¡Nada me pertenece los personajes son propiedad de Stephanie Meyer.
La historia está preservada bajo derechos autor!
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HOLAAAAAAAAAAAAAAA
Hay Dios espero no me tiren piedras. Les debo una gran disculpa por no actualizar, pero decidí que era mejor dedicarme a terminar esta novela que ya está publicada en su formato original, a través de .
Pero como estoy en deuda con ustedes voy a terminar de publicarla.
Es increíble que tuve más review por no actualizar que cuando actualizaba.
Espero que este capi les guste.
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DIECISIETE
Edward.
Una vez que Esme salió de la habitación, la decepción se abrió camino entre el cúmulo de sentimientos que estaban en mi interior, decepción por no haber sabido hacerla feliz, al punto de que ella no hubiese corrido a los brazos de otro. No era un idiota, si Victoria estaba con él solo había una razón para ello, sin embargo, la rabia por haber sido tomado como un idiota, como un jodido muñeco de hule, dio un pisotón a la decepción imponiéndose sobre ella, la traición de la cual había sido víctima me hizo querer vengarme y jurarme a mí mismo que haría que James se pudriera en la jodida ADX, que era donde enviaban a los criminales de su calibre.
Miré a Bella dormida en mi cama, ella era la llave que conduciría a mi venganza. Ahora que conocía el rostro detrás del delincuente iba a hacerlo pagar, no solo por todos sus negocios ilegales, él también pagaría por la muerte de mi mujer.
Esto era personal. Sin embargo, no podía permanecer más en la habitación por mucho que Esme me hubiese pedido que no saliera. Bella dormiría al menos por un par de horas más. Tomé una gorra negra del closet y salí de la habitación, caminé por los pasillos del Olimpo con la cabeza baja y las manos metidas en los bolsillos del pantalón, conocía todas las entradas y salidas de ese lugar por lo que fue fácil salir por el callejón y caminar hasta la avenida, tomé un taxi y me dirigí a mi antigua casa en la que compartí los últimos años con Vick.
No había vuelto a la casa desde que Esme empacó todas las cosas, todos los muebles estaban cubiertos por lonas blancas. Había vivido tantas cosas en esa casa, las contracciones de Eva, la primera vez que trajimos a Ben. Pensé estúpidamente que éramos felices. Agotado por las sensaciones que me embargaban, me dejé caer en el sofá peinando mi cabello hacia atrás y resoplando de frustración.
¿No podía dejar de preguntarme por qué ella lo hizo, por qué con él?
Pero ¿cuándo no había sido él? Siempre estaba ahí, siempre desde el momento en que la encontré en ese parque y ella se negó a decirme el nombre del padre de su hijo, fui el único ciego que se negó a ver que mi matrimonio estaba conformado por tres y no me refería a Benny.
Caminando hacia el bar tomé la media botella de güisqui que quedaba, me dejé caer en el sofá, abrí la botella, llevándola a mi boca evocando los recuerdos de aquel día en el que descubrí quién era el verdadero padre de Ben.
Miré a mi hijo dormir en su cuna, tenía apenas cuatro meses, dos desde que lo habíamos traído a casa, él era tan pequeño para su tiempo de vida debido a su enfermedad en el corazón. Sin embargo, la madre de Vicky hizo la acotación de que se parecía mucho a mí, lo que genéticamente era imposible, aunque amara a ese pequeño niño con todo mi ser y fuese su padre a efectos legales, la verdad era una sola, yo no fui el donador de los genes de Benjamín.
—¿Qué haces aquí? —La voz de Victoria me sacó de mis pensamientos—. Afuera te esperan, señor del cumpleaños. —Abrazó mi cintura colocando su frente en mi espalda y yo acaricié sus manos sobre mi abdomen, teníamos cerca de un año de casados y solo la noche anterior, Victoria había venido a mi cama en la habitación de invitados y se entregó a mí, estaba pletórico, sin embargo, había algo que no terminaba de sentarme bien, era como si hubiese obtenido su cuerpo, pero su mente estuviera en la habitación principal.
