N/A: Hola! Antes que nada queremos agradecerles mucho a todas las personas lindas que comentaron y agregaron a Favoritos el último OneShot.

El día de hoy les traemos una nueva historia y hablo en plural porque la hicimos mi hermana Golden y yo (Flame). La elección del nombre de perfil se debe a que ella se decanta más por el EdWin y yo por el Royai, por lo que no faltarán en esta historia.

La idea de este fic surgió tras toparnos con la historia titulada "The Hawk's Son" escrita por AnimeAddict1059 (la cual recomendamos) pero desafortunadamente no está terminada, así que eso nos inspiró a hacer nuestra propia versión. Después de algunos capítulos, el fic seguirá el canon pero hay algunas partes donde habrá modificaciones para dar lugar a nuestra historia. También cabe mencionar que para efectos de esta historia tuvimos que incrementar unos cuantos años las edades de Riza y Roy, por lo que, cuando lleguemos a la parte del canon, ellos tendrán 32 y 35 años respectivamente.

Tenemos algunos capítulos ya avanzados pero que todavía tenemos que revisar además de que como tal la historia todavía no la tenemos completamente terminada pero decidimos adelantar la fecha de publicación del fic por motivos del día de Fullmetal Alchemist (aunque nos estamos adelantando un día), pero todavía seguimos trabajando con algunos capítulos. Conforme vayamos avanzando y nuestros tiempos nos lo permitan y claro si a ustedes les agrada la historia, iremos publicando el resto de los capítulos hasta terminar.

Cualquier comentario/sugerencia son bien recibidos.

Muchas gracias y de verdad esperamos que les agrade la historia!

Saludos,

Golden y Flame

Capítulo 1: Amor juvenil

Riza se encontraba en el comedor de su casa haciendo sus deberes de la escuela. Tenía 12 años y se encontraba lidiando por comprender algunos conceptos y fórmulas químicas. Ella era muy dedicada y perfeccionista, por lo que no esperaba menos que obtener una buena nota. La ironía de todo esto es que su padre, siendo un excelente alquimista, podría fácilmente explicarle las cosas que no entendía de su tarea, pero desde el fallecimiento de su madre años atrás, se la pasaba encerrado en su estudio. Como consecuencia, Riza tuvo que aprender a hacerse cargo de las labores domésticas como cocinar, lavar ropa, planchar y hacer la despensa, sin olvidar sus labores escolares. Si bien es cierto que su padre se había desatendido casi por completo de ella, le había dejado claro que no quería recibir quejas sobre su comportamiento y desempeño en la escuela.

Riza se había sentido muy sola desde la partida de su madre, ya que no solamente la había perdido a ella sino también a su padre. Muy pocas veces él le dirigía la palabra y muy de vez en cuando la acompañaba a la mesa a ingerir los alimentos que la pequeña preparaba. Las únicas interacciones que tenían era cuando su padre le dejaba el escaso dinero para la despensa en un sobre y cuando ella le llevaba los alimentos a su estudio.

Sin lugar a dudas, su padre se había convertido en un ermitaño de primera y para colmo en uno temible, porque también había descuidado su apariencia personal, generando miedo entre los habitantes del pueblo las pocas veces que salía. Sus compañeros de la escuela al igual que los adultos, temían a su padre por lo que solamente le hablaban o se dirigían a ella para lo estrictamente necesario, por lo que a estas alturas, ella ya se había resignado a su nueva vida.

Sin embargo, hace un par de meses su vida comenzó a cambiar con la aparición de un aprendiz de alquimia de su padre. Ella se sorprendió mucho al enterarse de que su padre le enseñaría alquimia a alguien, ya que jamás lo había hecho anteriormente con alguien que no fuera Riza. Ella había sido su alumna cuando era más pequeña, antes de que su madre falleciera, pero no tuvo las aptitudes necesarias para la materia y mucho menos el gusto, por lo que las clases no duraron mucho. A veces se ponía a pensar que hubiera sido mejor que ella hubiera seguido intentando para darle gusto a su padre y tal vez así podría tener una mejor comunicación con él.

Riza prácticamente se enteró del nuevo alumno de su padre el mismo día que llegó, puesto que solamente recibió las instrucciones de recibir al muchacho, asignarle una habitación y encargarse de sus alimentos. Ella estaba realmente sorprendida de que su padre hubiera aceptado a un completo desconocido en su casa teniendo una hija viviendo bajo el mismo techo. Eso la había estresado mucho las primeras semanas, pero afortunadamente el chico hasta el momento se había comportado con mucho respeto hacia ella e incluso amistoso. De todas maneras, ella solamente se dirigía hacia él para lo estrictamente necesario y tenía su guardia en alto, porque si ella no se cuidaba nadie más lo haría.

"¡Buenas tardes, señorita Hawkeye!" Repentinamente se escuchó en la entrada del comedor, lo que sorprendió a Riza que se encontraba muy enfocada en sus labores escolares.

Ella brincó ligeramente y se volteó hacia donde se encontraba la persona que la había saludado. "Buenas tardes, Sr. Mustang" Replicó simplemente al muchacho pelinegro de 15 años.

"Lo lamento, creo que te asusté." Dijo Roy mientras se rascaba la parte de atrás de su cabeza de manera nerviosa.

A pesar de dirigirse entre ellos por sus apellidos, desde el primer momento Roy trató de ser amistoso en las pocas conversaciones que tenían, dejando a un lado el trato formal. Sin embargo, Riza mantenía en todo momento esa formalidad como una barrera entre ellos.

Riza movió su cabeza de un lado al otro en modo de negación. "No se preocupe. Es sólo que estaba muy distraída leyendo que no me percaté de su presencia."

El chico se acercó hacia Riza, se colocó al otro lado de la mesa de donde ella se ubicaba y observó los libros que estaba leyendo. "¿Problemas con química?"

Ella asintió. "Sí, un poco, pero nada que no se pueda resolver con algo de investigación."

"¿No necesitas ayuda?" Preguntó repentinamente Roy.

Riza volvió a negar con la cabeza. "No, gracias. Solamente necesito seguir leyendo."

"Podrías terminar más rápido si me permites ayudarte. Además, creo que no soy tan malo con eso." Dijo con una sonrisa.

"Le agradezco, Sr. Mustang pero tengo que aprender esto por mi cuenta."

"¿Por qué no le pides ayuda a tu padre? Él es muy bueno."

"Él está muy ocupado en su investigación como para perder el tiempo con tonterías." Dijo Riza mientras regresaba su mirada hacia sus libros.

"Sabes, yo tengo un método que te podría ayudar a entender todas esas fórmulas de manera simple. Te ahorrarías mucho tiempo y probablemente algunas desveladas."

"Si le costó trabajo entenderlo y también se desveló por ello, ¿por qué compartiría fácilmente su truco?" Preguntó la chica sin apartar la mirada de sus libros.

El pelinegro se puso en modo pensativo, llevándose su mano derecha a su barbilla. "Hmm… porque no me gusta ver que alguien esté pasando por el mismo sufrimiento que yo y además porque has sido muy amable al recibirme en tu casa, sin olvidar las deliciosas comidas que me das."

Riza alzó su cabeza para mirarlo, observando que el chico era sincero con sus palabras. No sabía cómo explicarlo, pero en poco tiempo se había familiarizado con sus gestos y expresiones. Siempre era amable y amistoso con ella (a pesar de que ella se portaba seria y cortante con él). Incluso le ayudaba con algunas labores de la casa a pesar de que ella siempre se oponía. Pero él siempre terminaba saliéndose con la suya justificándose de que si no ayudaba y su madre se enteraba, no viviría para contarlo, argumento que se le hacía muy exagerado de su parte, pero que internamente le hacía reír a Riza por la expresión de temor que ponía Roy cuando lo mencionaba.

Riza suspiró. "Se lo agradezco, Sr. Mustang pero creo que usted tiene demasiado trabajo propio como para perder su tiempo con estas cosas." Mencionó Riza tratando de disuadir al chico de que la ayudara. No era porque no apreciara el gesto, sino porque no estaba acostumbrada a recibir ayuda de nadie, ni por más mínima que fuera. La pérdida de su madre la había obligado a ser muy independiente y se le hacía muy extraño esta clase de gestos.

Roy suspiró. "No seas tan obstinada y permite que te ayude. Es verdad que tengo algunas tareas que hacer que me dejó tu padre, pero pueden esperar, además de que no tengo el ánimo para hacerlas ahora mismo." Se detuvo para observar el viejo reloj de pared que se encontraba en la habitación que marcaba las 6pm. "También sería bueno que te libraras de tu tarea para que podamos cocinar la cena sin pendientes y después puedas disfrutar tu noche."

