Capitulo V
Una aparición
Ahí estaba justo en la puerta de su departamento, la muchacha que le produjo una sorpresa tan grande como la que había tenido cuando conoció a Kikyo, debía reconocer que la razón por la que se acerco hasta la mujer que había sido su novia por casi un año, fue el parecido que le encontró, con la joven que cautivo su corazón al final de la escuela, lo cierto es que él comprendía que el parecido debía tener ciertos diferencias, pues estaba hablando de una niña de trece años, en comparación con una mujer de veinticuatro, que eran los que tenía su ex novia, pero eso no le importo mucho, en ocasiones se preguntaba si en realidad no estaba enamorado de la ilusión de tener a Kagome otra vez con él, pero esta mujer, parada en el umbral, era exacta, aquellos ojos expresivos, su cabello… por Dios, si no estuviera tan claro en que ella estaba muerta, juraría que era Kagome…
Estaba ahí observándola incrédulo, seguro por su extremo parecido con una persona que ya no existía en este mundo, sus ojos dorados intensamente clavados en los de ella, pero ¿Por qué sentía que el corazón se le iba a escapar por la boca?... ella no tenía sentimientos de amor humano ya, ella debía sobrepasar ese nivel de amor, pero algo la inquietaba, lo tenía ahí en frente y sabía con certeza que ahora si podía verla y una vez mas, después de tanto tiempo, sintió las mariposas volar dentro de su estómago.
Buenos días…- dijo la muchacha con una sonrisa en su rostro, sacándolo de sus pensamientos, trayéndolo de vuelta, aunque haciendo gran esfuerzo para que no existiera temblor en su voz, debido a los nervios.
Buenos días -respondió bastante distraído, su parecido con la muchacha a la que había amado mas que a nada en el mundo, era abrumador.
Vengo por el aviso…- dijo, disimulando tranquilidad, mientras él observaba la maleta junto a ella.
¿El aviso?...- pregunto curioso, sin entender de que aviso le hablaba
Si, el del alquiler de una habitación – hablo extendiendo a las manos del hombre un periódico, entonces él reviso un pequeño aviso clasificado encerrado en un círculo.
"Se alquila habitación a señor o señorita soltero, para compartir con varón joven, interesados dirigirse a la siguiente dirección…"- leyó y claro que se trataba de su dirección, pero ¿quien había puesto aquel aviso, seguro él no y entonces se le vino a la memoria la imagen del único fichado como posible culpable, Miroku.
Disculpe, pero debe haber un error…- dijo Inuyasha volviendo a mirarla, por Dios como se parecía, observo su maleta, si la traía consigo, de seguro era por que no tenía en donde quedarse, de cualquier modo él tenía una habitación disponible, suspiro – bueno olvídelo, pase – en cuanto dijo aquello extendió su mano, para darle quizás una bienvenida algo mas cordial – mi nombre es Inuyasha…
Ella extendió su mano, pensando en que no había tenido que usar ninguna de sus habilidades para que él la aceptara, simplemente él la vio y la dejo entrar, sin mas, así que se dispuso a responder a su saludo, feliz de que todo anduviera como ella necesitaba por el bien de aquel solitario hombre, pero no contó con que el roce de la mano de Inuyasha, la llenara de tantas sensaciones, recordando muchas emociones que tenía cuando era aún una niña, cada vez, que el joven de largos cabellos oscuros, simplemente le tomaba las manos, tuvo nuevamente la premura de recuperarla de entre la de él, esto no le sucedía cuando estaba en su cuerpo etéreo, pues en esa condición solo eran energías las que la formaban, ahora era nuevamente humana, con todo lo que ello significaba.
Hola Inuyasha, yo soy… - hizo una pausa, sin entender muy bien ¿Por qué,-… Kagome…- dijo observando con detención aquellos ojos dorados que se abrieron con desconcierto, ante el saludo de ella, ¿es que acaso no bastaba con la similitud física, ¿también debía llevar su nombre?...
¿Ka…gome? – pregunto sin creerlo, pensó en que tal ves había escuchado mal o incluso que su imaginación estaba jugando con él, pero no era así, pues ella hizo un gesto afirmativo con su cabeza mientras en sus labios se curvaba una sonrisa, que le pareció tan cálida.
La muchacha dio una mirada al departamento, que se encontraba en un desorden increíble, incluso peor que el que había recogido Miroku días atrás, en su condición de ángel no le era posible ordenar, no por que no pudiera, si no, por temor a ponerse en evidencia, ya que no le resultaría lógico a Inuyasha que sucedieran cosas sin explicación lógica, ya bastante tenía con el asunto de las cortinas de los ventanales, lo que además de ser un aliciente para que él comenzara sus días, era un juego que le gustaba.