—Solo lo observo dormir, tu mamá dijo que se está pareciendo cada vez más a mí. —Ella se tensó—. "Tiene tus ojos, Edward y el mismo mentón", eso me dijo.
—Bueno, tú eres su padre, es normal que…
—¿Quién es el padre, Victoria? —Ella deshizo el abrazo, no era la primera vez que le preguntaba, pero ella se negaba a decírmelo.
—Él no importa.
—¿Y si vuelve? —Me giré para observarla y le revelé uno de mis más grandes miedos—. ¿Y si un día llega reclamando sus derechos?
—No tiene derechos sobre él, es tu nombre el que aparece en su certificado de nacimiento.
—Sabes que eso puede invalidarse con una prueba de ADN. —Ella se abrazó a sí misma—. ¿Quién es el padre? —No dijo nada—. Voy a hacerte una pregunta y necesito que me respondas con la verdad, Victoria.
—Edward…
—Por favor.
Ella asintió.
—¿Si el padre de Ben vuelve te quedarías junto a mí?
—Él no va a volver.
—¿Y si vuelve?
—¿Por qué estamos hablando de esto? —farfulló a la defensiva.
Ella siempre recurría a la rabia cuando quería desviar un tema.
—Porque necesito estar seguro de que voy a seguir teniéndolos así él aparezca de nuevo, Victoria —gemí sin importarme que ella me viese vulnerable, porque solo pensar en perderla, en perderlos, hacía que mi pecho doliera, porque todos los días me levantaba con la sensación de estar viviendo una vida que no me pertenecía.
Me senté en la cama y por unos minutos todo fue silencio hasta que ella se acercó a mí, deslizó su mano entre los mechones de mi cabello en una pequeña caricia. Ella no era muy afectiva, así que cuando lo hizo no pude evitar que mi cuerpo temblara ante el contacto. Sus manos descendieron por mi cuello hasta sujetar mis mejillas y levantar mi rostro hacia el de ella.
—Ahora estoy contigo, es lo único que me importa, me has enseñado que el amor no es egoísta.
—Vick…
—Siempre estaré contigo, nunca me iré. —Miró hacia la cuna—. Nosotros vamos a estar contigo, somos tu familia. —La abracé con fuerza, con mi rostro pegado a su pecho escuchaba el rítmico latido de su corazón, hasta que ella se separó—. Ahora vamos, tus invitados preguntan por ti.
—Voy en cinco minutos, necesito ir al baño. —Necesitaba calmarme.
—Está bien. —Sin embargo, antes de que ella saliera de la habitación, hablé una vez más.
—James es el padre ¿verdad? —Ella se detuvo, giró el rostro con rapidez, enfrentándome, pero sin llegar a decir una sola palabra—. Tiene sus ojos y su mentón, dijo tu madre, son los mismos rasgos que comparto con mi hermano. —No tuvo que decir nada, la forma en que sus ojos se anegaron en lágrimas fue la única respuesta que necesité.
—No respondas —susurré—. Solo prométeme que nunca te iras con él.
—Nunca, Edward, nunca te dejaré por él.
Sin embargo, lo hizo, ella corrió a sus malditos pies y no sabía desde cuando me estaban viendo la cara de imbécil, la rabia de sus palabras, de sus promesas vacías hizo que levantara la botella estrellándola contra el cuadro que estaba en un costado de la sala, la botella impactó en el centro del marco haciendo que la fotografía cayera y los fragmentos de vidrio se esparcieran por el lugar.
¡Maldita Victoria, maldito James y maldito yo por crédulo, por imbécil!
Me levanté, acercándome al cuadro, lo había mandado a hacer un año después de la muerte de Ben, observé los rostros sonrientes, todo había sido una falacia, una mentira y ni siquiera tenía a quién putas pedirle explicaciones porque ella estaba muerta, su amante la había matado.
No sabía cuánto tiempo había estado en la casa, pero después de lo que pareció mucho tiempo observando la fotografía, me levanté del suelo y volví al Olimpo, mientras iba en el taxi me sentía exhausto, quizá por la cantidad de emociones que luchaban por filtrarse por los poros de mi piel, pasé de la rabia enceguecedora a la frustración y luego a la tristeza absoluta.