Al escuchar la palabra cena, Riza volteó rápidamente hacia el reloj. Rayos, me he enfocado tanto en entender esto que perdí la noción del tiempo. Se paró inmediatamente de la mesa. "Lo lamento mucho, Sr. Mustang, ya es tarde y ni siquiera he comenzado a cocinar. Probablemente ya tenga mucha hambre."

Roy movió la mano en señal de despreocupación. "No te preocupes. De hecho me iba a disculpar por haberme tardado en venir a ayudarte con la cena."

Riza negó con la cabeza. "Sabe que no tiene que hacerlo, no es su obligación, sino la mía. Permítame unos minutos y en cuanto esté lista la cena le avisaré." Ella dijo mientras comenzaba a recoger sus cosas de la mesa para llevarlas a la sala y ponerse a cocinar.

"También sabes que ya te he dicho que te voy a ayudar. Al vivir bajo este techo tengo que colaborar con las labores." Replicó Roy mientras le ayudaba a mover sus cosas.

Los dos se dirigieron a la sala donde depositaron las cosas de Riza en la mesa de centro. "Usted es muy obstinado, Sr. Mustang."

Roy rió. "Al igual que tú. Así que vamos a hacer esto: hagamos la cena y cuando terminemos de comer y recoger te ayudo con tu tarea."

"Pero…" Riza fue interrumpida antes que pudiera terminar la frase.

"No acepto una negativa como respuesta." Comenzó a caminar de regreso a la cocina. "Vamos."

"Está bien." Dijo Riza derrotada. "¡Gracias!"

Esa noche los dos chicos cocinaron, cenaron y resolvieron la tarea de Riza juntos.


Con el paso de las semanas Roy se dió cuenta de que la hija de su maestro era una persona especial a pesar de su comportamiento serio y cortante hacia él y con las personas con las que se relacionaba. Él sabía por la mirada de ella, que detrás de esa máscara de seriedad había una chica gentil y dulce que lo demostraba con acciones pequeñas, como subirle comida a su habitación cuando él perdía la noción del tiempo en sus estudios o cuando le ofrecía algún cobertor extra. Por eso, se negaba a rendirse a dejar de intentar ganarse su amistad.

También, con la convivencia diaria, se percató de la prácticamente nula relación que Riza tenía con su padre y se imaginó que tal vez sería algo similar con sus compañeros de clase, ya que nunca la había visto regresar a casa acompañada y mucho menos salir con amigos. Asoció todo esto a la pérdida de su madre. Él sabía y comprendía perfectamente todo esto al haber perdido a sus padres cuando tenía 3 años, pero a diferencia de ella, él había tenido la fortuna de que su tía se hiciera cargo de él y de que a pesar de que era muy estricta y a veces un poco fría, tenía la certeza de su cariño y su preocupación por su bienestar, cosas que no veía de parte de su sensei hacia su hija.

Por su parte, Riza iba encontrando que el joven aprendiz de su padre era un tipo agradable y hasta el momento sincero. Siempre que podía la acompañaba a comer a la mesa, le ayudaba con algunas labores y trataba de hacer conversación con ella. Al principio ella creyó que él intentaba hablar con ella porque se aburría de no tener con quién más hacerlo o porque no conocía a nadie del pueblo. Pero al poco tiempo, se dió cuenta que las pocas veces que salía al pueblo a comprar algunos artículos personales o cuando la ayudaba a hacer las compras para la despensa de la casa, siempre tenía con quien conversar, sobre todo muchachas de su edad e incluso más grandes que él. Mentiría si dijera que le sorprendía que las chicas lo persiguieran, ya que era un muchacho guapo.

Lo que sí le sorprendía, es que siempre buscaba la forma para excusarse cortésmente con las chicas para poder seguir ayudando a Riza con las compras. Incluso cuando él salía por su cuenta, pudo notar que no le gustaba mantener mucha conversación con esas muchachas a diferencia de las que siempre buscaba mantener con ella. No podía evitar preguntarse el por qué lo hacía. Así que sin darse cuenta, Riza dejó entrar poco a poco a Roy en su vida y se comenzó a sentir cómoda con su presencia y amistad.

"Señor Mustang, por favor deje de cortar las verduras e intentar leer al mismo tiempo. Vaya a la mesa a leer y yo me encargaré de la cena." Riza dijo a Roy mientras los dos se ocupaban de la cena. Después de 8 meses de convivencia, se habían vuelto amigos y solían platicar un poco más que al principio cuando Roy recién había llegado e incluso bromeaban un poco.

Cuando estaban solos (que era la mayoría de las veces, porque el Sr. Hawkeye rara vez salía de su estudio), Roy comenzó a llamarla por su nombre. "Vamos Riza, se supone que somos amigos y por lo tanto tienes que llamarme por mi nombre y con menos formalidad." Dijo Roy mirándola.

Riza giró su cabeza hacia su derecha para encontrarse con la mirada de Roy. "Lo lamento, Sr…" Inmediatamente cortó su frase al ver el ceño fruncido del pelinegro. "Lo siento... Roy, pero debe… debes de entender que todavía me estoy acostumbrando."

Roy sonrió ligeramente al escucharla dirigirse de manera informal hacia él. "Perdonada. Sólo espero que sigas practicando para no olvidarlo." Dijo esto último con una leve risa.

Riza solamente movió la cabeza. "Pero como le… te estaba diciendo, deja de cortar las verduras y continua con tu lectura."

"Oh vamos, así hago dos cosas a la vez. Necesito entender esto cuanto antes para que tu padre no se moleste conmigo."

"Por eso mismo enfócate en tu lectura y yo lo haré en la cena."

"No es justo que tú hagas todo, quiero ayudarte. Además, algunas personas leen recetas mientras cocinan."

"Sí, algunas lo hacen, pero son personas más experimentadas. Te puedes cortar si continuas así." Repentinamente a Riza se le ocurrió una forma de bromear con él y una ligera sonrisa apareció en su rostro. "Hace no mucho leí en una revista en la escuela acerca de algunos estudios donde dicen que los hombres no pueden realizar más de una tarea a la vez, así que mejor deberías hacerme caso."

Roy frunció el ceño. "Eso no es cierto. Es un mito, no está comprobado científicamente." Respondió ligeramente molesto y regresó su atención al libro mientras seguía cortando unas zanahorias.

Riza se rió internamente y prosiguió con su labor. "Solamente ten cuidado."

"Ya verás que eso es una simple mentira… ¡Auch! ¡Demonios!" Roy Mustang acababa de cortarse un par de dedos.

Riza instantáneamente volteó a verlo y al ver sus heridas, apagó la estufa y se dirigió corriendo a su habitación para traer el pequeño botiquín de primeros auxilios. Roy se acercó a una de las sillas del comedor para sentarse y buscar algo con lo cual pudiera detener la hemorragia, pero antes de que pudiera encontrarlo su mano fue tomada por las de Riza. Roy alzó su mirada y se encontró con la de ella, distinguiendo una mezcla de preocupación con diversión en ella.

"No digas nada." Refunfuñó Roy.

La chica de inmediato comenzó a limpiar las heridas, a desinfectarlas y a vendarlas antes de responder al pelinegro malhumorado. "No negarás que esto fue una excelente prueba de campo, como lo llaman los científicos." Ella dijo algo divertida.

Roy estaba a punto de responder de forma defensiva, pero en cuanto vio la diversión que salía a flote, se pudo dar cuenta de que desde que la conocía habían sido muy escasas las veces en que la había visto de esa manera. También, no pudo evitar sentir la delicadeza con la que curó sus dedos. Así que decidió admitir por esta ocasión su derrota, tranquilizarse y divertirse con la tontería que acababa de cometer.

"Este caso no cuenta, fue solamente una coincidencia. Una en un millón."

"Si tú lo dices y te hace sentir mejor."

"Esto no volverá a pasar, pero por esta ocasión te daré la razón y me enfocaré solamente en cortar las verduras."

"Creo que será mejor que lo haga yo."

Roy solamente suspiró y puso una cara de resignación. Definitivamente Riza no le permitiría olvidar esto. Riza, por su parte, siguió riéndose internamente de lo infantil que a veces podía llegar a ser Roy.


Un año después, Roy y Riza se habían convertido en muy buenos amigos, disfrutando la compañía del otro mientras estudiaban, realizaban las labores domésticas y durante las comidas. Las clases de Roy con el padre de Riza generalmente terminaban una hora después de que ella regresara de la escuela, por lo que siempre la encontraba en la sala leyendo algún libro para distraerse un momento antes de comenzar sus labores. Pero en esta ocasión se sorprendió mucho cuando no la vió ahí. Era extraño ya que Riza era una persona muy metódica y organizada a su corta edad, por lo que seguía al pie de la letra su rutina personal.

