Hola a todos, Anyarita por aquí reportándose, sé que los he hecho esperar, pero necesitaba que quedara bien el capítulo, al menos a mí me gustó ojalá y compartan mi apreciación, besitos y dejen sus opiniones

Recomendaciones: De ser posible lean junto al tema "Angel" de Sarah Mclanchlan, es una canción preciosa que en gran parte me ha acompañado en el transcurso del fic y no sabía muy bien cuando utilizarla así que aquí va un extracto...

Capítulo XI

Venido del cielo

Spend all your time waiting

Pasas todo este tiempo esperando

for that second chance

Por esa segunda oportunidad

for a break that would make it okay

Por un comienzo que lo haría bien

there's always one reason

Siempre hay una razón

to feel not good enough

Para no sentirse lo suficientemente bien

and it's hard at the end of the day

Y es duro al final del día


No supo en que momento la situación se le había escapado de las manos, hasta este punto, estando él bajo el cuerpo de Kagome, que se encontraba solo con la parte de arriba de su pijama de color rosa, el que llevaba abierto algunos botones, permitiendo a Inuyasha una vista bastante agradable de lo que había bajo la tela. La rosa que tomó del jarrón, se encontraba en este momento entre las blancas manos de la mujer, rozando con insinuante erotismo su pecho bajando con suavidad por su estómago, acelerando bastante su respiración, ella estaba llevando las riendas de las caricias en esta oportunidad, y eso por si solo le significaba un gran aliciente.

¿Te diviertes? – consultó, Inuyasha algo inquieto, por los reces que recibía, pero igualmente esbozando una traviesa sonrisa, que se igualaba bastante a la que adornaba el rostro de Kagome.

Si... me gusta –decía mientras llevaba la rosa, un poco más abajo, por el estómago del hombre, retrocediendo, en busca de liberar las caderas de él y de esa forma continuar la caricia aromática que estaba llevando a cabo.

Ya veo...- suspiró ante la cercanía del roce de los pétalos, con el borde de su ropa interior, para retomar el juego de palabras que sazonaba el de las caricias - ¿me dejas jugar?

Ella solo negó con la cabeza, mientras que Inuyasha intentaba alcanzar con sus manos el cuerpo de la muchacha, deteniéndose ante la negativa, y observando como Kagome mordía sus labios y los mojaba igualmente, sus ojos vivos de deseo y la rosa, tocando por sobre la tela que cubría su intimidad, aquella parte de su cuerpo que estaba respondiendo abiertamente a las caricias recibidas. La joven se sonrojo al ver el bulto ante ella, pero ya el tono de sus mejillas, no marcaba más que una reacción involuntaria, dejó flor a un lado, mientras se apoyaba en sus rodillas intentando quitar la prenda de él, siendo ésta, lo único que lo cubría ya. Una vez que lo logro, se arrodilló junto a la figura de su amado y comenzó nuevamente el recorrido de la rosa, que se estaba convirtiendo en el mejor instrumento de placer que Inuyasha hubiera conocido. Kagome contenía la respiración, ante los suspiros que él iba soltando, liberando el aire con los ojos cerrados, abriéndolos a intervalos, obligándose a mantener sus manos quietas, sin saber cuánto más iba a ser capaz de soportar, ya que el suave roce de los pétalos firmes lo estaba enloqueciendo, junto con la esencia que la muchacha iba liberando sin notar siquiera que lo estaba haciendo, producto de la excitación que le producía ver en aquellas condiciones tan extremas a Inuyasha.

La flor recorrió desde la mejilla del hombre, por sus hombros y las costillas, hasta las caderas y luego las piernas, exquisitamente formadas, apretando los músculos ante el contacto, omitiendo la ahora rígida entrepierna del joven, que extrañamente se estaba convirtiendo para Kagome en un no menos anhelado bocado. Se mordía los labios, ante la idea de tomarlo. Inuyasha se movía ya demasiado inquieto, comenzando a tener además de los deseos de amor y dulzura que le nacían al hacer el amor con la mujer que amaba, una necesidad imperiosa de desahogar todo aquel instinto primario que lo estaba quemando por dentro, y de pronto, como si ella no tuviera compasión del precario estado en el que se encontraba, sintió como los pétalos iban siendo reemplazados con mucho cuidado por los delgados dedos de la mano de la mujer que lo estaba llevando al borde de la locura sin siquiera tocarlo, entonces fue que abrió los ojos y vio el momento exacto en que ella, recorría con su lengua desde el inicio de su miembro, hasta final, saboreando en aquel lugar una pequeña gota que asomaba solitaria, se apoyo en ese momento en sus antebrazos, para poder observar mejor, la travesía de los labios y la lengua de la mujer. Temía emitir algún sonido, aunque estos se estaban aglomerando en su garganta, respirando con dificultad, ella parecía tan concentrada en su actividad y a él le encantaba sentir la humedad tibieza de su boca en aquel lugar tan sensible.

