar a un hombre. Su voz era suave pero había algo en ella que te hacía encoger el corazón de tristeza.
- "Es hora de que se vayan familiarizando. El destino de Tomoyo está unido al suyo, como el mío estuvo…"- La mujer se interrumpió con la melancolía aterida a su garganta.
- "Conozco tu forma de pensar pero no quiero que Tomoyo siga tus pasos. Quisiera terminar con esa tradición, y no tiene sentido que sigas siendo fiel a ese juramento, además… esta es una tradición de la casa de tu marido, tú…"- El hombre fue interrumpido por un golpe seco sobre la mesa.
- "Jamás me gustaste y ahora mucho menos que antes. La tradición de mi marido se convirtió en mía cuando me casé con él y le pedí, prácticamente le supliqué, que me dejara a mí encargarme de la protección, después de todo siempre fue mi deber estar a su lado y antes de casarme fui yo quien protegía su seguridad. Todo marchó debidamente hasta que tú te cruzaste en su camino"- Dijo con amargura.
- "Siento que pienses eso, pero no está en mis manos cambiar el pasado. Solo puedo afrontar el futuro que me espera y lo que ahora mismo deseo es terminar con todo esto. No quiero que mis hijos se vean involucrados"
- "¿Y no era ese tu plan desde un principio?"- Ahora su voz estaba empapada con sarcasmo. Tomoyo se acercó a la puerta y miró por la rendija que formaba la puerta y el marco. Dentro pudo ver a un hombre sentado detrás de un gran escritorio y a su madre con una de sus manos apoyada en la mesa y la mirada entrecerrada. El frío fuego de la ira llameaba en los ojos de Sonomi. Tomoyo tuvo presente siempre la presencia de la otra niña a su lado pero la ignoró.
- "¿Qué quieres decir con eso?"- Dijo el hombre con un tono igual de suave que antes, incluso más suave ahora.
- "Sabes muy bien lo que quiero decir. Te casaste con ella solo para destruirla. Es lo menos que podía esperar de ti. Sabías quien era ella, sabías lo importante que era para nosotros y decidiste utilizarla para al final poder destruirnos a todos. Mírate ahora, al mando de todo, con el poder de destruirlo todo. Solo tuviste que esperar a que muriera para…"- El hombre se levantó de un movimiento rápido y limpio. Tomoyo retrocedió un paso, pero siguió observando y escuchando.
- "Jamás vuelvas a insinuar que me casé por esos motivos. Ella era mi vida, era lo que yo más amaba. Puedes insultarme cuanto quieras pero jamás vuelvas a cuestionar lo que me llevó a casarme con ella, jamás tengas el descaro de dudar de mis sentimientos. Tampoco permitiré que insinúes otras cuestiones ya zanjadas"- Tomoyo vio a su madre apartar la mano que se apoyaba sobre la madera y darse la vuelta cruzándose de brazos.
- "No pienses que te permitiremos nada. Tú fuiste su perdición, desde el mismo día en que os conocisteis todo fue a mal. Ahora esta enterrada por algo que se pudo haber evitado"- Replicó con los dientes apretados.
- "No esperaba menos de ti"- Dijo volviéndose a sentar- "No quiero volver a esas cuestiones cuando ya he explicado todo lo que tenía que explicar. Su muerte fue por enfermedad, no continúes escarbando en esa herida. Olvida cualquier otro pensamiento de tu mente Sonomi"- El hombre apretó las manos y la madre de Tomoyo solo supo guardarse cualquier réplica-"Volviendo al asunto que nos concierne… Desearía que te llevaras a tu hija de aquí, insisto en que olvides todo ese asunto del juramento"
- "Me niego. Tal vez puedas tener ahora el control de algunas cosas, pero de mi familia… ¡Ja! Eso está fuera de tu alcance. No mientras siga existiendo un líder entre nosotros"- Tomoyo se apartó de la puerta. No habría remedio, debería de quedarse en esa casa. La pequeña miró a su lado y vio que la niña tenía la cara impasible, su mirada estaba ausente y su mano se cerrada sobre algo que tenía en el pecho. Su atención se desvió de tal manera que no oyó cuando los pasos se acercaban a ella y tampoco cuando la puerta fue abierta. Tomoyo se encontró con la mirada inquisitiva de su madre y la mirada curiosa y sorprendida del hombre.