Roy comenzó a buscarla por toda la casa sin hallarla. Es muy raro, no recuerdo que ella mencionara que tuviera algún compromiso después de la escuela y mucho menos en viernes que es el día en que los maestros les permiten salir una media hora antes. Mmm…

Roy comenzó a pensar en dónde podría estar e inconscientemente se estaba comenzando a preocupar por ella. ¿Le habrá pasado algo? Rápidamente trató de quitarse ese pensamiento de la cabeza. Tal vez sus compañeros por fin se han dado cuenta de lo buena persona que es y la invitaron a pasar la tarde.

Ya eran las 7pm y comenzaba a oscurecer y no había señales de Riza. Su padre ni siquiera había preguntado por ella ni por la cena porque una hora después de terminar su sesión con él, salió de la casa solamente mencionando que estaría fuera todo el fin de semana consiguiendo algunas cosas para su investigación. Sin embargo, Roy ya estaba preocupado, así que sin pensarlo dos veces, decidió salir en su búsqueda.

Se dirigió a la escuela para encontrarla cerrada y no pudo ver a nadie merodeando por ahí. Después fue al centro del pueblo y comenzó a preguntar en los negocios que a veces visitaban cuando compraban la despensa y a las personas que se le cruzaban en los alrededores. Desafortunadamente, nadie le había dado señal de ella.

Riza, ¿dónde estás? ¿estarás ya en casa? Sí, tal vez ella ya se encuentre ahí, será mejor que regrese.

Cuando Roy comenzaba a emprender su camino de regreso a la casa de los Hawkeye, no pudo evitar ver en el pequeño parque del pueblo varios niños abrazando a sus madres y felicitándolas junto a sus padres en la mayoría de los casos. Era el día de las madres. Roy había olvidado por completo la fecha. En ese momento se le ocurrió en donde podría estar Riza, así que cambió de rumbo y apresuró su paso.

Cuando llegó a su destino tembló ligeramente ante el paisaje que tenía enfrente. Un lugar desolado, algo descuidado y en algunas partes unos cuantos ramos de flores frescas. Ya estaba casi oscuro pero no veía a ninguna persona por ahí, pero tenía el presentimiento de que posiblemente ahí la encontraría. Sin saber el lugar exacto, se encaminó mirando en todas direcciones buscando a la chica rubia hasta que a lo lejos pudo verla. Ella estaba sentada abrazando sus rodillas y su cabeza hundida sobre ellas. Frente a ella se encontraba un pequeño pero hermoso ramo de flores. Jamás la había visto de esa forma y le rompía el corazón verla así.

Se acercó sigilosamente hacia ella para evitar asustarla y una vez que estuvo detrás de ella observó el nombre de la lápida frente a ella 'Elizabeth Hawkeye'. Tal como había sospechado, se trataba de la tumba de su madre, aunque se le hacía raro que Riza estuviera a estas horas en este lugar, cuando el año pasado hasta donde se había enterado, solamente había estado aquí por unos minutos. Se colocó a su lado y se agachó para estar a su altura, le sorprendía que ella no se hubiera percatado de su presencia.

"Riza, ¿estás bien?" Roy dijo suavemente y con un tono de preocupación.

Riza saltó de la impresión al darse cuenta de que no se encontraba sola. Alzó su cabeza y comenzó a observar sus alrededores hasta que finalmente se encontró con la mirada de Roy. Pudo ver que había alivio pero a la vez preocupación. Ella solamente asintió y desvió su mirada hacia la tumba de su madre.

"¿Segura?" Roy preguntó incrédulo. "Sabes que puedes confiar en mí."

Pasaron un par de minutos sin obtener respuesta y comenzaba a correr un poco de viento. Roy se quitó la chaqueta que llevaba y la colocó encima de los hombros de Riza y volvió a agacharse a su lado y puso su mano en uno de sus hombros.

"Sabes, yo perdí a mis padres en un accidente cuando era muy pequeño, creo tení años. Así que puedo entender cómo te sientes ahora." Roy comenzó a platicarle.

Ella se volteó a mirarlo confundida. "Pero tú has mencionado algunas veces las cartas que te envía tu madre e incluso hace un par de semanas le enviaste un presente y una carta para que le llegara a tiempo."

"Ella en realidad es mi tía, hermana menor de mi padre. Legalmente es mi madre adoptiva pero para mí es mi madre porque ella me ha criado desde la muerte de mis padres. Siempre la he visto como tal aunque a veces no le digo mamá porque a veces ella se siente incómoda porque no quiere usurpar el lugar de mi madre biológica. Es algo confuso." Roy comenzó a rascarse la nuca. "Pero debo admitir que cuando ella me dijo la verdad, fue algo difícil y doloroso. Sobre todo porque no los recuerdo realmente. Si no fuera por las fotografías que ella me ha enseñado, ni siquiera los conocería. Lo que sí me dijo es que ellos me amaban mucho y que era normal extrañarlos. Ese día lloré como nunca su pérdida, pero mi tía me dijo que estaba bien hacerlo, para dejar fluir todos esos sentimientos y poder seguir caminando hacia adelante."

Riza podía ver en su mirada que lo que le contaba era cierto y pudo ver que era sincera su empatía.

"Riza… ¿tuviste la oportunidad de llorar la muerte de tu madre?"

"Un poco… A mi padre no le gustaba que hiciera demasiado ruido así que dejé de hacerlo. Hoy no es el primer día de las madres que la paso sin ella, pero no sé… de repente me sentí demasiado triste y antes cuando me sentía así corría a su lado." Riza comenzó a hablar con un tono de voz bajo, casi un susurro.

"Está bien que llores si quieres hacerlo, te hará sentir mejor sacar todo. Te permitirá seguir adelante y volver a sonreír. Estoy seguro que tu madre desea que seas feliz."

"Pero mi padre dijo que no lo hiciera…" Riza dijo tratando de evitar que se le quebrara la voz.

"Él no está aquí y está equivocado. Te puedo decir por experiencia propia que te hará mucho bien. Yo no te voy a criticar por ello."

"No debo… no está bien…" Riza agachó la cabeza y comenzó a sollozar ligeramente, tratando de ocultarlo de Roy lo mejor que pudo.

Roy rápidamente se sentó a su lado e instintivamente la abrazó, sin esperarlo las manos de Riza se aferraron fuertemente a su camisa, recargó su frente en su pecho y comenzó a llorar como nunca lo había hecho en su vida. Roy frotó su espalda tratando de confortarla y en ese momento se dió cuenta de que nunca quería volver a verla sufrir de esa manera y comenzó a cuestionarse a sí mismo si lo que sentía por ella era solamente amistad o era algo más. Por el momento, se enfocaría en que ella se sintiera mejor y después lidiaría con sus sentimientos.

Pasaron un rato abrazados hasta que a Riza ya no le quedaban más lágrimas y comenzó a tranquilizarse. En ese momento, ella se sintió mejor, como si una carga se le hubiera quitado de sus hombros. Hasta ese entonces se dió cuenta que Roy la estaba abrazando y que ella se encontraba aferrada a su camisa, la cual se encontraba parcialmente mojada por sus lágrimas. Alzó su cabeza y miró a Roy el cual, al sentir el movimiento de Riza, inclinó su cabeza para observarla y ofrecerle una cálida sonrisa.

"Lo siento." Ella susurró.

Roy negó con la cabeza. "No tienes nada de qué disculparte." Dijo suavemente.

"Pero he mojado tu camisa y por mi culpa estás en un lugar como este a estas horas."

"No te preocupes. Es verdad que este tipo de lugares son tétricos a estas horas pero creo que estando juntos, el miedo se desvanece." Dijo sonriendo un poco más al final. "¿Te sientes mejor?"

Riza asintió sin alejarse del abrazo aún. "Sí, mucho. Gracias" Dijo esto mientras le daba una pequeña sonrisa.

Roy asintió en reconocimiento. "¿Te parece bien si vamos a casa?"

Riza volvió a asentir con la cabeza y se sintió un poco triste al ya no sentir el calor del abrazo de Roy, pero en cuanto él se puso de pie le ofreció su mano para ayudarla y cuando ella estuvo de pie, él colocó su brazo alrededor de sus hombros para abrazarla mientras caminaban hacia su casa. Ella no se alejó del abrazo y comenzó a disfrutarlo al mismo tiempo que se comenzó a preguntar por las acciones de Roy. Nunca antes alguien se había preocupado por ella ni la habían reconfortado, no después de la muerte de su madre. Él era su único amigo pero ella... ¿lo veía como tal? o tal vez ¿se estaba enamorando de él? No estaba segura de ello, pero lo que no negaría es que se sentía cómoda y segura a su lado.

Al correr una ligera ráfaga de viento se aferró más a la chaqueta de Roy, dándose cuenta en ese instante de la presencia de la prenda. Sí la había sentido cuando Roy se la colocó pero no le había prestado atención hasta ese momento.

"Roy, tu chaqueta." Comenzó a intentar quitársela pero Roy no la dejó manteniendo su brazo en sus hombros.

