Prólogo
Una extraña sensación de incomodidad la despertó de su profundo sueño. Le parecía extraño ya que la última vez que había sido despertada con esta sensación fue por la dulce voz de sirena que la había estado llamando hace meses para traerla a Ahtohallan.
Sin dudar de sus poderes perceptivos se levantó frotándose un ojo y caminó con algo de prisa hacia la salida de su nuevo hogar.
El sol recién comenzaba a ascender y sonrió de lado al reconocer que no iba a faltar mucho tiempo para que finalmente se despertara.
Miró todo el horizonte que la separaba el océano y no vio nada fuera de lo normal. Ningún espíritu hizo aparición para advertirle o invitarla a que fuera al bosque encantado.
La sensación no desaparecía, pero no era tan intensa como para desesperarla. Pero no le gustaba que siguiera albergada en ella.
Esperó a que el sol ascendiera un poco más y ya dando bienvenida al nuevo día Nokk apareció allí ondeando su cabeza para que su cabello acuático cayera como una bella cascada lisa y uniforme.
-Buenos días. Saludó en voz baja y avanzó hacia él sin titubear. Acarició su lomo con cariño y espero a que él le diera permiso para montarlo.
Atravesó el océano y al llegar del otro lado volteó a ver Antohallan. La sensación persistía aún y al observar con atención todo parecía normal con las olas del mar chocando levemente.
Avanzó a paso lento hacia el bosque hasta cierto punto que decidió bajarse cerca de un lago y Nokk se despidió dejándose llevar con el agua. Elsa continúo mientras pisaba las primeras hojas otoñales que caían de los árboles sintiendo un aire de nostalgia.
Increíble que ya se cumplió un año desde que había empezado a vivir en el Bosque Encantado.
Un fuerte estruendo le hizo ladear al cabeza, pero se sintió familiarizada. Los gigantes de tierra parece que también habían despertado y estaban avanzado no muy lejos de donde ella estaba.
Por ahora Nokk y los gigantes actuaban con normalidad. Nada que alarmarse.
Llegó no mucho tiempo después al pueblo Northuldra. Algunos Goahtis ya estaban abiertas y aldeanos comenzaban su día preparando el desayuno y ya algunos se iban montando en sus renos para realizar sus trabajos.
Vio una conocida pequeña flama morada merodeando por el suelo de forma escurridiza y rio entre dientes al ver a Bruni que avanzaba con mucha prisa entre las fogatas para encenderlas y así los Northuldra podrían preparar sus desayunos.
Parece que Bruni notó su presencia porque hizo una vuelta de U y se apagó cerca de sus pies mostrando su pequeño estómago como un cachorro pidiendo que lo rasquen.
Elsa le sonrió con mucho amor y lo tocó con su pie emanando frío. Bruni ronroneó de placer mientras de su cuerpo nacía una pequeña nube de vapor y Elsa soportó como era costumbre su alta temperatura.
-Elsa.
Alzó la cabeza y reconoció a la líder Northuldra Yelena. Se veía algo sorprendida pero feliz de verla. Su cabello estaba impecable y sus ojos color ámbar eran brillantes.
-Que sorpresa verte tan temprano. Admite con sus brazos detrás de su espalda. -¿Quieres algo para desayunar?
La extraña sensación de incomodidad no tapaba todo su apetito. Quería aceptar su oferta, pero primero quería desahogar su preocupación.
-Por supuesto, gracias Yelena. ¿Todo ha estado bien por aquí?
Yelena sonrió y no pudo evitar responder con algo de orgullo. –Todo está bien por aquí. Anoche tuvimos luna llena y no hubo cambios desde tu última visita.
Elsa suspiró muy por debajo aliviada y eso Yelena lo pudo notar.
-¿Algo te incomoda Elsa?
La joven se mordió el interior de la mejilla y pensó. Tal vez era solo un mal presentimiento o tal vez algo relacionado a sus poderes ante la reacción del otroño en el bosque encantado. No sabía si dejarlo pasar, pero la Intuición de Yelena era certera y ella sabía que la líder de la Northuldra la escucharía. Ya la consideraba una amiga.
-Hoy desperté con un mal presentimiento. Como si algo hubiese sucedido.
Yelena alzó levemente sus cejas e hizo silencio para que Elsa continuara.