- "Tú la llevas"- Dijo de repente una voz viva y alegre tocándole el brazo. El hombre vio a la niña y su mirada se ablandó.
- "Sakura"- Llamó el hombre a la pequeña.
- "¿Sí, señor?"- Preguntó escapándosele una risita. El hombre se agachó y miró a la pequeña con dulzura.
- "Te he dicho muchas veces que aquí no se puede jugar"- La niña asintió y sonrió al hombre.
- "Perdóneme, señor. Mamá siempre me lo dice pero a mi casi siempre se me olvida"- Dijo estrujándose la ropa. El hombre le cogió las manos para que no se removiera la ropa y la apretó firmemente pero con delicadeza.
- "No pasa nada, vuelve al jardín a jugar con Tomoyo"- La niña asintió y cogió la mano de Tomoyo, que estuvo en todo momento bajo la mirada intrigada de su madre.
- "Hasta luego, señor, señora Sonomi"- Dijo llevándose a Tomoyo corriendo. Las dos llegaron a la parte de la casa que antes habían dejado y solo cuando llegaron allí fue cuando Sakura le soltó la mano.
- "Has mentido"- Dijo Tomoyo. Sakura la miró interrogativa- "Le has dicho que estábamos jugando cuando tú misma me dijiste que no podíamos estar allí, lo sabías y le has mentido"- Sakura inclinó la cabeza pensativa y la sonrió.
- "No, no le dije que lo sabía. El señor me recordó que no podía estar allí y yo solo le dije que mamá siempre me lo dice, pero que a mi se me olvida, casi siempre. No le mentí, es verdad que casi siempre se me olvida, como ando de un lado para otro, es que no me dejan salir de casa ¿sabes?"- Tomoyo pudo fijarse bien por primera vez en esa niña. Sonreía y parecía refulgir de alegría pero sus ojos… sus ojos siempre estaban perdidos en algún lugar lejos de allí.
- "Me llamo Tomoyo Daidouji"- Se presentó la joven con educación.
- "Yo soy Sakura"- Tomoyo esperaba una presentación algo más extensa pero no dijo nada más.
- "¿Sakura y qué más?"
- "Y nada más, solo Sakura"- Dijo con otra sonrisa infantil.
- "¿Y el apellido de tu papá?"- Le preguntó con el entrecejo levemente entrecerrado.
- "No tengo"- Dijo sin más importancia.
- "¿No tienes?"- La pequeña negó enérgicamente con la cabeza.
- "Mi mamá no está casada"- Dijo tranquilamente. Tomoyo se retractó de su primera impresión. Esta niña parecía algo que no era a primera vista.
- "¿Y no tienes el apellido de tu mamá entonces?"- Dijo sin entender por qué esa niña no daba su apellido, todos tenían nombre y apellidos.
- "Sí, pero no puedo utilizarlo"- Se iba a arrepentir de preguntar pero lo hizo.
- "¿Por qué?"- Dijo perdiendo la paciencia.
- "Porque no está aquí"- Esa respuesta le pareció de lo más absurda.
- "¿Y dónde está?"- Dijo para preguntarle a la señora si su hija sufría de algún trastorno en el cerebro.
- "Se fue"- Dijo la niña con un tono entre apenado y dolido.
- "Eso ya lo veo, supongo que estará por aquí cerca"- Dijo la niña pensando en que seguramente habría ido a la cocina a trabajar o estaba en alguna de otra de las habitaciones de la casa. Porque era una de las hijas de las criadas ¿no?
- "Quizá"- Dijo la niña bajando la cabeza y mirando al suelo. Tomoyo, por primera vez tuvo la impresión de que esa niña no era realmente lo que aparentaba, vio que volvía a cerrar el puños sobre su pecho, sujetando algo a través de la tela de su vestido.