"No te preocupes, me la puedes devolver cuando estemos en tu casa."

"Pero está corriendo aire y te puedes enfermar."

"Estaré bien, tú la necesitas más que yo. Tu blusa no es de manga larga y mi camisa sí lo es."

"Gracias. Lamento mucho todas las molestias que te estoy ocasionando."

"No es ninguna, de verdad. Solamente espero que si alguna vez te vuelves a sentir de esa forma o si necesitas alguien con quien hablar no dudes en acercarte conmigo." Roy dijo sonriendo ligeramente al final.

"Gracias, lo tendré en cuenta." Riza replicó regresando una ligera sonrisa.


A partir de lo sucedido en el cementerio, Roy y Riza comenzaron a acercarse más, platicando sobre temas mucho más personales y confiándose secretos. Con el paso de los meses, los dos comenzaron a sentarse más cerca el uno del otro en la sala cuando leían sus libros, disfrutando la cercanía del otro.

Faltaban 6 meses antes de que Roy dejara la casa de los Hawkeye para enlistarse en el ejército. Él ya le había dicho al respecto a Riza, pero se había abstenido de comentarlo con su sensei hasta el último momento para prevenir que lo echara de la casa por el odio y desprecio que tenía hacia la milicia. Por su parte, Riza no lo había criticado en lo absoluto e incluso fue ella quien le recomendó no comentarle nada a su padre hasta que ya estuviera cerca su fecha de partida. Sin embargo, él no podía evitar captar en la mirada de ella algo de tristeza cuando tocaban el tema.

Durante los últimos meses, sobre todo desde el incidente del cementerio, ambos comenzaron a cuestionarse a sí mismos sobre sus sentimientos por el otro. No era extraño a estas alturas estar enamorados, eran un par de adolescentes que se habían convertido en buenos amigos. Pasaban su tiempo libre juntos, salían de vez en cuando de paseo por el pueblo y festejaban sus cumpleaños. Los abrazos comenzaron a volverse en un gesto natural entre ellos y que ambos disfrutaban. Sobre todo Riza, después de tantos años sin recibir una sola muestra de afecto, cariño y preocupación por ella, comenzó a encontrar todo esto con Roy.

Ella estaba consciente de que él se iría al terminar sus estudios para enlistarse al ejército y que probablemente jamás lo volvería a ver y que todo volvería a ser como era antes de su llegada. A pesar de su corta edad, era consciente de que probablemente lo que sentía por Roy era un simple enamoramiento propio de su edad y también se había dado cuenta de que él también sentía algo por ella por sus acciones y las miradas que le compartía. Pero a pesar de todo ello, Riza decidió que disfrutaría cada momento de este sueño aunque estaba consciente de que no duraría mucho y que probablemente sufriría al final.

En una noche cuando los dos se encontraban codo a codo haciendo la cena y platicando sobre los lugares que visitarían al día siguiente aprovechando que su padre había salido en una de sus incursiones, Roy le preguntó sobre sus planes futuros.

"¿Qué piensas hacer después de que me vaya?"

"Pienso terminar mis estudios."

"¿Y en tu tiempo libre?"

"Creo que me ocuparé en seguir evitando que la casa se caiga a pedazos, ya que mi padre jamás se preocupará al respecto."

Roy asintió, conociendo perfectamente la situación de pobreza en la que ella ha vivido por la negligencia de su padre. "¿Seguirás saliendo de paseo por el bosque?"

Al ubicarse cerca de las afueras del pueblo su casa colindaba con un bosque y este se había convertido en uno de los lugares preferidos de ellos para pasar el fin de semana leyendo e incluso haciendo picnics.

"Probablemente lo haga con menos frecuencia que ahora. No será divertido ir sola." Riza dijo con un tono neutro, aunque internamente le dolía pensar en que ya no tendría con quién compartir esos momentos.

Roy la miró sintiéndose culpable. "Lo siento mucho."

Riza se volteó a mirarlo para encontrar su mirada y se dió cuenta de que se sentía culpable, pero a pesar de que le dolía que se fuera, no quería que se sintiera de esa forma. "No tienes nada de que disculparte, es algo que tú ya tenías decidido desde antes de venir aquí. Además, la hemos pasado muy bien y tal vez cuando ya estés en la academia ni te acordarás de mí." Era un pensamiento que la había perseguido en las últimas semanas, de que él se olvidaría de ella. Le dolía pensar en ello, pero sabía que no podía hacer nada al respecto y que debía seguir disfrutando el poco tiempo que les quedaba.

Roy dejó de cortar las verduras que tenía en sus manos, dejó el cuchillo y se giró. Tomó gentilmente los brazos de Riza para poder quedar frente a frente. La miró fijamente para intentar transmitirle tantos sentimientos que él había querido expresarle desde hace un tiempo pero que había reprimido por el temor de incomodarla y perder su amistad, sin olvidar la diferencia de edad que había entre ellos.

Apartando sus temores y dejándose llevar por el momento, Roy dio un paso al frente para acortar la distancia entre ellos. Con una mano tomó delicadamente su mejilla mientras se inclinaba lentamente hasta alcanzar sus labios. Cerró los ojos y comenzó a besarla tiernamente. Al principio Riza se sorprendió por la situación pero era algo que deseaba hacer los últimos meses, así que también cerró sus ojos, rodeó el cuello de él con sus brazos a la vez que correspondía el beso. Al sentir esto, Roy la abrazó con su brazo libre acercándola más a él. Permanecieron en esa posición disfrutando el beso hasta que se quedaron sin aliento. Después se separaron ligeramente el uno del otro para tomar aire.

"Claro que me voy a acordar de ti, Riza. Eres alguien muy especial para mí, más de lo que te puedes imaginar." Roy susurró.

"Tú también lo eres para mí." Riza contestó en un susurro y lo abrazó fuertemente.

Roy respondió el abrazo y depositó un beso en su frente. "Sabes, no te vas a deshacer tan fácilmente de mí. A pesar de que yo no esté aquí en los próximos dos años, te escribiré y estaré al pendiente de tí. No me darán mucho tiempo para salir, pero cuando termine me escaparé y vendré a visitarte." Roy dijo animadamente.

Riza se conmovió por las dulces palabras de Roy por lo que no pudo evitar que sus ojos se llenaran de lágrimas. A sus 15 años, jamás imaginó que un chico tan atractivo de 18 años podría llegar a enamorarse de ella. Sin dejar de abrazarlo, elevó su cabeza para mirarlo y pudo observar que todo lo que le había dicho era cierto. A pesar de recibir confirmación de ello en su mirada, quiso escucharlo una vez más para asegurarse.

"¿Lo prometes?"

"Lo prometo." Roy respondió solemnemente mientras se inclinaba una vez más para besarla.

Una vez que se separaron del beso, Roy la miró tiernamente.

"Entonces, ¿esto es un sí?"

Ella de inmediato comprendió el mensaje que le quería transmitir con su mirada, por lo que no dudó en responder.

"Sí, Roy. Sí quiero ser tu novia." Ella lo besó en esta ocasión. "Solo hay que ser discretos con mi padre."

Roy asintió y la abrazó fuertemente. Ambos disfrutaron el momento y lo grabaron en su memoria.


Los siguientes meses transcurrieron alegremente, disfrutando al máximo su noviazgo antes de que tuvieran que separarse. No tuvieron muchos problemas en ocultar su relación de su padre debido a que muy pocas veces salía de su estudio.

La noche previa a la partida de Roy, la pasaron sentados en el sillón de su sala abrazados fuertemente y besándose apasionadamente. Platicaron e hicieron la promesa de seguir escribiéndose, a la vez que él le daba todos los datos de dónde él se iba a encontrar y los de su tía por si ella llegaba a necesitar algo.

El tren de Roy partiría a primera hora el siguiente día y Riza decidió acompañarlo. Al llegar a la estación se dieron cuenta de que no había más que otro par de pasajeros en la plataforma esperando. Roy dejó su maleta en el suelo y abrazó fuertemente a Riza, mientras depositaba un par de besos en su frente, deseando que el tiempo se congelara en ese instante.

"Cuídate mucho, Riza." Roy dijo en voz baja.

"Tú también, Roy." Ella respondió mientras lo abrazaba más fuerte.

El tren comenzó a sonar indicando que la hora para decir adiós había llegado. Riza, sin dejar de abrazarlo, lo miró conteniendo sus lágrimas, porque sabía que también era un momento difícil para él. Roy la besó tiernamente una última vez.

"Te amo, Riza, jamás lo olvides." Roy le dijo cuando se separaron ligeramente después del beso, mirándola directamente a los ojos para que pudiera ver que no estaba mintiendo. Después la volvió a abrazar y a besar.

"También te amo, Roy." Riza lo abrazó con igual fuerza.