-He observado el océano, Ahtohallan y la aldea y todo esta bien. Los espíritus por ahora no han dado ninguna advertencia…
La rubia alzó los hombros restándole importancia. –Tal vez solo sea mi imaginación…
La anciana líder miró a su alrededor para percatarse que nadie prestaba atención a su charla.
-No debes pasar por alto tus presentimientos Elsa. Eres el quinto espíritu. Hemos tenido una sana vida, hemos recibido muchos regalos de la naturaleza y desde que vives aquí todo ha mejorado. Sin embargo, nunca hay que bajar la guardia. Prestaré más atención y ordenaré a mis más fieles aldeanos que presten atención ante cualquier sospecha.
Elsa asintió y estuvo de acuerdo a su idea. Ya no se sentía insegura a revelar sus sensaciones sobre sus poderes y al contarle a Yelena se sintió mucho más aliviada.
-Gracias por contarme Elsa. Inclinó la cabeza Yelena en señal de agradecimiento y también de respeto.
La joven se sintió algo incómoda ante tanta formalidad y levantó sus manos. –Por favor no me des las gracias. Es lo menos que puedo hacer.
-Ahora lo que puedes hacer es disfrutar la mañana. Hoy es un bello día; cualquier cosa que suceda serás la primera en saber.
No se dio cuenta que Bruni había subido a su hombro y le estaba sonriendo con sus redondos ojos. Le devolvió la sonrisa y escuchó que la estaban llamando a lo lejos.
Y allí estaba. Honeymaren la estaba llamando levantando su mano mientras se acercaba a ella.
-Buenos días Elsa. Has venido más temprano que de costumbre. Sonríe con verdadero gusto de verla.
Elsa intentó ocultar el leve sonrojo de sus mejillas y sonrió también sin saber que responder.
-Le pedí que viniera temprano. Se interpuso Yelena sin borrar su rostro de seriedad. –Quería mostrarle lo último que hemos hecho en la aldea.
-¡Oh te encantará! Honeymaren avanza y la toma de la mano sin cuidado. -¿Quieres desayunar conmigo? Ryder también está allí.
Su mano era caliente y muy cómoda. Elsa se quedó unos segundos mirando como los dedos de Honeymaren se cerraron en su palma y como ella de forma inconsciente tardó en responder.
-Vamos, no perdamos tiempo. Tira de su mano para arrastrarla al campamento dejando a Yelena sonriendo de lado.
Elsa desayunó junto a los hermanos. Honeymaren se sentó a su lado y Elsa notó que pegó su pierna junto a la suya. Eso provocó que una corriente de calor la invadiera y esquivara su mirada cuando notaba que la estaba mirando demasiado.
También se había cumplido un año desde que había conocido a Honeymaren. Ella fue la primera de la aldea que la hizo sentir cómoda en su nuevo hogar protegiendo del bosque. Le enseñó gran parte su cultura y las tareas que se realizan en Nothuldra. No pasaron muchos meses para que Elsa notara que miraba diferente a Honeymaren sobre todos los demás. Admiraba su valentía, le gustaba que compartieran la predisposición a ayudar a los demás y que siempre buscara lo mejor para su aldea.
Todo cambió cuando hace dos días que Honeymaren la había besado al despedirse. Elsa recordó que se había sorprendido ante el beso torpe y totalmente impulsivo, pero ella no la había empujado. Tampoco la había acercado ya que Honeymaren se separó dejándola sin tiempo a corresponder como hubiese querido.
No se habían visto desde entonces y la Northuldra ahora actuaba con total normalidad a diferencia de Elsa que cada vez que lo recordaba sentía ansiosa y su corazón palpitaba con mucha prisa.
¿Le gustaba? Le gustaba mucho ¿Le gustó que la haya besado? Por supuesto ¿Quería algo más que una amistad con ella? No estaba segura aún. Cientos de preocupaciones y temores albergaban en su mente, pero de algo estaba segura y era que sabía que Honeymaren no la lastimaría.
Los hermanos terminaron su desayuno y se pusieron de pie para comenzar a trabajar.
-Iré a preparar los renos. Avisó Ryder y sonrió con mucha transparencia. –Un gusto verte Elsa.
Elsa se sintió contagiada por la alegría que desbordaba ese chico. Desde que la neblina en el bosque se había disipado Ryder estaba feliz y bendecido de ver la luz del sol y no pensaba desaprovechar un segundo de él.
-Seguro Ryder. Nos vemos pronto.