- "¿Patética? Quizá… pero simple… algo me dice que no eres tan simple como pareces. No, la verdad es que eres muy compleja ¿verdad, Sakura?"- Vio que la niña dejaba de apretar lo que llevaba detrás del vestido y levantó la cabeza con una sonrisa tímida- "¿Cuántas veces habrás tenido que sonreír así? ¿En qué momento te convertiste en tan buena actriz?"- Tomoyo formulaba esas preguntas silenciosamente para sí misma. Al ver que permanecía tan callada, Sakura se acercó a ella.
- "¿En qué piensas?"- Preguntó la niña al ver que Tomoyo estaba tan silenciosa y mantenía su mirada tan fija en ella.
- "Pensaba en una pregunta que una vez me hizo mi madre"- Contestó Tomoyo aún con aire reflexivo.
- "¿Qué pregunta?"- Preguntó Sakura con indudable curiosidad.
- "Un día me preguntó si sabía en que momento una persona deja de ser un niño para volverse un adulto"- Tomoyo vio que Sakura pestañeaba. Vio algo de desconcierto en su mirada pero fue tan rápido que no supo realmente si solo fue una ilusión o si realmente había visto confusión en sus ojos.
- "Tu madre te hace preguntas muy extrañas. Sabía que la señora Sonomi era bastante curiosa pero jamás pensé que fuera tan extraña"- Dijo con un tono juguetón- "Ahora vamos a jugar"- Dijo saltando hacia atrás y señalándole con el brazo para que la siguiera.
- "Mi madre puede ser extraña pero… ¿y tú? ¿Cuándo dejaste de sonreír de verdad, desde el fondo de tu corazón? ¿Cuándo fue que dejaste la inocencia de la niñez?"- Se preguntaba Tomoyo. Ella misma no podía reprocharle nada a Sakura, pues su madre le hizo esa pregunta un día, hace tiempo atrás, para saber si era consciente de sus responsabilidades y de si podría afrontar el destino que le esperaba. Ese día Tomoyo dejó de sonreír como una niña pequeña para encarar la vida con ojos de adulto. Tal vez muchas de las cosas que su madre le explicaba no las entendiera, pero aprendía rápidamente y memorizaba todo lo que aprendía. No debía entender o no ahora mismo, ya lo haría en un futuro, en esos momentos solo debía de ocuparse de una cosa. Proteger al heredero de la casa en la que estaba, como su madre le había ordenado y cuidar y ser gran amiga de Sakura como su madre le había pedido.
Solo unos años después entendería muchas de las respuestas a esas incógnitas.
Solo unos años después.
Tomoyo miró al joven que tenía delante y torció la sonrisa.
- "Lo primero que pensé de ella fue que era una persona simple"- No quiso decirle el mal concepto que tenía de Sakura.
- "¿Y acaso no lo es?"- Dijo Eriol.
- "No. Es una de las personas más complejas que conozco. Sakura tiene una forma de pensar muy diferente al del resto de las personas. Sakura piensa de una manera totalmente diferente a la de los demás y a veces es contradictoria"- Tomoyo cerró los ojos y rememoró una pregunta que le hizo.
- "¿Por qué has tomado esta decisión Sakura?"- Preguntó con las lágrimas al borde de precipitarse en su rostro- "Sabes que puedes…"- Sakura levantó la mano para que no dijera nada más.
- "Aunque el destino ha preparado este camino para mi, yo, por voluntad propia, he decidido seguirlo. Algún día lo cambiaré, pero hasta que ese momento llegue voy a enfrentarme a él con este regalo"- Dijo alcanzando el rostro de Tomoyo- "No te preocupes por mi Tomoyo. He elegido este destino para no tener remordimientos después"- Tomoyo le cogió la mano a Sakura y la bajó hasta el regazo de su amiga, donde con las dos manos le apretó con todas sus fuerzas, reprimiendo las lágrimas que le atravesaban el corazón.