Era la primera vez que ellos dejaban salir esas palabras de sus bocas. No era algo que no supieran ya, porque se lo habían dicho muchas veces antes a través de sus miradas, besos y caricias, pero las palabras resultaron ser las mejores que habían escuchado en mucho tiempo.

"Regresaré por ti, lo prometo." Dijo finalmente Roy antes de besarla una última vez, para después tomar su maleta y abordar el tren.

Desde la ventanilla el pelinegro se despidió agitando su mano. Riza repitió el gesto hasta que el tren estuvo fuera de su vista. En ese momento, se permitió derramar las lágrimas que había estado reprimiendo.

Te estaré esperando, Roy Mustang.


Después de la partida de Roy, tal y como lo había pronosticado Riza, la casa volvió a ser la misma de siempre antes de su llegada. Ya no tenía con quien conversar después de la escuela, con quien cocinar y mucho menos con quien compartir la comida. Sabía que iba a ser duro, pero jamás creyó que llegaría a extrañar tanto a Roy. Por suerte, tal y como se lo había prometido, él le escribía una vez al mes, ya que se encontraba muy saturado de actividades pero no quería dejar de estar en contacto con ella.

Riza esperaba ansiosa sus cartas cada mes, donde él le preguntaba cómo estaba y qué había hecho, y le contaba las cosas que él hacía, lo que le gustaba y lo que no. Lo que más adoraba era la forma en que terminaba cada una de ellas sin excepción. Te amo. Roy. Ella de inmediato tomaba papel y una pluma para contestarle, terminando cada una de sus cartas con la misma frase que él. Te amo. Riza.

Mientras esperaba la llegada de la siguiente carta y como ya no tenía nada que hacer sin la compañía de su novio, ella releía la última carta varias veces antes de guardarla en una cajita que había designado para guardar sus artículos más preciados. Ahí guardaba algunos artículos que pertenecieron a su madre, un par de fotografías de ella y ahora las cartas de él.

Poco después de que se cumplieran dos años desde que Roy se había marchado de la casa de los Hawkeye, él se apareció vestido con su uniforme militar en la puerta de Riza, sorprendiéndola gratamente, ya que no le había dicho nada en sus cartas. Riza no pudo evitar quitar su mirada de encima de él, porque jamás lo había visto vestido así y obviamente se percató que se veía más atractivo. Ya no era el adolescente que recordaba. Ahora era un joven adulto de 20 años con un excelente porte físico, con unos hombros y espalda más anchos, producto del intenso entrenamiento que él le escribía que lo obligaban a hacer en la academia.

Roy, al igual que ella, no pudo dejar de mirarla para apreciar que ella se había puesto más bella, y que su cuerpo se había vuelto más curvilíneo marcando una hermosa silueta. Él dejó su maleta en el suelo y sin señal previa, los dos comenzaron a acercarse para darse un fuerte y tierno abrazo seguido de un largo y apasionado beso, tratando de reponer todo el tiempo perdido.

"Te extrañé mucho." Riza dijo sin aliento cuando finalmente se separaron ligeramente para tomar aire.

"Yo también, pero te prometí que vendría a verte en la primera oportunidad que tuviera."

"Me alegra que lo hayas hecho. Vamos adentro."

Roy asintió dejando ir a Riza para tomar su maleta e ingresar a la casa.

"No me avisaste que vendrías."

"Quería sorprenderte. Por eso ni tuve tiempo para cambiarme." Roy respondió sonriendo ampliamente.

Riza le devolvió la sonrisa. "Me alegra que no lo hicieras. Ha sido una grata sorpresa."

Roy dejó su maleta en la sala momentáneamente para seguir a Riza a la cocina, quien se encontraba tomando la tetera para preparar algo de té para los dos. Roy se acercó y rodeó su cintura con sus brazos, abrazándola fuertemente por detrás y sintiendo como ella se inclinaba hacia él, percibiendo el calor de su espalda en su pecho a la vez que inhalaba el aroma de su cabello.

Roy suspiró. "No tienes idea cuanto te extrañé."

"También te extrañé mucho, si no hubiera sido por tus cartas probablemente me hubiera deprimido."

"Yo igual. ¿Cómo sigue tu padre?"

En sus últimas cartas Riza le había contado que su padre había enfermado, pero que aún así seguía encerrado en su estudio sin verla más que para lo estrictamente necesario.

"Igual…" Riza suspiró. "Bueno, sigue igual en su forma de ser pero su condición sigue deteriorándose día a día y el médico ya no sabe qué más hacer, sobre todo porque mi padre está renuente a seguir al pie de la letra las indicaciones."

"Lo lamento. Tal vez pueda hablar con él y convencerlo de que siga adelante."

Ella negó con la cabeza. "No creo que funcione."

"Bueno no pierdo nada con intentarlo. Tal vez hasta lo convenza de convertirse en alquimista estatal." Roy dijo esto último bromeando.

Riza rió ligeramente, cosa que no había hecho en los últimos dos años. "Buena suerte con eso."

"Iré a hablar con él ahora mismo. No sería correcto que esté merodeando por su casa sin ni siquiera anunciarme."

Roy besó su frente, retiró sus brazos de ella y se dirigió a la habitación de su sensei.

"Procura que no te mate." Riza le mencionó antes de que él desapareciera de la habitación.

"Haré mi mejor esfuerzo." Roy dijo riendo ligeramente.

En ese punto Riza solo esperaba que su padre no le gritara demasiado a Roy cuando viera que él se había unido a la milicia. En lo que esperaba, regresó su atención a preparar el té.

Pasados unos 30 minutos aproximadamente, escuchó gritos desde la habitación de su padre.

Lo que suponía que pasaría. Riza pensó y suspiró mientras se acercaba al inicio de las escaleras para escuchar mejor antes de intervenir. Sin embargo, cuando llegó ahí solo pudo escuchar a Roy gritar su nombre desesperadamente, por lo que rápidamente subió las escaleras y al llegar a la entrada del cuarto de su padre se quedó congelada en el umbral ante la imagen que estaba frente a ella. Roy tratando de ayudar a su padre a ponerse de pie. La cama y la ropa de su padre estaban terriblemente manchadas de sangre y su padre estaba inmovil, parecía… muerto.

"¡Riza!" Roy seguía gritando hasta que alzó su mirada y pudo ver que ella se encontraba en el umbral de la puerta, congelada por lo que estaba viendo.

Roy volvió a darle los primeros auxilios que había aprendido en la academia al Sr. Hawkeye tratando desesperadamente de revivirlo, pero seguía sin responder, sin encontrar una señal de vida. Riza tímidamente se acercó hacia él y puso su mano sobre su hombro.

"Déjalo, era lo que él quería. Probablemente él ha estado muerto desde hace mucho tiempo, lo único que quedaba era su cuerpo."

Roy se puso de pie y abrazó a Riza fuertemente. "Lo lamento mucho, Riza."

Riza correspondió el abrazo y enterró su rostro en el pecho de él, derramando unas cuantas lágrimas, porque a pesar de todo era su padre y hubo un tiempo, aunque algo corto, en el que se portó como tal con ella.

El funeral contó solamente con la presencia de ellos dos, hecho que no les sorprendió debido a la forma de ser del ahora difunto Berthold Hawkeye.

"Muchas gracias por hacerte cargo del funeral." Riza dijo en voz baja, sin dejar de mirar la tumba frente a ella.

Roy, también mirando al frente, respondió. "No es nada. Recuerda que fue mi sensei y sobre todo tu padre. Es lo menos que puedo hacer." Volteó a su derecha para verla. "¿Qué piensas hacer ahora? En este tiempo ¿has podido averiguar algo sobre tus familiares?"

Hacía tiempo Riza le había mencionado a Roy que sus padres se habían deslindado de sus respectivas familias, pero que poco después de la muerte de su madre, su abuelo materno trató de contactarlos pero su padre lo impidió. Desde entonces, no había vuelto a saber de él.

Riza negó con la cabeza. "Nada, mi padre se aseguró de destruir cualquier registro de los números telefónicos y direcciones que me permitiera contactar a mi familia." Suspiró. "A pesar de todo, al menos se aseguró de darme estudios, así que con eso puedo conseguir un empleo. De hecho tengo algunas ideas de lo que podría hacer."

"Tal vez deberías venir a Central conmigo, estaré trabajando un tiempo ahí en lo que presento mi examen de alquimista. Podrías quedarte con mi madre y las chicas que trabajan para ella. Como todavía soy un cadete, tengo que permanecer en las barracas, pero los fines de semana me darán permiso para salir."

Riza volteó a verlo y le ofreció una pequeña sonrisa. "Eres muy amable, pero no es necesario, además no me gustaría molestar a tu familia."

