Holaaa, hace un tiempo quería hacer un fanfic de este mundo, claro que cuando empecé a escribirlo, no había leído más allá del libro de Aden. Es por eso que la historia se ubica luego ese libro en particular. Pido perdón si hay detalles que no son canónicos, aunque son bastante fan, hay algunos puntos que se me pueden haber pasado.
No sé si alguien lo lea, pero quien lo haga, espero lo disfrute.
...
Curiosidad.
Si no se equivocaba, ese era el sentimiento que la futura Flecha: Aixa, despertaba en el joven leopardo de los DarkRiver.
Podía sentir su mirada todo el tiempo sobre ella mientras hacía el camino a la cabaña en el territorio Leopardo.
Desde hacía un mes visitaba regularmente este lugar, donde entregaba algunos documentos y volvía al campamento Flecha.
¿Por qué?
Ivy, esposa del segundo al mando de las Flechas insistía en que debían buscar formas de abrirse al mundo exterior y dejar de ser un grupo aislado, y podían empezar con algunos grupos importantes que no tuvieran hostilidades contra ellos.
Finalmente tocó la puerta de la rústica cabaña, construida con este único motivo.
Aunque Ivy había insistido y tanto Vasic como Aden estaban de acuerdo, ninguna de las presentes o futuras Flechas se había ofrecido como voluntaria. Aden no quería tomar una decisión arbitraria. Entonces, de nueva cuenta la empática había hecho una propuesta.
Dejarlo a la suerte. Había puesto los nombres de todos los que de acuerdo a sus funciones podían tomar un tiempo para hacer el camino hasta la cabaña. Finalmente su nombre había salido.
Se preguntó distraídamente, mientras la puerta frente a ella era abierta, qué pensarían los centinelas que siempre la recibían, sobre el hecho de que fuera ella quien estuviera allí, el resultado de algo tan banal como el azar.
—Sigue, Aixa— esta vez, encontró que era Dorian quien la atendería. Éste a pasos despreocupados y cargados de gracia se acercó a los sillones del lugar y se sentó, sin ofrecerle asiento a ella, como tendían a hacer los demás centinelas. —Déjame ver— extendió su mano hacía ella.
Aixa entrego el documento rápidamente, mirando con atención al hombre de cabello claro. Había llegado a la conclusión de que Dorian, junto a una personalidad que había oído a los cambiantes describir como juguetona, era quien menos parecía dispuesto a recibirla, y con quien ella misma sentía, que no debía estar solas. Por el contrario, creía que Clay era mejor para su compañía, el lúgubre hombre era tan silencioso que no era muy distante a estar con cualquier Psy, y eso era algo que conocía. Lo conocido era... cómodo.
—Dorian, Vaughn quiere que lo acompañes un momento en su patrulla, quiere hablar contigo de algo.— la voz jovial lleno sus oídos, y ella se dio cuenta que este era finalmente el momento en que vería de cerca a quien parecía vigilarla con atención.
—Bien. — Dorian se levantó aun leyendo sus papeles.
Se había preguntado frecuentemente porque los cambiantes no usaban organizadores y pasaban todo al digital, pero, para ello, necesitaba un conocimiento que no tenía y uno que tampoco poseía planes de tener. —lleva a nuestra invitada fuera de nuestro territorio.
De acuerdo a sus conocimientos sobre emociones, el tono del hombre era de burla.
Sus pensamientos dejados de lado cuando el centinela le pasó su propio grupo de documentos a llevar y desapareció por la puerta sin decir otra palabra.
—Hora de irnos, encanto. — su cuerpo se usó rígido un momento, ¿"encanto"?
— Aixa, — llamó su atención— mi nombre, es Aixa.
—Claro, vamos— abrió el camino aun sonriendo. — mi nombre es Kit.
—Kit. —repitió siguiéndolo afuera, decirlo era innecesario, pero se había sentido en la necesidad de dar a conocer al otro que lo había escuchado.
