Silver Card: Este es el 3 capítulo de mi fanfic en el cual al fin, nuestra
querida maga conoce los habitantes de la Tierra Media y ve el principio de
lo que será una gran misión que la llevará a lugares increíbles y a tener
sentimientos que nunca pensó albergar en su corazón.
Quiero agradecer a Bichito por tan amigable review y le dedico este capítulo por ser la primera que opina sobre esta historia.
Gracias!
Capítulo 3:
Entendiendo a Tierra Media
El suave ruido de las hojas moviéndose con el viento y el sonido y las tranquilas aguas de un río cercano hicieron que Kate abriera sus ojos lentamente. El Sol era suave y los rayos de luz pasaban por entre las hojas de los árboles. Kate se esforzó por enfocar correctamente los ojos y observar su alrededor. No sabía cuánto tiempo había pasado desde que llegó a ese lugar; pero casi al momento de entrar en el mismo, un sueño y un cansancio profundo invadieron su ser, dándole apenas unos valiosos segundos para recostarse a la sombra de un árbol y no caer desmayada en el medio de la nada.
La joven maga se reincorporó lentamente sintiéndose aun agotada por tan largo viaje en el tiempo. Lentamente tomó su mochila y caminó un poco para explorar aquel bosque.
Todo era inmensamente tranquilo y apacible. Se alcanzaban a escuchar el suave cantar de los pájaros que revoloteaban entre los árboles. Kate sentía una profunda tranquilidad y aunque no podía ver la clase de energía a su alrededor, ni lograba detectar el aura que envolvía a cada animal y árbol, se sentía extremadamente a gusto ahí. Pronto se percató del sonido de agua corriendo muy cerca de donde se encontraba y decidió caminar en la dirección del ruido. Pronto llegó a las orillas de un río muy bajo; casi un riachuelo, pero alrededor de este la hierba crecía más verde y había pequeñas flores de varios Colores alegrando el lugar. Allí decidió descansar un poco más y revisar el contenido de su mochila que, por falta de tiempo, no pudo empacar ella misma sino Elizabeth.
"Veamos, qué metió Elizabeth aquí" –dijo Kate hablando consigo misma mientras abría la mochila- "Medias, bien. Otra blusa, bien. Otro par de medias, bien. Una falda sport. Bien, aunque dudo que la vaya a usar. Medias, qué diablos le pasa con las medias ah? Un reloj, como si me sirviera saber la hora aquí. Un libro: Cómo sobrevivir en el bosque, supongo que bien. Maquillaje, qué voy a hacer con eso en el medio de la nada? Vaya colaboración la de Elizabeth. Un par de Sándwiches y una caja llena de arroz, bien tendré que racionarlo para que me dure. Una brújula, como si con eso no me fuera a peder, apuesto que eso lo metió Dave. Un libro en blanco, para qué? Querrá que escriba un diario? Ja,ja... Ni lo sueñes Eli. Ropa interior, bien, es importante. Mi cédula?? De qué me va a servir aquí!. Más medias?! Ya está, se ha vuelto loca" –Kate se detuvo un instante y tomó el último ítem de la mochila; por un instante guardó silencio y olvidó todas las cosas que había dicho de Elizabeth- "Los extraño" –dijo en voz baja mirando una foto de los tres en la fiesta de despedida de ella cuando se fue a África- "Esto es lo más importante de la mochila" –dijo Kate guardando todo adentro.
Pero el momento de recuerdos fue interrumpido por el sonido producido al parecer por un caballo que venía de lejos. El galopeo era desesperado y apresurado, como queriendo escapar de algo o alguien. Kate se levantó rápidamente tratando de ver algo; el sonido parecía provenir de la orilla contraria y cada vez se escuchaba más cerca. Pronto no se escuchaba el galope de un solo caballo sino de otros más detrás de él. Kate vio cómo toda la naturaleza a su alrededor se oscurecía y aparecía un gran silencio sólo interrumpido por el galope de los caballos a lo lejos. Aunque no podía detectar o percibir la energía a su alrededor, su corazón le decía que las cosas no andaban bien. Ahora no sólo se escuchaban galopees de caballos sino unos extraños gritos agudos y tan fuertes que todo animal cercano corrió a esconderse entre los árboles. El miedo subió por la columna de Kate tan rápido como un rayo en plena tormenta. Esos chillidos oscuros provocaron un repentino pánico en ella, que corrió a esconderse detrás de unos arbustos.
Lo que Kate vio en ese instante fue increíble. Un caballo blanco salía por la otra orilla y cruzaba el pequeño riachuelo rápidamente, deteniéndose del otro lado y dando la vuelta como para esperar que viniera quienquiera que fuese que lo perseguía. Encima del caballo iban una mujer y al parecer un niño que se encontraba muy débil. Kate no sabía qué hacer... algo le decía que no había llegado lo peor... Fue entonces cuando vio la cara de aquel niño. A pesar de ser tan pequeño, la cara de aquel ser se mostraba adulta y lo peor... Kate veía que estaba en un gran sufrimiento.
Pero la compasión que mostraban los ojos de Kate, que ahora miraban al pequeño hombre que se había percatado de su presencia en medio de aquel dolor, pronto se convirtió en angustia y miedo al ver que unos jinetes de gran altura, con ropas negras que no dejaban ver sus caras aparecieron de la nada gritando una vez más aquel chillido infernal. Kate se tapó los oídos de la desesperación y volvió la mirada al hombrecillo.
Ahí estaba él... mirándola con ojos llenos de sorpresa, curiosidad y dolor. Una combinación que Kate jamás había visto. Su cara era pálida y se veía frágil... El tiempo pareció detenerse en aquel instante y Kate no se percató de lo que estaba sucediendo a su alrededor; fue el ruido del agua corriendo furiosamente por aquel pequeño riachuelo el que la sacó de aquel trance.
"Ven y enfréntame!" –gritó la desconocida mujer, sacando una espada y desafiando a los jinetes negros.
Kate observó cómo en un instante creció el cauce del río increíblemente ante las palabras pronunciadas por la mujer de cabellos oscuros. La joven maga alcanzó a escuchar unas palabras pronunciadas por ella justo antes de que el río creciera. Para su asombro; parecían salir caballos de espuma entre las aguas, que con toda su fuerza, arremetieron contra los jinetes oscuros llevándoselos tanto a ellos como a los caballos negros que montaban río abajo.
Lo extraña mujer volteó su mirada al pequeño hombre tratando de reanimarlo; pero él parecía estar en un trance imposible de evitar. La mujer lo bajó del caballo recostándolo suavemente en la hierba fresca para ver mejor su condición.
Kate no sentía más miedo alrededor. El ambiente había vuelto a ser como era y sentía una gran necesidad de salir de entre los arbustos y ayudar a aquel pobre ser indefenso.
"Frodo!" –gritaba desesperadamente la mujer mientras lo estremecía levemente-
"debo ayudar" –pensó Kate desde su escondite- "pero qué puedes hacer Kate?, no tienes tus poderes contigo ahora y no podrás ayudar"
La mujer guardaba silencio mientras miraba el rostro del joven
"No te puedes quedar sin hacer nada!" –gritaba Kate en el interior de su cabeza- "Un momento... Frodo...Frodo" –repetía en su cabeza- "El es... el es... El portador del anillo!!! Debo ayudarlo!!"
Y de un salto salió de entre los arbustos corriendo hacia la mujer que ayudaba al pequeño hobbit. Por un momento no quiso interrumpir ya que parecía que la mujer estuviera orando por él. Pero pronto se volteó a mirarla dándose cuenta de su presencia.
"Frodo!" –exclamó Kate al verlo entre los brazos de la mujer- "El hobbit portador del anillo! Qué ha sucedido?"
La joven mujer en frente de ella miró extrañada a Kate. No entendía cómo conocía el nombre de Frodo o por qué razón se encontraba allí. Pero pudo percibir su energía que aunque débil mostraba quien era en realidad.
"Debo llevarlo a Rivendel" –dijo con una voz tan suave como el susurro del viento y tan dulce y apacible que logró calmar hasta el último miedo de Kate- "Soy Arwen Undómiel y lamento no poder quedarme contigo y entender los motivos de tu llegada. Debo partir y agradecería que esperaras a mis amigos y vinieras con ellos a Rivendel"
"Yo... cómo sabes?... dónde estoy?" –indagó Kate mirando los profundos ojos cafés de Arwen.