"No molestarías, estoy convencido de que le vas a agradar a mi familia. Ellas saben de ti, solamente que no ha sido posible presentarlas. Tal vez esta sea la ocasión perfecta para ello." Roy dijo sonriendo ligeramente.

"Gracias. Me encantaría conocerlas pero creo que todavía no es el momento. Tengo que arreglar varias cosas que mi padre ha dejado pendientes antes de pensar en salir de aquí."

"La invitación siempre estará abierta aunque tal vez yo venga antes y te secuestre." Roy bromeó ligeramente. "Me gustaría hacerlo ahora mismo, pero no puedo ofrecerte nada, pero si paso mi examen probablemente eso cambie más pronto de lo que espero."

Riza se sonrojó ligeramente. "Entiendo perfectamente, eso nos dará tiempo a los dos de arreglar nuestros propios asuntos. Aunque difiero en que no puedes ofrecerme nada ahora." Roy la miró confuso y Riza prosiguió. "Siempre me ofreces tu amor incondicional y para mí eso es lo más importante."

Roy la miró con cariño y la abrazó. "Siempre lo haré, Riza, hasta que te canses de mí."

Permanecieron unos minutos en ese estado hasta que Riza volvió a hablar. "¿Qué vas a hacer en la milicia una vez que te conviertas en alquimista estatal?"

"Tú sí que tienes fe en mí."

"Claro, sé que lo lograrás."

"¡Gracias! Sabes, mi objetivo es proteger a la gente, ayudarla. Quiero ser un pilar de cambio para este país, quiero contribuir para que todos vivan felices y en paz. Sé que es un sueño infantil y que tal vez te esté aburriendo..."

Riza lo interrumpió acariciando tiernamente su mejilla. "No se me hace un sueño infantil, en realidad creo que es un sueño maravilloso." Ella sonrió ligeramente. "Aunque me preocupa que puedas salir lastimado o peor…" Riza cambió su expresión por una de preocupación. "Por favor no mueras."

"Oye no me eches la sal." Roy dijo burlonamente para tratar de relajarla, pero al ver que no funcionaba, se puso serio mientras apretaba su abrazo. "Es algo que no puedo garantizar, sé que podría terminar muerto y tirado como basura al lado de un camino, pero si eso permite la protección y paz de la gente, estaré satisfecho." Roy, al ver la tristeza en el rostro de Riza, decidió seguir su discurso en un tono más alegre. "Pero lo que sí te puedo prometer es que lucharé siempre para regresar con vida a tu lado." Roy dijo mientras acariciaba tiernamente la mejilla de ella.

Riza lo miró directamente a los ojos. "¿Lo prometes?"

Roy sin dudarlo asintió con la cabeza. "Lo prometo."

Riza colocó su mejilla sobre el pecho de Roy y lo abrazó lo más fuerte que pudo, mientras que él correspondía su abrazo y besaba su cabeza.

"Ese sueño del que me hablaste, ¿puedo confiar en que harás todo lo posible para lograrlo?" Riza preguntó repentinamente.

"Por supuesto, quiero que en el futuro sea una realidad para toda la gente de Amestris y sobre todo para ti."

"Quiero ayudarte. Te daré la investigación de mi padre, él me la dió hace como un año, sé que estará en buenas manos contigo."

"Gracias, Riza, pero no quiero obligarte a nada. Si tu padre no me la quiso dar en vida dudo mucho que le agrade que me la des después de muerto."

"Él confió en mi juicio para revelarla y estoy segura de que él quería pasártela a ti en algún momento, solamente que su odio contra la milicia lo impidió. Además, no dudo de que tú le darás un buen uso."

"Gracias, Riza, no te fallaré."

Riza elevó su cabeza para mirar a Roy y le sonrió. "Lo sé. Ahora será mejor que regresemos a la casa para que puedas comenzar a descifrarla. Conociendo a mi padre no será tan simple, así que hay que empezar cuanto antes."

Los dos emprendieron su camino de vuelta tomados de la mano, disfrutando la compañía del otro. Cuando llegaron, Riza le pidió a Roy que la esperara un momento. Ella se dirigió a su recámara para quitarse su blusa y su brasier para después ponerse su abrigo encima. Dubitativa, llamó a Roy y le pidió que se uniera con ella en su habitación donde se había cambiado. Roy estaba pensando que la investigación de la alquimia de fuego se encontraba escondida en alguna tabla del piso del cuarto de Riza cuando él ingresó a la habitación. Cuando se dió cuenta de la forma en que Riza lo estaba esperando se congeló. Ella le estaba dando la espalda y se había quitado el abrigo para mostrarle su piel desnuda mientras con sus brazos ella se abrazaba a sí misma tomando su busto de manera protectora. Por mucho que amara y confiara en Roy, no podía evitar sentirse incómoda en esa situación.

Roy se sorprendió al ver el lugar donde su maestro había escondido su investigación. No pudo evitar sentir rabia al ver cómo había sido mancillada la piel de Riza, sin dejar de lado el peligro en el que su sensei había puesto a su propia hija. Si un alquimista sin escrúpulos y sin moral se enterara, no dudaría en ir tras ella e incluso lastimarla con tal de obtener esta investigación.

Roy hizo puños con sus manos a sus costados. "¿Cuándo ocurrió esto?" Preguntó seriamente tratando de ocultar su enojo.

Riza agachó la cabeza y respondió casi susurrando. "Hace como un año y medio."

Roy agachó la cabeza, no pudiendo evitar sentir enojo consigo mismo. Si me hubiera quedado... si no me hubiera ido tal vez podría haber evitado esto.

Apretando la mandíbula, Roy trató de hacer la siguiente pregunta. "¿Tú se lo permitiste?"

Riza miró momentáneamente sobre su hombro para darse cuenta de la postura de Roy. Definitivamente podía darse cuenta de lo molesto que estaba, no con ella sino con su padre. Regresó la vista al frente e inhaló profundamente antes de responder. "Sí, pero él jamás me previno de que sería de esta forma. Él solamente me dijo que quería que yo le ayudara a guardar la investigación de su vida..." Riza hizo una ligera pausa. "Jamás creí que se refiriera a esto, yo solamente quería ayudarlo creyendo que tal vez nos ayudaría a acercarnos… obviamente me equivoqué."

Al terminar su frase, Riza volvió a agachar la cabeza y comenzaron a brotar unas cuantas lágrimas en sus mejillas.

Roy seguía sin poder creer lo que estaba viendo, lo que había sucedido. Se quitó su abrigo, se acercó a ella y lo colocó encima de sus hombros para cubrirla. Cuidadosamente la giró para mirarla frente a frente y darle un fuerte abrazo.

"Lo siento mucho, Riza, si yo no me hubiera ido…" Comenzó a susurrar Roy antes de ser interrumpido por Riza.

Ella negó con su cabeza mientras respondía. "No es tu culpa, es mía por haber creído en mi padre y sobre todo de él por hacerme esto."

Los dos permanecieron en silencio por un momento hasta que Riza suspiró.

"Tienes que ver la investigación para que intentes descifrarla cuanto antes. Seguramente no será un trabajo fácil, así que hay que aprovechar todo el tiempo posible."

"¿Estás segura de esto?"

Riza asintió con la cabeza y se liberó del abrazo de Roy para darle la espalda nuevamente.

"¿En qué posición te es más cómodo visualizar el tatuaje?"

Roy suspiró pesadamente. "Creo que será un poco más cómodo para los dos si tú te recuestas en tu cama. Me daré la vuelta mientras te acomodas."

"Está bien." Riza se quitó el abrigo y se acomodó en su cama. No pudo evitar sentirse un poco apenada ante la situación actual al mostrar parte de su cuerpo desnudo a su novio. Podría ser normal para muchas chicas de su edad, pero ellos no habían llegado a ese punto, sin olvidar que estuvieron 2 años sin verse. "Estoy lista."

Roy se dio la media vuelta para ver a Riza acostada boca abajo con su espalda desnuda, lista para ser estudiada. Él se sonrojó ligeramente, a pesar de que había soñado con verla algún día de esta forma bajo otras circunstancias, jamás hubiera pensado que sería así. Suspirando, tomó una silla y la acercó al lado de la cama. Se sentó, tomó su libreta y su lapicero y comenzó su tarea de descifrar el tatuaje. Aunque en ese punto realmente dudaba que pudiera concentrarse porque seguía impactado por lo que le había pasado a Riza, el dolor que debió haber pasado y la marca que ahora tenía de por vida, sin olvidar el peligro que podría acecharla. Trató de dejar a un lado sus pensamientos y concentrarse en su tarea a la vez que se juraba a sí mismo que protegería a Riza a cualquier costo. ¿A esto se refería sensei cuando me pidió que cuidara de Riza? ¿Habrá sido tan mezquino para referirse a su investigación y no al bienestar de su hija?