Disculpa el desorden – dijo excusándose al notar como la muchacha observaba el lugar – no he tenido muy buen estado de ánimo – comento con muchísima sinceridad, lo que ocasiono que Kagome lo mirara rápidamente, ¿acaso sería así con todo el mundo, o lo estaba siendo con ella, explicarse con tanta honestidad...- ven sígueme, por acá esta el cuarto – se volteo en dirección al lugar al que él se dirigía
Entraron en una habitación de regular tamaño, él sostuvo la manilla de la puerta invitándola a entrar, de hecho ella ya conocía el lugar, pero lo observo como si fuera la primera vez que lo veía, había en el una cama, solo para una persona que permanecía sin cobijas, Kikyo siempre insistió en que si no esperaban a nadie, no tenía caso mantener la habitación organizada para ello y la verdad él no discutió aquello mucho mas, suspiro al comprender el motivo de su silencio, no podía quitar su mirada de la figura de la mujer, observando cada detalle, claro que era algo distinta, pues en su retina permanecía la imagen de una niña de trece años, de formas femeninas, pero redondeadas aún, el cabello de esta muchacha se dejaba caer libre por su espalda negro como la noche, con casuales rizos bien perfilados en los extremos, perfectamente ordenado, recordó como le gustaba ver a Kagome con el cabello suelto, y su delgado vestido permitía notar bajo el, las definidas formas femeninas, delicadas y adultas.
Ella se giro, con la intención de consultarle, quizás, algo mas sobre la habitación, pero se detuvo al observar sus dorados ojos posados en ella, como deseaba, en esos momento, poder hacerse incorpórea y así acariciar su rostro, su corazón se aceleraba cada vez mas y se llevo instintivamente la mano al pecho, quería cubrirlo del mas inmenso amor, mientras que él no dejaba de mirarla y pensar en la poca razón que le estaba quedando, pues insistía en ver a su amada Kagome en esta desconocida.
¿Qué edad tienes?...- fue la pregunta que Inuyasha formuló
Creo que como veinte años, fue lo que vino a su mente, como respuesta, pero no podía dudarlo, él no entendería, que en el lugar desde el cual ella venía, el tiempo era ambiguo.
Veinte años…- fue lo que respondió, demostrando total seguridad - ¿y tú?...
¿yo?...- se pregunto mas a si mismo que a la muchacha, veinte años, se repetía en su mente sin lograr comprender todo el cúmulo de sentimientos en su interior, añoraba tanto hallar a alguien que se le pareciera al menos en apariencia a la niña que lo enamoro con su candor, aquella niña por la que habría esperado hasta que se convirtiera en una mujer como la que ahora tenía en frente, pero no era ella, lo sabía, pero podría ser tan fácil confundirse… una lagrima rebelde apareció por el rabillo de su ojo, pero no dejo que se escapara, quitando su dorado mirar de los oscuros ojos de Kagome -..Tengo veinticuatro… bueno casi veinticinco…
Ah, ya veo,… por cumplirlos…- respondió recordando que pronto sería su cumpleaños, intentando mantener una conversación sin mayor relevancia, pero nada de lo que hiciera le impediría sentir, que ese hombre frente a ella, era parte de todo en su vida, ¿pero por que sentirse así, si ella ahora estaba entregada a Dios.
Camino de vuelta a la puerta y en joven en el umbral sintió que el corazón se le escapaba, con solo tenerla cerca, pero debía calmarse, dejo que ella pasara frente a él dejando una suave brisa tras ella, que parecía acariciarle el rostro con delicadeza, la observo caminar solo unos pasos mas hasta que se detuvo y lo volvió a mirar.
¿Puedo decorarlo como desee?...- pregunto, como poniendo sus reglas, para quedarse a vivir en aquella habitación, que él jamás pensó alquilar.
Claro…- respondió simplemente al mirar sus ojos expresivos y felices al oírlo.
Que bien…creo que me gustara vivir aquí…contigo…-La ultima palabra la dijo en un hilo de voz, con un sentido difícil de definir, sostenía aun su maleta con las dos manos, tomada delante de su falda, tenía un tamaño mediano, pero se notaba algo pesada, se acerco hasta ella y se la pidió, Kagome solo lo miro, pero él no se atrevía a enfrentar a aquellos ojos oscuros, menos aún a tan corta distancia, la muchacha solo extendió unos centímetros el objeto, pues su peso no le permitía levantarlo a mayor altura, Inuyasha la tomo y cuando estuvo nuevamente en el umbral de la habitación que se encontraba con su puerta inmediatamente pegada a la de su propia habitación, aquella que hasta hace poco compartía con la mujer que lo dejo plantado a horas del altar, la volvió a mirar, intentando no distraerse en la perfección de su similitud, con el recuerdo añorado por su alma.
¿Solo esto traes?...- pregunto refiriéndose a la maleta
Si…-respondió, -…no necesito mucho más.
Deberé pasarte colchas para la cama…- titubeo un tanto, las palabras de la mujer, resonaron extrañamente en su mente, ¿Por qué razón aquellas palabras le sonaban extrañas, algún significado oculto existía en cada frase.