Vio las pisadas del joven alejarse y sintió que le tocaban la mano. Honeymaren estaba allí y le sonreía con amistad.
-Debo irme a trabajar. Llegaré antes del atardecer. ¿Te gustaría que nos veamos?
¿Le decía que sí? ¿Se besarían de nuevo?
-s-SI… Balbuceó, pero carraspeó para fingir y respondió con firmeza. –Por supuesto.
-Genial. Honeymaren apretó su mano para despedirse. –Hasta entonces.
Elsa pasó el resto de la mañana y tarde merodeando por el bosque vigilando que todo estuviera bien. Ya comenzaba el segundo mes del otoño y a pesar que esta fue el mejor otoño que había vivo extrañaba su amado y helado invierno. Los árboles estaban fuertes con sus hermosas hojas anaranjadas y fucsias, el suelo estaba cubierto de hojas. Los lagos, ríos y corrientes eran frescos y la abundancia en comida era absurda.
Sentada con sus pies sumergidos en un arroyo miró el camino que desencadenaba al océano y sabía que a lo lejos el reino de Arendelle persistía.
Pensó en su hermana y sonrió con nostalgia. Había pasado pocos días desde que la había visto y ya la extrañaba. Arendelle disfrutaba su año más glorioso y sabía que se debía al reinado de Anna. Al fin podía mirar el reino donde había nacido y sentir resiliencia a él y a todo lo que había sucedido.
¿Podría enviarle una carta ahora? Tal vez preguntarle cómo estaba. A pesar de que no faltaba mucho para cenar el viernes y disfrutar una noche de juegos o tan solo de su compañía quería estar con ella y hacerle saber que la extrañaba junto a Olaf, Kristoff y Sven.
Oh Olaf. Cómo necesitaba oír la voz despreocupada de ese muñeco para relajarse de su extraño presentimiento.
Asintió decidida y llamó al espíritu del viento.
-¿Gale?
Esperó unos segundos y no apareció. Ahora que lo pensaba Gale no había aparecido en todo el día. Siempre lo veía jugando con algún aldeano o aparecía de vez en cuando para destacar su presencia e incluso la ha acompañado en mucho de sus paseos y tareas que realizaba en el bosque.
Y algo que siempre pero siempre hacía era responder a su llamado. Al repetir su nombre y ver que no aparecía Elsa se paró mirando a su alrededor con algo de preocupación.
-¿Gale?
Volvió a llamar sin éxito. ¿A dónde se había metido el travieso?
Con su extraña desaparición no podría enviarle una carta a su querida hermana. Sin embargo, eso ahora no era el mayor de sus preocupaciones.
Esta vez intentó llamar a Nokk y al instante el caballo de agua con ojos malvados hizo aparición.
-¿Sabes algo de Gale?
El caballo relinchó y levantó sus patas traseras con fuerza mostrando molestia de ser llamado innecesariamente y desapareció en el agua en un instante.
Elsa ignoró su malhumor y caminó de regreso a la aldea hasta que Bruni apareció esparciendo fuego morado en la copa de los árboles hasta que y cayó en su hombro brotando vapor otra vez.
-¿No has visto a Gale verdad? Sonrió tiernamente a la criatura.
La tierna salamandra se lamió un ojo y parpadeó con fuerza sin brindarle una respuesta clara. Elsa lo tomó como una respuesta negativa.
Suspiró y Bruni caminó por todo su brazo hasta que saltó de su mano para retomar su camino lejos de ella.
Los gigantes de piedra se hallaban dormidos en la orilla. Si hubiera sucedido algo malo con Gale de seguro ellos no pasarían desapercibidos para hacerle saber. Ya sin más opciones lo único que podía hacer es esperar a que él apareciera.
¿Será esto el mal presentimiento que tenía?
Estaba cerca de la aldea y vio que Honeymaren la estaba esperando apoyada contra un árbol.
-Hey ¿Está todo bien? Preguntó. –Te ves algo preocupada.
Elsa miraba su alrededor aun buscando a Gale y luego enfocó sus ojos en ella. -¿Qué? ¿Dijiste algo?
-Algo te está preocupando…
-¿Has visto a Gale hoy?
-¿El espíritu del viento? Adivinó Honeymaren ya que ese nombre lo había bautizado Olaf. –Ahora que lo dices no ¿Por qué?