Roy y Riza pasaron la siguiente semana tratando de resolver el tatuaje. Pasaban todo el día en ello, haciendo breves pausas cada cierto tiempo para desentumecerse y para comer. Después del impacto que ocasionó la visualización de lo que le había pasado a la espalda de Riza, no podía pasar de manera inadvertida las sensaciones que ambos sentían cuando Roy se perdía por completo en la investigación e involuntariamente tocaba la espalda desnuda de ella. Cuando eso sucedía, ella temblaba ligeramente y era en ese momento cuando Roy salía de ese estado de concentración total y se daba cuenta de sus acciones y de las sensaciones que ese gesto ocasionaba en ambos, por lo que solamente se sonrojaba y se disculpaba con Riza tratando de enfocarse nuevamente en la labor.

Como era de esperarse, la investigación del Sr. Hawkeye no iba a ser sencilla de resolver, por lo que Roy tuvo que pedir permiso una semana más en el cuartel para seguir trabajando en ello. A la mitad de esa semana, pudo encontrar la forma de descifrarla y comenzó inmediatamente a realizar pruebas. Todo funcionaba, lo único que hacía falta era práctica.

La noche del día en que Roy realizó sus primeras pruebas, él se encontraba sentado en la cama de Riza y ella estaba sentada a su lado recibiendo las explicaciones de él acerca de lo que representaba cada elemento que conformaba el tatuaje. Desde que le había mostrado su espalda, se habían permitido más cercanía entre ellos. Cada noche se despedían tiernamente con un beso apasionado, el cual en las últimas noches había ido escalando de intensidad.

Cuando Roy terminó de platicar con Riza, decidió que era hora de que se retirara a su cuarto a descansar, así que se volteó y la besó como lo venía haciendo. Ella sin dudarlo, correspondió el beso con la misma intensidad, pero las hormonas de ambos chicos y su cercanía estaban causando estragos en su auto control. Esa noche, el beso fue acompañado de besos en el cuello de él y de ella, en caricias en las piernas y cintura de ella y caricias en el fuerte pecho de él. Los dos se estaban dejando llevar por la pasión pero cuando él deslizó una de sus manos por debajo de su falda ella se estremeció, lo cual llevó a Roy a detenerse inmediatamente.

Roy se separó de sus labios y se sonrojó inmediatamente al igual que ella. "Lo lamento, me dejé llevar… no es propio de un caballero… Madame se molestaría mucho si supiera…" Roy dijo tartamudeando y se detuvo cuando ella puso su dedo índice sobre sus labios.

"No tienes por qué disculparte Roy... yo… yo también me dejé llevar…" Riza respondió también tartamudeando y con falta de aliento. Lo miró directamente a los ojos con su rostro mucho más sonrojado que el de él. "Yo… mmm… quería… no… más bien… quiero hacerlo."

Los ojos de Roy se agrandaron por la incredulidad. ¿Acaso escuché bien? ¿Estoy malinterpretando las cosas? "Riza… no te refieres a… hacer..."

Riza rodeó su cuello con sus brazos y enterró su cabeza en el hueco de su cuello. Sintiendo que se sonrojaba todavía más aún cuando pensaba que ya no era eso posible. Mordiéndose el labio inferior, asintió con su cabeza. "Sí… me refiero a eso… a que quiero… hacer el amor contigo."

Roy no podía creer lo que escuchaba. Sí lo había deseado desde hace un tiempo, pero no quería bajo ningún motivo presionarla, porque realmente la amaba y respetaba, además de que lo habían criado para ser todo un caballero. La separó ligeramente de él y con su mano levantó su barbilla para mirarla a los ojos.

"Riza… no tenemos que hacerlo ahora. Yo realmente te amo y jamás te voy a obligar a hacer algo que tú no quieras… además soy mayor que tú."

"Lo sé… yo también te amo y es por eso que ya no puedo seguir ignorando las sensaciones de mi cuerpo ante tu cercanía y me he dado cuenta de que tú sientes lo mismo."

Roy al escuchar eso se sonrojó más. "Pensé que lo había podido ocultar."

Riza se rió ligeramente. Se acercó y besó ligeramente el cuello de Roy haciéndolo temblar. "Te amo, Roy, y quiero hacerlo."

"Yo también te amo, Riza, como no tienes idea. Pero no sé si debamos…"

"¿Quieres hacerlo?"

Roy asintió con la cabeza.

"Yo también, así que no hay nada más que discutir."

Roy sonrió y la besó profundamente en los labios mientras acariciaba su espalda.

"De acuerdo, pero quiero que en el momento en el que te sientas incómoda me lo indiques para que me detenga."

Riza sonrió traviesamente. "¿En serio te detendrías?"

Roy le regresó la sonrisa. "Con tal de no perderte ni lastimarte sí lo haría, aunque debo admitir que desde este momento va a ser algo difícil de hacer."

Sin ninguna otra palabra más, los dos jóvenes comenzaron a besarse, disfrutando cada caricia, cada beso, cada gesto, explorando y conociéndose el uno al otro de manera más íntima, hasta consumar su amor con el acto más tierno y sincero de sus vidas. Esa noche terminaron durmiendo en la cama de Riza, desnudos pero compartiendo su calor abrazándose fuertemente.


El día previo a la partida de Roy, él no podía evitar preocuparse por dejar a Riza sola una vez más, aunque él sabía que ella era muy independiente. Además, él planeaba que en esta ocasión la separación fuera por menos tiempo.

"Riza, ¿segura que no quieres venir conmigo a Central?" Preguntó Roy mientras desayunaban.

"Me encantaría hacerlo, Roy, pero como te dije antes tengo que arreglar las cosas que dejó pendientes mi padre y además ayer me llegó la notificación de uno de los planes que estaba contemplando."

"¿De qué se trata?"

Riza pensó rápidamente en una respuesta, no quería decirle la verdad a Roy aún, quería sorprenderlo cuando llegara el momento.

"Después de que te fuiste a la academia militar, decidí que también me gustaría ayudar a las personas del país mediante la educación, así que hace un par de meses postulé para obtener una beca y ayer me dijeron que fue aceptada."

"Wow, ¡Felicidades, Riza! ¿por qué no me dijiste nada?"

"Porque no había ninguna certeza, no quería hacerme falsas esperanzas."

Roy se levantó de su silla y se acercó a ella. Le ofreció su mano y la puso de pie para abrazarla.

"Tú puedes lograr lo que te propongas, Riza. Eres una mujer muy inteligente y una persona extraordinaria." Al final de sus palabras Roy besó tiernamente su frente.

Riza sonrió. "¡Gracias!"

Roy se separó ligeramente para mirarla. "¿Dónde vas a estudiar?"

"En la escuela de docencia de Amestris. Todavía no sé el lugar exacto ya que tienen varias sedes en todo el país."

"¿Cuánto tiempo?"

"En teoría serían dos años, dependerá mucho de mi esfuerzo y de que no me involucre en muchas actividades extracurriculares. Aunque debo decirte que una de las características que involucra la beca, es que manejan una especie de internado para los becarios."

Roy frunció el ceño. "No me gusta como suena eso. ¿Significa que no nos vamos a poder ver durante ese tiempo?"

Riza lo volvió a abrazar y asintió ligeramente. "Probablemente, pero solamente serán un par de años. Ese tiempo nos servirá a los dos para establecernos en nuestras carreras, nos permitirá ayudar a los ciudadanos de Amestris y también nos servirá para nuestra relación."

"¿Cómo una separación nos ayudará? ¿No tuvimos suficiente con la última?" Preguntó incrédulo Roy.

"Todavía somos muy jóvenes y tal vez nos estamos dejando llevar más por nuestras hormonas. Si superamos ese par de años tendremos una relación más sólida."

"¿Acaso dudas de nuestro amor?"

Riza negó con la cabeza. "No, por eso sé que lo superaremos sin problema, pero sí quiero estar segura de que tú lo estés."

"Claro que lo estoy y aunque no me gusta la idea de volver a separarnos, tal vez es lo correcto en este momento. Ese tiempo me permitirá construir mi carrera para ofrecerte algo en el futuro. Ni creas que te vas a deshacer de mí tan fácilmente, Riza Hawkeye. Un día vendré por tí para nunca más dejarte ir." Roy dijo mirándola fijamente a los ojos.

"Eso espero." Riza respondió sonriendo.

Riza en su interior, sentía culpa por no decirle a Roy que a la escuela a la que ella se dirigía se trataba de la academia militar y no de la escuela de docencia como ella le había comentado. Ella quería ayudar a la gente como Roy, así que decidió seguirlo en ese camino sin decírselo porque temía que él se opusiera o que se preocupara demasiado por ella. Su plan era servir al país unos cuantos años y después dedicarse a otra cosa, deseando que después de su servicio pudiera formar una familia al lado de Roy como él se lo venía insinuando desde el sepelio de su padre.


