Charmed no me pertanece¿ alguien lo dudaba?
Na: esta historia esta ambientada en el futuro original, Prudence es un personaje nuevo, sus poderes son control molecular y premonicion. Al principio sera un poco lioso lo sé.
El día en que el mundo se desplomó. (Prudence Bennet.)
El reflejo del espejo engañaba, mostraba una atractiva joven de ojos azules, segura de si misma y sin temores. Mentía, Prue no se sentía joven, a los 20 años, en su propio piso, rodeada por sus propias fotografías se sentía vieja, sin ya nada que sentir, ya nada que experimentar. Todas su decisiones estaban repletas de dudas y vacilaciones, nunca sabía si había hecho lo correcto y siempre pensaba que algún día, sus innombrables errores le costarían la vida. Pero sobretodo, Prue tenía miedo, un miedo horrible y atroz, que le había impedido disfrutar de su pulitzer, de su éxito y sobretodo de aquella pequeña porción de vida que estaba creciendo dentro suyo. Tenía miedo de que alguien podía indagar en su pasado, descubrir su secreto, descubrir quien era su familia. O eso creía. Puede que su miedo fuera mucho más simple, miedo al rechazo.
Recordó:
Cuando era pequeña, viajaba mucho, su padre la llevaba a todos los sitios: desde restaurantes caros a exposiciones extrañas. La llamaba su pequeña princesa y tenía una habitación enorme solo por sus vestidos. Cuando su padre estaba ocupado, tenía a su canguro y nunca, nunca estaba sola. Su padre le decía que era muy guapa, que se parecía a mamá. Mamá, a quien no recordaba, tenía una familia por allí a San Francisco. A veces iban a visitarlos, a padre no le gustaban, decían que eran raros A ella le habían parecido agradables, sus dos primos mayores eran muy divertidos, siempre iban con una niña pequeña, de ojos azules como los suyos, que siempre le sonreía, era su hermana aunque ella no lo sabía, tardaría años en darse cuenta. Ella solo sabía que esa niña era la persona que menos le gustaba a su padre, no lo entendía, la niña era mona, extrañamente mona, le encantaba acariciar su pelo. Pero su padre decía que eran malos más que malos, inconvenientes. Y él tenía razón ¿No? Al fin y al cabo era su padre.
Todo cambio el día del accidente, no podía recordar mucho de él, recordaba el coche y después el hospital. Y eso sí, nítidamente, la cara de asco de su padre delante de aquel análisis de sangre. Todo cambió ese día, se acabaron las fiestas e ir a todos lados con su padre. Empezó a a estar sola, siempre sola. No entendía que había hecho mal...porque la castigaban...
Golpeó el espejo, recuerdos, estúpidos e inútiles recuerdos, eran como los sueños acechándola, impidiéndole tener una vida normal. Tampoco pedía tanto. Se mojó la cara un par de veces con la esperanza de que se marcharan también por el desagüe. Salió de la habitación sin volver a mirarse.
Antes de salir, repitió un gesto antiguo y usado, casi un reflejo ya, pasó dos dedos de su mano derecha por los labios y después acarició una pequeña foto situada al lado de la puerta. Era un ritual que cumplía siempre con rigor, pero hoy, por primera vez en mucho tiempo, recalcó en él. El hombre de la fotografía era su abuelo, estaba enfermo en ella: cáncer, (estúpido vicio mortal y adictivo) se le notaba en las profundas ojeras y la palidez de su tez, pero su sonrisa era cálida y, amable, reservada para ella. El abuelo era quien la había sacado de ese infierno, quien había curado sus heridas, calmado su llanto, serenado sus pesadillas. Era por eso que llevaba su apellido, aunque sabía que era peligroso, que podía delatar su secreto, se negaba a deshacerse de él. Estaba orgullosa de llevarlo, era una de las pocas cosas que conservaba de él, la única casi.
Giró el paño de la puerta, no tenía tiempo para perderlo en recuerdos. Era inútil hacerlo, los recuerdos no le salvarían la vida, llorar el pasado no servía de nada. Era como cuestionarse que significaba aquel extraño sueño que llevaba siete noches atormentándola. Una perdida de tiempo. El sueño era producto del estrés y los recuerdos, del sueño. Y punto no pensaba darle más vueltas.