Ohh...Kagome...- Liberó de pronto un suspiro, mientras dejaba caer su cabeza hacía atrás, incapacitado ya de silenciarse más, ante tanto placer. La joven abrió sus ojos ante el sonido de la voz algo agonizante de Inuyasha y al notar que el efecto que estaba produciendo su caricia lo estaba transportando, los volvió a cerrar y continuo, con más fervor.

El hombre comenzó a emitir, cada vez más y más gemidos de placer, junto con un movimiento algo inquieto de sus caderas en contra de la boca de Kagome, quien intentaba mantener cierta distancia, con el fin de no ahogarse, Inuyasha apretaba inquieto las sabanas entre sus manos, dejando finalmente caer su peso sobre la cama y arqueando un poco sus costillas con la finalidad de llegar hasta Kagome, que parecía haber descubierto algo tan interesante que no cesaría hasta que el juego acabara, y aunque él no podía negar que estaba fascinado, no quería que aquello terminara tan pronto.

in the arms of an angel

En los brazos de un ángel

fly away from here

Me alejo volando de aquí

from this dark cold hotel room

Desde esta fría y oscura habitación de hotel

and the endlessness that you fear

Y lo interminable que le temo

Ven... – rogó casi sin aliento, respirando con dificultad, mientras alcanzaba la mano de Kagome que ahora se posaba sobre su vientre, pero ella parecía no escucharlo, estaba demasiado interesada en lograr que él gritara de gozo -... ven...- suplico nuevamente, tirando un poco de ella, mientras que la muchacha dejaba su labor, lamiéndose los labios, como una niña -... ven...- indicó, atrayéndola hacia su cuerpo, besándola luego, con intensidad, mientras que se posesionaba de su ser, retirando con suavidad la tela que la cubría, para bajar con sus besos, por su pecho, escuchando con atención los suspiros que Kagome iba liberando.

Lamió y mordió con suavidad en aquel lugar, observando como las suaves porciones de piel sucumbían ante el contacto, logrando que ella arqueara su espalda y dejara de ese modo un pequeño espacio entre la cama y su cuerpo, entonces Inuyasha posó su mano, extendiendo la palma, para darle apoyo a la figura de la mujer, y alzarla, aún besando sus pechos, la dejó sobre él, en espera de que ella lo hiciera suyo. Kagome puso sus manos en los hombros del hombre, ante el impulso recibido y comprendió lo que él deseaba, tomó su rostro entre sus manos y lo beso de forma profunda e inquieta, hacer el amor con él era la sensación más exquisita que había tenido jamás, era como si todo a su alrededor disminuyera en tamaño, forma, sonido, todo, simplemente se complementaban convirtiéndose en un solo ser. Apoyó sus rodillas en la cama, dejando que él la ayudara a quedar en posición, y entonces, mordiendo el labio del hombre al que tenía entre sus brazos, aflojó las piernas dejando que entrara con suavidad en ella... suspirando entre el beso, y oyendo el ronco gemido que salía de la boca de su amante, tan unidos en todo aspecto, que parecía imposible...sus caderas comenzaron a moverse con suavidad sobre las de Inuyasha, que mantenía sus manos sosteniéndola por los hombros desde atrás, encontrando poco a poco el ritmo, que comenzaba a elevarlos, lejos del la dimensión en la que habitaban.

Inuyaaaashaaa...- gemía su nombre completamente ida, mientras sentía como él la iba presionando cada vez más, al punto que los hombros comenzaban a dolerle, pero no era algo que no pudiera soportar, al contrario, aquella forma tan intensa, le hablaba claramente de la intensidad de lo que él estaba experimentando, y los movimientos se hacían cada vez más profundos y rápidos.

Inuyasha se sentía simplemente imposibilitado de emitir alguna palabra coherente, su cerebro estaba recibiendo miles de estímulos nerviosos que solo le hablaban de placer, y no había mucho más que hacer, empujaba con sus caderas hacía arriba, cada vez que Kagome se dejaba caer, soltando el aire y de seguro más de algún suspiro en cada embestida, sentía que la estaba oprimiendo con demasiada fuerza, pero cada vez que intentaba soltar el agarre un poco, una nueva oleada de gozo, lo obligaba a aferrarse, como si de ella dependiera su vida...se sentía al borde de un abismo al que inexorablemente caería y por Dios, corría en busca de el, sintiendo como las manos de Kagome se iban enredando en su cabello, como si estuviera buscando de donde sostenerse. Entonces ella casi en un hilo de voz, le susurró suaves y agitadas palabras.