El día de la partida de Roy llegó. Al igual que la última vez, Riza lo acompañó a la estación. Habían acordado que ella se pondría en contacto con él al número de la casa de su tía una o dos veces por mes en lo que "su escuela" le definía los permisos correspondientes para recibir correo. Roy no estaba del todo de acuerdo con esto, porque no iba a ser capaz de contactarla, pero prefería esto a no saber nada de ella durante los próximos meses.

"Te amo, Riza." Roy dijo mientras la abrazaba fuertemente una vez más cuando el tren se acercaba.

"Yo también te amo, Roy."

Roy aprovechó esos últimos minutos para besarla intensamente, depositando todo su amor en ese beso, consciente de que probablemente ese sería su último beso durante los próximos dos años. Riza le correspondió con la misma intensidad y no pudo evitar soltar un par de lágrimas. Como odiaba tener que despedirse del hombre que amaba.

Roy limpió tiernamente las lágrimas con sus pulgares. "Si en algún momento te arrepientes de ese internado, no dudes en decirme, yo te apoyaré y te recibiré con los brazos abiertos."

"Gracias, Roy." Ella volvió a abrazarlo. "Por favor cuídate mucho."

"Tú también y en cuanto tengas una dirección o un teléfono donde pueda localizarte, avísame por favor."

Ella asintió y los dos se besaron nuevamente. Separándose lastimosamente al final del beso para que Roy abordara su tren.

Solo será un tiempo y probablemente sea la última vez que nos separemos. Después estaremos juntos y los dos habremos ayudado al país. Se dijo a sí misma, tratando de consolarse mientras el tren se alejaba de su campo de visión.


A la semana siguiente, Riza se encontraba en la misma estación de tren con su maleta dirigiéndose hacia la academia militar de Amestris, buscando poder ayudar al pueblo tal y como Roy lo planeaba hacer. Antes de su partida, se aseguró de arreglar las deudas de su padre, que por suerte se pudieron cubrir con la venta de casi todo el mobiliario de la casa procurando empacar las cosas más valiosas para ella de manera cuidadosa.

Cuando llegó a la academia se registró y le asignaron un dormitorio compartido. Justo cuando se dirigía hacia el lugar indicado, repentinamente sintió un fuerte impacto en su espalda que la hizo caer. En cuanto comenzó a sentarse miró a su alrededor para ver que una chica de cabello largo color negro se encontraba atrás de ella también sentándose.

"¡Auch!" Se quejó la pelinegra. "Oh, lo siento mucho, no era mi intención taclearte." Dijo inmediatamente al notar la presencia de Riza. Se puso de pie algo adolorida y le extendió la mano a la rubia para ayudarla a levantarse.

"Gracias." Respondió Riza.

"Lo siento. Estaba corriendo, me distraje y no te vi. ¿Te lastimé?" Dijo la pelinegra mientras ayudaba a Riza con su maleta.

"No te preocupes, estoy bien."

"¿Vas a los dormitorios?"

"Sí."

"Déjame acompañarte, también me dirijo ahí. Soy Rebeca." Dijo la chica de cabello negro mientras le extendía la mano a Riza ofreciéndole una sonrisa.

Riza tomó su mano y regresó la sonrisa. "Mucho gusto, soy Riza."

"Encantada de conocerte, Riza. Te prometo que ya no te volveré a taclear." Rebeca dijo riendo al final.

Riza rió ligeramente. "Eso espero."

A partir de ese momento Riza y Rebeca comenzaron a hablar más y se hicieron amigas. Pasaban tiempo juntas para realizar sus deberes y actividades que les solicitaban como cadetes, por lo que en poco tiempo Riza se dió cuenta de que Rebeca Catalina era una chica muy extrovertida que añoraba casarse con un hombre guapo y rico, pero que en el fondo era una excelente persona.

Un mes y medio después, Riza comenzó a sentirse enferma, pasando los últimos dos días con náuseas y vómito.

"Riza, deberías ir a ver un médico." Sugirió Rebeca cuando Riza se sentó en su cama.

"Supongo que algo me hizo mal en la cafetería. Si esto no mejora mañana, entonces tendré que consultarlo con un médico." Respondió Riza.

"Lo que se me hace curioso es que te pones peor durante las mañanas, ¿no será que estás embarazada?" Rebeca dijo esto último en forma de broma.

Riza rió ligeramente mientras negaba con la cabeza pero repentinamente paró. No he tenido mi periodo… A lo mejor es porque he estado muy estresada por la academia, la muerte de mi padre y su investigación… pero hice el amor con Roy hace poco más de un mes… oh no… no… no puede ser eso ¿verdad? Riza se puso pálida ante la posibilidad de estar embarazada. Lo cual no pasó desapercibido por Rebeca.

"Vamos, Riza, solamente estoy bromeando. Es más, ni siquiera me has contado si tienes novio."

"Sí tengo."

"Oye, ¿y es guapo?"

"Sí."

Rebeca al notar las respuestas cortas de Riza y su aspecto pálido, se sorprendió y comenzó a palidecer.

"No me digas que tú y tu novio…"

Antes de que Rebeca pudiera terminar, Riza asintió ligeramente con su cabeza.

"Entonces... ¿crees que estás…?"

"No… no lo sé…" Riza suspiró. "Pero puede ser una posibilidad."

Rebeca se quedó boquiabierta. "Oye, amiga, ¿pero es que no sabes que hay que usar protección para esas cosas?"

Riza le dirigió una mirada enojada a su amiga. "Creo que este no es el mejor momento para discutir eso."

Rebeca suspiró. "Tienes razón, lo siento. Pero debes ir con el médico para quitarte la duda."

"No es necesario. Como dije, tal vez es solamente alguna infección estomacal..."

"O puede ser lo otro. Vamos, Riza, cualquiera de las dos opciones necesita atención. Cuanto antes mejor. Hoy es viernes y tenemos mañana libre, te acompañaré con el doctor."

"Pero, Becky…"

"No hay ningún pero que valga. Mañana iremos a ver a un doctor aunque te tenga que llevar a rastras."

"¿Qué tal si estoy…? No quiero que la milicia se entere cuando llevo poco tiempo aquí."

Rebeca se llevó su mano derecha a su barbilla en un gesto de pensamiento. "Haremos esto: iremos con un doctor que tenga su consultorio privado y que no tenga relación con la milicia, ¿qué te parece?"

Riza asintió. "Me parece bien, gracias" Ella esbozó una ligera sonrisa.

"No tienes nada que agradecer, para eso están las amigas." Respondió Rebeca mientras sonreía y colocaba una mano sobre el hombro de la rubia.

Al día siguiente, las dos chicas salieron temprano de la academia aprovechando su permiso de salida de fin de semana para dirigirse a un consultorio. Una vez ahí, le tomaron una muestra de sangre a Riza para descartar o verificar su temor. Les pidieron que esperaran en la sala en lo que revisaban la muestra. Esperaron aproximadamente una hora, en la cual Riza estuvo muy inquieta jugando con sus dedos. Rebeca, que estaba sentada a su lado, le puso su mano sobre su hombro y lo apretó ligeramente.

"Tranquila, verás que todo saldrá bien."

"Eso espero, Becky."

De repente apareció una enfermera con un bloc de notas para anunciar el nombre del siguiente paciente. "Riza Hawkeye."

Riza se estremeció ligeramente al escuchar su nombre, suspiró y se puso de pie.

"Soy yo."

"Sígame por favor." Dijo la enfermera.

Riza asintió y cuando iba a comenzar a caminar, Rebeca le agarró una muñeca.

"¿Estás segura de que no deseas que te acompañe?"

"Sí, no te preocupes. Estaré bien, muchas gracias. Si quieres puedes irte."

Rebeca negó rotundamente con la cabeza. "Ni lo sueñes. Aquí te espero."

Riza asintió. "Gracias"

Riza siguió a la enfermera hasta entrar en el consultorio. Una vez dentro, la enfermera habló nuevamente. "Por favor, tome asiento. El doctor vendrá en unos minutos." Dijo la enfermera a la vez que le señalaba una de las sillas que se encontraba frente al escritorio del médico.

"Gracias"

Pocos minutos después, el médico ingresó con un folder en sus manos, el cual estaba revisando detenidamente mientras tomaba asiento frente a su escritorio.

"Muy bien, Señorita Hawkeye, ya tenemos los resultados de los estudios. Vamos a ver." Mencionó el médico mientras revisaba cada una de las hojas del folder.

En ese punto Riza estaba muy nerviosa, externamente no lo demostraba, pero internamente se moría de miedo.

"No hay duda del diagnóstico. Los resultados de la prueba son positivos por lo que sus molestias se deben a que usted está esperando un bebé, Señorita. ¡Muchas Felicidades!" Dijo alegremente el médico.

Riza se congeló al escuchar la palabra bebé y palideció.