CAPÍTULO 1:
BODA DE PELÍCULA
Sasuke exhaló por enésima vez en lo que iba de hora, estaba cansado y no quería estar allí. No había podido pegar ojo desde que se había enterado de la noticia y solo quería irse y no ser partícipe de toda esa parafernalia. Pero sabía que no le quedaba de otra, Naruto lo había escogido como su padrino de bodas y como siempre ocurría había conseguido convencerlo para aceptar.
Tal vez el rubio no lo sabía, pero era un buen manipulador.
"Además de mi amigo eres mi hermano. Nadie más que tú, podría hacerlo." A veces era todo un cursi.
Miró a su amigo, había estado muy animado con el tema de su boda, siempre irradiando felicidad, excepto por una ocasión hace un mes, donde lo había visto bastante tenso, pero cuando le preguntó que le pasaba solo lo alegó a los nervioso por la cercanía de la boda. Luego de eso había vuelto a ser el mismo rubio atolondrado que conocía, pero desde que lo había visto hablar a escondidas con Sakura se había dado cuenta que algo le ocurría, ya que lo notaba muy tenso.
Además, lo había pillado varias veces mirando hacia su amiga de la infancia y ella le devolvía las mismas miradas llenas de preocupación y culpa. Los ojos de Sakura estaban algo rojos y su habitual actitud había sido remplazada por una seria y taciturna. No sabía que pasaba, pero parecía serio.
Les había preguntado ya varias veces, pero ninguno de los dos le decía nada. Así que cansado de que no fueran sinceros decidió ignorarlos, seguro que conseguían arreglarlo y en caso de que lo necesitaran ya se lo dirían, quisiera o no ser parte de ello. Así es como eran ellos, desde que los había conocido ambos se habían pegado a él y lo habían proclamado como su mejor amigo, a pesar de que en ese entonces él no los considerara como tal. Pero cansado de tratar de evitarlos acabó rindiéndose y aceptando esa categoría.
Con el pasar de los años entre los tres se forjó una sólida amistad que de manera problemática para el Uchiha había acabado en un tonto triángulo amoroso en el que él no quería estar. Y no solo porque le era imposible ver a Sakura como algo más que una amiga, sino también porque había otro elemento oculto en esa lamentable ecuación. Una chica de perlados ojos que lograba que ese triangulo se volviera un cuadrado.
Sí, al menor de los Uchiha le gustaba Hinata Hyuga.
Durante toda su infancia había sentido un encaprichamiento hacia la chica al ser la única que no lo perseguía. Tal vez aquel interés solo había comenzado por su ego, ya que ella era la única indiferente a su presencia, solo teniendo ojos para Naruto. Pero con el paso del tiempo se había acabado interesando cada vez más por ella y las cosas fueron en aumento en su adolescencia.
El problema fue que en su último año de preparatoria Hinata se había confesado a Naruto y contra todo pronóstico su amigo había acabado aceptando, logrando que acabaran en esa situación.
Con un Naruto a punto de casarse con Hinata mientras él se tragaba cada uno de sus sentimientos no correspondidos.
No los culpaba, él solito era responsable de todo eso, siempre intentando negar sus sentimientos por ella, su cobardía lo había llevado a ese extremo.
De repente la marcha nupcial comenzó a sonar interrumpiendo sus pensamientos. Miró hacia las puertas, que se abrían y por un momento creyó ver un ángel. Sabía lo hermosa que era Hinata, pero en ese vestido blanco desprendía un halo casi mágico. Por el velo no lo podía ver, pero estaba seguro de que tras él había una hermosa sonrisa que predecía toda la felicidad que sentía.
Él había visto de cerca todo lo que la chica había tenido que pasar para que Naruto la notara. Poco a poco esa capa de vergüenza había ido desapareciendo para mostrar a la verdadera Hyuga, aunque era cierto, que cuando entraron en preparatoria, el accidente que acabó con la vida de toda su familia había hecho que madurara de manera exponencial. Su único apoyo se había vuelto su primo Neji, quien era dos años mayor, quien acababa de cumplir la mayoría de edad, por lo que se había tenido que hacer cargo de la empresa familiar.
Se había querido acercar a ella tantas veces en aquel tiempo, intentar darle un poco de ánimo, pero en ese entonces solo era un crio de 16 años que aún no afrontaba correctamente sus sentimientos y que aún tenía que madurar.
A veces no podía evitar preguntarse si sería él quien estaría a su lado su hubiera tomado diferentes decisiones.
Se dio una bofetada mental, debía mantener hasta el final esa máscara de indiferencia que siempre traía y así acabar de una vez por todas con ese amor fatídico. Ninguno de sus amigos lo sabía, pero pronto se marcharía, le había pedido a su padre dirigir una de las empresas que iba a abrir fuera de Tokio y aunque al principio le había costado convencerlo por fin había hecho que aceptara, solo tenía que aguantar tres meses más y sería libre.