-No ha respondido a mis llamados. Confiesa Elsa. -¿No te parece extraño?
La joven sin embargo para la decepción de Elsa alzó los hombros. –Todo parece estar bien; los otros espíritus no han reaccionado negativamente a su ausencia. Tal vez fue ayudar a algún grupo de cacería o de exploración a las afueras. Ya verás que regresará.
Elsa río con algo de nervios y se rindió en insistir. –Si… tienes razón.
Honeymaren sonrió de lado y le tocó la mejilla para que la mirara. –Te preocupas demasiado Elsa. Desde que has estado aquí todo ha ido de maravillas. Nunca hemos vivido mejor desde que tú y tu hermana liberaron el bosque encantado.
Elsa le sonrió agradecida y sintió la mano de Honeymaren le daba cariño. –Bien… ¿A dónde te gustaría que vayamos?
-Bueno podemos ir a…
Una extraña sensación le hizo girar rápidamente la cabeza a Elsa. De pronto sintió que había esuchado un alarido.
-¿Oíste eso?
-¿Oír qué? Preguntó la joven aldeana. –No oí nada Elsa.
-Sonó a un extraño grito….
Honeymaren dio un paso para quedar su lado y se quedaron en silencio unos largos segundos.
-No oí nada Elsa. Los espíritus no están reaccionando; no hay de qué preocuparse.
Elsa continuó mirando a los lejos intentando concentrarse si oía algo más pero ya no escuchaba nada. ¿Habrá sido su imaginación? Estaba segura de lo que oyó ¿Por qué solo ella pudo?
-¿Te gustaría que hagamos un paseo de rutina? Propuso Honeymaren.
-Creo es buena idea. Suspiró Elsa y admitió. –No me quedaré tranquila si no lo hago.
Pasaron el resto de la noche paseando por el bosque merodeando que todo estuviese en orden. Prefirieron no hacer preguntas y percatarse que todos estuvieran bien y despreocupados. A pesar del largo paseo Gale no hacía aparición y eso era algo que Elsa dejaba intrigada. ¿Dónde estaba el espíritu del viento?
-Lamento que termináramos haciendo esto. Admite Elsa montado en Nokk mientras que Honeymaren montaba su reno. –Tal vez no era lo que tenías pensado.
La joven río. –No te preocupes Elsa. Me gusta estar contigo; además si hay algo que te esté preocupando quiero ayudarte.
La rubia sonrió levemente y tomó su mano. –Gracias, de verdad.
Llegaron a su aldea ya casi en la medianoche. El paseo había sido largo y las había dejado cansadas.
-¿Regresarás a Antohallan?
Elsa quería esperar al regreso de Gale. En Antohallan sabía que se pondría muy ansiosa sola y su mal presentimiento no desaparecería. Esto sucedía aquí, en el bosque encantado.
-No estoy segura. Admitió. –Tal vez pueda hacer una excepción y quedarme por esta noche.
Notó que Honeymaren sonrió agradecida. –Genial… te gustaría… ¿Dormir en mi Goahti?
Elsa levantó las cejas y rogó que la noche y las antorchas no revelaran que sus mejillas se habían puesto rojas.
-¡Tengo una espacio extra! Se apresuró a decir Honeymaren. –Si tú quieres claro.
-Si… Volvió a carraspear. –Seguro, gracias.
Se acostaron juntas sin siquiera tocarse, pero se quedaron enfrentadas. Elsa no encontró el sueño tan rápido como hubiese querido
Esa noche despertó de golpe. Un grito había sacudido de sus sueños. Jamás había escuchado un grito de dolor igual.
-¿Gale? Susurró y para su desagrado no era él.
El presentimiento había aumentado y esta vez sin dudar salió de la tienda de Honeymaren. Algo estaba mal; no tenía dudas al respecto.
El cielo se había aclarado levemente dando señal que en poco tiempo comenzaría a amanecer. ¿Qué rayos estaba pasando?
Corrió hacia el lago más cercano y llamó a Nokk. Cabalgó hacia la cima de una saliente y miró todo el horizonte.
Sus ojos se abrieron como platos al ver muy muy a lo lejos, mucho más allá del este.
Humo.
Algo se estaba incendiando. Frunció el ceño y prestó con más atención. Minutos después una explosión silenciosa hizo que naciera más humo en el bosque y las llamas se vieran pequeñas de donde ella estaba, pero sabía que de cerca debían ser mortales.