"El tiempo corre muy aprisa y me temo que Frodo no pueda resistir más" –dijo Arwen apresuradamente mientras volvía a montar a Frodo en el caballo-
"Entiendo tu preocupación; pero sé que él sobrevivirá" –dijo Kate mientras ayudaba a Arwen a subir a Frodo; se había acordado de lo que le dijo Elizabeth- "Esperaré a tus compañeros y llegaré a Rivendel lo más pronto posible"
Arwen sonrió levemente. "Nunca en toda mi existencia había escuchado hablar de una mujer con magia. Será un honor tenerte como invitada en nuestro hogar" –agregó y con esto partió rápidamente y entre los árboles Kate vio como Arwen regresaba su mirada como para asegurarse de que ella siguiera allí. Luego se perdió entre el paisaje.
"Vaya sorpresa!" –dijo Kate regresando su mirada al ahora tranquilo cauce del río- "No ha sido tan difícil encontrarse con Frodo; aunque no estaba en las mejores condiciones" –continuó mientras se sentaba en una roca- "Todavía no ha comenzado la reunión en Elrond, lo que me da tiempo para encontrar a los demás. Por lo menos espero ver a Arwen de nuevo; qué persona tan amable"
Kate escuchó entonces ruidos de gente caminando entre los árboles del otro lado del río; pero decidió esconderse hasta no ver que fueran humanos o hobbits; no se quería llevar otra sorpresa.
"Vamos!" –gritó un hombre entre los arbustos- "Debemos llegar pronto a Rivendel, ya está muy cerca!"
"Y Frodo, señor?" –preguntó una diminuta voz- "Estará bien mi maestro, señor?
"No lo sé, Sam; esperó que así sea" –respondió el hombre llegando a la orilla del río
Kate observó a la pequeña compañía. Eran tres pequeños hobbits y un hombre alto vestido en ropas oscuras. Asomándose mejor, observó las facciones del hombre y logró identificarlo casi en seguida. En el instante se levantó y salió de entre los arbustos para recibirlos.
La compañía, que ya había cruzado el río paró en seco al verla; y Kate se sorprendió ante tal acto. No sabía qué decir ni cómo presentarse. No podía decir que era maga; por lo visto en esas tierras sólo los hombres manejaban ese tipo de fuerza. Tampoco podía decir que venía de otro tiempo; mataría del susto a los pobres hobbits y después sería considerada loca.
"Está usted extraviada, joven dama?" –preguntó Aragorn observándola- "No parece de estas tierras"
"Yo.. he..." –Kate trataba de buscar alguna idea que pudiese funcionar en estos momentos- "Soy... vine..."
"Crees que no sepa hablar, Merry?" –susurró una pequeña voz tratando de no ser escuchada.
"Eso creo, Pippin" –contestó un segundo mediano viendo de reojo a Kate.
"Sé hablar perfectamente, jóvenes Hobbits" –dijo Kate tratando de ponerse seria y no dejar que comenzaran a burlarse de ella; ya había tenido suficiente con Dave y Elizabeth- "Hace unos momentos la dama Arwen pasó por este lugar; y me pidió el favor de que les dijera que siguieran a Rivendel..." –Kate se detuvo a pensar si debía decir el resto- "... y aceptaran mi humilde compañía" –terminó bajando la cabeza un poco, en señal de respeto.
Hubo un momento de silencio antes de que Aragorn hablara. "Nos es grato recibirla como acompañante durante nuestro camino a Rivendel, joven dama. Pero debo advertirle que podemos encontrar a criaturas poco deseadas en el trayecto"
"Y estaré presente para ayudar en lo que pueda Aragorn" –dijo Kate pensando en lo curioso que sonaba su voz al hablar tan educadamente.
"Le he dicho mi nombre anteriormente?" –indagó Aragorn al darse cuenta de que la extraña joven sabía su identidad- "No recuerdo haberlo mencionado antes" –ahora una mirada de cautela aparecía en los ojos del montaraz.
"Yo... he..." –Kate miraba a todos los lados tratando de ingeniar una respuesta- "Idiota!!!, cómo pudiste haber metido la pata así!!!" –pensó angustiadamente- "Eh... Arwen me dijo su nombre antes de partir... para poder identificarlo" –dijo aliviada al encontrar una respuesta lógica.
La mirada de cautela en los ojos de Aragorn desapareció al oír las palabras de Kate, y una leve sonrisa apareció en aquel rostro un tanto sucio por el viaje "Entonces qué esperamos? Avancemos hacia Rivendel!" –exclamó señalando el camino- "Todavía nos espera una larga jornada a pie"
"Con su guía dudo que nos perdamos!" –dijo Kate emocionada por comenzar al fin su aventura- "Cuánto tiempo nos demoraremos en llegar?"
"Unas dos horas, aproximadamente" –dijo Aragorn que iba al frente de todos.
"No es demasiado" –dijo Kate observando el paisaje; cada vez que se internaban más; había una mayor cantidad de árboles.
"En nuestro lugar no dirías eso" –dijo uno de los hobbits- "Llevamos caminando una infinidad de tiempo".
"Pippin tiene razón" –dijo otro- "Hemos tenido un largo camino lleno de momentos poco agradables"
"Lo entiendo" –dijo Kate en voz baja- "Pero pronto llegarán a Rivendel, pequeños hobbits, y podrán descansar!" –agregó con una dulce sonrisa; por dentro sabía que sufrirían mucho antes de regresar a casa; si es que regresaban en verdad.
"Qué amable es, señora!" –exclamó el tercero que iba atrás de los demás- "Siempre es bueno ver una cara atenta entre tantos pesares. Más el de una dama" –terminó con las mejillas un poco rojas al darse cuenta de su comentario.
"Gracias, pero no tienes por.." –Kate comenzaba a sentirse mareada y veía que todo le daba vueltas; era la misma sensación que tuvo cuando llegó a Tierra Media por primera vez. No le gustaba nada sentirse así- "Por.."
"Se encuentra bien?" –preguntó Pippin al ver la cara de Kate- "Aragorn!" –exclamó al notar la palidez del rostro de la joven maga.
"No os preocupéis, es solo un-"
Kate cayó al piso sin poder terminar la frase. Todo a su alrededor se hizo oscuro y no pudo moverse más.
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La suave luz de la tarde caía sobre el rostro de Kate, que estaba ahora acostada en una cama blanca de sábanas suaves al tacto. Lentamente abrió sus ojos y observó el lugar. Grandes techos con hermosos arcos blancos adornaban la construcción. Las ventanas eran grandes y casi ocupaban el tamaño de la pared. Mostraban un bello paisaje lleno de árboles y flores de variados colores. Había pocos muebles, pero los que se encontraban ahí eran finos y decorados con apliques en oro y plata, tan delicados como hilos en un vestido. La habitación era preciosa y perfecta. Nada estaba fuera de lugar y una fragancia dulce y fina se encontraba en el ambiente. La joven maga cerró sus ojos para poder deleitarse con la energía que la rodeaba... pero no podía. Aun se sentía débil y su magia no regresaba a ella. Esto la entristeció repentinamente; nunca pensó que extrañaría tanto sus poderes y que le harían tanta falta.
"Al fin despiertas" –dijo una dulce voz entrando a la habitación- "Nos preocupaste mucho con tu largo sueño"
"Arwen!" –exclamó Kate llena de alegría al ver aquel rostro una vez más- "Cuánto tiempo dormí?" –preguntó Kate levantándose penosamente de la cama; su cabeza le dolía levemente- "Qué día es hoy?" –dijo acomodándose en las almohadas.