"Nada de problemas" advirtió Adén, el primer día que fue al territorio cambiante "Queremos aliados, no enemigos"
Podía escuchar los animales del bosque, las ramas y las hojas moverse, ese lugar era bueno, reconoció para sí misma, le daba la razón a la 'e' de que sería adecuado para las flechas y aún más para los niños del escuadrón.
—Ten, — miró lo que extendía hacía ella —manzana— el chico parecía no saber hacer nada más que sonreír, no le había visto otra expresión. Pero, por algún motivo estaba segura que cuando la vigilaba, sus ojos eran intensos.
—No necesito manzanas en mi alimentación. — eso valió una risa del chico.
—No creo que haya alguien aquí que la coma por beneficio. —entonces, extendió la rodaja de nuevo. —vamos, es mala educación no recibir lo que alguien ofrece en su casa.
Miro fijamente lo que le ofrecía, la rodaja era pequeña, no representaría un verdadero bocado, movió su mano con lentitud hasta tomarla y se la llevo a la boca con igual falta velocidad. Mirado su sonrisa mordió un poco de la manzana.
Requirió de su entrenamiento, para que su rostro no se moviera, sus papilas gustativas dolieron y se sintió un poco sobresaltada cuando la disonancia ataco.
Dolor, viejo y conocido dolor.
—Lo siento. — Devolvió la fruta de sus manos —Cómo dije, no lo necesito en mi alimentación. — cuando el joven recibió la rodaja con la ceja enarcada, se movió rápidamente alejándose. — Gracias y adiós.
Kit se quedó un momento pasmado por lo que paso, vio la rodaja mordida en su mano con confusión.
— ¿Sabe mal?— mordió— ¡Agh! ¡Ácido!— su rostro se arrugo.
Corrió para tener a la Flecha en su vista, "no lo necesito en mi alimentación" se rio un poco, demasiado acido para ella, nada extraño dadas las simples costumbres alimenticias de los psy, lo pensaría mejor para la próxima vez.
El leopardo pareció desesperado instándolo a seguir a la chica, moviéndose bajo su piel en una dominante exigencia. Sí, sí, ya voy.
— Intentemos con esto — el joven estaba de nuevo frente a ella la siguiente vez que visito el territorio DarkRiver. — Es una pera, ya la probé, no te preocupes, esta dulce.
Kit, se dijo a sí misma, era un cambiante peligroso, demasiado expresivo y afable. Sin embargo, no se dejaría engañar, intuía que tan rápido podría cambiar todo si amenazaba a alguien de su manada.
"Los cambiantes son animales, salvajes y agresivos" No, Ming se había equivocado, un error que lo había llevado a subestimar a quienes ahora sabía, serian una raza muy peligrosa en las circunstancias correctas.
— ¿Aixa?— cuando ella no respondió, la sonrisa de él se redujo un poco y sus ojos se volvieron vigilantes.
Desconfianza.
—No hay necesidad. — respondió dando involuntariamente un paso atrás; se detuvo, pero estaba segura que él lo había notado.
— ¿Por favor?— Kit se acercó a ella, parecía decidido a que tomara el trozo de fruta en sus manos. —Cometí un error con la manzana, lo siento; no volveré a darte algo sin probarlo— aseguró con inesperada seriedad — ¿por favor?— repitió.
— ¿Por qué?— pareció un poco intrigada; él retrajo su mano con la fruta en ella.
—Me gustaría que probaras. —levanto los hombros y de nuevo hubo una sonrisa en su rostro. — Estoy seguro que sabrá bien. —Ofreció de nuevo la fruta.
Aixa, dudo durante unos segundos hasta aceptar de nuevo una fruta de las manos del chico, eran grandes, reconoció para sí misma, al menos en comparación a las suyas, grandes y poderosas. Esta vez cuando mordió un poco, no fue atacada por la sensación punzante en su boca, aunque la disonancia se hizo presente, era mucho más leve, y no representaba un riesgo real. Se encontró dando otro pequeño mordisco.
Le gusta. Kit vitoreó para sí mismo cuando la vio acabando el trozo de pera que le había dado.