- "¿Un regalo dices?"- Dijo con la voz estrangulada- "Yo solo veo esto como otra pena sobre tus hombros, otro castigo que no mereces. Tú, que tu nombre significa flor de cerezo, tú, que tu nombre indica el principio de la primavera, una estación de alegría y calidez. No lo entiendo, no entiendo por qué te han tenido que hacer esto, ¿por qué a ti?"- Tomoyo no lloró en ningún momento, solo apretó la mano, mientras su cabeza se mantenía agachada por el peso de ese dolor.
- "Porque ese es el final de todo ser humano"- Tomoyo levantó la cabeza para mirar el rostro de su amiga- "Lo sé, así es como me lo describió, esas fueron sus últimas palabras: 'El final es oscuridad, donde ya no puedes percibir dolor, donde ya no puedes ver la tristeza del final, oscuridad, la nada, donde no hay dolor, donde ya no puedes percibir dolor. El final de todo ser humano es la oscuridad'. Esas fueron sus palabras y por ellas me guío. Tal vez a mi me quede mucho hasta alcanzar ese final y además, tenía razón"- Tomoyo la miró con un inmensa pena en su mirada- "La oscuridad no te hace percibir nada. La oscuridad me dará armas para poder cumplir con mi promesa, con mi deber"- Tomoyo se levantó de la cama de esa habitación tan blanca.
- "¡Solo tenemos 12 años Sakura!"- Dijo algo desesperado en ella-"Sakura todo ha acabado, ya nada volverá a ser como antes, podremos llevar una vida normal. ¡Olvídate de todo, Olvídate de tu promesa, de ese maldito pacto de sangre!"- Su tono pasó de uno desesperado a uno enfurecido- "Cumplirlo no te devolverá lo que perdiste"
- "Lo sé"- Sakura se apoyó sobre las almohadas, el sedante empezaba a hacerle efecto- "Al menos si me dará una cosa"
- "¿El qué?"
- "Satisfacción"- Dijo suavemente- "Satisfacción de haber hecho un bien al mundo eliminando el mal que habita en él. Qué tontería, parezco uno de esos curas en sus discursos en la iglesia. No poder percibir nada hace que no perciba mi dolor ni tampoco el tuyo. Esas dos satisfacciones"- Dijo medio adormilada.
- "¿Y con ello te sentirás mejor?"- Preguntó irónica- "¿Con esa clase de satisfacciones?"
- "No, pero al menos mi conciencia descansará en paz"
- "Justificas tus errores"- Dijo la niña con asombro.
- "No. Te equivocas Tomoyo, no justifico mis errores, los errores no se pueden justificar. Simplemente busco un balance, porque todo mal tiene un bien opuesto e igual, yo busco ese bien. Así acallo mis sentidos"- Sakura se dio media vuelta y solo dijo una cosa antes de dormir una cosa que Tomoyo jamás pudo olvidar.
- "¿Y no somos todos complejos?"- Dijo Eriol con su petulante sonrisa- "Cada uno de nosotros somos un mundo en sí"- Eriol se acercó más a la joven y esta le esquivó escurriéndose por un lado.
- "Cada uno ve lo que quiere ver de una persona. Todos somos complejos, pero hay gente de una complejidad mucho más complicada que otras"- Dijo Tomoyo con su mano sobre el tirador de la puerta del cuarto de Sakura.
- "Pues yo no veo esa complejidad en tu prima"- Mentía y no se avergonzaba de ello.
- "Eso se debe a tu percepción de las cosas, como en aquel dicho"- Tomoyo ya abrió la puerta y se demoró solo un instante para entrar, lo justo para la pregunta que iba a hacerle Eriol y para responderle.
- "¿Cuál dicho?"- Eriol vio como su cuerpo desaparecía por aquella puerta.
- "Ojos que no ven…"
- "… Corazón que no siente"
Tomoyo vio como su amiga dormía en la cama del hospital.
Jamás olvidaría esa frase.
Jamás olvidaría ese día.
Ni la noche de hace unos días.
Pero sobre encima de todas las cosas.
Dentro de muchos años en el futuro.
Jamás olvidaría cuán errado era ese dicho.
Nunca.
Ese día una puerta se cerró.