"No deberías moverte mucho; aún estás muy débil" –dijo Arwen mientras se acercaba a Kate- "Hoy es la tarde del 23 de Octubre y dormiste por un día y medio"
Kate guardó silencio tratando de recordar lo sucedido. Vagas imágenes sobre lo que pasó en el camino a Rivendel cruzaron por su mente "Me desmaye!" –dijo sorprendida
"Si" –dijo Arwen levantándose una vez más- "Pero estás recuperándote rápidamente; pronto podrás caminar sin caerte"
"Siento mucho haber causado estas molestias" –dijo Kate apenada- "No es mi costumbre ser carga de otro; y menos en esta circunstancias"
"No eres una molestia y mucho menos una carga" –dijo Arwen volviendo la mirada a Kate- "Nos honra tenerte como invitada en la casa de Elrond; hemos logrado descubrir algo de tu identidad"
"De mi identidad?" –preguntó Kate confusa- "No entiendo... quienes?"
"Mi padre, Gandalf y yo" –respondió Arwen mirando por la ventana- "Desprendes una gran energía contigo, joven maga; y aunque sabemos que estás muy débil, aun sigues irradiándola con mucha fuerza. No sabemos qué ha disminuido tu poder pero no es hora de hablar de ello"
Kate guardó silencio. Estaba asombrada ante las palabras de Arwen. Habían podido identificarla sin ella haber dicho una palabra. Aunque al parecer no habían visto que era de otra época. Era mejor así; Kate tendría mucho que explicar dentro de poco; a Gandalf, Elrond y Arwen.
"Debes estar confundida con todo lo que he dicho" –dijo Arwen acercándose nuevamente- "Aragorn te trajo lo más pronto posible, temiendo que hubieras sido herida por un arma que no había podido encontrar; pero luego de examinarte vimos que estabas completamente sana. Solo estabas en un profundo sueño"
Fue entonces cuando Kate entendió todo. Ante ella se encontraba una Elfa... por qué no se había dado cuenta antes? No había visto aquella mirada tan pacífica y profunda. Aquellas vestimentas. Las orejas por el amor de Dios! Puntiagudas tal como lo había dicho Elizabeth. Arwen Undómiel era una Elfa y además manejaba algo de magia. Fue una estúpida al no darse cuenta con quien trataba.
"Conozco poco de estas tierras" –dijo Kate en voz baja- "Y lamento no haber podido darme cuenta de quien eres en realidad. No te traté con completo respeto y lamento mucho no haber podido explicarte los motivos de mi llegada"
Arwen miró a Kate con ternura en sus ojos "No debes disculparte de nada. Algo me dice que debo ser yo la que incline mi cabeza ante una persona tan importante como usted" –concluyó con una sonrisa- "Para ser joven tienes muchos secretos que ni siquiera el más antiguo de los elfos en este lugar tiene. Descansa ahora, pues la jornada que viene será muy larga"
Kate sonrió ante las palabras de Arwen y lentamente fue cerrando sus ojos. Deseaba hablar de muchas cosas con ella; pero el cansancio reinaba en su cuerpo y deseaba dormir una vez más. Cerró sus ojos y durmió entre los cantos de pájaros y las voces claras y puras de los elfos de aquel lugar.
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"Vaya ropa tan extraña la que llevo puesta" –pensó Kate observando la hermosa bata blanca que tenía- "Pero es más cómoda que cualquier otra cosa que haya usado en mi vida. Aunque sigo prefiriendo mis pantalones" –continuó en su mente mientras veía su ropa colgada en una silla en el otro extremo del cuarto.
Todavía no sentía alguna mejora en su magia, pero ya no estaba tan cansada y podía caminar perfectamente por el cuarto. Kate sentía unas ganas tan grandes de recorrer aquel lugar, que rápidamente se puso su ropa y dejó a un lado la bata blanca. Luego observó su mochila encima de la cama. Estaba tal como la había dejado antes de desmayarse en el bosque. Sabía que no la habían tocado, ya que los elfos eran muy respetuosos.
"Lista para explorar!" –exclamó al terminar de amarrarse un zapato.
"Buenos días, joven dama!" –exclamó una pequeña voz que provenía de la entrada de la puerta.
Kate subió la mirada y se encontró con dos hobbits de los que la habían acompañado en el bosque.
"Hola, amigos cómo están?" –preguntó muy animada.
"Bien" –dijo uno de los dos- "Pippin y yo decidimos pasar por aquí y ver si te habías levantado. Nos preocupaste mucho con tu desmayo"
"Gracias por su preocupación" –dijo Kate acercándose a ellos- "Pero temo que el cansancio fue el causante de esto y lamento haberlos preocupado de esta manera"
"Lo importante es que ya estás bien y que pronto Frodo también lo estará" –dijo uno de los dos con una gran alegría.
Un momentáneo silencio apareció de la nada y pronto fue interrumpido por el segundo hobbit.
"Pero qué mala educación! No nos hemos presentado ante la joven dama!" –exclamó dándole un pequeño codazo a su compañero- "Somos Meriadoc Brandigamo" –dijo señalando a su compañero- "y Peregrin Tuk. Pero puedes llamarnos Merry y Pippin!" –terminó con una gran sonrisa.
Kate sonrió abiertamente mientras saluda de mano a los hobbits. "Soy Katheleen Connors, pero pueden llamarme Kate!"
"Vaya nombre extraño!" –exclamó Merry- "Se nota que vienes de tierras lejanas!"
"Si" –asintió Kate con la cabeza- "Puede decirse"
"Has visto los alrededores de Rivendel?" –preguntó Pippin- "Sería muy agradable tu compañía"
"Suena encantador! Por donde comenzamos? Veo que el sitio es muy grande" –dijo Kate muy educadamente.
"Sería mejor que comenzáramos por este lado" –dijo Merry señalando el gran pasillo de la izquierda- "Es el que mejor conocemos"
Y así Kate y los dos hobbits fueron a caminar por los alrededores de Rivendel observando maravillados los hermosos paisajes y ríos que cruzaban la zona. Había una paz en aquel lugar que Kate jamás había podido sentir en la tierra, a excepción de la ciudad del concilio que se parecía en algunos rasgos a Rivendel, pero que distaba mucho de ser como él. La mañana comenzaba muy bien entre el sonido del viento rompiendo suavemente contra las grandes columnas de aquel castillo. Hermosas aves y mariposas se posaban en flores y copas de árboles y el cielo infinitamente azul reinaba en o alto, haciendo que el contraste de colores fuera aun más bello y deleitando la vista de Kate. Se sentía en el paraíso y quería disfrutar hasta el último instante de tan magna belleza.
Mientras caminaba y admiraba los paisajes, Kate conversaba animada con los dos hobbits; aunque casi toda la conversación giró en torno a la Comarca y sus habitantes y más tarde sobre el viaje hasta Rivendel. La joven maga procuró hablar poco de ella; ya que no quería que los hobbits sospecharan de ella y además se veían tan contentos contando sus hazañas que ella no se atrevía a interrumpirlos. Gracias a esto aprendió mucho sobre la Tierra Media, aunque desde el punto de vista de un hobbit; y entendió todo acerca del viaje.
Llegaron a detenerse en un gran balcón que del cual se podía ver una hermosa caída de agua majestuosa e imponente como ninguna otra, pero bella y tranquila como las mas bella flor. Mientras admiraban el bello paisaje, una voz interrumpió el silencio que rondaba.
"Veo que nuestra joven desconocida se ha levantado" –dijo una profunda voz, marcada con los años pero llena de sabiduría
Kate volteó la mirada y vio a un gran hombre vestido de gris; con un sombrero puntiagudo del mismo color y barba larga y blanca que combinaba con las cejas tupidas que cubrían unos ojos grises pero muy vivos. La descripción era muy parecida a la del mago Gandalf, del cual Elizabeth había hablado mucho. Junto a el se encontraba un hombre de cabello castaño muy largo. Ojos grisáceos pero profundos como el cielo mismo; su cara no mostraba una edad exacta pues no parecía ni joven ni viejo; era como si el tiempo no lo afectara y su mirada mostraba una gran sabiduría interior. Kate estaba segura de que él era Elrond, el padre de Arwen y señor de Rivendel. Ante tal descubrimiento bajó la cabeza he hizo una pequeña reverencia, mostrando el gran respeto y admiración que le tenía a estos dos seres tan importantes en esta era.
"Gandalf el gris y Elrond señor de Rivendel; es un honor conocerlos al fin" –dijo Elizabeth tratando de ser lo más seria y respetuosa que le fuera posible; después de todo no estaba acostumbrada a hablar de esa manera- "Mi más cordial saludo es ofrecido a tan grandes seres"
Pippin y Merry se miraron uno al otro. Hace un segundo Kate estaba riendo y molestando con ellos; comportándose muy animada y hasta infantil. Pero ahora una seriedad y respeto profundo se escuchaba en su voz. Esto era algo bastante extraño para ambos hobbits.