Cierra…los ojos…amooor…- pidió, como si aquello fuera una súplica, mientras se abrazaba con mayor ímpetu a él.- solo…cierralos y siente… no solo con …la piel…ahhh…siente…con tu alma…

Inuyasha obedeció de forma casi refleja, como si lo que Kagome pedía fuera una especie de orden, la que acataría sin remilgos. De pronto, aquel inconfundible y exquisito aroma a flor de cerezo pareció envolverlo todo, intensificando sus sentidos, mientras los movimientos continuaban llevándolos poco a poco a un estado sublime de amor, que estaba a punto desbordarse en sus corazones.

Ocultó su rostro en el cabello oscuro del hombre, sintiendo como le hervía el vientre, empujada por una fuerza interna que solo deseaba salir, era una sensación de desesperación increíble, intentando llegar al final de esta carrera frenética, experimentando la vertiginosa sensación del clímax, una explosión .

Ahhh...mi amooorrr...- logró exteriorizar con la voz ida, mientras que sentía que su cuerpo se convulsionaba. , y ante sus ojos cerrados, la energía visible de Kagome expandiéndose como si el lugar en el que se encontraban no tuviera un final, aprisionándola, como temiendo que desfalleciera en sus brazos

Ohhh...Kago...me...- susurraba él llevando a cabo sus últimos movimientos, antes de acompañarla en su éxtasis, sintiendo la calidez del gozo que Kagome liberaba, sobre su carne, experimentando un inusual frenesí, apretando los dientes, en el momento en que su placer más puro lo golpeó, intentando acallar un gemido ronco, que finalmente salió, junto con su semilla en ella, como si sus sentidos se abrieran por completo, borrando por unos segundos todo, lo único que permanecía era la sensación de amor pleno y saberla aferrada a él y un indescriptible deseo de gritar, sintiendo como su propia energía se unía a la de Kagome, experimentando algo que simplemente jamás podría explicar…

of your silent reverie

De tu ensueño silencioso

you're in the arms of the angel

Estás en los brazos de un ángel

may you find some comfort there

Puede que encuentres algún consuelo allí


you're in the arms of the angel

Estás en los brazos de un ángel

may you find some comfort here
Puede que encuentres algún consuelo allí...

La figura silenciosa y cansada ya de las lágrimas que jamás pensó derramar en su vida, seguía oculta entre las sombras dentro del frío vehículo, se había quitado los zapatos de tacones y permanecía con las piernas recogidas sobre el asiento del conductor. El cabello le caía por los hombros y le cubría el cuerpo por los lados, llevaba ya tantas horas en aquel mismo y lamentable estado, sintiendo compasión de sí, sin comprender en que momento su vida perfecta, se la había desmoronado. No tenía fuerzas para tomar el volante y partir hasta su residencia, la esperaba aquel hombre que pensó sería la solución de todos sus problemas, una persona a la que no amaba y que estaba dispuesto a hacer lo que fuera con tal de que ella permaneciera junto a él, ¿acaso era eso amor, no, estaba segura de ello, eso no se podía llamar más que capricho, obsesión, una tan arraigada que tenía muy claro cual seria su destino si Naraku llegaba a enterarse de que había vuelto a ver a Inuyasha. Entonces fue que con una pasividad desesperante, levanto un poco la manga de su blusa y miro la cicatriz hecha en su piel, a fuego, una letra bien definida, la "N" .

Marcada como ganado- con la voz fría y sin emoción alguna, acarició la blanca piel, que en aquel lugar se había tornado oscura.

Lo sabía, se lo había advertido, era capaz de matarla si lo dejaba. Volvió a esconder el rostro entre las piernas y el cabello, sin poder comprender, ¿cómo se había equivocado tanto?...

Las luces del alba que se hacía presente como una tenue franja de color suavemente anaranjado sobre el perfil de las montañas, abarcando cada vez mayormente el cielo, entrando a través de la ventana del piso dieciséis, que mantenía las cortinas a medio cerrar, como a ella le gustaba.

Inuyasha se mantenía aferrando sus manos a la sabana, llevando un rítmico, pero intenso vaivén, su cuerpo cubriendo completamente el de Kagome, que se aferraba con impaciencia a su espalda, intentando no volver a rasgarla con sus uñas, pero sin éxito. Sumida nuevamente en el desborde de sus sensaciones, sintiendo como él se vaciaba dentro de ella una vez más, emitiendo un ronco gemido. Lo amaba, por Dios, cuánto lo amaba, sentía que el corazón se le iba a reventar de amor, en el mismo instante que su cuerpo lo hacía, expulsando su ardor...