Hinata ajena a todo caminó con parsimonia, pero en su rostro se le podía notar lo emocionada que se encontraba. Por fin iba a cumplir el sueño de toda su vida, casándose con la persona a la que siempre había amado.
A su mente llegaron los momentos más importantes de su relación, desde que lo había visto por primera vez, cuando la ayudó con esos matones, hasta ayer, cuando por primera vez se entregaron el uno al otro sin ninguna restricción. Aquello último hizo que sus mejillas se sonrojaran.
Él siempre era tierno cuando hacían el amor, la hacía sentir segura y querida, él era el único hombre que conocía cada parte de su cuerpo.
Cuando llegó al altar Neji le dio una breve mirada a Naruto, como pidiéndole que cuidara de Hinata. Pero este solo la miraba a ella asombrado y no pudo evitar esbozar una sonrisa llena de amor, dejando más tranquilo al hombre, que se colocó al lado de sus amigos en uno de los primeros asientos, sin darse cuenta qué, después de un rato los ojos del rubio se dirigieron hacia Sakura, que le devolvía una mirada llena de arrepentimiento, casi como si estuviera a punto de llorar.
La ceremonia pasaba sin ningún altercado, todo era perfecto, pero Sasuke notaba como su amigo cada vez estaba peor, aunque parecía ser el único que notaba el nerviosismo del rubio.
—Si alguien se opone a esta boda que hable ahora o calle para siempre—sentenció el cura logrando que Sasuke apretara sus puños para no hacer una tontería por muy tentadora que esta fuera, pero inesperadamente otra persona habló.
—Y-yo—dijo una voz temblorosa sorprendiendo a todos los presentes.
—¿Na-Naruto-kun? —preguntó Hinata dudosa logando que el chico esquivara su mirada, avergonzado.
—Yo...—volvió a decir en un suave y casi inaudible susurro.
Hinata intentaba procesar las palabras del chico, tal vez se encontraba en una pesadilla, Naruto, su Naruto no podía estar hablando en serio. Se pellizcó ligeramente la mano, pero al sentir el dolor negó, aquello no podía ser real.
—Q-que... N-no entiendo. ¿Ocurre algo? —preguntó Hinata con voz quebradiza logrando que la culpa lo carcomiera, odiaba verla así.
—Te amo Hinata, de verdad que lo hago. Pero no puedo casarme contigo, lo siento—dijo muy arrepentido.
—Pe-pe-ro, ¿qué ocurre? —dijo con voz rota.
—Sakura está esperando un hijo mío—soltó afligido sorprendiendo a todos los presentes para luego pasar por su lado.
Con decisión fue hacia donde se encontraban los invitados y tomó a Sakura de la mano para luego salir corriendo de allí con ella mientras los murmullos comenzaban a hacerse más y más fuertes y los padres de Naruto gritaban a ambos por sus nombres, pero ninguno volteó.
De repente Hinata sintió como alguien corría por su lado, pero no fue capaz de ver de quien se trataba, en verdad no podía ver a nadie ni pensar en nada. Ni siquiera escuchaba las palabras de sus amigos, seguía con la mirada pegada en la puerta incluso después de que ellos dos se hubieran marchado.
Sasuke corrió tras ellos, pero habían conseguido subir a un taxi justo antes que los atrapase, no entendía nada.
Hinata siempre había soñado con una boda de película, una donde la pareja se profesaba amor eterno y vivían su felices para siempre. Ella había creído que por fin iba a obtener ese final, pero no se había esperado estar al otro lado de la moneda. Esa donde el novio se fuga con la chica que de verdad ama, dejando a su prometida sola en medio del altar con un corazón roto y miles de sueños destrozados.
Había obtenido una boda de película, pero no de las que quería.
—¡Hinata! ¡Hinata-sama! —escuchó que la llamaban, pero todo se había vuelto negro.
oOoOoOo
Cuando abrió los ojos unos orbes perlas muy parecidos a los suyas le devolvieron la mirada, se notaba verdadera preocupación en esos ojos.
—Neji-nii—fue lo único que pudo decir para que luego sentir una dulce caricia en su mejilla.
Neji tenía demasiadas sensaciones encontradas, por una parte, no deseaba moverse del lado de su querida prima, pero por otra solo quería encontrar a Naruto y quebrar cada uno de sus huesos hasta que le suplicara clemencia por atreverse a dañar de esa manera a Hinata.
—¿Cómo te encuentras? —preguntó, pero ella fue incapaz de responder, aún estaba asimilando lo ocurrido. —Lo voy a matar, juro que lo voy a matar—dijo muy molesto, pero Hinata cogió su mano y negó.
En ese momento se veía muy vulnerable, tenía los ojos rojos y se notaba a leguas lo triste que se encontraba, pero aun así intentaba ser fuerte.
—No importa Neji-nii. Estoy bien, estoy bien—habló esbozando una sonrisa rota.
Las entrañas del Hyuga se revolvieron de la rabia que sentía, le iba hacer pagar a Naruto, claro que lo iba a hacer.