"El honor es el nuestro, joven dama" –dijo Elrond bajando su cabeza también- "Esperábamos con ansias que estuviera completamente recuperada"
"Gracias" –dijo Kate con una sonrisa- "Las atenciones de Rivendel han sido incomparables y estoy infinitamente agradecida por ellas"
"Veo que te sientes mucho mejor" –dijo Gandalf con una sonrisa- "Nos preocupaste mucho al llegar inconsciente a este recinto; al parecer traes contigo noticias de otras tierras; tal vez hayas venido por el Concilio"
"Parece que he preocupado a muchos por esta tierras; pero pido disculpas por mi debilidad; el viaje ha sido muy largo" –dijo Kate acercándose a hablar con Gandalf y Elrond.
Hubo una pausa entre los tres y luego Gandalf les pidió a ambos hobbits que se retiraran, ya que los temas que iban a ser tratados en ese lugar eran de suma importancia y secreto. Kate miró a las hobbits y les sonrió antes de que se fueran; veía en ellos caras de confusión y sorpresa ante tal aviso; era obvio que ellos no habían visto nada raro en Kate y la consideraban una mujer común y corriente.
"Tu llegada nos ha creado varias inquietudes que quisiéramos aclarar" –dijo Elrond regresando a la conversación- "Pensábamos que habías venido al Concilio y al parecer así fue; pero nuestra sorpresa fue mayor al detectar la inusual cantidad de energía que cargabas contigo; en especial cuando aparentas ser una mujer común de la Tierra Media"
"Hay algo que me inquieta aun más" –interrumpió Gandalf- "Tienes grandes poderes pero estás muy débil y algo me dice que esto no fue causado por un viaje por estas tierras. Además, la Orden Blanca a la que pertenezco no tiene ningún miembro femenino; pero también puedo ver que la magia que manejas no es oscura. Esto me tiene sin lugar a dudas, muy desconcertado"
"Lamento haberme desmayado tan repentinamente" –volvió a disculparse Kate- "Ya que he causado mucha confusión con esto; y quisiera explicarles el verdadero motivo que me trajo aquí. Les ruego el favor tengan paciencia con mi relato; ya que es largo pero de suma importancia para entender mi procedencia"
Gandalf sonrió ampliamente esta vez "Estamos dispuestos a escucharte" –dijo sentándose en una banca cercana- "Presiento que tu historia va a traer varias sorpresas en ella"
Kate sonrió ante las palabras del mago y tomó asiento. Pronto Elrond y Gandalf el gris se encontraron escuchando la historia de la joven maga y ella, procurando no olvidar ningún detalle, contó todo lo que le había sucedido, exceptuando lo que Elizabeth le había contado; no quería revelar la información que sabía ya que no estaba segura de que fuera cierta y entonces podría complicar la situación. Cuando terminó ya era cerca del medio día y tanto Elrond como Gandalf no podían ocultar la sorpresa en sus ojos.
"Vaya, vaya" –dijo Gandalf después de un largo silencio que finalizó el relato de Kate- "Esperaba sorpresas, desde luego; pero no tan grandes como esta"
"Entonces no nos equivocamos al pensar en que eras maga" –dijo Elrond levantándose- "Pero no sabíamos tu verdadera importancia en tal Era. Tu magia entonces está muy débil por el viaje"
"Me temo que sí, señor Elrond" –dijo Kate- "No pensé que fuera a quedar tan cansada, pero así ha sucedido y he perdido mi báculo. No sé dónde pueda estar; lo tenía conmigo antes de iniciar el viaje, pero cuando llegué a Tierra Media había desaparecido. Solamente tengo esta cadena con la insignia que representa mi magia" –y con esto, mostró la cadena con el talismán que traía consigo-
"Ya la habíamos visto antes" –dijo Elrond- "Con eso fue que identificamos tu verdadera identidad, Kate" –continuó mirándola a los ojos- "Debes saber que son caracteres Élficos los que se encuentran allí, y aunque no sabemos como sobrevivieron hasta llegar a tu época, eso nos dice que tu magia tiene inicios en esta Era o quizá antes"
"Es por eso" –dijo Gandalf a la sorprendida Kate- "Que entendemos tu misión y la gran importancia que tienes. En esta época existe un solo mago que maneja los cuatro poderes de la tierra" –continuó ahora con una mirada triste- "Pero él se ha pasado al lado oscuro y la codicia y el poder han nublado su razón"
Kate guardó silencio. Estaba sorprendida ante todo lo que le habían dicho. Nunca pensó que la magia que manejaba fuese tan antigua. Nunca pensó que el Concilio tuviese razón y nunca pensó que tuviese tal poder en sus manos; de repente sentía un gran temor ante aquel descubrimiento... no era una maga normal.
"Ahora la lista de nuestros aliados se hace más pequeña y son pocos los que han venido a ayudarnos. Pero sabemos que tu serás de gran importancia en esta historia" –dijo Elrond sacando a Kate de sus pensamientos
Kate buscaba las palabras para poder hablar con coherencia. Ahora no solo pensaba en ella sino en aquel mago que traicionó a su Orden "Aquel mago que una vez fue blanco... es el... Saruman?" –preguntó aun con dudas sobre ello.
Gandalf no ocultó su asombro ante tal pregunta pero se apresuró en responder "Si, él ha decidido tomar el camino de las sombras"
"Y hemos perdido a alguien muy importante" –dijo Elrond con pesar y dolor- "Pero sabemos que el anillo debe ser destruido y lo más rápido posible. El tiempo de los Elfos está acabando y ya muy pocos quedan en Tierra Media. Están partiendo en barcos de este lugar y no piensan volver. Solo quedan Rivendel y otros pequeños lugares que resguardan aún los vestigios de nuestra cultura. Es de gran importancia cumplir con esta misión antes de que las sombras tomen el mundo".
Kate sintió un profundo pesar por las palabras de Elrond. Todo este lugar y la majestuosidad y maravilla en él iban a desaparecer con el paso de los siglos; al igual que los Elfos, esa raza maravillosa que apenas lograba conocer. Una gran pena invadió su ser... cómo había llegado a destruir tanto esa magia oscura de Sauron? Cómo era posible que estos seres puros y hermosos abandonen este lugar? Era lamentable que se fueran al mar. Lamentable porque entonces los hombre del siglo XXI no verían esta belleza ni sentirían esta infinita paz.
"Sientes como un Elfo" –dijo Gandalf sacando a Kate de sus pensamientos otra vez- "No pensé que una mujer de siglos tan avanzados pudiera sentir tanta pena y dolor por una cultura que está llegando a su fin"
Kate levantó la mirada tristemente. Era increíble como parecía un libro abierto a las miradas de Gandalf y Elrond.
"No debes sentir pena por nuestra partida" –dijo Elrond acercándose a Kate- "Ya que tu más que nadie debes saber que todo tiene su tiempo; y que todo tiene su final, sin importar la inmortalidad de los Elfos es hora de partir a nuevas tierras"
Kate no pudo evitar dejar correr una lágrima por su rostro "Discúlpenme" –dijo tristemente- "Pero puedo ser muy sentimental cuando me lo propongo" –dijo riéndose un poco de su comentario.
Gandalf la miró con ojos llenos de compasión "Eres una joven muy especial y sin lugar a dudas de corazón muy noble, Kate" –continuó dándole un abrazo fraternal- "Me agrada saber que has venido a ayudarnos y tu presencia en el Concilio de Elrond será de alta importancia"
Kate se separó de Gandalf con una sonrisa y miró a su alrededor con una alegría renovada "Es hora de comenzar el trabajo" –dijo casi como un susurro. Guardó silencio por un momento y luego habló como reflexionando para si- "Con que desde estos tiempos utilizan la palabra Concilio ah? Nunca pensé que fueran tan antiguos"
Ambos, Gandalf y Elrond rieron levemente. Sabían de los disgustos que Kate había manifestado abiertamente sobre el Concilio de la Orden Blanca en su Era y a pesar de todo, Kate seguía siendo una gran maga, en el cuerpo de una joven que apenas entendía lo grande de su poder.
