¿Y si en vez de conceder deseos, las estrellas dieran consejos sentimentales¿Qué pasaría si una vez llevados a cabo no parecieran funcionar? Ah, pero las estrellas saben lo que se hacen… ¿o no?
Fuel© Metallica – Pero como la letra encaja muy bien con lavisión que tengo de la escena, y es una canción que me encanta, la tomo prestada
Saint Seiya © Masami Kurumada – Tan sólo el personaje de Déneb es de mi propiedad y aún así está lejos de mi alcance.. xD
. Deneb . Capítulo 2 .
– ¡…Con el pato de los huevos! – tras tres días de mal comer, mal dormir y mal pensar, Ikki estaba sobresaturado de frustraciones. En resumen, en perfectas condiciones para hacer cualquier tipo de tontería.
Como la que estaba llevando a cabo.
Sin dejar de murmurar obscenidades buscó entre los discos compactos que con el tiempo se habían ido almacenando en su coche, hasta encontrar uno a su gusto. Una vez hallado lo introdujo casi a la fuerza en el reproductor y esperó a que el rock lleno de guitarras de Metallica le quitara un poco la ansiedad.
– "And on I burn, churning my direction, quench my thirst with gasoline...So gimme fuel, gimme fire, gimme that which I desire!" – el caballero del Fénix cantaba en voz alta sin soltar el volante del coche, pero siguiendo el ritmo con ambas manos y un ligero movimiento de cabeza.
Una y otra vez su mente volvía a los últimos días, después de la llamada de Hyoga, en los que tras sangre sudor y lágrimas había llegado a aceptar lo inaceptable.
Se sentía atraído por el maldito ruso.
Le gustaba.
Pero de ahí a reconocer que muy posiblemente estaba enamorado de él, todavía quedaba un largo trecho.
«Si claro, cuando el infierno se congele.»
Plic, plic, ploc. Plic. Plac, plic. Las gotas de lluvia que se posaban sobre el parabrisas se convertían en pequeños copos de nieve ante la mirada atónita del joven, que tragó saliva.
«Jo-der.»
Alzó la vista hacia el cielo nublado. Por muy mal tiempo que hiciera, a finales de octubre todavía no era época de nevadas, y sólo fue capaz de asociar el hecho con un nombre. Hyoga.
Conforme se iba aproximando a la ciudad, la densidad de los copos iba aumentando. Cuando estacionó el automóvil frente a las puertas de la mansión tuvo que hacerlo a ciegas, guiándose por el instinto y los recuerdos que guardaba de la calle, pues lo que poco a poco había ido dando paso a una tormenta, aquí se había convertido en una ventisca digna de las estepas de Siberia.
– Y sin cadenas. Aprende Seiya. – Pese a todo no pudo reprimir el sarcasmo que escapó entre sus dientes mientras empujaba las puertas de acero forjado que daban entrada al jardín de la finca – ¡Maldito pato¡Se puede saber qué demonios estás haciendo! –
El joven rubio detuvo su ataque en seco. Bajó las manos pero no se dio la vuelta.
– Entrenar. –
– Aahh y ahora me dirás que Saori te ha dado permiso para convertir sus cerezos en esculturas de hielo y el jardín en una pista de patinaje, hm? –
– No, pero es una forma como cualquier otra de aliviar el estrés y las frustraciones. –
De no haber sido porque la ventisca arreciaba especialmente sobre su persona y le impedía acercarse al muchacho, Ikki le habría retorcido el pescuezo entre sus manos como a una vulgar ave de cazuela.
– ¿Oh? Yo pensaba que la gente se daba duchas frías, no provocaba la última glaciación. –
– ¿Tú te das duchas frías…? – Tal vez fuera su imaginación, pero el azote del viento parecía haber disminuido ligeramente, ahora los copos volaban en torno a su figura de forma más… acariciadora. Como si tuvieran curiosidad por conocer su respuesta.
Su… comprometida respuesta.
– … ¿Yo¿Y tú? –
– No respondas con otra pregunta. – Extendió los brazos como si quisiera abarcar cuanto le rodeaba – ¿Qué crees¿Qué piensas¿Acaso tengo aspecto de necesitar una ducha fría? –
– No, más bien un buen baño caliente – Ikki esbozó una sonrisa torcida y retorcida
Hyoga abrió la boca para contestar, pero ningún sonido salió de su garganta. Lo que sí asomó a la superficie fue la sangre afluyendo a sus mejillas, dándole un tinte sonrojado.
Aunque habría sido más apropiado decir 'escandalosamente rojo'
Tal fue el shock del Cisne, que la nieve cesó de caer, lo que el moreno aprovechó para acercarse a su presa, y en dos zancadas plantarse frente a él, agarrando su muñeca izquierda.
– ¿Me escucharás de una buena vez o vas a volver a huir como un cobarde? –
– Yo. No. Huyo. – siseó el más joven dando un tirón y librándose de las garras de Fénix.
– …Athena dame paciencia… que yo no tengo suficiente para lidiar con este PATO IMBÉCIL! –
Un puño que se detuvo a escasos milímetros de la mejilla del mayor.
– No me busques pollo estúpido, que no estoy de humor – murmuró sombríamente dicho pato imbécil.
Ikki observó a el que fuera su mejor amigo. Su cabeza gacha y voz atormentada desmentían la postura desafiante que había adoptado, como si buscara pelea, pero no con quien tenía enfrente. Contuvo un suspiro y cerró suavemente una mano sobre el puño extendido del ruso y lo bajó con lentitud.
– Hyoga… ¿podemos hablar con calma? Por favor. –
– ¿Para qué¿Me queda algo que salvar? – Su voz se agitó intentando contener el llanto.
Como había hecho en incontables ocasiones con su hermano pequeño, Ikki atrajo al Cisne entre sus brazos, dejando que desahogara toda su angustia. El chico no espero a oír palabras de consuelo, simplemente aceptó el abrazo, aferrándose a su vez al muchacho mayor como si fuera un madero en mitad de un naufragio. Tras varios minutos, los sollozos fueron cediendo.
– ¿Por qué¿Por qué de repente eres así, Ikki¿No comprendes que me haces más difícil el dejar de amarte? – Murmuró el rubio restregándose las lágrimas contra el pecho de aquél.
– Precisamente. ¿He dicho yo que tengas que dejar de… amarme? – en la voz del Fénix había un matiz de ternura, y quizás, sólo quizás, de humor resignado. – Que sepas que no me recorro el país de punta a punta en un día, por alguien que luego decide que ya no le merezco la pena.–
Hyoga levantó la cabeza, pero su mirada seguía fija en el torso de aquel que le sostenía. Hasta que notó unos labios cálidos en su frente, revolviendo más aún su ya de por sí alborotado flequillo. Alzó la mirada y arqueó una ceja cuando esos mismos labios se entreabrieron y recibió un suave mordisco en la zona del nacimiento de su cabello.
– ¿Qué haces? – preguntó con tono ofendido
– Mmmh. Nada, que estás para comerte – comentó Ikki entre mordiscos cariñosos, sin hacer esfuerzo alguno por disimular la risa que se adueñaba de su ser.
– Pues date prisa, que se te enfría la comida. – Hyoga cerró los ojos y acercó su rostro al de Ikki, quien tras morderle la punta de la nariz y recibir un pisotón como respuesta, decidió que en efecto, era hora de comer.
Mientras ambos jóvenes se besaban en el jardín, absortos como estaban no se percataron de la nieve que empezaba a derretirse.
Nya! se sienta a ver si cae del cielo alguna review ¿Gustó¿No gustó? o.O