¿Qué estaba pasando?
Regresó a la aldea y maldijo al no saber cuál era la tienda donde dormía Yelena. Para su suerte un Northuldra adulto ya estaba despierto y le notificó que despertara a la líder por una urgencia.
Minutos después Yelena estaba junto a Elsa en la saliente observando el fuego. Ahora eran cortinas de humo y el fuego brotaba en pocas direcciones.
-No puede ser… Dice entre dientes Yelena asombrada de lo que observaba.
-¿Es del bosque encantado Yelena? Pregunta Elsa.
-No estoy segura, pero si podemos verlo es algo de qué preocuparnos. Yelena regresa con prisa montado en su reno y notificó que despertaran a los encargados de exploración.
A pesar de que intentaron no alertar a todos finalmente todos los aldeanos estaban despiertos pidiendo explicaciones.
Yelena mantuvo la calma y explicó que solo notaron algo extraño en los límites del este del bosque y que solo darían un vistazo. Los Northuldra sabían que debían estar calmados ante la explicación de la líder, pero el instinto de supervivencia del ser humano sumado al trauma de haber vivido encerrados en una neblina por más de treinta años no podía tranquilizarlos lo suficiente.
Elsa se propuso ir también, pero Yelena se negó.
-Necesito que te quedes aquí. Tu presencia calma a la aldea. Irán a ver qué está pasando y volverán lo ante posibles. Debes confiar en nosotros.
Honeymaren la tomó del brazo y asintió dándole la razón a su líder. Elsa decidió asentir y se quedó con Honermaren.
Pasó media hora y a Elsa le carcomía la impaciencia. Gale no estaba con ellos lo cual no podía escribir mensajes con los exploradores para que les notifiquen si había noticias.
Honeymaren no la había dejado sola ni un momento pero eventualmente tuvo que hacerlo para irse con Ryder a trabajar. Elsa le agradeció su compañía e incluso dejó que la besara en la esquina de su labio.
Sabía que estaban postergando lo inevitable y que deberían hablar pronto sobre su relación.
Ya con el sol totalmente encima de ella Elsa no pudo evitar cerrar los ojos mientras se recostaba contra un tronco. Hasta que una ventisca la sacudió y la despertó con un jadeo.
-¿Qué…?
Una marea de pequeñas ramas y hojas naranjas giró frente a ella.
-¡Gale! Elsa exclamó con un gran alivio. -¿Dónde estuviste?
Pero Gale se sacudió con mucha ansiedad y se metió detrás de Elsa para ponerla de pie de un salto. Elsa jamás vio a Gale tan… ¿Alterado?
-Gale ¿Qué sucede?
Gale se remolinó una vez más y salió disparado lejos del bosque. Elsa nunca lo había visto volar tan rápido. Un nanosegundo después Gale reapareció y la empujó con violencia casi haciéndola caer.
-Bien, bien. Te sigo.
Gale salió nuevamente disparado y Elsa se percató que debía ser algo grave.
Lo corrió perdiéndolo de vista al instante. Llamó a Nokk y cabalgó a toda velocidad siguiendo al espíritu del viento.
-¿A dónde me lleva?
Iban hacia el este y eso aumentó su preocupación. Finalmente llegaron a metros de la orilla del océano oscuro.
Y lo que vio a Elsa le cortó la respiración.
Una persona estaba con la mitad del cuerpo en la orilla y la otra mitad en el agua totalmente quieto.
Elsa bajó de Nokk y corrió hacia el cuerpo. Vio de cerca y lo que se encontró le provocó que su cuerpo se estremeciera del horror.
Era una chica. Estaba empapada; su cabello era corto y castaño claro tapando sus ojos cerrados. Sus brazos estaban en L y uno de ellos sangraba dejando sangre alrededor de las piedras.
Pero lo que más horrorizó a Elsa era la espalda de la joven. Estaba descubierta, con cortes rojos y marcas de quemaduras letales sumado a algunas marcas moradas de golpes por el resto de su cuerpo.
-Por Ahtohallan. -Jadeó tapándose la boca con su mano-. ¿Quién te hizo esto?
Despejó el cabello de su rostro y la acarició. No sabía si estaba viva, pero no podía dejarla allí.
Nokk apareció en la orilla del mar y Gale revoloteó lentamente alrededor del cuerpo inerte. Por un momento levantó su cabeza levemente y la soltó. Parece que quería intentar despertarla.