Quiero agradecer a Bichito por tan amigable review y le dedico este capítulo por ser la primera que opina sobre esta historia.
Gracias!
Capítulo 3:
Entendiendo a Tierra Media
El suave ruido de las hojas moviéndose con el viento y el sonido y las tranquilas aguas de un río cercano hicieron que Kate abriera sus ojos lentamente. El Sol era suave y los rayos de luz pasaban por entre las hojas de los árboles. Kate se esforzó por enfocar correctamente los ojos y observar su alrededor. No sabía cuánto tiempo había pasado desde que llegó a ese lugar; pero casi al momento de entrar en el mismo, un sueño y un cansancio profundo invadieron su ser, dándole apenas unos valiosos segundos para recostarse a la sombra de un árbol y no caer desmayada en el medio de la nada.
La joven maga se reincorporó lentamente sintiéndose aun agotada por tan largo viaje en el tiempo. Lentamente tomó su mochila y caminó un poco para explorar aquel bosque.
Todo era inmensamente tranquilo y apacible. Se alcanzaban a escuchar el suave cantar de los pájaros que revoloteaban entre los árboles. Kate sentía una profunda tranquilidad y aunque no podía ver la clase de energía a su alrededor, ni lograba detectar el aura que envolvía a cada animal y árbol, se sentía extremadamente a gusto ahí. Pronto se percató del sonido de agua corriendo muy cerca de donde se encontraba y decidió caminar en la dirección del ruido. Pronto llegó a las orillas de un río muy bajo; casi un riachuelo, pero alrededor de este la hierba crecía más verde y había pequeñas flores de varios Colores alegrando el lugar. Allí decidió descansar un poco más y revisar el contenido de su mochila que, por falta de tiempo, no pudo empacar ella misma sino Elizabeth.
"Veamos, qué metió Elizabeth aquí" –dijo Kate hablando consigo misma mientras abría la mochila- "Medias, bien. Otra blusa, bien. Otro par de medias, bien. Una falda sport. Bien, aunque dudo que la vaya a usar. Medias, qué diablos le pasa con las medias ah? Un reloj, como si me sirviera saber la hora aquí. Un libro: Cómo sobrevivir en el bosque, supongo que bien. Maquillaje, qué voy a hacer con eso en el medio de la nada? Vaya colaboración la de Elizabeth. Un par de Sándwiches y una caja llena de arroz, bien tendré que racionarlo para que me dure. Una brújula, como si con eso no me fuera a peder, apuesto que eso lo metió Dave. Un libro en blanco, para qué? Querrá que escriba un diario? Ja,ja... Ni lo sueñes Eli. Ropa interior, bien, es importante. Mi cédula?? De qué me va a servir aquí!. Más medias?! Ya está, se ha vuelto loca" –Kate se detuvo un instante y tomó el último ítem de la mochila; por un instante guardó silencio y olvidó todas las cosas que había dicho de Elizabeth- "Los extraño" –dijo en voz baja mirando una foto de los tres en la fiesta de despedida de ella cuando se fue a África- "Esto es lo más importante de la mochila" –dijo Kate guardando todo adentro.
Pero el momento de recuerdos fue interrumpido por el sonido producido al parecer por un caballo que venía de lejos. El galopeo era desesperado y apresurado, como queriendo escapar de algo o alguien. Kate se levantó rápidamente tratando de ver algo; el sonido parecía provenir de la orilla contraria y cada vez se escuchaba más cerca. Pronto no se escuchaba el galope de un solo caballo sino de otros más detrás de él. Kate vio cómo toda la naturaleza a su alrededor se oscurecía y aparecía un gran silencio sólo interrumpido por el galope de los caballos a lo lejos. Aunque no podía detectar o percibir la energía a su alrededor, su corazón le decía que las cosas no andaban bien. Ahora no sólo se escuchaban galopees de caballos sino unos extraños gritos agudos y tan fuertes que todo animal cercano corrió a esconderse entre los árboles. El miedo subió por la columna de Kate tan rápido como un rayo en plena tormenta. Esos chillidos oscuros provocaron un repentino pánico en ella, que corrió a esconderse detrás de unos arbustos.
Lo que Kate vio en ese instante fue increíble. Un caballo blanco salía por la otra orilla y cruzaba el pequeño riachuelo rápidamente, deteniéndose del otro lado y dando la vuelta como para esperar que viniera quienquiera que fuese que lo perseguía. Encima del caballo iban una mujer y al parecer un niño que se encontraba muy débil. Kate no sabía qué hacer... algo le decía que no había llegado lo peor... Fue entonces cuando vio la cara de aquel niño. A pesar de ser tan pequeño, la cara de aquel ser se mostraba adulta y lo peor... Kate veía que estaba en un gran sufrimiento.
Pero la compasión que mostraban los ojos de Kate, que ahora miraban al pequeño hombre que se había percatado de su presencia en medio de aquel dolor, pronto se convirtió en angustia y miedo al ver que unos jinetes de gran altura, con ropas negras que no dejaban ver sus caras aparecieron de la nada gritando una vez más aquel chillido infernal. Kate se tapó los oídos de la desesperación y volvió la mirada al hombrecillo.
Ahí estaba él... mirándola con ojos llenos de sorpresa, curiosidad y dolor. Una combinación que Kate jamás había visto. Su cara era pálida y se veía frágil... El tiempo pareció detenerse en aquel instante y Kate no se percató de lo que estaba sucediendo a su alrededor; fue el ruido del agua corriendo furiosamente por aquel pequeño riachuelo el que la sacó de aquel trance.
"Ven y enfréntame!" –gritó la desconocida mujer, sacando una espada y desafiando a los jinetes negros.
Kate observó cómo en un instante creció el cauce del río increíblemente ante las palabras pronunciadas por la mujer de cabellos oscuros. La joven maga alcanzó a escuchar unas palabras pronunciadas por ella justo antes de que el río creciera. Para su asombro; parecían salir caballos de espuma entre las aguas, que con toda su fuerza, arremetieron contra los jinetes oscuros llevándoselos tanto a ellos como a los caballos negros que montaban río abajo.
Lo extraña mujer volteó su mirada al pequeño hombre tratando de reanimarlo; pero él parecía estar en un trance imposible de evitar. La mujer lo bajó del caballo recostándolo suavemente en la hierba fresca para ver mejor su condición.
Kate no sentía más miedo alrededor. El ambiente había vuelto a ser como era y sentía una gran necesidad de salir de entre los arbustos y ayudar a aquel pobre ser indefenso.
"Frodo!" –gritaba desesperadamente la mujer mientras lo estremecía levemente-
"debo ayudar" –pensó Kate desde su escondite- "pero qué puedes hacer Kate?, no tienes tus poderes contigo ahora y no podrás ayudar"
La mujer guardaba silencio mientras miraba el rostro del joven
"No te puedes quedar sin hacer nada!" –gritaba Kate en el interior de su cabeza- "Un momento... Frodo...Frodo" –repetía en su cabeza- "El es... el es... El portador del anillo!!! Debo ayudarlo!!"
Y de un salto salió de entre los arbustos corriendo hacia la mujer que ayudaba al pequeño hobbit. Por un momento no quiso interrumpir ya que parecía que la mujer estuviera orando por él. Pero pronto se volteó a mirarla dándose cuenta de su presencia.
"Frodo!" –exclamó Kate al verlo entre los brazos de la mujer- "El hobbit portador del anillo! Qué ha sucedido?"
La joven mujer en frente de ella miró extrañada a Kate. No entendía cómo conocía el nombre de Frodo o por qué razón se encontraba allí. Pero pudo percibir su energía que aunque débil mostraba quien era en realidad.
"Debo llevarlo a Rivendel" –dijo con una voz tan suave como el susurro del viento y tan dulce y apacible que logró calmar hasta el último miedo de Kate- "Soy Arwen Undómiel y lamento no poder quedarme contigo y entender los motivos de tu llegada. Debo partir y agradecería que esperaras a mis amigos y vinieras con ellos a Rivendel"
"Yo... cómo sabes?... dónde estoy?" –indagó Kate mirando los profundos ojos cafés de Arwen.