Esme me estaba esperando en el callejón, fumándose un cigarrillo.
—¿Dónde estabas? —La postura, el rictus serio y la dureza en su tono de voz eran indicios de que Esme estaba muy cabreada.
—Salí a dar un paseo.
—Creí pedirte que te quedaras en la habitación —espetó furiosa.
—Necesitaba tomar aire y no podía hacerlo aquí. ¿Dónde está Bella?
—Está en la habitación con Hestia, podrás imaginar el shock de esa niña cuando despertó y se vio encerrada.
—Fue lo único que se me ocurrió para que no intentara escapar.
—¿Y no se te ocurrió venir conmigo y decirme que pensabas salir?
—No, no se me ocurrió porque, como bien lo dijiste, me pediste que me quedara en la habitación, no pienso discutir contigo, Esme. Ahora, si me disculpas, me gustaría hablar con Bella.
—No, tú vienes conmigo al estudio, Carlisle está ahí, necesita hablar contigo.
—¿Tú lo llamaste? —inquirí con fiereza.
—Tú no pensabas hacerlo —sentenció.
—¡No tenías por qué meterte en lo que no te importa!
—¡Me importa cuando la policía te está vinculando con la muerte de dos hombres!
—¿Qué dices?
—¿Qué digo? Claro, es que no lo sabes, Félix envió a uno de los de seguridad por tu auto y no estaba ahí porque lo dejaste a solo unos metros del lugar. Edward, para cuando Xilo llegó, la policía ya estaba ahí, el lugar estaba acordonado y tu auto enganchado a una grúa, supongo que alguno de los agentes reconoció tus placas.
—¡Mierda! —Arrastré las manos por mis cabellos—. Doblemente mierda.
—Carlisle nos está esperando y, solo para que sepas, no lo llamé, fue él quien me llamó porque supuso que estabas aquí, comprenderás mi sorpresa cuando te fui a buscar y lo único que encontré fue a una chica amenazándome con el jarrón chino que está en tu habitación; ahora cállate y sígueme —ordenó antes de entrar al lugar. Las luces del salón principal estaban apagadas y el bar estaba completamente solo, miré la hora en mi reloj notando que apenas eran las tres de la mañana, nunca, desde que estaba viviendo con Esme, el Olimpo había cerrado temprano.
Subí las escaleras detrás de Esme, pero no pude evitar preguntar antes de que ella entrara al estudio.
—¿Por qué está cerrado?
—¿Por qué crees? —satirizó empujando su puerta, Carlisle estaba sentado frente al escritorio de Esme con una copa de coñac en su mano.
—Edward —soltó Carlisle.
—Supongo que ya viste las noticias —exclamé sentándome a su lado al tiempo que Esme quitaba el cuadro que estaba detrás de su escritorio para dejar al descubierto la caja—. No sabía que estabas en la ciudad.
—Yo debía reintegrarme mañana, Edward. Por eso estoy aquí y, sí, vi las noticias, no puedo creer que ese hombre estuviera involucrado en todo esto, la última vez que mi hija y yo hablamos sobre él, ella me aseguró que no volvería a verlo —resoplé y luego sonreí con ironía. Carlisle lo ignoró completamente, no podía evitar sentirme molesto con Victoria—. Fui a la estación tan pronto supe lo del atentado, Lewis y Aro estaban ahí junto con todos los jefes de departamento.
Esme sacó de la caja fuerte cinco fajos de dinero y los colocó en el escritorio.
—Es todo el efectivo que tengo aquí. —Rebuscó entre sus cajones y sacó dos juegos de llaves, uno era de la cabaña de Sawtooth, las conocía perfectamente, el otro no.
—¿Para qué necesitas efectivo? —La miré y luego a Carlisle.
—Tú lo necesitas, estas son las llaves de la cabaña y estas… —Tomó el otro juego de llaves—. Son las de la camioneta de Félix, Carlisle y yo pensamos que lo mejor es que te vayas con la chica a la cabaña.