-¿Por eso desapareciste ayer? Preguntó Elsa.
Sin perder otro segundo creó una manta y la puso sobre la muchacha sumado a un pañuelo que lo ató para detener el sangrado del brazo. se montó en Nokk y Gale alzó a la mujer con sumo cuidado en el aire.
-¡Rápido!
No demoraron en llegar a la aldea y Elsa gritó por el curandero. Con aldeanos llenos de preguntas y gente rodeándola Gale los apartó de una sacudida para que no pudieran acercarse a la víctima.
El curandero apareció junto a Yelena y Gale dejó llevar a la mujer a la carpa que usaban de hospital junto a los demás ayudantes del médico.
La depositaron en una camilla boca abajo y tanto el curandero como la líder de los Northuldra vieron consternados a la mujer.
-¿Qué sucedió Elsa? ¿Dónde la encontraste?
-Gale me guío a ella. Estaba en la orilla del mar oscuro yendo hacia el Este donde proviene el incendio.
El curandero verificó rápidamente los signos letales y empezó a moverse rápidamente por toda la habitación preparando todas sus herramientas.
-Esta mujer está viva. ¡Pero debemos actuar rápido!
Envió a sus ayudantes a buscar ingredientes y hierbas que Elsa no pudo entender. Los ayudantes salieron disparados de allí.
-Dios mío. El curandero se ató rápidamente su largo cabello gris en un rodete. –Tiene un corte en el lado izquierdo de la espalda que parece ser que la cauterizaron mientras que del lado derecho tiene quemaduras intensas… parece que ha sido azotada con un látigo.
Elsa no pudo evitar gemir de dolor y se tapó la boca con la mano sintiendo náuseas. No podía imaginarse lo que tuvo que soportar para terminar así. La joven no parecía superar su edad… ¡Podría ser de la edad de Anna!
La siguió revisando y cuando llegó al brazo no dio buenas noticias. –Le han disparado… debemos sacar la bala.
Elsa sintió los ojos penetrantes del doctor sobre ella. –Quinto espíritu; necesito que me ayudes. Debes ser firme y obedecer a lo que te diga. Podemos salvarla, pero necesito tu ayuda.
-Dime que hacer. Elsa se pasó con rapidez la mano por sus ojos para eliminar las nacientes lágrimas.
Minutos después Yelena y Elsa sostenían el cuerpo en diferentes puntos y el curandero se preparó con una pequeña pinza para sacar la bala del brazo.
Elsa no se preparó para lo que vendría y cuando la pinza penetró, la muchacha comenzó a gritar apretando con fuerza los ojos y comenzó a querer moverse. Tanto Yelena como Elsa sostuvieron el cuerpo y tuvieron que soportar los aullidos de dolor hasta que la bala salió y rebotó en el suelo.
-Paso 1.
Elsa miró a la joven que había dejado de gritar, pero ahora comenzaba a temblar y gemía en voz baja del dolor. Las manos de Elsa estaban sobre ella y sintió que el cuerpo comenzaba a aumentar de temperatura.
-Está ardiendo de fiebre. Necesito nieve. Ordenó el curandero.
Al instante Elsa creó nieve y la depositaron por todo su cuerpo. El curandero tapó la herida de bala con vendas mucha nieve, luego le hizo beber algo.
-Su espalda es la que está más dañada. La marca en su hombro izquierdo; parece que se la cauterizaron con fuego y eso… es tremendamente doloroso.
Sus ayudantes llegaron jadeando del agotamiento, pero tenían todos los ingredientes.
-Tenemos todo. Asintió el curandero y miró a Elsa. –Ya no necesitamos más su ayuda quinto espíritu. A partir de ahora nos ocuparemos nosotros.
-No. Negó Elsa con la cabeza. –Debe haber algo más que pueda hacer por favor.
-Ya has ayudado lo suficiente.
-Pero…
-Déjalo Elsa. Yelena la tomó del hombro y la giró a la salida. –El curandero tiene habilidades que solo él sabe con sus discípulos, debemos dejarlo solo. Si nos quedamos solo seremos un estorbo para salvarla.
Elsa se mordió el labio con fuerza por la impotencia, pero se dejó guiar por Yelena, pero nunca despegó la mirada de la chica que tenía los ojos cerrados con fuerza mientras temblaba como una hoja.