"El tiempo corre muy aprisa y me temo que Frodo no pueda resistir más" –dijo Arwen apresuradamente mientras volvía a montar a Frodo en el caballo-
"Entiendo tu preocupación; pero sé que él sobrevivirá" –dijo Kate mientras ayudaba a Arwen a subir a Frodo; se había acordado de lo que le dijo Elizabeth- "Esperaré a tus compañeros y llegaré a Rivendel lo más pronto posible"
Arwen sonrió levemente. "Nunca en toda mi existencia había escuchado hablar de una mujer con magia. Será un honor tenerte como invitada en nuestro hogar" –agregó y con esto partió rápidamente y entre los árboles Kate vio como Arwen regresaba su mirada como para asegurarse de que ella siguiera allí. Luego se perdió entre el paisaje.
"Vaya sorpresa!" –dijo Kate regresando su mirada al ahora tranquilo cauce del río- "No ha sido tan difícil encontrarse con Frodo; aunque no estaba en las mejores condiciones" –continuó mientras se sentaba en una roca- "Todavía no ha comenzado la reunión en Elrond, lo que me da tiempo para encontrar a los demás. Por lo menos espero ver a Arwen de nuevo; qué persona tan amable"
Kate escuchó entonces ruidos de gente caminando entre los árboles del otro lado del río; pero decidió esconderse hasta no ver que fueran humanos o hobbits; no se quería llevar otra sorpresa.
"Vamos!" –gritó un hombre entre los arbustos- "Debemos llegar pronto a Rivendel, ya está muy cerca!"
"Y Frodo, señor?" –preguntó una diminuta voz- "Estará bien mi maestro, señor?
"No lo sé, Sam; esperó que así sea" –respondió el hombre llegando a la orilla del río
Kate observó a la pequeña compañía. Eran tres pequeños hobbits y un hombre alto vestido en ropas oscuras. Asomándose mejor, observó las facciones del hombre y logró identificarlo casi en seguida. En el instante se levantó y salió de entre los arbustos para recibirlos.
La compañía, que ya había cruzado el río paró en seco al verla; y Kate se sorprendió ante tal acto. No sabía qué decir ni cómo presentarse. No podía decir que era maga; por lo visto en esas tierras sólo los hombres manejaban ese tipo de fuerza. Tampoco podía decir que venía de otro tiempo; mataría del susto a los pobres hobbits y después sería considerada loca.
"Está usted extraviada, joven dama?" –preguntó Aragorn observándola- "No parece de estas tierras"
"Yo.. he..." –Kate trataba de buscar alguna idea que pudiese funcionar en estos momentos- "Soy... vine..."
"Crees que no sepa hablar, Merry?" –susurró una pequeña voz tratando de no ser escuchada.
"Eso creo, Pippin" –contestó un segundo mediano viendo de reojo a Kate.
"Sé hablar perfectamente, jóvenes Hobbits" –dijo Kate tratando de ponerse seria y no dejar que comenzaran a burlarse de ella; ya había tenido suficiente con Dave y Elizabeth- "Hace unos momentos la dama Arwen pasó por este lugar; y me pidió el favor de que les dijera que siguieran a Rivendel..." –Kate se detuvo a pensar si debía decir el resto- "... y aceptaran mi humilde compañía" –terminó bajando la cabeza un poco, en señal de respeto.
Hubo un momento de silencio antes de que Aragorn hablara. "Nos es grato recibirla como acompañante durante nuestro camino a Rivendel, joven dama. Pero debo advertirle que podemos encontrar a criaturas poco deseadas en el trayecto"
"Y estaré presente para ayudar en lo que pueda Aragorn" –dijo Kate pensando en lo curioso que sonaba su voz al hablar tan educadamente.
"Le he dicho mi nombre anteriormente?" –indagó Aragorn al darse cuenta de que la extraña joven sabía su identidad- "No recuerdo haberlo mencionado antes" –ahora una mirada de cautela aparecía en los ojos del montaraz.
"Yo... he..." –Kate miraba a todos los lados tratando de ingeniar una respuesta- "Idiota!!!, cómo pudiste haber metido la pata así!!!" –pensó angustiadamente- "Eh... Arwen me dijo su nombre antes de partir... para poder identificarlo" –dijo aliviada al encontrar una respuesta lógica.
La mirada de cautela en los ojos de Aragorn desapareció al oír las palabras de Kate, y una leve sonrisa apareció en aquel rostro un tanto sucio por el viaje "Entonces qué esperamos? Avancemos hacia Rivendel!" –exclamó señalando el camino- "Todavía nos espera una larga jornada a pie"
"Con su guía dudo que nos perdamos!" –dijo Kate emocionada por comenzar al fin su aventura- "Cuánto tiempo nos demoraremos en llegar?"
"Unas dos horas, aproximadamente" –dijo Aragorn que iba al frente de todos.
"No es demasiado" –dijo Kate observando el paisaje; cada vez que se internaban más; había una mayor cantidad de árboles.
"En nuestro lugar no dirías eso" –dijo uno de los hobbits- "Llevamos caminando una infinidad de tiempo".
"Pippin tiene razón" –dijo otro- "Hemos tenido un largo camino lleno de momentos poco agradables"
"Lo entiendo" –dijo Kate en voz baja- "Pero pronto llegarán a Rivendel, pequeños hobbits, y podrán descansar!" –agregó con una dulce sonrisa; por dentro sabía que sufrirían mucho antes de regresar a casa; si es que regresaban en verdad.
"Qué amable es, señora!" –exclamó el tercero que iba atrás de los demás- "Siempre es bueno ver una cara atenta entre tantos pesares. Más el de una dama" –terminó con las mejillas un poco rojas al darse cuenta de su comentario.
"Gracias, pero no tienes por.." –Kate comenzaba a sentirse mareada y veía que todo le daba vueltas; era la misma sensación que tuvo cuando llegó a Tierra Media por primera vez. No le gustaba nada sentirse así- "Por.."
"Se encuentra bien?" –preguntó Pippin al ver la cara de Kate- "Aragorn!" –exclamó al notar la palidez del rostro de la joven maga.
"No os preocupéis, es solo un-"
Kate cayó al piso sin poder terminar la frase. Todo a su alrededor se hizo oscuro y no pudo moverse más.
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La suave luz de la tarde caía sobre el rostro de Kate, que estaba ahora acostada en una cama blanca de sábanas suaves al tacto. Lentamente abrió sus ojos y observó el lugar. Grandes techos con hermosos arcos blancos adornaban la construcción. Las ventanas eran grandes y casi ocupaban el tamaño de la pared. Mostraban un bello paisaje lleno de árboles y flores de variados colores. Había pocos muebles, pero los que se encontraban ahí eran finos y decorados con apliques en oro y plata, tan delicados como hilos en un vestido. La habitación era preciosa y perfecta. Nada estaba fuera de lugar y una fragancia dulce y fina se encontraba en el ambiente. La joven maga cerró sus ojos para poder deleitarse con la energía que la rodeaba... pero no podía. Aun se sentía débil y su magia no regresaba a ella. Esto la entristeció repentinamente; nunca pensó que extrañaría tanto sus poderes y que le harían tanta falta.
"Al fin despiertas" –dijo una dulce voz entrando a la habitación- "Nos preocupaste mucho con tu largo sueño"
"Arwen!" –exclamó Kate llena de alegría al ver aquel rostro una vez más- "Cuánto tiempo dormí?" –preguntó Kate levantándose penosamente de la cama; su cabeza le dolía levemente- "Qué día es hoy?" –dijo acomodándose en las almohadas.
"No deberías moverte mucho; aún estás muy débil" –dijo Arwen mientras se acercaba a Kate- "Hoy es la tarde del 23 de Octubre y dormiste por un día y medio"
Kate guardó silencio tratando de recordar lo sucedido. Vagas imágenes sobre lo que pasó en el camino a Rivendel cruzaron por su mente "Me desmaye!" –dijo sorprendida
"Si" –dijo Arwen levantándose una vez más- "Pero estás recuperándote rápidamente; pronto podrás caminar sin caerte"
"Siento mucho haber causado estas molestias" –dijo Kate apenada- "No es mi costumbre ser carga de otro; y menos en esta circunstancias"
"No eres una molestia y mucho menos una carga" –dijo Arwen volviendo la mirada a Kate- "Nos honra tenerte como invitada en la casa de Elrond; hemos logrado descubrir algo de tu identidad"
"De mi identidad?" –preguntó Kate confusa- "No entiendo... quienes?"