Horas mas tarde se encontraba Kagome prácticamente instalada en el cuarto que pasaría a convertirse en su nuevo hogar humano, Inuyasha la había provisto de todo lo que podría necesitar para estar cómoda, sin dejar de contemplarla en cada oportunidad que tenía, de algún modo en corto tiempo logro que aquella habitación sin vida se llenara de luz, cuando habló de decorar a su modo, se refería a un sin fin de objetos pequeños que fueron quedando sobre algunos muebles que se encontraban en el lugar, incluyendo un pequeño jarrón para poner algunas flores, que por el momento se encontraba vacío, la habitación era bastante amplia, por lo que al notar que la joven iba buscando sitio para sus cosas, se percató de que le haría falta un tocador, de hecho en su cuarto había uno, perteneciente a Kikyo, pero no considero correcto ofrecérselo, por alguna razón sentía que no era correcto y su motivo estaba muy alejado de ser apego a lo que ella hubiese dejado, sentía que en las pocas horas que está mujer frente a él llevaba en su departamento, lograba desvanecer la imagen y el recuerdo doloroso de la novia que se fue.
Una vez que estuvo casi concluida la instalación de Kagome, ella observo un último objeto, dentro de su maleta, que por cierto contenía muy poco equipaje y saco de su interior una figura de loza, era la imagen de Jesús, con su corazón expuesto y los tonos dorado, azul y rosa, saliendo desde el, la sabiduría, la voluntad y el amor, Inuyasha que aún continuaba en el umbral de la puerta, observo con algo de recelo aquella última pieza, hacía mucho que no había alguna figura religiosa en el lugar en el que vivía, se había peleado con Dios y su fe, el día que le arrebato a la muchacha que habitaba en su alma, de aquel modo tan completo, tanto que aún permanecía su amor por ella intacto a través de los años, sabiendo que sus intentos fallidos de amar a alguien mas, eran únicamente producto de el deseo de amarla a ella a través de otro cuerpo.
Kagome, observo el desazón en su rostro al ver el objeto que él puso sobre su mesita de noche, la imagen del hijo de su Señor, el que la había enviado a salvarle el alma y quiso preguntar el motivo de aquella mirada, pero antes d que lograra formular la pregunto, Inuyasha se le adelanto, con otra que desviara completamente el tema.
-¿Quieres un té?...- consultó amablemente, pero con un tono en su voz, lo suficientemente claro, como para que entendiera que no podía pregunta, al menos no aún.
-Me agradaría…- respondió con una sonrisa.
Estaban en la sala, en silencio, Kagome deseando preguntarle miles de cosas acerca de su vida, de sus anhelos, quería saber si había cambiado algo o seguiría siendo el mismo hombre del que se enamoró, pero sentía temor, otro sentimiento humano, que desde que había accedido a venir a Gaia en ayuda de un alma que jamás imagino que la volvería a reunir con él, no había podido reprimir.
-¿De donde vienes?...- preguntó Inuyasha rompiendo finalmente el silencio inquietante, mientras revolvía el contenido de su taza, con la vista fija en su labor.
-¿De donde vengo?...-¿Cómo responder a aquello?-…bueno, de un lugar hermoso, -comenzó a sentir el alma embriagada de amor y a las palabras fluir de su boca sin restricción-…rodeado de un sin fin de jardines maravillosos…-Inuyasha levantó al mirada ante la agitación en la voz de la joven y observo sus ojos perdidos en algún lugar de la habitación, lo que le hablaba de lo lejos que estaba su mente y luego respiro el aire como llenándose de un embriagante aroma y entonces poso su mirada emocionada en los dorados ojos y continuó ya con la voz mas calma-…con fragancias inigualables, de todas las flores que pudieras imaginar, habitado por maravillosos seres que solo saben amar..-concluyó, mientras notaba que en el frenesí del relato, había tomado la mano de su acompañante, quien la observaba inquieto, sintiendo la calidez de aquel toque, pero entonces ella lo soltó.
-Y ¿Por qué viniste aquí entonces?...-la pregunta era tan directa, habría deseado decirle que era por él y que ahora que estaba ahí desearía permanecer por siempre a su lado, abrió con sorpresa sus ojos al notar la magnitud de tus propios pensamientos, pero luego se limito a responder.
-Vine a ayudar a alguien…-dijo con suavidad, pero con total certeza, por alguna razón en su alma sentía que esas palabras iban dirigidas a él, pero solo cerró sus ojos, comprendiendo que no era posible.
El timbre sonó y era Miroku, a quien hubo que explicarle en detalle lo que estaba sucediendo, pues se quedó simplemente con la boca abierta al ver la hermosa mujer que acompañaba a su amigo, cuando se enteró de cómo era que la muchacha estaba aquí acepto la responsabilidad que tenía, pero existía un solo pormenor que guardo para sí, el aviso no sería puesto hasta el día siguiente, según le habían informado, pero prefirió pensar que solo había sido un error.
Continuara…
Bueno, después del llorado capítulo cuatro, espero haberlos reconfortado un poco con este episodio, no es muy largo, espero que les guste y que sigan apoyando esta historia y las demás también, cuídense mucho.
Besitos
Anyara