Pasó el día entero cerca de la tienda. Los Northuldra regresaron a tus tareas cotidianas y de lo único que se hablaba era de lo sucedido esta mañana y de la joven que Elsa había encontrado.
Elsa no podía dejar de pensar que pudo haber sucedido. Esa chica seguramente provenía de las explosiones que veían a lo lejos. ¿Cómo llegó al mar oscuro? ¿Por qué estaba tan dañada? ¿Por qué estaba allá en primer lugar?
La incertidumbre la dejaba con muchos nervios. Odiaba la incertidumbre; no poder controlar lo que vendría después. Sólo podía esperar a que la joven se salvara y que pudieran hablar con ella.
Honeymaren llegó por la tarde y la vio a Elsa sentada contra un árbol abrazándose las rodillas.
-Elsa. La Northuldra se sentó a su lado. –Me han comentado lo que sucedió… ¿Sabes cómo está?
Elsa negó con la cabeza. –No dicen nada. Solo la he escuchado gritar de dolor algunas veces… la verdad no sé…
Su mente se llenó de recuerdos de cómo había encontrado a la chica y cómo estaba totalmente lastimada. El dolor que tuvo que haber padecido, lo que seguramente ha tenido que atravesar. Pensar que podría haberle sucedido a ella… o reemplazar su rostro por el de Anna la llenaba de dolor.
Como deseaba abrazar a su pequeña hermana en este momento.
Sintió que Honeymaren la envolvía en sus brazos para contenerla. Sonrió con tristeza, pero se la hizo sentirse mejor. Se sintió contenida, querida.
No se sintió sola.
-Nunca lo he visto fallar a nuestro curandero. La tranquiliza Honeymaren en voz baja acariciando sus hombros. –Ya verá que la salvará. Fuiste muy valiente al encontrarla y traerla aquí.
Se quedaron un buen rato en esa posición. Las palabras de la joven habían reconfortado a Elsa, pero hasta que no tuviera noticias sobre el estado de la joven no podía desaparecer la sensación de su cuerpo.
¿Acaso el encuentro con la chica se relaciona a su mal presentimiento?
Pero ahora todo era incertidumbre. El incendio y la joven dañada podría ser señal de que algo peligroso se acercaba para dañar el Bosque Encantado.
Pero Elsa los protegería a todos. Así como se prometió como quinto espíritu mantener el bosque a salvo también prometió el bienestar de todos.
Esa noche el curandero salió de la carpa limpiando sus manos con un trapo teñido de rojo; claramente era sangre. Su rostro mostraba agotamiento.
-Sobrevivirá. Tuvimos que dormirla y mezclar hierbas muy fuertes para desinfectar las heridas en su espalda. Su brazo ya está bajo control, pero perdió mucha sangre; demasiada. Podría tardar días en despertar.
Elsa suspiró de alivio y Honeymaren no soltó su mano. Yelena escuchó con atención y respondió con un asentimiento.
-No hay nada que podamos hacer por ella hasta que despierte. Hasta entonces prestaremos atención a los mensajes de los exploradores. Ya estamos todos de acuerdo que no es coincidencia la aparición de la joven con el incendio al Este.
Todos asintieron.
-Los exploradores no han visto a nadie en las orillas el océano o a nuestros alrededores ¿No es extraño que solo ella apareciera? Pregunta Honeymaren.
-No podemos sacar conclusiones precipitadas. Responde Yelena. –Por ahora solo nos queda retomar nuestras tareas y esperar noticias.
Todos disponían a darse las buenas noches, pero Elsa no dejó de mirar la tienda donde tenían a la joven descansando.
-Podría… ¿Ver cómo está?
El curandero cambió miradas con Yelena algo extrañado por la petición. –No veo porque no. Pero no te quedes demasiado tiempo. Es hora de descansar.
Elsa asintió en agradecimiento y el curandero se fue junto con Yelena.
Honeymaren se quedó con ella. -¿Quieres que te acompañe?
La rubia negó con la cabeza. –Descuida, solo quiero ver que esté bien. No tomará mucho tiempo.
-Debes descansar. Insistió Honeymaren. –Has dormido muy poco hoy.
-Lo haré. Sonríe. –Pasaré la noche aquí nuevamente. Espérame en tu goathi.