Unos ligeros golpes interrumpieron el momento, Hinata sin darse cuenta tomó con fuerza una de las esquinas de la camisa de su primo, no tenía ganas ni fuerza para recibir a nadie y Neji se dio cuenta de ello, pero cuando iba pedirles que se marcharan dos figuras muy conocidas por Hinata entraron.
La chica miró con sorpresa a las dos personas que tenía delante.
—Kushina-san, Minato-san—susurró con sorpresa.
Neji sabía cuánto adoraba su prima a la familia de su novio. La pelirroja había sido como una segunda madre para ella, siempre amable y atenta, cuidándola y dándole todo el cariño que necesitaba, logrando hacerla sentir muy querida. Y Minato era como el padre amoroso que nunca había tenido, velando por su bienestar, pregúntale por su salud, preocupándose como si se tratara de su propia hija, haciéndola sentir como en casa.
—¿Podemos hablar? —preguntó Minato haciendo que Hinata asintiera levemente.
—A solas—pidió Kushina.
Neji no sabía muy bien que hacer, no sabía si su prima quería estar con ellos o no, si ella no quería así fueran mayores los echaría de allí.
—Neji-nii, nos puedes dejar solos un momento por favor—dijo ella, logrando que dudoso aceptara.
El chico los miró detenidamente, suplicándoles con la mirada que no dañarán más a su querida prima, que suficiente había tenido con el desplante de Naruto frente a todos sus conocidos.
Una vez quedaron solos Kushina se acercó y la abrazo en un gesto tan maternal que si alguien que no las conociera hubiera jurado que se trataba de madre e hija.
—Lo sentimos tanto Hinata—dijo Minato muy avergonzado, mientras su esposa aún mantenía apretada a la peliazul.
—E-está bien, no es culpa de Naruto-kun ni Sakura-san, ambos siguieron sus corazones—dijo ella haciendo que Minato y Kushina se miraran y luego bajaran la vista muy arrepentidos.
"Hipocrita" gritó su mente.
Y sí, tal vez lo era. Pero así era su carácter, prefería no dañar a los demás y encerrarse en sí misma todo el dolor. Además, los padres de Naruto no merecían su odio, ellos nada tenían que ver con lo que su hijo había hecho.
Después de la muerte de sus seres queridos en aquel accidente ellos habían sido su otra familia, nunca diría nada para herirlos incluso si su hijo la había dañado de esa manera.
Recordaba que cuando salía con Naruto tanto Kushina como Minato la habían tratado como a una hija más, se habían portado de maravilla con ella, por eso jamás se atrevería a faltarles el respeto, ellos siempre habían sido muy amables. Le habían abierto las puertas de su casa, haciéndola sentir muy querida, por más lastimada que estuviera no podría ser capaz de ser cruel con ellos, no después de lo bien que la habían tratado.
—No entiendo como mi hijo ha podido hacer algo así—habló sin poder evitar que las lágrimas comenzaran a derramar de sus ojos. —Lo siento tanto—decía muy arrepentida.
—¡No, por favor Kushina! No es su culpa, no llore—dijo con voz rota también llorando.
Minato las abrazó a ambas. Desde que su hijo le había presentado a la peliazul no había podido evitar sentir un genuino cariño por ella, unas paternales ganas de protegerla y velar por su felicidad, estaba convencido que su esposa también las había sentido y por eso estaban tan dolida.
Hinata irradiaba una calidad y ternura que era imposible no quererla, no entendía como es que Naruto había hecho aquello.
Él sabía que durante su infancia y gran parte de su adolescencia había estado enamorado de Sakura, pero no esperaba que engañara a Hinata con ella.
—No te culparemos si lo odias, lo entendemos—dijo Minato.
Hinata los miró, sabía que ambos eran sinceros, así que merecían que ella también lo fuera.
—La verdad es que no sé cómo sentirme ahora mismo, pero sé que no odio a Naruto-kun, aunque no creo que pueda volver a tratarlo igual—dijo seria haciendo que ambos asintieran con comprensión.
—Sé que puedo sonar algo desconsidera, ya que esto es culpa de nuestro hijo—dijo Kushina arrepentida. —Pero si en algún momento nos necesitas estaremos para ti Hinata, te queremos, eres como una hija para nosotros—dijo Kushina de manera maternal haciendo sonreír a Hinata.
—Tanto Kushina como yo estaremos para ti—dijo Minato haciéndola sentir más tranquila, se alegraba de no perderlos.
Notas de la autora: Hola, esta historia la publiqué como un oneshot aquí, en mi cuenta de fanfiction hace ya algún tiempo, pero por alguna razón sentí que no la podía dejar de esa manera y la historia ha cambiado demasiado, casi no tiene nada que ver con el oneshot que escribí al principio, solo se mantiene la idea. Igual espero que les guste y solo decir que es un AU, así que no están en el mundo ninja. Es probable que sea bastante dramática, así que tengan sus pañuelos preparados. (Nah, tampoco tanto)
Espero que les guste, muchas gracias por el apoyo, ya nos leemos.