NuevaYork no estaba mejor que otras ciudades, aún así, si te esforzabas, podías ignorar los edificios destruidos, los carteles de propaganda "Wyatt, el rey Arturo, nos llevará a una nueva época" y las pruebas entre muchos otros detalles. Si te esforzabas podías imaginarte que estabas en una ciudad normal, en una época normal. Pero perseguida por recuerdos y sueños que no podía, ni quería, comprender Prue no tenía las fuerzas necesarias para hacerlo.
Se pasó la mano por la barriga mientas continuaba con su habitual y memorizado camino hacía el trabajo. Apenas se notaba nada aún. Solo tres meses, solo hacía una semana que lo sabía. No se lo había dicho a nadie aún. Irónicamente hacía dos semanas que había roto con Roger. Roto, no sabía si era la palabra adecuada, Roger era conveniente, normal, algo lógico. ( No lo sabía pero había cometido el mismo error de su madre, el mismo error que le había costado su infancia) No creía haberlo amado, aún así había dolido, bastante, mucho. Puede que no hubiera dolido tanto el qué como el porqué. La foto, la estúpida y delatora foto, la foto que de una forma irracional aún llevaba, bien escondida, dentro de la cartera. Era una foto tradicional, otra del abuelo, pero en esta salía más gente, su familia. La familia de la cual no quería saber nada impresa en una foto de la cual no podía deshacerse. La cara de Roger, su expresión al reconocer al joven y rubio adolescente de la foto, asco. Otra vez el asco. Pero esa pequeña porción de vida que crecía dentro suyo iba a tener una infancia agradable, normal, lejos de una familia...inconveniente. Lejos de las miradas de asco de los otros.
Le faltaba solo cruzar una calle para llegar al periódico cuando la atacaron. Eran tres y no podían ser humanos, tampoco se preocupo mucho por lo que era que los hacía inhumanos, solo corrió, intentó escapar. Tenía clases de defensa personal, pero no parecían ser muy útiles ese momento, esquivó a duras penas algo rojo, caliente: fuego. No había tiempo para pensar. Alguien, algo, la cogió del brazo, pudo ver su rostro rojo, la frialdad en sus ojos, le agarraba el brazo con fuerza, demasiado fuerza. Cerró los ojos con miedo y de repente paró de hacerle daño, todo paró, se quedó quieto, congelado. No preguntó, siguió corriendo, faltaba poco para llegar al periódico, para estar a salvo. La derribaron, otro ser, encima suyo y de repente no estaba, había explotado convertido en cenizas. Una voz fría.
-No debería tener poderes.
- Nunca puedes fiarte de una Halliwell, nunca.-Fue la respuesta con sorna de una voz igualmente fría.
Intentó levantarse pero entonces todo se oscureció, las imágenes brotaron en su mente.
"Una preciosa niña de pelo oscuro y brillantes ojos verdes. Era tan mona y dulce vestida con un vestidito azul claro y con aquella sonrisa tan inocente y feliz. Pero se desvanecía, se volvía borrosa, lentamente y imparablemente se iba. Quiso cogerla, solo encontró aire."
Se despertó en una oscura cueva, siluetas danzaban a su alrededor, voces murmurando.
-¿Lo es?
- No parece demasiado poderosa así
- No te fíes, ha matado a Greyard
- Podríamos quedárnosla, es mona.
- No.- Una voz más fuerte se erigía sobre las otras.- Debemos matarla.
Hubo protestas, todo era confuso y bailaba, a Prue le dolía todo el cuerpo, atado, y su mente se perdía, como llevaba haciendo toda la semana, en recuerdos.