La morena besó su mejilla y se alejó de allí. Elsa entró a la tienda y vio que sólo estaba iluminada por una vela no muy cerca de donde estaba la joven recostada.
Tomó la vela, la puso en la pequeña mesa junto a la camilla y se sentó para verla.
Se notaba que recuperó color en su rostro y su cabello se había secado. Habían retirado sus ropas y ahora solo estaba tapada por una manta. Elsa vio sus brazos fuertes y tonificados con una espalda un poco más ancha que la suya.
Siguió viendo y su brazo estaba vendado revelando una mancha roja de sangre. Su espalda estaba totalmente vendada como una momia y su cabeza estaba acostada de frente a ella con sus ojos cerrados.
Esperó unos minutos y al ver que todo estaba bien se puso de pie para irse, pero de repente escuchó un gemido.
Vio que los ojos de la joven se cerraron con fuerza y que gemía en voz baja de dolor. Elsa no pude evitar sentir pena y volvió a acercarse para tocar su frente.
-Todo está bien… Susurró. –Te pondrás bien.
No sabía si la joven podía oír sus palabras, pero unos momentos después lágrimas silenciosas comenzaron a derramarse en sus ojos cerrados. Elsa sintió más dolor porque solo podía quedar viendo. ¿Debería intentar despertarla?
Una pizca de esperanza nació de ella cuando escuchó a la dormida susurrar por lo bajo.
-Keyla…
Era un nombre. ¿Quién podía ser? No conocía a nadie con ese nombre.
El llanto seguía siendo silencioso. Las lágrimas gruesas caían y se deslizaban hacia abajo pasando por el puente de su nariz y caía en gotas en la sábana.
Unos momentos después volvió a susurrar.
–Lo siento.
Elsa sintió su corazón encongerse al oír esas palabras. Su voz sonaba dolorosa, como si hubiese perdido a ese alguien.
Sin poder evitarlo tomó su mano y la apretó. Quería de alguna forma hacerle saber que no estaba sola. Que ahora estaba a salvo.
Fue entonces cuando vio copos de nieve a su alrededor. Abrió más los ojos al observar que la nieve brotaba alrededor de ella y la joven. Pero ella no había invocado a la nieve… y al intentar deshacerse de ella no lo logró.
¿Era algo fuera de su control?
La nieve se movía y bailaba en el aire como si estuvieran el espacio; una ventisca de viento acompañó a la nieve y las envolvió en un anillo.
Elsa nunca sintió tanto regocijo. Sentía que se había envuelto en una burbuja de blancura y mucha comodidad. Su cuerpo se sentía complacido y muy relajado. Como si se recostara en el césped a ver el sol después de un largo día o de luego haber disfrutado una excelente comida o después de recuperarse de un ataque de risas con su hermana.
Sintió felicidad y sonrió. No podía controlarlo, no sabía de dónde provenía, pero no quería que desapareciera.
No fue hasta que se dio cuenta que no había soltado la mano de la joven. Se sintió intrigada y cuando la soltó el anillo desapareció completamente al igual que la nieve y el viento sin dejar rastro.
¿Qué rayos había sido eso? ¿Había sido ella? ¿Los espíritus? O tal vez…
Sintió su corazón palpitar con fuerza cuando vio que la joven apretó los ojos y gimió antes de abrirlos lentamente.
Elsa jamás había visto un color de ojos como los de ella. Eran grises, misteriosos y brillantes. Quedó cautivada.
La joven solo pudo susurrar. -¿Estoy muerta? ¿Acaso eres un ángel?
Elsa no pudo evitar sonrojarse ante la pregunta, pero negó con la cabeza. –No. Estás viva.
La joven solo gruñó y cerró los ojos. –Oh rayos…
Elsa no entendió por qué había dicho eso y la chica cerró los ojos mientras que dijo en un susurro.
-Eres demasiado hermosa para no ser un ángel…
La rubia se ruborizó como un tomate y no se atrevió a decir nada mientras que la joven parece que ya estaba dormida. La miró nuevamente y notó que ya tenía más color en su piel y algunos pequeños cortes en su cara habían desaparecido.
Algo había cambiado cuando había tomado la mano de la chica.
Bienvenidas/os/es
Ha comenzado la historia. Si han llegado hasta aqui gracias por su tiempo!
Si te apetece puedes dejar la reseña! De cualquier tipo.
Ya les adelanto que esta historia es LGTB.
Hasta el próximo capítulo