Te...amo...- fue lo que logro oír de los labios encendidos de Inuyasha, entre sus propias frases de amor, cuando él se desplomó finalmente sobre ella.

No pudo decir mucho más, ya que sentía que incluso un te amo, era algo demasiado simple, para explicar todo lo que sentía en su interior, deseos de abrazarlo hasta quitarle el aire, de no separarse jamás de aquel abrazo rebosante de amor en el que estaban inmersos. Inuyasha, besaba con ternura el rostro de ella, que mantenía las mejillas encendidas ante la agitación que iba paulatinamente abandonándolos, sabiendo que el frágil cuerpo de Kagome, estaba en este momento resistiendo el peso del suyo, pero lo cierto es que no quería dejar la tibieza de su intimidad aún, no deseaba salir de ella, al menos hasta que fuera inevitable, sus manos que ya había soltado la blanca tela, comenzaron a buscar tiernamente la piel pálida, para acariciarla del modo más dulce que le era posible. Su semblante, se encontraba calmo, sus ojos dorados, irradiando una increíble paz, la que le entregaba tenerla nuevamente junto a él.

A veces creo que si duermo, ya no estarás...- dijo el hombre con calma, exteriorizando sus temores, y mostrando aquella vulnerabilidad que se comparte en el lecho, como en ningún otro lugar- es tan irreal volver a tenerte, y más aún tenerte de este modo...

Desde siempre soñé tenerte de este modo... - confesó Kagome, acariciando con suavidad la mejilla del hombre que la observaba con total adoración.

¿de verdad?... ¿desde que nos conocimos?...- consultó él sonriendo un poco, al recordar a la niña de la que se enamoró, que de solo tomar su mano se sonrojaba, y ahora lo hizo nuevamente, causando su total sorpresa.

Si... desde entonces...- respondió ella, sabiendo que su rostro comenzaba a colorear un suave rosa – soñaba con que me esperaras hasta que fuera algo mayor...

Yo soñaba con esperarte hasta que fueras mayor...- susurró con una voz totalmente emocionada, comprobando una vez más que siempre fue ella, no existió jamás más amor en su alma que el que conservaba para la pequeña muchacha que lo cautivó sin siquiera proponérselo - como ahora...

Dejo en los labios de Kagome una tierna caricia, la que le fue devuelta sin restricciones, la naturaleza ya había hecho lo suyo e Inuyasha abandonó el cálido espacio que su cuerpo ocupaba en ella, provocando un cosquilleo en ambos y una sonrisa entre el beso, entonces él se alejó unos centímetros y la miró profundamente.

Cásate conmigo...- susurro, volviendo a besar a intervalos los labios de la mujer que se quedó silenciosa ante las palabras que acababa de escuchar, ciertamente no se había detenido a pensar en hacer legal su unión.

No necesito de ello para ser feliz...- le dijo sonriendo, quizás para hacerle ver que el amor que ellos sentían era un compromiso que sobrepasaba cualquiera que un documento les pudiera dar.

Lo sé, solo que ello es parte del sueño de tenerte a mi lado...- respondió, comprendiendo a la perfección lo que Kagome sentía, solo que aquella propuesta era una forma tangible de demostrarle el apego que le tenía.

Entonces si con ello completas tu sueño... quiero casarme contigo...

No podía ser el amor un sentimiento más completo en ese instante, era como poder hallar en medio de la vorágine de la vida, un trozo del paraíso y disfrutar de el cada vez que lo desearas.

'

Los días pasaron y no hubo mayores comentarios con respecto a la celebración del cumpleaños de Inuyasha, este estaba abocado a conseguir un modo de convertir nuevamente a Kagome en una persona legalmente real, ya que para convertirla en su esposa, necesitaba más que solo su certeza de que ella era un ángel que abandonó su inmortalidad por él. Sango, se llevaba a su ahora nueva amiga a casi todos los lugares a los que iba, para escoger cosas para el hijo que habían deseado ella y Miroku, con tanto ahínco. Parecía que nada podría empañar la felicidad que estaban compartiendo.

'

Caminó Inuyasha en dirección a la puerta, en cuanto sonó el timbre, pensó que lo más probable era que Kagome hubiera olvidado sus llaves, pero al girar la manilla y despejar sus dudas, se encontró con el demacrado rostro de la mujer que en su afán de reencontrarse con el amor perdido, creyó amar.

Ki..kyo...- nombró con desconcierto, ya que el estado de ella era tan deplorable, que su corazón no podía ser tan duro como para cerrarle la puerta en la cara, ya que apenas y podía sostenerse en el umbral de ésta - ...¿qué te pasó?...- consultó algo consternado, teniendo que sostener a la mujer entes de que esta en un intento por avanzar, cayera...

Continuara...