VOCABULARIO:
Yuan Li--> Fue un personaje real de la historia China, sin embargo Yang Tse es un personaje ficticio de mi propia invención.
Dinastía Sui (o dinastía Suei)--> Dinastía que gobernó en China desde 581 hasta el 617. Consiguió unificar el país después de 350 años de desunión.
Dinastía Tang--> Dinastía que gobernó desde 618 hasta el 907 (Solo a modo de curiosidad, hay una película que vi hace poco situad en esta dinastía. L película se llama: 'Los guerreros del cielo y la tierra')
Ying Xian--> Buscando y rebuscando una palabra en el diccionario, me encontré con un sinónimo (pero que nada tiene que ver con la palabra que buscaba). Este sinónimo se aplica a la gente que tras tus espaldas te miente y utiliza. Un hipócrita que te muestra una sonrisa cuando en realidad se quiere reír de ti.
Rain y Chastity--> Del inglés, Lluvia y Castidad, respectivamente.
Green Peace--> Todos conocerán este grupo ecologista. Siempre buscan lo mejor para la Madre Naturaleza. Es un grupo bastante extremista (desde mi punto de vista), pero al que apoyo por sus intenciones de mejorar nuestro ecosistema.
Dalia--> Planta coreopsidina. Originaria de México. Conocida por el nombre de Estrella del Diablo por su color rojo de fuego oscuro y sus pétalos largos y arrollados. Supongo que con esto queda aclarado las flores que recibe Meiling en el hospital.
Cancerbero de los reinos de Hades--> En la mitología griega perro de tres cabezas que se encargaba de guardar la entrada del infierno o el reino de Hades. También conocido como Cerbero.
N. de la A.: Solo puedo pedir mis más humildes disculpas por este retraso. ¿Qué puede haber sucedido desde la última actualización? Pues estuve de exámenes, problemas familiares, la muerte de mi abuela, mi viaje para el funeral y para unas vacaciones, después volví para matricularme, estuve estudiando, de exámenes nuevamente y hace como tres semanas mi ordenador murió, un virus se comió todo y me lo formatearon, perdí todo lo que tenía escrito del cap. de UFELO (y todos los demás fics) y como después de vacaciones se me olvidó hacer copias de todo lo que tenía he tenido que reescribir el fic (por suerte digamos que la primera parte del cap si que la tenía guardada, aunque la verdad no es que me sirviera de mucho), en una semana les he escrito 2/3 de este cap, más o menos. Para aquellos que me han preguntado cuanto durará este fic les diré que hice un esquema de cómo iría el fic y más o menos pienso que me durará hasta el cap 24 o 25, no pienso alargarlo y quizá lo haga más corto, pero todo se verá a su tiempo.
Arigato gozaimasu por leerme!!!! Por todos esos reviews!!!! Por su paciencia!!!!! Y por seguir soportándome!!!!
Para cualquier cosa sobre el fic miren mi BIO o contacten conmigo a eternal(guión bajo)phoenix(guión bajo)light(arroba)yahoo.es
También pueden saber de mi en una cutre página que he hecho. No es una página con nada espectacular, solo quiero informar de mangas y animes que conozco y donde pongo mis fics. No tiene gran cosa de momento, pero si quieren una ficha de personajes de UFELO allí pueden pasarse a mirarla.
Si alguien entiende de webs por favor siempre será bienvenida una ayuda de ustedes.
es(punto)geocities(punto)com(barra vertical)eternal(guión bajo)phoenix(guión bajo)light(barra vertical)index(punto)htm
AVANCE:
¡Lo que puede suceder nada más que en cinco días! Nervios destrozados, ganas horribles de aniquilar gente…
Nuestra querida Meiling sale del hospital y no del mejor humor posible.
Conoceremos a la señora de todo el clan Dragón. ¿Qué ponía en aquella carta que recibió Shaoran?
¿Misterios? Sí, misterios nuevos y otros descubiertos… ¿Qué nos esconde el clan dragón? ¿Y Sakura? ¿Sabremos más sobre su pasado?
¿Y Sakura y Shaoran? Yo noto el ambiente caldeado…
Zai Jian