— ¿Quieres más? — partió otro pedazo y se lo ofreció de nuevo. El rostro tan inexpresivo como el de cualquier Flecha lo miró fijamente mientras tomaba lo ofrecido. Su leopardo de repente se sacudió, moviéndose desesperado y queriendo salir para ver como sus propios ojos a la mujer frente a él.
Aún no. Detuvo al animal con fuerza. Pronto. Prometió.
—¿No comerás?— Su tono de voz era tan plano e inexpresivo que tal vez se hubiera sentido un poco irritado, si no viera como la chica seguía comiendo los trozos de fruta que le pasaba, movimientos mecánicos y carentes de la alegría que tendría cualquiera de su manada al comer, pero eran movimientos que no se detenían. Y eso viniendo de esta fría Psy, le parecía un logro.
—Estoy bien, ya he comido. — la reviso aprovechando que parecía especialmente concentrada en la fruta. No era excesivamente baja, pero su altura tampoco era imponente 1,65 tal vez, pensó abstraído, y muy pálida, tanto que aun consideraba si estaba enferma; olió de nuevo de forma sutil, no había nada parecido a la enfermedad en ella, solo canela y limón.
Sintió su boca salivar, quería un mordisco, incluso una lamida estaba bien. Miro su cuello, preguntándose cómo se sentiría su pulso bajo su boca.
Cálmate.
Inspiro intentando relajarse, pero solo podía olerla a ella. Casi se quejó en voz alta. Se está excitando por una mujer comiendo fruta, ¡y de semejante manera tan desapasionada!
— ¿Kit? — sus mirada otra vez estaban en él, pequeños, oscuros y almendrados, se sintió curioso, ¿cómo brillarían en momentos más íntimos? ¿Cuánto enrojecería su piel en el calor de la pasión? — tus ojos.
—Lo siento. — su voz también era diferente, un sonido ronco. —a veces pasa, no te preocupes.
No había modo en el infierno, de que aceptara que su leopardo estaba fuera de control porque estaba caliente por ella. Dudaba que apreciara su honestidad.
—Gracias. — Asintió con la cabeza de forma sutil, de un modo claramente aprendido —debería irme.
—Claro, vamos. —la acompañó hasta salir del territorio y verla perderse de su vista a lo lejos.
—Bien, —asintió conforme. "Me gustaría que probaras.", solo un Psy creería semejante excusa, la quería frente a él, lo suficientemente relajada para que se dejara dar un fino mordisco donde todos vieran la marca. Su sonrisa fue maliciosa. — ¿qué debería darle la próxima vez?
—Mira. — ella estuvo rígida un momento al verlo allí de nuevo, había esperado que después de lograr su objetivo desapareciera, ¿Qué hacía allí?
Instintivamente miró sus manos buscando alguna fruta, pero no había nada, cuando oyó su risa y se dio cuenta de su acción, se puso aún más tensa. Eres una futura Flecha, las Flechas no sienten.
— ¿Ver qué? —fijándose en sus ojos decidida a no mostrar nada; tan sólo unos segundo después notó de nuevo el cambio de color y sus pupilas alargándose, era una vista… intrigante, o fascinante, dirían los humanos y cambiantes; cuando esto pasaba, el aura de Kit parecía hacerse más salvaje. — ¿No puedes controlar bien a tu leopardo? — finalmente hizo una pregunta que en el pasado, habría significado un severo castigo. Curiosidad, no era algo que el Silencio alentara.
— ¿Control? — Sus ojos se estrecharon y un tipo diferente de sonrisa se extendió en su cara —Mi control está muy bien, encanto; el leopardo y yo sabemos lo que queremos.
¿Y qué quieren? Esa pregunta se negó a dejar sus labios; había cosas que no necesitaba saber todavía, y algo le decía que esta era una de ellas.
—Bien.
El joven casi pareció decepcionado a su respuesta, pero esto duro menos de un segundo, ahora estaba mirando algo en la mochila que traía en su espalda.
— ¿Ya terminaste con Clay? —preguntó sin mirarla, mientras rebuscaba.
—Sí.