—¿Carlisle y tú han pensado? —satiricé.
—No me vengas con sarcasmos estúpidos, Edward, la policía te está buscando.
—Yo…
—Tu auto estaba en la zona de los hechos, lo revisaron y encontraron carpetas sobre el caso de Victoria y la primera declaración juramentada de Bella, Brandon se encuentra en estado crítico, Jasper y Emmet están arrestados por complicidad, tú estás siendo relacionado como cómplice, las cámaras de un edificio aledaño a la construcción captaron el momento en que salías con Bella en el hombro y Vulturi testificó que te vio en la estación durante el tiempo que Bella era interrogada, así que eres sospechoso de la muerte de Victioria y Jacob Black y de los atentados ocurridos el día de hoy contra Bella Swan. El agente Riley, el agente Cayo y Alice Brandon.
—Esto es una locura. —Me levanté de la silla—. Yo salvé la vida de Bella Swan. ¡Salvé la vida de Brandon! —grité ante lo irrisorio que se escuchaba todo aquello.
—¡¿Qué hacías en la estación?! —gritó Carlisle levantándose detrás de mí—. Te quedaba una semana aún por fuera.
—Fui a buscar unos expedientes sobre el Cristal Azul.
—No me mientas, ¿por qué estaban los documentos relacionados al caso de Victoria en tu auto? ¿Por qué, cuando se te solicitó mantenerte al margen?
—¡Era mi esposa, joder! ¡Quería saber qué estaba pasando con el puto caso, han pasado semanas y nada se sabe! Tengo derechos.
—Eres un oficial de policía, no me vengas a hablar de derechos cuando yo me he mantenido alejado y es mi hija la que está muerta.
—¡Tu hija era una maldita mentirosa!
El puño de Carlisle impactó con fuerza en mi mejilla. Esme gritó y Carlisle se veía como si quisiera molerme a puños.
—¡No voy a permitirte que hables así de mi hija, de tu esposa!
—Mi esposa, la que me adornaba la puta frente con mi maldito hermano.
—Guarda silencio, Edward, te recuerdo que es mi hija de la que estás hablando.
—Por favor, Carlisle, no me dirás que ella estaba en ese callejón jugando al parchís.
—No sabes qué hacía ella ahí.
—No me creas tan imbécil, Carlisle.
—¡Basta ya! —gritó Esme—. No queda mucho tiempo, este será el primer lugar donde vendrán a buscarte.
—No voy a huir, no he hecho nada más que ser un imbécil cornudo. —Carlisle se acercó de nuevo—. Si me golpeas de nuevo, juro por Dios que voy a devolverte el golpe.
—¡Nadie va a golpear a nadie! Todos estamos haciendo suposiciones aquí —sentenció Esme—. Carlisle tiene razón, la única que podría decirnos qué hacía con James es Victoria y, lamentablemente está muerta. No podemos sacar conclusiones precipitadas —argumentó—. Haya hecho lo que haya hecho, tú más que nadie soportaste años de maltrato con James, sabes cómo son las cosas con él, no tenía ningún derecho de terminar con su vida y ella fue tu esposa, tú la escogiste, Edward, no te permito que hables mal de ella. Ante todo, Ella era tu mujer, por otro lado, arriba en tu habitación hay una chiquilla asustada que tuvo el mal tino de estar en el lugar equivocado, una chica que necesita resguardo. —Me miró—. Tú necesitas atrapar a James, porque te conozco y sé que vas a proponerte hundirlo en prisión, debes llevar todas estas horas pensando por qué lo hizo y, te informo, no puedes buscar a nadie si estás encerrado. Así que el plan de Carlisle es lo más práctico dada la situación. Te irás con Bella a Idaho hasta que Brandon se recuperé y pueda decir cómo ocurrieron los hechos en los que te viste involucrado.
—No lo haré, no voy a huir. ¡Yo no soy un policía corrupto! No tengo nada que temer. Alice tiene que decir que…
—¡La agente brandon está entre la vida y la muerte! Ha sido sometida a tres operaciones, tuvieron que retirarle el bazo y es posible que tenga secuelas muy graves.