"Mi padre, Gandalf y yo" –respondió Arwen mirando por la ventana- "Desprendes una gran energía contigo, joven maga; y aunque sabemos que estás muy débil, aun sigues irradiándola con mucha fuerza. No sabemos qué ha disminuido tu poder pero no es hora de hablar de ello"
Kate guardó silencio. Estaba asombrada ante las palabras de Arwen. Habían podido identificarla sin ella haber dicho una palabra. Aunque al parecer no habían visto que era de otra época. Era mejor así; Kate tendría mucho que explicar dentro de poco; a Gandalf, Elrond y Arwen.
"Debes estar confundida con todo lo que he dicho" –dijo Arwen acercándose nuevamente- "Aragorn te trajo lo más pronto posible, temiendo que hubieras sido herida por un arma que no había podido encontrar; pero luego de examinarte vimos que estabas completamente sana. Solo estabas en un profundo sueño"
Fue entonces cuando Kate entendió todo. Ante ella se encontraba una Elfa... por qué no se había dado cuenta antes? No había visto aquella mirada tan pacífica y profunda. Aquellas vestimentas. Las orejas por el amor de Dios! Puntiagudas tal como lo había dicho Elizabeth. Arwen Undómiel era una Elfa y además manejaba algo de magia. Fue una estúpida al no darse cuenta con quien trataba.
"Conozco poco de estas tierras" –dijo Kate en voz baja- "Y lamento no haber podido darme cuenta de quien eres en realidad. No te traté con completo respeto y lamento mucho no haber podido explicarte los motivos de mi llegada"
Arwen miró a Kate con ternura en sus ojos "No debes disculparte de nada. Algo me dice que debo ser yo la que incline mi cabeza ante una persona tan importante como usted" –concluyó con una sonrisa- "Para ser joven tienes muchos secretos que ni siquiera el más antiguo de los elfos en este lugar tiene. Descansa ahora, pues la jornada que viene será muy larga"
Kate sonrió ante las palabras de Arwen y lentamente fue cerrando sus ojos. Deseaba hablar de muchas cosas con ella; pero el cansancio reinaba en su cuerpo y deseaba dormir una vez más. Cerró sus ojos y durmió entre los cantos de pájaros y las voces claras y puras de los elfos de aquel lugar.
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"Vaya ropa tan extraña la que llevo puesta" –pensó Kate observando la hermosa bata blanca que tenía- "Pero es más cómoda que cualquier otra cosa que haya usado en mi vida. Aunque sigo prefiriendo mis pantalones" –continuó en su mente mientras veía su ropa colgada en una silla en el otro extremo del cuarto.
Todavía no sentía alguna mejora en su magia, pero ya no estaba tan cansada y podía caminar perfectamente por el cuarto. Kate sentía unas ganas tan grandes de recorrer aquel lugar, que rápidamente se puso su ropa y dejó a un lado la bata blanca. Luego observó su mochila encima de la cama. Estaba tal como la había dejado antes de desmayarse en el bosque. Sabía que no la habían tocado, ya que los elfos eran muy respetuosos.
"Lista para explorar!" –exclamó al terminar de amarrarse un zapato.
"Buenos días, joven dama!" –exclamó una pequeña voz que provenía de la entrada de la puerta.
Kate subió la mirada y se encontró con dos hobbits de los que la habían acompañado en el bosque.
"Hola, amigos cómo están?" –preguntó muy animada.
"Bien" –dijo uno de los dos- "Pippin y yo decidimos pasar por aquí y ver si te habías levantado. Nos preocupaste mucho con tu desmayo"
"Gracias por su preocupación" –dijo Kate acercándose a ellos- "Pero temo que el cansancio fue el causante de esto y lamento haberlos preocupado de esta manera"
"Lo importante es que ya estás bien y que pronto Frodo también lo estará" –dijo uno de los dos con una gran alegría.
Un momentáneo silencio apareció de la nada y pronto fue interrumpido por el segundo hobbit.
"Pero qué mala educación! No nos hemos presentado ante la joven dama!" –exclamó dándole un pequeño codazo a su compañero- "Somos Meriadoc Brandigamo" –dijo señalando a su compañero- "y Peregrin Tuk. Pero puedes llamarnos Merry y Pippin!" –terminó con una gran sonrisa.
Kate sonrió abiertamente mientras saluda de mano a los hobbits. "Soy Katheleen Connors, pero pueden llamarme Kate!"
"Vaya nombre extraño!" –exclamó Merry- "Se nota que vienes de tierras lejanas!"
"Si" –asintió Kate con la cabeza- "Puede decirse"
"Has visto los alrededores de Rivendel?" –preguntó Pippin- "Sería muy agradable tu compañía"
"Suena encantador! Por donde comenzamos? Veo que el sitio es muy grande" –dijo Kate muy educadamente.
"Sería mejor que comenzáramos por este lado" –dijo Merry señalando el gran pasillo de la izquierda- "Es el que mejor conocemos"
Y así Kate y los dos hobbits fueron a caminar por los alrededores de Rivendel observando maravillados los hermosos paisajes y ríos que cruzaban la zona. Había una paz en aquel lugar que Kate jamás había podido sentir en la tierra, a excepción de la ciudad del concilio que se parecía en algunos rasgos a Rivendel, pero que distaba mucho de ser como él. La mañana comenzaba muy bien entre el sonido del viento rompiendo suavemente contra las grandes columnas de aquel castillo. Hermosas aves y mariposas se posaban en flores y copas de árboles y el cielo infinitamente azul reinaba en o alto, haciendo que el contraste de colores fuera aun más bello y deleitando la vista de Kate. Se sentía en el paraíso y quería disfrutar hasta el último instante de tan magna belleza.
Mientras caminaba y admiraba los paisajes, Kate conversaba animada con los dos hobbits; aunque casi toda la conversación giró en torno a la Comarca y sus habitantes y más tarde sobre el viaje hasta Rivendel. La joven maga procuró hablar poco de ella; ya que no quería que los hobbits sospecharan de ella y además se veían tan contentos contando sus hazañas que ella no se atrevía a interrumpirlos. Gracias a esto aprendió mucho sobre la Tierra Media, aunque desde el punto de vista de un hobbit; y entendió todo acerca del viaje.
Llegaron a detenerse en un gran balcón que del cual se podía ver una hermosa caída de agua majestuosa e imponente como ninguna otra, pero bella y tranquila como las mas bella flor. Mientras admiraban el bello paisaje, una voz interrumpió el silencio que rondaba.
"Veo que nuestra joven desconocida se ha levantado" –dijo una profunda voz, marcada con los años pero llena de sabiduría
Kate volteó la mirada y vio a un gran hombre vestido de gris; con un sombrero puntiagudo del mismo color y barba larga y blanca que combinaba con las cejas tupidas que cubrían unos ojos grises pero muy vivos. La descripción era muy parecida a la del mago Gandalf, del cual Elizabeth había hablado mucho. Junto a el se encontraba un hombre de cabello castaño muy largo. Ojos grisáceos pero profundos como el cielo mismo; su cara no mostraba una edad exacta pues no parecía ni joven ni viejo; era como si el tiempo no lo afectara y su mirada mostraba una gran sabiduría interior. Kate estaba segura de que él era Elrond, el padre de Arwen y señor de Rivendel. Ante tal descubrimiento bajó la cabeza he hizo una pequeña reverencia, mostrando el gran respeto y admiración que le tenía a estos dos seres tan importantes en esta era.
"Gandalf el gris y Elrond señor de Rivendel; es un honor conocerlos al fin" –dijo Elizabeth tratando de ser lo más seria y respetuosa que le fuera posible; después de todo no estaba acostumbrada a hablar de esa manera- "Mi más cordial saludo es ofrecido a tan grandes seres"
Pippin y Merry se miraron uno al otro. Hace un segundo Kate estaba riendo y molestando con ellos; comportándose muy animada y hasta infantil. Pero ahora una seriedad y respeto profundo se escuchaba en su voz. Esto era algo bastante extraño para ambos hobbits.