—Acompáñame, — no esperó su respuesta mientras empezaba a caminar. Se quedó un momento mirando su espalda, era amplia, evidentemente se estaba convirtiendo en un hombre, como los soldados y centinelas del clan. — ¿Qué haces allí todavía?
—No estoy segura…
—Vamos. —su tonó parecía poco dispuesto a aceptar negativas, por un momento consideró ignorarlo, él no era superior a ella, pertenecían a jerarquías diferentes, pero esa era su tierra, lo mejor sería aceptar sus exigencias mientras estas no fueran exageradas. —Aquí. —se sentó en las raíces de un árbol después de caminar unos minutos ¿Por qué ese árbol era diferentes a todos los demás? —Siéntate.
— ¿Todos los leopardos son tan…? — pareció no encontrar la palabra.
— ¿Mandones? —Su sonrisa llena de dientes igual a la de un niño se extendió viéndola obedecerlo. —No todos, la verdad, depende de la combinación entre el leopardo y la personalidad de cada uno.
—Oh.
Ella a veces no era muy comunicativa, estaba allí sentada en la raíz del árbol con la espalda recta y revisando frecuentemente el alrededor de ellos, de una forma sutil, pero una que cualquier cambiante depredador entendería.
—No hay que estar nerviosa, este es un lugar seguro. —No estaba tan adentro del territorio de la manada para ser peligroso para cualquier miembro, y los depredadores más grandes no se aventuraban con el olor de ellos allí.
—Es seguro para ti. —Kit no pudo reprimir el gruñido que lleno el ambiente, el leopardo se había irritado por las palabras de la chica, él nunca la pondría en peligro. Su expresión no cambió al mirarlo. — ¿Te he ofendido?
—Si.
Finalmente pareció paralizarse, la palabra había sido un gruñido en sí misma.
—Debería irme. —Un nuevo gruñido la detuvo de levantarse —Y creo que deberías dejar de hacer eso.
Esta vez el leopardo en su interior dejó de lado su molestia y se levantó derecho ante el tono que escucho. Reto, a él le gustaban los retos.
— ¿Eso crees? —una sonrisa felina y unos ojos entrecerrados fijos en ella.
—Dijiste que estaba bajo control. —recordó.
—Y lo está, si no lo molestas.
— ¿Por qué se molestó? — Kit estaba encantado con que ella lo cuestionara, escuchar su voz tenia al gato con las orejas firmes.
—Dudaste de él.
—No, dude de ti. —ahora quería ronronear, pero eso lo haría después, cuando ella lo acariciara.
—Él y yo somos parte de un mismo ser. —La miro a los ojos —él pone el instinto y yo la razón, a veces ganó yo, o a veces él. Depende de las circunstancias y las personas involucradas. Pero nunca somos un ente separado.
—Es extraño.
—No realmente, pero es algo que sólo otro cambiante entenderá. —se inclinó acercándose un poco a ella, quería tomar más de cerca el olor de esta soldado.
— ¿Qué ibas a mostrarme?
—Oh si, mira. —Finalmente saco el recipiente sellado y lo abrió, había varios trozos de frutas —Probé todas —aseguró, extendiendo el recipiente con el tenedor a ella.
— ¿Realmente quieres que pruebe sus comidas? — pareció reticente, pero al final aceptó y tomó la cazuela en sus manos; pincho la fruta morada y redonda para llevarla a su boca, el dolor la atacó, pero el suave sabor camuflo todo eso, podría terminar buscando por cuenta propia esa clase de sabor.
— ¿Qué tal? —Kit había revisado su rostro en busca de cualquier indicio de emoción. Nada. Ese nivel de Silencio era extraordinario, si la chica no soltara algunas palabras fuera de lugar sería un pedazo de hielo impresionante. — ¿Te gusta?
— ¿Gustar? —sus ojos de nuevo en él, y oh, como le encantaba que lo mirara con sus fríos ojos; estaba desarrollando un fetiche, podía sentirlo. — ¿Cómo describirías 'gustar'?
—Si tuvieras la oportunidad en un lugar y situación diferente, ¿volverías a comerlo? —intento simplificarlo, estar privado de algo tan básico y primitivo, nunca podría entenderlo.