—Bella puede declarar que soy inocente, solo le estaba salvando la vida —repetí.
—¿Por qué no la llevaste inmediatamente a la estación de policía? —inquirió Carlisle.
—Porque Brandon me aseguró que no estaría a salvo.
—Maldición, Edward, Eres un jodido detective, el mejor de la unidad, la cabeza de Narcóticos y cometiste tantos errores como un puto principiante. ¿Dónde diablos estaba tu instinto, tus conocimientos?
—¡Mi instinto estaba en salvar la vida de la única pista que tengo sobre el asesino de mi esposa! —grité igual de exaltado, mi mirada navegó hasta Esme y luego a Carlisle. La habitación se mantuvo en silencio por varios segundos—. Puedes ayudarme, eres el jodido teniente del departamento, tú y Lewis son amigos de toda la vida.
—Porque somos amigos y tengo contactos es que sé que Lewis está buscando un jodido culpable y no le temblará el dedo para apuntar hacia ti, te hará encarcelar solo para ganar tiempo. La prensa lo agobia, el gobernador le está respirando en la nuca. —Carlisle apretó el puente de su nariz—. Lo mejor que puedes hacer es desaparecer hasta que Wells se recupere y pueda narrar cómo ocurrieron los hechos.
—Huir me hará ver como un verdadero culpable.
—Entregarte solo hará que tanto tú como la señorita Swan sean una presa fácil para James. —Carlisle chasqueó su lengua—. También vi la foto del hombre que Bella asegura que es Daddy, sé quién es así que buscaré al maldito hasta debajo de las piedras, yo también quiero justicia, justicia para Brandon, para mi hija. Para poder conseguirla, la señorita Swan tiene que estar a salvo, resguardada y nadie podrá protegerla como tú.
—Tú puedes hacerlo —dije lo obvio, no pensaba esconderme por muy culpable que pareciera, no lo era.
Carlisle me dio una sonrisa triste y se sentó en el sofá a mi lado.
—Yo estoy viejo, Edward, hace mucho que no realizo trabajo de campo, además, necesitas un infiltrado en la estación. —Él se veía completamente devastado—. Ambos queremos atrapar a James, aunque ahora sea por razones diferentes, yo quiero que pague por arrancarme a mi hija y tú quieres venganza, solo Bella puede llevarnos a él y, la única manera es cuidando su vida.
Volví a mi silla sin mirar a Carlisle o a Esme.
—Lo mejor es que Bella y tú salgan esta misma noche —intervino Esmerald.
—Es cierto, para mañana las grabaciones de la cámara de la construcción estarán en los noticieros, tu rostro será reconocible. Así que es mejor que conduzcas hasta el lugar sin detenerte en ningún punto.
—Bueno, necesitarás comprar cosas en el camino, la chica necesitará elementos de aseo personal y ropa —dijo Esme.
—Tú necesitas rasurarte, comprar lentes de contacto y tinte para el cabello. Es necesario que cambies tu apariencia, al menos un poco.
—Insisto en que debe haber otra manera —refuté
—Créeme, las he evaluado todas y para mí esta es la mejor opción para que Lewis no se salga con la suya y para que Bella esté a resguardo.
Volví a llevar la mano a mi cabello.
«¿En qué maldito embrollo me metí?».
Todo esto parecía una locura, una jodida pesadilla, no solo mi Eva estaba muerta, sino que ahora sospechaban que yo hacía parte de un grupo de policías corruptos.
—Está bien, lo haré, pero júrame, Carlisle, que me mantendrás informado.
—Intenta pasar desapercibido —volvió a decir Carlisle—. He conversado con algunos amigos y he pedido algunos favores, ellos conseguirán lo suficiente para que estés seguro, ahora no puedes perder tiempo, cuanto más rápido salgan del estado será mejor.
—Iré a hacer mi equipaje.
—Dile a Bree que te ayude.
Asentí y estaba a punto de salir cuando Carlisle volvió a hablar.
—Me gustaría hablar con la chica.
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.Nos vemos la próxima semana.