Siguió viendo a sus primos mayores durante mucho tiempo, mientras vivía con el abuelo, de algún extraño modo le inspiraban confianza, no podía entender porque. Odiaba lo que su familia representaba pero no a ellos. Era difícil de explicar. Incluso cuando Wyatt levantó esa estúpida tiranía, descubriendo la magia, tuvo miedo por sus amigos, por como afectaría a su vida, nunca por ella. Le protegerían, de alguna forma irracional sabía que estaba a salvo. También recordó un poema, unas rimas que Chris había insistido para que aprendiera, para cuando tengas problemas le había dicho, dilo en voz alta le había recomendado Wyatt. Era ilógico, pero en esa situación no tenía nada más. Había murmurado las dos primeras líneas, cuando el rumor de los demonios paró y una gran bola de fuego se acercó a ella. Como antes, de alguna forma misteriosa e incomprensible, las cadenas explotaron y la bola se paró. Un segundo, para que pudiera alejarse.
No lo suficiente.
Dolor, le golpeó brutalmente recorriendo todo su cuerpo. Dolor. Nunca había sentido tanto, era como redefinir la palabra en sí misma. Tenía la sensación que alguien le había rajado el abdomen. Sangraba. Sangre, en su boca, al suelo, cayendo, derramándose. No supo como consiguió acabar el poema, no supo ni siquiera si lo hizo o lo soñó, su mente se apagaba rápidamente, todo se oscurecía y hacía tan frío... Sintió algo, algo que no podría describir y de repente supo que estaba en otro lugar. Intento pensar pero dolía tanto... Le pareció ver una figura, allí, atada en unos cables, le pareció reconocer los rizos de Wyatt, pero no estaba segura, su visión se oscurecía rápidamente. Durante un segundosolo notó el sabor de la sangre, después nada.
Las imágenes volvieron a brotar de su cerebro.
Era ella con el abuelo, tenía catorce años aproximadamente, no, estaba segura, recordaba aquel día, recordaba la conversación.
- Tú padre ha muerto, Prue.- Se vio a sí misma endurecerse, intentar racionarlo.
- Mi padre murió hace años.- Intentó aparentar ignorancia, aunque sabía muy bien de quien estaban hablando.
- No ese, tu verdadero padre.
- No me importa- realmente no tenía que importarle, no lo conocía, no tenía que importarle en absoluto.
- Sí lo haces- dijo el abuelo simplemente a veces lo odiaba ¿porque tenía que conocerla tanto?- Era un gran hombre Prue, le dolía mucho lo que te había pasado siempre había esperado que algún día pudieras perdonarle...
Bajó la cabeza, no quería continuar esa conversación, no servía para nada pensar en el pasado. Tampoco creía que había nada que perdonarle a ese hombre, simplemente no lo conocía, Había muerto. Tampoco hubiera necesitado conocerlo, tenía el abuelo. Tema zanjado. Pero el abuelo siguió hablando.
-Tienes los ojos azules, como él, tu hermana también los tiene. No os parecéis mucho pero tenéis los mismos ojos.- Tenía deberes, cosas que hacer, no tenía tiempo para pensar en un padre, muerto, a quien siempre había ignorado y una hermana con la cual no se hablaba. No los necesitaba, no tenía porque importarle. Por eso no entendió porque tenía los ojos acuosos y le costaba respirar. Se agarró a su abuelo, como una niña pequeña y desamparada.
-Cambiemos de tema por favor.- Casi sollozaba.
Él la abrazó débilmente no tenía muchas fuerzas, ya estaba muy enfermo.
-Son tu familia, no puedes huir siempre de ella.- Tenía la voz de cuando rebuscaba en sus más íntimos recuerdos- No puedes.
Se negó a creerlo, pero muy adentro, una parte suya escondida incluso de sí misma, le dio la razón.
Esa parte sonrió tristemente cuando entre el dolor, la sangre y las lágrimas consiguió esclarecer una imagen. Un hombre, de pelo oscuro y ojos azules, iguales que los suyos.
"No puede ser"- intervino la parte racional de su cerebro.-"está muerto".Pero era él, estaba segura y el problema solo parecía tener una solución.
-Estoy muerta.- Murmuró, articulando las palabras entre su propia sangre
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Na: Espero que se entienda que Prue tuvo dos padres, el primero es JamesDean se explicará mejor en capitulos posterios que ocurrio. Pero realmente es hija de Cole.
Icantthinkofanick: Espero que te guste la continuacion. Gracias por leerte todo lo que escribó.