—Creo que sí, pero no volvería a comer una manzana. —reprimió su sonrisa, la vio tomar otro trozo de fruta naranja, papaya, y morderla, una gota de zumo corrió por la comisura de su boca y Kit no sabía si disfrutar la vista o sufrir por ella, pero entonces ella la limpio y terminó su diversión. Un suspiro interno: ya le enseñaría.
—Oh. —susurró mirando un pequeño pedazo de fruta en su labio, cuando ella saco muy levemente su lengua y tomó el pequeño trozo, Kit pensó que iba a morir allí mismo de un ataque de calor.
— Ivy, ¿Qué hacen los nombres aquí? —Vasic encontró una bolsa con los nombre de Flechas adentro, los habían usado cuando la suerte había enviado a la joven Aixa al territorio DarkRiver.
—Bueno… —ella sonrió con inocencia.
— ¿Ivy? — ¿por qué sentía que había algo más allí?
—Déjalo Vasic. —Aden entró llevando la bolsa donde debían estar los nombres que él tenía en su mano.
— ¿Qué me estoy perdiendo? — miró al par, Ivy parecía culpable y Aden, imperturbable.
—Realmente no era algo que podíamos dejar a la suerte, — Aden dejo la bolsa al lado de él, todo eso debía ir a la basura. —Lucas no habría permitido una presencia peligrosa en su territorio, y Aixa se especializa en habilidades físicas, no tiene especial ventaja sobre ellos.
Vasic se detuvo un momento procesando lo que su líder decía. Su esposa se veía culpable pero no decía nada, dejando que fuera el otro quien planteara todo, claramente no había sido decisión total de ella.
—Entonces los nombres allí… —señalo donde Ivy había hecho toda la imagen de revolver y sacar un nombre frente a todos.
—Nombre. —corrigió Aden.
— ¿Qué? —sintió como su entrecejo tembló ligeramente.
— La verdad, —Ivy al fin decidió hablar riéndose un poco culpable — es que todo el tiempo sólo hubo un nombre.
—...
— ¿Lucas? —Sascha se sentó a su lado. — ¿Pasa algo? —podía sentir la preocupación saliendo a oleadas de él. Tomo un poco de eso, no podría dejar que sufriera sin hacer nada. El brazo de él se enredó en su cintura hasta halarla a su regazo. Sentía la caricia en su espalda, él estaba calmándose a sí mismo tocándola.
—Es Kit. — los ojos de la pantera la miraban con amor. —Dorian y Clay me han dicho que parece especialmente interesado en la psy que viene del escuadrón Flecha. —él no la conocía personalmente, eran ocasiones muy específicas las que requerían la presencia del Alfa del clan, y esa, no era una de ellas. —Rina quiere patearlo y abrirle un canal a la chica, pero Tamsyn ha dicho que no la dejara hasta conocerla personalmente.
— ¿Ella es peligrosa? —ella misma puso la mano en el pecho de él y empezó a acariciarlo hasta que ronroneo.
—No, Adén me envió su ficha, sus habilidades e incluso debilidades, si se volvía peligrosa; los centinelas confirmaron que es ella. —ella estaba concentrándose más en el pecho bajo su mano. — ¿Quieres que te cuente o buscas algo más? — mordisqueo su oreja.
— ¡Lucas! — vivir juntos era algo que nunca habría imaginado y que ahora no cambiaría por nada del mundo. Cuando las risas acabaron lo miró aun acariciándolo — Entonces ¿cuál es el problema?
—Todos los centinelas que se han encontrado con ella, me han dicho lo mismo —suspiró, Dorian no soportaba estar en presencia de ella mucho tiempo, y estaba seguro que su trato no era el mejor, los demás podrían intentar ser más educados, pero la molestia estaba allí — Ella tiene ese olor, ¿sabes? Ese hedor metálico, y Sascha, no he conocido un psy decente que tenga ese olor.
...
Y hasta aquí el primer capítulo, ¿Qué tal? ¿Es de su agrado? Espero lo hayan disfrutado tanto como yo escribirlo.
¡Nos vemos!