"El honor es el nuestro, joven dama" –dijo Elrond bajando su cabeza también- "Esperábamos con ansias que estuviera completamente recuperada"
"Gracias" –dijo Kate con una sonrisa- "Las atenciones de Rivendel han sido incomparables y estoy infinitamente agradecida por ellas"
"Veo que te sientes mucho mejor" –dijo Gandalf con una sonrisa- "Nos preocupaste mucho al llegar inconsciente a este recinto; al parecer traes contigo noticias de otras tierras; tal vez hayas venido por el Concilio"
"Parece que he preocupado a muchos por esta tierras; pero pido disculpas por mi debilidad; el viaje ha sido muy largo" –dijo Kate acercándose a hablar con Gandalf y Elrond.
Hubo una pausa entre los tres y luego Gandalf les pidió a ambos hobbits que se retiraran, ya que los temas que iban a ser tratados en ese lugar eran de suma importancia y secreto. Kate miró a las hobbits y les sonrió antes de que se fueran; veía en ellos caras de confusión y sorpresa ante tal aviso; era obvio que ellos no habían visto nada raro en Kate y la consideraban una mujer común y corriente.
"Tu llegada nos ha creado varias inquietudes que quisiéramos aclarar" –dijo Elrond regresando a la conversación- "Pensábamos que habías venido al Concilio y al parecer así fue; pero nuestra sorpresa fue mayor al detectar la inusual cantidad de energía que cargabas contigo; en especial cuando aparentas ser una mujer común de la Tierra Media"
"Hay algo que me inquieta aun más" –interrumpió Gandalf- "Tienes grandes poderes pero estás muy débil y algo me dice que esto no fue causado por un viaje por estas tierras. Además, la Orden Blanca a la que pertenezco no tiene ningún miembro femenino; pero también puedo ver que la magia que manejas no es oscura. Esto me tiene sin lugar a dudas, muy desconcertado"
"Lamento haberme desmayado tan repentinamente" –volvió a disculparse Kate- "Ya que he causado mucha confusión con esto; y quisiera explicarles el verdadero motivo que me trajo aquí. Les ruego el favor tengan paciencia con mi relato; ya que es largo pero de suma importancia para entender mi procedencia"
Gandalf sonrió ampliamente esta vez "Estamos dispuestos a escucharte" –dijo sentándose en una banca cercana- "Presiento que tu historia va a traer varias sorpresas en ella"
Kate sonrió ante las palabras del mago y tomó asiento. Pronto Elrond y Gandalf el gris se encontraron escuchando la historia de la joven maga y ella, procurando no olvidar ningún detalle, contó todo lo que le había sucedido, exceptuando lo que Elizabeth le había contado; no quería revelar la información que sabía ya que no estaba segura de que fuera cierta y entonces podría complicar la situación. Cuando terminó ya era cerca del medio día y tanto Elrond como Gandalf no podían ocultar la sorpresa en sus ojos.
"Vaya, vaya" –dijo Gandalf después de un largo silencio que finalizó el relato de Kate- "Esperaba sorpresas, desde luego; pero no tan grandes como esta"
"Entonces no nos equivocamos al pensar en que eras maga" –dijo Elrond levantándose- "Pero no sabíamos tu verdadera importancia en tal Era. Tu magia entonces está muy débil por el viaje"
"Me temo que sí, señor Elrond" –dijo Kate- "No pensé que fuera a quedar tan cansada, pero así ha sucedido y he perdido mi báculo. No sé dónde pueda estar; lo tenía conmigo antes de iniciar el viaje, pero cuando llegué a Tierra Media había desaparecido. Solamente tengo esta cadena con la insignia que representa mi magia" –y con esto, mostró la cadena con el talismán que traía consigo-
"Ya la habíamos visto antes" –dijo Elrond- "Con eso fue que identificamos tu verdadera identidad, Kate" –continuó mirándola a los ojos- "Debes saber que son caracteres Élficos los que se encuentran allí, y aunque no sabemos como sobrevivieron hasta llegar a tu época, eso nos dice que tu magia tiene inicios en esta Era o quizá antes"
"Es por eso" –dijo Gandalf a la sorprendida Kate- "Que entendemos tu misión y la gran importancia que tienes. En esta época existe un solo mago que maneja los cuatro poderes de la tierra" –continuó ahora con una mirada triste- "Pero él se ha pasado al lado oscuro y la codicia y el poder han nublado su razón"
Kate guardó silencio. Estaba sorprendida ante todo lo que le habían dicho. Nunca pensó que la magia que manejaba fuese tan antigua. Nunca pensó que el Concilio tuviese razón y nunca pensó que tuviese tal poder en sus manos; de repente sentía un gran temor ante aquel descubrimiento... no era una maga normal.
"Ahora la lista de nuestros aliados se hace más pequeña y son pocos los que han venido a ayudarnos. Pero sabemos que tu serás de gran importancia en esta historia" –dijo Elrond sacando a Kate de sus pensamientos
Kate buscaba las palabras para poder hablar con coherencia. Ahora no solo pensaba en ella sino en aquel mago que traicionó a su Orden "Aquel mago que una vez fue blanco... es el... Saruman?" –preguntó aun con dudas sobre ello.
Gandalf no ocultó su asombro ante tal pregunta pero se apresuró en responder "Si, él ha decidido tomar el camino de las sombras"
"Y hemos perdido a alguien muy importante" –dijo Elrond con pesar y dolor- "Pero sabemos que el anillo debe ser destruido y lo más rápido posible. El tiempo de los Elfos está acabando y ya muy pocos quedan en Tierra Media. Están partiendo en barcos de este lugar y no piensan volver. Solo quedan Rivendel y otros pequeños lugares que resguardan aún los vestigios de nuestra cultura. Es de gran importancia cumplir con esta misión antes de que las sombras tomen el mundo".
Kate sintió un profundo pesar por las palabras de Elrond. Todo este lugar y la majestuosidad y maravilla en él iban a desaparecer con el paso de los siglos; al igual que los Elfos, esa raza maravillosa que apenas lograba conocer. Una gran pena invadió su ser... cómo había llegado a destruir tanto esa magia oscura de Sauron? Cómo era posible que estos seres puros y hermosos abandonen este lugar? Era lamentable que se fueran al mar. Lamentable porque entonces los hombre del siglo XXI no verían esta belleza ni sentirían esta infinita paz.
"Sientes como un Elfo" –dijo Gandalf sacando a Kate de sus pensamientos otra vez- "No pensé que una mujer de siglos tan avanzados pudiera sentir tanta pena y dolor por una cultura que está llegando a su fin"
Kate levantó la mirada tristemente. Era increíble como parecía un libro abierto a las miradas de Gandalf y Elrond.
"No debes sentir pena por nuestra partida" –dijo Elrond acercándose a Kate- "Ya que tu más que nadie debes saber que todo tiene su tiempo; y que todo tiene su final, sin importar la inmortalidad de los Elfos es hora de partir a nuevas tierras"
Kate no pudo evitar dejar correr una lágrima por su rostro "Discúlpenme" –dijo tristemente- "Pero puedo ser muy sentimental cuando me lo propongo" –dijo riéndose un poco de su comentario.
Gandalf la miró con ojos llenos de compasión "Eres una joven muy especial y sin lugar a dudas de corazón muy noble, Kate" –continuó dándole un abrazo fraternal- "Me agrada saber que has venido a ayudarnos y tu presencia en el Concilio de Elrond será de alta importancia"
Kate se separó de Gandalf con una sonrisa y miró a su alrededor con una alegría renovada "Es hora de comenzar el trabajo" –dijo casi como un susurro. Guardó silencio por un momento y luego habló como reflexionando para si- "Con que desde estos tiempos utilizan la palabra Concilio ah? Nunca pensé que fueran tan antiguos"
Ambos, Gandalf y Elrond rieron levemente. Sabían de los disgustos que Kate había manifestado abiertamente sobre el Concilio de la Orden Blanca en su Era y a pesar de todo, Kate seguía siendo una gran maga, en el cuerpo de una joven que apenas entendía lo grande de su poder.
